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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

BOLILLA I

CONCEPTOS GENERALES

CONTENIDO TEMÁTICO:

Ramas del Derecho Procesal. Fuentes del Derecho Procesal: concepto y


clases. Fuentes constitucionales del Derecho Procesal. Concepto.
Enumeración: a) Igualdad ante la ley, b) Juicio previo fundado en ley anterior
al hecho del proceso, c) Juez natural, d) Inviolabilidad de la defensa en
juicio, e) Derecho a un proceso sencillo, rápido y eficaz. Las normas
procesales: concepto y clasificación. El conflicto: la razón de ser del
proceso.-

REPASO DE CONCEPTOS GENERALES (1º AÑO)

DERECHO PROCESAL CIVIL (D.P.C.) – LINO E. PALACIO


La creación de las normas jurídicas, generales como la ley o los
reglamentos administrativos o, individuales, como las sentencias judiciales y los
actos administrativos; es el resultado de uno o varios procedimientos cumplidos
por el órgano del Estado provisto de competencia para ello. Por ello, desde el pto.
de vista de la Teoría General del Derecho, el Derecho Procesal (en adelante D.P.),
puede ser definido como: “AQUELLA RAMA DE LA CIENCIA JURÍDICA QUE SE
REFIERE AL PROCESO EN SENTIDO AMPLIO, ENTENDIENDO POR TAL LA
ACTIVIDAD DESPLEGADA POR LOS ÓRGANOS DEL ESTADO EN LA
CREACIÓN Y APLICACIÓN DE NORMAS JURÍDICAS GENERALES O
INDIVIDUALES”.

Este D. P. en sentido amplio se puede dividir –ramas- en:

1) D.P. Constitucional;

2) D.P. Legislativo;

3) D.P. Administrativo y,

4) D.P. Judicial.

Sólo este último –según Lino E. PALACIO- tiene suficiente autonomía como
para ser objeto de una disciplina independiente.

Ahora bien, el D.P. en sentido estricto estudia:

1) El conjunto de actividades que tiene lugar cuando se somete a la decisión


de un órgano judicial o arbitral la solución de cierta categoría de conflictos
jurídicos suscitados entre dos o más personas (partes);

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2) Cuando se requiere la intervención de un órgano judicial para que


constituya, integre o acuerde eficacia a determinada relación o situación
jurídica.
Es importante destacar que el D.P. no debe asociarse, exclusivamente, a la
idea de jurisdicción debido a que, como lo destaca Lino PALACIO, la actividad
judicial desplegada en los llamados procesos de jurisdicción voluntaria es un
ejercicio de función administrativa y no jurisdiccional. Además, gran parte de las
actividades de los tribunales en los procesos contenciosos tiene carácter
administrativo, por ejemplo: providencias de mero trámite.
También forma parte del D.P., a título secundario, el estudio de las
actividades vinculadas a la organización y funcionamiento interno de los órganos
judiciales, verbigracia: las funciones administrativas y reglamentarias conferidas a
los superiores tribunales de Justicia, vgr.: designación y remoción de personal,
dictado de acordadas reglamentarias, etc.
CONTENIDO DEL D.P.
En general existe acuerdo doctrinario en asignar al D.P. el estudio de las
siguientes materias:
1) Jurisdicción y competencia de los órganos judiciales y el régimen
jurídico a que se hallan sometidos estos últimos;
2) Régimen jurídico de las partes y peticionarios y de sus representantes y
asistentes;
3) Requisitos, contenido y efectos de los actos procesales y trámite del
proceso a través de los distintos procedimientos que lo integran.

Nota: debe tenerse presente que cuando hablamos de procesos contenciosos nos
referiremos a partes y a pretensiones procesales y, cuando nos referimos a
procesos voluntarios o de jurisdicción voluntaria, hablamos de peticionarios y de
peticiones procesales extracontenciosas (cfr. Lino E. PALACIO).

RAMAS DEL D.P. – EL D.P. CIVIL

En el derecho positivo argentino sólo cabe reconocer a dos tipos de


procesos judiciales –el civil y el penal- suficiente autonomía como para justificar la
existencia de sendas ramas del D.P. Ahora bien, la autonomía que se reconoce a
estas dos ramas no implica desconocer la coincidencia esencial que ofrecen en
conceptos como jurisdicción, acción, pretensión, sujetos y actos procesales. El
D.P.C. se ocupa del estudio de todos aquellos procesos cuyo objeto consiste en
una pretensión o petición fundada en el derecho privado (civil, comercial, laboral,
etc.).

NATURALEZA Y CARACTERES DEL D.P.C.

Un sector de la doctrina acepta la idea que el D.P. se halla emplazado en


un ámbito secundario con relación al llamado derecho sustancial o material. Para

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ello se arguye que las normas que regulan el proceso carecen de un fin en sí
mismas y constituyen sólo un medio para lograr la realización de los intereses
tutelados por las normas sustanciales. Estas últimas serían normas primarias y las
normas procesales serian normas instrumentales o secundarias.

Lino PALACIO critica esta idea debido a que: 1) las normas jurídicas
carecen de fin en sí mismas, pues no son más que conceptos a través de los
cuales es posible interpretar una determinada realidad de conducta; 2) aunque se
aceptase que las normas procesales carecen de un fin en sí mismas, cabría
observar que lo mismo ocurre con las numerosísimas normas mediante las cuales
el llamado derecho sustancial o material establece, por ejemplo, requisitos
formales de los actos jurídicos; vgr: deben ser hechos por escritura pública los
contratos que tuviesen por objeto la transmisión de bienes inmuebles en propiedad
o usufructo (art. 1184 C.C.) y, por ende, participarían del carácter instrumental que
se asigna a las normas procesales; 3) el esquema normativo del que el Juez se
vale para dictar sentencia se encuentra integrado por las leyes procesales y
sustanciales que concurren en un pie de igualdad a acordar sentido jurídico a la
norma individual en que aquélla consiste; 4)de la conducta observada por las
partes durante la sustanciación del proceso depende, en definitiva, la aplicabilidad
o inaplicabilidad de las correspondientes normas materiales.

Por ello, para Lino PALACIO no existen razones válidas que justifiquen la
pretendida subordinación del D.P. al D. material. El D.P. constituye una rama
autónoma de la ciencia jurídica porque opera dentro de un ámbito de
conductas fundamentalmente distinto del que conceptualizan las normas de
D. material, así por ejemplo: el principio de preclusión, fundado en razones de
seguridad jurídica, descarta la existencia de nulidades procesales absolutas.

Otro de los caracteres del D.P. es que pertenece el derecho público en


razón de a posición preeminente que en el proceso asume el Estado a través de
sus órganos judiciales. Estos, a criterio de PALACIO y en sentido opuesto a
ALVARADO VELLOSO (por ejemplo), no se hallan a nivel de las partes o de
terceros, sino por encima de ellos, a quienes pueden imponer, unilateralmente, la
observancia de determinadas conductas. Como consecuencia de este carácter del
D.P. es que las partes no están habilitadas para regular el desenvolvimiento del
proceso de acuerdo con su voluntad y que sea inadmisible el proceso
convencional y sin que ello sea óbice para que las partes acuerden regular
aspectos particulares del proceso, vgr: suspensión de términos.

