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Conferencia

Vida Religiosa, pasión por el Evangelio y por el pueblo

1- Taller

VIDA RELIGIOSA, PASIÓN POR EL EVANGELIO Y POR EL PUEBLO


Hermenéutica de los documentos del Vaticano II sobre Vida Religiosa

Víctor Codina, SJ1

1. La Vida Religiosa pre-conciliar

Difícilmente podremos comprender la importancia de la Vida religiosa (VR) en el Concilio


Vaticano II y la hermenéutica del capítulo VI de Lumen Gentium (LG) sobre la VR y del decreto
Perfectae caritatis sobre la adecuada renovación de la VR, sin tener en cuenta la situación vital y
teológica de la VR en la Iglesia del pre-concilio.

La reflexión sobre la VR tenía un carácter más canónico y espiritual que teológico. Se hablaba de
la VR como de estado de perfección, con un cierto sentido de aristocracia espiritual respecto a
los laicos. La VR participaba de la mentalidad de la Iglesia clerical, juridicista y triunfalista, típica
de la época de la Cristiandad pre-conciliar. En una eclesiología fuertemente jerarcológica, la VR
no tenía espacio. En una eclesiología acentuadamente cristomonista, es decir centrada en Cristo
pero poco sensible al Espíritu, la VR no podía ser comprendida.

Toda la VR, incluso la VR apostólica, vivía un fuerte alejamiento del mundo, la fuga mundi, típica
del monacato y con riesgo de caer en un dualismo Iglesia-mundo, sagrado-profano. Se vivía una
fuerte autonomía eclesial, lo cual llevaba a un cierto aislamiento de otros sectores eclesiales, con
riesgo de caer en lo que hoy el papa Francisco ha llamado “una Iglesia autorreferencial”.

1
Nació en Barcelona (1931), es miembro de la Compañía de Jesús, licenciado en filosofía y letras (Barcelona),
licenciado en teología (Innsbruck), doctor en teología (Roma). Ha sido profesor de teología en Barcelona. Desde
1982 reside en Bolivia donde ha alternado la docencia de la teología en la Universidad Católica Boliviana de
Cochabamba con pastoral en sectores populares. Ha colaborado en el equipo de teólogos de la CLAR durante
nueve años y publicado diversos libros sobre vida religiosa, eclesiología y pneumatología.

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Aquella forma teológica y práctica de VR sin duda produjo muchos frutos de santidad personal y
de fecundidad apostólica con un gran despliegue institucional y misionero: muchas vocaciones,
muchas provincias, grandes comunidades, muchas obras de educación, salud y pastoral, etc.

Sin embargo, en los años que precedieron al Vaticano II comenzaban a aparecer los problemas
de aquella imagen de VR tradicional en un mundo en profunda transformación social y eclesial,
como el mismo Vaticano II señala al comienzo de Gaudium et spes, Constitución sobre la Iglesia
en el mundo actual (GS nn. 5-8). Las dos guerras mundiales, los avances de la ciencia y de la
técnica, la expansión del comunismo en los países del este, el proceso de secularización, el
surgimiento del ateísmo, la independencia de los países colonizados, los movimientos a favor de
la dignidad de los obreros y de la mujer, etc., provocaban profundos cambios sociales,
económicos, psicológicos, morales y religiosos. Asistimos, entonces, al surgimiento de una
nueva época, con nuevos desafíos para la Iglesia y para la VR.

Pero al mismo tiempo, desde mediados del siglo XX surgieron en la Iglesia una serie de
movimientos, fruto sin duda del Espíritu, que renovaban el tejido eclesial y cuestionaban a la
Iglesia de Cristiandad y a la imagen de VR hasta entonces vigente. Recordemos los movimientos
bíblico, patrístico, litúrgico, ecuménico, de pastoral obrera y de pastoral juvenil, de acercamiento
a las realidades terrenas (cuerpo, ciencia, política, historia…) que enriquecían a la Iglesia y
cuestionaban una fe desligada del mundo y de la historia. Surgía una nueva teología que no se
limitaba a aplicar a la realidad las tesis teológicas clásicas, sino que partía de la realidad como
lugar teológico, que discernía lo que se comenzaron a llamar los “signos de los tiempos”.

