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Catherine Malabou
Catherine Malabou
Tres conceptos fundamentales para abordar la obra y que servirán de guía para el
estudio del concepto principal de plasticidad. Son, la propia plasticidad, el ver venir y la
lectura plástica:
1. Plasticidad: El carácter de lo plástico es el exceso del porvenir en el porvenir y
por temporalidad entrar en el exceso del tiempo en la filosofía especulativa. Para
empezar con la plasticidad Malabou propone desde un lenguaje especulativo o
hegeliano una relectura de la antropología de la Enciclopedia de Hegel a partir
del concepto de plasticidad. Es interesante remarcar, como hace Derrida en el
epílogo, que esta parte de la enciclopedia se encuentra en el medio al igual que
la propia noción de plasticidad.
La toma de forma y la aniquilación de toda forma, la emergencia y la explosión,
o lo que es lo mismo, aquello susceptible de dar y recibir forma. Proceso
maleable que implica destrucción de la forma para dar forma, un tipo de forma
plástica. Pregunta, es si destruir la forma para formar una forma plástica pasa
necesariamente por suponer que la forma es plástica y que hay alguna forma de
plasticidad en la propia forma. Y si la destrucción está implicada en la
plasticidad, habría en el propio concepto de plasticidad un polo positivo y
negativo, parece que volveríamos a repetir una lógica dual. Igualmente, en la
conceptualización de la plasticidad y su propia forma de entenderse y
desarrollarse haya hueco para un polo positivo y negativo que no necesariamente
envuelva a la plasticidad en otro concepto más basado en este tipo de lógica.
Jugamos con la ambivalencia de la plasticidad, esto es, con su polo positivo y negativo.
El positivo descrito en su tesis es aquel receptor y donador de forma, aquel en el que la
escritura-plástica debería apoyarse, aunque no sin ignorar en el negativo que a
continuación expondremos.
“La destrucción tiene su cincel de escultor”. En este sentido Malabou reflexiona sobre la
fuerza que puede llegar a tener el polo negativo sobre el positivo porque esta puede
también constituir la condición de la plasticidad positiva. Plasticidad patológica o
destructiva es el nombre que recibe el polo negativo y consiste en la destrucción sin
compensación ni cicatriz en la ruptura sin reencuentro (aporía). Esto es, hacer posible la
aparición o la formación de la alteridad en donde la otra falta absolutamente, el otro
para sí mismo. El problema fuerte metafísico que hay detrás es que la forma cambia y el
ser permanece, esa es la metamorfosis y aquello que va a re-pensar desde el
psicoanálisis y desde la neurociencia. Es pensar una mutación que comprometa tanto a
la forma como al ser, una nueva forma que sea ligeramente una forma de ser. Es el
punto y siempre formo como no presencia, buen guiño derridiano.
Poder de cambio sin redención, sin teleología y sin otra significación de extrañeza. La
plasticidad destructiva debe ser el punto de diálogo entre el psicoanálisis y la
neurobiología, pues aquello que han ignorado ambos y han preferido dejar de lado. Es la
escisión del sujeto para ser él mismo enteramente otro o extraño de sí mismo. Ir más
allá de la metamorfosis porque esta al final, aunque cambie la forma exterior el interior,
si se quiere expresar en estos términos, permanece, o lo que es lo mismo, el ser
permanece. Designa ese poder de modificación de la identidad en proporciones que van
más allá del simple desvío o del desagarro. Combina la divergencia de los movimientos
que los constituyen y el desorden de sus direcciones, radicalizar la deconstrucción de la
subjetividad e imprimir un giro plástico a la propia subjetividad. Contra toda lectura
fundamentalista del sujeto, adiós fenomenología (fenomenología-plástica, imposibilidad
de principio).
Lo posible que intento poner al descubierto -cómo decir no, un no totalmente seco,
incovertible, irreductible; cómo pensar la destrucción sin remisión- podría ser
denominado posibilidad negativa. Dicha posibilidad no es la negación de lo posible y
tampoco se confunde con lo imposible. Dado que no se reduce a la afirmación, la
posibilidad negativa no es la expresión de ninguna falta o déficit. Da testimonio de un
poder o de una aptitud de lo negativo que no se afirma ni se carece, sino que da forma.
