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UNIVERSIDAD ABIERTA INTERAMERICANA

LICENCIATURA EN PUBLICIDAD

Asignatura: PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN

Docente: Lic. Adriana Boatto

3er. año

2022
FASES EVOLUTIVAS DEL DESARROLLO HUMANO

Para Freud la pulsión sexual es la fuerza motivacional más importante. Creía que
esta fuerza no era sólo la que más prevalecía en los adultos, sino también en los niños.

También creía que la libido maduraba en los individuos por medio del cambio de su
objeto (u objetivo). Decía que los humanos nacen "polimórficamente perversos", en el
sentido que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme
las personas van desarrollándose, van fijándose sobre diferentes objetos específicos en
distintas etapas: la etapa oral (por el placer de los bebés en la lactancia); la etapa anal
(por el placer de los niños al controlar esfínteres); y luego la etapa fálica. Propuso
entonces que llega un momento, en que los niños se fijan en el progenitor de sexo
opuesto (Complejo de Edipo) y desarrolló un modelo que explica la forma en que
encaja este patrón en el desarrollo de la dinámica de la mente.

Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo
y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones. El modelo psicosexual que
desarrolló ha sido criticado: algunos atacaron la afirmación de Freud sobre la
existencia de una sexualidad infantil y otros, consideran que no amplió los
conocimientos sobre sexualidad, sino que la "neurotizó", al relacionarla con conceptos
como incesto, perversión y trastornos mentales.

Es cierto que la capacidad orgásmica está presente desde el nacimiento, pero Freud
no sólo hablaba de orgasmo. La sexualidad no comprende en exclusiva al coito, sino
todas aquellas sensaciones placenteras de la piel. Bebés, niños y adultos, disfrutan de
las experiencias táctiles como los besos, caricias, etc. Observó que en distintas etapas
de nuestra vida, diferentes partes de la piel eran las que nos daban mayor placer. Más
tarde, los teóricos llamarían a estas áreas: zonas erógenas.

Ciencias como la antropología y la sociología, argumentan que el patrón de


desarrollo propuesto por Freud, no es universal ni necesario en el desarrollo de la
salud mental, calificándolo de etnocéntrico por omitir determinantes socio-culturales.

Freud esperaba probar que su modelo, basado en observaciones de la clase media


austríaca, fuese universalmente válido. Utilizó la mitología griega y la etnografía
contemporánea como modelos comparativos. Tomó Edipo Rey, de Sófocles, para
indicar que el ser humano desea el incesto de forma natural y cómo es reprimido ese
deseo. También se fijó en los estudios antropológicos de totemismo, argumentando
que refleja una costumbre ritualizada del Complejo de Edipo (Tótem y Tabú).
Incorporó en su teoría conceptos de la religión católica y la judía; así como principios
de la sociedad victoriana sobre represión, sexualidad y moral; junto a otros de la
biología y la hidráulica.
Antes de comenzar con las distintas fases del desarrollo sexual, es conveniente
esclarecer algunos conceptos:

FASE: designa cada etapa del crecimiento del niño caracterizada por una
organización, que es la predominante. Cada fase tiene una zona erógena (zona de
placer) que prima sobre las demás, y se constituye en un modo de relación de objeto
(objetos son las otras personas). Estos desarrollos corresponden a la evolución del yo y
de la libido, que es (para Freud) la energía sexual.

LIBIDO: tiene una orientación económica, da cuenta de la energía pulsional, es el


motor de la vida. En el inicio de la vida, los intereses están en relación con mantener la
vida y en la vida adulta, la libido se relaciona con la sexualidad.

En el bebé, el mayor interés está puesto en el alimento, ya que de ello depende la


vida (toda la energía sexual/libido está puesta allí); a partir de la adolescencia la
energía sexual está orientada a la búsqueda del otro sexo y la interacción con él; pero
un adulto no sólo tiene vida sexual, está orientado al mundo externo con su trabajo, su
estudio, está programando un proyecto de vida, etc., o sea, la libido está repartida en
varios intereses.

FIJACIÓN: Las experiencias que uno va acumulando a lo largo de la vida,


contribuyen a forjar su personalidad como adulto. Freud creía que las experiencias
traumáticas tenían un efecto especialmente fuerte en cada etapa. Indudablemente,
cada trauma podría tener su impacto específico en una persona, lo cual sólo podía
comprenderse sobre una base individual. Pero, aquellos traumas asociados con los
estadios de desarrollo por los que todos pasamos, tendrían mayor consistencia.

Si una persona presenta algún tipo de dificultad en cualquiera de las tareas asociadas
con estas etapas (el destete, el control de esfínteres o en la búsqueda de la identidad
sexual) tenderá a retener ciertos hábitos infantiles o primitivos. A esto se le llama
fijación. La fijación hace que cada problema de una etapa específica se prolongue
considerablemente en nuestro carácter o personalidad.

EROGENEIDAD: Es la capacidad que posee toda región corporal para constituirse en


fuente de excitación sexual, o sea, comportarse como zona erógena. Proviene del
término griego Eros (amor y dios del amor para ellos), y en psicoanálisis designa a las
pulsiones de vida, que se oponen a las pulsiones de muerte, Tánatos. La palabra
‘sexual’ es necesario pensarla en términos de Eros, ya que no siempre designa a la
actividad sexual, sino a una modalidad de comportamiento del sujeto.

Basándose en estas observaciones, Freud postuló su teoría de los estadios


psicosexuales
FASE ORAL

Durante el primer año de vida postnatal, el origen principal de la búsqueda de


placer y al mismo tiempo, de conflicto y frustración, es la boca.

La fase oral se extiende desde el nacimiento hasta los dos años de vida. Entre los
reflejos que se examinan en el momento de nacer está el de succión, ya que es un
recurso vital. La zona erógena es la boca y la actividad del chupeteo, permite observar
cómo el bebé se satisface apoyándose en esta función vital. En este período también
intervienen los sentidos: el del olfato (especialmente el olor de la madre, el de la ropa
de su cama, etc.) que le sirven de guía; y las imágenes auditivas: la voz de la madre y
de las personas que rodean al bebé; los ruidos fuertes lo sobresaltan (esos ruidos que
para el adulto pasan desapercibidos). La actitud es de expectativa, ocasionada por el
desamparo (sin otro que lo asista, el bebé humano no vive), por eso entran en auxilio
los elementos sensoriales. Estos fenómenos constituyen la base del psiquismo, y son
las primeras inscripciones mnémicas.

En la primera edición de los Tres Ensayos sobre la Teoría Sexual (1905), Freud
describe una sexualidad oral que se pone en evidencia en el adulto (actividades
perversas o preliminares), y que se encuentra también en el niño basándose en las
observaciones del pediatra Lindner (significación masturbatoria de la succión del
pulgar), aunque no habla de fase. Sin embargo, la actividad del chupeteo adquiere,
desde esta época, el valor de ejemplo, permitiendo a Freud mostrar cómo la pulsión
sexual, que al principio se satisface en apoyo sobre una función vital, adquiere
autonomía y se satisface en forma autoerótica. Por otra parte, la experiencia de
satisfacción, que proporciona el prototipo de la fijación del deseo a un determinado
objeto, es una experiencia oral; por consiguiente, se puede establecer la hipótesis de
que el deseo y la satisfacción quedan marcados para siempre por esta primera
experiencia.

En 1915, (después de haber reconocido la existencia de la organización anal), Freud


describe como primera fase de la sexualidad, la fase oral. Abraham intentó diferenciar
los tipos de relación que intervienen en el período oral, lo que le condujo a distinguir
una fase precoz de succión preambivalente y una fase oral-sádica que corresponde a la
aparición de los dientes (canibalística), con el consecuente cambio en la alimentación.
La actividad de morder y devorar, implica una destrucción del objeto; en ella se
encuentra el fantasma de ser comido, destruido por la madre. Acá hay un cambio
sustancial: el alimento, líquido hasta ese momento y que era la razón de vivir, ahora es
más variado y duro (aparecen diferentes sabores). También el bebé cambió, es más
activo y se nota, justamente a la hora de comer. Las funciones predominantes son: la
ambivalencia de sentimientos y la agresividad (necesaria para comer, o sea para la
vida).
La diversión que obtiene el niño en chupar, morder, mascar y vocalizar, se ve
restringida por los que lo cuidan. La madre, está pendiente cada vez que el niño se
chupa el dedo o mordisquea los juguetes, siendo criticado y castigado, si lo hace, y
recompensado si no lo hace. En este período, el niño encuentra por primera vez el
poder de la autoridad en su vida, una autoridad que limita la búsqueda de placer.

Esa agresividad, tiene que estar dirigida hacia fuera: destruir el alimento para poder
comerlo, escupir la comida si no le gusta, morder todo lo que encuentra (porque le
están saliendo los dientes). La actitud del adulto es acompañar este desarrollo del yo.
Pero si ese adulto está imposibilitado de hacerlo adecuadamente, si fuerza al bebé a
aceptar lo que no quiere, si ejerce algún modo de violencia, la agresividad cambia de
sentido y se dirige hacia adentro, hacia su persona. Es la base del masoquismo, que es
aquella actitud ante la vida por la cual predomina el constante sufrimiento.

En el adulto, esta fase es equivalente a hablar e interrelacionarse con otros (a usar


la palabra simbólica). Es sabido que hay personas que siguen dándole al acto de comer
la primacía total. El mismo sentido tiene para aquel que se alcoholiza o se droga. Estos
son los indicadores en un adulto de la inmadurez del yo; y de la dificultad de usar la
palabra adecuadamente “se llena la boca con algo, porque no puede acceder al
lenguaje simbólico”.

Los tipos de carácter oral, experimentan trastornos en el recibir y el tomar. El recibir


fallido, puede tomar la forma de dependencia pasiva, mientras que el tomar fallido
resulta en manipulación, envidia y avaricia. Tienden a fumar excesivamente, beber
alcohol, comerse las uñas o morder.

En términos de personalidad, estos sujetos dependen demasiado de los demás, son


crédulos y serán seguidores y no líderes. También, pueden devenir pesimistas y
agresivos hacia los demás.

