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Elena Iglesias Rodriguez 2ºC

TEMA.10- TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DEL S.XIX: LAS


DESAMORTIZACIONES

INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX, el liberalismo económico de la Revolución Industrial británica se extendió por Europa,
excepto en España. Aquí, la introducción de formas capitalistas provocó desigualdades entre
propietarios y trabajadores, generando tensiones sociales y dando lugar al surgimiento del movimiento
obrero. Este período marcó un momento de conflictos sociales intensos en la historia española del
siglo XIX.

DESARROLLO
1. Las transformaciones agrarias
A lo largo del siglo XIX, los cambios técnicos en la agricultura española fueron lentos, manteniéndose
crisis características del Antiguo Régimen. Las malas cosechas afectaban especialmente a los
sectores humildes, mientras los grandes propietarios se beneficiaban de los altos precios. Aunque
hubo un modesto crecimiento agrícola impulsado por la ampliación de la superficie cultivada,
proteccionismo y crecimiento demográfico, no se acompañó de modernización técnica.
La falta de inversión y mejoras técnicas llevó a sistemas agrícolas tradicionales incapaces de
satisfacer las necesidades de la población. La escasez de capitales, tanto por falta de iniciativa en
grandes explotaciones como por la falta de recursos en las pequeñas, contribuyó al estancamiento de
una agricultura extensiva. A pesar del aumento de la superficie de cultivo, los bajos rendimientos
impidieron el aumento del nivel de vida del campesinado y la creación de un mercado interno para
absorber la producción industrial y promover la modernización económica.
Los cultivos principales seguían siendo trigo, vid y olivo, con medidas como tarifas arancelarias para
proteger la producción nacional de trigo. En el levante, la producción de cítricos experimentó una
capitalización e intensificación con mejoras en el riego y la introducción de fertilizantes, triplicando las
exportaciones.

2. La doble desamortización eclesiastica y civil


En España la tierra estaba mal repartida desde la Edad Media. La propiedad de la tierra en el Antiguo
Régimen estaba en manos de la Iglesia (manos muertas), de la nobleza, del Estado o de los
municipios. Estos grandes patrimonios territoriales no podían ser divididos por herencia ni ser donados
o vendidos. Podían o no ser puestos en cultivo, o ser arrendados a los campesinos, según las
necesidades de los dueños. Habitualmente se denunciaba su explotación como poco racional, lo que
impedía obtener el mejor rendimiento. El establecimiento de una economía capitalista era incompatible
con el mantenimiento de los elementos que obstaculizan el intercambio de bienes.

A) Antecedentes
La mentalidad ilustrada en España criticaba la explotación ineficiente de las tierras vinculadas. Sin
embargo, la desamortización de estas tierras no se consideró seriamente hasta que el Estado necesitó
financiar guerras o afrontar problemas económicos. En 1798, durante el gobierno de Carlos IV, se llevó
a cabo la primera desamortización de bienes de la Iglesia para cubrir las necesidades de la Hacienda
Real. Este proceso incluyó la subasta de bienes de instituciones eclesiásticas como hospicios y casas
de misericordia.
Durante el reinado de José Bonaparte y las Cortes de Cádiz, se realizaron desamortizaciones
adicionales, pero el proceso fue interrumpido en 1814 con el regreso de Fernando VII. Aunque se
intentó reanudar durante el Trienio Liberal, el decreto de Fernando VII contenía los elementos clave de
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las medidas desamortizadoras del siglo XIX, como la subasta de bienes y el pago con títulos de deuda.
Es importante destacar que la desamortización se concibió principalmente como una medida fiscal y
no como una reforma agraria.

B) Las desamortizaciones de Mendizábal y Espartero


Durante las regencias de María Cristina y Espartero, se impulsó la desamortización, centrada en
confiscar los bienes del clero regular y luego del clero secular. La figura clave fue Juan Álvarez de
Mendizábal, quien, por necesidades económicas durante la Primera Guerra Carlista, llevó a cabo la
primera desamortización entre 1836 y 1837.
Mendizábal buscaba ampliar la base social del régimen liberal, pero la realidad mostró que nobles y
burgueses fueron los principales beneficiarios al adquirir tierras en subastas. Aunque los beneficios
para la Hacienda fueron limitados, contribuyeron a enfrentar la Deuda Pública y financiar la guerra.
La Iglesia perdió su financiamiento principal, convirtiéndose en enemiga del régimen. Los conventos y
monasterios fueron saqueados. Espartero completó el proceso desamortizador en 1840-1843,
afectando propiedades urbanas y tierras del clero secular, pero su caída en 1843 paralizó el proceso.
La burguesía y la nobleza se beneficiaron, mientras que los campesinos del sur perdieron la
oportunidad de acceder a la propiedad de la tierra.

C) La desamortización de Madoz (1855)


La Ley Madoz, de 1855, fue una continuación de la obra desamortizadora de Mendizábal. Su objetivo
era completar la venta de bienes del clero interrumpida por los moderados y autorizar la subasta de
propiedades municipales y baldíos. Los ingresos de estas ventas se destinaban a amortizar la deuda
estatal, equilibrar el presupuesto y financiar obras públicas, especialmente el ferrocarril.
Aunque la Ley Madoz generó numerosas ventas durante los catorce meses que estuvo vigente,
encontró resistencia por parte del partido moderado. Las consecuencias fueron graves para los
municipios, que dependían en gran medida de estos bienes para sus recursos, y para muchos
campesinos que perdieron arrendamientos y acceso a tierras para diversas actividades, llevándolos al
empobrecimiento y la emigración a las ciudades. Los beneficiados fueron aquellos que participaron en
las subastas y adquirieron propiedades a expensas de la comunidad y los campesinos afectados.

CONCLUSIÓN
El doble proceso desamortizador en España tuvo resultados limitados. Pocos campesinos sin tierra
pudieron adquirir propiedades debido a las dificultades de pago. La concentración de la propiedad
agraria persistió, exacerbando la desigualdad. La burguesía compradora replicó modelos de
explotación, sin mejorar la productividad de la tierra.
La privatización de tierras municipales perjudicó a más de tres millones de campesinos, generando
violencia y emigración masiva. Aunque las desamortizaciones aliviaron problemas económicos
estatales, los ingresos fueron menores al valor real de las fincas. Culturalmente, se perdieron tesoros
artísticos con la desaparición de templos y monasterios. En resumen, el proceso dejó un legado
complejo de desigualdades, problemas económicos y pérdida de patrimonio cultural.

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