un taller de psicomotricidad para adultos, formado por estudiantes universitarios con
La Intervención Psicomotriz en la Clínica con adultos
Claudia Marcela Carta. Lic. y Prof. en Psicomotricidad. Doctoranda en psicología
con orientación en Neurociencia Cognitiva Aplicada. Bailarina retirada, Ballet
Mistress; coreógrafa.
Preludio...
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante no hay camino:
se hace camino al andar
Antonio Machado
Cuando hay necesidades en donde la psicomotricidad puede ofrecer una
posibilidad, pero no hay un camino construido, tal como dice Antonio Machado, las
propias huellas se hacen camino al andar… Este camino que en mi caso inicia hace 15
años atrás, comenzó con el descubrimiento de una necesidad, y con la siguiente
propuesta de brindar una ayuda en el campo de adultos con Trastornos de la conducta
alimentaria. Tres años de trabajo fueron aceptados y compartidos en el primer Congreso
Mundial de Psicomotricidad en Montevideo en el 2008. Un año después, se suma al
camino, la colega Natividad Castellani, y fuimos dos caminantes… EL trabajo
compartido, se hace más productivo, más crítico, y crece.
Noviembre de 2018, nos encuentra en el segundo congreso mundial de
Psicomotricidad, con publicaciones sobre Psicomotricidad con Adultos de Juan Mila,
Alejandra Papandrea y también junto a Natividad con nuestro libro sobre la intervención
psicomotriz en adultos con trastornos de la conducta alimentaria.
Y este año, nos encontramos en estas 1° Jornadas sobre el campo adulto, y con
una nueva publicación. Se hace camino al andar, se comparte, se escribe, se publica, se
trabaja… esto que comenzó como una osadía atrevida, hoy es un nuevo campo sobre el
que crece la Psicomotricidad.
¿Qué es lo que hace que no se hayan seguido desarrollando intervenciones
psicomotoras en otros ciclos de la vida? Uno de los factores relacionado con esto, es el
aspecto desarrollista que ha tenido/tiene nuestra profesión, con una fuerte impronta y
trayectoria de intervención en la infancia?
La realidad es que, por distintos motivos, en general personales, algunos colegas
hemos visto la necesidad de intervenciones en nuevos campos. La motivación siempre
ha sido distinta, pero todos coincidimos en que, en determinado momento, alguna
realidad nos ha interpelado y nos ha hecho y nos hace pensar en la necesidad de la
Intervención psicomotriz con adultos. En mi caso en particular, fue la intervención con
trastornos de la conducta alimentaria. A partir de allí recibí una invitación a coordinar
fobias al examen, y adultos que asistían a terapia psicológica.
Desde hace muchos años trabajo en una Fundación para la atención de personas
con discapacidad (PcD) en la ciudad de Córdoba: las intervenciones con adultos son
frecuentes con padres y familias de niños que acuden a la ayuda. En tanto los niños
crecen, se transforman en adolescentes, y luego adultos. Aquí también nos vemos
desafiados con los cambios y el desarrollo, como así también con nuevas necesidades
corporales y emocionales del adolescente y del adulto. En tanto también hay nuevas
formas de abordaje con los adultos familiares de personas con discapacidad, que en
algunos casos perpetúan miradas infantiles hacia sus hijos, negándoles experiencias y
vivencias de las etapas que transitan.
La labor interdisciplinaria permite que colegas de otras profesiones y también
Psicomotricistas, conozcan los resultados de la intervención, y deriven casos
excepcionales: La excepcionalidad es la de transitar el ciclo de la vida adulto, y en otras
oportunidades, atravesar circunstancias difíciles de la vida.
Dentro de la educación, ser Profesora en la Formación personal corporal de
Psicomotricistas desde el año 2007, me permite trabajar con un gran número de adultos.
Es curioso que antes de leer el libro “El Psicomotricista en su cuerpo” (Camps, Mila,
García, Peceli, Tomas 2011), no había pensado esta última como intervención educativa
con adultos. Y es a partir de esto, que mi mirada comienza a encontrar nuevas
relaciones, que estuvieron siempre, pero que no las había analizado desde la perspectiva
del campo adulto. Todas estas personas que he mencionado, transitan diferentes
necesidades de abordaje psicomotor.