La cultura y las propias limitaciones del cuerpo, exigen que el pecho materno se
aleje del bebé; esta ausencia provoca ya el primer sentimiento displacentero. El Yo que
se empieza a constituir, comprende vagamente la existencia de un mundo exterior
ajeno. En esta fase sólo se entiende como exterior a la Madre, o al Otro Simbólico. El
individuo nace en un medio cultural, al que no podrá escapar; dicho medio (cultura) le
impondrá normas para velar por su seguridad y adaptación, pero tendrá que sacrificar
algunas satisfacciones plenas, a cambio de esa seguridad. Esta relación es más explícita
en las siguientes fases.

FASE ANAL

Comienza a los 18 meses y dura hasta los 3 años. Como su nombre lo indica, la zona
erógena predominante es el ano. Coincide con el control de los esfínteres. Las
funciones predominantes son: retener y expulsar, y en este momento se desarrolla el
dominio muscular (se le presta atención al cuerpo y en particular al sistema muscular).
La función simbólica de esta fase es discriminar entre el adentro y el afuera,
equivalente a “yo-no yo”. En esta fase se define la modalidad de relación con los otros.

Esta es la segunda pulsión mencionada por Freud. Según su teoría, la incapacidad de


resolver los conflictos que se presentan durante esta etapa puede causar una fijación
retentiva o expulsiva. El niño obtiene placer a partir de la eliminación y retención de
las heces. A través de los padres, aprende a controlar el placer anal. Sin embargo, los
efectos de la fijación anal, está relacionada con la obsesión con la limpieza, la
perfección y el control. Pero también es sabido que los tipos de personalidad anal,
pueden ser muy desorganizados y desordenados. Si el entorno del chico es abusivo,
va a incorporar a su yo esa modalidad de relación, y el ‘lenguaje abusivo’ será su
lenguaje. En la conducta predomina la retención: son personas que soportan mucho,
que ‘aguantan’.

La contrapartida de esta actitud es la permisividad sin límite (son los chicos que
controlan más tarde, cuyos padres no logran enseñarles el hábito). En la conducta
predomina la expulsión, la falta de límites, el hacer ‘lo que le da la gana’ en cualquier
parte. Tiene relación directa con la conducta perversa. Cuando la habilidad de
controlar el esfínter anal madura (2-3 años de edad), la atención del niño pasa de la
zona oral a la anal. El concepto de fijación ocurre, cuando hay un exceso de
gratificación en esta etapa, lo que desarrolla una personalidad en extremo
desorganizada, o por el contrario, cuando la gratificación no ocurre, da origen a un
individuo sumamente organizado.

Desde el punto de vista afectivo, podemos decir que el estadio anal es


extremadamente ambivalente, entendiendo por tal, la presencia simultánea de
tendencias, actitudes y sentimientos opuestos (especialmente amor y odio) en relación
con un mismo objeto. Es por eso, que el niño necesita en todo momento el objeto que
le agrada, reclama la persona cuando no está presente, quiere absorberla y destruirla
si no hace lo que él quiere. La ambivalencia de su comportamiento se manifiesta por la
alternancia amor-odio, sadismo-masoquismo. La ambivalencia del amor y de la
agresividad resulta de la doble naturaleza que presenta la materia fecal, ya sea como
objeto a rechazar o a conservar, excrementos que pertenecen al niño.

El sadismo que se ha ido iniciando en la fase tardía del estadio oral, está asociado a
la analidad. Según Laplanche, es debido al sentido destructivo de la eliminación, y al
hecho que el aprendizaje del control de los esfínteres, se convierte en un instrumento
de oposición a los adultos. Por el contrario, el masoquismo va a resultar de la
excitación que provocan las nalgas.
El yo, definitivamente formado, comienza a afianzarse frente al mundo,
estableciendo activamente relaciones diferenciadas y siendo capaz de retrasar o no, la
satisfacción de las pulsiones. Como intermediario entre el estímulo y el mundo, el yo
aprende a resolver los conflictos entre las exigencias pulsionales y las prohibiciones
sociales, y a evitar las impresiones penosas. Bajo el efecto de ser castigado, el niño
comenzará a interiorizar ciertas prohibiciones parentales, preludiando el superyo, que
todavía no está diferenciado del Yo. La limpieza, el orden y la belleza, claros productos
culturales, aún no comprendidos del todo, incidirán en la vida del sujeto de aquí en
adelante; sobre todo la limpieza. Es en este sentido, que la madre en el acto de limpiar
al niño de las respectivas necesidades que produce, erogenizará la zona anal; con la
que el sujeto buscará satisfacción autoerótica mediante la expulsión y retención de
heces.

El Yo está constituido y también, existe un mundo externo productor de placer y


displacer. El niño comprende esa división y se manifiesta sobre él, con el único objeto
que produce, las heces. Mediante la retención o expulsión expresa su afecto u odio
hacia la madre o mundo externo. Se ve aquí el nacimiento del odio hacia el mundo
externo. El niño comprende el mundo externo y la existencia de los objetos presentes
en él, mediante la investidura (depositar carga) de su libido yoica en los objetos,
formando la libido objetal (fuerza pulsional de variación cuantitativa, cuando la libido
yoica catectiza a los objetos). También existe un afán de dominio hacia el mundo
exterior, apreciable en la aparición de los pares opuestos: sadismo-masoquismo y
exhibición-contemplación (el niño destruye, manipula objetos y observa a los objetos:
personas).

Esta fase es crucial en relación a la intervención de la cultura. Ésta impone reglas de


conducta: el niño debe ir al baño por sí solo, debe ser limpio y ordenado, debe llevarse
bien con otras personas, etc. Se empiezan a formar los diques psíquicos, que
impedirán a las pulsiones exteriorizarse si no es por vía de la sublimación, o reprimirán
a las pulsiones. La formación reactiva y las mociones reactivas (fuerzas anímicas
contrarias), aparecen y se prolongarán en el curso de la vida, colaborando en el
desarrollo anímico del individuo, según las exigencias culturales (así la cultura fabrica
conceptos como: asco, vergüenza, etc.)

FASE FÁLICA

Freud especifica con este término, la primera maduración genital, que se caracteriza
por la dominación imaginaria del atributo fálico, y por el goce masturbatorio;
localizando este goce en la mujer en el clítoris, promovido así a la función de falo.

Esta fase, sobreviene a continuación de la fase anal y tiene lugar entre los 3 y 5
años. Se caracteriza por la unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los
órganos genitales. En esta etapa, la zona erógena predominante son los genitales
(clítoris en la mujer y pene en el varón), y las sensaciones placenteras se obtienen
sobre todo, mediante la actividad de orinar. Según Freud, durante esta fase se superan
diferentes conflictos emocionales: complejo de Edipo, complejo de castración en los
niños y envidia del pene en las niñas.

El concepto de fase fálica surge tardíamente en Freud, ya que aparece de modo


explícito en 1923 (La organización genital infantil). En un principio (1905),
encontramos dos tesis: a) La libido es de “naturaleza masculina, tanto en la mujer
como en el hombre”; b) La zona erógena directriz en la niña se localiza en el clítoris,
que es el órgano homólogo de la zona genital masculina (glande). El artículo sobre las
Teorías sexuales infantiles, si bien considera la sexualidad desde el punto de vista del
varón, subraya el interés particular que la niña concede al pene, su envidia de éste y su
sentimiento de haber sido perjudicada en comparación con el niño.
Esquemáticamente, la fase fálica, según Freud, puede definirse del siguiente modo:

1- Desde el punto de vista genético, el «par antitético» actividad-pasividad, que


predomina en la fase anal, se transforma en el par fálico-castrado. Sólo en la pubertad
se establece la oposición masculinidad-feminidad.

2- En relación con el complejo de Edipo, la existencia de una fase fálica desempeña


un papel esencial: la declinación del Edipo (en el caso del niño), viene condicionada por
la amenaza de castración, cuya eficacia depende, del interés narcisista que el niño
siente por su propio pene, y del descubrimiento de la falta de pene en la niña.

3- Existe una organización fálica en la niña. Al constatar la diferencia de los sexos


suscita una envidia del pene; ésta implica, desde el punto de vista de la relación con los
padres, un resentimiento hacia la madre, que no le ha dado pene, y la elección del
padre como objeto de amor, en la medida en que él puede dar el pene o su
equivalente simbólico, el niño. Así pues, la evolución de la niña no es simétrica de la
del niño (según Freud, la niña ignora la existencia de la vagina); la evolución de ambos
se centra igualmente en el órgano fálico.

El niño o la niña en esta fase sólo reconocen el sexo al que pertenecen, y por lo
tanto, consideran que hay un solo genital: el propio. El niño entra en este período de
este modo. Las cosas se complican cuando descubren la existencia de otro genital, ya
que la nena se sentirá castrada (porque no tiene pene) y el varón sentirá temor a
perderlo, o sea temor a la castración. Con estas premisas se desarrollará el Complejo
de Edipo y comenzará la organización infantil de la sexualidad. La función
predominante gira en torno a lo fálico vs lo castrado (o sea el reconocimiento de la
diferencia sexual, representado por la pregunta, ¿por qué la nena es nena? ¿por qué el
varón es varón?); recién en la pubertad se puede acceder a las nociones de femenino-
masculino.
Es muy importante comprender estos conceptos desde el punto de vista de las
equivalencias simbólicas, ya que en esta fase se define la sexualidad femenina y
masculina; y la subjetividad concomitante. Estas problemáticas infantiles, están
insertas en la relación intersubjetiva con sus padres: si ellos tienen conflicto con su
respectiva identidad, seguramente se transmitirá a los hijos.

Las zonas genitales se erogenizan por medio de la limpieza, contacto con el aire,
ropa, masturbación, etc. El niño es víctima de la influencia de la seducción, y efectúa su
primera elección de objeto basada en una corriente sensual. Por la inaplicabilidad de
los genitales por su desarrollo, esta primera aproximación a su objeto sexual no puede
efectuarse de manera efectiva, convirtiendo al individuo en un perverso polimorfo
(acudirá a todo tipo de transgresiones, no olvidemos que los diques psíquicos están
recién en formación). Esta exteriorización sexual se convierte en una corriente tierna.

Las pulsiones yoicas y sexuales depositadas en los objetos, cambiarán de destino


produciendo distintos efectos. La pulsión de saber (que nace de ese afán de
apoderamiento del mundo exterior), incidirá en la investigación que efectúa sobre
aspectos como: el nacimiento, la posesión de pene en el hombre, etc. Investigación,
siempre frustrada, ya que a pesar de su empeño e interés, nunca comprenderá (hasta
la pubertad) el funcionamiento de las zonas genitales de ambos sexos.