DESARROLLO BOLILLA I:

RAMAS DEL DERECHO PROCESAL:

En el derecho positivo argentino sólo cabe reconocer a dos tipos de


procesos judiciales –el civil y el penal- suficiente autonomía como para justificar la

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existencia de sendas ramas del derecho procesal. Ahora bien, esta autonomía no
implica negar la coincidencia esencial que ofrecen el proceso civil y el proceso
penal en aspectos básicos referidos a, v.gr.: jurisdicción, acción, pretensión,
sujetos y actos procesales.

El derecho procesal civil se ocupa del estudio de todos aquellos procesos


cuyo objeto consiste en una pretensión o petición fundada en el derecho privado
(civil y comercial). En nuestro país, sin embargo, es aún habitual incluir en el
marco de aquella disciplina al proceso laboral, pues no obstante la índole
específica de los conflictos que en él se ventilan, la mayor parte de los principios
del proceso civil mantiene vigencia a su respecto. La misma reflexión cabe con
relación a los procesos judiciales originados en pretensiones fundadas en normas
constitucionales, administrativas y tributarias.

Existen varias ramas distintas del derecho procesal. Sin embargo, existen
dos divisiones importantes:

Por los procesos a los cuales se aplica tenemos:

 Derecho procesal administrativo.


 Derecho procesal constitucional.
 Derecho procesal civil.
 Derecho procesal penal.
 Derecho procesal laboral.

Atendiendo al objeto de la disciplina, podemos distinguir entre:

 Derecho procesal orgánico: esta rama estudia la organización y


atribuciones de los tribunales de justicia, y el estatuto de quienes conforman éstos.
Se refiere a los órganos que componen la administración de justicia, su relación
entre sí y con los órganos de gobierno. El derecho procesal dícese de la rama que
tiene como objetivo ver los procesos jurídicos tanto así como iguales en sí
mismos.
 Derecho procesal funcional: esta rama estudia los procedimientos y las
actuaciones que integran éstos. Se refiere a la forma en cómo las partes y los
organismos impartidores de justicia funcionan, los procedimientos a realizarse en
los juicios y los recursos o acciones establecidas para ello. Esto es, la conducta
que deben observar tanto las partes como el órgano (poder jurisdiccional) en la
tramitación de los asuntos sometidos al conocimiento y decisión de éstos.

FUENTES DEL DERECHO PROCESAL: CONCEPTO Y CLASES

CONCEPTO.

“SON FUENTES DEL DERECHO PROCESAL TODOS AQUELLOS


CRITERIOS DE OBJETIVIDAD QUE, EN RAZÓN DE EXPRESAR LA

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VALORACIÓN DE LA COMUNIDAD, O DE SUS ÓRGANOS, ACERCA DE UNA


DETERMINADA REALIDAD DE CONDUCTA, PUEDEN SER INVOCADOS POR
LOS JUECES PARA ESCLARECER EL SENTIDO JURÍDICO DE LAS
CONDUCTAS QUE DEBEN JUZGAR DURANTE EL DESARROLLO DEL
PROCESO”.

CLASES.

En escala decreciente de obligatoriedad, constituyen fuentes del derecho


procesal: 1) la ley, la costumbre y la jurisprudencia obligatoria, 2) la jurisprudencia
no obligatoria, 3) la doctrina.

Es menester aclarar que la palabra “ley” es utilizada en sentido amplio,


comprensiva de las normas contenidas en la Constitución Nacional (C.N.), en las
leyes procesales propiamente dichas y en los reglamentos ya acordadas
judiciales.

LA CONSTITUCIÓN NACIONAL.

La C.N. contiene diversas normas atinentes a la administración de justicia, y


en general, a ciertos derechos y garantías que directamente a la regulación del
proceso civil.

Entre las normas atinentes a la administración de justicia, cabe citar la que


dispone la obligación de las provincias de asegurar la administración de justicia
(art. 5º); la fe que merecen los procedimientos judiciales de cada provincia en las
demás (art. 7º); la incompatibilidad del cargo de juez federal y el de juez provincial
(art. 34º); la forma de designar a los magistrados judiciales (art. 99, inc. 4º); la
constitución y competencia del Poder Judicial de la Nación (arts. 108 a 117); la
prohibición de que el Presidente de la República ejerza funciones judiciales (art.
109); la autonomía y composición del Ministerio Público (art. 120), etc.

Entre el segundo tipo de normas, es decir, entre aquellas normas que


refiere a los derechos y garantías que conciernen directamente a la regulación del
proceso civil, encontramos:

 La supresión de los fueros personales (art. 16), garantía en cuya


virtud la condición de la persona no puede ser tenida en cuenta, en general, como
elemento susceptible de justificar la admisibilidad de un fuero judicial de
excepción, cuando el hecho en sí mismo corresponde a la competencia de los
jueces comunes.

Conforme a ese principio general, la jurisprudencia ha declarado que la


existencia de la jurisdicción militar no afecta el principio constitucional de abolición
de los “fueros personales”, por cuanto aquélla no comporta un fuero de excepción,
sino un fuero real o de causa basado en la naturaleza de los actos que sirven de

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fundamento a los respectivos juicios que se vinculan a faltas o delitos


esencialmente militares.

 La prohibición de que nadie sea juzgado por comisiones especiales,


ni sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa (art.
18).
Esta garantía tiene por objeto asegurar a los habitantes del país una justicia
imparcial, a cuyo efecto prohíbe sustraer arbitrariamente una causa de la
competencia del juez que continúa teniéndola para casos semejantes, con el fin
de atribuirla a uno que no la tiene, pues ello importaría, indirectamente, una
comisión especial disimulada. Por lo tanto, ella resulta afectada por la intervención
de nuevos jueces incluso en los juicios pendientes, como consecuencia de
reformas operadas en la organización de justicia o en la distribución de la
competencia (C.S.J.N., Fallos 234-482; 236-528; 237-673, entre otros). C.S.J.N.=
Corte Suprema de Justicia de la Nación.
 La inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y de los
derechos, garantía constitucional que será objeto de análisis en diversos temas de
la materia, v.gr. principios procesales, principalmente ppio. de contradicción, la
producción de prueba, etc.

CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN.

La Constitución de nuestra provincia, también contiene normas que


constituyen pautas orientadoras y de observancia ineludible para el legislador
provincial y los tribunales locales. Las normas de nuestra constitución fueron
dictadas en consonancia a las citadas normas de la C.N.
Entre las normas atinentes a los derechos y garantías que conciernen
directamente a nuestra materia podemos citar: El art. 8º referido a la
responsabilidad del Estado; art. 11º respecto a la facultad de los jueces ordinarios
de declarar la inconstitucionalidad (control judicial difuso de inconstitucionalidad);
art. 12º que reconoce derechos y garantías implícitas; art. 22 referido al derecho
de defensa de los derechos que la Constitución provincial reconoce; art. 24 que
proclama la igualdad ante la ley; art. 33 sobre la defensa en juicio; entre otras
normas.
Por su parte, respecto a normas atinentes a la administración de justicia,
citamos como ejemplo, aquella que otorga al Poder Legislativo la facultad de
designar magistrados conforme a la terna propuesta por el Consejo de la
Magistratura (art. 150, inc. 27º); art. 190, inc. 1º, que prohíbe al Poder Ejecutivo
arrogarse facultades judiciales, etc.

