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VIDA CONSAGRADA Y SACERDOTAL: DOS MODALIDADES DE LA "APOSTOLICA VIVENDI


FORMA"

Relación y complementación entre "Vita consecrata" y "Pastores dabo vobis"


Juan Esquerda Bifet

Presentación: La resonancia eclesial de la Exhortación Apostólica "Vita


Consecrata"

1. Invitación a un conocimiento mutuo desde dentro de la propia vocación

2. Un punto de referencia: la vida evangélica al estilo de los Apóstoles

3. Exigencias comunes de la "apostolica vivendi forma": seguimiento


evangélico, vida fraterna, disponibilidad misionera

4. Diferencias y peculiaridades en la comunión eclesial

5. Complementariedad y ayuda recíproca en la puesta en práctica del propio


proyecto de vida

Líneas conclusivas e indicativas

* * *

Presentación: La resonancia eclesial de la Exhortación Apostólica "Vita


Consecrata"

La lectura de la Exhortación Apostólica "Vita Consecrata" produce una


impresión de encontrarse armónicamente en un tema eclesial que pertenece a
todos. No se trata sólo de una vocación concreta, que pertenecería sólo a un
sector de la Iglesia, sino de la misma realidad eclesial de ser "esposa" de
Cristo, relacionada profundamente con él.

La vida consagrada es el "signo" fuerte, la "memoria viviente" (VC 22)


de esta realidad de toda la Iglesia, esposa de Cristo y en sintonía de
relación personal con él. Toda vocación cristiana se siente interpelada. Es
un texto que pertenece a todos, en comunión eclesial, con la alegría de
sentirse unidos a quienes son, por la profesión de los consejos evangélicos,
"la visibilidad en medio del mundo de Jesús, virgen, pobre y obediente" (VC
1).

Por parte del sacerdote ministro, que ya ha sido interpelado por la


Exhortación Apostólica "Pastores dabo vobis", la resonancia llega a una
sensibilidad especial cuando se trata de encontrarse ante quienes (las
personas consagradas) son signo especial de la Iglesia esposa (cfr. VC
3,19,34,105). "Pastores dabo vobis" había recordado a los sacerdotes que
ellos son el "signo" personal y sacramental de Cristo Esposo "ante" la
Iglesia esposa: "Está llamado a revivir en su vida espiritual el amor de
Cristo Esposo con la Iglesia esposa. Su vida debe estar iluminada y
orientada también por este rasgo esponsal, que le pide ser testigo del amor
de Cristo como Esposo y, por eso, ser capaz de amar a la gente con un
corazón nuevo" (PDV 22). "La Iglesia, como Esposa de Jesucristo, desea ser
amada por el sacerdote de modo total y exclusivo como Jesucristo, Cabeza y
Esposo, la ha amado" (PDV 29).

Una atenta lectura sobre la exhortación postsinodal "Vita consecrata"


hace recordar muchos temas paralelos de la exhortación "Pastores dabo
vobis", especialmente en todo cuanto se refiere al seguimiento radical de
Cristo (Esposo, Buen Pastor). Incluso la terminología es parecida al
2

referirse a la Iglesia misterio, comunión y misión, así como al subrayar la


condición de ser "signo" de Cristo y al presentar la relación íntima y
personal con él.

Repetidas veces, "Vita consecrata" hace un resumen de las tres


vocaciones (o estados de vida): laical, sacerdotal, vida consagrada 1.
Ordinariamente se indica la "secularidad" para el laicado, la
"ministerialidad" (o "carácter ministerial") para el sacerdote y la
"consagración" por la profesión de los Consejos para la persona consagrada
con un marcado acento escatológico. No deja de recordar que, además del
sentido ministerial o en relación con él, los sacerdotes "son imágenes vivas
de Cristo Cabeza y Pastor", señalando también su carácter escatológico de
guiar el pueblo hacia la venida definitiva de Cristo (cfr. VC 16).

Mi reflexión intenta aprovechar la doctrina de "Vita consecrata",


relacionándola con la de "Pastores dabo vobis", para destacar un punto de
convergencia (la "vida apostólica" o "apostolica vivendi forma"), que señala
una base común entre sacerdotes y personas consagradas, a partir de la cual
será más fácil comprender y apreciar las diferencias.2

1. Invitación a un conocimiento mutuo desde dentro de la propia vocación

Ya el hecho de presentar la vida consagrada como sintonía con los


"sentimientos" de Cristo (cfr. VC 9,65-66), es una invitación a un conocer
con atención esta vocación relacional, que le recuerda al sacerdote ministro
que también él está profundamente relacionado con Cristo, como "clave" para
entender la propia vocación: "La referencia a Cristo es la clave
absolutamente necesaria para la comprensión de las realidades sacerdotales"
(PDV 12; cfr. nn. 25, 53, 72).

Tanto en el Sínodo sobre vida y formación sacerdotal (1990) como en el


de la vida consagrada (1994), se sintió la necesidad de un mejor
conocimiento mutuo para una más estrecha y armónica colaboración.3

En la exhortación postsinodal "Vita consecrata", el Papa invita a un


conocimiento mutuo entre sacerdotes y personas consagradas, ofreciendo la
vía práctica de insertar en los propios planes de estudio la materia
relativa a las demás vocaciones: "Contribuirá también a un mejor
conocimiento recíproco la inserción de la teología y de la espiritualidad de
la vida consagrada en el plan de estudios teológicos de los presbíteros

1
    ? Cfr. VC 16, 30-31, 50, 54, 56, 81. Estudios en colaboración sobre VC:
AA.VV., "Vita Consecrata". Studi e Riflessioni, Roma, Edit. Rogate 1996;
AA.VV., Esortazione Apostolica Post-sinodale "Vita Consecrata" del Santo
Padre Giovanni Paolo II, Testo e commenti, Lib. Edit. Vaticana 1996
(Quaderni "L'Osservatore Romano" n.34).