Un hecho cultural importante, tal vez el más universal y fundamental de la sociedad


humana, es el del Tabú del Incesto, relacionado con el Complejo de Edipo (el deseo por
el progenitor del sexo opuesto), que producirá la barrera del incesto (la salida al
triángulo edípico), gracias al Complejo de Castración en el varón, quien ante el temor
de ser castrado por el padre debido a su deseo sexual hacia la madre, dejará de
desearla y se introducirá en el período de latencia. En la mujer la salida del complejo
de Edipo es mucho más complicada y tardía.

El complejo de Edipo produce, la máxima expresión del par amor-odio, (amar al


padre y odiar a la madre o viceversa). Se podría decir que el amor (vínculo entre el
varón y la mujer, que fundarán una familia sobre la base de sus necesidades genitales)
tiene su nacimiento en esta fase. El niño comprende que el mundo exterior le produce
placer y displacer. Su relación con el mundo cambia y se resolverá de aquí en adelante
por el camino de la ambivalencia.

El complejo de Edipo y la represión impuesta, por necesidades culturales, tendrá un


factor decisivo en esta fase, dando lugar al período de latencia. Es quizás en esta fase,
donde la cultura se hace sentir con más fuerza, y obliga al sujeto a sacrificar sus deseos
pulsionales; haciendo de él un ser disconforme con el medio.
Existen también dos tipos de personalidades fálicas, aunque a ninguna de ellas se le
ha dado nombre. Si el niño, por ejemplo, es rechazado por su madre y amenazado por
su padre excesivamente varonil, tendrá posiblemente una sensación muy pobre de
autovalía en cuanto a su sexualidad. En este caso, intentará lidiar con esto o declinar
cualquier actividad heterosexual; convirtiéndose en un ratón de biblioteca o llegando a
ser el macho de todas las mujeres. En el caso de una niña rechazada por su padre y
amenazada por una madre excesivamente femenina, también producirá una
autoestima muy baja en el área de la sexualidad, pudiendo de ese modo llegar a ser un
adorno o una belleza exageradamente femenina.

En otra situación, si un niño es sobreprotegido por su madre, mucho más que por
su padre pasivo, podría desarrollar una opinión de sí mismo bastante grande (lo cual le
remitirá mucho sufrimiento al enfrentarse al mundo real y darse cuenta que los demás
no lo quieren como su madre lo hizo) y parecer afeminado. Después de todo, no existe
ninguna razón por la que tenga que identificarse con su padre. De la misma manera, si
una niña es la princesita de papá y mamá ha sido relegada a una posición casi de
sirvienta, la chica será muy superficial y egocéntrica, o por el contrario muy masculina.

PERÍODO DE LATENCIA

Esta etapa comienza a los 6 años y durará hasta el inicio de la pubertad. Durante
este período, Freud supuso que la pulsión sexual se suprimía al servicio del
aprendizaje. Aunque la mayoría de los niños de estas edades están bastante ocupados
con sus tareas escolares, y por tanto “sexualmente calmados”, muchos de ellos están
muy “metidos” en la masturbación y en jugar “a los médicos”. Se conoce este período
por ser de "relativa" suspensión en la investigación sexual infantil. La represión, diques
anímicos, etc. obligados por la cultura ya están arraigados, en la mayoría de los casos,
en la vida anímica del niño. Sucede, un período de “amnesia infantil”, en la que se
"olvida" la vida sexual antes realizada debido a la represión ya existente.

La sublimación, (modificación de la meta pulsional original por otra) es el destino


más importante en esta fase. A pesar de ello, el individuo tendrá rupturas que lo
llevarán a un retorno de la masturbación infantil, hecho que se dará vía aparato
urinario (enuresis nocturna, poluciones, etc.).

La sexualidad volverá aparecer, después de una metamorfosis, en la pubertad;


etapa donde se creía que la sexualidad recién aparecía y se denominaba normal.
Durante esta etapa se pretende conseguir que los niños se integren de forma activa en
la sociedad. Se pretende favorecer el desarrollo personal del niño mediando en sus
procesos evolutivos para posibilitar la asimilación de manera crítica y creativa de la
“cultura que le es propia”.
La escuela será un elemento que fomente las relaciones mutuas de los propios
alumnos y de estos con los adultos, a través del juego, el diálogo, el trabajo
cooperativo, etc. Se pretende que, a través de la mejora relacional, se vayan
consiguiendo actitudes sociales, respetuosas y participativas. La adquisición de
conceptos básicos para interpretar el entorno circundante, así como la interpretación y
utilización, en la medida de sus capacidades de diferentes tipos de lenguaje, tendrá
como condicionante previo la adquisición de instrumentos y habilidades básicas, que
se concretan por medio de objetivos generales.

Es difícil enumerar los rasgos diferenciales del desarrollo cognoscitivo de los niños
de esta etapa dado que en la caracterización psicológica confluyen una serie de
factores que influirán como la educación, las condiciones sociales y culturales o la
herencia.

En los primeros años del período de latencia, se observa un notable progreso de la


representación verbal, el razonamiento y la comprensión. Por otro lado se ve el
avance notable en la socialización, una mayor necesidad de individualización,
autonomía y autocrítica. Hay un intento generalizado de afirmación, de tomar
iniciativas, elegir, ser original y una necesidad de entender las transformaciones que
ocurren a su alrededor.

El niño irá estableciendo relaciones, clarificando, organizando elementos de


acuerdo con determinados criterios. La paulatina descentralización de sí mismos
deberá llevar desde un ejercicio de introspección de reflexión sobre la propia actividad,
a establecer relaciones objetivas tomando como punto de partida su propia
experiencia, para que el paso del pensamiento lógico concreto al lógico se dé en
condiciones óptimas.

La educación primaria ha de contribuir, al desarrollo de las capacidades de


comunicación, pensamiento lógico y conocimiento del entorno natural y sociocultural.
Ello implica ayudar a que los niños amplíen sus capacidades de percepción de objetos y
acontecimientos y desarrollen hábitos de observación, reflexión y búsqueda de
soluciones. Estas capacidades son básicas para vivir de una manera autónoma y crítica,
racional y creativa, como miembros de una sociedad en relación con otras diversas. Las
tres líneas en las que se centrará la intervención educativa son: autonomía,
socialización y adquisición de instrumentos.

La adaptación al medio escolar y el contacto con las instituciones educativas,


contribuirá a la socialización. La autonomía es otra de las grandes finalidades de la
escuela primaria. Desarrollar la capacidad de comprender, pensar y reflexionar
lógicamente a partir de su percepción intuitiva, de sus experiencias sensoriales les
ayudará a desenvolverse con progresiva autonomía en los grupos sociales de
pertenencia, valorando y respetando al mismo tiempo la existencia de otros grupos
diferentes de los propios y favoreciendo la formación del espíritu crítico y reflexivo.
Estas finalidades se conseguirán mediante la adquisición de aprendizajes básicos,
como los relativos a la comunicación.

La evolución en la motricidad: A lo largo de esta etapa tiene lugar un crecimiento


corporal regular y constante, con grandes avances en todos los aspectos motrices. Se
producen cambios esenciales en todos los campos relacionados con el movimiento y la
coordinación corporal. Aumenta la precisión, la fuerza, la resistencia, la velocidad, el
equilibrio, etc., factores que indican que están en un buen momento para la toma de
contacto con actividades deportivas. También es interesante destacar el desarrollo de
la psicomotricidad, tanto gruesa como fina, aunque esta última no se desarrolla
totalmente hasta la adolescencia o pubertad. La coordinación óculo-manual va a
permitir el desarrollo de aprendizajes relacionados con la grafía y la expresión gráfica.

Estos progresos corporales posibilitarán un mayor conocimiento de su entorno, un


aumento de la autonomía de movimiento que va a facilitar la exploración con todos los
sentidos del medio en que se desenvuelve. El conocimiento del espacio evolucionará
desde concepciones centradas en su actividad hasta determinadas abstracciones y
representaciones. También hay un avance en el conocimiento del propio cuerpo,
gracias a la reflexión e interiorización del movimiento. El mundo de la psicomotricidad
es, pues, el de las relaciones psiquismo-movimiento y movimiento-psiquismo. La meta
del desarrollo psicomotor es el control del propio cuerpo hasta poder sacar de él todas
las posibilidades de acción y expresión que a cada uno le sean posibles.

La evolución del desarrollo cognitivo: Al comienzo de esta etapa el niño ya es capaz


de representar la realidad y de situarla mentalmente; pero todavía requiere de la
actividad directa con los objetos para operar con ella. Sin embargo, ahora ya tiene
capacidad de imaginar las acciones a realizar y de anticipar los posibles resultados de
ellas. Estas representaciones mentales necesitan todavía de lo concreto (Piaget); no es
capaz, aún, de operar con ideas abstractas. Sí, se puede afirmar que, poco a poco, va
aumentando la capacidad de abstracción, pues va construyendo abstracciones a partir
de su propia experiencia. Va adquiriendo las nociones de conservación, la soltura en el
manejo de las clasificaciones, y la reversibilidad de pensamiento, mediante las cuales
consigue apreciar las propiedades de los objetos y los fenómenos.

El niño mantiene un pensamiento egocentrista, tiene dificultades para situarse en el


punto de vista de los demás y explica los fenómenos en función de su relación con
ellos. Maneja con dificultad situaciones en las que aparezcan varios aspectos a la vez,
no es capaz de aislar cada uno de ellos para analizarlas, sino que se suele centrar en un
único aspecto para darles explicación. Sin embargo, ya es capaz de formular hipótesis,
aunque no planifica aún las condiciones para verificarlas. Puede, con la ayuda del
adulto, extraer sencillas conclusiones.
En la etapa fálica, predominan las explicaciones subjetivas de los fenómenos
cotidianos, así como el animismo, explicación de los fenómenos de la naturaleza como
si tuvieran características humanas. Estas interpretaciones van desapareciendo gracias
a la confrontación de sus conocimientos con sus acciones sobre la realidad. Los
procesos cognitivos básicos entre los 6 y 12 años pasan por el desarrollo de estrategias
de memoria, proceso que comienza en el niño preoperatorio y que continúa en la
adolescencia, mediante el cual las estrategias se van flexibilizando y ampliando
progresivamente, haciéndose el sujeto más capaz de realizar las tareas en forma más
activa, profunda y eficaz.