LAS LEYES PROCESALES:

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A partir del año 1862 se han dictado numerosas leyes relativas a la


organización y a la competencia de la justifica federal, las cuales, en su mayor
parte, fueron a su vez objeto de diversas modificaciones. Entre ellas destacamos
la ley 27 (octubre de 1862) sobre organización de los tribunales federales; la ley
48 (septiembre de 1863), sobre jurisdicción y competencia de los tribunales
federales y relaciones de éstos con los tribunales de provincia; ley 3952 sobre
demandas contra la Nación; ley 4055, Justicia Federal; ley 22.172 –Convenio
sobre comunicaciones entre tribunales de distinta jurisdicción territorial- referida a
diligencias, medidas, pruebas y actos procesales practicados en las jurisdicciones
provinciales distintas a aquella donde tramita el proceso; ley 24.946, Ley orgánica
del Ministerio Público; ley 25.488, modificación al Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación; ley 26.589 sobre Mediación Previa Obligatoria, entre otras
importantes normativas procesales de orden nacional.

En el orden federal, el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,


cuenta con abundante legislación complementaria como las normas supra citadas,
numerosos tratados internacionales, leyes, decretos-leyes, decretos, acordadas y
resoluciones.

En la Provincia de San Juan, las normas procesales se encuentran


principalmente en el Código Procesal Civil y Comercial (Leyes nº 7942, 7974,
8005 y 8037), aunque complementado con otras leyes tales como la ley 7675 de
mediación previa obligatoria en las causas en las que el Estado provincial es
parte; ley 2150 de aranceles y honorarios profesionales; ley 2275, orgánica de
tribunales, etc. y las numerosas acordadas judiciales.

LOS REGLAMENTOS Y ACORDADAS JUDICIALES.

A fin de facilitar el mejor funcionamiento de la administración de justicia, y


frente a la imposibilidad de prever los múltiples problemas de orden práctico que la
actividad procesal puede suscitar, las leyes suelen conferir a los tribunales
superiores (C.S.J.N., Cortes de Justicia y Superiores Tribunales de Justicia
provinciales) la facultad de dictar normas generales, destinadas a complementar
los textos legales referentes a ciertos aspectos de la organización judicial y a la
regulación de los procedimientos.

Según versen sobre diversas materias o sobre un punto determinado, tales


ordenamientos de tipo general se denominan respectivamente, reglamentos
judiciales y acordadas reglamentarias, aunque corresponde señalar que todos los
reglamentos judiciales se dictan mediante “acordadas”. Estas constituyen
resoluciones judiciales, y se las llama así para diferenciarlas de las sentencias.
Las acordadas están referidas a las materias comprendidas dentro de las
facultades de superintendencia que competen a los tribunales superiores. Tal cual

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ocurre, por ejemplo, cuando éstos disponen designar, remover o conceder licencia
a un empleado o funcionario.

Las disposiciones legales que instituyen la referida facultad reglamentaria


son, en el orden federal, el art. 18 de la ley 48, que autoriza a la Corte Suprema
para “establecer los reglamentos necesarios para la ordenada tramitación de los
pleitos”. Por cierto, el alcance de los reglamentos judiciales depende de los
términos de la norma legal que concede la facultad reglamentaria.

En la Provincia de San Juan, la Corte de Justicia dicta numerosas


acordadas, v.gr.: designando, trasladando o removiendo personal; fijando la
competencia en razón del monto en la Justicia de Paz Letrada; declarando días
hábiles o inhábiles judiciales; fijando periodos de feria judicial y funcionarios
judiciales en turno durante la misma; etc.

LA COSTUMBRE.

La costumbre puede conceptuarse como “toda norma general creada


espontáneamente a través de la repetición de determinadas conductas, y a cuyo
respecto media el convencimiento comunitario de su obligatoriedad”. La misma se
exterioriza en el proceso civil, mediante las siguientes modalidades:

 Por la remisión que a ella hacen las normas legales. Tal es el caso
del art. 565 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (C.P.N.), según el
cual el martillero, en las subastas judiciales, percibirá la comisión establecida por
la ley, y en defecto de ésta, por la costumbre.
 En la vigencia de ciertas “prácticas judiciales” desarrolladas en
ausencia de específicas reglamentaciones sobre aspectos secundarios del trámite
procesal. Tales, por ejemplo, las referentes a las formas en que deben redactarse
ciertos actos de transmisión, como cédulas de notificación, oficios y exhortos; v.gr.
colocar nº visible a la cédula para que luego la oficina de notificaciones la coloque
en la carpeta correspondiente y resulte más rápida la búsqueda por parte del
profesional y/o las carpetas que los profesionales con ejecuciones masivas tienen
la Oficina de Notificaciones o las cajas que poseen en los juzgados de paz
letrados.
 Por la caída en desuso de numerosas normas contenidas en los
códigos y leyes procesales, que terminan así por desaparecer de la vida jurídica.
Ocurre, en efecto, que de hecho y con el asentimiento tácito de las partes, los
jueces y demás funcionarios ordenan y conducen la actividad procesal, en ciertos
casos, con prescindencia de expresas prescripciones normativas. Citamos como
ejemplo: la que impone a las partes y a sus apoderados la obligación de
notificarse expresamente de ciertas resoluciones (art. 142, C.P.N. y 142
C.P.C.S.J.); las normas referidas el préstamo y retiro de los expedientes judiciales
respecto a los profesionales que llevan ejecuciones masivas en el orden local y

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federal (art. 126, C.P.C.S.J.), aquella que impone a los tribunales tener bajo su
guarda y custodia la documentación original acompañada por las partes en sus
presentaciones y que, en la Justicia de Paz Letrada de la Provincia de San Juan,
por falta de espacio genere que se encomiende a los profesionales de las partes la
custodia de dicha documentación; etc.
Lo importante es que la reiterada inobservancia de una norma, por parte de
los órganos encargados de aplicarla, pone de manifiesto que ha desaparecido el
signo positivo de las valoraciones jurídicas expresadas por ella, y que ha nacido
una costumbre, expresiva de un nuevo sentido comunitario, y susceptible, por lo
tanto, de acordar a una resolución judicial suficiente fuerza de convicción.

LA JURISPRUDENCIA.

