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Título: “A veces, nosotros, mujeres, decimos, ¿no?, nosotros haremos nuestra propia
justicia, porque si ya no hay justicia de las autoridades, pues nosotros lo haremos”. .Las
buenas prácticas en la atención, prevención y sanción de la violencia de género en
Perú.1
Abstract
Índice
Introducción
I. La violencia contra las mujeres a partir de la experiencia de las propias mujeres en el área
rural peruana
1. Panorama: las soluciones propuestas para las mujeres
a) Marco normativo e institucional estatal y no-estatal
b) Las mujeres rurales entre los dos sistemas de justicia y el debate sobre “Pluralismo
Jurídico”
II. Soluciones identificadas por las propias mujeres rurales: las buenas prácticas de
prevención, atención y coordinación
a) Buenas prácticas de prevención
b) Buenas prácticas de atención y coordinación
1
Este documento ha sido elabrado teniendo como base la investigación sobre identificación de buenas
practicas en prevención v atención de la violencia contra las mujeres realizadas en espacios rurales del Perú.
Esta se realizó por el Programa ComVoMujer de la GIZ y CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú.
2
María del Carmen Panizo es abogada por la PUCP, se desempeña como Coordinadora Nacional del
Programa ComVoMujer en Perú por GIZ con email: maria.panizzo@giz.de
María Ponce Mariños es antropóloga por la UNMSM, colabora como Coordinadora del Programa Mujer
Indígena de CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas en Perú con email: nooma@chirapaq.org.pe
III. Recomendaciones
Bibliografía
Introducción
En la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud Familiar (2011), el 65,6 por ciento de las
mujeres peruanas ha sufrido violencia verbal de parte de sus esposos3, y el 38,9 % de las
mujeres manifestaron que alguna vez fueron víctimas de violencia física o sexual por parte
de su esposo o compañero, y en la selva y la sierra ha sido de 42,8% y 40,6%
respectivamente; siendo menor la violencia física o sexual entre las mujeres con educación
superior 31,5% frente al 37,5% de las mujeres sin acceso a educación.
Como resultado de la violencia física, las mujeres tenían moretones y dolores en un 69,8 %
y hasta huesos o dientes rotos y quemaduras en un 14,5 %. En el 2010, se registraron 179
feminicidios (Ministerio Público 2011). Estas cifras son aún más alarmantes considerando
que muy pocas mujeres víctimas de violencia de género buscan ayuda y un 40 % de
mujeres rurales que buscó justicia por violencia familiar no volvería a acudir a ningún
espacio del sistema.
La Defensoría del Pueblo en relación a la atención a los servicios de salud de las mujeres
víctimas de violencia da cuenta de una serie de limitaciones como: la falta de un registro
único y especial para los casos de violencia contra la mujer; poca capacitación del personal
que atiende a las víctimas y la dispersión en la atención con 5 protocolos de atención de la
violencia física y mental en lugar de un protocolo que consolide las formas de abordaje de
la atención; inadecuados ambientes para brindar una correcta atención en los
establecimientos de salud (Defensoria del Pueblo 2012).
La identificación de las buenas prácticas ha sido realizada por las propias mujeres
indígenas/rurales, , y estas vienen contribuyendo en la prevención, atención y/o sanción de
las diferentes formas de violencia que padecen las mujeres indígenas/rurales. Además que
las buenas prácticas sean consideradas buenas y efectivas, otros criterios han implicado que
3
Estos van desde los celos o la molestia del esposo o compañero si ella conversaba con otro hombre, si él la
acusaba frecuentemente de ser infiel, si le impedía que visite o visiten sus amistades, si él trataba de limitar
las visitas, contactos a su familia, si él insistía siempre en saber todos los lugares donde ella iba a la
desconfiaba de ella con el dinero.
no afecten los derechos humanos y sean posibles de incluirse en políticas públicas de
prevención y atención de la violencia hacia las mujeres indígenas/rurales.
Estos porcentajes instancias del Estado que abordan la violencia que sufren las mujeres
indígenas/rurales se restringen a la violencia que ocurren en el ámbito familiar, la
información registrada durante este trabajo de campo va más allá del espacio familiar.
Estatal
La ley 26260 es una norma neutra al género que al tener como marco la lucha contra la
violencia familiar invisibiliza el hecho que mujeres, niñas y adolescentes constituyen el
mayor número de víctimas de violencia en el ámbito familiar. Así el Estado peruano aún
no cumple con su obligación de adoptar una legislación especial que garantice el derecho
de las mujeres a una vida libre de violencia, conforme lo establece la Convención de Belem
Do Pará. Las mujeres no son el sujeto de derecho de la Ley de Protección, y aún en menor
medida las mujeres rurales, pues no se aplica un enfoque de interculturalidad, ignorando así
las situaciones de vulnerabilidad elevada en que se encuentran las mujeres campesinas,
nativas y afro-peruanas.