Estos profundos cambios sacudían fuertemente a la Iglesia y en concreto a la VR. Quienes


vivimos en la VR durante aquellos años de profundos cambios, somos testigos de que en la
década de los 60 la situación humana y teológica de la VR era irrespirable y explosiva. Había
que acudir a los autores ligados a la “nueva teología” (Chenu, Congar, De Lubac, Daniélou,
Rahner, Schillebeeckx, Teilhard…) para encontrar una fundamentación válida de la existencia de
la VR en la Iglesia. También comenzaron a aparecer los primeros intentos de una teología de la
VR (R. Carpentier, F. Sebastián, K. Truhlar, P. Martelet, K. Rahner, J.M.R. Tillard…) 2.

Notemos de paso, que mientras a lo largo de la historia la VR había sido promotora de cambios y
reformas en la Iglesia en momentos de crisis (monacato, medicantes, congregaciones del tiempo
2
Cf. Codina, V. Teología de la vida religiosa, Madrid 1968, pp. 140-163.

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de la Reforma y de después de la revolución francesa…), ahora es la VR la que se hallaba
perpleja y en cambio será la Iglesia del Vaticano II la que urgirá una adecuada renovación de la
VR.

Querer deducir de todo ello que el Vaticano II es el causante de la crisis que la VR ha vivido y
vive actualmente, es injusto y superficial, pues los procesos históricos tanto en la sociedad como
en la Iglesia son complejos y fruto de diferentes causas. Más aún, la explosión que vivió la VR
después del Vaticano II es en gran parte consecuencia del retraso eclesial en discernir los signos
de los tiempos que desde hacía años iban surgiendo.

Para concretar un poco más estas afirmaciones, recordemos que ni en los primeros concilios ni
en el Vaticano I, ni en la teología tradicional de los manuales (la Denzinger Theologie) se
mencionaba a la VR como realidad que pertenecía a la esencia de la Iglesia sino que se
limitaban a regular canónicamente su praxis. La VR todo lo más formaba parte de la
espiritualidad.

Desde la edad media se distinguían dos caminos en la Iglesia, el de los mandamientos al que
debían sujetarse los laicos para salvarse y el camino de los preceptos para quienes querían
tender a la perfección y a la santidad. Esta división entre preceptos y mandamientos aplicada a
dos estados de la Iglesia, no era fiel a la tradición bíblica y patrística para la cual la salvación
(salus, sotería) incluía la plenitud de la caridad, el desarrollo de la gracia bautismal, cuyo
testimonio supremo lo constituía el martirio 3.

2. Hermenéutica del capítulo VI de Lumen Gentium sobre la Vida Religiosa

El capítulo VI de la LG sobre la VR es deudor de la nueva visión eclesial del Vaticano II, de su


cristocentrismo bíblico, del redescubrimiento de la teología de los carismas del Espíritu (LG 12),
de la toma de conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios (LG II) que tiene sus raíces en el
misterio Trinitario (LG I) y camina hacia la escatología (LG VII).

Al capítulo VI sobre la VR precede el capítulo V sobre la vocación universal a la santidad. En


realidad su ubicación antes del capítulo VI sobre la VR no es la más adecuada, pues la vocación

3
Cf Hausherr, I. “Vocación cristiana y vocación monástica”, en la obra conjunta Los laicos y vida cristiana perfecta,
Barcelona 1965, pp. 35-115.

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a la santidad de todo el Pueblo de Dios debería está íntimamente unida al capítulo del Pueblo de
Dios (LG II) y antes que los capítulos sobre la jerarquía (LG III) y sobre los laicos (LG IV).

Más que ofrecer una exégesis detallada de LG VI preferimos presentar los núcleos
fundamentales de su teología de la VR.