La jurisprudencia puede ser definida como “la forma concordante en que los
órganos judiciales se pronuncian en oportunidad de resolver casos similares”. El
conjunto de fallos así dictados determina la creación de normas o reglas que,
como expresión de valoraciones vigentes, son utilizadas por los jueces para
justificar el carácter jurídicamente objetivo que deben revestir sus decisiones y
constituyen por consiguiente, fuentes del derecho.
La jurisprudencia es una fuente subordinada a la ley, pues hallándose
asentada la autoridad de la jurisprudencia en la fuerza de la convicción que le
acuerda la reiteración de los fallos y la consecuente aceptación comunitaria de la
doctrina que éstos consagran, ella carece del grado de obligatoriedad que reviste
la ley.
Distinto es el caso en que la ley, por razones de seguridad jurídica y sin
desconocer su carácter de fuente primaria, disponga la obligatoriedad de la
doctrina establecida en los fallos de determinados tribunales (jurisprudencia
obligatoria). Tal es el régimen instituido por el C.P.N., que tras establecer que a
iniciativa de cualquiera de sus salas las cámaras de apelaciones podrán reunirse
en tribunal plenario con el objeto de unificar la jurisprudencia y evitar sentencias
contradictorias. Veamos:
Art. 302, C.P.N.: “A iniciativa de cualquiera de sus salas, la cámara podrá
reunirse en tribunal plenario con el objeto de unificar la jurisprudencia y evitar
sentencias contradictorias. La convocatoria se admitirá si existiese mayoría
absoluta de los jueces de la cámara. La determinación de las cuestiones, plazos,
forma de la votación y efectos se regirá por lo dispuesto en los artículos 294 a
299 y 301”.
Art. 303, C.P.N.: “La interpretación de la ley establecida en una sentencia
plenaria será obligatoria para la misma cámara y para los jueces de primera
instancia respecto de los cuales sea aquélla tribunal de alzada, sin perjuicio de
que los jueces dejen a salvo su opinión personal. Sólo podrá modificarse dicha
doctrina por medio de una nueva sentencia plenaria”.

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En la Provincia de San Juan, en materia de jurisprudencia vinculante y


plenaria se destaca la emanada de la Corte de Justicia local en ejercicio de la
facultad conferida por el art. 10 de Ley 2275, que establece: “La interpretación de
las normas jurídicas que la Corte hiciera en sus fallos plenarios, será de aplicación
para todos los tribunales y jueces inferiores, mientras la propia Corte no la
modifique mediante nuevo fallo plenario, o no exista interpretación contraria por
parte de la Corte Suprema de la Nación en materia de su competencia".
Ciertamente, los fallos plenarios de la Corte de Justicia local no son abundantes
pero se destacan, entre otros: el plenario “Guaquinchay” que establece la tasa
activa como interés a aplicarse en los procesos judiciales; el plenario “Provincia de
San Juan c/ Benavidez”, mediante el cual se consagró que los plazos de
prescripción de las obligaciones fiscales del Código Tributario de la Provincia de
San Juan no pueden apartarse del plazo quinquenal de prescripción fijado por el
Código Civil; entre otros plenarios. La consulta y obtención de los fallos plenarios
de la Corte local puede efectuarse a través de la web oficial del Poder Judicial:
www.jussanjuan.gov.ar

LA DOCTRINA.

A diferencia de lo que acontece con las fuentes precedentemente


analizadas, la doctrina de los autores carece de fuerza vinculatoria para el juez. El
juez acude voluntariamente a ella para encontrar el sentido objetivo del caso, pero
no se encuentra constreñido a ella.

En el orden nacional, la doctrina procesalista se encuentra dividida por dos


corrientes: 1) Activismo procesal, con el prof. Jorge PEYRANO como uno de sus
principales referentes, por el momento mayoritaria y; 2) Garantismo procesal,
encabezado por el prof. Adolfo ALVARADO VELLOSO y autores que siguen su
línea. Ambas corrientes doctrinarias se encuentran fuertemente enfrentadas y, en
el orden local, el C.P.C.S.J. se encuentra alineado con el activismo procesal.

FUENTES CONSTITUCIONALES DEL DERECHO PROCESAL.

CONCEPTO.

Tal como fue destacado, la Constitución es reconocida como una de las


fuentes formales del derecho procesal evidentemente por la naturaleza normativa
que posee. Pues siendo ésta la norma fundamental con carácter supremo, se
parte de la premisa de que todas las áreas o ramas del derecho están supeditadas
a ella.
Los tratados internacionales –también- poseen un papel muy relevante en
este tema, pues estos además de consagrar el debido proceso, suministran esos
requisitos mínimos que debe reunir un verdadero debido proceso. Así en el mismo
sentido, son estos los que reafirman y amplían la garantía de la inviolabilidad de la

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defensa en juicio, y a manera de ejemplo tomamos el art. 10 de la Declaración


Universal de Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre en su art. 26, el art. 14 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y así muchísimos tratados más.
Algo muy importante que cabe destacar de estos principios que rigen el
Derecho Procesal, es que estos son un tipo de criterios informadores de nuestro
ordenamiento procesal que se trazan en relevancia por su adecuación con el
modelo de proceso justo trazado por nuestra Constitución. Así en conclusión, se
puede entender a estos principios como un punto de partida, el cual se ve en
función de lo que se pretende encontrar, la causa eficiente y la causa fin del
proceso.
Atento lo dicho, debemos comenzar citando lo consagrado por el art. 18 de
la C.N., el cual –sabiamente- establece: “Ningún habitante de la Nación puede
ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni
juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por
la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar
contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los
derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia
epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué casos y con
qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan
abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie
de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias,
para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda
medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo
que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice”.

De esta norma fundamental surgen –principalmente- las más elementales


garantías y derechos, a saber: derecho a un juicio previo fundado en ley anterior al
hecho del proceso, Juez natural, Inviolabilidad de la defensa en juicio, derecho a
un proceso sencillo, rápido y eficaz, entre otros.

IGUALDAD ANTE LA LEY.

El principio de igualdad ante la ley o igualdad legal es el que establece que


todos los seres humanos son iguales ante la ley, sin que
existan privilegios ni prerrogativas de sangre o títulos nobiliarios.

Existe un debate sobre la existencia del principio de igualdad ante la ley en


sistemas de monarquía constitucional, como España, Reino
Unido, Japón o Camboya.

Quienes sostienen que en las monarquías parlamentarias el principio de


igualdad ante la ley no existe o solo existe de manera atenuada, argumentan que
toda monarquía, por atenuados que estén los poderes del rey y los nobles, es en

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sí misma una contradicción al principio de igualdad ante la ley. Sin importar las
diferencias entre los distintos sistemas de monarquía, el principio no existe si la ley
de un país establece que algunos cargos públicos y el ejercicio del poder político
que ellos conllevan, sólo puede ser ocupados por algunos ciudadanos y no por
otros, simplemente a causa de los antepasados de quienes descienden.

Quienes sostienen que la monarquía parlamentaria no es incompatible con


el principio de igualdad ante la ley utilizan diferentes argumentos, según las
características de cada sistema. En España, argumentan que, la desigualdad de
nacimiento y de mujer o hombre (sexo) establecida para el acceso al trono, no
implican desigualdad ante la ley porque se trata de una desigualdad establecida
por una ley constitucional, que queda fuera del ámbito de acción de dicho
principio.

Lo cierto es que, en la República Argentina, el principio de igualdad


ante la ley está reconocido en el artículo 16 de la Constitución: “La Nación
Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: No hay en
ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son
iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la
idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”.

