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Área temática: Género, derechos de las mujeres y pluralismo jurídico

MESA: VIOLENCIA CONTRA LA MUJER Y PLURALISMO JURIDICO

Título: “A veces, nosotros, mujeres, decimos, ¿no?, nosotros haremos nuestra propia
justicia, porque si ya no hay justicia de las autoridades, pues nosotros lo haremos”. .Las
buenas prácticas en la atención, prevención y sanción de la violencia de género en
Perú.1

María del Carmen Panizzo y María Ponce Mariños2

Abstract

La ponencia aborda desde los enfoques de género e interculturalidad la violencia de género


que viven las mujeres indígenas/rurales en el Perú. Presentamos las buenas prácticas que
desde los espacios rurales se previene, atiende y sanciona la violencia de género. La
investigación se enmarca en el pluralismo jurídico en la medida que el Estado no es el
único productor de sentido y de derecho, establece la coexistencia de los sistemas de
justicia comunitario y ordinario en la atención, prevención y sanción de los diferentes tipos
de violencia de género.

Finalmente, constituye un esfuerzo por aportar en la construcción e implementación de


políticas públicas interculturales en la atención y prevención de la violencia hacia las
mujeres indígenas/rurales en países de diversidad cultural como el Perú.

Descriptores: Violencia de género, pluralismo, género, interculturalidad, buenas prácticas


y políticas públicas.

Índice

Introducción
I. La violencia contra las mujeres a partir de la experiencia de las propias mujeres en el área
rural peruana
1. Panorama: las soluciones propuestas para las mujeres
a) Marco normativo e institucional estatal y no-estatal
b) Las mujeres rurales entre los dos sistemas de justicia y el debate sobre “Pluralismo
Jurídico”
II. Soluciones identificadas por las propias mujeres rurales: las buenas prácticas de
prevención, atención y coordinación
a) Buenas prácticas de prevención
b) Buenas prácticas de atención y coordinación

1
Este documento ha sido elabrado teniendo como base la investigación sobre identificación de buenas
practicas en prevención v atención de la violencia contra las mujeres realizadas en espacios rurales del Perú.
Esta se realizó por el Programa ComVoMujer de la GIZ y CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú.
2
María del Carmen Panizo es abogada por la PUCP, se desempeña como Coordinadora Nacional del
Programa ComVoMujer en Perú por GIZ con email: maria.panizzo@giz.de
María Ponce Mariños es antropóloga por la UNMSM, colabora como Coordinadora del Programa Mujer
Indígena de CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas en Perú con email: nooma@chirapaq.org.pe
III. Recomendaciones
Bibliografía

Introducción

En la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud Familiar (2011), el 65,6 por ciento de las
mujeres peruanas ha sufrido violencia verbal de parte de sus esposos3, y el 38,9 % de las
mujeres manifestaron que alguna vez fueron víctimas de violencia física o sexual por parte
de su esposo o compañero, y en la selva y la sierra ha sido de 42,8% y 40,6%
respectivamente; siendo menor la violencia física o sexual entre las mujeres con educación
superior 31,5% frente al 37,5% de las mujeres sin acceso a educación.

Como resultado de la violencia física, las mujeres tenían moretones y dolores en un 69,8 %
y hasta huesos o dientes rotos y quemaduras en un 14,5 %. En el 2010, se registraron 179
feminicidios (Ministerio Público 2011). Estas cifras son aún más alarmantes considerando
que muy pocas mujeres víctimas de violencia de género buscan ayuda y un 40 % de
mujeres rurales que buscó justicia por violencia familiar no volvería a acudir a ningún
espacio del sistema.

La Defensoría del Pueblo en relación a la atención a los servicios de salud de las mujeres
víctimas de violencia da cuenta de una serie de limitaciones como: la falta de un registro
único y especial para los casos de violencia contra la mujer; poca capacitación del personal
que atiende a las víctimas y la dispersión en la atención con 5 protocolos de atención de la
violencia física y mental en lugar de un protocolo que consolide las formas de abordaje de
la atención; inadecuados ambientes para brindar una correcta atención en los
establecimientos de salud (Defensoria del Pueblo 2012).

La identificación de las buenas prácticas ha sido realizada por las propias mujeres
indígenas/rurales, , y estas vienen contribuyendo en la prevención, atención y/o sanción de
las diferentes formas de violencia que padecen las mujeres indígenas/rurales. Además que
las buenas prácticas sean consideradas buenas y efectivas, otros criterios han implicado que

3
Estos van desde los celos o la molestia del esposo o compañero si ella conversaba con otro hombre, si él la
acusaba frecuentemente de ser infiel, si le impedía que visite o visiten sus amistades, si él trataba de limitar
las visitas, contactos a su familia, si él insistía siempre en saber todos los lugares donde ella iba a la
desconfiaba de ella con el dinero.
no afecten los derechos humanos y sean posibles de incluirse en políticas públicas de
prevención y atención de la violencia hacia las mujeres indígenas/rurales.

Estos porcentajes instancias del Estado que abordan la violencia que sufren las mujeres
indígenas/rurales se restringen a la violencia que ocurren en el ámbito familiar, la
información registrada durante este trabajo de campo va más allá del espacio familiar.

El trabajo resume los principales hallazgos de 60 entrevistas realizadas a mujeres de


origen Quechua de Cajamarca, Piura, Cusco y Apurímac, de mujeres Asháninka de Satipo
(Junín), y Afrodescendientes de Piura (Yapatera) procedentes de comunidades campesinas,
comunidades nativas y rondas campesinas, así como testimonios grupales de representantes
de instituciones públicas o privadas involucrados en la ruta de la atención de la violencia
tanto de la justicia ordinaria como comunitaria.