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A partir del párrafo anterior juega con el concepto del psicoanálisis de denegación, decir
no cuando se quiere decir sí. No es lo negativo dentro de lo positivo, sino devenir-
contrario a la afirmación, esto es, lo fuertemente contradictorio. La denegación es una
afirmación contraridada, una afirmación al revés, pero también es otra cosa. Este es el
juego para acabar diciendo sobre la denegación que esta es lo contrario a la plasticidad,
porque la denegación es ella misma negación y no destrucción.
El final merece reproducirse al pie de la letra: Quizá la historia del ser no consista más
que en una serie de accidentes que desfiguran peligrosamente el significado de la
esencia, en cada época y sin la esperanza de un retorno.
El libro trata de plantearse las relaciones entre filosofía y anarquismo. Para ello empieza
con preguntarse qué podemos llegar a entender por anarquía, a saber, la combinación
híbrida de la violencia gubernamental y la valoración limitada de la vida. Pero, no es
suficiente, todavía falta por hacer una distinción entre el anarquismo revolucionario y el
anarquismo de mercado, este último es el famoso anarco-capitalismo. El problema es
que el término de anarquía y su inserción en las sociedades capitalistas ha hecho que la
filosofía actúe en este polimorfismo extraño que llevó el término anarquía a un
ultraliberalismo. La pregunta que vehicula el texto es ¿Cuál es el anarquismo de su
anarquía?
Disociación entre anarquía y anarquismo, hay una anarquía de hecho o filosófica y una
anarquía de conciencia o política. Malabou se va a quedar con las éticas de filosófico y
político. El filosófico ha pretendido ser una crítica inapelable de los fenómenos de
dominación, pues esta es el problema del poder ya que esta penetra en todos los ámbitos
de la vida. Este es el foco principal en el que deberemos de indagar a lo largo de libro.
Porque desde Aristóteles mostraremos que la anarquía está desde el principio en el arjé
político, esto es, en la unión de soberanía y gobierno.
Para esto vamos hacer una deconstrucción ligada a la anarquía, desde un plano
ontológico nos centraremos en Schürmann y Derrida, desde un plano ético en Levinas,
desde un plano político en Foucault Rancière y Agamben. La anarquía ontológica,
examina la dominación arqueteleológica que impone al pensamiento la práctica el
esquema derivativo conforme al cual todo procede de un comienzo y se organiza en
función de una final. La segunda, la responsabilidad an-árquica, hace tambalear la
dominación de lo mismo y la subordinación de la alteridad. La tercera emprenda la
crítica anarqueológica de los dispositivos, saca a la luz la anarquía interna del poder y
afirma que la política no tiene arjé y es, en sentido estricto, anarquía.
Reiner Schürmann:
Dilucidar la dimensión anárquica de la propia metafísica. Anarquía ontológica desplazar
el punto de origen para socavar el poder de autoridad. Esto no tiene que ver con el
debate de cuál es la mejor forma de gobierno como en Platón o en Aristóteles. Una
meditación del principio supone un pensamiento de la providencia que no
necesariamente implica un principio. Para él existe un isomorfismo entre la metafísica y
la política, y la ontología y el mundo militar, todo ello englobado bajo la etiqueta de la
economía. La anarquía aparece ante todo como el fenómeno de revista que sufre la
arquitectura al final de una época.
Ante esto nos topamos ante el clásico problema de la fisura, esto es, la diferencia entre
el principio y lo principiado (aquello que enuncia el principio) Ambas cosas a la vez
dice Schürmann, por eso el principio puede estar ni adentro ni afuera de aquello para lo
cual surge como principio. NO hay un principio radical sin impugnación y sin
dominación.
Enmanuel Levinas
Destitución del paradigma anárquico, en tanto, que algo interior a sí mismo, para este
debe de venir de otra parte de ese afuera que es la comunicación ética como exposición
del otro. Hay que hablar de una suerte de responsabilidad anárquica. La anarquía no se
muestra a través de las fisuras del paradigma anárquico porque la posibilidad de la
filosofía desde el principio es la indiferencia al Otro (No es el Otro en el sentido
lacaniano).