1º La VR no es una teoría teológica o ideológica, sino un hecho eclesial, un árbol que ha crecido
en la Iglesia y que se ha ramificado espléndido y pujante en el campo del Señor, con gran
variedad de familias, para el bien de sus miembros y de toda la Iglesia (LG 43,1).

2º Esta forma de vida eclesial es un don divino del Espíritu que permite vivir los consejos
evangélicos a ejemplo del Señor y llevar a plenitud la gracia bautismal (LG. 44,1), para el bien de
la Iglesia y del Reino de Dios (LG, 44,2), y aunque no forme parte de la estructura jerárquica de
la Iglesia, pertenece a su vida y santidad (LG 44,4).

3º Por ser un hecho eclesial, la jerarquía, bajo la guía del Espíritu, aprueba, protege y regula la
VR y asocia la consagración religiosa a la liturgia eucarística (LG. 45).

4º La VR es un signo eclesial (LG 44,3) que imitando a Cristo, manifiesta, testifica y hace
presente en la Iglesia la vida del Cristo que ora, predica, sana enfermos, anuncia el Reino (LG
46,1) y preanuncia la resurrección y la gloria de Reino celeste (LG 44,3). Pero esta orientación
escatológica de la VR no la aleja de la sociedad sino que coopera con ella para la edificación de
la ciudad terrestre (LG 66,3) y a través de sus obras en monasterios, escuelas, hospitales y
misión, ayuda a que la sociedad se oriente hacia Cristo (LG 46,2) 4.

No nos interesa aquí señalar los cuestionamientos que después de 50 años se pueden hacer a
la teología de la VR de la LG (la fundamentación bíblica de la VR, la relación entre bautismo y
VR, en qué consiste ser signo escatológico, la relación entre la VR y los otros miembros del
Pueblo de Dios llamados a la santidad y entre consejos evangélicos y el fervor de la caridad,
etc.). Preferimos ahora destacar la novedad teológica de la LG sobre la VR.

4
Cf R. Schulte, La vida religiosa como signo, en G. Barauna, La Iglesia del Vaticano II, II, Barcelona 1966, pp.
1091-1122.

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Podríamos resumir todo lo analizado ahora diciendo que la mayor aportación de LG VI a la
teología de la VR, es ante todo el señalar la dimensión eclesial de la VR: la VR pertenece a la
vida eclesial, no se puede comprender adecuadamente a la Iglesia sin tener en cuenta a la VR y
a su vez, la VR no se puede entender sino en el seno de la Iglesia.

Esta afirmación es coherente con el objetivo que Pablo VI propuso al Vaticano II, responder la
pregunta: Iglesia ¿qué dices de ti misma? Y curiosamente, donde aparece con mayor claridad
esta dimensión eclesial de la VR es en el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad
Gentes. Allí se afirma que de tal modo la VR muestra la íntima vocación de la vida cristiana (AG
18,1) que la Iglesia no está plenamente presente en un territorio de misión hasta que en las
jóvenes Iglesias existan tanto la VR contemplativa (AG 18,4) como activa (AG 18,3).

Una buena síntesis de esta dimensión eclesial de la VR la formuló el obispo Jorge Mario
Bergoglio en el sínodo de la VR de 1994: “la Vida Consagrada es un don para la Iglesia, nace en
la Iglesia, crece en la Iglesia, está totalmente orientada a la Iglesia” 5.

Podemos afirmar claramente que a partir de LG la VR es un lugar teológico donde se manifiestan


elementos esenciales de la vida de la Iglesia.

Esta hermenéutica eclesial de la LG sobre la VR se enriquece con el decreto Perfectae caritatis


sobre la adecuada renovación de la VR.