I. La violencia contra las mujeres a partir de la experiencia de las propias mujeres en


el área rural peruana

La violencia de género se presenta de diferentes formas en el ámbito rural como: 1)


violencia familiar (que se incrementa con la presencia de industrias extractivas), 2)
feminicidio, 3) violencia sexual (violación sexual en el campo, el hogar, el centro
educativo, y en el espacio público o privado durante y post conflicto armado; acoso sexual
en el lugar de trabajo, de educación, de atención pública y de espacio público), 4) trata de
personas en el ámbito laboral y en el ámbito sexual y forzada, 5) esterilización forzada y 6)
violencia sexual durante el conflicto armado y post-conflicto.

1. Panorama: las soluciones propuestas para las mujeres


a) Marco normativo e institucional estatal y no-estatal

Estatal

El Perú ha ratificado los más importantes tratados internacionales en el tema de violencia


contra las mujeres, tales como la CEDAW (aprobada por resolución legislativa en 1996) y
la Convención de Belem do Para, proclamando de manera explícita el derecho humano de
las mujeres a una vida libre de violencia y comprometiéndose a tomar medidas apropiadas
y con especial consideración de las necesidades específicas de las mujeres rurales. La
Constitución Política del Estado consagra el derecho de toda persona a la dignidad, a la
integridad y seguridad personal, afirmando que nadie debe sufrir trato inhumano ni
degradante.

Existen garantías constitucionales y políticas públicas que contienen avances y limitaciones


en cuanto a los alcances y enfoque de género e interculturalidad. Avances para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia familiar como la Ley Nº 26260 (1993); la promulgación
del Texto Único Ordenado de la Ley frente a la Violencia Familiar, aprobado por Decreto
Nº 006-97-JUS (1997), la Ley Nº 27306 que modifica la anterior ley incluyendo a la
violencia sexual como otra forma de violencia familiar y el Plan Nacional Contra la
Violencia hacia la Mujer: 2009-2015. La ley N° 29817 que modifica el código penal e
incorpora el feminicidio.

La ley 26260 es una norma neutra al género que al tener como marco la lucha contra la
violencia familiar invisibiliza el hecho que mujeres, niñas y adolescentes constituyen el
mayor número de víctimas de violencia en el ámbito familiar. Así el Estado peruano aún
no cumple con su obligación de adoptar una legislación especial que garantice el derecho
de las mujeres a una vida libre de violencia, conforme lo establece la Convención de Belem
Do Pará. Las mujeres no son el sujeto de derecho de la Ley de Protección, y aún en menor
medida las mujeres rurales, pues no se aplica un enfoque de interculturalidad, ignorando así
las situaciones de vulnerabilidad elevada en que se encuentran las mujeres campesinas,
nativas y afro-peruanas.

El reglamento de la Ley de protección frente a la violencia familiar permite que el Poder


Judicial asignen competencia para conocer demandas de violencia familiar a los Juzgados
de Paz Letrados, instancias que permitirían ampliar o acercar la justicia ordinaria a espacios
más cercanos a las mujeres4. Últimamente, la Ley 29824 Justicia de Paz (2012) en el
artículo 56 establece la coordinación y colaboración de los sistemas de la justicia ordinaria
y comunitaria en los lugares en los que coexistan ambos sistemas de justicia.

4
Primera disposición transitoria del Reglamento del TUO de la Ley de Protección frente a la Violencia
Familiar.
El Plan Nacional contra la violencia hacia las mujeres – PNCVHM, constituye la oferta
“oficial” que no corresponde a las realidades de las mujeres indígenas/ rurales.
Frecuentemente se constata la ausencia o escasa presencia del Estado y del sistema de
justicia ordinario en las áreas rurales del país, reconociendo que existe una geografía
discriminatoria de la distribución de las desigualdades y exclusiones5.

Las fallas normativas principales son entonces la ausencia de los enfoques de género y de
interculturalidad, viendo a las mujeres como un grupo homogéneo, ignorando la diversidad
en los aspectos socio-económicos y culturales. Además, asume la violencia de género como
un conflicto entre pares o intrafamiliar, no tomando en cuenta que se trata de una violencia
estructural e institucionalizada.

No Estatal

La justicia comunitaria o sistema jurídico de los pueblos indígenas es el conjunto de


sistemas conformados por autoridades, normas (orales y/o escritas) y procedimientos
propios, a través de los cuales los pueblos indígenas regulan la vida al interior de sus
comunidades para resolver sus conflictos.

La Constitución Política del Perú y el Nuevo Código Procesal Penal reconocen la


competencia de la justicia comunal y el ejercicio de las funciones jurisdiccionales dentro de
su ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que no violen
los derechos fundamentales de la persona6.

La aplicación de la justicia comunal, se desarrolla dentro del ámbito territorial de los


pueblos indígenas, comunidades campesinas, comunidades nativas y rondas campesinas, lo
que no equivale a su propiedad legal sino a la “totalidad del hábitat” que ocupan estos
pueblos7.

Tratándose de Comunidades Campesinas, Comunidades Nativas o Rondas Campesinas, las


mujeres rurales tienen entonces a su disposición instituciones de justicia. Las autoridades
de la justicia comunitaria varían en cada comunidad, hay instancias y actores distintos así
5
Theidon 2006.
7
Art. 13,2 Convenio 169 OIT.
como procedimientos diversos. Se ha identificado que las mujeres pueden acudir en primer
lugar a la familia, los ancianos y padrinos, entre otros, y luego al Presidente y la directiva
de la comunidad campesina y/o nativas a la que pertenezcan. También pueden acudir a los
directivos de los comités especializados en esos espacios si es que los hay (Mujer, Familia,
Seguridad, entre otros).

