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Consagración bautismal y consagración religiosa (síntesis).

Por el bautismo, el cristiano entra a formar parte de la comunidad de creyentes y seguidores de


Cristo. Ser cristiano es entrar a formar parte de la comunidad Trinitaria. En la Trinidad las
Personas divinas tienen un solo pensamiento, una misma actuación, una misma vida, un mismo
Amor. Ser cristiano es vivir la comunión en el Amor. En los Hechos de los Apóstoles, bautismo
y comunidad son realidades inseparables. En los evangelios sinópticos, la doctrina bautismal se
fundamenta en el tríptico Fe-Bautismo-Comunidad de discípulos: Aceptar el mensaje
evangélico me lleva a entrar en comunión con la comunidad de discípulos de Cristo.

La primera exigencia del bautismo es hacernos vivir a los cristianos en unión por la caridad.
Cada uno de los bautizados como miembros de una comunidad (kerygmática) luego de su
encuentro personal con Cristo descubre su misión, la cual es salir a llevar la salvación a sus
hermanos. Ha de ser ``comunidad para la misión´´ que favorece la acción apostólica y que más
tarde se convertirá en el modo de vivir la vida consagrada, tomando los fundadores(as) de los
distintos institutos como modelo a la comunidad de Jesús con sus apóstoles.

Esta comunidad de Jesús contiene las características ideales de fraternidad y cuyo ideal es vivir
la caridad: Koinonía (comunión de corazones y de bienes), járisma (carismas), diakonía
(espíritu de servicio, ponerse unos al servicio de otros) y kerygma (conciencia misionera). Si
faltase alguna de estas, ya no sería comunidad cristiana.

En los últimos 30 años los cambios postconciliares han generado nuevos modelos de vivir la
comunidad: El modelo institucional (su núcleo era la observancia regular. Todos hacían las
mismas cosas, a la misma hora, de la misma manera; el número de miembros era limitado, el
Superior tomaba las decisiones sin consultar con la comunidad, las relaciones personales tenían
un puesto secundario, etc. Los sujetos eran como piezas de una máquina. Se llegó a la conclusión
de que este modelo ya no se adapta a una vida de misión y de ministerio en el mundo de hoy.

Un estilo nuevo de vida comunitaria ha surgido ante la necesidad de los jóvenes de un estilo que
siga el ideal evangélico de ``amarse los unos a los otros´´ y se apoya en tres bases
fundamentales: Las relaciones personales (koinonía, jarisma, diakonía), misión evangelizadora
y la cercanía al pueblo pobre. La Eucaristía y como su complemento la oración comunitaria serán
también expresión de la unión entre hermanos y de la construcción de comunidad. El ambiente
comunitario debe también facilitar el trabajo apostólico buscando un justo equilibrio entre vida
comunitaria y tarea apostólica. La dimensión social de la vida consagrada la conforman: La
comunidad local en primer lugar, seguida de la comunidad-instituto, luego viene la comunidad-
iglesia y por último, la comunidad humana en que se vive, formada por toda clase de personas.
No hay verdadera comunidad si se excluye alguno de estos sectores.

No existe ninguna consagración en la iglesia que no se refiera primera y fundamentalmente a la


consagración bautismal. La profesión de los votos evangélicos se añade a la consagración propia
del bautismo. Todos los cristianos participan de la vida consagrada a través del bautismo ejercido
de tres formas: Haciéndose participes de la función sacerdotal, la función profética y la misión
real de Cristo. La vida consagrada es un don del Espíritu Santo a la iglesia que ha sido vivido y
comprendido según el modelo de iglesia predominante en cada época de la historia. Según el
modelo de iglesia que prevalezca será la idea que se tenga de la misma, de su misión, de su
relación con los demás miembros y de sus exigencias: modelo de iglesia como sociedad perfecta,
modelo de iglesia como pueblo de Dios, modelo de iglesia cuerpo de Cristo, modelo de iglesia
como comunión y misterio y el modelo de iglesia como sacramento del Reino.

En la naturaleza de la iglesia como comunidad existe el fundamento para la complementariedad


entre carisma e institución. La unidad de todos los carismas la da Cristo. No existe diferencia
entre el Espíritu que orienta a un ministerio ordenado y a un ministerio no estructurado. El
ministerio pastoral es el instrumento del que el Señor se sirve para edificar su iglesia mientras
que los carismas no institucionales como la vida consagrada tienen la misión de impulsar la vida
de la iglesia. Carismas e institución se necesitan mutuamente porque están enraizados en la
encarnación del Verbo y la misión del Espíritu. En la iglesia se dan diversos carismas que son los
llamados ``estados de vida´´ desde los cuales el cristiano ejerce y vive la vocación universal a la
santidad: laical, sacerdotal y religiosa. Todas ellas coinciden en un mismo fin: ser fieles
cristianos. La vida consagrada se halla entre los fieles cristianos laicos y los fieles cristianos
ordenados. En lo concerniente a los hombres pertenecientes a la vida consagrada y que son
ministros ordenados de la iglesia (presbíteros y diáconos), no se debe contemplar como dos
vocaciones separadas sino que son el doble aspecto de una única vocación.

Como fieles cristianos consagrados, los religiosos viven una secularidad reducida; los fieles
cristianos laicos viven la secularidad plena. Los fieles cristianos consagrados están llamados a
realizar la misma función que los fieles cristianos laicos, pero no de la misma manera. Aquí entra
el tema de los votos, a través de los cuales los fieles cristianos consagrados ejercen su función
profética y simbólica como un grupo liminal dentro de la iglesia. La meta a la que todos los
fieles tienen que llegar es a la santidad. La santidad como unión con Cristo manifestada bajo la
acción del Espíritu que hace que cada uno según su vocación ejerza la fe, la esperanza y la
caridad llegando a cierto grado de madurez y plenitud, que en y para la iglesia y bajo su
autoridad eclesiástica se convierte en ``modelo´´ y es reconocido por ella como tal (dimensión
eclesial de la santidad). En la vida consagrada, los votos tienen una especial relación con las
virtudes teologales: Castidad y vida comunitaria son ante todo ejercicio de amor; la pobreza
exige un compromiso constante de esperanza; y la obediencia lleva a la práctica de la fe.

La Virgen María es el modelo de consagración y seguimiento de Jesús y ejemplo para todo


cristiano. En María como virgen oyente, orante y oferente encuentra el cristiano de vida
consagrada inspiración y estímulo para vivir las exigencias del seguimiento de Jesús. María es
también modelo y ejemplo para la vida cristiana y la vida religiosa por su experiencia evangélica,
como mujer libre y liberadora, modelo de fe orante y modelo de vida apostólica que orienta en el
servicio evangelizador.
CONSAGRACIÓN BAUTISMAL Y CONSAGRACIÓN
RELIGIOSA.

JAIRO ANDRÉS MUÑOZ HENAO.

ORDEN MINISTROS DE LOS ENFERMOS -

RELIGIOSOS CAMILOS.

CENTRO DE ESTUDIOS RELIGIOSOS (C.E.R.).

TEOLOGÍA DE LOS VOTOS.

2019.

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