Haciendo una mirada retrospectiva, de mi profesión anterior, muy ligada a lo
corporal desde el arte, puedo decir que cada profesión tiene una corporalidad, una forma
de construir, de relacionarse, de mostrarse, que es interesante para otro escrito. Desde el
momento que uno transita la experiencia de la formación del Psicomotricista, la mirada
en relación al cuerpo y su expresividad psicomotriz cambia. Por lo tanto, luego de la
experiencia de años en el trabajo en el arte con niños, adolescentes, y adultos en
diferentes expresiones artísticas (bailarines, cantantes, actores, músicos, técnicos,
vestuaristas, escenógrafos etc.) puedo decir que hay distintas improntas en la
corporalidad de cada profesión…
Los desafíos de trabajar la clínica en el campo adulto
Acuerdo con Juan Mila (2018), uno de los pioneros en conceptualizar esta nueva
labor de los Psicomotricistas, cuando concibe las intervenciones psicomotrices con
adultos como: “un Campo, Área o espacio delimitado, donde las concepciones, las
prácticas y las intervenciones desde la Psicomotricidad, tienen un encuadre o marco de
trabajo que las define, sustenta y habilita, con una especificidad disciplinar y profesional
que le es propia”. (p.34)
También citaré las palabras de Carta & Castellani (2018), definiendo la
psicomotricidad:
“Concebimos la Psicomotricidad como una práctica compleja que parte de una
mirada global de la persona, considerando sus aspectos neurofisiológicos y
psicológicos, a lo cual se agregan aspectos sociales y culturales, cuya
 interrelación determinará el modo de ser y estar particular de cada uno en el
mundo. Entendiendo al cuerpo como construcción en y para la relación con el
otro, pero también para la relación consigo mismo, es que se puede pensar a la
intervención psicomotriz como diversas orientaciones de la práctica y diferentes
enfoques metodológicos para realizar Psicomotricidad. Es por ello que desde la
intervención psicomotriz se pretende, a través de un abordaje corporal,
desarrollar las posibilidades y capacidades de la persona para desenvolverse y
adaptarse al medio en el que se desempeña” (Carta Castellani, 2018, p. 55-56)
Se busca, a través del movimiento, la postura, el gesto, la acción, que la persona
desarrolle al máximo todas sus aptitudes motrices, afectivo-emocionales,
cognitivas-intelectuales, relacionales, así como también comunicativas
lingüísticas. Es por ello que no se puede dejar de prestarle atención al vínculo
existente entre la estructura somática, afectiva y cognitiva de la persona. La
Psicomotricidad es una disciplina cuya práctica se basa en la interrelación
constante entre lo psíquico y lo somático. (Carta, Castellani, 2018, p. 56)
Una de las dificultades que podría presentarse en este nuevo campo de la
Psicomotricidad, es perder la identidad profesional al momento de trabajar: es decir no
atender a la especificidad de la intervención psicomotriz, y caer en intervenciones
correspondientes a otras disciplinas. Según la mirada o la concepción particular de
hombre, cuerpo y sus producciones, en las cuales se posicione el terapeuta será desde
donde se oriente la práctica psicomotriz. En relación a esto, Franco Boscaini dice:
“La especificidad de la psicomotricidad está en el hecho de que para ella
el movimiento asume también una dimensión comunicativa, es también
lenguaje por el cual el movimiento llega a ser acto psicomotor, expresión
de una constante dinámica entre el cuerpo, sus funciones y la realidad externa
en situación relacional. (Berruezo y Adelantado, 2013, p. 11)
Aquí es ineludible retomar un concepto fundante: a partir de la concepción de
globalidad del sujeto (Bottini-Sassano 2013), es necesario atender a una concepción de
Psicomotricidad, lo suficientemente amplia y clara, que pueda albergar nuestra labor en
los diferentes ciclos de la vida.
Dado que existen muchas y variadas formaciones de psicomotricistas en el
mundo, es importante tener en cuenta que un Psicomotricista puede ser Psicólogo, y
tener una formación de postgrado como Psicomotricidad; en ese caso, la doble
titulación, lo habilita a ambas intervenciones. Pero los Psicomotricistas con formación
de grado, necesitamos tener claridad, en relación a las competencias profesionales para
no invadir otros campos, y remitirnos a nuestras incumbencias profesionales. Al
respecto, Juan Mila (2018), cita al Fórum Europeo de Psicomotricidad, diciendo que:
“considera a la Psicomotricidad como una disciplina que tendrá diferentes
prácticas y apelará a diferentes técnicas según el objeto de estudio al que se
dedique, y según el concepto de desarrollo, de cuerpo y de persona que el
psicomotricista haya construido” (Mila, 2018, p.17)
Otro punto a considerar, es el respeto por las diferencias de abordajes, entendiendo que
hay distintas formaciones y distintas realidades socio-histórico-culturales de acuerdo.