Todas estas entidades podrían constituirse en un elemento de prevención y mejora del


acceso a la justicia por parte de las mujeres que sufren violencia. Pues por su proximidad,
familiaridad y dominio del idioma/lenguaje, la justicia comunitaria es a menudo mucho
más accesible a las mujeres rurales y, al mismo tiempo, su validez es más reconocida por
las poblaciones indígenas, ya que permite mecanismos de resolución de conflictos dentro
de las comunidades indígenas que se basan en los principios culturales propios de
convivencia (Franco y Gonzales 2009).

b) Las mujeres rurales entre los dos sistemas de justicia y el debate sobre “Pluralismo
Jurídico”

El acceso a la justicia ordinaria implica gastos y cierto tipo de dominio de los recursos
culturales de los espacios sociales dominantes (idioma, saber leer y escribir, ser
documentado/a, etc.), que evidentemente dificulta el ejercicio de los derechos por parte de
las mujeres indígenas/ rurales. Esto se agrava en razón de las distancias y limitaciones de
transportes a los centros urbanos donde se concentran universalmente los servicios estatales
en nuestro país.

Tenemos que precisar que esto no quiere decir que las mujeres no tengan a su disposición
algún sistema de justicia, ya que si no hubiese presencia de la justicia ordinaria podría
acudir, en el espacio comunal, a entidades de la justicia comunitaria y otros actores como
jueces/as de Paz y defensorías comunitarias. Se ha evidenciado que las mujeres no tienen la
posibilidad de decidir entre los sistemas de justicia en función de cual podría responder de
mejor manera a sus necesidades, sino que son los varones quienes toman esa decisión.
Además, los servicios locales suelen enfocarse más en la armonía de la comunidad o de la
familia y menos en la garantía de los derechos fundamentales a la vida, salud e integridad
física de las mujeres.
Hay posiciones encontradas en relación al Pluralismo Jurídico en países como el Perú. Por
un lado, señala que la justicia indígena puede ser objeto de abuso por los Estados con el fin
de reducir los costos de la violencia de género para la administración de justicia del Estado,
e incluso considera que la violencia de género es tratada a través de "mecanismos
alternativos de solución de controversias [por] los asuntos 'menores'", creando una " justicia
de segunda clase" para las mujeres8. Donde se debate la relación a los derechos humanos y
la justicia comunitaria, que se retoma cuando un medio de comunicación denuncia algún
tipo o exceso en la aplicación de la justicia comunitaria. Una pregunta siempre presente es
como hacer frente a los derechos humanos con constituciones que requieren la
compatibilidad de la justicia comunitaria con los derechos fundamentales, que respalda el
tipo de sanciones de la justicia comunitaria por entidades como el Tribunal Constitucional
del Perú, por ejemplo, el trabajo forzoso y los castigos corporales están justificados,
siempre y cuando no sean "excesivos" y se inflijan sin la "conciencia de hacer daño", si no
con la intención "de la educación y re-socialización del delincuente"9 (Brandt y Franco ).

De otra parte, enfoques como los que te brinda el pluralismo jurídico son necesarios en
países con pueblos originarios, donde existen causales que producen la pluralidad legal en
el país, como la amplitud geográfica del país, la diversidad de pisos ecológicos, las brechas
sociales, las brechas económicas, las brechas en el acceso a la educación primaria,
secundaria y superior, las brechas ocupaciones, la heterogeneidad cultural y la diversidad
cultural.

Es así, que desde el derecho, el pluralismo jurídico coloca en el centro de debate al Estado
como único ente normativo creador de marcos normativos, cuestiona la subordinación de
otros marcos normativos a los que el Estado genera y reconoce la coexistencia de diferentes
sistemas jurídicos en un determinado espacios geográfico, social, político y tiempo
(Guevara 2001 y Yrigoyen 2006). En donde los otros órdenes normativos no son
resultados de la ausencia del Estado, sino resultado de la “convivencia” de diferentes
pueblos y sistemas en un mismo espacio geo político, social y económico durante
determinado periodo de tiempo.
Sin embargo, un aspecto es claro, hasta el momento, ni la justicia ordinaria ni la justicia
comunal están respondiendo y brindando justicia a las mujeres. A la justicia comunitaria se
le atribuye una escasa preocupación por el bienestar de las mujeres, que también arrastraría
la justicia ordinaria que ofrecen los Jueces de Paz, crítica sustentada en la promoción del
mantenimiento la familia y la relación de pareja, tratando de conciliar los problemas entre
ellos como si no se estuviera ante dos personas con una enorme asimetría de poder y, por lo
tanto, poco o nula capacidad de negociación para las mujeres.

Por lo pronto, encontramos a las asambleas comunales que forman parte del sistema de
justicia comunitaria no atiende los casos de violencia que sufren las mujeres con las
excepciones en las que las mujeres líderes abordan el problema o existen organizaciones de
mujeres que presentan los casos o promueven la denuncia, aún cuando, representa un
potencial que deberá ser acompañado de otras estrategias como las descritas en las buenas
prácticas de prevención, atención y coordinación.

Franco y Gonzales (2009: 172) en un estudio realizado de la Justicia Comunitaria en los


Andes: Perú y Ecuador consideran que “La intervención de la Justicia Comunitaria contiene
mecanismos para verificar y asegurar el cumplimiento de los acuerdos. Resulta una justicia
más cercana y efectiva para sus usuarios. Sin embargo, encontramos que en los casos de
violencia contra mujeres y niños no se aprovecha de forma suficiente estos recursos”.