5
Papa Francisco, Testigos de la alegría, Roma 2014, III, 5, Publicaciones Claretianas Madrid 2014, p. 31.

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2. TALLER

3. Hermenéutica de Perfectae caritatis

Lo primero que hay que destacar es que el Concilio pide a la VR que se renueve, lo cual significa
que la VR anterior al Vaticano II, a pesar de su importancia, frutos de santidad personal, eficacia
apostólica y notable expansión misionera, necesitaba una renovación y una reforma. No es,
como en otras épocas en las que la VR era la que pedía a la Iglesia una reforma evangélica, una
terapia evangélica de shock, sino que es la dirigencia eclesial quien solicita ahora que se
renueve la VR.

A diferencia de LG VI, PC es más concreto y se orienta a la praxis de la VR en sus diferentes


formas: institutos puramente contemplativos (PC 7), institutos apostólicos (PC 8), vida monástica
y conventual (PC 9), VR laical (PC. 10), e institutos seculares (PC 11).

PC reafirma la dimensión significativa de la VR (PC 1,1) y la variedad de dones existentes ya


desde los comienzos de la Iglesia (PC 1,2). Pero acentúa fuertemente que esta variedad de
dones nace del propósito de seguir con más libertad a Cristo virgen, pobre y obediente, por la
práctica de los consejos evangélicos, promovidos por el Espíritu y aprobados por la Iglesia (PC
1,3).

Esta renovación de la VR se apoya en dos principios fundamentales: una vuelta a las fuentes de
la vida cristiana y a la inspiración carismática de los institutos, y por otra parte, una apertura
hacia la sociedad y un conocimiento de la condición de nuestro tiempo, para así poder ayudar
más eficazmente al mundo de hoy. Esto implica una verdadera renovación espiritual (PC 2).

En el fondo, PC retoma los dos grandes principios que impulsaron el Vaticano II desde Juan
XXIII, la vuelta a las fuentes de la vida cristiana (ressourcement) y la puesta al día
(aggiornamento).

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El Decreto va glosando y aplicando esta renovación a los diferentes elementos constitutivos de
la VR: castidad (PC 12), pobreza (PC 13), obediencia (PC 14), vida comunitaria (PC 15-17) y
formación (PC. 18).

¿Cuáles serían los núcleos principales de PC y qué novedades aporta respecto a LG ?

1º PC afirma con rotundidad que la norma última y la regla suprema de todos los institutos
religiosos es la sequela Christi, el seguimiento de Cristo, un Cristo pobre, casto y obediente al
Padre (PC 2a). La VR se funda en las palabras y ejemplos de Cristo (PC 1), desea imitar y
seguir a Cristo con mayor libertad y más de cerca (PC 2), participar del anonadamiento de Cristo
por medio de la humildad, la obediencia, la fortaleza y la castidad (PC 5,3). La VR es pues,
claramente, seguimiento de Cristo (PC. 1,3; 2,2; 2,6; 5,4; 13,1) y Cristo es el modelo de la VR
(PC 25,1). Tenemos entonces, en PC, una afirmación clara de la dimensión cristológica de la VR,
lo que se puede llamar una cristología existencial que revela al mundo el misterio de Cristo.

2º La VR es un don o carisma del Espíritu (PC 1,2; 1,3; 12,1) que movió a los Fundadores a un
servicio a la Iglesia y al Reino. Esta dimensión pneumática de la VR que ya aparecía en LG ( 43
y 44) y que responde a la acción del Espíritu que enriquece a la Iglesia con dones jerárquicos y
carismáticos (LG 4), queda aquí fuertemente reafirmada. Este Espíritu es el que hoy impulsa a
la renovación de la VR.

3º Aparece también la dimensión histórica de la renovación de la VR en el tiempo presente, para


lo cual hay que conocer la situación de la Iglesia y del mundo de hoy (PC 2e). Es lo que
Gaudium et spes llamará necesidad de discernir los signos de los tiempos (GS 4; 11; 44). Ya al
hablar de los consejos evangélicos y de la vida comunitaria se insinúan algunos cambios, un
tanto tímidos, ligados a la nueva situación histórica actual.

Hay sin duda vacíos en PC, tanto por no llegar a especificar qué clase de carisma es el de la VR,
como por el silencio ante el tema de los pobres y la justicia de nuestro mundo, objetivos del
Vaticano II según Juan XXIII.