2
    ? Estudios en colaboración sobre PDV: Os daré pastores según mi corazón,
Valencia, EDICEP 1992; Commentaria in Adh. Apost. "Pastores dabo vobis",
"Seminarium" 32 (1992) n. 4; 33 (1993) n. 3; Pastores dabo vobis, Etudes et
commentaires, "Bulletin de Saint Sulpice" 19 (1993); Studi sull'Esortazione
Apostolica "Pastores dabo vobis" di Giovanni Paolo II, "Salesianum" 55
(1993) n. 1-2; Sacerdoti per una nuova evangelizzazione, Studi
sull'Esortazione Apostolica Pastores dabo vobis, Roma, LAS 1993; Vi darò
pastori secondo il mio cuore, Esortazione Apostolica "Pastores dabo
vobis"..., Testo e commenti, Lib. Edit. Vaticana 1992.

3
    ? Cfr. Relatio post disceptationem, n. 11, del Sínodo de 1990;
Propositio 49 b, del Sínodo de 1994. Ver también el n. 6 del Mensaje final
del Sínodo sobre la vida consagrada.
3

diocesanos, así como la previsión en la formación de las personas


consagradas de un adecuado estudio de la teología de la Iglesia particular y
de la espiritualidad del clero diocesano" (VC 50).

Tanto la vocación laical como la sacerdotal, se presentan en relación


con la vida consagrada, salvando la peculiaridad de cada vocación como
llamada a la santidad y al seguimiento evangélico, que deriva siempre del
bautismo o también (en el caso de los sacerdotes) del hecho de ser signo del
Buen Pastor. A partir de este supuesto, se pasa, como es lógico, a presentar
la oblación de totalidad por parte de la vida consagrada, como "adhesión
conformadora con Cristo de toda la existencia" (VC 16).4

"Pastores dabo vobis", al subrayar la teología de "comunión",


especialmente en el Presbiterio (como "mysterium" o "realidad
sobrenatural"), dio unas pautas para los sacerdotes diocesanos (o
incardinados) en vistas a apreciar a las personas consagradas y a colaborar
con ellas. Precisamente a partir de la "comunión", los mismos sacerdotes
diocesanos sabrán apreciar la peculiaridad de la vocación de los sacerdotes
religiosos o de la vida consagrada en general: "También forman parte del
único presbiterio, por razones diversas, los presbíteros religiosos
residentes o que trabajan en una Iglesia particular. Su presencia supone un
enriquecimiento para todos los sacerdotes y los diferentes carismas
particulares que ellos viven, a la vez que son una invitación para que los
presbíteros crezcan en la comprensión del mismo sacerdocio, contribuyen a
estimular y acompañar la formación permanente de los sacerdotes" (PDV 74;
cfr. n. 31).5

De hecho, tanto "Vita consecrata" como "Pastores dabo vobis", ofrecen


abundante material sobre la naturaleza y espiritualidad de cada vocación
concreta (vida consagrada o sacerdocio ministerial respectivamente), pero,
aún instando a un conocimiento y colaboración mutua, no ofrecen suficientes
contenidos del otro estado de vida. Naturalmente que los suponen. Así, pues,
en la práctica, un sacerdote diocesano necesitará leer "Vita consecrata"
para entender bien esa vocación, mientras que un religioso tendrá que leer
"Pastores dabo vobis" si quiere conocer los contenidos de la espiritualidad
del clero diocesano (según se le pide en VC 50).

No sería exacto entender por "ministerialidad" sólo la acción


ministerial de predicar, celebrar y presidir por parte del sacerdote
ministro, olvidando su realidad de ser signo personal y transparente de
Cristo Buen Pastor (es decir, la caridad pastoral con todas sus
consecuencias). Efectivamente, "gracias a esta consagración obrada por el
Espíritu Santo en la efusión sacramental del Orden, la vida espiritual del
sacerdote queda caracterizada, plasmada y definida por aquellas actitudes y
comportamientos que son propios de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la
Iglesia, y que se compendian en su caridad pastoral" (PDV 21).

Tampoco sería correcto entender por "vida consagrada" sólo la oblación


por medio de la profesión de los Consejos evangélicos, olvidando la relación
intrínseca con la misión en la Iglesia particular y universal, es decir, "la
dimensión intrínsecamente misionera de la consagración" (VC 67).

    ? Ver también VC 30-34, 105.


4

5
    ? "Pastores dabo vobis" ofrece también pistas para la armonía y
conocimiento mutuo entre sacerdotes, religiosos y laicos. De hecho, "cada
sacerdote, tanto diocesano como religioso, está unido a los demás miembros
de este Presbiterio, gracias al sacramento del Orden, con vínculos
particulares de caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad" (PDV 17;
cfr. 31, 59, 74, 81). Ver también: Directorio para el ministerio y la vida
de los presbíteros (Congregación del Clero, 1994) 31.
4

El sacerdote diocesano comprenderá mejor el valor de la "profesión" de


los Consejos evangélicos (que es el elemento fundamental del religioso), si
él mismo descubre su relación sacerdotal con el estilo de vida del Buen
Pastor (que fue pobre, obediente y virgen). El sacerdote religioso
comprenderá mejor el valor de la "ministerialidad" y de la espiritualidad
pastoral del sacerdote ministro, a partir de la propia realidad de ser signo
radical de Cristo para dedicarse plenamente a la misión y, por tanto, a los
servicios de caridad.

2. Un punto de referencia: la vida evangélica al estilo de los Apóstoles

Hay un punto de convergencia que une al sacerdote diocesano con el


sacerdote religioso o con otras personas de "vida consagrada": el
seguimiento radical de Cristo, al estilo de los Apóstoles. Los documentos
sobre la vida sacerdotal han señalado siempre esta dimensión de "vida
apostólica" o de "apostolica vivendi forma". Los documentos sobre la vida
consagrada han hecho lo mismo. En realidad, se trata del grupo diferenciado
de discípulos que seguían al Señor con el mismo radicalismo (los Apóstoles y
otras personas, también algunas mujeres según Lucas 8,1-3).