La escolarización con lo que supone de familiarización con tareas intelectuales y de


aprendizaje, de los conocimientos científicos, juega un papel clave en este proceso. La
adquisición de nuevos conocimientos posibilita una reorganización cognitiva que
determina, la actuación de los sujetos, permitiéndoles comprender y resolver los
problemas a los que se enfrentan.

La evolución del desarrollo lingüístico: En la etapa de 6 a 12 años es importante


hacer referencia al uso del lenguaje como instrumento por parte del sujeto humano.
En este sentido, el aspecto más relevante del lenguaje es su función como instrumento
regulador de la conducta. El uso del lenguaje es un factor decisivo en su desarrollo
tanto en la comunicación social, para la expresión de pensamientos, sentimientos y
deseos cuanto para la regulación de la conducta y la representación del mundo.

El aprendizaje y el desarrollo del lenguaje posibilitan la interiorización de los


procesos cognitivos superiores. Las experiencias preescolares, y la etapa de la escuela
primaria implican nuevas experiencias, exigencias y modelos que el niño observa e
imita activamente en frecuentes juegos de adopción de roles. La interacción con
iguales aporta una serie de estímulos continuos para el desarrollo cognitivo. Son años
de especialización perceptiva y motriz y multiplicación de las destrezas motrices finas.
Se consolida la lateralización. El esquema corporal se integra y estabiliza. En estos años
se supera el egocentrismo cognitivo y se consolidan los procesos de mediación
simbólica y autorregulación de la actividad. Aumenta el vocabulario tanto como la
experiencia directa o indirecta y el significado de las palabras se enriquece. Mejora el
uso de los tiempos y modos verbales. Las experiencias en la escuela, con los amigos, y
el acceso comprensivo a los medios de comunicación, proporcionan gran variedad de
conocimientos y presentan nuevos modelos de uso del lenguaje.

La evolución del desarrollo afectivo y social: Podemos señalar que éste es un


periodo tranquilo en la vida de los niños, solo alterado por las dificultades asociadas a
la escolarización. Gracias a su mayor capacidad de pensamiento y movimiento
adquiere una mayor autonomía de actuación, con criterios propios, sin depender tanto
del adulto. Además, necesita actuar por sí mismo para conseguir un desarrollo,
adecuado. Sin embargo, el adulto continúa siendo un modelo importante, sobre todo
en estos momentos en que son capaces de descubrir las contradicciones en el
comportamiento de los demás. Todavía sus valoraciones están muy condicionadas por
la de las personas mayores, no sólo la familia, sino también los docentes.

De forma general, en esta etapa van consolidando su propia identidad, adquiriendo


conciencia de sus capacidades y limitaciones y comenzando a percibir su situación en
el medio. De este modo se van formando los conceptos de autoestima y la valoración
de sí mismos que están muy relacionados con su relación con las demás personas de
su medio y tiene repercusión en todos los aspectos de su persona incluidos los
escolares.

Aparece la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, lo que va a permitir el


desarrollo de comportamientos cooperativos y de actitudes y valores sociales como los
de participación, respeto y tolerancia. Cobra especial importancia la relación con
iguales, como una fuente de aprendizajes no sólo cognitivos, pues va a proporcionar
seguridad en conquista de la autonomía personal, además de un mejor conocimiento
de sus propias posibilidades.

La escuela es, junto con la familia, la institución social que mayores repercusiones
tiene para el niño en este período. El paso a la escuela primaria, va a suponer para el
niño nuevos retos cognitivos y sociales, ya que la escuela modifica los modos de
pensamiento de los niños.

FASE GENITAL

Empieza en la pubertad y representa el resurgimiento de la pulsión sexual en la


adolescencia, dirigida más específicamente hacia las relaciones sexuales. Freud
establecía que tanto la masturbación, el sexo oral, la homosexualidad como muchas
otras manifestaciones comportamentales eran inmaduras. Actualmente, se tiene otra
mirada sobre el tema.

En esta etapa, se produce el desarrollo de los genitales externos e internos (como


productores y receptores de sustancias genésicas). Las zonas erógenas predominantes
en las fases anteriores, producen ahora un placer previo, que conlleva a una
acumulación de placer e incremento de la tensión suficiente para llevar a cabo el acto
sexual, obteniéndose así, un placer final con la descarga de los productos genésicos,
mucho mayor en satisfacción al placer previo.

Las pulsiones parciales y las zonas erógenas se ponen al servicio de un nuevo fin: la
reproducción, se puede decir que la pulsión es "altruista", en este sentido. La libido
"amortiguada", hará escoger un nuevo objeto sexual que, por la barrera del incesto, se
encontrará fuera del triángulo familiar: padre-madre-niño. Este segundo hallazgo de
objeto tendrá relación directa con el primero (de la fase fálica). Las características del
objeto sexual, tendrá las del ser amado en la fase fálica. Para ello, el individuo
empleará nuevamente una corriente sensual para aproximarse al nuevo objeto, como
lo hizo en un principio.

No olvidemos que la cultura influye, también, en la búsqueda del objeto sexual:


impide el aproximamiento al primero mediante el complejo de Edipo y la barrera del
incesto, y al segundo especificando inhibiciones autoritarias para elegir un objeto del
sexo opuesto y cualquier satisfacción extragenital prohibida como perversión. La
cultura, producto humano, ha sido configurada para evitar displaceres al ser humano
provenientes de la naturaleza y las relaciones recíprocas entre hombres, pero
contradictoriamente no aporta muchas probabilidades de goce.

En general el paso desde la infancia a la adultez, no ocurre como un proceso


continuo y uniforme. El crecimiento biológico, cognitivo, emocional, social y
psicosexual puede ser bastante asincrónico. En el logro de cada uno de estos aspectos
suele haber oscilaciones hasta que se consolida el cambio. El conocimiento de estas
variaciones permite establecer distinciones entre lo que se puede considerar dentro de
la normalidad y lo que indica que existe un problema en el desarrollo.

Se suele dividir la adolescencia en etapas, cada una de ellas tiene sus propios
cambios físicos, emocionales, psicológicos y de comportamiento. El desarrollo no está
solamente determinado por el crecimiento y los cambios biológicos que experimentan
el cuerpo, sino también por su propio temperamento y personalidad, las expectativas
puestas en ellos por los adultos con los que conviven, y las influencias sociales.

Desarrollo somático

- Aparición de las características sexuales primarias relacionadas a los órganos de


reproducción: crecimiento del pene y los testículos en el varón, y de los ovarios, el
útero, la vagina, el clítoris y los labios genitales mayores y menores en las niñas.

- Desarrollo de las características sexuales secundarias: aparición en ambos sexos


del vello pubiano y axilar, cambios en la voz. En los varones asoma también la barba y
el vello en las piernas, los brazos y el pecho. En las chicas, aparición del botón mamario
y desarrollo de los pechos, posteriormente la menarca.

- Adquisición de la madurez sexual (capacidad reproductiva).

- Desarrollo de las glándulas sudoríparas y sebáceas.

- Aumento en la velocidad de crecimiento, cambio en proporciones corporales,


peso, fuerza, coordinación motora.
En las mujeres la pubertad se inicia uno o dos años antes que en los hombres. Los
cambios fisiológicos aparecen en la adolescencia temprana teniendo una gran
repercusión psicológica, tanto para el joven como para quienes lo rodean. Estos
cambios externos implican también cambios en el esquema corporal.

El esquema corporal es la imagen interna que manejamos de nuestro propio


cuerpo; en la adolescencia una de las tareas importantes, es la adaptación a la nueva
imagen que se adquiere, con la cual el joven necesita identificarse y lograr una
aceptación física de sí mismo. Esta imagen estará impregnada de valoraciones
subjetivas en relación con el medio, y es una parte importante de la imagen que cada
uno tiene de sí mismo, así como un elemento donde se sustenta y/o expresa la
autoestima.

Frente a estos cambios, el joven tiende a centrarse en sí mismo, intentando


adaptarse a ese nuevo cuerpo que le puede producir sensaciones contradictorias. Son
frecuentes los interrogantes acerca de cuán normal o no es su desarrollo, y cuán
atractivo puede resultar para los demás. Así también, son esperables las
comparaciones y el interés creciente en la anatomía sexual y fisiológica, incluyendo
preguntas acerca de la menstruación, masturbación, orgasmo, etc.

Uno de los rasgos típicos del desarrollo físico puberal es la asincronía y la


disarmonía física, gestual y motora. El adolescente puede volverse torpe con un cuerpo
que desconoce, lo que aumenta la sensación de estar "desubicado" y así influir en su
cambiante imagen de sí mismo, provocando a veces ansiedad y sentimientos de
inferioridad. En este sentido, la aprobación o desaprobación de su cuerpo por parte de
las personas más cercanas, padres, pares, etc., tendrá gran importancia.

Es en la adolescencia media y tardía donde se podrá ir integrando esta nueva


imagen corporal. Una vez que ya se han experimentando la mayoría de los cambios
puberales, el adolescente tiende a centrarse en hacer atractivo su cuerpo, pasando
largas horas preocupado por su estética. Como parte de la búsqueda de una identidad
propia y de su expresión en la imagen corporal, es frecuente que experimente diversas
formas de vestirse, de peinarse, e interesándose por la moda.

Desarrollo Cognoscitivo

La adolescencia es el período durante el cual la capacidad de adquirir y utilizar


conocimientos llega a su máxima eficiencia, capacidad que se va acentuando
progresivamente desde los 11 -12 años. Según la teoría cognitiva de Piaget (1969), el
joven pasa de la etapa de las operaciones concretas a la de las operaciones formales,
que permiten el pensamiento abstracto, donde el grado de sutileza y complejidad de
su razonamiento se hace mayor. El adolescente logra desprenderse de la lógica
concreta de los objetos en sí mismos, y puede funcionar con proposiciones verbales o
simbólicas, sin necesidad de otros soportes. Se constituye un individuo capaz de
construir o entender temas y conceptos ideales o abstractos. Esta capacidad se supone
que llegará a formar parte de la casi totalidad de los adolescentes entre los 17 -18
años.

Al aparecer las operaciones formales el adolescente adquiere varias capacidades


nuevas importantes:

- Puede tomar como objeto a su propio pensamiento y razonar acerca de sí


mismo.