Más allá de las diferencias, la intervención psicomotriz está muy bien definida por
Nuria Franc Batlle quien sostiene que “la Intervención Psicomotriz es toda acción
específica, que ejecuta el profesional, en función del diagnóstico, situación, técnica y
objetivos planteados” (Franc Batlle, 2001, p. 7). Esta definición de intervención
psicomotriz en educación es extensible al campo adulto, dado que considera la
globalidad de la persona, la integración de su personalidad y corporalidad (que le
permite ser y estar en mundo), relacionarse con su entorno a través de la comunicación,
necesaria para la socialización. Está delimitado por la historia particular de cada
persona. Si desmenuzamos la definición de intervención psicomotriz citada más arriba,
vemos que la labor del Psicomotricista, posterior al diagnóstico del grupo o del paciente
adulto, consiste en acciones “…intencionadas e intencionales que se realizan a través
del movimiento…” (Franc Batlle, 200, p. 5). El accionar del Psicomotricista no es
intuitivo, mágico ni espontáneo, según el sentir o percibir del momento. Hay una
intencionalidad en nuestro accionar, que, sostenida por el conocimiento en técnicas
corporales, nos permite elegir la adecuada para nuestra intervención con esta persona, o
con este grupo. (Carta, Castellani, 2018, p. 59)
Pero para que exista una intervención, primero debe haber una derivación. En el
abordaje Psicomotor con adultos, sabemos que un adulto llega derivado por otro
profesional, o por iniciativa propia.
La derivación. ¿Derivan adultos a Psicomotricidad? ¿Quién deriva? La
demanda, y la no demanda.
En el trabajo en clínica, las derivaciones suelen llegar a través de colegas y
profesionales de otras disciplinas. Pero nuestra realidad, es que, si no hay trabajo
interdisciplinario, si no conocen nuestro hacer, no derivan. He tenido la fortuna de
trabajar siempre en interdisciplina, por lo cual las derivaciones siempre llegan. En este
sentido, es muy importante la claridad de la especificidad de la intervención: un
Psicólogo, un neuropsicóloga, un psicopedagogo, un kinesiólogo, un fonoaudiólogo nos
derivan pacientes cuando tienen claridad que no invadimos su campo, ni hacemos
intervenciones que no corresponden a nuestra disciplina.
En general no he tenido derivaciones médicas en el campo adulto, pero sí ante
un pedido de otro profesional (psicólogo, psicopedagogo, fonoaudiólogo, kinesiólogo)
los médicos neurólogos han acompañado la derivación. En cambio, si recibimos
derivaciones médicas con niños. La Psicomotricidad está asociada al trabajo con niños y
niños con alguna dificultad. No teníamos hasta hace unos años representación en el
imaginario social del trabajo con adolescentes, ni con adultos, ni con adultos mayores.
Estamos trabajando desde hace bastante tiempo en ello, y afortunadamente en la
actualidad, los estudiantes de la carrera y los nuevos Psicomotricistas se interesan cada
vez en estos nuevos campos.
Otra forma de llegada de un paciente, es por derivación espontánea: en la cual
un adulto, decide solicitar ayuda a un Psicomotricista, siendo muy poco frecuente. Esto
último, es una excepción, ya que no hay mucho conocimiento de nuestra intervención
con adultos, y porque para que una obra social cubra una prestación, es necesario un
pedido médico. Las coberturas de las obras sociales son complejas: en Argentina, la
psicomotricidad no está incluida dentro de PMO (programa médico obligatorio) por lo
tanto no la cubren excepto en discapacidad y en Trastornos de la conducta alimentaria.
 La derivación dentro de un hospital es bien diferente: en hospitales que trabajan
con niños, es conocida la labor del psicomotricista, incluso hay cargos para nuestros
profesionales.
En el caso del Hospital Nacional de Clínicas, en el período 2004-2011 la
Psicomotricidad contaba con un contrato para trabajar dentro del Servicio de
Psicopatología, concretamente en el Equipo de Trastornos de la conducta alimentaria.
Este fue un lugar que se consiguió luego de trabajar 6 meses ad-honorem con el equipo.