La exhortación "Vita consecrata" recuerda con frecuencia esta relación


de la vida consagrada con la vida de los Apóstoles. "Los que actualmente
siguen a Jesús abandonándolo todo por El, imitan a los Apóstoles que,
respondiendo a su invitación, renunciaron a todo lo demás. Por esta razón
tradicionalmente se suele hablar de la vida religiosa como apostolica
vivendi forma" (VC 93).6

"Vita consecrata", ya desde el principio, se remite a esa realidad


"apostólica": "También ellos, como los Apóstoles, han dejado todo para estar
con El y ponerse, como El, al servicio de Dios y de los hermanos" (VC 1).
Esa "forma de vida" indica una "especial relación con Jesús" (VC 14) al
estilo de los primeros discípulos. En este sentido, "la vida consagrada es
memorial viviente del modo de existir y de actuar de Jesús como Verbo
encarnado ante el Padre y ante los hermanos. Es tradición viviente de la
vida y del mensaje del Salvador" (VC 22).

La exhortación postsinodal sobre la vida consagrada describe esta


realidad "a imagen de la comunidad apostólica", teniendo en cuenta también
la primera comunidad eclesial (cfr. Act 2,42-47) y las particularidades del
propio carisma (VC 45). Precisamente la escucha de la Palabra de Dios hará
comprender mejor "las palabras y los ejemplos de Cristo y de la Virgen
María, y la apostolica vivendi forma" (VC 94).

Por su parte, la exhortación "Pastores dabo vobis" presenta también la


vida sacerdotal (en su ser, obrar y vivencia) en relación con la vida
evangélica de los doce Apóstoles, con las mismas exigencias de radicalismo,
aunque haciéndolas derivar de la caridad del Buen Pastor. "El ministerio
ordenado surge con la Iglesia y tiene en los Obispos, y en relación y
comunión con ellos también en los presbíteros, una referencia particular al
ministerio originario de los apóstoles, al cual sucede realmente, aunque con
respecto al mismo tenga unas modalidades diversas" (PDV 16).

Por esto, ya desde la formación inicial, deberá darse a los futuros


sacerdotes diocesanos esta orientación de "vida apostólica", a partir de la
cual comprenderán mejor las otras formas de vida evangélica radical. "El
seminario es... la comunidad promovida por el Obispo para ofrecer, a quien
es llamado por el Señor para el servicio apostólico, la posibilidad de

6
    ? Ver la explicación de esta "vida apostólica" en: VC 1, 14, 22, 31, 34,
45, 93-94.
5

revivir la experiencia formativa que el Señor dedicó a los Doce. En


realidad, los Evangelios nos presentan la vida de trato íntimo y prolongado
con Jesús como condición necesaria para el ministerio apostólico. Esa vida
exige a los Doce llevar a cabo, de un modo particularmente claro y
específico, el desprendimiento -propuesto en cierta medida a todos los
discípulos- del ambiente de origen, del trabajo habitual, de los afectos más
queridos (cfr. Mc 1, 16-20; 10, 28; Lc 9, 11. 27-28; 9, 57-62; 14, 25-27)"
(PDV 60).7

La fisonomía o "rostro" del presbítero del "tercer milenio" será


también la misma fisonomía de Cristo Sacerdote y Buen Pastor, por el hecho
de participar en "un sacerdocio ministerial del que los apóstoles fueron los
primeros investidos" (PDV 5). Por la recepción del don permanente del
Espíritu, "son llamados y capacitados para continuar el mismo ministerio
apostólico de reconciliar, apacentar el rebaño de Dios y enseñar" (PDV 15).
"Mediante el sacerdocio del Obispo, el sacerdocio de segundo orden se
incorpora a la estructura apostólica de la Iglesia. Así el presbítero, como
los apóstoles, hace de embajador de Cristo (cfr. 2 Cor 5, 20). En esto se
funda el carácter misionero de todo sacerdote" (PDV 16)

Cuando "Pastores dabo vobis" señala las consecuencias evangélicas de


la caridad pastoral, sin ningún descuento, no ofrece una elucubración, sino
un hecho evangélico: "Así fue en Jesús. Así fue en los Apóstoles y en sus
sucesores" (PDV 24). Por esto, la formación en los Seminarios diocesanos
debe apuntar a "vivir como los Apóstoles, en el seguimiento de Cristo" (PDV
42), porque "vivir en el Seminario, escuela del Evangelio, es vivir en el
seguimiento de Cristo como los Apóstoles. Más aún, es dejarse configurar con
Cristo Buen Pastor" (ibídem). Para ellos "la búsqueda de Jesús... encuentra
su aplicación específica precisamente en el contexto de la vocación de los
Apóstoles" (PDV 46).

3. Exigencias comunes de la "apostolica vivendi forma": seguimiento


evangélico, vida fraterna, disponibilidad misionera

La "vida apostólica" o "apostolica vivendi forma" se concreta en tres


grandes líneas: el seguimiento evangélico de Cristo ("sequela") al estilo de
los Apóstoles, la fraternidad o vida comunitaria y la disponibilidad
misionera incondicional. Las modalidades de su aplicación podrán variar
según se trate del Presbiterio (con el propio Obispo), de la vida monástica,
eremítica, religiosa, de Instituto secular, de asociación de vida
apostólica, etc.

