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INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX, el liberalismo económico de la Revolución Industrial británica se extendió por Europa,
excepto en España. Aquí, la introducción de formas capitalistas provocó desigualdades entre
propietarios y trabajadores, generando tensiones sociales y dando lugar al surgimiento del movimiento
obrero. Este período marcó un momento de conflictos sociales intensos en la historia española del
siglo XIX.
DESARROLLO
1. Las transformaciones agrarias
A lo largo del siglo XIX, los cambios técnicos en la agricultura española fueron lentos, manteniéndose
crisis características del Antiguo Régimen. Las malas cosechas afectaban especialmente a los
sectores humildes, mientras los grandes propietarios se beneficiaban de los altos precios. Aunque
hubo un modesto crecimiento agrícola impulsado por la ampliación de la superficie cultivada,
proteccionismo y crecimiento demográfico, no se acompañó de modernización técnica.
La falta de inversión y mejoras técnicas llevó a sistemas agrícolas tradicionales incapaces de
satisfacer las necesidades de la población. La escasez de capitales, tanto por falta de iniciativa en
grandes explotaciones como por la falta de recursos en las pequeñas, contribuyó al estancamiento de
una agricultura extensiva. A pesar del aumento de la superficie de cultivo, los bajos rendimientos
impidieron el aumento del nivel de vida del campesinado y la creación de un mercado interno para
absorber la producción industrial y promover la modernización económica.
Los cultivos principales seguían siendo trigo, vid y olivo, con medidas como tarifas arancelarias para
proteger la producción nacional de trigo. En el levante, la producción de cítricos experimentó una
capitalización e intensificación con mejoras en el riego y la introducción de fertilizantes, triplicando las
exportaciones.
A) Antecedentes
La mentalidad ilustrada en España criticaba la explotación ineficiente de las tierras vinculadas. Sin
embargo, la desamortización de estas tierras no se consideró seriamente hasta que el Estado necesitó
financiar guerras o afrontar problemas económicos. En 1798, durante el gobierno de Carlos IV, se llevó
a cabo la primera desamortización de bienes de la Iglesia para cubrir las necesidades de la Hacienda
Real. Este proceso incluyó la subasta de bienes de instituciones eclesiásticas como hospicios y casas
de misericordia.
Durante el reinado de José Bonaparte y las Cortes de Cádiz, se realizaron desamortizaciones
adicionales, pero el proceso fue interrumpido en 1814 con el regreso de Fernando VII. Aunque se
intentó reanudar durante el Trienio Liberal, el decreto de Fernando VII contenía los elementos clave de
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las medidas desamortizadoras del siglo XIX, como la subasta de bienes y el pago con títulos de deuda.
Es importante destacar que la desamortización se concibió principalmente como una medida fiscal y
no como una reforma agraria.
CONCLUSIÓN
El doble proceso desamortizador en España tuvo resultados limitados. Pocos campesinos sin tierra
pudieron adquirir propiedades debido a las dificultades de pago. La concentración de la propiedad
agraria persistió, exacerbando la desigualdad. La burguesía compradora replicó modelos de
explotación, sin mejorar la productividad de la tierra.
La privatización de tierras municipales perjudicó a más de tres millones de campesinos, generando
violencia y emigración masiva. Aunque las desamortizaciones aliviaron problemas económicos
estatales, los ingresos fueron menores al valor real de las fincas. Culturalmente, se perdieron tesoros
artísticos con la desaparición de templos y monasterios. En resumen, el proceso dejó un legado
complejo de desigualdades, problemas económicos y pérdida de patrimonio cultural.