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EVALUACIÓN PSICOPEDAGÓGICA

AFECTIVA INFANTO JUVENIL


UNIDAD Nº I
Procesos afectivos en la infancia y juventud

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SEMANA 1

Consideraciones previas

Alineación Curricular del Material de Estudio

El contenido que se expone a continuación está ligado a la siguiente unidad de


competencia:

- Identificar las características de los procesos afectivos, considerando el rango etario


infantil o juvenil en la que se encuentre el individuo.

Sobre las fuentes utilizadas en el material


El presente Material de Estudio constituye un ejercicio de recopilación de distintas fuentes,
cuyas referencias bibliográficas estarán debidamente señaladas al final del documento. Este
material, en ningún caso pretende asumir como propia la autoría de las ideas planteadas. La
información que se incorpora tiene como única finalidad el apoyo para el desarrollo de los
contenidos de la unidad correspondiente, respetando los derechos de autor ligados a las ideas e
información seleccionada para los fines específicos de cada asignatura.

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Introducción
¡Bienvenidas y bienvenidos al curso de Evaluación Psicopedagógica Afectiva Infanto
Juvenil!

La presente asignatura busca ser una instancia de revisión de los contenidos relativos al
plano afectivo, en población infanto-juvenil, al tiempo en que nos entrega herramientas
prácticas de abordaje. No solo es necesario conocer a qué nos referimos con esta esfera
emocional, sino, además, saber enfrentar, evaluar e intervenir en esta materia cuando sea
necesario.

A lo largo del curso revisaremos las diversas aristas del plano afectivo, pues, como se
suele mencionar, las emociones no se pueden tratar por separado de elementos como la
inteligencia, porque se entrelazan y se influyen mutuamente; tal como lo grafican, por
ejemplo, la inteligencia emocional, especialmente cuando se le concede mayor
importancia a los componentes cognitivos y a la habilidad para reflexionar sobre las
emociones.

Si resulta complejo vincular este tipo de elementos con otros conocimientos “tradicionales”
en materia educativa solo cabe recordar que este tipo de competencias socioemocionales
suelen ser fieles predictoras del rendimiento académico; estudios como el de Fernández
Berrocal, Extremera y Ramos (2003) sostienen que aquellos alumnos con más
competencias socio-emocionales presentan mayor equilibrio, y que éstas pueden actuar
como moderadora de los efectos de las habilidades cognitivas sobre el rendimiento
académico (citado en Repetto y Pena, 2010: 85)

En conclusión, es evidente que el desarrollo afectivo tiene una estrecha relación con el
aprendizaje y revisar ese vínculo será el principal objetivo de nuestra asignatura.

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Comenzaremos revisando las emociones desde un plano conceptual para pasar
rápidamente a estudiar su desarrollo y cómo van poco a poco presentando en los
individuos. Una vez que tengamos cierta claridad de estos tópicos será hora de revisar los
planos evaluativos que nos permita avizorar la importancia de su intervención a nivel
psicopedagógico.

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Ideas fuerza

• Denominamos emociones a las respuestas que los seres vivos manifiestan a la


hora de enfrentar un determinado acontecimiento; el grado o la intensidad con que
se manifiesta en cada ser vivo, en un determinado periodo, es lo que suele
distinguirla de los sentimientos. Las emociones suelen agruparse de diversa
manera, según cada planteamiento teórico, existiendo emociones instrumentales,
primarias saludables y primarias no saludables, además de emociones secundarios
o reactivas.

• Existe un vínculo entre el ámbito afectivo y el educativo, actuando sobre un eje que
es el aprendizaje. Esa conexión se da desde muy temprano en la vida de las
personas, actuando en la primera infancia como el gran mecanismo comunicativo,
lo que explica el incremento de las voces que apelan a una temprana estimulación
de las habilidades, tanto cognitivas, motrices, sensoriales y, también, las
emocionales.

• Pueden existir una serie de alteraciones a nivel emocional que desencadenen


diversas consecuencias en otras áreas. Una alteración emocional viene a ser un
desajuste en la estructura emocional del individuo que puede repercutir directa y
negativamente en su bienestar personal. Las causas de estas alteraciones pueden
ser biológicas, psicológicas o socioculturales.

• El trabajo investigativo de autores como Daniel Goleman cambió por completo la


manera en que disciplinas, como la psicopedagogía, percibían el aspecto afectivo.
Los estudiantes con mejores habilidades socioemocionales presentan un menor
número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión, mejor autoestima,
mayor satisfacción interpersonal y mayor utilización de estrategias de afrontamiento
activo para solucionar sus problemas

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Índice

¿QUÉ SON LAS EMOCIONES? ......................................................................................... 7


ALTERACIONES EN EL PLANO EMOCIONAL ..............................................................................10
INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN EMOCIONAL ..........................................12

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Desarrollo

¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?