7
    ? Cfr. PDV 4-5, 15-17, 22, 24, 42, 46, 60. Sobre la "Vida Apostólica" (o
"apostolica vivendi forma") en los Presbiterios primitivos, ver la carta de
San Ambrosio, alabando el ejemplo de San Eusebio de Vercelli (Epistola 63:
PL 16,1239-1272). También los discursos pronunciados por oradores anónimos
en Vercelli, recordando el ejemplo del santo obispo en un Presbiterio
familiar (PL 57, 413ss). Habría que recordar el ejemplo de otros santos
obispos de la época: San Máximo (Turín), San Sabino (Piacenza), San
Gaudencio (Novara), San Félix (Bologna), San Vicente (Cremona), San Zenón
(Verona", San Inocencia (Tortona). El biógrafo de San Agustín (San Posidio)
afirma que el santo obispo "vivió la vida apostólica": PL 32, 33-66.
Respecto a la "regla de San Agustín", como primera regla de "Vida
Apostólica", antes de la regla de San Pacomio y de San Benito, ver: CL.
BOFF, La vita della comunione dei beni, la regola di S. Agostino, Assisi,
Cittadella Ed. 1991. Se puede decir que Santo Domingo aplicó la "regla" de
San Agustín (que se vivía en su Presbiterio de Burgo de Osma) a su nueva
situación de "predicador" interdiocesano; por esto el Papa le llamó "virum
totius apostolicae regulae sectatorem"; cfr. Acta canonizationis sancti
Dominici, Monumenta O.P. Mist. 16, Romae 1935, pp.30ss, 146-147.
6

Actualmente (aunque no siempre fue así en el pasado) se llama "vida


consagrada" a la modalidad de la "apostolica vivendi forma" que se lleva a
la práctica por medio de la "profesión" (o compromisos especiales
reconocidos por la Iglesia) sobre los Consejos evangélicos. En este sentido
hay que entender la afirmación de que se trata de "seguir, en la búsqueda de
la caridad perfecta, a Jesús virgen, pobre y obediente" (VC 12).

A) La sequela evangélica (práctica de los Consejos evangélicos):

En cuanto a la "vida consagrada", la "profesión" de los Consejos


evangélicos constituye su elemento fundamental (VC 12). Naturalmente habrá
que profundizar en su dimensión trinitaria (VC 20), cristológica (VC 16,
18), pneumatológica (VC 19), eclesiológica de desposorio con Cristo (VC 3,
19, 34, 105) y escatológica (VC 14, 16, 26). La "consagración" es "un don
específico del Espíritu Santo" que "asocia su oblación al sacrificio de
Cristo" (VC 30).

Los consejos evangélicos, especialmente por su "profesión", hacen del


rostro de la Iglesia la expresión de "los rasgos del Esposo" transfigurado
en el Tabor (VC 13, 19, 23-25), para que, reproduciendo su mismo estilo de
vivir, Cristo sea "el centro de la propia vida" (VC 16; LG 44). Por ser "un
don de la Trinidad" (VC 20), las personas consagradas, por la profesión de
los Consejos evangélicos, participan en la misma consagración del Hijo de
Dios y son epifanía de Dios amor (VC 21-22). A los retos actuales sobre cada
uno de los Consejos evangélicos, sólo se podrá responder con una vivencia
más radical y "profética" de los mismos (VC 84, 88-91). Respecto a la
Iglesia, "la vida consagrada expresa de manera elocuente su íntima esencia
esponsal" (VC 105).

En cuanto a la vida sacerdotal, la práctica de los Consejos


evangélicos está relacionada con la vida de los Apóstoles en su seguimiento
de Cristo Buen Pastor, obediente, casto y pobre. La "sucesión apostólica" y
la caridad pastoral derivan hacia esa vida que Cristo quiso para él y para
"los suyos" (Jn 13,1). Los sacerdotes están llamados a ser "imágenes vivas
de Cristo Cabeza y Pastor" (VC 16), "imagen viva de Jesucristo Esposo de la
Iglesia" (PDV 22), signos del amor de Cristo Esposo "frente a la Iglesia
esposa" (PDV 22), llamados a "revivir en su vida espiritual el amor de
Cristo Esposo con la Iglesia esposa" (ibídem).8

Esta relación íntima con la caridad de Cristo Sacerdote, Pastor,


Esposo, Cabeza y Siervo, reclama vivir su mismo estilo de vida, "como
prolongación visible y signo sacramental de Cristo" (PDV 16). Por esto la
práctica de los Consejos evangélicos son, para el sacerdote, un "compendio
de la caridad pastoral" (PDV 27). "Expresión privilegiada del radicalismo
son los varios consejos evangélicos que Jesús propone en el Sermón de la
Montaña (cfr. Mt 5-7), y entre ellos los consejos, íntimamente relacionados
entre sí, de obediencia, castidad y pobreza: el sacerdote está llamado a
vivirlos según el estilo, es más, según las finalidades y el significado
original que nacen de la identidad propia del presbítero y la expresan" (PDV
27; cfr. 28-30).9

8
    ? Encontramos los mismos contenidos evangélicos en el Directorio para el
ministerio y vida de los presbétiros nn.57-67.

9
    ? En Oriente y Occidente se encuentra la misma tradición "apostólica"
con aplicaciones diferenciadas: quien preside "espiritualmente" la comunidad
eclesial está llamado a ser signo de Cristo Esposo ante ella. En Oriente
quien preside "espiritualmene" la comunidad (presidencia de la Eucaristía,
dirección espiritual, confesión, etc.), es el Obispo y algunos presbíteros
célibes ("pneumaticoi"). Pero habría que recordar que, en buena lógica
evangélica, no es sólo cuestión del celibato, sino también de la pobreza,
7

B) Fraternidad:

La vida fraterna o "comunitaria" (según diversas modalidades) es una


nota permanente de toda "vida consagrada". La Exhortación "Vita consecrata"
lo ha recordado, dedicando especialmente el capítulo II al tema de la
"comunión".

El origen fontal de esta fraternidad es la vida trinitaria. Su punto


de referencia es la primera comunidad eclesial en Jerusalén, donde todos
eran "un solo corazón y una sola alma" (Act 4,32). Por esta fraternidad se
tiende a hacer de toda la humanidad "una sola familia", en la que se refleje
la comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (VC 21).

Para llegar a vivir esta fraternidad es necesaria una "formación


comunitaria y apostólica" desde los comienzos de la vida consagrada. De este
modo, "la vida comunitaria, ya desde la primera formación, debe mostrar la
dimensión intrínsecamente misionera de la consagración" (VC 67). La fuerza
misionera radica en la comunión trinitaria reflejada en la comunión
fraterna, puesto que "la comunión genera comunión y se configura
esencialmente como comunión misionera" (VC 46).