Es un principio esencial de la democracia. El principio de igualdad ante la


ley es incompatible con sistemas legales de dominación como la esclavitud,
la servidumbre, el colonialismo o la desigualdad por sexo o religión.

El principio de igualdad ante la ley se diferencia de otros conceptos,


derechos y principios emparentados, como la igualdad de oportunidades y
la igualdad social.

Igualdad ante la ley, es el conjunto de deberes, derechos y garantías del


ordenamiento jurídico. El contenido de las leyes sea igual para todos, o desigual si
así corresponde, sobre la fase o en función de la justicia. Igualdad ante la ley,
implica que todos debemos cumplir el mandato de la ley, no sólo los órganos del
Estado, como asimismo, tales órganos deben interpretar y aplicar el ordenamiento
jurídico, sin incurrir en discriminación.

JUICIO PREVIO FUNDADO EN LEY ANTERIOR AL HECHO DEL


PROCESO.

Tal como pudimos apreciar en el introito de la temática, el art. 18 de la C.N.


establece: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso…”.

En el texto constitucional, debe entenderse que la pena se refiere tanto a la


condena criminal como a la condena civil, y encierra dos situaciones: el juicio
previo y la ley anterior.

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El juicio previo refiere al necesario cumplimiento de un debido proceso, es


decir un proceso que evidencie el respeto y cumplimiento de los principios de
bilateralidad, igualdad y congruencia, a los cuales debe sumarse el de economía
procesal pues, como sabemos, la justicia que llega tarde no es justicia.

En cuanto a la ley anterior, implica que el proceso debe tramitar respetando


las formalidades legales, con la finalidad que la sentencia adquiera calidad de
sentencia firme y, por lo tanto, con los efectos de la cosa juzgada. Requiere la
adecuada intervención de un tribunal, la aplicación de las normas procesales
pertinentes y el correlativo dictado de la sentencia.

JUEZ NATURAL.

Son jueces naturales aquellos cuya designación ha sido anterior al


proceso que motiva la cuestión y basado en normas constitucionales y
legales. No son jueces naturales aquellos que compongan comisiones o
tribunales especiales constituidos luego del hecho motivo del proceso.
La garantía del juez natural está proclamada no solo en el art. 18 (C.N.)
sino, también, en los tratados internacionales que constituyen el llamado
“bloque constitucional” (art. 75 inc. 22, C.N.), v.gr.: en la Convención
Americana de Derechos Humanos (art. 8, inc. 1º); en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (art. 14, inc. 1º), entre otras normas de derecho
convencional.
El fundamento de la garantía del juez natural reside en asegurar un proceso
imparcial. Ahora bien, es menester destacar que la referencia al juez natural no lo
es a la designación de un determinado juez para entender en la cuestión, que sí
pudo haber cambiado luego del hecho que se imputa o de iniciado el proceso, sino
al tribunal como institución (juez institución no juez persona “x”), que debe ser
constituido para ejercer la jurisdicción en forma general y abstracta y no para
juzgar el hecho específico de que se trate.
Esta garantía, es un elemento integral del debido proceso, supone la
existencia de órganos judiciales preestablecidos en forma permanente por la ley.
Se tutela a través de este principio, la prohibición de crear organismos ad-hoc
(para ese caso en concreto), o ex post facto (después del hecho), o especiales,
para juzgar determinados hechos o a determinadas personas, sin la generalidad y
permanencia propias de los tribunales judiciales.

INVIOLABILIDAD DE LA DEFENSA EN JUICIO.

El art. 18, C.N. establece: “… Es inviolable la defensa en juicio de la


persona y de los derechos…”.
Este precepto constitucional debe entenderse como la potestad que tienen
el demandante y el demandado de defender sus derechos en el proceso, en
cualquier momento del desarrollo de este. Implica la posibilidad de todo

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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

particular que intervenga en un proceso, ya sea como actor o demandado, de ser


escuchado, de contradecir y de ofrecer prueba.
El vocablo juicio tiene una significación objetiva referida al camino o trámite
para la realización de la justicia y no capta solamente lo que es el juicio en sentido
estricto, sino que se refiere a todo el proceso, asegurando a cada una de las
partes la posibilidad de postular sus respectivas pretensiones. Presupone el
proceso regular y legal, en el cual no se puede condenar a quien no ha sido oído y
como contrapartida, prohíbe la declaración en contra de sí mismo.
La Corte Suprema de Justicia (C.S.J.N.) ha sentado en innumerables
oportunidades que: "la garantía de la defensa en juicio requiere, por sobre
todas las cosas, que no se prive a nadie, arbitrariamente, de la adecuada y
oportuna tutela de los derechos que pudieren asistirle".
La defensa en juicio comprende la defensa técnica y la material. La material
supone reconocerle al justiciable el derecho de participar en la invocación o
defensa de sus intereses, mientras que la técnica importa establecer la exigencia
legal de un patrocinio letrado obligatorio y asegurarlo para el caso de carencia
de recursos.
Esta garantía se encuentra presente en cualquier tipo de proceso y
comprende diferentes sub-principios: el de la intervención en juicio, el de
audiencia ante el tribunal, el de prueba de las cuestiones planteadas, el de
asistencia técnica y el de igualdad de oportunidades.
La intervención en juicio, importa la irrestrictible oportunidad de todo
sujeto de derecho para comparecer ante el tribunal y hacer valer sus derechos
como actor o demandado, directamente o por un representante.
La audiencia ante el tribunal funciona como impedimento para ser
condenado sin ser oído previamente.
La prueba de las cuestiones planteadas hace a la posibilidad de las
partes de acreditar los extremos fácticos que el tribunal habrá de asumir en el
proceso para la aplicación del derecho y fijación de los hechos.
La asistencia técnica implica la facultad de las partes para hacerse
asesorar durante el juicio por abogados y para el caso
de pruebas específicamente reguladas, por peritos controladores. Esta asistencia
debe ser dejada a la elección de las partes interesadas. En el proceso penal la
asistencia técnica es obligatoria y en el caso que el imputado no eligiere un
abogado de su confianza, el Estado le nombrará un defensor oficial.
Por último, el sub-principio de igualdad de oportunidades se refiere
al equilibrio con respecto a las oportunidades que deben tener las partes para
hacer valer sus derechos y garantías. Siempre que se otorga una oportunidad a
una parte, hay una análoga para la otra. Procesalmente implica que debe
atribuirse a cada una de las partes idénticas posibilidades de actuación en el
proceso. Algunas instituciones que abrevan en este principio son el beneficio de
litigar sin gastos, la asistencia técnica para los carentes de recursos, etc.

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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

DERECHO A UN PROCESO SENCILLO, RÁPIDO Y EFICAZ.

El rol de los operadores judiciales en estos tiempos frente a una sociedad


que exige respuestas urgentes, es dar pronta seguridad jurídica, amparo frente al
desamparo, tutela frente a la indefensión, abriendo las compuertas de la
jurisdicción y garantizando las libertades fundamentales a todos los habitantes.