De allí la necesidad de preguntarnos ¿qué piensan las mujeres? ¿Cuáles han sido las
buenas prácticas que ellas consideras efectivas para la atención, prevención y sanción de la
violencia de género? Es desde esta perspectiva, de dar voz a las propias mujeres indígenas
que se presentan, a continuación, los principales resultados de las 60 entrevistas, para que
se escuchen sus voces y se considere lo que ellas definen como buenas prácticas y posibles
soluciones para combatir la violencia de género y su situación actual de impunidad.

2. Soluciones identificadas por las propias mujeres rurales: las buenas prácticas de
prevención, atención y coordinación

Las buenas prácticas frente a la violencia contra la mujer rural se han identificado, tomando
como criterio principal que a las mujeres rurales les parecieran buenas y efectivas para
prevenir y/o atender la violencia contra la mujer. Por fines didácticos, se han dividido las
buenas prácticas identificadas entre las de prevención, las de atención, y las de
coordinación. Entre ellas, se han distinguido las que se han hecho antes, las que se realizan
ahora y las que se desean hacer a futuro.

a) Buenas prácticas de prevención

Las buenas prácticas de prevención evitan el incremento de la violencia hacia la mujer o


hasta reducen su incidencia, según las mujeres entrevistadas.

Participación de las mujeres en las asambleas y el ejercicio de los cargos decisorios

La participación de las mujeres en la asamblea de la comunidad es una práctica de


prevención de la violencia. Reconoce la capacidad y el derecho de participación en las
decisiones de la comunidad de las mujeres, dándoles la oportunidad de ejercer su libertad
de expresión y de opinión. De esta manera, estas mujeres son modelos para las mujeres de
la comunidad y parte importante de un proceso de empoderamiento. Como evidencian las
propias mujeres, la participación en sus espacios comunitarios rompe los moldes
tradicionales y brinda la oportunidad de que los temas y necesidades de las mujeres sean
llevados a esa esfera que ha sido tradicionalmente masculina.

Lideresa de FEROCAFENOP, Cajamarca:


“(…) aquí nos tenemos que dedicar a otras cosas promocionar a las mujeres,
promocionar las leyes, tiempo no tenemos libreta para votar, no tenemos voz y voto,
no tenemos participación en la política, nada. Entonces nosotros tenemos que
promover leyes y como que ya pensamos en la cooperativa.”

Lideresa de la Liga Agraria de Chumbivilcas, Cusco:


“Desde muy joven, siempre, he estado como dirigente. Yo estuve radicando en el
distrito de Quiñota y he sido dirigente desde muy joven. Y siempre, me ha gustado
fortalecer la organización y también luchar por las mujeres. Es cierto,
anteriormente, había mucho maltrato por parte de los hombres…”

La participación – especialmente en la toma de decisiones – previene la violencia ya que


los hombres saben que esto influye en el tratamiento de casos de violencia.
Esto hace que las mujeres de las comunidades se pueden sentir representadas y respaldadas
y por lo tanto las empodera a exigir sus derechos ante los hombres y ante las autoridades.
Mujer comunera, participante en una Asamblea de Comunidad Campesina en
Piura: “Yo sí quisiera que haya un comité femenino. (…) Por eso, yo quiero que se
vuelva un comité de mujeres para que… Uno conoce. [En una reunión] se ve todo
el machismo de las mujeres y lo que sufrimos. (…) Por eso, deberían organizarse.”

La participación de las mujeres indígenas sigue una lucha diaria, pues deben enfrentar la
resistencia de los hombres y de las mujeres más tradicionales.

Lideresa de FEROCAFENOP en Cajamarca: “(…) yo participo en la reunión y


todos se admiran. Todos se miran y dicen “¿Por qué habla?” Yo he tenido, y hasta
ahora tengo, mucha discusión de las autoridades. Porque tenemos que hablarles,
tenemos que estar ahí. (…) Estamos peleando, ahí, que nos dejen.”

No es un trabajo fácil ni sencillo, pero se está avanzando y quizás sea esta la forma de
encontrar espacios para la incorporación de los derechos de las mujeres, desde las mujeres,
en los espacios de justicia comunitaria.

Capacitación de las mujeres

Otra demanda presente permanente en los espacios rurales es la de formación y


capacitación a las mujeres en sus derechos, en liderazgos, en prevención y atención de
violencia contra la mujer. Se solicitan materiales e instrumentos que puedan servir para
hacer réplicas de lo que ellas aprenden a otras mujeres de su comunidad o de comunidades
más alejadas.

Defensora comunitaria de la Defensoría Comunitaria Kusy Qoyllur en Cusco:


“Con las capacitaciones, nosotros, cuánto queremos salir, así, a las comunidades,
sensibilizar, charlas. Pero, no tenemos recursos (…) Pero, anteriores veces,
hacíamos modos posibles para salir, así, turnos organizábamos, a las comunidades
cercanas, salíamos, visitas, hasta a la Liga Agraria, a sus asambleas…”

Conducción en la radio por mujeres rurales

La difusión de mensajes a través de emisoras radiales se ha evidenciado como una


estrategia recurrente de prevención de violencia contra las mujeres y difusión de
conocimientos sobre derechos así como posibilidades de buscar apoyo.