La modalidad de vida fraterna de la vida comunitaria "religiosa" o de


vida consagrada difiere de la fraternidad entre los sacerdotes ministros,
puesto que aquélla tiene Estatutos especiales en los que, además, se inserta
armónicamente el voto de obediencia y la característica peculiar trazada por
el carisma fundacional.

Respecto a vida sacerdotal, "Pastores dabo vobis" da una importancia


similar a la vida fraterna, aunque las modalidades y las exigencias
concretas sean diferentes. Se trata de un elemento constitutivo de toda
"vida apostólica" (o según el modelo de los Apóstoles). El origen fontal es
siempre el mismo (la vida trinitaria), así como también la base
eclesiológica (en la Iglesia misterio, comunión, misión) (PDV 16). Por esto,
"el ministerio ordenado tiene una radical «forma comunitaria» y puede ser
ejercido sólo como «una tarea colectiva». Sobre este carácter de comunión
del sacerdocio ha hablado largamente el Concilio, examinando claramente la
relación del presbítero con el propio Obispo, con los demás presbíteros y
con los fieles laicos" (PDV 17; cfr. PO 7-9).

Se trata de "una continuación en la Iglesia de la íntima comunidad


apostólica formada en torno a Jesús" (PDV 60). esta comunidad tiene lugar
especialmente en el Presbiterio, que es "una realidad sobrenatural" a modo
de "familia" (PDV 74). Por esto "la unidad de los presbíteros con el Obispo
y entre sí no es algo añadido desde fuera a la naturaleza propia de su
servicio, sino que expresa su esencia como solicitud de Cristo Sacerdote por
su Pueblo congregado por la unidad de la Santísima Trinidad. Esta unidad del
Presbiterio, vivida en el espíritu de la caridad pastoral, hace a los
sacerdotes testigos de Jesucristo, que ha orado al Padre «para que todos
sean uno» (Jn 17, 21). La fisonomía del Presbiterio es, por tanto, la de una
verdadera familia, cuyos vínculos no provienen de carne y sangre, sino de la
gracia del Orden: una gracia que asume y eleva las relaciones humanas,
psicológicas, afectivas, amistosas y espirituales entre los sacerdotes; una
gracia que se extiende, penetra, se revela y se concreta en las formas más
variadas de ayuda mutua, no sólo espirituales, sino también materiales" (PDV
74; cfr. 76-77, 81).10

obediencia, humildad, sacrificio, vida fraterna... (con o sin votos).

    ? "Son muchas las ayudas y los medios... entre éstos hay que recordar
10

las diversas formas de vida común entre los sacerdotes, siempre presentes en
8

C) Misión (universal):

El tercer elemento fundamental de la "vida apostólica" es la


disponibilidad misionera a nivel de Iglesia local y universal. En cuanto a
la vida consagrada, la exhortación postsinodal ha aclarado conceptos y
disipado dudas. Toda vida consagrada, en virtud de su consagración
específica, está al servicio de los campos de caridad y de evangelización en
toda la Iglesia universal (VC cap. III). "Las personas consagradas están
llamadas a ser fermento de comunión misionera en la Iglesia universal...
Emerge de este modo el carácter de universalismo y de comunión que es
peculiar de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida
apostólica" (VC 47)

Esta tensión misionera "ad gentes" no admite paliativos en la vida


consagrada. "En virtud de su más íntima consagración a Dios, y permaneciendo
dinámicamente fieles a su carisma, no pueden dejar de sentirse implicadas en
una singular colaboración con la actividad misionera de la Iglesia...
manifiestan la irrenunciable tensión misionera que distingue y caracteriza
la vida consagrada" (VC 77).

Es, pues, "tarea de la vida consagrada el trabajar en todo el mundo


para consolidar y difundir el Reino de Cristo" (VC 78). "Sin la contribución
de tantos Institutos... sería impensable la vigorosa difusión del anuncio
evangélico, el firme establecimiento de la Iglesia en tantas regiones del
mundo y la primavera cristiana que hoy se constata en las jóvenes Iglesias"
(PDV 47). La vitalidad y la renovación interna de toda Institución de vida
consagrada dependerá de su dinamismo misionero, porque "la misión refuerza
la vida consagrada, le infunde un renovado entusiasmo y nuevas motivaciones
y estimula su fidelidad" (VC 78).

La vida sacerdotal tiene también estas exigencias misioneras, aunque


con matices y aplicaciones diferentes. El texto de "Pastores dabo vobis",
recordando la doctrina conciliar, afirma que el sacerdote "está ordenado no
sólo para la Iglesia particular, sino también para la Iglesia universal
(cfr. PO 10)" (PDV 16). El "carácter misionero de todo sacerdote" (ibídem)
se fundamenta también en el estilo de vida de los Apóstoles, puesto que
"cualquier ministerio sacerdotal participa de la misma amplitud universal de
la misión confiada por Cristo a los Apóstoles" (PDV 18; PO 10).

La relación estrecha de los presbíteros con el Obispo y la pertenencia


a una Iglesia particular y a un Presbiterio, son un modo nuevo de asumir la
"solicitud por la Iglesia universal y por cada una de las Iglesias
particulares, al servicio de las cuales constituyen con el Obispo un único
Presbiterio" (PDV 17; cfr. LG 28). La misma "incardinación" indica que se
asume responsablemente la responsabilidad misionera universal de la Iglesia
particular. "La pertenencia y dedicación a una Iglesia particular no
circunscriben la actividad y la vida del presbítero, pues, dada la misma
naturaleza de la Iglesia particular y del ministerio sacerdotal, aquellas no
pueden reducirse a estrechos límites. El Concilio enseña sobre esto: «El don
espiritual que los presbíteros recibieron en la ordenación no los prepara a
una misión limitada y restringida, sino a la misión universal... confiada
por Cristo a los Apóstoles». Se sigue de esto que la vida espiritual de los
sacerdotes debe estar profundamente marcada por el anhelo y el dinamismo
misionero" (PDV 32).

