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SEMINARIO ORTODOXO PATRIARCAL ATENEO

“SAN MARCOS”
CÁTEDRA: INICIACIÓN Y REALIZACIÓN ESPIRITUAL

EJERCICIO N° 8:
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MOVIMIENTO MONÁSTICO
ORIENTAL

Elaborado por:
Hermano Gregorio
(Luis Manuel)

Carúpano, 15 de julio de 2022


El punto de partida de este artículo se centrará en la concepción de José María Blázquez
Martínez, quien en su escrito “El Monacato de los Siglos IV, V y VI como Contracultura Civil y
Religiosa”, pone de manifiesto que la vida monacal, especialmente en esos siglos señalados
por el autor, representó un fenómeno de una importancia transcendental, no solo en los
aspectos religiosos del momento, sino también desde el contexto social y económico; con esto
se pone de manifiesto que el monacato rechazó, en ese contexto histórico, la forma en la que
se practicaba el cristianismo oficial, es decir, el cristianismo surgido desde el edicto de Milán
que la asociaba directamente al Estado Romano, lo que le permitió gozar de todos los
privilegios asociados a la religión politeísta romana, comparándose, más aún, con la pagana.

Lo anterior pone de manifiesto y en evidencia, como el monacato pasa a constituirse en


una de las fuentes de la conciencia escatológica de la Iglesia ortodoxa; la vida monástica,
desde sus orígenes, goza de un gran estatus en el mundo ortodoxo, no solo en ese momento
histórico sino que aún en la actualidad, más aún, algunos autores consideran al Oriente
cristiano como la tierra del monacato cristiano. En tal sentido, los monjes no sólo son
considerados como miembros vitales, de gran importancia y dinamismo dentro del cuerpo
eclesial, sino que se constituye como esa gran reserva espiritual que alimenta a la Iglesia y de
la cual toma sus fuerzas. Durante su desarrollo histórico, la Iglesia de Oriente, la Iglesia
Ortodoxa, ha atestiguado como los monjes han defendido, de forma férrea, la pureza de la fe,
especialmente cuando ésta se ha encontrado en peligro de ser dañada o malinterpretada,
justificadamente, y como o han expresado otros autores, no se exagera al decir que la Iglesia
Oriental, Ortodoxa, no tendría fuerza vital sin el monacato.

Indudablemente, se puede afirmar que la vitalidad espiritual del mundo ortodoxo se


encuentra profundamente signada por la presencia de los monjes en la vida de la Iglesia, no
es posible comprender la espiritualidad ortodoxa sin la presencia de la vida monástica dentro
de la Iglesia Ortodoxa, se dice dentro pero no enmarcada en los límites del templo o de una
parroquia o comunidad, es más como miembros del cuerpo de Cristo. La vida monástica,
permite valorar, potenciar e iluminar constantemente algunos aspectos propios de la vida
ascética y mística, de estos es posible mencionar la oración, la conversión, el esfuerzo por la
santidad, la adquisición de las virtudes, entre otras. Por su parte el teólogo ortodoxo Olivier
Clément, establece un vínculo especial e indivisible entre la salud espiritual de la Iglesia con la
vida monástica, pues le corresponde al monje recordarle al mundo ortodoxo que existen
realidades eternas a las que todos debemos y estamos llamados a aspirar, sin embargo esto
no le impide estar atento a las realidades y necesidades del hombre, además de rezar, orar y
pedir por las necesidades y dificultades del mundo, las cuales apartan al hombre del camino
de la salvación.

Tal y como lo dijo San Juan Klimakos, "Los ángeles son una luz para los monjes, los
monjes son una luz para los laicos"; la cita anterior, hace referencia a la capacidad ascética
que tienen los monjes ortodoxos, estos tienen la fuerza espiritual, mental y emocional con un
grado de madurez tal que les permite separarse del mundo para orar sin cesar por el mundo.
En líneas generales, su objetivo principal no es la gestión de los servicios sociales, sino que
se preocupan más buen por alcanzar la teosis o unión con Dios, sin embargo, el cuidado y
atención de los pobres, enfermos y necesitados siempre ha sido observada como una
obligación de servicio del monacato, esta actitud de servicio conllevan a que no todos los
monasterios están "enclaustrados", el nivel de contacto de estos con el exterior variará de una
comunidad a otra; por su parte los ermitaños, tienen poco o ningún contacto con el mundo
exterior y el punto de encuentro con Dios, con lo Divino y con el Misterio revelado, es el desierto
o zonas bastante alejadas de la urbe o pequeños poblados.

La espiritualidad ortodoxa, como se ha expresado en párrafos anteriores, considera la


vida monástica como el ideal del verdadero cristianismo, la esencia del cristianismo, sin
embargo, esto por ningún motivo significa un menosprecio a otros estilos de vida consagrados
en la Iglesia Ortodoxa, como el estado matrimonial; la ortodoxia defiende la concepción de que
la vida monástica es un estado de verdadera felicidad, por lo tanto, son falsas y faltas de verdad
las diferentes acusaciones de que el monje lleva una vida oscura y privada de alegría. El monje
tiene un fin bien definido y articulado, adquirir el Espíritu Santo, ser pneumatóphoro; es así que
en el mundo ortodoxo, existe una sola espiritualidad ascética, la monástica, y esta percibe que
cada fiel al momento de ser bautizado recibe una especie de “tonsura”, que de alguna manera
le orienta a la vivencia de la espiritualidad monástica, para Paul Evdokmov Es lo que llama “el
monacato interior”.
Algunos teólogos ortodoxos, han considerado que el monacato ortodoxo está
estrechamente ligado con la escatología, así, por ejemplo, el teólogo griego Begzos sustenta
dos aspectos principales que muestran claramente como el monacato comparte una dimensión
escatológica, por un lado, está el hecho de considerarlo como una institución que continúa
practicando el profetismo del Antiguo Testamento (AT) y el martirio de los primeros cristianos;
otro aspecto importante a considerar, es que este representa simbólicamente el Reino de Dios.
Begzos, con respecto al primer aspecto afirmó que los monjes, al igual que los profetas del AT
muestran el sentido de la historia y a la vez lo sobrepasan con su predicación meta-histórica.
Si los mártires trascendieron la historia derramando su sangre por Cristo; también los monjes
hacen una trascendencia de la historia pero con un martirio incruento. De este modo, los
monjes se constituyen de alguna manera en los sustitutos de los mártires.