4
Primera disposición transitoria del Reglamento del TUO de la Ley de Protección frente a la Violencia
Familiar.
El Plan Nacional contra la violencia hacia las mujeres – PNCVHM, constituye la oferta
“oficial” que no corresponde a las realidades de las mujeres indígenas/ rurales.
Frecuentemente se constata la ausencia o escasa presencia del Estado y del sistema de
justicia ordinario en las áreas rurales del país, reconociendo que existe una geografía
discriminatoria de la distribución de las desigualdades y exclusiones5.
Las fallas normativas principales son entonces la ausencia de los enfoques de género y de
interculturalidad, viendo a las mujeres como un grupo homogéneo, ignorando la diversidad
en los aspectos socio-económicos y culturales. Además, asume la violencia de género como
un conflicto entre pares o intrafamiliar, no tomando en cuenta que se trata de una violencia
estructural e institucionalizada.
No Estatal
b) Las mujeres rurales entre los dos sistemas de justicia y el debate sobre “Pluralismo
Jurídico”
El acceso a la justicia ordinaria implica gastos y cierto tipo de dominio de los recursos
culturales de los espacios sociales dominantes (idioma, saber leer y escribir, ser
documentado/a, etc.), que evidentemente dificulta el ejercicio de los derechos por parte de
las mujeres indígenas/ rurales. Esto se agrava en razón de las distancias y limitaciones de
transportes a los centros urbanos donde se concentran universalmente los servicios estatales
en nuestro país.
Tenemos que precisar que esto no quiere decir que las mujeres no tengan a su disposición
algún sistema de justicia, ya que si no hubiese presencia de la justicia ordinaria podría
acudir, en el espacio comunal, a entidades de la justicia comunitaria y otros actores como
jueces/as de Paz y defensorías comunitarias. Se ha evidenciado que las mujeres no tienen la
posibilidad de decidir entre los sistemas de justicia en función de cual podría responder de
mejor manera a sus necesidades, sino que son los varones quienes toman esa decisión.
Además, los servicios locales suelen enfocarse más en la armonía de la comunidad o de la
familia y menos en la garantía de los derechos fundamentales a la vida, salud e integridad
física de las mujeres.
Hay posiciones encontradas en relación al Pluralismo Jurídico en países como el Perú. Por
un lado, señala que la justicia indígena puede ser objeto de abuso por los Estados con el fin
de reducir los costos de la violencia de género para la administración de justicia del Estado,
e incluso considera que la violencia de género es tratada a través de "mecanismos
alternativos de solución de controversias [por] los asuntos 'menores'", creando una " justicia
de segunda clase" para las mujeres8. Donde se debate la relación a los derechos humanos y
la justicia comunitaria, que se retoma cuando un medio de comunicación denuncia algún
tipo o exceso en la aplicación de la justicia comunitaria. Una pregunta siempre presente es
como hacer frente a los derechos humanos con constituciones que requieren la
compatibilidad de la justicia comunitaria con los derechos fundamentales, que respalda el
tipo de sanciones de la justicia comunitaria por entidades como el Tribunal Constitucional
del Perú, por ejemplo, el trabajo forzoso y los castigos corporales están justificados,
siempre y cuando no sean "excesivos" y se inflijan sin la "conciencia de hacer daño", si no
con la intención "de la educación y re-socialización del delincuente"9 (Brandt y Franco ).
De otra parte, enfoques como los que te brinda el pluralismo jurídico son necesarios en
países con pueblos originarios, donde existen causales que producen la pluralidad legal en
el país, como la amplitud geográfica del país, la diversidad de pisos ecológicos, las brechas
sociales, las brechas económicas, las brechas en el acceso a la educación primaria,
secundaria y superior, las brechas ocupaciones, la heterogeneidad cultural y la diversidad
cultural.
Es así, que desde el derecho, el pluralismo jurídico coloca en el centro de debate al Estado
como único ente normativo creador de marcos normativos, cuestiona la subordinación de
otros marcos normativos a los que el Estado genera y reconoce la coexistencia de diferentes
sistemas jurídicos en un determinado espacios geográfico, social, político y tiempo
(Guevara 2001 y Yrigoyen 2006). En donde los otros órdenes normativos no son
resultados de la ausencia del Estado, sino resultado de la “convivencia” de diferentes
pueblos y sistemas en un mismo espacio geo político, social y económico durante
determinado periodo de tiempo.