la historia de la Iglesia, aunque con modalidades y compromisos diferentes"


(PDV 81; Directorio 29,82,88). Por este camino se podría hacer realidad el
Presbiterio como verdadera familia sacerdotal, donde "el sacerdote debería
encontrar los medios específicos de santificación y de evangelización"
(Directorio 27).
9

4. Diferencias y peculiaridades en la comunión eclesial

Hay un punto muy querido de ambas vocaciones, es decir, de la vocación


sacerdotal y de vida consagrada. Se trata de la relación con María. El tema
sería muy amplio, puesto que María es "Madre especial" de cada vocación
cristiana, según los carismas que configuran con Cristo de modo peculiar. La
Exhortación Apostólica "Vita Consecrata" pone el tema mariano en relación
con la maternidad de la Iglesia (VC 34). María es el tipo de toda la
maternidad eclesial. La maternidad participada por el sacerdote (o por la
Jerarquía) es "ministerial" (María es Madre por medio de los signos
eclesiales). La maternidad participada por la vida consagrada tiene una
relación especial con María, por ser ella la figura de toda consagración
(María es Madre por medio de la fidelidad consagrada). El tema necesitaría
una profundización. Lo hemos insinuado sólo para indicar la diferencia y
complementariedad entre ambas vocaciones, dentro de la comunión eclesia.11

La misma realidad evangélica del seguimiento radical (o de práctica de


Consejos evangélicos), de vida fraterna y de disponibilidad misionera, por
parte de los sacerdotes y por parte de los religiosos o personas
consagradas, no significa la igualdad en cuanto a la "profesión" o
compromiso ante la Iglesia acerca de este seguimiento con sus consecuencias
de vida comunitaria y de misión. "Las personas consagradas, que abrazan los
consejos evangélicos, reciben una nueva consagración que, sin ser
sacramental, les compromete a abrazar - en el celibato, la pobreza y la
obediencia - la forma de vida practicada personalmente por Jesús y propuesta
por El a los discípulos" (VC 31). Pero el radicalismo del seguimiento
evangélico es siempre elemento esencial de toda modalidad de "vida
apostólica" o "apostolica vivendi forma" (en el Presbiterio o en una
Institución de vida consagrada).

Es verdad que toda vocación cristiana (laical, sacerdotal, religiosa)


es una llamada a la "perfección de la caridad" (LG 40) y al seguimiento
evangélico, puesto que "la moral cristiana... consiste principalmente en el
seguimiento de Jesucristo, en el abandonarse a El, en el dejarse transformar
por su gracia" (VS 119). Pero en la vida sacerdotal y consagrada este
seguimiento tiene el sentido de radicalismo como signo fuerte de la caridad
del Buen Pastor y como consagración de signo más escatológico. La diferencia
consistirá en realidades de gracia que matizan de modo especial este
seguimiento evangélico y los demás elementos de la "apostolica vivendi
forma".

En las "personas consagradas", todos los elementos de la "apostolica


vivendi forma" quedan matizados también por gracias peculiares que son
ayudas especiales para su puesta en práctica:

- La "profesión" de los Consejos indica un compromiso ante la Iglesia


y constituye una especial consagración, "su más íntima consagración a
Dios" (VC 77). "Con la profesión de los consejos evangélicos los
rasgos característicos de Jesús - virgen, pobre y obediente - tienen
una típica y permanente «visibilidad» en medio del mundo" (VC 1; cfr.
16, 20ss, 88-92).

- La necesaria referencia y "fidelidad al carisma fundacional y al


consiguiente patrimonio espiritual de cada Instituto" (VC 36; cfr.
77).

- El cumplimiento generoso y responsable de unos Estatutos o Regla

    ? Ver el tema mariano en ambos documentos: PDV 36, 38, 45, 82; VC 18,
11

23, 28, 34 (Iglesia madre), 94-95, 97, 112.


10

concreta (VC 91-92), que acostumbran a concretar los diversos aspectos


del carisma propia en los elementos comunes de la "apostolica vivendi
forma".

- La colaboración especial en la Iglesia particular, en sentido de


comunión responsable, con los matices del propio carisma, "con un
estilo particular de santificación y de apostolado", conservando una
"justa autonomía", dentro siempre de "la pastoral diocesana" (VC 48).

- Los sacerdotes religiosos o de otras formas de vida consagrada


forman parte del Presbiterio, puesto que "cada sacerdote, tanto
diocesano como religioso, está unido a los demás miembros de este
presbiterio, gracias al sacramento del Orden, con vínculos
particulares de caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad"
(PDV 17; cfr. 31, 74).

En los sacerdotes ministros, la "apostolica vivendi forma", en sus


tres elementos de seguimiento radical, vida fraterna y disponibilidad
misionera, quedan matizados por estas realidades de gracia:

- El punto de referencia de la caridad pastoral, que hace del


sacerdote una "prolongación visible y signo sacramental de Cristo"
Buen Pastor (PDV 16; cfr. 21-14).

- La dependencia, también espiritual, respecto al carisma episcopal


(cfr. PDV 74; PO 7; CD 15-16, 28).

- La "incardinación", que "no se agota en un vínculo puramente


jurídico, sino que comporta también una serie de actitudes y de
opciones espirituales y pastorales, que contribuyen a dar una
fisonomía específica a la figura vocacional del presbítero (PDV 31;
cfr. 32, 74).

- La pertenencia a la Iglesia particular y al Presbiterio, que es "un


mysterium, una realidad sobrenatural, porque tiene su raíz en el
sacramento del Orden" (PDV 74; cfr. 17; PO 8; LG 28).

- El sentido de "ministerialidad" (VC 31-32) también en la consecución


de la santidad, "ejerciendo su triple función sincera e
infatigablemente en el Espíritu de Cristo" (PO 13; cfr. PDV 24-26).