Pero si quisiéramos retomar de forma unitaria el conjunto de LG y PC, podríamos decir que se
ha pasado de una VR centrada en la idea de perfección personal y de estado de perfección, a la
VR como seguimiento de Cristo. Este seguimiento de Cristo es un don del Espíritu, un carisma

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eclesial, en la Iglesia, para la Iglesia y al servicio de la Iglesia y del Pueblo de Dios. Y todo ello
marcado por el momento histórico del surgimiento del carisma original y que necesariamente ha
de ser enfocado al momento actual.

La tarea del postconcilio hasta nuestros días ha consistido en cómo recibir esta nueva teología
de la VR y cómo renovar la VR en el mundo de hoy,

4. Recepción del Vaticano II por parte de la Vida Religiosa

Nos centramos en el hecho indiscutible de que el Vaticano fue un “acontecimiento”, un verdadero


Pentecostés como Juan XXIII había pedido al Señor, que generó al comienzo una gran euforia
eclesial de la que la VR participó largamente.

El soplo del Espíritu impulsó la renovación de la VR; según algunos observadores, la VR fue el
estamento eclesial que tomó más en serio su reforma. Varios documentos del Magisterio
contribuyeron a ello6.

En este proceso de reforma y renovación adecuada de la VR no faltaron problemas. Hubo


tensiones, exageraciones, abandonos. Luego de siglos de un rígido enclaustramiento en
estructuras teológicas y sociológicas medievales o decimonónicas, luego de una concepción
excesivamente regulada y fixista de la VR, típicas de la Iglesia de Cristiandad, el Vaticano II fue
un vendaval que muchos no supieron asimilar, moderar o discernir.

Se cambiaron horarios, estructuras comunitarias, instituciones apostólicas, hábitos… sin que a


veces todo esto estuviera acompañado de una verdadera renovación espiritual, de una vuelta al
seguimiento de Cristo. No siempre se interpretó bien la libertad 7.

Pero hubo, sin duda, frutos positivos de renovación cuando se supo conjugar la vuelta a la
Palabra y a los carismas originales, con el diálogo con el mundo moderno.

6
Por ejemplo Renovationis Causam, Venite Seorsum, Evangelica Testificatio, Mutuae Relationes, en tiempo de
Pablo VI, y Vita Consecrata en tiempo de Juan Pablo II.
7
Cf. Toni Catalá, Vida religiosa a la apostólica. Hombres y mujeres que quisieron seguir al Señor con mayor libertad,
Santander, 2004.

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La renovación de la VR en el mundo occidental desarrollado, un mundo secular, crítico y muchas
veces agnóstico, supuso un gran esfuerzo por pasar de la fuga mundi al diálogo con la ciudad
secular, al diálogo con la llamada Primera Ilustración 8.

En este proceso de recepción del Vaticano II se destaca la actuación de América Latina y el


Caribe. En Medellín (1968), donde la Iglesia latinoamericana relee el Vaticano II desde un
continente pobre y cristiano, el carisma religioso se formula, tal vez por primera vez, en un
documento eclesial, como carisma profético: “a lo largo de la historia de la Iglesia, la Vida
Religiosa ha tenido siempre, y ahora, con mayor razón, una misión profética, la de ser testimonio
escatológico”9.

Este profetismo se fue concretando cuando Puebla (1979) hizo la opción de la Iglesia por los
pobres y la CLAR impulsó una VR inserta en medios populares pobres, inserción de la que
surgió no solo una nueva forma de misión y de vida comunitaria, sino una nueva experiencia
espiritual, más cercana a Jesús de Nazaret y a los carismas fundacionales. Este nuevo estilo de
VR se solidarizó con los pobres, impulsó denuncias proféticas y en algunos casos desembocó en
el testimonio del martirio. Es fruto del diálogo con la llamada Segunda Ilustración.