El derecho a la tutela judicial efectiva comprende: a) La libertad de acceso


a la justicia, eliminando los obstáculos procesales que pudieran impedirlo
(sencillo); b) De obtener una sentencia de fondo, es decir motivada y
fundada, en un tiempo razonable, más allá del acierto de dicha decisión
(rápido) y; c) Que esa sentencia se cumpla, o sea a la ejecutoriedad del fallo
(eficaz). Por ello es que se refiere al derecho a un proceso sencillo, rápido y
eficaz.

Tal como vimos anteriormente, el art.18 de la Constitución


Nacional establece “la inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y de los
derechos”.

A su vez el art.8 de la Convención Americana de Derechos humanos,


Pacto de San José de Costa Rica, con rango constitucional supremo de
conformidad al art. 75 inc. 22 (C.N.), reconoce a toda persona el “derecho a ser
oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente, imparcial, establecido con anterioridad por la
ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”. También el art. 25 de la Convención reconoce el “derecho
a un recurso sencillo y rápido o cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente convención,
aún cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de
sus funciones oficiales”.

Siguiendo un orden lógico y cronológico el contenido del derecho a la tutela


judicial efectiva comprende –como vimos- en primer término, el derecho de acceso
a la jurisdicción, es decir a ser parte en un proceso promoviendo la función
jurisdiccional. Se trata de la instancia inicial del ejercicio del derecho en el que la
protección debe ser fuerte ya que de él dependen las instancias posteriores.

Una de las manifestaciones concretas de este primer momento está dado


por el deber de los jueces de posibilitar el acceso de las partes al juicio, sin
restricciones irrazonables, y de interpretar con amplitud las leyes procesales en

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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

cuanto a la legitimación, pues el rechazo de la acción en virtud de una


interpretación restrictiva o ritualista importa una vulneración al derecho a la tutela
judicial efectiva.

Resulta indiscutible que en caso de duda habrá que optar en virtud de la


regla "pro homine", a favor de las libertades y de la efectividad de los derechos.
De ello deviene una serie de principios que se aplican en los distintos ámbitos del
derecho de fondo y el derecho procesal, tales como: in dubio pro reo, in dubio pro
operario, in dubio pro administrado, in dubio pro legitimación, in dubio pro vida del
proceso, in dubio pro prueba etc..

El derecho a la doble instancia es otra de sus manifestaciones concretas,


es decir a la posibilidad de revisión de las resoluciones judiciales, en cuanto a los
hechos y el derecho aplicable, por parte de otro juez o tribunal superior al que las
dictó. El derecho a la doble instancia no debe ser, en principio, solo limitado al
proceso penal, ya que la instancia única como regla, puede resultar incompatible
con la prohibición de la arbitrariedad y la concentración del poder en un régimen
democrático.

El segundo momento en el ejercicio del derecho a la tutela judicial efectiva


está dado por el derecho a obtener una sentencia sobre el fondo de la cuestión, lo
que no significa que la decisión sea favorable a la pretensión formulada.

Lo esencial aquí es que la resolución sea motivada y fundada, es decir


razonable, congruente y justa, esta es una exigencia que deriva de la legitimación
democrática del poder judicial y de la interdicción de la indefensión y la
irracionalidad.

Finalmente el tercer momento que completa el contenido del derecho a la


tutela judicial efectiva requiere que la resolución judicial se cumpla, de lo contrario
el reconocimiento de derechos establecidos en ella será vano, una mera
declamación de intenciones, con grave lesión a la seguridad jurídica.

Recordemos que el único modo que tiene el Estado para exigir el


cumplimiento de las normas y proscribir la justicia privada es a través de una
administración de justicia organizada en forma eficiente. Cuando la administración
de justicia fracasa, la seguridad jurídica es reemplazada por la irracionalidad y por
la imprevisibilidad desapareciendo la confianza y colocando a los miembros de
una sociedad, y a veces hasta al propio gobierno, en estado de indefensión. Si
este engranaje se resiente en cualquiera de sus fases, se pone en peligro la
seguridad jurídica, el estado de derecho y el estado de justicia.

LAS NORMAS PROCESALES.

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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

CONCEPTO.

Es sabido que las normas procesales no se encuentran ubicadas


exclusivamente en los códigos de procedimientos y en las leyes sobre
organización y competencia de los órganos judiciales. También las hay –y en
número considerable- en la C.N., en los códigos de fondo y en los ordenamientos
jurídicos nacionales y provinciales de la más diversa índole. De allí que resulte
inapropiado determinar la naturaleza procesal de una norma sobre la base de su
contingente ubicación legal, y que sea necesario, para ello, atender a otros
criterios.

Asimismo, como señala el prof. Lino E. PALACIO, pese a los esfuerzos


realizados por distintos sectores de la doctrina en miras a elaborar criterios de
diferenciación de las normas procesales, la complejidad de la experiencia jurídica
descarta la posibilidad de formular una distinción categórica.

Ahora bien, atendiendo al contenido de las normas, pueden denominarse


normas materiales (en sentido estricto) a las que en razón de mentar el modo o los
modos de ser de la conducta preprocesal de las partes, son invocadas por éstas
como fundamento de sus pretensiones, peticiones o defensas.

Constituyen normas procesales, en cambio, aquellas que conceptualizan:

1) La clase de órganos habilitados para intervenir en los procesos, su


competencia y los derechos, deberes, etc., de las personas físicas que los
integran;
2) La actuación de dichos órganos, de las partes, de los auxiliares de
aquéllos y de éstas y de los terceros durante el desarrollo del proceso, así como
los requisitos y efectos de los actos procesales y el orden en que éstos deben
cumplirse;
3) Cómo debe comportarse el órgano judicial (o arbitral), en oportunidad
de dictar sentencia definitiva, para determinar el modo o los modos de ser de la
relación o situación jurídica que motivó el proceso.
En consecuencia, mientras las normas materiales –por ejemplo, las normas
contenidas en el Código Civil y Comercial- regulan normalmente el qué de la
decisión, o sea, el contenido de la sentencia; las normas procesales determinan el
quién y el cómo de dicho acto, comprendiendo, desde luego, a la actividad que lo
precede. Pero tales consideraciones no excluyen, la necesaria incidencia que
también tienen las normas procesales en el contenido de la decisión.

CLASIFICACIÓN DE LAS NORMAS PROCESALES.