5. Complementariedad y ayuda recíproca en la puesta en práctica del propio


proyecto de vida

Impresiona leer estos dos documentos (PDV y VC) y constatar la llamada


a poner en práctica un proyecto de vida en el propio grupo: vida comunitaria
para vivir la consagración-comunión-misión (VC cap. II); fraternidad y
familia sacerdotal en el Presbiterio, con un proyecto de vida concreto (cfr.
PDV 79).

Las exigencias evangélicas comunes a sacerdotes y personas


consagradas, derivadas de la "apostolica vivendi forma", así como las
diferencias y peculiaridades de cada estado de vida, deben ayudar a
comprender y apreciar mejor la complementariedad y ayuda mutua consecuente.

La vida consagrada aportará un signo fuerte de radicalismo evangélico


(por la "profesión" de los Consejos), un dinamismo de comunión universal y
una particularidad "carismática" respecto a todos los elementos básicos de
la "apostolica vivendi forma". Ello enriquecerá a la Iglesia particular y al
mismo Presbiterio: "El don de la vida religiosa, en la comunidad diocesana,
cuando va acompañado de sincera estima y justo respeto de las
11

particularidades de cada Instituto y de cada espiritualidad tradicional,


amplía el horizonte del testimonio cristiano y contribuye de diversa manera
a enriquecer la espiritualidad sacerdotal, sobre todo respecto a la correcta
relación y recíproco influjo entre los valores de la Iglesia particular y
los de la universalidad del Pueblo de Dios" (PDV 74).

La aportación de los sacerdotes de vida consagrada será de gran valor


en el Presbiterio: "Los sacerdotes que pertenecen a Ordenes y a
Congregaciones religiosas son una riqueza espiritual para todo el
Presbiterio diocesano, al que contribuyen con carismas específicos y
ministerios especializados; con su presencia estimulan la Iglesia particular
a vivir más intensamente su apertura universal" (PDV 31)

La vida sacerdotal diocesana ayudará a las personas consagradas a


profundizar en la realidad diocesana de una historia de gracia (y herencia
apostólica) y en la comunión de Iglesia particular y, si son sacerdotes,
también a valorar la "realidad sobrenatural" del Presbiterio, del que ellos
también forman parte con matices especiales. Esos valores "diocesanos",
ayudarán, pues, a los religiosos a "garantizar un espíritu de verdadera
comunión eclesial, una participación cordial en la marcha de la diócesis y
en los proyectos pastorales del Obispo, poniendo a disposición el propio
carisma para la edificación de todos en la caridad" (PDV 74).

La exhortación apostólica "Vita consecrata" habla repetidas veces de


la vocación sacerdotal y de la vocación a la vida consagrada, indicando
tanto la relación como la diferenciación y complementación (cfr. VC 16, 30-
32, 34, 50, 105). Ambas dicen relación a Cristo, o como Cabeza y Pastor (la
vocación sacerdotal) o como "la meta escatológica a la que todo tiende" (la
vocación a la vida consagrada) (VC 16). Ambas suponen "una vocación distinta
(del laicado) y una forma específica de consagración, en razón de una misión
particular" (VC 31)

Es interesante notar la afirmación de que los "sacerdotes que profesan


los Consejos evangélicos" (y, por tanto, son miembros de la vida
consagrada), ponen de manifiesto que "la vocación al sacerdocio y la vida
consagrada convergen en profunda y dinámica unidad" (VC 30). En efecto, en
esa nueva consagración (por la "profesión" de los Consejos evangélicos) se
encuentra "una ayuda particular para vivir en sí mismo la plenitud del
misterio de Cristo, gracias también a la espiritualidad peculiar de su
Instituto y a la dimensión apostólica del correspondiente carisma" (ibídem).

Para que un sacerdote pase a la vida consagrada necesita la gracia de


esa nueva vocación, que le ayudará a vivir las mismas exigencias de la
"apostolica vivendi forma" con matices y gracias (carismas) especiales. Si
un sacerdote religioso (o de vida consagrada) pasara al sacerdocio diocesano
(por no sentirse llamado a la peculiaridad de la "profesión" de los Consejos
o del carisma fundacional), ese paso no le dispensaría de las exigencias
evangélicas de la "apostolica vivendi forma" a partir de la caridad
pastoral, de la pertenencia a una Iglesia particular y de la relación
estrecha con el carisma episcopal (sequela evangélica, fraternidad,
disponibilidad misionera).

En cuanto a la pastoral vocacional sobre la vida consagrada, hay que


recordar que a los sacerdotes (diocesanos y religiosos) corresponde el
ministerio de suscitar las vocaciones de vida consagrada. Precisamente "el
carácter ministerial", como nota característica del sacerdocio (VC 31),
indica la responsabilidad de animar y coordinar todos los carismas y
vocaciones de la comunidad. Así, pues, "los Obispos, presbíteros y diáconos,
convencidos de la excelencia evangélica de este género de vida, trabajen
para descubrir y apoyar los gérmenes de vocación con la predicación, el
discernimiento y un competente acompañamiento espiritual" (VC 105).
12

Este fue también el encargo del decreto conciliar "Presbyterorum


Ordinis", precisando el encargo de suscitar y guiar esas vocaciones por el
camino de la perfección evangélica: "Llevan a todos al cumplimiento del
propio estado e introducen a los más fervorosos hacia los consejos
evangélicos, que cada uno ha de practicar de una forma adecuada" (PO 5).

Líneas conclusivas e indicativas

Las pistas de mutuo entendimiento, aprecio y colaboración, a mi


entender, necesitaría encontrarse especialmente en la construcción armónica
de la "Vida Apostólica" ("apostolica vivendi forma") en la Iglesia
particular (Presbiterio e Instituciones de vida consagrada). Estas últimas
Instituciones podrían ayudar a llenar un vacío de siglos: la construcción de
la "Vita Apostólica" en el Presbiterio, con un proyecto de vida adecuado y
elaborado por los mismos sacerdotes con su propio Obispo (cfr. PDV 79). Pero
el camino es largo, porque falta formación, mentalidad y hábitos.