Defensora comunitaria de una Defensoría comunitaria en Cusco:


“Entonces, también (la Vicaría) nos ha dado una hora de Radio Santo Tomas. Aquí,
funciona, para sacar programa y sensibilizar sobre la violencia familiar; entonces,
eso también estamos sacando (…) los días lunes.”
Confianza en la intervención familiar para evitar la violencia

Otra buena práctica identificada por las mujeres entrevistadas como una práctica de
prevención - es la confianza que ellas depositan en la institución familiar, antes de recurrir
a las autoridades comunitarias, cuando se presenta un caso de violencia familiar, para
resolver el conflicto y prevenir que el problema alcance una dimensión mayor.

Lideresa de FEROCAFENOP en Cajamarca:


“Lo que yo veo, como prevención en [algunas] familias [son] los consejos de los
mayores [a parejas] que recién se comprometen o se casan. (…)”

Lideresa de una Comunidad Nativa Asháninka en Junín:


“Sí, la familia debe intervenir, primero, en los problemas del hombre y la mujer.
Antes que vayan a la autoridad comunal, debe ver la familia. Así es nuestra
costumbre. Esto para que la pelea no sea más fuerte y no haya maltratos.”

Aquí se trata de una divergencia de conceptos de lo que es “preventivo”, ya que esta


intervención por parte de familia presenta ya una primera atención, y por lo tanto, las
familias deben ser consideradas como actor central por las autoridades en la contemplación
y elaboración de rutas que las propias mujeres siguen en su búsqueda de justicia.

Sensibilización contra el alcoholismo y la violencia

La estrategia de comunicación y difusión educativa hasta lograr la disminución del


alcoholismo es también considerada una buena práctica de prevención de la violencia. Esto
se ha visto en el distrito de Haquira, provincia de Cotabambas, Región Apurímac. Se señala
que muchas de las denuncias de maltrato de pareja, referidas por las autoridades, implican
el consumo de alcohol previo o habitual por parte de los agresores. Las personas
entrevistadas expresan que antes los hombres alcoholizados transitaban visiblemente por las
calles del distrito de Haquira, lo cual no se ve ahora. El alcohol que se consume por estas
regiones del país, es el alcohol metílico, tan dañino para la salud física y mental.

Lideresa de su comunidad en Apurímac: “(…) más que nada, por el alcoholismo


era la violencia. (…) pero, ahora, poquito ha bajado, ¿no? No es tanto. En
escondidas venden el alcohol. No lo venden así, público.”
Observamos nuevamente como una auténtica demanda de las propias mujeres, la necesidad
de realizar procesos de sensibilización contra el alcoholismo vinculados a la violencia hacia
mujeres, que en muchos casos, les ha dado resultados positivos, en la medida que el
consumo de alcohol exacerba el riesgo de violencia para las mujeres.

Educación de niñas y adolescentes

Se evidencia una demanda referida a escolaridad formal para niñas y adolescentes, debido a
que se espera que ésta reduzca las posibilidades de ser víctima de violencia.

Jueza de Paz en Apurímac:


“(…) no tenemos más opciones, no sé. No tenemos capacitaciones, eso de
capacidad, la falta de educación, (…) No puedes generar… Y por ahí vienen más
los maltratos.”

Lidersa de Comunidad Nativa Asháninka de Cushiviani en Junín:


“A mi hija, le digo, (…) tú tienes que tener tu estudio (…) Te casas, tú no has
terminado tu estudio, allí va a haber pelea, también pues, terminas de casar, tu no
ganas nada. Si tú ganarías, ambos, él gana, tú ganas, ya nadie te va a decir. Tu
dinero, compras a tu gusto. Eso es lo que le digo a mi hija.”

La falta de escolarización de las mujeres por las escasas posibilidades de ingresos


económicos y desconocimiento de derechos. La educación es vista como un potencial de
empoderamiento de las niñas y adolescentes mujeres.

b) Buenas prácticas de atención y coordinación

En estas buenas prácticas desarrolladas por las autoridades comunales, van desde la
recepción del caso, el tratamiento y la solución. Debemos mencionar de manera particular
aquellas que contienen un componente de coordinación entre las diferentes justicias y las de
articulación con diferentes organizaciones ya que éstas hacen más eficiente el camino
seguido por las mujeres en su búsqueda de justicia y de una vida libre de violencia.
Implica la coordinación intersectorial, interinstitucional y, a un mayor nivel, inter-sistémica
al cual se desea llegar.

Podemos observar cómo las acciones de coordinación están íntimamente ligadas a las de
atención, ya que aquella mejora la calidad de ésta última. En este sentido, las actoras de la
justicia comunitaria no sólo son aliadas de las mujeres víctimas de violencia sino también
de las autoridades ordinarias y funcionarios/as de los servicios del Estado, ya que hacen
más eficiente el cumplimiento de sus funciones.

i. Atención por la justicia comunitaria casos de violencia a través de la aplicación de


castigos determinados por la comunidad

Las mujeres entrevistadas señalan a los castigos determinados por sus comunidades como
buenas prácticas, aun cuando implican castigos físicos, como en Junín, Piura y Cajamarca,
o el castigo laboral o pecuniario, en Apurímac.

Entre los castigos señalados se encuentra el frotar el cuerpo del agresor con platas que
provocan escozor e irritación, en algunos se ha llamado a esto chalanqueo (Junín) o
aplicación de Yiyi (Cajamarca), azotes, otros relacionados con el ejercicio físico corretear
en el campo, realizar planchas, trompos, carrera de patos. Se comenta que este último
castigo es más doloroso, más fuerte porque todo el cuerpo se descompone para el siguiente
día.