Sin embargo, un aspecto es claro, hasta el momento, ni la justicia ordinaria ni la justicia
comunal están respondiendo y brindando justicia a las mujeres. A la justicia comunitaria se
le atribuye una escasa preocupación por el bienestar de las mujeres, que también arrastraría
la justicia ordinaria que ofrecen los Jueces de Paz, crítica sustentada en la promoción del
mantenimiento la familia y la relación de pareja, tratando de conciliar los problemas entre
ellos como si no se estuviera ante dos personas con una enorme asimetría de poder y, por lo
tanto, poco o nula capacidad de negociación para las mujeres.
Por lo pronto, encontramos a las asambleas comunales que forman parte del sistema de
justicia comunitaria no atiende los casos de violencia que sufren las mujeres con las
excepciones en las que las mujeres líderes abordan el problema o existen organizaciones de
mujeres que presentan los casos o promueven la denuncia, aún cuando, representa un
potencial que deberá ser acompañado de otras estrategias como las descritas en las buenas
prácticas de prevención, atención y coordinación.
De allí la necesidad de preguntarnos ¿qué piensan las mujeres? ¿Cuáles han sido las
buenas prácticas que ellas consideras efectivas para la atención, prevención y sanción de la
violencia de género? Es desde esta perspectiva, de dar voz a las propias mujeres indígenas
que se presentan, a continuación, los principales resultados de las 60 entrevistas, para que
se escuchen sus voces y se considere lo que ellas definen como buenas prácticas y posibles
soluciones para combatir la violencia de género y su situación actual de impunidad.
2. Soluciones identificadas por las propias mujeres rurales: las buenas prácticas de
prevención, atención y coordinación
Las buenas prácticas frente a la violencia contra la mujer rural se han identificado, tomando
como criterio principal que a las mujeres rurales les parecieran buenas y efectivas para
prevenir y/o atender la violencia contra la mujer. Por fines didácticos, se han dividido las
buenas prácticas identificadas entre las de prevención, las de atención, y las de
coordinación. Entre ellas, se han distinguido las que se han hecho antes, las que se realizan
ahora y las que se desean hacer a futuro.
La participación de las mujeres indígenas sigue una lucha diaria, pues deben enfrentar la
resistencia de los hombres y de las mujeres más tradicionales.
No es un trabajo fácil ni sencillo, pero se está avanzando y quizás sea esta la forma de
encontrar espacios para la incorporación de los derechos de las mujeres, desde las mujeres,
en los espacios de justicia comunitaria.
Otra buena práctica identificada por las mujeres entrevistadas como una práctica de
prevención - es la confianza que ellas depositan en la institución familiar, antes de recurrir
a las autoridades comunitarias, cuando se presenta un caso de violencia familiar, para
resolver el conflicto y prevenir que el problema alcance una dimensión mayor.
Se evidencia una demanda referida a escolaridad formal para niñas y adolescentes, debido a
que se espera que ésta reduzca las posibilidades de ser víctima de violencia.
En estas buenas prácticas desarrolladas por las autoridades comunales, van desde la
recepción del caso, el tratamiento y la solución. Debemos mencionar de manera particular
aquellas que contienen un componente de coordinación entre las diferentes justicias y las de
articulación con diferentes organizaciones ya que éstas hacen más eficiente el camino
seguido por las mujeres en su búsqueda de justicia y de una vida libre de violencia.
Implica la coordinación intersectorial, interinstitucional y, a un mayor nivel, inter-sistémica
al cual se desea llegar.
Podemos observar cómo las acciones de coordinación están íntimamente ligadas a las de
atención, ya que aquella mejora la calidad de ésta última. En este sentido, las actoras de la
justicia comunitaria no sólo son aliadas de las mujeres víctimas de violencia sino también
de las autoridades ordinarias y funcionarios/as de los servicios del Estado, ya que hacen
más eficiente el cumplimiento de sus funciones.
Las mujeres entrevistadas señalan a los castigos determinados por sus comunidades como
buenas prácticas, aun cuando implican castigos físicos, como en Junín, Piura y Cajamarca,
o el castigo laboral o pecuniario, en Apurímac.
Entre los castigos señalados se encuentra el frotar el cuerpo del agresor con platas que
provocan escozor e irritación, en algunos se ha llamado a esto chalanqueo (Junín) o
aplicación de Yiyi (Cajamarca), azotes, otros relacionados con el ejercicio físico corretear
en el campo, realizar planchas, trompos, carrera de patos. Se comenta que este último
castigo es más doloroso, más fuerte porque todo el cuerpo se descompone para el siguiente
día.