Me he preguntado varias veces: si la VC invita a conocer la


espiritualidad específica del sacerdote diocesano (VC 50), cuántos son los
Seminarios diocesanos en que se explica esta espiritualidad específica
propia? Si no se conoce esta espiritualidad sacerdotal diocesana (como
concretización de la "apostolica vivendi forma"), por parte del sacerdote
diocesano, será difícil apreciar las otras posibilidades de esta misma "Vida
Apostólica". A la vida consagrada se la conocerá y apreciará más desde la
propia modalidad de la "apostolica vivendi forma". Al mismo tiempo, la vida
consagrada necesita saber que el sacerdote diocesano está llamado a la
"apostolica vivendi forma", practicada con su propio obispo (al estilo de
los Presbiterio antiguos como el de San Agustín o San Eusebio de Vercelli).

Una buena pista para comprender la relación, diferencia y


complementariedad entre la vida consagrada y la ministerialidad del
sacerdocio ordenado, la podemos encontrar en la indicación que ofrece la
exhortación "Vita consecrata". La vida consagrada, por el hecho de ser signo
especial de la Iglesia esposa (cfr. VC 105), encuentra en la Santísima
Virgen María su expresión particular (cfr. VC 34). Es una pista que invita a
su profundización...

No sólo "la persona consagrada encuentra en la Virgen una Madre por


título muy especial" (VC 28), y una presencia constante, sino que también
encuentra en ella su propia realidad "esponsal" de acogida de la Palabra
para transmitirla: "En María está particularmente viva la dimensión de la
acogida esponsal, con la que la Iglesia hace fructificar en sí misma la vida
divina a través de su amor total de virgen... La persona consagrada,
siguiendo las huellas de María, nueva Eva, manifiesta su fecundidad
espiritual acogiendo la Palabra, para colaborar en la formación de la nueva
humanidad, con su dedicación incondicional y su testimonio" (VC 34).

Pero esa realidad esponsal y "mariana" necesita una complementariedad:


la ministerialidad del sacerdocio. Efectivamente, "en Pedro y en los demás
Apóstoles emerge sobre todo la dimensión de la fecundidad, como se
manifiesta en el ministerio eclesial, que se hace instrumento del Espíritu
Santo para la generación de los nuevos hijos mediante el anuncio de la
Palabra, la celebración de los Sacramentos y la atención pastoral" (VC 34).
Entonces las dos vocaciones se encuentran como complementarias: "Así la
Iglesia manifiesta plenamente su maternidad tanto por la comunicación de la
acción divina confiada a Pedro, como por la acogida responsable del don
divino, típica de María" (VC 34).

El futuro de este aprecio y complementación mutua dependerá, a mi


entender, de la autenticidad de la "apostolica vivendi forma" en sus tres
13

elementos esenciales: el seguimiento evangélico radical, la vida fraterna


("comunitaria"), la disponibilidad misionera. Los tres elementos son
esenciales, por encima de cualquier forma particular de vida consagrada
surgida en la historia, y también más allá del vacío actual en muchos
Presbiterios sobre la "apostolica vivendi forma".

La vida consagrada necesitará ahondar en su esencia, puesto que es el


signo fuerte de la vida evangélica. El Presbiterio deberá elaborar y poner
en práctica un proyecto de vida que abarque esos mismos elementos
esenciales, a partir de las realidades de gracia del sacerdote ministro
(diocesano). Otro punto de vista, llevaría a reivindicaciones, malentendidos
y acusaciones mutuas, a modo de problemas de lujo nacidos más bien de la
falta de vida evangélica (la cual no admite ningún género de privilegios por
parte de cualquier estado de vida "apostólica").

El relativo vacío durante siglos sobre esa realidad (la "vita


apostolica") en los Presbiterios, necesitará tiempo y esfuerzo por parte de
todos, también por parte de los sacerdotes que "profesan" esa misma
"apostolica vivendi forma" con modalidades diferentes y que pertenecen
también al Presbiterio. Estos sacerdotes deberán respetar la modalidad
evangélica propia de los diocesanos, dejando que ellos mismos se tracen el
camino pedido nuevamente por la Iglesia.

Al mismo tiempo, la autenticidad en poner en práctica el estilo de


vida "apostólica" en los Presbiterios, será la garantía para suscitar las
vocaciones a la vida consagrada, para una recta comprensión de la misma y
para una colaboración afectiva y efectiva entre sacerdotes y personas
consagradas.

La acción del Espíritu Santo, que comunica sus dones como


participación en la misma consagración y misión de Cristo, para edificación
de una misma Iglesia que es misterio, comunión y misión como reflejo de la
comunión trinitaria, hará realidad lo que parece insuperable, porque, como
dijo el ángel a María, "nada hay imposible para Dios" (Lc 1,37). Entonces el
rostro de Cristo Esposo (de quien son signo peculiar los sacerdotes) ser
reflejará en el rostro de la Iglesia Esposa (de la que son signo especial
las personas de vida consagrada).

Cada una de las vocaciones es un modo peculiar de vivir el amor de


Cristo, quien "amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef 5,25).
Entra más adentro de esta realidad cristológica y eclesial no quien es más
signo en uno u otro aspecto (sacerdotal o de vida consagrada), sino quien
ama más a Cristo y a la Iglesia a partir de la peculiaridad de su propia
vocación.

En los carismas fundacionales (de vida consagrada) "aparece siempre


vivo el sentido de Iglesia" (VC 46). La construcción del Presbiterio según
la "apostolica vivendi forma", tendrá lugar también por ese mismo camino,
"porque no puede separarse la fidelidad para con Cristo de la fidelidad para
con la Iglesia. La caridad pastoral pide que los presbíteros, para no correr
en vano, trabajen siempre en unión con los Obispos y con los hermanos en el
sacerdocio. Obrando así hallarán los presbíteros la unidad de la propia vida
en la misma unidad de la misión de la Iglesia, y de esta suerte se unirán
con su Señor, y por El con el Padre, en el Espíritu Santo, a fin de llenarse
de consuelo y rebosar de gozo" (PO 14; cfr. PDV 65).

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