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Estándar 79.

Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas

Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) ideó el sistema de la Restauración, modelo político vigente en
España desde el restablecimiento de la monarquía borbónica constitucional (1874) hasta el alzamiento de Primo
de Rivera (1923). Pretendía así dar a España un sistema político estable, que evitase el pronunciamiento militar.
Para ello, trabajó por el restablecimiento de la dinastía Borbón, en la persona de Alfonso XII; elevó al Rey a jefe
del Ejército, para contener el golpismo militar; y planteó un sistema de gobierno basado en la alternancia entre
dos partidos: Conservador, liderado por el propio Cánovas; y Liberal, dirigido por Sagasta. De este modo,
quedaron desplazados los moderados y progresistas, y republicanos y carlistas, que se habían disputado el
gobierno bajo Isabel II (1833-1868).

Este sistema se asentó en la Constitución de 1876, llamada Canovista. La carta magna tomaba del modelo
británico la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. Además de la jefatura del Ejército, reconocía amplias
competencias a la Corona («prerrogativa regia»). Así, al Rey correspondía el nombramiento y cese de los
ministros, la suspensión y disolución de las Cámaras, así como la sanción y promulgación de las leyes. En
consecuencia, el monarca podía disolver un gobierno y sustituirlo por otro, de modo que no era necesario el
triunfo electoral para acceder al poder. A la muerte de Alfonso XII, los líderes del partido Conservador y Liberal
llegaron al Pacto de El Pardo (1885), por el que se comprometían a mantener el turno pacífico durante la Regencia
de María Cristina de Habsburgo-Lorena (1885-1902).

Además, la estabilidad del sistema bipartidista se basaba en el fraude electoral. Para garantizar una
mayoría parlamentaria al partido gobernante, se recurría a la manipulación de las elecciones desde las propias
instituciones. El ministro de la Gobernación elaboraba el encasillado, es decir, las listas de candidatos que debían
ser elegidos en cada provincia. Las redes del gobierno alcanzaban el ámbito local y rural por medio de los
caciques, que conseguían votos a cambio de favores. Así pues, el sistema estaba basado en la corrupción de las
autoridades, lo que provocaba una alta abstención. Así, durante toda la época de la Restauración, nunca perdió
las elecciones el mismo partido que las convocó.

En conclusión, el sistema de la Restauración consiguió la estabilidad política mediante un método


fraudulento. Además, supuso una regresión respecto a la legislación del Sexenio Democrático (1868-1874), ya que
Cánovas impuso una Constitución que reforzó el poder de la Corona y retomó la confesionalidad católica del
Estado; y volvió al sufragio censitario (1878) durante unos años. Pese a todas sus lacras, este sistema evitó el
monopolio del poder por un partido hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923-1930).
Personajes y conceptos que debemos conocer:

1) Alfonso XII, rey de España (1874-1885): hijo de Isabel II, nacido en 1857, fue proclamado rey de España
a los diecisiete años, con el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (1874), inaugurando la
época de la Restauración Borbónica. Su reinado fue efímero, pues murió muy joven, días antes de cumplir
veintiocho años. No obstante, en 1886 tuvo un hijo póstumo, que sería rey de España: Alfonso XIII (1902-1931).

2) Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897): ideólogo del sistema de la Restauración. Rechazó la
Revolución Gloriosa (1868), que derrocó a Isabel II; encabezó el partido alfonsino y logró la Restauración borbónica
tras la Primera República (1874). Redactó la Constitución de 1876, que por ello se conoce como canovista, base
legal del sistema de la Restauración. En esta época, lideró el Partido Conservador hasta su muerte.

3) Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903): Perteneciente al Partido Progresista, conspiró contra Isabel II,
por lo que se exilió y participó junto a Prim en la Revolución Gloriosa (1868). Durante la Restauración, lideró el
Partido Liberal hasta su muerte. Entre sus decisiones más destacadas está la aprobación de la ley del sufragio
universal (1890).

4) Constitución de 1876

5) Prerrogativa regia: conjunto de atribuciones constitucionales del Rey de España en el sistema de la


Restauración, que le permitían jugar un importante papel en la gobernación del Reino. Estas atribuciones,
recogidas en la Constitución de 1876, son las siguientes: nombramiento y cese de los ministros (art. 54.9);
suspensión y disolución de las Cámaras (art. 32); sanción y promulgación de las leyes (art. 51).