Motivo por lo cual, el primer semestre que me desempeñé como psicomotricista, el
equipo invitaba a los pacientes, y la asistencia no era obligatoria. Muy pronto, me
invitaron a participar de las reuniones del equipo interdisciplinario. A partir de la labor
realizada, fui contratada y con ello las reuniones al equipo, la participación a los ateneos
fue obligatoria. En tanto todos los nuevos pacientes que ingresaban, debían asistir
obligatoriamente al taller de trabajo corporal de Psicomotricidad. En este punto, la
derivación provenía desde la entrevista de admisión y del mismo equipo integrado por:
psicología, psiquiatría, médicos clínicos y nutricionistas.
Una vez realizada la derivación es necesaria la demanda.
La demanda
Sin demanda, no existe intervención, es la máxima en el trabajo con adultos. La
demanda como concepto, implica que la persona que llega a la consulta, reconoce la
necesidad subjetiva de ayuda terapéutica. Si no existe pedido y deseo de dejarse ayudar,
no hay posibilidad de intervención Psicomotriz. Por lo tanto, aunque otro profesional
realice una derivación, necesitamos la decisión del adulto para de trabajar con aquello
que reconoce que le afecta. En nuestro caso, el adulto no puede ser llevado por otro, ni
obligado a la terapéutica psicomotriz. En nuestro espacio se trabaja a partir del
movimiento (aceptando lo que el paciente pueda), y si no hay reconocimiento de las
propias dificultades, y deseo de recibir ayuda, es muy difícil conseguir adherencia al
tratamiento. Por lo tanto, mientras un niño es llevado a Psicomotricidad por sus padres,
en el adulto es necesaria la demanda.
La única excepción que conozco es con adolescentes en la intervención con
trastornos de la conducta alimentaria. EL adolescente llega sin conciencia de
enfermedad, enojado no sólo con su cuerpo que no acepta, sino también con sus
familias que los llevan obligados, y con los terapeutas en un inicio. Es el único caso,
donde uno trabaja conjuntamente con todo un equipo interdisciplinario, “la demanda”.
En primer momento llegar a vincularse, y luego como segundo objetivo, generar la
demanda. Muchas veces la demanda llega después de bastante tiempo. Ahora como ya
nos hemos explayado con Natividad Castellani (2018), el adulto con Trastorno de la
conducta alimentaria que pide ayuda a un equipo interdisciplinario, llega por sí mismo,
viene generalmente con una demanda. Dado que en cada disciplina se juegan diferentes
demandas (ante una misma problemática) habrá que construir la demanda específica en
el espacio de Psicomotricidad. Explicitar que hacemos en Psicomotricidad, tiende a ser
confuso para quienes aún no han transitado el espacio. A veces los participantes,
piensan que se va a mover como en gimnasia, a veces como yoga, a veces comentan
“sos como un psicólogo del cuerpo” …; uno contesta nada de eso... Explicar de
antemano qué hacemos es bastante difícil, si la persona no atraviesa la experiencia
previamente. Por lo cual, en trabajos grupales, suelo explicar, que después de cada
encuentro, vamos a ir aclarando y conociendo la Psicomotricidad.
Experiencia de trabajo hospitalario con Trastornos de la conducta alimentaria:
El trabajo en el taller de Psicomotricidad en el Hospital de Clínicas de Córdoba,
fue un espacio voluntario para las pacientes al inicio. A partir del comienzo del taller, de
la resonancia de los asistentes en otros espacios terapéuticos, y de nuestro aporte en las
reuniones interdisciplinarias, la Psicomotricidad se transformó en instancia obligatoria,
desde el ingreso de cada nuevo paciente. Por lo tanto, la demanda en un inicio fue
menos ardua, ya que las pacientes llegaban voluntariamente. Cuando el espacio fue
obligatorio, se complicaron los primeros tiempos: cuerpos acorazados, brazos cruzados,
manos en los bolsillos, expresiones faciales serias… La expresividad Psicomotriz
mostraba enojo, amargura, y una tremenda tristeza. A partir de esto, y entendiendo que
el enojo no era con la figura del psicomotricista, sino con lo que les implica conectar y
trabajar con su propio cuerpo, paulatinamente comenzamos a trabajar, sin demanda
alguna y con la propuesta de tratar que se sintieran mejor con su cuerpo. Para aquel
grupo de pacientes de TCA era una utopía, y no reflejaban mucha ilusión en que fuera
posible. Esto para el Psicomotricista y su disponibilidad corporal, es un desafío y un
arduo trabajo.