De esta nueva experiencia surgió una nueva teología de la VR, más desde los pobres, más
evangélica, más nazarena. Este estilo de VR se desarrolló sobre todo en la década de los 70 y
80 y tuvo como principales protagonistas a las religiosas 10.

Esta mirada sería excesivamente intraeclesial y en el fondo falsa si no tuviéramos en cuenta los
acontecimientos sociales, políticos, económicos culturales y religiosos que han acaecido en
estos 50 años: del mayo del 68 a los indignados de 2011, caídas del muro de Berlín y de las
Torres Gemelas, la globalización, la postmodernidad, el neoliberalismo y la crisis económica
actual, el levantamiento africano, las nuevas tecnologías, los avances en ciencia y biología, el
8
Véanse ejemplos de este esfuerzo en Codina, V. Nueva formulación de la Vida Religiosa , Bilbao, 1972, pp. 187-
252, donde se examinan los aportes teológicos, entre otros, de L. Renwart, M. Rondet, Th. Matura, B. Besret, M.
Xhaufflaire, J.Mª. Castillo, J.M.R. Tillard, F. Wulf, C. Geffré, R. Bultot, S. Légasse, Q. Quesnell, E. Schillebeckx, M.
Oraison, K. Rahner…
9
Medellín, n. 123, 2.
10
La teología de estos años se puede encontrar en las publicaciones de la CLAR, Bogotá, con artículos de L. Boff,
J.B. Libânio, F. Taborda, S.P. Arnold, C. Palacio, C. Palmés, A. Potente, L. Weiler, B. Brucker, M. Barros, L. Coscia,
I. Madera, M.C. Bracamonte, J.Mª. Guerrero, G. Iriarte, C. Maccise, J.Mª. Vigil ,P. Trigo, etc., y en los diversos
Congresos de Vida Religiosa: Carismas en la Iglesia para el mundo, Congreso Internacional, Roma, 1993, Madrid
1994; Pasión por Cristo, pasión por la humanidad , Congreso internacional de la Vida Consagrada, Roma, 2004,
Madrid 2005; Una Vida Religiosa mística y profética al servicio de la vida, Memorias Congreso CLAR 50 años ,
Bogotá, 2009; más recientemente, Equipo Ilamis, Consagración y humanización, Cochabamba, 2015.

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cambio climático, el nuevo tiempo axial con el cambio de paradigma religioso, el terrorismo de
grupos extremistas del Islam… Estamos ante un terremoto y un tsunami que ha sacudido todo y
naturalmente también la esfera religiosa. Estamos ante un nuevo mundo, ante un cambio de
época, estamos entrando en una crisis de cultura mundial, no precisamente destructiva, pero sí
de proporciones inéditas que repercute en todas las dimensiones de nuestra existencia: sociales,
económicas, políticas, culturales y también religiosas y espirituales.

Esta situación afectó a toda la Iglesia y también a la VR: desconcierto, crisis, abandonos de la
vocación, drástica disminución de vocaciones, pirámides demográficas invertidas, con pocos
jóvenes y muchos ancianos, necesidad de unir provincias religiosas, etc.

Y todo ello en medio de un crudo invierno eclesial y religioso, debido en gran parte a que los
pontífices que gobernaron la Iglesia después de Pablo VI propiciaron una hermenéutica del
Vaticano II más centrada en la continuidad con la tradición anterior que en la novedad del
Concilio. El Vaticano II fue, de algún modo, frenado y aparcado aunque se lo citase
continuamente, como sucede con el Derecho Canónico de 1983. Esto explica los conflictos que
surgieron entre Roma y las congregaciones religiosas que querían renovar proféticamente su
Vida Religiosa.

Si a esto se añaden los escándalos sexuales de miembros de la jerarquía y los escándalos de la


banca y de la administración de la Curia Vaticana, se comprenderá que Benedicto XVI,
comentando el episodio evangélico de la tempestad en el lago de Tiberíades, escribiera:
“también hoy la barca de la Iglesia con el viento contrario de la historia, navega por el océano
agitado del tiempo. Se tiene con frecuencia la impresión de que está para hundirse. Pero el
Señor está presente”11. Y poco después renunció: “ya no tengo más fuerzas”.