6) Partido Conservador: es uno de los dos partidos que estuvieron turnándose en el Gobierno durante el
sistema de la Restauración. Estuvo en un principio liderado por Cánovas.

7) Partido Liberal: es uno de los dos partidos que estuvieron turnándose en el Gobierno durante el sistema
de la Restauración.

8) Turno de partidos: Alternancia pacífica de dos partidos en el gobierno que se dio en el sistema de la
Restauración (1874-1923): Partido Conservador y Partido Liberal. Inicialmente, estuvieron liderados por Cánovas
y Sagasta, respectivamente. Este sistema bipartidista se apoyaba en el Rey y en el fraude electoral. El Rey
nombraba a los ministros y podía disolver las cámaras; y el partido en el gobierno convocaba las elecciones y las
manipulaba gracias al centralismo, la oligarquía y el caciquismo.

9) Pacto de El Pardo (1885): acuerdo alcanzado por Cánovas y Sagasta en la víspera de la muerte de
Alfonso XII, consistente en un compromiso para mantener el sistema de la Restauración durante el período de
Regencia que previsiblemente iba a abrirse, ya que el rey estaba a punto de morir.
Estándar 83. Resume el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el regionalismo
gallego

1.-¿A qué movimientos hacen referencia los anteriores textos?

Estos textos hacen referencia al nacionalismo catalán y vasco, respectivamente. El primero es de Prat de
la Riba (1870-1917), teórico del nacionalismo catalán; y el segundo es de Sabino Arana (1865-1903), ideólogo del
nacionalismo vasco.

2.-¿En qué contexto surgen?

El nacionalismo surgió en la Europa del siglo XIX como movimiento que exaltaba la lengua y cultura de los
pueblos. Pronto se convirtió en un movimiento político, reivindicando un Estado propio para aquellos pueblos que
se hallaban desunidos.

En la misma centuria, en España surgieron movimientos culturales como la Renaixença, en Cataluña, y el


Rexurdimento, en Galicia, que impulsaron el uso de las lenguas autóctonas. A nivel político, aparecieron
movimientos regionalistas y nacionalistas que se oponían al centralismo canovista. El fenómeno creció en las
últimas décadas del siglo XIX y estuvo muy relacionado con el desarrollo industrial.

Por una parte, la revolución siderúrgica vasca propició la llegada de numerosos trabajadores en busca de
empleo. Por otra, la industria textil catalana se beneficiaba del comercio con las Antillas. Sin embargo, cuando
España perdió Cuba y Puerto Rico (1898), la burguesía catalana perdió a su vez este mercado. A partir de entonces,
ante la crisis nacional de España, crecieron los nacionalismos periféricos.

3.-¿Qué similitudes y diferencias existen entre ellos?

Los nacionalismos catalán y vasco se asemejan en algunos aspectos. Ambos derivan de movimientos
regionalistas conservadores, preocupados por la recuperación y supervivencia de los particularismos culturales.
Además, sus líderes fundaron partidos políticos: la Lliga regionalista catalana (1901), por Prat de la Riba, entre
otros; y el Partido Nacionalista Vasco (1895), por Arana. No obstante, sus objetivos fueron rechazados por los
gobiernos de la Restauración. Los catalanistas, que deseaban un autogobierno con arreglo a las Bases de Manresa
(1892), solo consiguieron la Mancomunidad catalana (1914-1925), que tenía competencias administrativas, pero
no políticas. En cuanto al nacionalismo vasco, Arana propuso un régimen de autonomía dentro del Estado español,
sin éxito.

Por otra parte, estos nacionalismos presentan notables diferencias. En primer lugar, en cuanto a su origen.
El catalán tiene su base en la Reinaixença, que propició la recuperación de la lengua catalana. En cambio, el vasco
deriva del rechazo a la población llegada para trabajar en las minas de Vizcaya en torno a 1880. Arana, que
consideraba esta migración una amenaza para la identidad vasca, dio entonces el paso del carlismo al
nacionalismo (1882). Idealiza el pasado, sugiriendo que Vizcaya fue un Estado-nación “libre e independiente”, y
reivindica sus fueros históricos, derogados tras la Tercera Guerra Carlista (1876). Así, frente al nacionalismo
burgués de Cataluña, el vasco se perfila como antiliberal, tradicionalista y católico.

