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Para hablar de la cultura monástica y de sus respectivas características, creo

conveniente contextualizar brevemente este tema. Lo que conocemos como


Cristiandad grecorromana o latina, consistió en un lento proceso que culminó en el
siglo VIII, y que incluía la difusión de un claro mensaje cristiano, la elaboración de un
corpus cultural, y en lo que me voy a centrar, la creación de una organización
eclesiástica. La cultura en los reinos germánicos occidentales estaba regida y
controlada por la aristocracia, siendo un sistema muy frágil, con lo que, con el
comienzo de la caída de esta aristocracia, el nivel cultural va a descender de la misma
manera, en gran parte ocasionado por la caída de la sociedad romana, que o bien
desaparecía o se fusionaba con las culturas bárbaras. Al no ser una cultura necesaria
para administrar y regir los reinos, se va a ir deteriorando, con ejemplos como la
desaparición de Escuelas. Con la desaparición de estas, la cultura de la Antigüedad se
transmite a través de las generaciones de las familias acomodadas. El latín pasa de ser
una lengua general a ser exclusiva para el ámbito religioso (clero, obispado, monjes),
con lo que se convierte en una lengua litúrgica.
A todo este se le sumó la fusión de la sociedad romana con los pueblos germánicos y
un comportamiento religioso propio de pueblos bárbaros de Occidente. Pero con la
sustitución de escuelas públicas por monásticas se consolidó el estudio de elementos
lingüísticos y literarios de herencia clásica, pero al no prolongarse en el tiempo, el nivel
de preparación descendió progresivamente.
Y ya antes de pasar con el tema principal creo que es de suma importancia mencionar
la regla de San Benito y de su influencia en Occidente, y que supuso el origen del
monacato benedictino. La regla de San Benito está formada por 73 capítulos. En ellos
detalla claramente diversos principios relativos a la organización de la vida en los
monasterios, la vida diaria de los monjes, la dirección de los monasterios, que recaía
en el abad elegido por todos los monjes, con posesión de autoridad absoluta. Los votos
principales de los monjes de acuerdo con San Benito tendrían que ser: castidad,
pobreza y obediencia. También conforma un gran número de normas prácticas
orientadas a la vida religiosa y a un reajuste de la vida religiosa a través de la
moderación de las actividades de los monjes, régimen de comida y descanso… La regla
de San Benito tiene como pilar central la frase ``Ora et labora´´, reza y trabaja.
Alrededor de este pilar tan importante se va a desarrollar la vida monástica
benedictina. La Regla de San Benito se va a convertir en la posteridad en el máximo
referente del monacato occidental. El monasterio se convierte en un lugar de retiro,
una vía para alcanzar la Ciudad de Dios.
La vida monacal es un camino de penitencia, consagrada a Dios por completo,
enfocada a la adquisición de la ``perfección espiritual´´. Antes de consagrarse a esta
vida, el monje ha de renunciar a sus bienes, a su matrimonio, a su carrera social, a la
cultura profana, alejada de los ideales monacales y que no tiene cabida en el
monasterio. Aparece una literatura exclusivamente monástica, que tiene como
objetivo el estudio de la Biblia como vía para comprender las doctrinas espirituales. A
través de esta literatura se van a transmitir las costumbres propias de cada
monasterio.

Ya con la llegada del siglo VI, se empiezan a desarrollar temas y actividades


intelectuales monacales en la ``lectio divina´´, que contiene multitud de reflexiones y
meditaciones con el objetivo de avivar y alimentar la vida espiritual. Aparece la Regla
del Maestro, similar a la de San Benito, pero enfocada a los monjes jóvenes, incluso a
los niños, para que estos practiquen y mejoren su lectura.
A la Iglesia le beneficia tener un clero numeroso y bien formado, por lo que, en el 52,
en Provenza, Italia y España se llevan a cabo diferentes concilios, en lo que se
determina que los sacerdotes de cada parroquia rural tienen formar un grupo de
jóvenes en su casa, mejorando su lectura e iniciándolos en la espiritualidad mediante
obras como el Salterio o la Ley Divina. Esto supone el nacimiento de la escuela
parroquial, lo que reafirma el ya anticuado funcionamiento de las escuelas
municipales. En cuanto a la formación de los jóvenes en las escuelas parroquiales, hay
que destacar el aprendizaje del Salterio, de memoria y cantado. Con esto último
podemos deducir que también recibían nociones musicales. Asimismo, los jóvenes más
preparados llegan a leer las Sagradas Escrituras y fragmentos de relatos hagiográficos
(vida de Santos). El Obispo es el que forma a sus colaboradores, y recibe jóvenes,
incluso niños. En Italia, Francia y España surgen las Escuelas Episcopales, donde se
enseña la lectura de sermones y el arte de la copia de correspondencia. Con el tiempo,
el Obispo va a depositar su cargo en la figura del Archidiácono. Este tipo de enseñanza
adquiere un carácter muy culto y profesional, teniendo de pilares las Sagradas
Escrituras, el canto y la práctica de sacramentos. Destacar que no se imparten las artes
liberales.
Las grandes figuras del desarrollo de la cultura monástica fueron Casiodoro y Gregorio
Magno. La obra más reseñable de Casiodoro (482-580) fue la fundación en Vivarium,
Calabria, un monasterio en el que convivían dos comunidades distintas: la eremítica,
que seguía una vida ascética, y la cenobítica, cuya vida era conventual. Casiodoro
combinó el ideal monástico que conformaba la vida espiritual con una muy activa y
grande actividad cultural, cuyos aspectos más destacables eran, el aprendizaje de
reglas ortográficas y de puntuación, la puesta en marcha de talleres de copistas y
talleres encuadernadores… Fundó en el monasterio una gran biblioteca con multitud
de obras sagradas de autores tanto latinos como griegos, e incluso él mismo dirigió
multitud de actividades intelectuales. Como gran obra de Casiodoro, es vital nombrar
``Instituciones de las letras divinas y profanas´´, un libro de texto de carácter
enciclopédico cuya función era instruir a los monjes de Vivarium. Casiodoro se dedicó
en cuerpo y alma a la difícil labor de salvar los restos de la cultura antigua, de ahí los
talleres de copistas y encuadernadores, y la gran biblioteca. Destaco también otras
obras de interés como su ``Chronica´´ donde recopila la historia universal, desde Adán
hasta el 519; ``De ortographia´´, una compilación de sus escritos a cerca de la
gramática latina.
Y ya por último hablar de Gregorio Magno (540-604), el principal responsable de la
transmisión del modelo benedictino, a través de la publicación de la vida de San Benito
de Nursia y la fundación de monasterios regulados por la Regla de San Benito, en
territorios familiares que poseía en Sicilia y en Roma, como es el ejemplo del
monasterio de San Andrés en Monte Celio. Además, contribuyó activamente en el
fortalecimiento del poder pontificio entre el 590 y el 604, recogiendo su labor en su
obra ``Liber pontificalis´´, además de la reforma y compilación del canto litúrgico en la
obra ``Canto Gregoriano´´. Otra a destacar es ``Liber regulae pastoralis´´, un tratado
pedagógico de carácter eclesiástico. Por último decir, que Gregorio Magno fue el
principal impulsor de la actividad misionera, enviando al abad del monasterio de San
Andrés a Gran Bretaña, lo que desembocó en la conversión del rey de Kent.

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