Esta impresión de hundimiento de un estilo de vida es lo que sentían también muchos institutos
religiosos. La nube del Señor que hasta ahora parecía guiar a la VR postconciliar se había
ocultado, la VR tambaleaba. Muchos se preguntan si la VR todavía tiene futuro frente a los
nuevos movimientos laicales que parecen prosperar. Otros recuerdan con nostalgia los años
precedentes al Vaticano II y cuestionan la renovación conciliar, como si el Vaticano II fuese el
responsable de la crisis actual. Algunos sienten mala conciencia y se preguntan si el poco
testimonio de los miembros de la VR es lo que ahuyenta a las jóvenes vocaciones.
11
Razinger, J. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, De la entrada a Jerusalén a la Resurrección , Madrid, 2010, p. 330.

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Indudablemente esta crítica situación ha ayudado a la VR a profundizar evangélicamente este


difícil momento, como una participación en la pasión de Cristo y del pueblo, como una
experiencia de pobreza real, como un llamado a la minoridad y a la insignificancia, como una
interpelación a la experiencia de la confianza en Dios, como una exigencia a contar con los
demás, con laicos y otras congregaciones, como una apelación a la creatividad y a la
imaginación, como aconteció en los inicios de la cada fundación religiosa.

3. TALLER

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5. Un nuevo Kairos: la nueva hermenéutica de Francisco

Esta difícil situación de la recepción del Vaticano II por parte de la VR, se abre ahora a un nuevo
kairós con el momento eclesial inaugurado por el papa Francisco. Francisco retoma el impulso
del Vaticano II, frenado durante los dos últimos pontificados por diversos motivos, y promueve
una vuelta al Evangelio. Francisco pasa del Magisterio al kerigma, del catecismo a la mistagogía,
su misión es cristocéntrica, con sabor a Evangelio.

Tantos sus gestos simbólicos como sus mensajes y sus escritos, singularmente La alegría del
evangelio, Evangelii Gaudium (2013) son una invitación a la alegría evangélica. En dos años de
pontificado el clima eclesial está cambiando y se inicia una nueva primavera eclesial. Es la
revolución de la ternura y del amor 12.

Antes de abordar lo que Francisco propone directamente a la VR en este Año de la Vida


Consagrada es preciso señalar la nueva eclesialidad que él está iniciando. Francisco que no es
teólogo profesional sino pastor, no quiere proponernos una nueva eclesiología, ni mucho menos
una nueva Iglesia, sino dar una orientación plenamente evangélica a la Iglesia de hoy.

Lentamente se va configurando un nuevo estilo y una nueva imagen eclesial:

- de una Iglesia poderosa, distante, fría… se pasa a una Iglesia pobre, sencilla, cercana,
acogedora que promueve la cultura del encuentro y la ternura;

- de una Iglesia moralista obsesionada sobe todo por los problemas sexuales… a una
Iglesia que va a lo esencial, que se centra en Jesucristo contemplado, adorado y
seguido;

- de una Iglesia centrada en el pecado… a una Iglesia de la misericordia y la compasión,


con entrañas maternales;

12
Kasper, K. El papa Francisco. Revolución de la ternura y el amor, Santander, 2015.

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- de una Iglesia centrada en sí misma, autorreferencial… a una Iglesia de los pobres,
preocupada ante todo por el dolor del mundo, el sufrimiento, el desempleo juvenil, la
guerra, el hambre, los migrantes y ancianos abandonados, que denuncia y critica el
injusto sistema económico actual que mata;

- de una Iglesia encerrada en sí misma, reliquia del pasado… a una Iglesia que sale a la
calle y a las periferias y márgenes sociales y existenciales;

- de una Iglesia que discrimina a los que piensan diferente, a los diversos… a una Iglesia
que respeta a los que siguen su propia conciencia y abre sus puertas a todos;