Desde un punto de vista conceptual, puede resultar una tarea titánica el poder definir algo
que, a primeras luces, parece tan voluble y etéreo. Para simplificar tal tarea nos
quedaremos en el plano práctico -físico, si se quiere. Denominamos emociones a las
respuestas que los seres vivos manifiestan a la hora de enfrentar un determinado
acontecimiento; cuando hablamos de respuesta estamos haciendo mención de un amplio
espectro de cambios fisiológicos que predisponen a la actuación (una subida de la
adrenalina o rubor ante un episodio vergonzoso). El grado o la intensidad con que se
manifiesta en cada ser vivo, en un determinado periodo, es lo que suele distinguirla de los
sentimientos.

Otra definición generalmente, utilizada define la emoción como un estado funcional


dinámico complejo de todo el organismo, gatillado por un estímulo externo o interno,
integrado en los sistemas nerviosos central y neuroendocrino, estado que implica
simultáneamente la activación de un grupo particular de órganos efectores, (viscerales,
humorales, neuromuscular) y una experiencia subjetiva (la vivencia o "feeling").

Finalmente, una tercera definición viene del biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana,
para quien las emociones serían disposiciones corporales dinámicas que permiten en
cada momento el surgimiento de distintos dominios de acciones posibles, según la
emoción que esté a la base. Adelantándonos a lo que se tratará más adelante, podemos
sostener que este tipo de enfoque releva el rol de las emociones en materia de educación,
pues las emociones que fundan las acciones de los estudiantes serían determinantes para
el curso que sigue su aprendizaje, al favorecer o limitar acciones de una cierta clase según
sea la emoción que las sustente (Ibañez, Barrientos, Delgado, Figueroa y Geisse, 2004:
294)
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Otra complejidad radica en la multiplicidad de emociones existentes, las que suelen
agruparse de diversa manera, según cada planteamiento teórico. Para Greenberg (2000),
por ejemplo, existirían emociones instrumentales, primarias saludables y primarias no
saludables, además de emociones secundarios o reactivas.

Las primeras de ellas serían aquellas que nos ayudan a diferenciar emociones dentro de
una amplia gama y que instan a actuar por imitación -hago lo que otros suelen hacer, o
como suelen reaccionar ante un hecho de similar naturaleza- pues me ayuda en la
obtención de un propósito consciente. En el caso de las emociones primarias saludables
son, como su nombre lo indica, las primeras reacciones que el individuo suele manifestar,
prácticamente de manera instintiva, lo que las vuelve un mecanismo de sobrevivencia
innato (por ejemplo, un grito ante un peligro o una sorpresa) Pero, también, las hay no
saludables, siendo aquellas que surgen cuando existe un mal funcionamiento del sistema
emocional, lo que, precisamente, puede terminar con perpetuarlas (un llanto incontrolable
por la pérdida, pese al paso del tiempo)

Por otra parte, tenemos las emociones secundarias o reactivas que constituyen un tipo de
emoción en respuesta a un sentimiento o pensamiento más primario. Pueden
manifestarse en el ánimo de ocultar el verdadero sentir, lo que se vuelve común cuando
existen representaciones sociales que nos han dicho por años como se debe o no se debe
actuar.

ANTES DE CONTINUAR CON LA LECTURA…REFLEXIONEMOS

¿Pueden recordar algunas situaciones en las cuales hayan manifestado estas


diversas emociones?

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Ahora bien, más allá del plano estrictamente conceptual, la vinculación del ámbito
emocional o afectivo con el espectro educativo es indivisible y actúa bajo un gran eje que
es el aprendizaje. Esa conexión se da desde muy temprano en la vida de las personas,
actuando en la primera infancia como el gran mecanismo comunicativo, lo que explica el
incremento de las voces que apelan a una temprana estimulación de las habilidades, tanto
cognitivas, motrices, sensoriales y, también, las emocionales. La creencia general es que
las emociones ayudarían a fomentar el aprendizaje por su capacidad de estimulación de
las redes neuronales y el incremento de las conexiones sinápticas; por supuesto que esto
actúa hacia ambos lados del péndulo, pues, al tiempo en que propicia espacios de
reconocimiento, también puede incidir en la frustración y desmotivación cuando existen
problemáticas en el entorno.