Para iniciar un espacio terapéutico se debe realizar una entrevista inicial, para
ver si esta persona que acude a la consulta, necesita o no de nuestra intervención, como
así también explicar los objetivos de la misma.
Entrevista inicial.
A partir de la derivación de una colega Psicomotricista, Ana llama para acordar
una entrevista. Intercambiamos horarios posibles y lo definimos. Antes de cortar la
comunicación ella pregunta “¿Puedo ir sola o tengo que ir acompañada?” Tratando
de sobreponerme a mi perplejidad, respondo con la mayor naturalidad posible: “Como
vos decidas. Te espero el martes para conversar y conocernos, y si te sentís más segura
con alguien que te acompañe, no hay problema.
Infinitas preguntas puedo formular a partir de eso, que debo admitir me impactó.
Un adulto de apenas algunos años menos que yo, casi pidiendo permiso, pregunta si
puede ir sola a su posible espacio terapéutico…
Pero al momento de pensar en el adulto, una de las consideraciones
fundamentales es atender, recibir, escuchar a la persona en primer lugar. En caso de que
la persona no pueda comunicarse y necesite asistencia, puede y ir acompañado hasta
tanto se encuentre una forma válida de comunicación en el espacio terapéutico.
Es preferible siempre el encuentro con quien acude a la consulta, y después citar
a la familia, o alguna de las personas cercanas.
Al momento de la entrevista inicial, es importe conocer las expectativas de quien
acude a la ayuda, qué espera, qué cree que el espacio de psicomotricidad puede
brindarle. Es necesario establecer un encuadre donde se definan: confidencialidad de la
información, quien asiste a la sesión, modalidad de trabajo, frecuencia en el tiempo,
cantidad de sesiones aproximadamente que necesitamos para hacer un balance
psicomotor, o una valoración psicomotriz, los honorarios profesionales y al finalizar el
período diagnóstico o de valoración de un perfil psicomotor, una devolución con lo
observado.
 Es importante considerar que cuando uno hace una entrevista con una anamnesis
para iniciar diagnóstico de un niño, hay datos importantes del desarrollo, del embarazo,
del parto, de los vínculos en la infancia, hábitos de autonomía, escolaridad, relaciones
sociales. Todo lo anterior, no suma en una primera entrevista con un adulto, ya que la
historia del embarazo, parto, desarrollo psicomotor no los conoce, o si los conociera, a
la realidad actual no nos suma esa información.
Si es importante, conocer cuál es malestar de esta persona, es decir la queja
subjetiva. Hay situaciones donde un adulto con anosognosia, no identifica sus
dificultades. En ese caso es necesario, saber qué lo lleva a la consulta, y qué espera de la
intervención. En todo caso se aclara con el paciente adulto, que uno puede entrevistar a
un familiar, para completar información de su entorno. Es un tema complicado, y desde
mi construcción, intento que toda entrevista familiar sea con el paciente incluido, a no
ser raras excepciones. La información de la familia, nos devuelve otra mirada o un
punto de vista diferente y complementario: en todo caso puede confirmar o no, lo que
expresa el paciente.
Se debe respetar al paciente en la confidencialidad del espacio terapéutico; pero
por, sobre todo, no se deben abrir a través de interrogantes, situaciones que no podamos
trabajar desde lo psicomotor. Cuando uno indaga en la entrevista inicial, es importante
ahondar sobre información que sirva a la intervención psicomotriz en el aquí y ahora.
Consultarle a un paciente de 50 años, si su embarazo fue deseado por sus padres, ¿qué
aporta a los 50 años, en un espacio de abordaje psicomotor? A este tema lo retomaremos
más adelante.
¿Qué preguntar en una entrevista inicial? Motivo de consulta, profesión, estudios
realizados, edad, domicilio, lugar y horario de trabajo, con quien convive,
conformación de su familia; cómo se desenvuelve en la vida diaria, horas de descanso,
alguna dificultad en relación al sueño (duerme poco, duerme mucho, cuantas horas
diarias, y en qué momento del día), nivel de autonomía, movilidad y traslado; controles
médicos, antecedentes de enfermedades, tratamientos actuales, hábitos de actividad
física, hábitos alimentarios, rutina laboral. El motivo de consulta, ¿afecta las relaciones
personales, laborales, sociales? Tiene espacios de esparcimiento, algún pasatiempo,
hobbies, gustos personales, lecturas, música, otras actividades de recreación.