- Puede considerar no sólo una respuesta posible a un problema o explicación a


una situación, sino varias posibilidades a la vez.

- Agota lógicamente todas las combinaciones posibles.

- El pensamiento operativo formal le permite distinguir entre verdad y falsedad,


es decir comparar las hipótesis con los hechos.

- Puede tramitar la tensión a través del pensamiento y ya no sólo a través de la


acción. Puede "pensar pensamientos". Este tipo de pensamiento recientemente
adquirido, trae aparejada la capacidad para entenderse consigo mismo y el mundo que
lo rodea.

El adolescente es capaz no sólo de captar el estado inmediato de las cosas, sino de


entender los posibles estados que éstas podrían asumir. La conciencia de la
discrepancia entre lo real y lo posible, contribuye a convertirlo en un "rebelde".
Constantemente compara lo posible con lo real y descubre en lo real, la multitud de las
fallas latentes. Esto lo hace ser crítico y puede ser conflictivo ante los adultos.

La aparición del pensamiento operativo formal (hipotético-deductivo) afecta


también al adolescente en la idea que se forma de sí mismo. Comienza a dirigir sus
nuevas facultades de pensamiento hacia adentro y se vuelve introspectivo, analítico y
autocrítico. Toma una actitud teorética-intelectualizadora, dominada por el
pensamiento hipotético deductivo. Esto supone que está permanentemente en la
ejercitación de esta nueva capacidad de pensar acerca de los demás y de sí mismo,
buscando y exigiendo explicaciones acerca de todo lo que lo rodea.

Estas nuevas capacidades se tiñen de egocentrismo, especialmente en la etapa


inicial de la adolescencia. Existe una incapacidad para diferenciar los intereses y
motivos propios de los ajenos y como está preocupado por sí mismo, cree que todos
los que lo rodean están pendientes de su conducta y apariencia. También como
consecuencia del egocentrismo se cree único y especial, no sujeto a leyes naturales
que afecten a los demás.
El joven tiende a la ensoñación, a fantasear, pasando largas horas dedicado a esto.
El fantasear constituye un espacio intermedio entre el jugar y el pensar racional
simbólico. Aunque supone experimentar con las nuevas posibilidades que le da la
evolución en su pensamiento, para el adolescente el "soñar despierto" ocupa un lugar
distinto en su campo de conciencia que el pensar racional. Existe, en la mayoría, la
clara diferenciación entre los contenidos de las fantasías, la acción de fantasear y los
contenidos del pensar racional y el contacto con la realidad externa que éste exige.

Como el soñar, el fantasear tiene también una connotación de realización de


deseos, que puede ser altamente placentera y exige reducción de la sensorialidad,
dado el grado de invasión de imaginería visual-auditiva en el campo de la conciencia.
Es una mezcla entre sueño y vigilia, acción y simbolización, juego y pensamiento. Un
adolescente fantaseando es un sujeto que parece en “trance”. Esta "acción dentro de
la mente" puede realizarse en un espacio privado y ser parte de la intimidad, por
ejemplo, encerrado en su habitación recostado en su cama, como también puede
implicar una actitud "distraída" en sus tareas cotidianas.

El adquirir la capacidad de razonar sobre sí mismo y el mundo lo lleva a uno de los


principales problemas de esta etapa: el de construir su propia identidad. Comienza a
preguntarse ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Para dónde voy?

Se espera que a medida que se va avanzando en la adolescencia se irá adquiriendo


mayor objetividad para evaluar lo que se percibe, habrá una mayor complejidad
cognitiva y tolerancia a la ambigüedad.

Desarrollo Emocional

En la adolescencia se producen grandes transformaciones psicológicas. La


estabilidad emocional del escolar sufre una desintegración, lo que permite una
reconstrucción durante la adolescencia. El desarrollo emocional estará vinculado a la
evolución previa que trae el niño y al contexto social y familiar en el que está inserto.

Es esperable una marcada labilidad emocional, que se expresa en comportamientos


incoherentes e imprevisibles, explosiones afectivas intensas, pero superficiales. El
adolescente se caracteriza por tener hiper reactividad emocional (en el sentido que la
reacción emocional es desproporcionada al estímulo que la provoca) y
comportamientos impulsivos. Estas conductas se relacionan con la intensificación de
los impulsos sexuales y agresivos propios de la etapa, los cuales generan ansiedad y
son difíciles de modular.

Una de las tareas evolutivas consideradas importantes en esta etapa es el aprender


a percibir, modular y controlar la expresión de las emociones e impulsos. El desarrollo
yoico depende en gran parte de esta capacidad de postergación de las gratificaciones
inmediatas.
En la adolescencia temprana tiende a haber mayor labilidad emocional y descontrol
de impulsos. La adolescencia media es la etapa en la que los sentimientos
experimentan su mayor intensidad y en la etapa posterior (la adolescencia tardía), el
joven irá experimentando una mayor profundidad y duración de sus sentimientos, e irá
desarrollando la responsabilidad, lo que implica pasar de sentirse "víctima" de las
circunstancias a sentir un mayor autocontrol.

La adolescencia es una etapa de separación e individuación. Esto supone la


configuración de una identidad propia, la búsqueda del concepto de sí mismo, así
como dejar los lazos de dependencia infantil. La identidad es la experiencia interna de
mismidad, de ser nosotros mismos en forma coherente y continua, a pesar de los
cambios internos y externos que enfrentamos en nuestras vidas. El self es todo aquello
que sabemos, sentimos, vivenciamos y experimentamos como parte de nosotros,
aquello que nos conforma y compone. En esta etapa se produce lo que se ha
denominado “crisis de identidad”, que consiste en la necesidad de ser él mismo, de
tratar de definir su self y sus objetos y de adquirir algo que lo diferencie del niño y del
adulto, para lograr el autoabastecimiento. Es un proceso que comenzó desde el
nacimiento del individuo.

En esta etapa se reevalúan y sintetizan todas las identificaciones logradas a lo largo


de la historia evolutiva. Se reestructuran escalas de valores, ideales, metas y se decide
una vocación. El concepto de sí mismo fluctuará entre una enorme sobreestimación,
con deseos y fantasías de ser una persona extraordinaria, y por otra parte, de un
intenso menosprecio donde duda de sus aptitudes y habilidades al compararse con
otros que toma como modelos a los cuales aspira imitar.

El adolescente intenta progresivamente y en forma oscilante separarse de las


figuras parentales, y lo expresa en conductas cuestionadoras hacia los padres,
oposicionismo y negativismo. Se desidealizan las figuras de autoridad adultas y
pareciera que se fija "especialmente" en los defectos, lo que suele ser un proceso
difícil de aceptar para los padres. Además, esta rebeldía oposicionista hacia los padres
es contradictoria con un verdadero sometimiento a las normas de su grupo de pares, a
las que el adolescente no se atreve a oponerse. No todos los adolescentes desarrollan
conductas oposicionistas, muchos logran consolidar una adecuada individuación sin
que medien conductas rebeldes o impulsivas, así como también es importante
diferenciar estas conductas cuando son propias de un desarrollo normal, de las que
corresponden a los trastornos conductuales en la adolescencia.

En el adolescente predomina un fuerte sentimiento de omnipotencia e


inmortalidad, que junto a la tendencia a actuar los impulsos, los puede llevar a
conductas de riesgo donde no se detienen a evaluar las consecuencias. La etapa de la
adolescencia como tal se caracteriza por una gran riqueza y profundidad de la vida
emocional. La fantasía y la creatividad están en la cúspide en este período, y es
frecuente la aparición de aptitudes poéticas, como una forma de sublimar los intensos
afectos que se vivencian. Estas aptitudes artísticas tienden a desaparecer al final de la
adolescencia. Finalmente, el logro de la identidad significa la interpretación exitosa de
la imagen personal y su adecuación en la sociedad.

Desarrollo Social

Uno de los cambios más significativos que supone la adolescencia, es el paso desde
la vida familiar a la inserción en la vida social. Se espera del adolescente una inserción
autónoma en el medio social y que alcance el estatus primario: asumir una
independencia que lo exprese personalmente, y dirigirse hacia roles y metas que
tengan consonancia con sus habilidades y que estén de acuerdo con las probabilidades
ambientales. El joven procura que sus sentimientos de adecuación y seguridad
provengan de sus propias realizaciones, las que confronta frecuentemente con su
grupo de pares.

En la adolescencia temprana, se tiende a establecer una relación cercana de


amistad con uno o más amigos del mismo sexo. Este vínculo es estrecho, y el contacto
con miembros del otro sexo suele hacerse en grupo. Hay una fuerte desidealización de
las figuras de autoridad, tendiendo al distanciamiento, desobediencia y evitación de las
mismas.

En la adolescencia media el grupo de pares como tal comienza a tener mayor


relevancia. Es aquí donde cobra importancia la pertenencia el grupo del barrio, grupos
deportivos, de amigos, etc., ya que estas pertenencias desempeñan distintas
funciones, como por ejemplo:

- Proporcionarle al individuo la oportunidad de aprender a relacionarse con sus


compañeros de edad.

- Aprender a controlar su conducta social.

- Adquirir destrezas e intereses propios de la edad.

- Compartir problemas y sentimientos comunes.

En este período se tiende a asumir los valores y códigos del grupo de pares, lo que
aumenta la distancia con los padres, existiendo una tendencia "anti-adulto".

En la adolescencia tardía, los valores del grupo dejan de tener tanta importancia,
siendo los propios valores acordes a la identidad, los que se privilegian. Respecto a las
figuras de autoridad, se comienza a producir una reconciliación y reparación. Estos
vínculos tardíos suponen menos experimentación que en la adolescencia media, ya
que no está todo centrado en la aceptación del grupo de pares, sino que se puede
compartir con los amigos de un modo más íntimo y diferenciado. Lo óptimo es que se
desarrolle una independencia flexible, es decir, que el joven concilie un rol definido,
pero al mismo tiempo autónomo, que le permita contrastar sus valores. Esto va a
depender de la solidez previamente lograda en el proceso de socialización. Si el
adolescente fracasa en ser aceptado en un grupo, pueden aparecer conductas de
aislamiento, o de extrema dependencia con los pares o con determinados grupos a
quienes imitará, y a los cuales se someterá.