En segundo lugar, tienen reivindicaciones políticas distintas y contraria visión de los españoles. Mientras
Prat de la Riba rechaza el separatismo y propone vivir con ellos en “unión fraternal”, Arana reclama la
independencia de Vizcaya con manifiesta xenofobia, pues declara que la española es “la raza más vil”; considera
que los nuevos vecinos son “extranjeros”, y los califica de “maketos”, término despectivo en alusión al trabajador
venido de fuera, que quiere decir “intruso”. No obstante, más tarde mitigó sus planteamientos, renunciando a la
independencia en pro de un autogobierno. En cualquier caso, ni el nacionalismo vasco ni el catalán consiguieron
estatutos de autonomía hasta la Segunda República.
Personajes y conceptos que debemos conocer:

1) Centralismo: modo de organización del Estado en que las decisiones políticas se toman desde las
instituciones principales, que se ubican en la capital. En consecuencia, las regiones no tienen posibilidad de acción
política. En España, durante el sistema de la Restauración (1874-1923) se impuso el centralismo canovista,
amparado en la Constitución de 1876.

2) Renaixença: movimiento cultural que surgió en Cataluña en el siglo XIX, que propugnaba la
recuperación de la lengua catalana y su uso en la literatura. Este movimiento influyó en el surgimiento del
nacionalismo político a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Jacinto Verdaguer fue uno de sus máximos
representantes.

3) Rexurdimento: movimiento cultural que surgió en Galicia en el siglo XIX, que propugnaba la
recuperación de la lengua gallega y su uso en la literatura. Rosalía de Castro está entre sus máximos exponentes.

4) Lliga Regionalista (1901): Partido político de ideología catalanista fundado por Enric Prat de la Riba y
Francesc Cambó, entre otros, que consiguió representación en el Congreso en las elecciones a Cortes de 1901. Así,
irrumpió la cuestión catalana en la política española.

5) Partido Nacionalista Vasco (1895): Partido político de ideología nacionalista fundado por Sabino Arana,
que se había vuelto nacionalista tras abandonar el carlismo en 1882, para reivindicar la independencia de Vizcaya
de España.

6) Enric Prat de la Riba (1870-1917): teórico del nacionalismo catalán, fue uno de los fundadores de la
Lliga Regionalista y luego presidente de la Mancomunidad Catalana (1914-1917).

7) Sabino Arana (1865-1903): ideólogo del nacionalismo vasco. En reacción a la migración a Vizcaya de
personas de otras regiones de España para trabajar en la industria siderúrgica, abandonó el carlismo en 1882 y se
volvió nacionalista, reivindicando la independencia de Vizcaya de España, y luego de todas las provincias vascas.
Con tales reivindicaciones, fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV, 1895). En sus últimos años, planteó un
proyecto de autonomía vasca dentro de España, que no salió adelante.

8) Mancomunidad Catalana (1914-1925): organismo que agrupaba a las cuatro provincias catalanas
(Gerona, Lérida, Barcelona y Tarragona), presidido en un principio por Prat de la Riba, y que solo tenía autoridad a
nivel administrativo. Aunque representaba a toda Cataluña, carecía de funciones de autogobierno, pues el Estado
no delegó competencias en ella. La Mancomunidad fue disuelta en 1925 por el general Primo de Rivera.
Estándar 84. Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino español,
así como su evolución durante el último cuarto del siglo XIX

El movimiento obrero surgió en la Europa del siglo XIX a tenor del desarrollo industrial, que supuso la
concentración de los trabajadores en fábricas y zonas mineras, con duras condiciones laborales y bajos salarios. En
España, este desarrollo se dio principalmente en Cataluña, País Vasco, Asturias y Andalucía. Por su parte, el
campesinado se proletarizó tras las desamortizaciones de Mendizábal (1836-1837) y Madoz (1855), al convertirse
en asalariado de los nuevos propietarios de la tierra. En consecuencia, obreros y campesinos asumieron conciencia
de clase y se movilizaron.