Las normas procesales han sido clasificadas desde distintos puntos de


vista. Se distingue, por ejemplo, entre normas orgánicas y normas procesales

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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

propiamente dichas, según que, respectivamente, regulen la organización y


competencia de los órganos judiciales o los actos del proceso y el desarrollo del
procedimiento.
También se las clasifica en normas procesales formales y materiales:
mientras las primeras regulan las condiciones de forma, tiempo y lugar de los
actos procesales; las segundas –materiales- determinan los requisitos de
capacidad y legitimación, el contenido y los efectos de esos actos.
Mayor importancia reconoce el prof. Lino E. PALACIO a la clasificación de
las normas procesales en absolutas (o necesarias) y dispositivas (u
optativas o voluntarias).
Son normas absolutas aquellas que deben aplicarse siempre que concurra
el supuesto para el que han sido dictadas, de modo tal que el juez no puede
prescindir de ellas aunque las partes lo pidan de modo concordante. Participan de
esta carácter, por ejemplo, las normas que determinan la competencia en razón de
la materia, del valor y del grado; las que establecen los requisitos de la demanda;
las que prohíben la admisión de una prueba, etc.
Son normas dispositivas aquellas de cuya aplicación cabe prescindir, sea
por mediar acuerdo expreso de las partes en tal sentido, sea por la omisión
consistente en no poner de relieve su inobservancia. Ejemplo del primer caso es el
art. 155 del CPN, en cuya virtud “los plazos legales o judiciales son perentorios;
podrán ser prorrogados por acuerdo de partes con relación a actos procesales
determinados…”. Norma similar contiene el C.P.C.S.J. en el art. 156 (véase).
Ejemplo del segundo caso es la prórroga de la competencia territorial, la que se
produce, entre otras hipótesis, cuando el demandado ante juez incompetente
contesta a demanda sin cuestionar la competencia (art. 2, C.P.N. y art. 2,
C.P.C.S.J.).
En aquellos casos en que no existan disposiciones expresas, es desde
luego materia de interpretación determinar si una norma es absoluta o dispositiva.
Debe tenerse en cuenta, finalmente, que la inobservancia de normas absolutas
puede subsanarse en el supuesto de no plantearse la nulidad en el momento
oportuno, pues todas las nulidades procesales son relativas.

EL CONFLICTO. LA RAZÓN DE SER DEL PROCESO.

Enseña el prof. Adolfo ALVARADO VELLOSO que “la idea de proceso se


vincula histórica y lógicamente con la necesidad de organizar un método de
debate dialéctico debido a que la razón de ser del proceso no puede ser otra que
la erradicación de la fuerza en el grupo social, para asegurar el mantenimiento de
la paz y de normas adecuadas de convivencia”.

Compatibilizar la vida con el bienestar de cada uno y conjugarlas con las de


sus vecinos implica –necesariamente- la solución de las controversias que se

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Derecho Procesal Civil y Comercial – Universidad de Congreso Año 2015

crean dentro del natural conflicto de intereses, enfrentados el hombre con el


hombre y el hombre con la sociedad o bien común.
La función primordial de los tribunales consiste en resolver definitivamente y
mediante la aplicación del derecho los litigios que ante ellos se plantean. Pero el
fenómeno general conflicto, puede ser limitado al campo jurídico, ya CARNELUTTI
hablaba de la litis como un conflicto intersubjetivo de intereses calificado por una
pretensión resistida, y modernamente se lo define como “un choque intersubjetivo
de intereses (coexistencia de una pretensión y de una resistencia) por
desconocimiento o violación de un precepto que pre-ordena una conducta que en
los hechos no se cumple”.
La paz como causa o razón de ser ya ha sido resaltada anteriormente en
otros aspectos de lo jurídico. Así, por ejemplo, Juan Bautista ALBERDI, en “Las
bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”,
escribió que la paz y el orden interior son otro de los grandes fines que debe tener
la sanción de la Constitución, de ello que: “La paz, por si misma, es tan esencial al
progreso de estos países en formación y desarrollo, que la constitución que no
diere más beneficio que ella sería admirable y fecunda en resultados”. Y más
adelante agrega: “Pero no olvidéis: la paz solo viene por el camino de la Ley. La
Constitución es el medio más poderoso de pacificación y de orden”. De esta
manera el Preámbulo de la Constitución Argentina establece el objeto de
“consolidar la paz interior”.
Al decir que el derecho es por esencia un orden para preservar la paz,
estamos diciendo que el derecho es por esencia un orden para preservar la paz
justa, una paz que suponga un adecuado, equilibrado y no discriminatorio sistema
de derechos y deberes en función del bien común. Destaca, Héctor GROS
ESPIELL, que este derecho tiene fundamento en el art. 28 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el cual dice: “Toda persona tiene derecho a que
se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”.

La paz también es un deber, como expresó Paulo VI en su mensaje para la


Celebración de la Jornada de la Paz, del 1 de enero de 1969, donde dijo: “Porque
la Paz es la seguridad, la Paz es el orden. Un orden justo y dinámico, decimos,
que se debe construir continuamente. Sin la Paz, ninguna confianza; sin
confianza, ningún progreso. Una confianza, decimos, fundada en la justicia y en la
lealtad. Sólo en el clima de la Paz se atestigua el derecho, progresa la justicia,
respira la libertad. Si tal es el sentido de la Paz, si tal es el valor de la Paz, la Paz
es un deber”.
Por ello, es a partir del conflicto que debe buscarse la concepción del
proceso como el instrumento, que según gran parte de la doctrina, entiende está al
servicio de la finalidad, de la imparcial y fundada resolución del problema
consistente en la existencia de discursos jurídicos contrastantes. Sin esa

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resolución, sin esa imparcialidad, y sin ese instrumento, el contraste de discursos


que conduce al conflicto de conductas sería no sólo permanente sino insostenible
y auto destructivo de la sociedad, esta es la importancia del proceso.
La razón de ser del proceso, como medio pacífico de debate para la
solución de controversias, es mantener la paz social, evitando que los particulares
se hagan justicia por mano propia. Por ello, que LA IDEA DE PROCESO VA
UNIDA A LA NECESIDAD DE ERRADICAR LA FUERZA DEL GRUPO SOCIAL,
ES DECIR, MANTENER LA PAZ.

NORMAS CITADAS:

Artículo 5º, C.N.: “Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema
representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y
garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de justicia,
su régimen municipal, y la educación primaria. Bajo de estas condiciones el
Gobierno federal, garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus
instituciones”.

Artículo 7º, C.N.: “Los actos públicos y procedimientos judiciales de una provincia
gozan de entera fe en las demás; y el Congreso puede por leyes generales
determinar cuál será la forma probatoria de estos actos y procedimientos, y los
efectos legales que producirán”.

Artículo 16, C.N.: “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de


nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus
habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición
que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”.

Artículo 18, C.N.: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio
previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones
especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la
causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en
virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio
de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la
correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué
casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación.
Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda
especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y
limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda
medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que
aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice”.

Artículo 34º, C.N.: “Los jueces de las cortes federales no podrán serlo al mismo
tiempo de los tribunales de provincia, ni el servicio federal, tanto en lo civil como
en lo militar da residencia en la provincia en que se ejerza, y que no sea la del

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domicilio habitual del empleado, entendiéndose esto para los efectos de optar a
empleos en la provincia en que accidentalmente se encuentren”.

Artículo 99, C.N.: “El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:…

Inciso 4º) Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado
por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública, convocada al
efecto.

Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una
propuesta vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del
Senado, en sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los
candidatos.

Un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para


mantener en el cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan la
edad de setenta y cinco años. Todos los nombramientos de magistrados cuya
edad sea la indicada o mayor se harán por cinco años, y podrán ser repetidos
indefinidamente, por el mismo trámite”.

Artículo 108, C.N.: “El Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte
Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores que el Congreso
estableciere en el territorio de la Nación”.