En general, las relaciones con iguales del mismo sexo y del sexo opuesto durante la
adolescencia, sirven de prototipo de las relaciones adultas en las interacciones con los
miembros del mismo sexo y del sexo opuesto. El adolescente que todavía no ha
aprendido a entenderse bien con sus pares en esta etapa, cuando llegue a la edad
adulta se enfrentará con serios obstáculos que le dificultarán su inserción social.

La mayor independencia que el adolescente va adquiriendo, y la mayor conciencia


de realidad que va desarrollando, le hacen percibir el mundo más descarnadamente y
a expresar juicios y pensamientos propios. Los padres tienden a enjuiciarlo y comparan
su comportamiento anterior con el actual, atribuyendo los cambios a la influencia del
grupo de pares. Así, es frecuente por ejemplo, la frase "a mi hijo me lo cambiaron los
amigos", lo que denota la falta de comprensión en dichos padres respecto a que
muchos de los cambios experimentados por su hijo son parte del desarrollo.

También es frecuente escuchar madres que dicen tener “un hijo modelo”, porque
es tranquilo, no sale y no tiene amigos, ni "malas juntas". Es importante señalar que
esta situación no es necesariamente la ideal, y que puede llegar a ser incluso
bloqueadora de un desarrollo social más sano del joven hacia la autonomía.

Una de las tareas más importantes del adolescente es consolidar su identidad. Esta
supone identificarse permanentemente con sus objetivos, con sus ambiciones relativas
a la sexualidad, con el tipo de relaciones que establece con los otros, etc.

La identidad sexual es parte fundamental de la identidad del yo, y normalmente es


más conocida como identidad del género (da cuenta del sexo psicológico). Durante la
adolescencia, el joven se identifica con su propio sexo (sexo identificado), es decir,
asume los rasgos, actitudes, conducta verbal, gestual y motivaciones propias de su
género. Este sexo identificado, necesita ser reconfirmado por los otros (por ejemplo,
relaciones con pares de su mismo sexo, relaciones eróticas con el otro sexo, etc.), y por
el propio adolescente, para asegurarse de su aceptación y lograr la adaptación social.
El rol sexual es el comportamiento de cada individuo como hombre o mujer, y la
orientación sexual se refiere al objeto hacia el cual se dirige el impulso sexual.

Cuando se llega a la adolescencia no comienza la identidad de género ni el rol


sexual, éste viene desde el nacimiento, imbuido en las actitudes y los valores de la
familia, de la cultura en general y de las subculturas específicas. Así como el significado
atribuido a la sexualidad en la adolescencia, variará dependiendo de los mitos
familiares y culturales respecto a este tema.

La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las bromas


groseras respecto al sexo, la falta de información, las vivencias desagradables o
inesperadas con el otro, etc. pueden afectar una sana identidad sexual. Incluso las
experiencias traumáticas en esta etapa pueden complicar la identidad sexual y
desencadenar o favorecer alteraciones psicopatológicas.

Es esperable que en la adolescencia temprana, el impulso sexual sea relativamente


indiferenciado, de hecho las fantasías o conductas homosexuales aisladas, realizadas
como parte de la exploración de la sexualidad, no conforman por sí mismas una
identidad homosexual. Es en la adolescencia tardía donde se espera que ya se haya
consolidado una clara orientación heterosexual que permita una adecuada formación
de pareja.

LA IMPORTANCIA DE LAS AMISTADES Y LOS GRUPOS ADOLESCENTES

Los grupos satisfacen las necesidades de afecto de los adolescentes, los refuerzan,
les proporcionan información, elevan su autoestima y les confieren una identidad. Los
jóvenes pueden entrar en un grupo porque piensan que pertenecer a él será divertido
y le ayudará a satisfacer sus necesidades de afiliación y compañerismo. También
pueden entrar porque creen que allí tendrán la oportunidad de recibir.

Las amistades adolescentes cumplen diferentes funciones:

1- Compañerismo: La amistad proporciona a los adolescentes compañeros con quienes


están familiarizados y que desean pasar tiempo con ellos participando en actividades
conjuntas.

2- Estimulación: Con los amigos, los jóvenes comparten información interesante,


diversión y disfrute.

3- Apoyo físico: La amistad les otorga tiempo, recursos y asistencia.

4- Autoestima: El grupo de pares les brinda apoyo, ánimo y una retroalimentación que
los ayuda a percibirse como personas competentes, atractivas y valiosas.

5- Comparación social: La amistad da a los adolescentes información sobre en qué


posición se encuentran en comparación con otros adolescentes y de sí lo están
haciendo bien.

6- Intimidad - afecto: Con los amigos se logra una relación cálida, cercana y de
confianza con otra persona, una relación que implica abrirse a otro.
Intimidad y semejanzas: Son dos características importantes de la amistad. La
intimidad en la amistad se define como la apertura o la tendencia a compartir
pensamientos privados o íntimos. Las chicas tienen más probabilidades de tener una
amiga íntima y de pertenecer a un grupo que los chicos ya que ellos son muy
competitivos entre sí y siempre domina él más fuerte. Los adolescentes consideran la
lealtad y la fidelidad como un aspecto fundamental de la amistad.

Las semejanzas son otra característica importante de la amistad, ya que amigos


íntimos se suelen parecer entre sí. Los amigos suelen tener actitudes similares hacia
los estudios, y aspiraciones educativas y niveles de rendimiento parecidos. Les suele
gustar la misma música, visten de forma parecida y les gustan las mismas actividades
de ocio.

El desarrollo de la personalidad

Todos los grupos a los que pertenecen los adolescentes comparten dos
características con el resto: las normas que son reglas aplicables a todos los miembros
de un grupo, y los roles que son las diferentes posiciones existentes en un grupo
regidas por normas y expectativas. Estos roles definen cómo deberían comportarse
por el hecho de ocupar esas posiciones. Pero son los pequeños grupos y pandillas los
que desempeñan roles más importantes en la vida de los jóvenes.

Los pequeños grupos contienen de dos a doce individuos, con un promedio de cinco
o seis. Los miembros suelen ser del mismo sexo y de edad similar. Los adolescentes
buscan el compartir ideas, salir juntos y, a menudo, adquieren una identidad grupal ya
que consideran que su grupo es mucho mejor que los demás.

La pandilla, en cambio, es de mayor tamaño. Los adolescentes suelen ser miembros de


ella en base a su reputación, pudiendo pasar, o no, mucho tiempo con los demás
miembros de la pandilla.

Según algunos autores debemos tener en cuenta que:

1- La influencia de la pandilla no siempre es negativa: emergen durante la adolescencia


para proporcionar a los jóvenes una identidad provisional que pueden adoptar, por lo
menos temporalmente, hasta que desarrollen una identidad más estable en fases
posteriores al desarrollo.

2- La influencia de la pandilla no es uniforme sobre todos los adolescentes: Las


pandillas no sólo difieren entre sí en la forma de vestir y de arreglarse, los gustos
musicales, etc., sino en aspectos más importantes, como la actitud ante los estudios o
la presencia de conductas de riesgo. Por lo tanto, la medida en que el hecho de
pertenecer a una pandilla puede, o no, resultar beneficioso depende en gran parte del
tipo concreto de pandilla de la que se trate.
LA HETEROSEXUALIDAD

Durante la evolución sexual infantil la polaridad masculino-femenino sufre diversas


transformaciones. Inicialmente, la elección de objeto, que presupone ya un sujeto y un
objeto, introduce una primera antítesis.

En el estadio de la organización genital infantil hay ya un masculino, pero no un


femenino. La antítesis es aquí genital masculino o castrado. Sólo al final de la
evolución, durante la pubertad, coincide la polaridad sexual con masculino y femenino.
Lo masculino comprende el sujeto, la actividad y la posesión del pene. Lo femenino,
integra el objeto y la pasividad.

Hombre y mujer, masculinidad y femineidad, señala Freud, son dos construcciones


teóricas de contenido incierto que nunca se hallan en estado puro en ningún sujeto,
con indiferencia hacia su sexo. No son los genitales, ni el objeto elegido lo que
determina lo masculino o lo femenino. Las diferencias, en cualquier caso, entre ambos
sexos no son estructurales, sino que la posición masculina y la posición femenina es
para cada sujeto, y sólo se deja ver en el lenguaje.

La heterosexualidad es una construcción teórica compleja que no tiene que ver


tampoco con el objeto que se elige, sino con la posición del sujeto frente a la ley: no es
el objeto sino las relaciones simbólicas que se mantienen con el objeto lo que
determina la homosexualidad o la heterosexualidad del sujeto. Admitir la
heterosexualidad para el sujeto es admitir la diferencia y, por tanto, la propia
temporalidad. Hijo de padre y madre, hombre y mujer, hace del sujeto un ser mortal,
un ser del lenguaje. De esta forma, lo que distingue la sexualidad infantil de la
sexualidad adulta es la heterosexualidad. Sólo la asunción de la ley de castración
permite tener una sexualidad distinta a la de las organizaciones sexuales infantiles.
Frente a las teorías sexuales infantiles la teoría sexual adulta construye la diferencia
como heterosexualidad.

SALUD - SEXO - GÉNERO - SEXUALIDAD

SALUD: La Organización Mundial de la Salud (OMS), establece que es el estado de


perfecto bienestar físico, psíquico y social, y no sólo la ausencia de lesión o
enfermedad. En esta definición aparecen dos elementos: la integridad física y el
bienestar, pero está ausente toda referencia al modo de vida de la persona.

SEXO: El diccionario, lo define como la “...propiedad según la cual pueden


clasificarse los organismos de acuerdo con sus funciones reproductivas”. La Real
Academia, refiere al sexo como la “condición orgánica que distingue al macho de la
hembra, en los animales y en las plantas”. El sexo de una persona es definido por sus
órganos sexuales masculinos o femeninos, es decir lo que biológicamente el ser
humano trae como medio de su reproducción. De ahí la división del género humano en
dos grupos: mujer y hombre. Cada individuo pertenece a uno de ellos. La persona es
de sexo femenino o masculino.

SEXUALIDAD: Está conformada por los elementos biológicos, es decir, el sexo; los
psicológicos, como es el sentirse y pensarse como hombre o mujer; y los sociales, que
hacen referencia al comportamiento que establece la sociedad para cada sexo. Se
puede entender por sexualidad a la forma en la que cada ser humano se manifiesta
como hombre o mujer, de acuerdo a las normas y valores propios de su cultura y su
época. Para la OMS, la sexualidad humana abarca tanto las relaciones sexuales (el
coito) como el erotismo, la intimidad y el placer. La sexualidad es experimentada y
expresada a través de pensamientos, acciones, deseos y fantasías.