, Lideresa de FEROCAFENOP, Cajamarca:


“(…) se pide, se hace una sanción físicamente, donde, planchas, trompos….carrera
de patos. (…) se comenta que ese es el castigo más doloroso, más fuerte. Porque
todo el cuerpo se descompone para el siguiente día. Se viene el frío, luego…para,
más que todo, es la estrategia de los ronderos. No se sanciona con fuerte marca.
Marca, porque se deja marca ¿no? Y, ahí, a veces, sancionamos con Yiyi. (…) Es
una planta que, por decir, un poquito, no más, se pica. Y duele, se hace roncha
feísimo. Y, por acá, hay esa plantita… Como ortiga, sí la ortiga y yiyi son casi,
ahí…”

, Teniente - Gobernadora de la Comunidad Nativa Asháninka de Cushiviani en


Junín:
“(…) cuando hay violencia (…) ya nosotros lo castigamos en la comunidad. (…)
Bueno, el castigo es llamar a toda la gente, a todos los comuneros, y lo van a
“chalanquear.” (…) Después, le hacemos corretear en el campo. (…) De ahí, ya se
va a su casa y se amista con su señora”.

Se señala también que existe una división de instancias en la aplicación de la sanción, ésta
se lleva adelante la primera vez sólo por el Presidente de la Comunidad y/o las autoridades
comunales, en casos de reincidencia participa en el castigo toda la comunidad. Cabe señalar
que estas prácticas de castigo buscan incorporar al individuo a la comunidad, al castigo
físico se une el castigo simbólico del conjunto de la comunidad.

Teniente - Gobernadora de la Comunidad Nativa Asháninka de Cushiviani en


Junín:
Ya que se pase, otra vuelta, maltrato, ya está en el libro de actas. (…) En la
segunda vez, ya se lo llama a todos los comuneros, ya ellos lo castigan. No lo
castiga la Presidenta ni las autoridades, sino toda la comunidad.”

Estas prácticas pueden resultar incoherentes desde un enfoque de derechos y de género por
la intención del fomento a la conciliación y responsabilizar a la mujer por la situación de
maltrato, sin embargo, las mujeres consideran que estos castigos las convencen por su
efectividad y, en consecuencia, este debe ser el punto de partida.

Autoridades mujeres aportan al ejercicio del derecho a la justicia

El ejercicio de mujeres en los cargos de autoridades comunitarias y de la justicia ordinaria


es una práctica de prevención y, al mismo tiempo, constituye una oportunidad de mejora en
la atención de casos de violencia que se presenten. Una mujer que es autoridad comunitaria
o en la zona rural ha vencido obstáculos relacionados con su posibilidad de haber sido
víctima de violencia y/o discriminación, por tanto, puede contar con mayores elementos
para contribuir a un cambio en la situación de la mujer violentada.

, Directiva de la Comunidad Nativa Asháninka de Cushiviani en Junín:


“(…) me dieron otras ideas, yo me he capacitado con el tema de violencia familiar,
con los derechos humanos (…) Por mi parte, yo le he aconsejado, le estoy contando
de mi propia… Tengo que hacerle ver cómo vivir, cómo estar…”

Autoridades cuentan con procedimientos de atención, distinguiendo su competencia

La atención de las autoridades comunitarias a los casos de conflicto familiar y posible


violencia, al escuchar y orientar a las personas involucradas, es la buena práctica más
evidente, como tal, aunque no es la más extendida. Esto implica que las autoridades hayan
brindado tiempo para atender a las mujeres que piden ayuda luego de haber sufrido la
violencia.
Al intervenir y resolver, están estableciendo un procedimiento y están aportando al
ejercicio de los derechos de la persona afectada. El hecho de contar con procedimientos de
atención claramente definidos, es entonces considerado como una buena práctica.

Teniente-Gobernadora de la Comunidad Nativa de Cushiviani en Junín:


“(A) los dos, les damos recomendación. Ya después, se van, se agarran sus manitos ya,
normalmente. Pero (…) cuando haya segunda vez ya, segunda vez, lo ponemos, ya
sabes. Ya no es dable darle tres veces ¿no? En las tres veces ya, en la comunidad, se
van a reunir, y merecen su castigo. En cuarta vez, ya se lo manda a Río Negro con la
Jueza. (…) Está en el libro de actas, también.”

Las autoridades comunitarias derivan a la justicia ordinaria cuando el agresor es reincidente


o cuando se presenta un gran daño físico, lo cual constituye el inicio de los procedimientos
de coordinación.

Defensora comunitaria Kusy Qoyllur en Cusco:


“Si es leve y no es más fuerte, sí se puede solucionar. Pero, si es fuerte, entonces, ya,
entonces, ya remiten. (…) Será Policía Nacional, Fiscalía, al Juzgado, a donde
corresponde.”

A esto, podrían agregarse la sensibilización y capacitación de las autoridades comunitarias


para que además de la coordinación, en casos de gravedad o reincidencia, actúen de forma
que modifiquen la correlación de poderes en la pareja protegiendo a las mujeres de formas
más efectivas desde el primer nivel de atención.

Traslado de agresores ante la autoridad por mujeres organizadas

Otra buena práctica es la actuación de las mujeres organizadas que, en respuesta al maltrato
sufrido por una mujer, van en grupo a enfrentar al varón agresor para llevarlo a la autoridad
policial. Si es un caso grave, lo llevan a la delegación policial, en grupo. Si es un caso leve,
pero el varón no respeta la intervención del grupo de mujeres organizadas, también lo
llevan a la delegación policial.