Configura su anarquismo a partir de una visión heterónoma de la ética, esto es, desde la
llamada ley del otro. La marca de la autoridad de la responsabilidad y la obediencia con
respecto al orden recibido o el contrato no tiene historia, no comienza, no termina (tal
vez este planteamiento se asemeje bastante al double blind de Derrida)
El dominio aparece como un sinónimo del poder, pues es la différance del poder, el
poder en cuanto se distribuye según sus diversas instancias, sus numerosos
sinónimos, esto es, la fludificacción de la función trascendental del poder, no hay un
centro como tal del poder sino una diseminación de estos a partir de las diferentes
instancias o instituciones en las que se le representa. Entonces, el anarquismo es ir
más allá del más allá, como si algo mesiánico se tratase. Negar el anarquismo es
declararlo innegable, su denegación sería su propia condición de afirmación. Por
eso, la anarquía se inscribe como différance.
Michel Foucault
El anarquismo allí donde se resisten las relaciones de poder. Esto a partir de la
Anarqueología, esta es, la actitud crítica ante que ningún poderoso de suyo sea evidente
e inevitable y ello demostrable a partir de la genealogía. Los dos polos claves para
Foucault son resistencia y transformación. Resistencia, lo primero ante el poder, pues
toda forma de poder supone una resistencia. Transformación, todo por experiencia
metamorfosea la actividad o subjetividad.
Pretende ir más allá de Foucault con una política de la inmanencia (sentido deleuciano)
para lo ingobernable como profanación.
A partir de la profanación como la restitución de la esfera de derecho humano de lago
que se había separado junto a la suspensión de la acción o desactivación de la tensión. Y
la sacralidad, como categoría política anarquista que en sí misma lleva está inscrita.
Ambas no son categorías religiosas sino política. Para esto último, hace toda una
genealogía de lo sagrado como algo maleable e insacrificable por el homo sacer de
Roma, la categoría política que en época romana era perseguida por su estatus político
ya que religión e imperio iba junto.
Distingue entre anarquía clásica y verdadero anarquismo. el primer, está a los efectos y
a la autoridad sagrada, pero no profana su objeto, este último es lo ingobernable.
Agamben quiere ir más allá de la sacralización del sentido a partir de la deflación de lo
simbólico. A partir del significante. A lo político lo determina el régimen lingüístico en
los que el significante se vacía y se reemplaza, frente a eso, marcar la diferencia
irreductible que separa la profanación, como verdadera anarquía que promueve la
desactivación, de la transgresión que promueve el anarquismo clásico.
Genealogía del gobierno a partir del último curso de Foucault, los dispositivos aseguran
el poder enmascarando a la vez su bipolaridad y su fractura con el anarquismo. Oculta la
anarquía que constituye a lo sagrado a partir de tres cuestiones, la gloria, la función de
Jesucristo y el sacrificio de cristo. La gloria pone a trabjar al gobierno porque nada
impide su ruptura con el origen. La función de Jesucristo, imbuye a ciertos símbolos
como símbolos de poder por su fuerza performativa a la hora de representar algo. El
sacrificio de cristo, la inclusión por exclusión de la fractura anárquica entre el poder y
su gobernante. Desde los análisis tradicionales de la anarquía tradición o la anarquia
clásica el registro del uso se deja de lado, un sujeto que realiza su propia acción lo que
en castellano se puede llegar a decir con pasearse, una acción sobre sí mismo así no está
escindido. Esto último es la clave.
Pero a estos análisis Malabou pone una serie de críticas que comienzan por esta
preguntar: ¿Cómo pensar una anarquía sin transgresión?:
1. Crítica a la separación desde verbos que separan.
2. Ambigüedad de la deflación simbólica de lo sagrado y su restitutción política
3. Anarquía de contrato por desactivar es hacer tocarse.
4. Anarquía de la potencia se rehúsa al pasaje del acto.
A estos impedimentos Agamben tiene un argumentso mágico, la zona, esto es, el lugar
sin lugar donde los opuestos desaparecen uno en otro y las divisiones, milagorsamente,
se anulan. Esto no lo demuestra de ninguna manera. Potencial profanador de la
anarquía, pero relegado a la zona sagrada que no logra reducir de ninguna de las
maenra. Al final, pura magia.