GÉNERO: Designa lo que en cada sociedad se atribuye a cada uno de los sexos, se
refiere a la construcción social del hecho de ser mujer y hombre, a la interrelación
entre ambos y las diferentes relaciones poder / subordinación en que estas
interrelaciones se presentan.

¿Sexualidad y género es lo mismo?

Son dos construcciones sociales íntimamente relacionadas, que pueden


confundirse, pero cada una tiene su campo y dinámica propia.

La sexualidad y el género tienen un mismo origen: el cuerpo sexuado de los seres


humanos; es a partir de éste que la sociedad levanta las construcciones sociales que le
son características a cada una. El campo de la sexualidad se refiere a la manera en que
la cultura marca las pautas para vivir los deseos, y el género la manera de vivir como
hombre y mujer.

La influencia que ejerce una en la otra es fundamental; el deseo y placer erótico


cambian dependiendo de si se vive como hombre o mujer. Ni la sexualidad ni el género
son los mismos siempre; esto quiere decir que las prácticas que la sociedad construye
son históricamente determinadas. Así, las conductas, valoraciones, actitudes, lo
permitido y lo prohibido, lo valorado y lo negado en el plano de la búsqueda del placer
sexual, debe ser vinculada al contexto social y con ello a las diferencias en los roles
genéricos y la simbolización que de ellos hacen los miembros de una sociedad. A partir
de la pulsión que nos lleva a buscar la satisfacción sexual, las sociedades humanas
elaboran sistemas más o menos complejos para definir los caminos a través de los
cuales buscaremos satisfacer nuestros deseos, y cuáles serán los objetos en los que
encontraremos satisfacción.

LA ADULTEZ

Es la etapa comprendida entre los 25 a los 60 años aproximadamente, aunque


depende de factores personales y ambientales. En esta etapa el individuo
normalmente alcanza la plenitud de su desarrollo biológico y psíquico. Su personalidad
y su carácter se presentan firmes y seguros, con todas las diferencias individuales que
pueden darse.

Encontramos adultos capaces de una conducta eficaz en su desempeño en la vida;


otros no tan firmes ni seguros; finalmente existen los que adolecen una pobre y
deficiente manera de ser que los lleva a comportamientos ineficaces y hasta
anormales.

El adulto maduro se distingue porque:

- Controla adecuadamente su vida emocional, lo que le permite afrontar los problemas


con mayor serenidad y seguridad que en las etapas anteriores.

- Se adapta por completo a la vida social y cultural. Forma su propia familia. Ejerce
plenamente su actividad profesional, cívica y cultural. Es la etapa de mayor
rendimiento en la actividad.

- Es capaz de reconocer y valorar sus propias posibilidades y limitaciones. Esto lo hace


sentirse con capacidad para realizar unas cosas e incapaz para otras. Condición básica
para una conducta eficaz.

- Percibe la realidad correctamente, lo cual lo capacita para comportarse con eficacia y


sentido de responsabilidad.

El adulto inmaduro:

- Es contradictorio en su comportamiento (incoherente) y no controla sus reacciones


emocionales.

- No percibe la realidad tal como ésta es (falta de objetividad).

- Menos consciente, responsable y tolerante (falla en el trabajo)

- No se adapta adecuadamente a la vida social (inadaptado)

LA ANCIANIDAD

La etapa final de la vida, conocida también como tercera edad, se inicia


aproximadamente a los 65 años. Se caracteriza por una creciente disminución de las
fuerzas físicas, lo que a su vez, ocasiona en la mayoría una sensible y progresiva baja
de las cualidades de su actividad mental. La declinación biológica se manifiesta por una
creciente disminución de las capacidades sensoriales y motrices y de la fuerza física; las
crecientes dificultades circulatorias, ocasionadas por el endurecimiento de las arterias;
y en general, el progresivo deterioro del funcionamiento de los diversos órganos
internos.
El anciano va perdiendo el interés por las cosas de la vida, y viviendo cada vez más
en función del pasado, al que evoca constantemente, ya que el presente y el futuro le
ofrecen pocas perspectivas. Por eso es predominantemente conservador y opuesto a
los cambios, pues así se siente seguro.

Como consecuencia de la declinación biológica, y por factores ambientales, también


se van deteriorando las funciones intelectuales (inteligencia, memoria, pensamiento,
etc.). Pero este deterioro se da de un modo distinto en las personas. Los rasgos de la
personalidad y del carácter se van modificando.

Los ancianos que han tenido una adultez inmadura no se adaptan con facilidad a sus
nuevas condiciones de vida. Manifiestan una marcada tendencia a la desconfianza, el
egoísmo, la crítica aguda (especialmente a los jóvenes) y reaccionan agriamente contra
sus familiares y el ambiente social. En cambio, los que fueron adultos maduros, se
adaptan mejor a su nueva situación y muchos hasta parecen exagerar el optimismo,
buen humor y generosidad. Esto se debe a que, en el fondo, en la vejez se acentúan los
rasgos que distinguieron el carácter en la adultez, por lo mismo que el individuo ya no
es capaz de ejercer un completo control y dominio de sus manifestaciones
psicológicas. En los individuos especialmente dotados, la ancianidad es una etapa de
gran comprensión, equilibrio y productividad. Tal es el caso de personalidades ilustres
que siguieron contribuyendo activamente a la vida social y cultural de su época,
cuando ya la mayor parte de sus coetáneos no lo hacían. La ancianidad es la etapa final
de la vida y debe merecer respeto, consideración y protección.

La recepción de mensajes televisivos y otras pantallas en las distintas etapas del


desarrollo evolutivo del niño y el adolescente

“¿Quiénes son los jóvenes a los que nos dirigimos y con los que nos relacionamos?”

Con frecuencia, el discurso de la infancia y la juventud, manifiesta dos caras: por un


lado, se los ve como una amenaza porque se los considera antisociales y
contestatarios; porque pelean los fines de semana, ensucian la calle y provocan
accidentes, por otro, son vistos como seres amenazados, indefensos, vulnerables,
frágiles, necesitados de protección. Estas dos visiones conducen a una postura
paternalista, en la que se destaca el sentido de la protección y la imposición de normas
y sanciones.

En esta construcción social, la infancia y juventud son sectores excluidos pues se los
considera como “los que no son”, los que no han “llegado” a adultos, porque no han
madurado. Desde el control y la protección, no se les facilita demasiado crecer, porque
todavía son niños y jóvenes “presociales”.

En este contexto, se contempla a los medios (medios masivos y nuevas tecnologías)


como un auténtico peligro. Televisión, videojuegos, internet se ven como una
amenaza, por eso, proliferan códigos censuradores, como los bloqueadores de
software. Se anuncia, la muerte de la infancia tildando a los medios como principales
culpables. Se niega el papel activo del espectador (sea niño, joven), sin tener en cuenta
que cualquier consumo audiovisual es una negociación entre sujeto y pantalla, que
produce una interacción con otros sujetos, en conversaciones, juegos o recreaciones,
lo que origina un proceso no sólo cognitivo, sino socializador de primer orden. Se
ignora que las pantallas son un escenario de relación importante, alrededor de las
cuales se intercambian impresiones, y se recrea lo visto y/o jugado.

Para evitar estos peligros se anuncian medidas de control y protección. Nos


encontramos ante una posición que arranca desde un determinismo tecnológico, que
considera que el sujeto que percibe y recibe el mensaje mediático es un ser frágil,
pasivo y aislado.

La alfabetización mediática, entiende que el espectador es un ser social que tiene


un contexto de recepción individual (con sus experiencias, conocimientos,
alfabetización audiovisual y estrategias de negociación, expectativas y deseos) y social
(cómo y con quién ve, juega, disfruta, dialoga, navega y proyecta, evalúa y autoevalúa).
Significa que el sujeto es un usuario que consume desde un contexto mediático que
dispone a su vez de un contexto de producción, distribución y exhibición que
condiciona cada uno de los estímulos audiovisuales que se lanzan y proyectan. El gran
argumento que convoca a los jóvenes y la industria del entretenimiento explota, es la
“popularidad”.

Las grandes marcas lo entendieron bien. Los adolescentes crecen en un mundo en


el que Nike es más que una zapatilla y Disney más que una película. Son ciudades
llenas de sueños, también guettos donde se habla, se viste, se come para formar parte
de un colectivo; “hay que dejarse ver” para poder estar y ser del grupo. Lo otro es la
exclusión, porque como dice un publicista “los niños se dan cuenta si alguno de sus
compañeros de clase llevan las ‘zapatillas’ equivocadas”.

En la actualidad, el niño está acostumbrado a una lectura no lineal o estructurada,


“en paralelo”, distinta a la secuencial que se ha venido dando tradicionalmente hasta
la convivencia con los nuevos medios que posibilitan la captación simultánea de
distintos contenidos y facilitan múltiples selecciones. Las nuevas generaciones son las
más preparadas para “leer” o mirar varias informaciones a la vez, fruto de su contacto
con las nuevas tecnologías multimedia y están acostumbradas a ver e interpretar las
imágenes con gran rapidez.

Sin embargo, los niños de este siglo XXI no han adquirido una educación audiovisual
que les permita saber qué hay detrás de esas imágenes, ni qué objetivos persigue, por
ejemplo, un determinado tipo de plano, un contrapicado o un zoom.
LA TELEVISIÓN Y OTROS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La televisión es el avance tecnológico de los últimos 40 años que ha tenido más


impacto sobre los adolescentes por su capacidad de persuasión. Cuando se conviertan
en adultos habrán pasado más horas delante el televisor que con su familia, o en clase.
Actitudes poco saludables aprendidas desde los medios durante la infancia, pueden ser
puestas en acción durante la adolescencia.

La radio, los discos, la música y los videoclips son otros medios que tienen una gran
influencia sobre la vida de muchos jóvenes, ya que su contenido puede llegar de forma
muy directa en él.

La niñez y adolescencia son las etapas más vulnerables.