- de una Iglesia restauracionista que añora el pasado… a una Iglesia que considera el
Vaticano II como irreversible y quiere implementar sus intuiciones;

- de una Iglesia de pastores encerrados en sus despachos y que buscan hacer carrera…
a una Iglesia con pastores que huelan a oveja;

- de una Iglesia envejecida y triste… a una Iglesia joven y alegre, que sea levadura y
fermento en la sociedad;

- de una Iglesia clerical, machista, monolítica y narcisista… a una Iglesia Pueblo de Dios
que camina con todos hacia el Reino, una casa y un hogar cálido, con flores en las
ventanas.

Indudablemente esta nueva eclesialidad marca ya una ruta para la renovación de la VR: una VR
pobre, sencilla, cercana, acogedora, lugar de misericordia y compasión, centrada en Jesucristo,
solidaria con los pobres y los que sufren, que salga a las periferias, respete y dialogue con los
diferentes, una VR del Vaticano II, que huela a oveja, que sea alegre y fermento en la sociedad,
un hogar cálido en medio del Pueblo de Dios.

A esto se añade la convocatoria del Año de la Vida Consagrada, con ocasión de los 50 años de
Lumen Gentium y Perfectae Caritatis. Su carta apostólica Testigos de la alegría, es todo un
programa de vida, de espiritualidad y de acción. Frente a una VR un tanto cansada y en crisis,
Francisco relanza un mensaje de alegría y esperanza, de profetismo, poniendo a Cristo en el

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centro; la VR está llamada a ser exégesis viviente del Evangelio, un Evangelio que es la fuente
de nuestra alegría y que nos lleva, bajo el impulso del Espíritu, a consolar al Pueblo y ser
testigos de la misericordia. Bastará citar dos párrafos:

Hemos de preguntarnos aún ¿es Jesús realmente el primero y único amor,


como nos lo hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos? 13.

Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias ¿responden a lo que


el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, son adecuados para abordar su
finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy? 14.

Francisco insiste en no ceder a la tentación de los números y de la eficiencia, y menos aún en


confiar en las propias fuerzas 15. Hay que mirar el presente y el futuro con confianza y vigilante
espera.

En el comentario Escrutad de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y


Sociedades de Vida Apostólica (CIVC-SVA), a la carta Testigos de la alegría de Francisco, se
cita el episodio de Elías que sube al Carmelo en busca de una señal de lluvia. En postura
inclinada y orante, Elías envía a su criado para que vea si por el lado del mar hay señales de
lluvia. No hay nada, Siete veces sube el sirviente y al final ve que sube del mar una nubecita no
más grande que el tamaño de la palma de la mano. Es un anuncio de lluvia torrencial (1 Re 18,
42-44)16.

Esta nubecita que sube del mar puede ser un símbolo para la VR de hoy: permanecer en espera
vigilante, sin aceptar los diagnósticos de los profetas de calamidades que anuncian el fin de la
VR, y confiar en la fuerza del Espíritu que es capaz de generar vida desde situaciones de caos y
de muerte.

En conclusión: a los 50 años de Lumen Gentium y de Perfectae Caritatis, el papa Francisco


realiza una nueva hermenéutica de los textos conciliares desde una vuelta al Jesús histórico y
desde una apertura al mundo de hoy. Nos invita a recuperar la pasión por el Evangelio y por el

13
Francisco, Testigos de la alegría, Roma 2014, Publicaciones Claretianas, Madrid 2014, p. 13.
14
Ibídem p. 14.
15
Ibídem p. 17.
16
CIVC-SVA, Escrutad,, San Pablo Madrid 2014, p. 45.

Memorias Congreso de VC 14
Conferencia
Vida Religiosa, pasión por el Evangelio y por el pueblo
pueblo. Y todo ello con la alegría que brota del Evangelio. No basta volver al Vaticano II, hay que
ser más radicales, ir a las raíces: hay que volver al Evangelio de Jesús de Nazaret.

Memorias Congreso de VC 15

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