Muchos teólogos, han resaltado el hecho de que el monacato es un signo representativo


presente en la tierra, del Reino de Dios; en tal sentido, de acuerdo a afirmaciones de Begzos,
los monjes demuestran con su estilo de vida que en realidad pertenecen a un Reino que no es
de este mundo, prefigurando a Cristo; estos indudablemente son los llamados a dar el
testimonio, martyrion, de la gracia eterna que está viviendo, pues su estilo de vida anticipa la
condición escatológica del cristiano. De igual manera, los monjes revelan el justo y auténtico
sentido de la vida, pues ellos no hacen depender sus vidas de las preocupaciones de las cosas
terrenales, es de esta manera que los primeros monjes vivían en el desierto, sin embargo
paradójicamente viviendo así, ellos preservaron a la Iglesia de toda secularización, porque el
monacato, por su orientación escatológica, es la mejor defensa de la Iglesia contra la
secularización.

El monacato ortodoxo oriental no tiene una conformación de órdenes religiosas como las
que se encuentran en Occidente, tampoco tienen Reglas en el mismo sentido que la Regla de
San Benito por ejemplo; los monásticos orientales más bien estudian y se inspiran en los
escritos de los Padres del Desierto y de otros Padres de la Iglesia, entre algunos de los más
influyentes encontramos a el Gran Asketikon y el Menor Asketikon de San Basilio el Grande y
Philokalia , que fue compilado por San Nikodemos de la Montaña Sagrada y San Makarios de
Corinto; el hesicasmo es de primordial importancia en la teología ascética de la Iglesia
Ortodoxa Oriental.

Las comunidades monásticas se encuentran conformadas en tres formas distintas:


anacoreta (una vida solitaria aislada), cenobítica (una comunidad que vive y adora junta bajo
el gobierno directo de un abad o abadesa) y el "camino medio" entre los dos, conocido como
el skete, una comunidad de individuos que viven separados pero muy cerca unos de otros, que
se reúnen solo los domingos y días festivos, trabajando y rezando el resto del tiempo en
soledad, pero bajo la dirección de un anciano. Normalmente se ingresa primero a una
comunidad cenobítica, y solo después de la prueba y el crecimiento espiritual uno pasa al skete
o, para los más avanzados, se convierte en un anacoreta solitario.

La mayoría de las comunidades que se conforman son autosuficientes y la vida cotidiana


del monástico se suele dividir en tres partes fundamentales, en primer lugar el culto comunitario
en el catholicon, la iglesia principal del monasterio; en segundo lugar los trabajos manuales
duros; y en tercer lugar oración privada, estudio espiritual y descanso cuando sea necesario.
Las comidas generalmente se toman en común en un comedor de tamaño considerable
conocido como trapeza (refectorio), la comida suele ser sencilla y se come en silencio mientras
uno de los hermanos lee en voz alta los escritos espirituales de los Santos Padres. El estilo de
vida monástico requiere una gran cantidad de compromiso y entrega total; dentro de la
comunidad cenobítica, todos los monjes se conforman con una forma de vida común basada
en las tradiciones de ese monasterio en particular, en tal sentido, al luchar por alcanzar esta
conformidad, el monástico llega a darse cuenta de sus propios defectos y es guiado por su
padre espiritual sobre cómo tratarlos y superarlos desde la honestidad con la asistencia de
Dios, es por esta razón que, de los monjes son seleccionados aquellos que serán consagrados
como obispos.

Ahora, ¿cómo perfilar a un monje ortodoxo?, tarea nada sencilla, sin embargo es
necesario decir que debe ser una persona con solidas convicciones y valores morales y una
fe inquebrantable, entregado al servicio, con una fuerza espiritual, mental y emocional que le
permita sobrellevar la carga de la soledad, de trabajo, de vida común; algo importante es la
aceptación del llamado espiritual, y la fuerza necesaria para vivir según los tres votos a lo que
se compromete aroparse, Castidad monástica, esto es el celibato, como elemento constitutivo
de la lucha por Dios; el concepto de castidad como abstenerse de satisfacer los deseos de la
carne también existe en el mundo, por lo tanto, el significado de este voto en el contexto del
monaquismo es otra cosa: la adquisición de Dios mismo; no codicia, lo cual significa el rechazo
de todo lo terrenal, la vida monástica renuncia a los bienes terrenales: un monje no debe ser
adicto a nada, rechazando las riquezas terrenales, gana ligereza de espíritu; Obediencia
monástica, cortar la voluntad delante de todos los ancianos, antes de cada persona, antes de
Cristo, confiar infinitamente en Dios y serle obediente en todo, acepta con gratitud todo lo que
es. Una vida así adquiere un mundo interior especial que está en contacto directo con Dios y
no se ve ensombrecido por ninguna circunstancia externa.

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