Artículo 109, C.N.: “En ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer
funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o
restablecer las fenecidas”.

Artículo 110, C.N.: “Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores
de la Nación conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta, y
recibirán por sus servicios una compensación que determinará la ley, y que no
podrá ser disminuida en manera alguna, mientras permaneciesen en sus
funciones”.

Artículo 111, C.N.: “Ninguno podrá ser miembro de la Corte Suprema de Justicia,
sin ser abogado de la Nación con ocho años de ejercicio, y tener las calidades
requeridas para ser senador”.

Artículo 112, C.N.: “En la primera instalación de la Corte Suprema, los individuos
nombrados prestarán juramento en manos del presidente de la Nación, de
desempeñar sus obligaciones, administrando justicia bien y legalmente, y en
conformidad a lo que prescribe la Constitución. En lo sucesivo lo prestarán ante el
presidente de la misma Corte”.

Artículo 113, C.N.: “La Corte Suprema dictará su reglamento interior y nombrará
a sus empleados”.

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Artículo 114, C.N.: “El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial
sancionada por la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada
Cámara, tendrá a su cargo la selección de los magistrados y la administración del
Poder Judicial.

El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio


entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular,
de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal.
Será integrado, asimismo, por otras personas del ámbito académico y científico,
en el número y la forma que indique la ley. Serán sus atribuciones:

1. Seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas


inferiores.

2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los


magistrados de los tribunales inferiores.

3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la


administración de justicia.

4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados. 5. Decidir la apertura del


procedimiento de remoción de magistrados, en su caso ordenar la suspensión, y
formular la acusación correspondiente.

6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos


aquellos que sean necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la
eficaz prestación de los servicios de justicia”.

Artículo 115, C.N.: “Los jueces de los tribunales inferiores de la Nación serán
removidos por las causales expresadas en el artículo 53, por un jurado de
enjuiciamiento integrado por legisladores, magistrados y abogados de la matrícula
federal.

Su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efecto que destituir al acusado. Pero
la parte condenada quedará no obstante sujeta a acusación, juicio y castigo
conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios.

Corresponderá archivar las actuaciones y, en su caso, reponer al juez suspendido,


si transcurrieren ciento ochenta días contados desde la decisión de abrir el
procedimiento de remoción, sin que haya sido dictado el fallo.

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En la ley especial a que se refiere el artículo 114, se determinará la integración y


procedimiento de este jurado”.

Artículo 116, C.N.: “Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores


de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre
puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva
hecha en el inciso 12 del artículo 75; y por los tratados con las naciones
extranjeras; de las causas concernientes a embajadores, ministros públicos y
cónsules extranjeros; de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima; de los
asuntos en que la Nación sea parte; de las causas que se susciten entre dos o
más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de
diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o
ciudadano extranjero”.

Artículo 117, C.N.: “En estos casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por
apelación según las reglas y excepciones que prescriba el Congreso; pero en
todos los asuntos concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros,
y en los que alguna provincia fuese parte, la ejercerá originaria y exclusivamente”.

Artículo 120, C.N.: “El Ministerio Público es un órgano independiente con


autonomía funcional y autarquía financiera, que tiene por función promover la
actuación de la justicia en defensa de la legalidad, de los intereses generales de la
sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la República. Está
integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la
Nación y los demás miembros que la ley establezca. Sus miembros gozan de
inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones”.

Artículo 8, Constitución de San Juan: “La Provincia como persona jurídica de


carácter público estatal, puede ser demandada ante la justicia ordinaria, sin
necesidad de autorización previa y sin privilegio alguno. No puede trabarse
embargo preventivo sobre sus bienes o rentas. En caso de condena la Cámara
de Diputados arbitra por Ley la forma de pago. Si no lo hiciere en el término
de tres meses de ejecutoriada la sentencia, puede ser ejecutada en la forma
ordinaria. Exceptúase de esta disposición las rentas y bienes especialmente
afectados en garantía de una obligación”.

Artículo 11, Constitución de San Juan: “Toda ley, decreto, ordenanza o


disposición contraria a la Ley suprema de la Nación o a esta Constitución,
carecen de valor y los jueces deben declarar su inconstitucionalidad en juicio,
aún cuando no hubiere sido requerido por parte, previo conocimiento a las
mismas. La inconstitucionalidad declarada por la corte de Justicia de la
Provincia debe ser comunicada formal y fehacientemente a los poderes
públicos correspondientes, a los fines de sus modificaciones y

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adaptaciones al orden jurídico vigente”.

Artículo 12, Constitución de San Juan: “La enumeración de libertades,


derechos y garantías establecidos en esta constitución, no deben
entenderse como la negación de otros derechos, libertades y garantías no
enumeradas, siempre que fluyan del espíritu de ésta, de la Constitución
Nacional y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

Artículo 22, Constitución de San Juan: “Todos los habitantes de la


Provincia, tienen derecho a defender su vida, libertad, reputación,
seguridad, propiedad, intimidad, culto, como así a enseñar y aprender, a una
información veraz y a los demás consagrados en esta constitución. El
Estado protege el goce de estos derechos de los que nadie puede ser
privado, sino por vía de penalidad con arreglo a la Ley, anterior al hecho del
proceso y previa sentencia de juez competente. En el caso de
incorporación de la pena de muerte en la legislación nacional, para su
aplicación en la Provincia se requiere pronunciamiento unánime de los
miembros de la Corte de Justicia”.
Artículo 24, Constitución de San Juan: “Los habitantes de la Provincia
tiene idéntica dignidad social y son iguales ante la ley, la que da igualdad
de oportunidades y es aplicada de manera uniforme para todos. Cada
habitante tiene deber de contribuir de acuerdo con sus posibilidades al
bienestar común, y el correlativo derecho de participar de sus beneficios”.
Artículo 33, Constitución de San Juan: “Es inviolable la defensa de la
persona y de los derechos en todo procedimiento judicial o
administrativo. Esta garantía no admite excepciones. Nadie puede ser
obligado a declarar ni a prestar juramento en causa penal contra sí mismo, su
cónyuge, ascendientes, descendientes o hermanos. Ninguna persona
puede ser indagada en instancias policial o judicial, sin asistencia letrada
necesaria, aunque ésta no fuera requerida o solicitada. La Ley no puede
atribuir a la confesión hecha ante la policía, valor probatorio en su contra. Es
penada toda violencia física o moral debida a pruebas psicológicas o de
cualquier otro orden que altere la personalidad del individuo, sujeto o no
alguna restricción de su libertad. Queda abolido el secreto del sumario para
las partes intervinientes. No puede ser incomunicado ningún detenido, salvo
que medie resolución fundada del juez competente en los casos y en la forma
que la ley determina, no pudiendo exceder en ningún caso de cuarenta y
ocho horas”.
Artículo 190, Constitución de San Juan: “Sin perjuicio de otras restricciones
que surjan de esta Constitución, al que ejerce el Poder Ejecutivo le está
absolutamente prohibido : 1) Arrogarse facultades judiciales o entorpecer el
cumplimiento de las resoluciones que decreten los jueces…”.

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