Jacques Rancière
Para este autor anarquía y política son sinónimos y lo que va a tratar de demostrar es
esto mismo. La visión anarquista tradicional no puede con la realidad contemporánea, es
necesario radicalizar el anarquismo “no hay potencia que esté autorizada y legitimada
para ejercer el poder”. La policía otro nombre de la política, es la manifestación sensible
de la política. Su amnesia del origen es la represión de la política. La libertad de las
democracias parlamentarias es una igualdad abstracta cobertura de oligarquías. Pero es
necesaria para preservar la anarquía democrática. “La política pone en acción diversos
regímenes discursivos que son ajenos los unos a los otros”.
Repartos de lo sensible. Tener parte, dónde los agravios peuden expresarse es la esfera
política y dónde el hombre entra por su voz, aquí aparece obedecer y mandar.
Asignación de las partes, reparto de lo común a las partes por justicia política lo que
hace falta para que cada uno funcione. El problema es que esto último no se cumple,
porque la policía induce a creer a que todos pueden o tienen que tener su parte. El error
de cálculo, es lo que promueve esta injusticia, pues es la mala repartición y asignación
de las partes.
Conclusiones finales:
“Yo soy anarquista”. Para los filósofos, esta proposición parece marcada para siempre
por la imposibilidad. No se puede ser anarquista. El fenómeno de la anarquía del ser, en
la época de la agonía de los principios, manifiesta su irreductibilidad a toda
determinación óntica: el ser ya no es tal o cual, y ya no puede, en consecuencia, cumplir
su función de agente de transmisión predicativa.
No se puede ser anarquista. La anarquía se revela en realidad más originaria que la
ontología, excede la propia diferencia ontológica, Su decir supera su dicho, desborda
infinitamente la forma proposicional al llevar su responsabilidad de la obligación más
allá de la esencia.
No se puede ser anarquista. Tan pronto como se asocian anarquía y poder, se reconoce
de una u otra manera que el anarquismo participa de la pulsión de dominio.
No se puede ser anarquista. NO es el predicado anarquista el que transforma al sujeto y
lo anarquiza al determinarlo. No. El sujeto debe elaborar ante todo su propia dimensión
anárquica, preparar su propia transformabilidad, constituirse de por sí mismo como
sujeto anárquico ante de serlo y de predicarlo.
No se puede ser anarquista. Este término es un significante tan hinchado por el vacío de
su propio significado que se ha convertido en fetiche, sagrado, preludio a una nueva
idolatría.
No se puede ser anarquista. La negatividad en acción en la política, estructura del
desacuerdo y del error de cálculo originarios, no se deja fijar. Su expresión es escasa,
intermitente, con eclipses. Actúa, pero se posa.
¿De qué manera, entonces, orientarse en esta nueva geografía, cuyo trazado desdibuja
no solo la distinción nítida entre anarquismo de hecho y anarquismo de conciencia, sino
que también revela la topografía rizomática y contrastada del propio ciber-anarquismo?
¿De qué manera orientarse en la indiferencia ontológica de las diferencias?
Cuando resulta a la vez urgente y difícil ver y hacer esas diferencias, distinguir entre
horizontalidad y desregulación, liberación y urbanización, ecología y economía…
Cuando resulta a la vez urgente y difícil asignar lo no gobernable a su lugar en el
momento mismo en que golpea cada vez con más fuerza a la puerta de las conciencias,
los inconscientes y los cuerpos…, se entiende entonces que esas mismas dudas son ya
caminos hacia otras maneras de compartir, actuar y pensar. De ser anarquista. Ya no hay
nada que esperar de arriba.
“Clítoris: ese pequeño secreto hinchado que persiste, resiste, asedia la conciencia y
lástima el talón, es el de un órgano, el único, que solo sirve para el placer, y por lo tanto
para nada. La nada misma, la inmensa nada el todo o nada del goce femenino” p.11
El clítoris desconcierta a las dicotomías, a veces hacia arriba, otras ancho, o a la vez,
nunca se sabe, por ello desconcierta. Se asimiló al pene, Freud. La mujer es un hombre
castrado, los órganos de la mujer están en el interior y los del hombre en el exterior. Una
vez más binomio del adentro y el afuera para constituir un cuerpo. La mujer, además, es
la doblemente castrada, no solo por su ausencia de pene, sino también en la ablación del
clítoris, en su ausencia física. Además, de una posible castración psíquica cuando se
tilda de frígida. Claro está, la doble castración es para la mujer su doble represión.
