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En primer lugar me siento muy agradecida con Teor y con Miguel por la invitación a este

conversatorio. Es realmente muy grato y potente poder acercarse detenidamente a la obra


de Sila, regresar a ella y re-conocer la fuerza, la calidad y la capacidad de lo que que
contiene. Sobre todo me provoca intentar pensar con ella o a través de ella.

Me gustaría iniciar con algunas palabras sobre el trabajo de Sila:

Sin duda, cuando hablamos de Sila, hablamos de una artista excepcional, pero para este
conversatorio quiero nombrarla desde otro lugar, desde el lugar de la pensadora crítica. Es
en ese sentido que me interesa acercarme hoy al grabado en la obra de Sila como una
metáfora de su pensamiento. Quiero pensar la metáfora del grabado en Sila como la huella
que deja - mediante su cuerpo - de su pensamiento, a través de las palabras o de las
imágenes.

Intentaré establecer relaciones entre las provocaciones que me genera el trabajo de Sila, y
algunas ideas con las que invoco a otres pensadores cuyas palabras me resuenan en este
contexto extraño del presente.

En esta misma exposición hay una serie de elementos que resaltan y se repiten, que ordenan
conceptualmente el trabajo y construyen un corpus coherente de obras. Estos aparecen tanto
en su práctica visual como en su práctica escritural. Se trata de referencias a conceptos
como repetición, huella (presencia-ausencia), memoria, recuerdo, superposición; conceptos
que están contenidos en la práctica misma del grabado.
Esto me/nos lleva a concluir que su arte no está separado de su pensamiento, sino que lo
enmarca. El grabado no es un medio cualquiera, sino uno que le permite pensar desde otros
lugares, hacer otras cosas con el cuerpo como diría Spinoza. Es como si con el proceso de
grabado surgiera también un proceso particular de pensamiento a partir del ejercicio de
extracción de la matriz y de la importancia que se le otorga al proceso sobre el producto.

Esta idea de la matriz, algo que remite a otra cosa, a otro espacio, a otras ideas, es quizá
uno de los potenciadores de esa forma particular de filosofar con el oficio. “Hay otra forma
de pensar la imagen, de construirla y de desconstruir el proceso técnico para poder controlar la
impresión.” (Extracto de entrevista de Alfonso Peña, 2014).

El grabado me interesa más como una indisciplina, una invitación a romper hábitos, reglas,
convenciones explorando los límites de un oficio. La base del grabado tradicional me sirve como un
insumo para desacralizar, tanto técnica, material como se piensa el grabado que como se hace, en
términos técnicos. Como disciplina, la xilografía vive, conceptual, históricamente. El grabado me
funciona materialmente, pero también como metáfora o base conceptual, pues así mismo, el trabajo
se ha perneado de una necesidad por indagar más allá de la apariencia de las cosas o de la estructura
del lenguaje, en un proceso que ligado a la impronta de esa acción destructora sobre las superficies,
escarba, rompe, destruye la superficie de la matriz lo que por intenciones, es otro punto en común
con la investigación, esta no se contenta con la apariencia, de la realidad en su intento por descubrir
las relaciones y vínculos ocultos en las cosas. De esta necesidad de escarbar la materia en el proceso
de destrucción de matrices, surge también el ejercicio de las transparencias, de las sobreposiciones
o de las obras penetrables o de proceso que dominan los montajes. 

El trabajo de Sila no es entonces sobre el grabado, si no sobre una necesidad de


comunicación, de afirmación vital, de práctica vital que encontró en el grabado una forma
de expresión y además, a partir de esa técnica (o indisciplina) accede a otras imágenes
mentales, a otros procesos de pensamiento, a otras formas de práxis. En la obra de Sila
existe un diálogo constante entre su arte y su vida, su producción y su discurso. Es entonces
una pensadora crítica que trabaja desde la praxis vital, en la que, al igual que en el grabado,
su producción es resultado de sus circunstancias, de su entorno; su arte no está desligado de
su pensamiento, su producción corresponde a sus prácticas, a su cotidiano. Y además la
envuelve y le da coherencia comunicativa, expresiva, etc.

El otro orden conceptual de elementos que observamos, son aquellos que hacen referencia a
la presencia del cuerpo: fragmentos, fluidos, multitudes, gestualidad, materialidad.

Esto quizás se deba a que la noción de matriz en Sila, es expandida, no se reduce a un


soporte, si no que abarca todo su entorno de experiencias. Siendo que la matriz, para Sila,
es una fuente de conocimiento, si a esta se le escarba, se interroga, se rompe; es posible
entender como la mayoría de su trabajo era producto también de ese lugar de reflexión
interna, de búsqueda, de escudriñamiento, de preguntas y reclamos hacia una misma. Si la
matriz en Sila es equivalente a su situación (en el sentido de lugar situado), lo que de ella
extraiga, su producción artística, parte entonces de su singularidad, de su existencia
particular.

“La referencia de lo humano, a partir de las personas que en algún momento me


permitieron trasladar su silueta a una tabla o a una pared, es el punto de partida para la
impresión. Esta referencia está contenida y atrapada, se adapta a las estructuras y estas a su
vez le condicionan y modifican su significado”. (Texto de Sila para la exposición
Intangible, sobre Escaleras blandas)

De nuevo con Spinoza podemos afirmar que hablar de pensamiento es hablar de cuerpo
necesariamente. somos un cuerpo, y la única manera que podemos conocer que le pasa al
cuerpo, es mediante la experiencia. En ese sentido, lo único que se puede pensar, o escribir,
o producir, es lo que se hace bajo el propio cuerpo, desde la propia experiencia.

Obervamos así cuerpos envueltos o que envuelven, cuerpos-fragmento: cabezas, manos;


cuerpos transparentes o traslúcidos.