Antes de finalizar, es conveniente preguntar ¿qué es lo que a Ud le preocupa? ¿Algo
más que Ud. considere importante que yo conozca o me quiera decir? Pero en la
entrevista inicial, más allá de la información vital del paciente, tendremos mucha
información más para recabar.
Además de la información obtenida en la entrevista, es muy importante la
observación clínica: cómo se presenta, cuidado personal, la mirada, ubicación del
cuerpo en el espacio, el ritmo de la entrevista, la actitud; observar su expresividad
psicomotriz; ¿varía el tono durante la entrevista? ¿en qué momento, o ante qué
temática? ¿está orientado en el espacio y el tiempo? ¿Qué puede observar en relación a
la atención? ¿Cómo es el lenguaje que utiliza?, ¿cómo es la prosodia del lenguaje?
¿Expresa con claridad en las ideas que quiere transmitir?; ¿su lenguaje verbal es acorde
a su discurso no verbal? En relación a la Timia o la función tímica: ¿Manifiesta
vivencias afectivas, emocionales?
Llegado este momento, estamos en condiciones de iniciar una valoración
psicomotriz, para a partir de ella, plantear o no objetivos de trabajo.
EL Balance Psicomotor para adultos, asignatura pendiente y tema de
investigación.
Dentro de las deudas que debemos afrontar, y en la que estamos trabajando, es la
construcción de un Balance Psicomotor para adultos. Juan Mila, pone especial énfasis
en la necesidad de no infantilizar la intervención psicomotriz con el adulto, ni del adulto
mayor. Y lo mismo sucede en relación a la evaluación psicomotriz. Replicar una
evaluación para niños en adultos, o en adultos mayores, sería además de un
reduccionismo ingenuo, desconocer al sujeto en su historia, desconocer la etapa
evolutiva y necesidades de cada etapa del ciclo vital que atraviesa una persona.
Tal como expresé con anterioridad, es muy importante realizar un balance
psicomotor inicial; es por ello que acuerdo con Alexandrine Saint-Cast (2009) cuando
dice: “En la actualidad, ya no es cuestión de interrogarse sobre la necesidad del balance
psicomotor. Es una etapa preliminar indispensable para la elaboración del proyecto
terapéutico y en consecuencia para la instauración de las sesiones” (Saint-Cast, p. 22)
Agregaría que hoy el balance Psicomotor en una intervención terapéutica, es una
acción ética. ¿Cómo pensar objetivos terapéuticos si no sabemos las fortalezas y
debilidades de la persona con la que pretendemos trabajar? ¿Cómo trabajaremos sino
sabemos desde dónde partimos? ¿Cómo sabremos del resultado de la intervención?
Alexandrine Saint-Cast, expresa hablando del balance psicomotor en los niños que:
“El balance psicomotor permite establecer el perfil del paciente considerando la
diversidad de sus funcionamientos neurológico, emocional, relacional y cognitivo, ya
que la alteración psicomotriz no es una expresión unívoca y estable de una lesión o de
una disfunción circunscrita”…
“El balance psicomotor permite entonces poner en evidencia las competencias, las
expresiones, las realizaciones, las carencias, los retardos, los potenciales pues de los
procesos de constituciones y naturalezas diferentes” (Saint- Cast, 2009, p.22)
En un niño, hay pautas, hitos del desarrollo esperables a determinadas edades.
Se espera que durante la adolescencia se alcancen los parámetros madurativos y de
desarrollo. En consecuencia, en un adulto, debieran estar ya alcanzados. Además, de
acuerdo a la profesión, a los hábitos de actividades física, de cuidados alimentarios, de
acuerdo a la reserva cognitiva del adulto, del nivel de instrucción, del contexto socio-
histórico-cultural, encontramos una variabilidad que, no sé si podría estandarizarse en
una población. Con una misma edad, existen dos adultos con realidades totalmente
diferentes.
Dado que no existe un balance psicomotor pensado para adultos, no tenemos un
valor de referencia para comprobar o comparar si los resultados obtenidos están dentro
o fuera de una norma. Por otra parte, ¿Es posible estandarizar perfiles psicomotores para
adultos? ¿Nos interesa darle un valor cuantitativo, o nos interesa elaborar un perfil
psicomotor del paciente?