El clítoris es todavía el órgano del placer borrado. Su historia puede leerse como una de
la tachadura a la existencia. Toca o habalr del clítoris es siempre una experiencia de una
distancia. “La distancia no es solo la diferencia: diferencia entre lo mismo y lo otro o
diferencia consigo mismo. La diferencia incluida sexual no es más que una
circunstancia de la distancia- La distancia fractura la identidad paradójica de la
diferencia, revela la multiplicidad que se cobija en ella” p. 17
La ninfa, porque nunca se goza, es el fantasma erótico por antonomasia. Mujer ideal, no
tiene clítoris. Esta es la primera borradura a analizar. Para Agamben las ninfas son
imágenes que solo llegan a ser tal cuando consuman la relación amorosa para despertar
a la vida y salir a la imagen. La imagen de la ninfa como alegoría o metáfora del clítoris
solamente reproduce a la mujer como objeto sexual del hombre, aquí son bien
conocidos los análisis de Beauvoir sobre la mistificación en la parte del mito del
segundo sexo. Sea como fuere, la idea de ninfa reproduce la objetualización de la mujer
porque solamente tiene su sentido a través del contacto sexual con el hombre o de la
narración y reproducción de la objetualización de la mujer. En pocas palabras, la idea de
la ninfa reproduce la imagen de la mujer como objeto, no hay vuelta de hoja.
Sartre en el ser y la nada señala que la sexualidad no ha sido tratada como parte de la
existencia, esto es, por los análisis del Dasein de Heidegger que queda como asexuado.
Para concluir, tras un largo paso del deseo, que la sexualidad es una estructura necesaria
del ser-para-otro. Para Sartre, “con que la turbación haga nacer la encarnación del Otro:
el deseo es deseo de apropiarse de esa conciencia encarnada. Se prolonga naturalmente
ya no en caricias sino en actos de presión y penetración”. P. 45. Beauvoir vuelve hacerlo
y en vez de hablar de un estudio fenomenológico-existencial de la sexualidad propone
una filosofía de la existencia sexual o una sexualidad vivida para revaluar de manera
exhaustiva la cuestión del cuerpo deseante. Hay incorporación del sexo. “no
deconstruye la binaridad de género, está claro, pero hace de ella un instrumento de
resistencia: resistencia al concepto de otro aún demasiado uniformemente masculino” p.
46. “No se nace mujer, se llega a serlo.” Es una respuesta a Sartre a lo que analiza Sartre
como un hecho sin historia: la anatomía femenina sería abrupta, falta, incompletitud.
Pero no, porque el cuerpo de la mujer se presenta a sí mismo al ritmo de la variación de
sus formas. El paso del tiempo de la sexualidad femenina no sin hechos sin historia,
sino maneras de existir.
Hizo lo inevitable: “deslizarse de manera imperceptible de la sexualidad al erotismo. Y
reconocer en ese movimiento el ligar del gran olvido, el clítoris.” P. 47. Erótica
existencial.
Para Lacan el sexo no es un intercambio, una relación entre dos personas, sino una
función que obedece en su totalidad a la ley del lenguaje. Por eso se extraña con el título
de Beauvoir, y decliná conversar con ella. Abiertamente machista e hijo puta el cabrón.
“En otras palabras, ser hombre o mujer no es del orden de la naturaleza. Varones y niñas
defieren de los cachorros del león, se asemejan por completo en su comportamiento.”
55. “La relación sexual hay que reconstruirla por un discurso. Ahora bien, esa necesidad
del discurso borra precisamente el aspecto relacional del acto sexual por dos razones en
apariencia contradictorias. Por un lado, porque dicha necesidad es la misma para el
hombre y para la mujer. La diferencia sexual se anula en el discurso. Por otro, porque el
hombre y la mujer, aunque sometidos a la misma ley del discurso, no se comprenden
cunado discurre. Entre ellos, en consecuencia, no hay relación.” 55.
Mediante el discurso del propio sexo que está dirigido a otro que no es el otro quien se
hace efectivamente el amor, sino un completo Otro, verdadero objeto del deseo. A quien
no se conoce y a quien se habla, que no se corresponde ni se corresponderá jamás con la
persona físicamente presente. Las categorías de hombre y mujer no sirven porque hay
un significante absoluto Otro que atraviesa su supuesta relación, a saber, la ley del falo.