Esa relación entre los cuerpos y su contexto me recordó algo que leí en una de las cédulas
de la exposición, que el trabajo de Sila es una exploración sobre el cuerpo y el poder.
Retomando esa idea del lugar de enunciación y la práctica situada de Sila, me gustaría
proponer que se trata de una exploración sobre el cuerpo y la vulnerabilidad.

La matriz que utiliza Sila es sobre la experiencia de vida de una mujer que se dedicó a la
práctica del grabado en un contexto centroaméricano. Muchos de los temas que trabajó se
relacionan con la violencia de género y sexualidad; hace referencia a la mirada patriarcal, a
los símbolos de feminidad, a los modelos tradicionales de la masculinidad. Y esto no es
menor. La matriz de Sila es su lugar de enunciación, su perspectiva, su punto de vista
mediado por su lugar de sujeción en un contexto general.

Desde lo visual, se nos propone mirar la piel a través de la herida como acercamiento a esta
idea de vulnerabilidad. Relaciones cuerpo-afectos a través de metáforas con órganos del
cuerpo: corazón / ojo que hacen relación a condiciones afectivas. Referencia metafórica a
llagas, estigmas, heridas.

En el primer conversatorio de esta exposición, Josefina Dobinger, allegada a Sila por lo que
pude interpretar, mencionó la etimología de esta palabra. Vulnerabilidad proviene de las
palabras herida y posibilidad. Es decir, la herida es una posibilidad, pero no solo una
posibilidad recurrente para el cuerpo que es herido, sino una posibilidad universal. La
vulnerabilidad nos recuerda nuestra condición defectible. Lo plantea así Judith Butler en
Precariedad y Resistencia, donde afirma que el cuerpo es definido por su vulnerabilidad, no
es temporalmente afectado por ella.

Partiendo de esa premisa, Johanna Hedva plantea su Teoría de la Mujer Enferma, un


manifiesto sobre como la enfermedad, la discapacidad, la vulnerabilidad, feminizan a las
personas que requieren de cuido. Es también una reivindiación de la vulnerabilidad y un
posicionamiento político del cuido.

Hedva plantea que en Estados Unidos, la idea de salud/bienestar, es una idea vinculada con
blanquitud y riqueza. Que existe un cierto estado de salud que es la norma y en cual
deberían encontrarse la mayoría de las personas (según las hegemonías), por lo que todas
aquellas personas que están ansiosas, deprimidas, neróticas, estresadas, o infelices en
general, son la desviación. Es decir, no existe ese sujeto sano dentro del capitalismo, igual que lo
plantean Guattari y Deleuze.
Cuerpos múltimples, cuerpos rodeados. Cuerpos atravesados, habitados, usurpados.

La bestia 3

“body and mind are sensitive and reactive to regimes of oppression – particularly our current
regime of neoliberal, white-supremacist, imperial-capitalist, cis-hetero-patriarchy. It is that all of
our bodies and minds carry the historical trauma of this, that it is the world itself that is making and
keeping us sick.”

Por lo tanto, esta noción de la Mujer Enferma representa to anyone denied the privileged
existence – or the cruelly optimistic promise of such an existence – of the white, straight, healthy,
neurotypical, upper and middle-class, cis- and able-bodied man who makes his home in a wealthy
country

“Sickness” as we speak of it today is a capitalist construct, as is its perceived binary opposite,


“wellness.” The “well” person is the person well enough to go to work. The “sick” person is the one
who can’t. What is so destructive about conceiving of wellness as the default, as the standard mode
of existence, is that it invents illness as temporary. When being sick is an abhorrence to the norm, it
allows us to conceive of care and support in the same way.

Nietzsche elaboró el concepto de La gran salud, para hablar de la capacidad de


sobreponerse a unas ciertas condiciones, no negando la fragilidad, sino afirmándola. Una
salud frágil mejora la escucha de la vida. La enfermedad es entonces una potencia, es el
motor de un impulse (Eche Homo.)

Deleuze también asume esa tarea de invertir el imaginario y negar a la enfermedad como
una enemiga. La entiende como como algo que agudiza el sentimiento de la vida. (…)
“da una visión de la vida, la vida en toda su potencia, en toda su belleza (…)” y agrega
“Hay que aprovecharla para ser algo más libres (…) Liberarse de cosas de las que uno no
puede liberarse en una vida normal y corriente...”

Es decir, de nuevo, usar la experiencia para pensar de otras formar. Creo que Sila tuvo la
capacidad sensible de utilizar su lugar de enunciación como una provocacion que la
potenciara. Pensar y trabajar a partir de aquello que la colocaba en una situación de
vulnerabilidad, conocer y reconocer los lugares de poder, los dispositivos, las insituciones.
Tanto en su práctica artística como en su condición de portadora de diagnóstico.

La enfermedad como una potencia y como dispositivo político. Como lo muestra en El


poder de la palabra florecer –

The most anti-capitalist protest is to care for another and to care for yourself. To take on the
historically feminized and therefore invisible practice of nursing, nurturing, caring. To take
seriously each other’s vulnerability and fragility and precarity, and to support it, honor it, empower
it. To protect each other, to enact and practice community. A radical kinship, an interdependent
sociality, a politics of care.

relaciones que se establecen entre los cuerpos


Cuido
Cuerpos afectivos

Because, once we are all ill and confined to the bed, sharing our stories of therapies and comforts,
forming support groups, bearing witness to each other’s tales of trauma, prioritizing the care and
love of our sick, pained, expensive, sensitive, fantastic bodies, and there is no one left to go to work,
perhaps then, finally, capitalism will screech to its much-needed, long-overdue, and motherfucking
glorious halt.

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