Esto es una temática que estaremos discutiendo, y trabajando en un futuro no
lejano. Por el momento, no tenemos un instrumento validado científicamente para
nuestra población adulta, ni tampoco para otras.
 En muchos países se emplea la Batería Psicomotora de Vítor Da Fonseca como
referencia actual, pese a que ha sido diseñada para niños de 4 a 12 años; es una de la
más recientes, está destinada al estudio del perfil psicomotor del niño (1975) y fue
construida a partir de 20 años de convivencia con cerca de 3000 casos clínicos.
(Publicada en Manual de Observación Psicomotriz en 1998, 2005 y 2008 la 1°, 2° y 3°
edición respectivamente).
La BPM, procura “analizar cualitativamente la disfunción psicomotora, o la
integración psicomotora que caracteriza el aprendizaje del niño.” (Da Fonseca,
2008; p.107) Para ello relaciona los factores psicomotrices, con el modelo de las
unidades funcionales de Luria. La BPM, además de ser la más actual, está construida
sobre un modelo psiconeurológico de Luria, que aún hoy tiene vigencia y que construyó
a partir del trabajo con adultos lesionados por la guerra. Es decir, Da Fonseca toma este
modelo Luriano creado en adultos, ubica los factores psicomotores en él, y con la BPM
lo adapta para niños. En palabras de Da Fonseca (2008, p. 120): la BPM no es un test…
es una batería de observación que permite...observar varios componentes del
comportamiento psicomotor de una forma estructurada y no estereotipada”.
En resumen, la BPM no está pensada para adultos, aunque parta del modelo que
Luria creó en el trabajo con adultos lesionados. Refiere Da Fonseca el antecedente
(2008, p 121) que la BPM fue aplicada con ancianos (Fonseca, María y Henriques
1984). EL mismo Da Fonseca, sostiene que tanto un niño, adulto o anciano con una
patología neurológica, fallaría en muchas de las tareas de la batería (P. 123). La BPM
es clara, ordenada y ecológica, pero no sería correcto trasladarla al campo adulto en
general sin las revisiones y adaptaciones necesarias. Es un buen punto de inicio.
Entonces, no contamos con un balance psicomotor validado, estandarizado con
rigor; ¿Y cómo lo hemos resuelto hasta el momento, los Psicomotricistas que
trabajamos con adultos? La práctica con adultos en otros ámbitos y la experiencia en la
formación personal corporal, son un punto a favor. En este sentido, asumir la cátedra de
Psicomotricidad con Adultos y Adultos mayores en la Universidad, implicó un esfuerzo
al momento de sistematizar la intervención, para poder transmitirla. Leer las
experiencias de otros colegas, y la escritura, implica un ejercicio que ayuda a construir
teorizaciones. Claramente el encuentro, el intercambio con colegas y trabajo
colaborativo, es una instancia de crecimiento profesional necesaria. No se construye en
soledad, ya que no hay otro que interpele, que cuestione, que pregunte, que re-pregunte.
En este sentido, colegas como Juan Mila y Soledad Vázquez, son profesionales
constructivos, generosos, y abiertos a estas posibilidades, siempre desde un lugar de
respeto, escucha e intercambio. Fruto de todo lo mencionado, es la siguiente grilla de
observación para la intervención con adultos.
Los cuatro ejes a observar en la Psicomotricidad son: el cuerpo, el espacio, el
tiempo, y la relación. Es por ello que la intervención de la Psicomotricidad se basa en
ofrecer un espacio y un tiempo para que la persona ponga en juego su capacidad de
elaboración y resolución de obstáculos, recuperando el placer y el poder del movimiento
a través del despliegue corporal y de las diferentes acciones donde el cuerpo está
presente. (Carta- Castellani, 2018, p.52)
Esta división es a los fines didácticos, ya que, en la realidad, no puede
dividirse a la persona en criterios estancos: por ejemplo, las praxias están en la
columna correspondiente al cuerpo, aunque claramente necesitan de un desarrollo
cognitivo, acontecen en un espacio y en un tiempo, y en relación con estos.
En el siguiente apartado se encuentran dentro de estos ejes, criterios
psicomotores a observar con adultos y adultos mayores. Esto no llega a ser un
instrumento, ni tampoco una guía acabada, solo orientadora; por el contrario, año a año,
he ido revisándolo y agregando algunas pruebas estandarizadas aportadas por la
psicología, o la neuropsicología.
Cuerpo.
*Tono de base y de actividad.