, Responsable del Programa “Juntos” en Apurímac:


“En este caso de violencia hacia la mujer, nosotros nos hemos organizado un
tiempo, (…) A veces, nosotros, mujeres, decimos, ¿no?, “nosotras haremos nuestra
propia justicia, porque si ya no hay justicia de las autoridades, pues nosotras lo
haremos”. Pero, si, de ese poquito, ha cambiado el varón; desde esa vez, el varón
que ha golpeado a su esposa, ha cambiado; pero, poco ya golpeaba a su esposa;
pero, ahorita, se han ido juntos. Por eso, de esa forma nos organizamos las
mujeres. (…) Diez, quince… Lo llevábamos amarrado al puesto (policial) porque
no nos va a golpear a todos. A su esposa, lo golpeaba; pero, a todas, no pues. Así,
que se ponga malcriado, lo llevamos… Lo dejamos detenido. (…) Sí nos atendía (la
Policía).”

Acompañamiento a mujeres de ámbitos rurales ante autoridades comunitarias y de la


justicia ordinaria, así como para acceso a servicios relacionados

Las mujeres de espacios rurales, al no tener acceso a los diferentes servicios de atención en
los lugares donde viven tienen que movilizarse a buscarlos a espacios menos rurales, como
distritos o capital de provincia, allí se encuentra con mayor seguridad servicios de salud,
policía, abogados, Fiscales, etc. Como ya se ha señalado, el fuerte componente de racismo
y discriminación además de la resistencia en colocar el bienestar de las mujeres antes que
de los derechos de los hombres en un contexto machista favorece una repetida
victimización de la mujer agredida.

Por lo tanto, las mujeres han reconocido como buena práctica el contar con una
organización que la acompañe y oriente en este proceso. Las mujeres rurales víctimas de
violencia en Cajamarca, cuentan con la FEROCAFENOP – Federación de Ronderas
Campesinas Femeninas del Norte del Perú en la ciudad de Cajamarca.

Lideresa de la FEROCAFENOP en Cajamarca:


“(…) preparar a (otras), de capacitar, de prepararse, de representar a la
FEROCAFENOP en el lugar donde estén. De verdad que las funciones son muchas
(…).”

Su sistema de asistencia para acceder a la justicia resuelve directamente con actas de


compromiso frente a la violencia y a favor de la restitución de la salud de la señora.

Lideresa de FEROCAFENOP, Cajamarca:


“Cuando la mujer viene golpeada, mucho, bien golpeada, se revisa. Y el médico
revisa. Nos trae la receta y el mismo pegador, el que hace el golpe, compra la
medicina. (…) En la noche, rondea, una noche rondea allí, otra noche rondea allá.
(…) La señora, cuando está sangrando, se va al hospital o a la posta médica y, ahí,
trae receta. El que lo pegó, tiene que pagar. Así sea su marido, su vecino, pero tiene
que cancelar porque la posta o el hospital da receta. Y la solución es que lo curen,
que la señora se vaya sana para que presente, si puede hablar, porque enfermo no
puede hablar. (…) Primero, los policías eran guapos, a apresarnos. Pero, después,
se convencen cuando le decían del golpe. Le decía, “se recuerdan de la señora que
le han pegado, no le gustaría.” Se sientan, ahí lo arreglamos delante de los
abogados. Ahora, delante de los abogados, se sanciona a los pegadores. (…) Es el
trabajo que hemos elegido, estamos… Nos carajeen, nos denuncien. Y si quieren
denunciarme, denúncienme pues, si tengo delito ¿Qué delito hago en confrontar al
señor que ha pegado con la señora que está enferma? (…) Hay leyes que me
amparan, la Ley 26260 me ampara, hay un derecho del Código Penal, me ampara.”

Otra institución que apoya a las mujeres rurales e indígenas, son las Defensorías
Comunitarias, que se encontraron en Cusco. Asiste a las mujeres para la denuncia y
seguimiento del caso ante las autoridades de justicia ordinaria, incluyendo la traducción del
quechua.

Presideta de la Defensoría a Comunitaria Kusy Qoyllur en Cusco:


“(…) en favor a nuestras compañeras, a nuestras hermanas, que son mujeres
violentadas en las comunidades, donde no llega autoridades, donde no hay nada.
En esas, más sufren nuestras hermanas, ¿no? Por ese motivo, nosotros nos hemos
comprometido para apoyar. Porque, ellos, casi no encuentran justicia (…).
Por ese motivo, como defensoría comunitaria, nosotros estamos caminando, con mi
compañera Francisca, las dos. Y no le estamos dejando.
(…) No queremos perder una madre más. (…) Pero, no nos apoya nadies.”

, Defensora Comunitaria de Kusy Qoyllur en Cusco:


“No entienden quechua el abogado y psicólogo, no entiende; nuestra compañera
policía hay, pero, tampoco, no entiende. (…) Entonces, junto con ellos, nosotros
caminamos hacia la oficina. (…). Sí, traducimos, acompañamos, hasta alojamiento
le damos. (…). Varios al día vienen, 2 casos, 3 casos, cuando estamos atendiendo;
pero, antes, que no estaba existiendo el Centro de Emergencia y casa de la justicia;
pero, después, ya, un poco calmados, ya, habíamos quedado; ahora, ya, a otra
vuelta, hay a montón.”

Mesas de concertación, seguridad ciudadana y lucha contra la violencia hacia las mujeres

Aun cuando los esfuerzos que se realizan en las mesas de trabajo reflejan las dificultades de
la concertación, se están logrando coordinaciones a favor de los derechos de las mujeres, la
seguridad ciudadana, la justicia y contra la violencia hacia las mujeres en instancias que
colocan la prevención y atención de la violencia de género en el centro de sus
preocupaciones.