Se señala también que existe una división de instancias en la aplicación de la sanción, ésta
se lleva adelante la primera vez sólo por el Presidente de la Comunidad y/o las autoridades
comunales, en casos de reincidencia participa en el castigo toda la comunidad. Cabe señalar
que estas prácticas de castigo buscan incorporar al individuo a la comunidad, al castigo
físico se une el castigo simbólico del conjunto de la comunidad.
Estas prácticas pueden resultar incoherentes desde un enfoque de derechos y de género por
la intención del fomento a la conciliación y responsabilizar a la mujer por la situación de
maltrato, sin embargo, las mujeres consideran que estos castigos las convencen por su
efectividad y, en consecuencia, este debe ser el punto de partida.
Otra buena práctica es la actuación de las mujeres organizadas que, en respuesta al maltrato
sufrido por una mujer, van en grupo a enfrentar al varón agresor para llevarlo a la autoridad
policial. Si es un caso grave, lo llevan a la delegación policial, en grupo. Si es un caso leve,
pero el varón no respeta la intervención del grupo de mujeres organizadas, también lo
llevan a la delegación policial.
Las mujeres de espacios rurales, al no tener acceso a los diferentes servicios de atención en
los lugares donde viven tienen que movilizarse a buscarlos a espacios menos rurales, como
distritos o capital de provincia, allí se encuentra con mayor seguridad servicios de salud,
policía, abogados, Fiscales, etc. Como ya se ha señalado, el fuerte componente de racismo
y discriminación además de la resistencia en colocar el bienestar de las mujeres antes que
de los derechos de los hombres en un contexto machista favorece una repetida
victimización de la mujer agredida.
Por lo tanto, las mujeres han reconocido como buena práctica el contar con una
organización que la acompañe y oriente en este proceso. Las mujeres rurales víctimas de
violencia en Cajamarca, cuentan con la FEROCAFENOP – Federación de Ronderas
Campesinas Femeninas del Norte del Perú en la ciudad de Cajamarca.
Otra institución que apoya a las mujeres rurales e indígenas, son las Defensorías
Comunitarias, que se encontraron en Cusco. Asiste a las mujeres para la denuncia y
seguimiento del caso ante las autoridades de justicia ordinaria, incluyendo la traducción del
quechua.
Mesas de concertación, seguridad ciudadana y lucha contra la violencia hacia las mujeres
Aun cuando los esfuerzos que se realizan en las mesas de trabajo reflejan las dificultades de
la concertación, se están logrando coordinaciones a favor de los derechos de las mujeres, la
seguridad ciudadana, la justicia y contra la violencia hacia las mujeres en instancias que
colocan la prevención y atención de la violencia de género en el centro de sus
preocupaciones.
Coordinaciones para la creación de una casa-refugio destinada a las mujeres rurales víctimas
de violencia
Las fallas en la normatividad oficial son agravadas por y al mismo tiempo ocasionan el
subregistro de los casos de violencia de género en general y la escasez de datos
desagregados por etnicidad más allá de la condición rural o urbana de la víctima en
particular. Esta carencia, combinada con la indiferencia generalizada hacia la importancia
de los derechos humanos de las mujeres, impide que las autoridades prioricen medidas para
la protección de la vida de las mujeres indígenas/ruales con mayores problemas de acceso a
la justicia.
Los diferentes tipos de violencia involucran la trata laboral y la trata sexual no son
registrados ni abordados por el Estado y escapan a las formas de atención de la violencia de
la justicia comunitaria y ordinaria, y sobre esto habría que poner mayor atención. Como es
el caso de los establecimientos de salud presentes a nivel nacional no están registrando los
casos de violencia que sufren las mujeres, limitando el diseño de políticas públicas por
parte del Estado para la atención y prevención de la violencia, y la derivación (Defensoría
del Pueblos 2012).
Bibliografía
Defensoría del Pueblo (2012). Informe defensorial N° 003 Derecho a la salud de las
mujeres víctimas de violencia: Supervisión de establecimientos de salud en Arequipa,
Junín, Lima, Piura y Puno.
http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/varios/2012/informedeadjunti
ainformemujerviolencia.pdf (Revisado Setiembre 2012)
Ministerio Público Perú: “El Registro de Feminicidio del Ministerio Público Observatorio
de Criminalidad del Ministerio Público”. Enero – Diciembre, 2010. Publicado mayo 2011.
27p. http://www.unfpa.org.pe/mgenero/PDF/MP-Feminicidio-ENE2010-DIC2010.pdf
(Setiembre 2012)