Áreas específicas de influencia

1- Televisión y violencia

2- Publicidad y consumismo

3- Rendimiento escolar

4- Estereotipos

5- Televisión prosocial

6- Obesidad

7- Sexo y sexualidad

8- Tabaco y alcohol

1-La televisión y la violencia: Muchos preguntan: ¿En qué medida influye la violencia
televisada sobre el comportamiento de una persona? La reiterada observación de
escenas violentas en TV, repercuten sobre la agresividad del niño, que comienza a
registrarse ya a partir de los tres años de vida.

En un estudio longitudinal se comprobó que los chicos que fueron expuestos a


mayores notas de violencia televisiva tenían más probabilidades de cometer crímenes
violentos, decir palabrotas, ser agresivos en los deportes, amenazar violentamente a
otros chicos, hacer pintadas o romper ventanas. En el experimento, se asignaron niños
aleatoriamente en dos grupos: El primer grupo vería dibujos animados con escenas
violentas, el segundo, vería estos mismos dibujos pero con las escenas de violencia
recortadas. Al finalizar, los niños salieron a jugar y fue allí donde se vio el efecto de la
violencia. Los que habían visto los dibujos animados enteros insultaban, daban patadas
y empujaron más a sus compañeros que los que habían visto los dibujos sin violencia.
Se concluyó que el hecho de ver violencia en televisión se asocia a tener un carácter
agresivo. La televisión que ven los niños puede influir sobre su comportamiento
cuando sean adolescentes. Hasta se ha comprobado que los adolescentes que veían
programas violentos durante la etapa preescolar sacaban peores notas que las que
veían programas educativos en edad infantil.

Cuanto mayor sea el tiempo de exposición a programas televisivos violentos, mayor


es el riesgo de asociación de conductas violentas en niños y adolescentes. Hay una
relación positiva entre la violencia en televisión y la subsiguiente conducta agresiva, y
como sostiene el psicólogo BANDURA, los modelos de conducta actúan como
estímulos que producen conductas similares en el observador.

2- Publicidad y consumismo:

La publicidad tiene como objetivo estimular el deseo y la necesidad de consumir, y


los niños y jóvenes representan una importante cuota de mercado. Su influencia en los
niños es muy fuerte, y puede considerarse como un instrumento peligroso, ya que crea
necesidades que no se corresponden con la edad del niño o del joven, y que en la
mayoría de los casos no podrá satisfacer.

Las técnicas publicitarias abusan de las limitadas capacidades de análisis y raciocinio


del niño y su natural credibilidad, por lo que necesitan del consejo y la explicación de
sus padres. Los niños no deberían ser objeto ni sujeto de publicidad y mucho menos
convertirse en víctimas de una publicidad engañosa.

3- Rendimiento escolar:

Diferentes estudios realizados al efecto, han demostrado que los alumnos que ven
más de dos horas diarias de televisión obtienen rendimientos escolares más bajos. La
causa de este hecho se debe al retraso del proceso madurativo y a una menor
capacidad de abstracción, cuando existe abuso televisivo desde la edad preescolar. La
UNESCO ha llamado la atención de que el uso indiscriminado y masivo de la televisión,
puede resultar peligroso para el aprendizaje del niño, ya que aumenta la pasividad
intelectual, le aparta del trabajo escolar y limita su creatividad.

4- Estereotipos:

La televisión ha llegado a un estado de homogeneidad que crea estereotipos en su


programación, modelos de convivencia, valores y actitudes, que no se corresponden
con la realidad social.

Los niños y adolescentes pueden extraer, en consecuencia, un aprendizaje que no es el


más adecuado en aspectos tales como, la relación con sus padres y maestros,
sexualidad, modas, alimentación y comportamiento social.
La exaltación de la esbeltez en modelos y presentadoras de TV, se equipara con el
éxito y la belleza, y este mensaje tiene tal poder de atracción que puede llevar a
muchas adolescentes al cuadro de Anorexia nerviosa.

5- Televisión prosocial:

La televisión puede ser un poderoso medio de enseñanza o aprendizaje en valores


prosociales. Es un formidable instrumento que puede favorecer la educación, la
cultura, el ocio, la promoción de la salud, y una conducta favorecedora de la
tolerancia, respeto y solidaridad.

La televisión supone un potencial, que bien utilizado, puede ayudar a la adquisición


de actitudes y estilos de vida positivos, e inculcar aspectos sociales y culturales, no solo
para los niños, sino para todo el conjunto de la sociedad.

6- Obesidad:

Varios estudios indican que la prevalencia de obesidad está directamente


relacionada con el aumento del tiempo destinado a ver televisión, en niños y
adolescentes de 6 a 17 años. Esto es porque ver televisión representa una actividad
pasiva y porque muchos telespectadores consumen diversos productos ricos en
calorías mientras ven sus programas favoritos.

La publicidad también influye. De los miles de anuncios que ven los niños al año en
televisión, dos terceras partes son sobre alimentos con elevado contenido en calorías,
grasas, colesterol, azúcar y sal. Se ha demostrado que por cada hora de incremento de
visión de la TV, aumenta la prevalencia de obesidad, tanto en niños como en adultos;
convirtiéndose el hecho de ver televisión en un buen predictor de obesidad.

7- Sexo y sexualidad

Se comprobó que ver sexo por televisión puede influir sobre el comportamiento de
algunos adolescentes. Se vio una clara relación entre la frecuencia de ver telenovelas y
las estimaciones sobre la vida amorosa del sujeto, éstos quieren tener más aventuras
amorosas y divorcios que los que veían telenovelas con menor frecuencia. Aquellos
que veían más, les costaba distinguir el mundo ficticio del real. De todos modos, como
ocurre con la violencia, el hecho de que el sexo televisivo repercuta o no sobre el
comportamiento de los adolescentes y la medida en que lo haga depende de una serie
de factores, entre los cuales cabe destacar las necesidades, los intereses, las
preocupaciones y el nivel de madurez del espectador. La televisión se ha erigido como
agente exclusivo de educación sexual, y el sexo es utilizado para vender cualquier cosa,
desde un champú hasta un coche.
8- Tabaco y alcohol

Los anuncios de bebidas alcohólicas van dirigidos preferentemente a los jóvenes con
el claro mensaje que el consumo de alcohol facilita la diversión y el éxito con las chicas.

Actualmente la ley prohíbe los anuncios de tabaco y bebidas alcohólicas de más de 20º
en la televisión, no así los sugestivos anuncios de cerveza.

Existe una relación clara entre la visión de ciertos programas, la publicidad y ciertos
videos musicales, con el consumo de alcohol, tabaco y drogas entre los adolescentes.

Funciones y usos de los medios de comunicación.

Las funciones de los medios de comunicación para los adolescentes son:

1- Entretenimiento: Tanto jóvenes como adultos utilizan los medios como una forma
de pasar el rato, para divertirse y evadirse de las preocupaciones cotidianas.

2- Información: Los adolescentes usan los medios de comunicación para obtener la


información acerca de aquellos temas sobre los que no pueden hablar libremente con
sus padres, como por ejemplo la sexualidad.

3- Búsqueda de sensaciones: Algunos medios proporcionan una estimulación intensa


que les agrada, pues tienden a buscar nuevas sensaciones más que los adultos.

4- Descarga de estrés: Los adolescentes utilizan los medios de comunicación para


mitigar la ansiedad y el descontento. Dos de las conductas más citadas por ellos para
reaccionar cuando tienen problemas son escuchar música y ver televisión.

5- Exponerse a modelos de comportamiento sexual: Los medios presentan modelos de


los roles masculino y femenino. Las imágenes que difunden sobre los estereotipos de
hombres y de mujeres pueden influir sobre sus actitudes y comportamientos.

6- Identificación con la cultura adolescente: Los medios les transmiten a muchos


jóvenes la sensación de estar conectados a una cultura y a una red de iguales más
extensa, que está cohesionada por una serie de valores e intereses comunes dirigidos a
la población.

La música

La adolescencia es la época en que la música es más importante ya que pasan


grandes cantidades de tiempo escuchándola. En la adolescencia temprana se escucha
más la música proveniente de listas de éxitos, en la adolescencia media los jóvenes
tienen gustos más restrictivos y suelen identificarse con grupos concretos de música,
como el heavy metal, la new wave, el rap, etc.
La música satisface necesidades personales como el control de los estados de ánimo
y ocupar el tiempo que permanecen solos, y sociales que van desde proporcionar una
atmósfera festiva hasta una expresión de rebeldía y un rechazo hacia la autoridad. A
pesar de que la música es buena compañera, ha salido el debate de que las letras de
las canciones de rock influyen peligrosamente en las mentes de los adolescentes sobre
todo en temas de sexualidad, violencia, consumo de drogas y comportamientos
satánicos.

Se han detectado asociaciones entre la preferencia por la música heavy metal y el


comportamiento temerario y antisocial, pero esto tampoco se puede tomar como
excluyente.

La tecnología, los ordenadores e Internet.

Internet es el núcleo de la comunicación por ordenador. El sistema es de alcance


mundial y conecta entre sí miles de redes informáticas, proporcionando una fuente de
información a la que pueden acceder los jóvenes.

Han surgido muchas preocupaciones sobre el acceso de los niños y adolescentes a la


información contenida a Internet, que está muy poco regulada. Pueden acceder a
materiales sexuales para adultos, aprender a fabricar bombas y contactarse con otra
información poco adecuada para su edad.

Impacto social

Hoy, se anima a los niños a utilizar las herramientas de los medios de comunicación
en la escuela y se espera que posean un conocimiento general de las diversas
tecnologías disponibles. Internet es sin duda una de las herramientas más eficaces en
los medios de comunicación. Herramientas como el correo electrónico, Facebook, etc.,
han conectado a las personas y crean nuevas comunidades en línea.

Sin embargo, algunos pueden argumentar que ciertos tipos de medios de


comunicación pueden obstaculizar la comunicación cara a cara, por lo que puede dar
lugar a complicaciones como el fraude de identidad.

En una sociedad impulsada por el consumidor general, los medios de comunicación


electrónica (como la televisión) y medios impresos (como periódicos) son importantes
en la difusión publicidad.

Los medios de comunicación, han ayudado a conectar a las personas de diversa


ubicación geográfica. También ha ayudado en el aspecto de on-line / negocio de
Internet y otras actividades que tiene una versión en línea.
La comprensión de los medios de comunicación y la psicología es fundamental en la
comprensión de los efectos sociales e individuales de los medios de comunicación.

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