Por razones como las mencionadas anteriormente, se hace tan importante atender al
plano emocional y fortalecer las habilidades de este tipo, entendidas como el conjunto de
competencias emocionales que facilitan las relaciones interpersonales. Los más
importantes teóricos del desarrollo evolutivo han consignado en sus planteamientos la
progresión del plano afectivo en la vida del individuo, desde muy temprana edad. Cuando
se es apenas un bebé el recién nacido demuestra emociones con el llanto o con su cuerpo;
increíblemente comienza a aparecer una cierta consciencia en torno a lo que tales
manifestaciones van generando en los demás, lo que lleva a replicar tales acciones,
especialmente si parecen otorgarles alguna retribución; con el tiempo, el llanto da lugar a
una comunicación kinésica, colmada de muecas, gestos y risas.

Las teorías que tratan de explicar cómo los estados emocionales son gatillados van desde
aquellos que creen que las emociones están determinadas por una apreciación cognitiva
de la situación, a aquellas que plantean que las emociones son una consecuencia directa
de la percepción de los cambios corporales. En el ámbito neurológico, la maduración tiene
su inicio con la actividad de la corteza cerebral: tempranamente, los lóbulos frontales y las
estructuras límbicas -ligadas al plano emocional- maduran de manera importante, lo que
permitirá que, prontamente, los bebés comienzan a desarrollar una mayor capacidad para

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regular sus propias emociones y actividades; la comprensión de estas emociones se irá
adquiriendo de manera sistemática durante los años siguientes, hasta los 12 años
aproximadamente. Cabe consignar que el rol que el juego y la actividad lúdica desempeña
en este periodo resulta clave y explica la preponderancia que este tipo de elementos
ostenta hoy en las Bases Curriculares de la Educación Parvularia, siendo clave en
aspectos como la expresión plástica y la motricidad, entre muchas otras áreas.

El sistema límbico, del que hacíamos mención, se encuentra bajo el cerebro y cobijado
por el bulbo raquídeo. Si bien se le suele asociar con el aspecto emocional, remitirlo solo
a ello sería omitir las múltiples interacciones que poseen con otras áreas cerebrales. Sus
estructuras principales son el Hipocampo y la Amígdala. El primero desempeña un rol
clave en la consolidación del aprendizaje y en la conversión de la información almacenada
en la memoria a corto plazo al archivo de largo plazo. La Amígdala, por su parte, cumple
una función emocional al regular las interacciones del individuo con el ambiente.

ALTERACIONES EN EL PLANO EMOCIONAL

La misma importancia en la que hemos enfatizado a la hora de abordar el plano afectivo


nos viene a indicar cuán nefastas pueden ser las consecuencias de posibles alteraciones
a nivel emocional. Una alteración emocional viene a ser un desajuste en la estructura
emocional del individuo que puede repercutir directa y negativamente en su bienestar
personal, ya sea en su conducta funcionales, en la manera en que se relaciona o en lo
que piensa. Estas alteraciones suelen originarse por acontecimientos que resultan
amenazantes o que significan un eventual peligro para el individuo.

Dentro de las más comunes alteraciones emocionales encontramos el estrés -en


cualquiera de sus ámbitos-, la ansiedad o la ira. ¿Por qué llegamos a experimentar este
tipo de alteraciones? Las causas pueden ser de diversa naturaleza, ya sea biológica,
psicológica o sociocultural. Para las primeras rige el aspecto genético, existiendo una

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predisposición a contraer un trastorno de la emoción vía algún familiar o pariente. También
puede generarse como producto de un daño a nivel cerebral, ya sea como consecuencia
de un accidente que el sujeto experimenta o alguna situación de orden médico, generada
en alguna etapa temprana de la vida del individuo. En el caso de las causas de orden
psicológico suelen ser generadas por experiencias traumáticas o conductas adquiridas.

Finalmente, a nivel interpersonal, algunos vínculos con grupos de amigos, familias,


parejas u otros pueden desencadenar la afectación desde el nivel de la convivencia. A
continuación, caracterizaremos los principales tipos de trastorno.

En primer lugar, tenemos trastornos del estado del ánimo, donde durante periodos
prolongados de tiempo se manifiestan emociones de manera excesiva, lo que desemboca
en depresión o manía, ante la exacerbación de la tristeza o la alegría. Si bien todos
manifestamos este tipo de emociones, lo gravitante es el control que tenemos sobre ellas,
lo que en el caso de personas que padecen el trastorno se relativiza o, lisa y llanamente,
se pierde. Estos trastornos se suelen dividir en dos grandes grupos, los bipolares y los
depresivos.