Al final del reinado de Isabel II, la crisis financiera de 1866 y las malas cosechas de 1867 provocaron una
conflictividad social que coincidió con la Revolución Gloriosa. Es ahora cuando el movimiento obrero comienza a
organizarse en España. En la década de 1860, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) se dividía en dos
corrientes: la marxista (socialista) y la bakuninista (anarquista). Fue esta última la predominante en España,
desde que el anarquista Fanelli fundó la Federación Regional Española de la AIT (FRE-AIT, 1870), y luego con la
Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE, 1881). En cambio, la corriente marxista, dominante a
nivel internacional, tuvo una implantación más tardía. Su desarrollo está vinculado a Pablo Iglesias, fundador del
Partido Socialista Obrero Español (PSOE, 1879) y la Unión General de Trabajadores (UGT, 1888). Ambos fueron los
brazos político y sindical del socialismo español.

Las organizaciones socialistas y anarquistas plantearon distintas estrategias para conseguir su objetivo: la
emancipación de la clase obrera. La socialista apostó por la vía parlamentaria para conseguir mejoras (salarios,
jornada laboral…), participando en las elecciones desde que Sagasta aprobó el sufragio universal masculino
(1890). Sin embargo, el PSOE no consiguió un diputado en el Congreso hasta 1910, cuando ganó el escaño el
propio Iglesias. Hasta entonces, su actuación se limitó al ámbito municipal.

En cambio, la corriente anarquista utilizó la huelga como instrumento de presión, especialmente desde el
Primero de Mayo de 1890. Además, una de sus vertientes optó por la acción terrorista, sobre todo en Cataluña, a
partir del atentado contra el general Martínez Campos (1893). Ello provocó la represión del gobierno, seguida de
nuevos atentados y del asesinato de Cánovas (1897). Asimismo, hubo movilizaciones violentas en el campo,
sobre todo en Andalucía, tierra de latifundios. Posteriormente, la corriente evolucionó al anarcosindicalismo, con
la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, 1910).
Personajes y conceptos que debemos conocer:

1) Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT): fue una organización internacional que reunía a
asociaciones obreras, promovida por Marx y Bakunin, que pretendía agrupar a todos los trabajadores de Europa
difundiendo entre ellos la conciencia de clase y promoviendo la lucha por mejoras salariales y laborales. Esta
asociación se dividió en dos tendencias, marxista (socialista) y bakuninista (anarquista), preponderantes en Europa
y la España del siglo XIX respectivamente.

2) Anarquismo / Bakunin: doctrina política que postula el rechazo a la existencia de un gobierno y a


cualquier otra forma de autoridad, pues entiende que coarta la naturaleza humana armoniosa. Inspirada
ideológicamente por Proudhon, fue desarrollada por Bakunin. De ella surgieron numerosas tendencias.

3) Federación Regional Española de la AIT / Fanelli: fue la primera organización española vinculada a la
Asamblea Internacional de Trabajadores (1864), creada en España en 1870 por el anarquista italiano Fanelli,
representante de la AIT. Desde 1874 sufrió la represión del gobierno, siendo disuelta en 1881.

4) Anarcosindicalismo / CNT: vertiente del anarquismo, consistente en organizar la acción mediante


sindicatos y dar la lucha en el terreno laboral (fábricas), rechazando la vía parlamentaria y utilizando la huelga. En
España, tomó cuerpo con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundada en 1910. Más tarde, la
Federación Anarquista Ibérica (FAI, 1927), trató de radicalizar el movimiento anarconsindicalista y anarquista en
general.

5) Socialismo / Marx: doctrina política, económica y filosófica que postula la socialización de la riqueza
entre el proletariado, es decir, hacer que pertenezca a la colectividad. Para ello, el proletariado debe conseguir
dominar los medios de producción y así emanciparse de la burguesía, que controla el fruto de su trabajo. Esta
doctrina fue formulada por Karl Marx en obras como El Manifiesto Comunista (1848) y El Capital (1867)

6) PSOE / UGT / Pablo Iglesias: Partido Socialista Obrero Español (PSOE, 1879) y Unión General de
Trabajadores (UGT, 1888), son los brazos político y sindical del socialismo español. Ambos fueron fundados por
Pablo Iglesias, primer socialista que consiguió acceder al Congreso de los Diputados (1910).
Estándar 89. Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos económico,
político e ideológico

En 1895, el Grito de Baire dio inicio a la tercera guerra de emancipación cubana. A esta insurrección,
promovida por José Martí, se sumó la de José Rizal en Filipinas (1896). Apenas terminados estos conflictos,
Estados Unidos declaró la guerra a España, a la que derrotó (1898). En el Tratado de París, tuvo que reconocer la
independencia de

Cuba y ceder Puerto Rico, Filipinas y Guam a los Estados Unidos. Poco después, España vendió a Alemania
las islas Carolinas, Marianas y Palaos (1899). Todo ello supuso la pérdida de las últimas colonias ultramarinas, lo
que tuvo distintas consecuencias.

