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¿Qué es una mujer?

La problematización de la
categoría "mujer"
¿Qué entendemos por hermenéutica? La hermenéutica propia del Existencialismo de Simone
de Beauvoir es el conjunto de elementos propios que la filósofa desarrolla en la interpretación
que realiza de la corriente filosófica existencialista. Esto pertenece al libro El segundo sexo,
exactamente en las partes de Introducción y Conclusión. ¿Quién es Simone de Beauvoir?
Simone de Beauvoir nace en París en 1908, su familia pertenecía a la burguesía acomodada
parisina y fue educada en un colegio católico en el que realizó sus primeros estudios. La mala
situación económica que se produce en su familia tras la PGM la libera del destino al
casamiento interesado. En 1927 obtiene la licenciatura de Filosofía en la Sorbona, que le
permite acceder al trabajo de profesora. En este periodo conoce a Jean-Paul Sartre, con el que
mantendrá una estrecha relación afectiva e intelectual a lo largo de toda su vida. ¿Qué
acontecimientos históricos encontramos? La caída de la República española y la creación de
los campos de concentración por la Alemania nazi, los cuales en 1939 llevan a Beauvoir a
finalizar su forma de vida individualista y anti-humanista. ¿Qué obras destacan de Simone de
Beauvoir? Para una moral de la ambigüedad (1947), La mujer rota (1968), La vejez (1970) y
en 1944 participa en la fundación de la revista Les Temps Modernes. Allí se publicaron
algunos de los capítulos de El segundo sexo, aunque en esta obra se plantean los temas
básicos del movimiento feminista que cobra fuerza sobre todo en los años 70, su autora no se
identifica como feminista en este época. ¿Cuál era el contexto filosófico? Lo podemos
relacionar con la corriente existencialista que se desarrolla en la primera mitad del siglo XX.
Se considera a Kierkegaard como su principal precursor, por centrar su reflexión en el ser
humano concreto que se constituye en su existencia particular. Ser y Tiempo (1927) de
Martin Heidegger es una de las obras más influyentes. Simone de Beauvoir se identifica con
el existencialismo ateo francés, en El segundo sexo afirma que la perspectiva que adopta es la
de Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty. ¿Qué método utiliza Beauvoir? El método
regresivo-progresivo que emplea en el análisis de la condición femenina. Se trata de un
método de investigación que aborda su objeto de estudio desde dos perspectivas distintas,
necesarias y complementarias: la primera, analítica y regresiva y la segunda, sintética y
progresiva.

Podríamos considerar el signo de interrogación como símbolo de la actitud filosófica. La


capacidad de formular preguntas nos distingue como seres humanos y cada vez que la
ponemos en funcionamiento abrimos un espacio nuevo para la reflexión. Algunas preguntas
tienen la virtualidad de hacer temblar los cimientos de significado que parecían sólidamente
anclados. Este es el caso de la pregunta que inicia la reflexión en El segundo sexo: "¿Qué es
una mujer?".
Podría parecer que Simone de Beauvoir, al plantear en la Introducción la cuestión: "¿Qué es
una mujer?", simplemente busca una definición apropiada para un concepto cuyo referente no
se cuestiona porque su existencia se considera evidente. Sin embargo, lo que hace nuestra
autora al formular la pregunta es llevar una duda radical al significado del concepto "mujer".
Concepto cuyo significado parecía ya establecido de manera firme, encorsetando a los
individuos concretos a los que se aplica.

¿Qué lleva a Beauvoir a convertir en un problema la categoría central de su investigación? En


primer lugar, la filósofa señala el uso contradictorio que se hace del término "mujer'" cuando
se vincula, por un lado, al hecho biológico de tener útero, esto es, al hecho de ser hembra
humana y, por otro, se emplea en un sentido valorativo que permite establecer si
determinadas hembras humanas son más o menos mujeres. En este último sentido, señala que
hay quienes afirman que la "feminidad" está en peligro y llegan a pedir a las mujeres: "Sed
mujeres, permaneced mujeres, llegad a ser mujeres." Este punto de vista relaciona el ser
mujer a cierta cualidad denominada "feminidad", que las mujeres concretas manifestaron en
mayor o menor medida. Beauvoir ironiza preguntándose si dicha cualidad es segregada por
los ovarios o si se trata de una idea de tipo platónico ("feminidad", "eterno femenino") de la
que las mujeres tendrían que participar para ser plenamente mujeres. No obstante; señala
cómo este punto de vista que está criticando está perdiendo fuerza: el supuesto "eterno
femenino" ha sido negado tanto por los ilustrados racionalistas como por autoras
contemporáneas, que llegan a afirmar que mujer es aquel ser humano al que arbitrariamente
se califica de "mujer" . Esta solución es rechazada con claridad por la filósofa feminista
porque no contribuye a la liberación de los individuos concretos a los que se aplica dicho
concepto. Establece un paralelismo con categorías que se aplican a otros seres humanos en
relación a los cuales se fijan prejuicios determinados: "alma negra" o "carácter judío". Negar
la validez de falsos estereotipos no tiene como consecuencia inmediata la desaparición de la
discriminación que los ha forjado, ni de las circunstancias que afectan a los individuos
concretos: puede ser un modo de "huir" del problema sin afrontarlo. El hecho real es que la
clasificación de los seres humanos en hombres y mujeres existe en la realidad social; solo hay
que abrir los ojos para verla.