En segundo lugar, tenemos trastornos de la personalidad, que constituyen un grupo de


afecciones psiquiátricas donde la conducta y el comportamiento termina por afectar las
relaciones interpersonales del sujeto.

Finalmente, existen una serie de trastornos de ansiedad, caracterizados por la presencia


de un estado de preocupación y nerviosismo excesivo, lo que suele venir acompañado
con diversos síntomas, entre los que se encuentran la angustia, la taquicardia, una
sensación de ahogo, sudoración, entre muchos otros.

Indistintamente del tipo de malestar que afecta a la persona, es innegable la necesidad de


sopesar esta realidad y otorgar los diversos apoyos necesarios para su abordaje, tanto en
el momento del diagnóstico como de la intervención; es aquí cuando el papel de

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profesionales como el psicopedagogo deben relevarse, en la senda de lo que ha sido el
posicionamiento de la inteligencia emocional y educación emocional en los últimos años.

INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN EMOCIONAL

Pese a todo lo que hemos tratado hasta acá, y a la demostrada importancia del ámbito
afectivo y emocional en la educación, las emociones de los estudiantes no han sido parte
de los factores a considerar para el diseño de estrategias metodológicas y evaluativas;
por el contrario, la cultura escolar en general ha desvalorizado lo emocional por
considerarlo opuesto a lo racional. Esta aparente falta de atención se debería al hecho de
que la investigación en cuestiones afectivas ha buscado factores actitudinales que son
estables y que se pueden medir mediante cuestionarios.

El trabajo investigativo de autores como Daniel Goleman cambió por completo la manera
en que disciplinas, como la psicopedagogía, percibían el aspecto afectivo. La nueva
terminología de Inteligencia Emocional había sido definida a inicios de la década del 90
por Peter Salovey y John Mayer, psicólogos de la Universidad de Yale, pero Goleman la
vino a masificar y conceptualizar como la capacidad para reconocer nuestros propios
sentimientos y los ajenos, lo que implica habilidades tales como el control de los impulsos,
la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad
mental, etc.

Goleman fue solo uno de aquellos pioneros que argumentaron en torno a la necesidad de
desarrollar habilidades y destrezas que le permitan al individuo mantener relaciones
positivas consigo mismo y con los otros, para afrontar de modo efectivo y adaptativo, las
demandas de su entorno social. Estas capacidades son competencias socioemocionales
que hacen referencia a las relaciones que establecemos con nosotros mismos y con
nuestros semejantes, por ejemplo: la capacidad de entender diferentes puntos de vista, la
predisposición a ayudar altruistamente, la tolerancia, la flexibilización de planteamientos,

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la cooperación y el dinamismo grupal. Para el psicólogo y periodista estadounidense, las
competencias socioemocionales se agrupan en cinco dimensiones, a saber:

• Autoconciencia: Referida a la valoración adecuada de uno mismo y a la


autoconfianza.
• Autorregulación: La capacidad de controlar nuestros impulsos y sentimientos
conflictivos.
• Motivación: La capacidad para moverse con una voluntad y orientación clara hacia
la consecución de los objetivos propuestos.
• Empatía: La identificación y comprensión de los sentimientos de los demás.
• Destrezas sociales: Enmarcadas en un manejo efectivo de la comunicación para la
solución de conflictos, la cooperación y el liderazgo (Rojas, Escalante, Bermúdez y
Amaíz, 2017:122)

En esos espacios donde este tipo de elementos no logra afianzarse es donde surgen
problemas para el estudiantado. Las investigaciones convergen en identificar cuatro
problemas del contexto educativo asociados a bajos niveles de IE:

➢ Déficit en los niveles de bienestar y ajuste psicológico del alumnado.

➢ Disminución en la cantidad y calidad de las relaciones interpersonales.

➢ Descenso del rendimiento académico.

➢ Aparición de conductas disruptivas y consumo de sustancias adictivas.

Por el contrario, una serie de estudios anglosajones ha demostrado que los estudiantes
con más inteligencia emocional -lo que se determinada tras una evaluación- presentan un
menor número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión, mejor autoestima,
mayor satisfacción interpersonal y mayor utilización de estrategias de afrontamiento activo
para solucionar sus problemas (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004) Tal como se
consignada en la introducción, estudios recientes muestran una asociación clara entre
aspectos socioemocionales y distintos indicadores académicos, como el rendimiento, el
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dominio de contenidos, la motivación y el compromiso. Es bajo este alero -y por esa
necesidad- donde la educación emocional -o aprendizaje socioemocional- encontró su
nicho, especialmente validada con numerosos estudios que insistían en generar aulas que
favorezcan el desarrollo del conocimiento de sí mismo (Antunes, 2000) Es precisamente
esa una virtud del enfoque: el no focalizar los esfuerzos exclusivamente en el ámbito
individual de desarrollo social y emocional, sino que integrar también el contexto
interpersonal e institucional.