En el ámbito económico, se tradujo en la pérdida del mercado colonial. La industria textil catalana fue la
principal perjudicada, pues su producción se vendía allí gracias al proteccionismo de los gobiernos conservadores
(arancel de Cánovas, 1891; Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas, 1882), y también adquiría materias
primas. Sin embargo, esto no provocó una recesión económica en España. Al contrario, comenzó un período de
crecimiento, gracias a la repatriación de capitales, que fomentó el desarrollo industrial y el saneamiento de la
Hacienda nacional.

En el ámbito político e ideológico, hubo diversas consecuencias. Por una parte, creció un fuerte
sentimiento antimilitarista en la sociedad española. Ello se debe a que en la guerra habían luchado personas de
origen humilde, que no podían eludir el reclutamiento por no poder pagar la tasa correspondiente al Estado. Esta
injusticia social contribuyó también al crecimiento del movimiento obrero y del republicanismo.

Por otra parte, políticos e intelectuales concibieron la derrota militar como un desastre nacional. Así,
aunque el sistema de la Restauración continuó su normal funcionamiento (“turno de partidos”), hubo muchos
críticos que impulsaron el Regeneracionismo, consistente en democratizar desde arriba el sistema mediante

reformas que acabasen con la oligarquía y el caciquismo. A ello contribuyeron tanto Silvela y Maura,
líderes del Partido Conservador tras el asesinato de Cánovas (1897), como Canalejas, sustituto de Sagasta en el
Partido Liberal (1903), con efectos a medio y largo plazo. Sin embargo, no pudieron contener el auge de los
nacionalismos periféricos, que reclamaban la descentralización del Estado y la concesión de autonomía. Prueba
de ello fue el triunfo electoral de la Lliga Regionalista de Cataluña en 1901, dirigida por Prat de la Riba y Cambó. De
este modo, irrumpía la cuestión catalana en la política española.

Por último, la crisis finisecular dio lugar a la Generación del 98, un movimiento literario representado por
autores como Unamuno, Valle-Inclán, Baroja, Azorín, Maeztu y Machado. Todos ellos compartían la idea pesimista
del desastre nacional y la necesidad de regenerar España, al igual que otras figuras destacadas de la política y la
ciencia (Joaquín Costa, Ramón y Cajal). Esta generación contribuyó así al florecimiento
artístico y cultural de inicios del siglo XX, la llamada Edad de Plata de la cultura española, que terminó con
el estallido de la guerra civil (1936).

Personajes y conceptos que debemos conocer:

1) Grito de Baire (1895): insurrección provocada por José Martí, que dio lugar a la tercera guerra de
emancipación cubana. Para hacer frente al conflicto, el gobierno de Cánovas envió a la isla al reputado general
Martínez Campos), que fue relevado por el general Valeriano Weyler. Tras el asesinato de Cánovas (1897), el
gobierno de Sagasta concedió un autogobierno a la isla. España finalmente perdió Cuba tras la guerra
hispano-estadounidense (1898).

2) Guerra hispano-estadounidense (1898): fue un breve conflicto que enfrentó a España contra Estados
Unidos, que le declaró la guerra tomando como pretexto la explosión y hundimiento del Maine (1898, febrero,
15). Sus escenarios fueron Cuba y Filipinas, donde España salió derrotada en las batallas de Cavite y la Bahía de
Santiago de Cuba, respectivamente.

3) Tratado de París (1898): Acuerdo que puso fin a la guerra hispano estadounidense, por el cual España
tuvo que reconocer la independencia de Cuba y ceder a Estados Unidos Puerto Rico, Filipinas y Guam.

4) Cuestión catalana: Se denomina así a la pugna del nacionalismo catalán con el Estado español, que
comenzó a fines del siglo XIX y ganó impulso tras la pérdida de Cuba y Puerto Rico (1898), que supuso la pérdida
del mercado colonial para la burguesía catalana.

