Está en la página 1de 2

Freud - INICIACIÓN DEL TRATAMIENTO

Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico.


Freud comienza el texto planteando que el mismo es el resultado de su propia experiencia y espera que tomar los
consejos en cuenta, ahorre muchos gastos inútiles a quienes practican el psicoanálisis, salvándolos de incurrir en
muchas omisiones.
Sin embargo, nos aclara que esta técnica le ha resultado a él, en su singularidad, no atreviéndose a universalizarla.

1. El primer consejo que da es sobre la técnica de la atención flotante: desautoriza todo recurso auxiliar, incluido el
tomar apuntes. La técnica consiste en no querer fijarse en nada en particular y en prestar a todo lo
que el paciente dice la misma atención parejamente flotante.
De esta manera uno se ahorra, por un lado un esfuerzo de atención que no podría sostener día tras día a lo largo de
muchas horas, y además, evita escoger entre el material ofrecido obedeciendo a las propias expectativas o
inclinaciones del analista.
Sostiene además que si uno tensa la atención en algún aspecto en particular, no hallará nunca más de lo que ya sabe
y que muchas veces sucede que lo que unoescucha cobra significado solo con posterioridad.

2. Si bien desaconseja tomar notas o apuntes, sostiene que puede hacerse una excepción para fechas o fragmentos
de sueños. Sin embargo, sostiene que él en su práctica no suele hacerlo sino que, en el caso de los sueños, hace que
los pacientes mismos lo fijen por escrito tras el relato del sueño.

3. En este punto sigue la cuestión de tomar apuntes, sostiene que otra razón por la que podría justificarse es por la
intención de convertir el caso tratado en una publicación científica, sin embargo, nos advierte que realizar el análisis
de un caso de esta manera rinden menos que lo que se esperaría de ellos y resultan con facilidad
fatigosos para el lector.

4. En este punto continúa o retoma lo planteado anteriormente en relación a la elaboración de una publicación
científica a partir de un caso clínico. Sostiene que las técnicas que se utilizan para la investigación y, para el
tratamiento psicoanalítico se contraponen.
Y agrega que, mientras el tratamiento de un caso no esté cerrado, no es bueno elaborarlo científicamente.
El punto está en no especular mientras tratamos un caso, sometiéndolo al trabajo de una publicación en el caso de
que lo consideráramos sólo después de concluido el análisis.

5. Freud en este consejo se plantea que existe una tendencia afectiva en los analistas, a la ambición de obtener un
logro convincente para los demás. De esta manera nos advierte que no sólo nos situamos nosotros mismos en una
disposición desfavorable de trabajo, sino que además nos exponemos a las resistencias del paciente.
Sostiene que aquella frialdad afectiva con la que se caracteriza el analista es necesaria ya que crea para ambas
partes condiciones ventajosas: por un lado, para quien analiza el muy deseable cuidado de su propia vida afectiva, y
por otro lado, para el paciente, el máximo grado de socorro que hoy no es posible Prestarle.

6. Así como en analizante debe acatar la regla del psicoanálisis fundamental, esto es, comunicar todo lo que se le
venga a la mente sin objeciones lógicas o afectivas.
El analista debe volver hacia el inconciente emisor del enfermo su propio inconciente como órgano receptor,
acomodarse al analizado como el auricular del teléfono se acomoda al micrófono.
De esta manera debe evitar sustituir elementos del analizado por una censura propia, apartándose de toda
resistencia que dificulte servirse de su propio inconsciente como instrumento de análisis. Para que esto suceda, es
lícito exigir al analista un análisis propio.

7. En este consejo Freud plantea que si bien es tentador para el psicoanalista joven y entusiasta poner en juego
mucho de su propia individualidad, dejando ver sus propios defectos y conflictos anímicos al paciente para "superar
las resistencias subsistentes en el enfermo", si hacemos esto abandonamos el terreno psicoanalítico y
nos aproximamos a los tratamientos por sugestión. La experiencia no confirma la bondad de esa técnica afectiva, por
el contrario, nos demuestra que no sólo que no ayuda en nada a descubrir lo inconsciente para el enfermo sino que
además, lo inhabilita aún más para superar resistencias más profundas.
8. La actividad pedagógica: Otra tentación que surge en el tratamiento psicoanalítico. Como analistas debemos ser
tolerantes con las debilidades del enfermo, darnos por contentos si el enfermo ha logrado recuperar un poco la
capacidad de producir y de gozar. La ambición pedagógica es tan inadecuada como la terapéutica.

9. Finalmente, Freud se pregunta ¿dentro de qué límites se debe reclamar la colaboración intelectual del analizado
en el tratamiento? Y se responde diciendo que lo decide, en primer término, la personalidad del
paciente. Es incorrecto dictar al analizado deber: que recopile recuerdos, que reflexione sobre cierta época de su
vida, etc.
Es él mismo quien debe, a través de la regla psicoanalítica, comunicar todo lo que se le venga a la mente

También podría gustarte