Uno de los elementos que la educación emocional propone apunta a la posibilidad de


inducir estados emocionales por medio de la reproducción de acciones físicas controladas.
El argumento central de estas posturas es que configuraciones respiratorio-posturo-
faciales específicas están asociadas a estados emocionales particulares, formando parte
de un complejo de reacciones fisiológicas que ocurren durante estados emocionales, pero
tienen en común la posibilidad de ser activadas voluntariamente; este conocimiento puede
ayudar a la gente a reconocer, expresar y controlar mejor sus emociones (Bloch y
Lemeignan, 1992)

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Conclusión

El papel que desempeñan las emociones en el ámbito educativo es un aspecto que


comienza a recibir poco a poco su debida atención. Tal como lo han expuesto una serie
de entidades y declaraciones, las implicancias del plano emocional en los diversos
ámbitos de la vida son generalmente desestimadas; el ya célebre “Informe Delors”
(UNESCO, 1996) destacaba, hace más de 25 años, el papel de las emociones y la
necesidad de educar la dimensión emocional del ser humano junto a su dimensión
cognitiva. Lo mismo sucedía con la Declaración de Bolonia (Ministros de Educación de la
Unión Europea, 1999), hito fundamental en la creación del espacio europeo común de
enseñanza superior, donde se destaca la importancia de la educación en términos de
adquisición y la adopción de una nueva metodología orientada al aprendizaje de
competencias, entre ellas las socioemocionales.

Una de las conclusiones generales a la que llegan estos diversos hitos es la constatación
de la efectividad de los programas que desarrollan competencias socioemocionales al
incrementar no sólo el proceso de aprendizaje y el éxito académico de los alumnos, sino
que también favorecer la integración social de los mismos, previniendo otros factores de
riesgo, tales como el absentismo, el abandono escolar y la violencia.

La denominada Inteligencia Emocional parece haberse legitimado en este ámbito en


cuanto se han demostrado una serie de correlaciones entre ésta y el rendimiento
académico; por ejemplo, se concluyó que el manejo del estrés era uno de los predictores
más fuertes del rendimiento académico, aunque también otras dimensiones como la
validación de los sentimientos y del pensamiento, la resolución de problemas, la
autoactualización y el optimismo (Sainz, Bermejo, Ferrándiz, Prieto y Ruiz, 2015: 35)

En ese mismo sentido, el aprendizaje socioemocional parece ser el marco teórico


integrador, que englobará tanto la dimensión individual como contextual del desarrollo

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humano. Podemos inferir entonces que el rol de los educadores en este proceso ostenta
una posición de avanzada, en el sentido en que impactan en el desarrollo socioafectivo
de sus estudiantes.

Como hemos revisado en el presente documento, las emociones son una materia
compleja, difícil de definir e identificar, pero tremendamente relevantes a la hora de
explicar el desempeño de nuestros estudiantes y también el rol que profesionales, como
el psicopedagogo, pueden jugar en esa realización, aunque, como veremos en el material
de estudio de la próxima semana, también la familia cumple un rol gravitante.

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Bibliografía

Antunes, C. (2000). Estimular las Inteligencias Múltiples. Narcea S.A.

Bloch, S. y Lemeignan, M. (1992). Patrones respiratorio -posturo -faciales específicos


relacionados con emociones básicas. Bewegen y Hulpverlening, 1, 31-39.

Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2004). El papel de la inteligencia emocional en el


alumnado: evidencias empíricas. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 6(2), 1-
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Ibáñez, N., Barrientos, F., Delgado, T., Figueroa, A., y Geisse, G. (2004) Las emociones
en el aula y la calidad de la educación. Pensamiento Educativo, 35, 292-310

Repetto, E. y Pena, M. (2010) Las Competencias Socioemocionales como Factor de


Calidad en la Educación. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y
Cambio en Educación, 8 (5), 82-95

Rojas, F. Escalante, D., Bermúdez, L. y Amaíz, C. (2017) Competencias socioemocionales


de los docentes en formación. Acción pedagógica, 26, 120-129

Sainz, M., Bermejo, R., Ferrándiz, C., Prieto, M., y Ruiz, M. (2015) Cómo funcionan las
competencias socioemocionales en los estudiantes de alta habilidad. Ediciones
Universidad de Salamanca Aula, 21, 33-47.

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