5) Regeneracionismo: movimiento intelectual y político impulsado por Joaquín Costa, tras el llamado
desastre del 98. Consistía en promover reformas políticas desde dentro del gobierno (democratizar desde arriba),
que acabasen con la oligarquía y el caciquismo, defectos del sistema de la Restauración.

6) Generación del 98: movimiento literario representado por autores como Unamuno, Valle-Inclán,
Baroja, Azorín, Maeztu y Machado. Compartían la idea pesimista del desastre nacional, tras la pérdida de las
últimas colonias en un momento en que las otras potencias se estaban consolidando. Con esta generación se inicia
el florecimiento artístico y cultural de inicios del siglo XX, conocido como Edad de Plata.
Estándar 94. Describe la evolución de la industria textil catalana, la siderurgia y la minería a lo largo del
siglo XIX

La España del siglo XIX era predominantemente agraria. No obstante, fue en esta centuria cuando
comenzó a industrializarse, especialmente en los sectores textil y siderúrgico; pero con una fuerte
regionalización, pues el proceso se limitó a zonas muy concretas: Cataluña, Andalucía, Asturias y País Vasco.

En Cataluña, la industria textil algodonera se modernizó en torno a 1830, cuando se introdujo la máquina
de vapor. Sin embargo, ésta requería de carbón, cuyo elevado coste encarecía el precio de los tejidos. Como
solución, hacia 1860 se construyeron colonias industriales junto a los ríos Ter y Llobregat, de los que se obtenía la
energía hidráulica necesaria para accionar las turbinas. Entre ellas, destacan la colonia Sedó y la colonia Vidal, en
la provincia de Barcelona. La producción se destinaba al mercado español, gracias al proteccionismo de los
gobiernos, que le garantizaron el mercado colonial en las Antillas hasta la pérdida de Cuba y Puerto Rico (1898).

Por otra parte, la industria siderúrgica conoció un gran desarrollo. Tres regiones se sucedieron en el
predominio del sector: Andalucía, Asturias y País Vasco. En torno a 1830, se instalaron los primeros altos hornos
en Marbella y Málaga, que consumían el carbón vegetal de la serranía de Ronda. Así, los propietarios de El Ángel
y La Concepción hicieron de Andalucía cabeza de la siderurgia española (1833-1861). No obstante, declinó en
apenas tres décadas, dada la falta de carbón vegetal, cediendo ante Asturias, que obtenía hierro con carbón
mineral. Las fábricas de Mieres (1848) y La Felguera (1859) fueron sus principales centros. Sin embargo, su acceso
al mercado español chocaba con las deficiencias del transporte, pese a los avances del ferrocarril. Por ello, perdió
el liderazgo en 1882, ante el empuje vasco, cuyas fábricas se concentraban en la ría del Nervión, zona óptima para
la recepción de materias primas (proximidad a las minas de Somorrostro) y el transporte (accesibilidad a la
navegación). Ello permitía exportar hierro a Gran Bretaña e importar de allí carbón, lo que propició la creación de
empresas de construcción naval (Astilleros del Nervión, 1888; Euskalduna, 1900). Estos intercambios comenzaron
en 1876, y posibilitaron la rápida industrialización de Vizcaya. A ella siguió un proceso de concentración
empresarial que culminó en 1902, con la fundación de Altos Hornos de Vizcaya (fusión de La Vizcaya, Altos
Hornos de Bilbao y La Iberia).

Junto a la siderurgia se desarrolló también la minería. España tenía yacimientos ricos en plomo (Jaén), cobre
(Riotinto), mercurio (Almadén) y hierro (Vizcaya). La Ley de Minas de 1869 permitió su explotación a gran escala, pues
liberalizó el subsuelo. Para sanear la deuda nacional, se hicieron numerosas concesiones a compañías extranjeras, que
invirtieron en la construcción de infraestructuras para la extracción y transporte del mineral. En consecuencia, la
explotación obedeció a la demanda extranjera. Tal fue el caso de las minas de Vizcaya, ricas en hierro fosfórico,
necesario para fabricar acero según el novedoso procedimiento Bessemer (1856). Este hierro se destinó sobre todo a
Gran Bretaña, pero también a Alemania, Francia y Bélgica. Todo ello favoreció el desarrollo de una industria química de
explosivos, origen de la Sociedad Española de la Dinamita (1872) y la Unión Española de Explosivos (1896).

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