Por lo que se nos plantea el problema con toda claridad: "Si su función de hembra no basta
para definir a la mujer, si también rechazamos explicarla por "el eterno femenino" y si, a
pesar de ello, admitimos que, aunque sea de modo provisional, hay mujeres sobre la tierra, no
tenemos más remedio que preguntarnos: ¿qué es una mujer?"

Beauvoir formula esta pregunta porque para ella la "feminidad" no es una cualidad que
caracterice a las mujeres de manera natural. Entiende la feminidad como un mito forjado a lo
largo del tiempo (mito que comienza a desmoronarse, afortunadamente desde su punto de
vista, en el siglo XX en la sociedad occidental). Afirma que ser mujer, con todo lo que ello
implica desde el punto de vista tradicional, no es algo natural, sino el resultado de un
complejo proceso de aprendizaje que empieza desde los primeros momentos de la vida de los
individuos. "No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico,
económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; el
conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que
se suele calificar de femenino.

Como se ve en el texto anterior, cuando utiliza el término "mujer' no está hablando


simplemente de la hembra humana biológica, sino del ser social al que llamamos mujer, y es
un hecho que todo ser humano concreto está siempre posicionado de forma singular en la
sociedad, en la que ejerce roles o papeles sociales.

Tradicionalmente se ha asociado "ser mujer" a realizar funciones vinculadas al cuidado de los


demás (los hijos, el marido, los mayores, las personas dependientes...) y se la ha excluido del
ejercicio de otras funciones que se desligaba del ámbito de la afectividad (el ejercicio del
poder, la política, determinados trabajos, el deporte, etc.). Esta asociación se justificaba por la
atribución previa de características supuestamente naturales tanto a las mujeres como a los
varones.

Esta concepción tradicional asignaba a los varones la autonomía, la capacidad para la acción,
la racionalidad, la capacidad para ejercer el poder, el control de la emotividad, la valentía, el
gusto por el riesgo, la seriedad y el rigor, la falta de sensibilidad y las dificultades para
manifestar y desarrollar la afectividad, etc. Este conglomerado de características y funciones
constituyen en las mujeres "lo femenino", "la feminidad" o "el eterno femenino". De modo
paralelo, Beauvoir hace referencia al "eterno masculino". En ningún caso, afirma con claridad
en su obra, se trata de características o comportamientos naturales sino que son el resultado
del adiestramiento en sociedad desde la infancia y del aprendizaje.

La afirmación de que la feminidad que se atribuye y se exige a las mujeres en determinados


contextos es el resultado de la socialización diferenciada de niñas y niños -que afecta
negativamente sobre todo a las mujeres porque las sitúa en una posición de inferioridad y
dependencia respecto de los varones- se remonta al siglo XVII. Beauvoir hace referencia a las
propuestas feministas del cartesiano François Poulain de la Barre, continuadas durante la
Ilustración por Diderot, Condorcet, Mary Wollstonecraft y, posteriormente, por Stuart Mill.
Todas ellas advierten del carácter "artificial', construido culturalmente, de lo femenino y
denuncian la exclusión de las mujeres del ámbito de lo público y del poder. Estos análisis
harán posible que surja el movimiento sufragista, centrado en la reivindicación de los
derechos de ciudadanía para las mujeres, cuyos logros llevan a pensar a Beauvoir que se trata,
en la mitad del siglo XX, de una lucha ya cerrada cuando ella lleva a cabo su investigación.

En conclusión, podemos sintetizar las ideas de Beauvoir en que el ser humano debe hacerse a
sí mismo a través de sus decisiones, así llegamos a un principio básico del existencialismo
que es que la existencia precede a la esencia y a que el ser humano también es existencia
compartida. Además, tenemos el concepto de sujeto situado ('sujeto' porque ha de decidir
para ser y 'situado' porque la decisión se efectúa en un contexto complejo) y la expresión 'caer
en la inmanencia' que es perder la autonomía que tiene el sujeto. Por consiguiente, Beauvoir
afirma que las mujeres han sido confinadas en una situación ambigua, porque los hombres les
han impuesto que vivan en dependencia respecto a ellos. Además, la condición humana para
ella es ambigua.
Por otra parte, podemos relacionar a otras filósofas como Celia Amorós o Amelia Valcárcel
con Simone de Beauvoir. El feminismo de Celia Amorós conecta la igualdad, el feminismo y
la crítica ilustrada con la reflexión filosófica. Esta triada debe conducir el viaje de la razón
hacia su propia autocrítica en tanto que razón patriarcal. También, Amelia Valcárcel concibe
el feminismo como una política igualitaria, democrática, que mantiene que ningún individuo
debe de ser excluido de ningún bien y de ningún derecho a causa de su sexo, sea este
masculino o femenino.

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