Presidenta de la Defensoría Comunitaria Kusy Qoyllur en Cusco:


“debería haber coordinación, los autoridades y los dirigentes y con nosotros,
también. Entonces, ahí, se coordina Rondas campesinas, PNP también, Fiscalía.
Entonces, con eso, ya puede prevenir. (…) ya está una mesa, se ha formado, todas
las autoridades y dirigentes estamos convocando en coordinación con CEM.
Entonces, ojalá que se lleve eso hacia delante.”

Coordinaciones para la creación de una casa-refugio destinada a las mujeres rurales víctimas
de violencia

Las defensoras comunitarias de la Defensoría Comunitaria Kusy Qoyllur en Santo Tomás,


Chumbivilcas, Cusco, han presentado una propuesta al alcalde para crear una casa-refugio
para las mujeres víctimas de violencia. También, por concertación entre autoridades, se está
instalando una casa-refugio con la Comisaría de Santo Tomás. Son coordinaciones que van
dando resultados concretos ante una necesidad grande de las mujeres rurales cuando van
ante la justicia ordinaria a denunciar casos de violencia sufrida.

III. Conclusiones y recomendaciones

Las buenas prácticas en prevención, atención y coordinación nos impulsan a ampliar la


mirada en el abordaje de la violencia hacia una intervención que privilegie lo que las
mismas mujeres consideran buenas prácticas. Desde este punto, encontramos que no es
suficiente un tipo de intervención sino la necesidad de conjugar varias estrategias en donde
el foco de atención sean las mujeres indígenas para impulsar esos cambios en los sistemas
de justicia comunal y en las prácticas culturales de los pueblos. Es decir, las formas de
atención deben ampliar los enfoques de género, hacia un enfoque intercultural desde la
implementación de una perspectiva desde el pluralismo jurídico.

Las fallas en la normatividad oficial son agravadas por y al mismo tiempo ocasionan el
subregistro de los casos de violencia de género en general y la escasez de datos
desagregados por etnicidad más allá de la condición rural o urbana de la víctima en
particular. Esta carencia, combinada con la indiferencia generalizada hacia la importancia
de los derechos humanos de las mujeres, impide que las autoridades prioricen medidas para
la protección de la vida de las mujeres indígenas/ruales con mayores problemas de acceso a
la justicia.

Abordar la violencia de género en el ámbito comunal/rural significa transitar de la atención


de los casos del espacio doméstico al público de las asambleas, esto constituiría un enorme
potencial para combatir la violencia que sufren las mujeres. Respondiendo a las enormes
brechas de inaccesibilidad geográfica, idiomática, cultural, económica y los límites
personales en la autoestima de las mujeres que sufren las mujeres cuando llevan sus casos
al sistema de justicia ordinario.

Los diferentes tipos de violencia involucran la trata laboral y la trata sexual no son
registrados ni abordados por el Estado y escapan a las formas de atención de la violencia de
la justicia comunitaria y ordinaria, y sobre esto habría que poner mayor atención. Como es
el caso de los establecimientos de salud presentes a nivel nacional no están registrando los
casos de violencia que sufren las mujeres, limitando el diseño de políticas públicas por
parte del Estado para la atención y prevención de la violencia, y la derivación (Defensoría
del Pueblos 2012).

Es necesario fortalecer la coordinación de la justicia comunitaria con la justicia ordinaria


según protocolos diferenciados que se construyan a partir de la experiencia práctica de la
derivación que ya se implementa en algunos casos. De esta manera estaríamos
contribuyendo a la implementación del artículo 8 de la Ley de la Justicia de Paz, que
establece que en ámbitos rurales o donde está presente las comunidades nativas o
campesinas la potestad de impartir justicia no es atribución exclusiva del juez de paz y la
necesidad de establecer niveles de coordinación.

Es necesario incorporar la variable etnicidad en instrumentos nacionales como la Encuesta


Demográfica y de Salud Familiar- ENDES para medir como se manifiesta y afecta la
violencia que sufren las mujeres indígenas/rurales. Esto con la finalidad de orientar en la
construcción de políticas públicas concretas por pueblos, medir los aceleradores de
violencia que sufren las mujeres como resultado de los impactos de las actividades
extractivas, que no son medidos ni incorporados en las políticas de prevención de la
violencia hacia mujeres indígenas/rurales.

Consideramos que las investigaciones que se generen como resultado de la implementación


de las acciones del PNCVHM deben continuar identificando a los actores de la justicia
comunitaria y ordinaria, así como, las buenas prácticas que intervienen en la prevención y
atención ya que han demostrado mayor nivel de efectividad.
A los enfoques de género, derechos, se recomienda incorporar el enfoque de
interculturalidad a las investigaciones desde el perfil de los/las investigadores/as, la
participación de las principales actoras a las que está dirigida la investigación en las
diferentes etapas de la investigación.

Incorporar la participación en la formulación e implementación de las políticas públicas a


las mujeres y pueblos indígenas. No se puede seguir diseñando, elaborando y/o
implementando leyes, programas, planes, etc sin la participación de las mujeres y los
pueblos a los que está dirigido. Esta invisibilidad refleja como las mujeres y los pueblos
indígenas son vistos desde el Estado y sobre todo en la construcción de las políticas
públicas como objetos y no sujetos de derechos desde el Estado, hecho evidente cuando
restringe la participación de los pueblos indígenas en el diseño, formulación e
implementación de las políticas públicas. Incorporar el enfoque de interculturalidad para las
mujeres y pueblos indígenas es una ruta de doble sentido donde tanto el Estado y los
pueblos indígenas se retroalimenten en el conocimiento e intercambio de nuestros
respectivas miradas y formas de entender el mundo (Heise y Tubino 1992, Tubino 2002 y
Albo 2004).

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