*Organización postural. Melodía cinética. Actitud.
*Respiración
*Equilibrio:
 Unipodal y bipodal
 Dinámico y estático.
*Lateralidad: manual, ojo, pie, auditiva.
*Reacciones de prestancia.
*Coordinación:
 Dinámica general.
 Viso-motriz: óculo-manual y óculo-pedal.
*Control inhibitorio: motriz, lenguaje y conducta.
*Motricidad gruesa y motricidad fina (manual y facial).
* Praxias globales y finas. La Praxia es Función ejecutiva.
*Gnosias.
*Esquema corporal. Se evalúa señalando y nominando en el propio cuerpo y en el del
examinador, las partes del cuerpo. También se utiliza en niños, el test de imitación de
Gestos de Bergés Lézine.
*Imagen corporal. Se utiliza el DFH (test de la figura humana). Es un test proyectivo
implementado en psicología. En nuestro caso, se hace una lectura psicomotora, y no un
análisis proyectivo como en psicología. También existen cuestionarios de insatisfacción
de imagen corporal (BSQ) Cuestionario de la Forma Corporal.
conformidad con el el cuerpo, y algunos otros que se implementan en trastornos de la
conducta alimentaria.
*Organización viso-perceptiva y perceptivo-motriz. Procesos de análisis y síntesis
*Representación
Espacio:
*Como lo inviste, lo recorre, modo de usar el espacio.
*Qué espacio ocupa, utiliza, habita.
*Qué planos utiliza frecuentemente, o puede reconocer: alto, medio y bajo.
*Nociones espaciales: Las reconoce? (arriba-abajo, adentro-afuera, adelante-atrás, un
lado- otro, entre, a través, etc.). Puede identificarlas en el propio cuerpo; puede ubicar
su cuerpo en el espacio; cómo se acomoda el cuerpo en el espacio; relación entre los
objetos en el espacio.
*Identifica un espacio personal y un espacio social. Tiene registro de Proxemia.
*Espacio gráfico: topológico, proyectivo y euclidiano. Cómo es la planificación del uso
del espacio, no habla también del uso de la Función ejecutiva.
* Logra actividades de Viso-construcción?
*Se orienta en el espacio amplio sin necesidad de un apoyo perceptivo concreto? ¿Se
orienta en el espacio gráfico(plano)?
*Puede representarse el espacio.
Tiempo:
*Está orientado temporalmente? Fecha (día, mes y año), hora, momento del día/noche.
* Nociones temporales: Antes, ahora, después, mañana, pasado mañana, ayer, antes de
ayer, la semana próxima.
* Reconoce y puede ordenar los días de la semana? ¿Los meses del año? ¿Las
estaciones?
* Componentes observables del tiempo: reconoce y puede utilizar intervalos de tiempo
o de secuencias temporales.
* Identifica el inicio, el desarrollo, el cierre y la pausa durante la sesión? Puede
permanecer en ella.
* ¿Tiene rutinas? puede flexibilizarlas?
* Hay registro de los pasajes de una actividad a otra, de un momento a otro, de un
encuentro al siguiente.
*Ritmo: ¿cómo es su ritmo interno? Puede adecuarse a un ritmo externo.
*Puede ordenar las acciones y secuencias en el tiempo.
Relación:
*De la persona consigo misma.
*Relación con los demás (conductas observables: desinhibición, apatía. Relaciones con
figuras de autoridad. Relación con otro género.
*Relación con los objetos.
*Relación con el espacio.
*Relación con el tiempo.
Algunos aportes:
Como ya mencioné, esto es una grilla orientadora, que debiera desarrollarse y
sistematizarse, a los fines de poder construir un perfil psicomotor. Puede ampliarse con
algunos aspectos de la BPM (Batería Psicomotora) de Vítor Da Fonseca, pero también
podemos enriquecer nuestro balance con varias pruebas validadas y adaptadas a
nuestro idioma, tomadas de la neuropsicología. Como por ejemplo: Para evaluar
Función ejecutiva: existen numerosas formas de evaluar la amplia variedad de
dominios que implica; por ejemplo repetir un loop gráfico; los test de secuenciación o
alternancia gráfica. El TMT B. Los Cubos y matrices de Wechsler. Cubos de Kohs.
Pruebas torre de Londres- Torre de Hannnoi. Perseveración y respuesta a la inhibición
Pruebas Go- No go. Control inhibitorio (Luria 1966) Mantenimiento de estrategia, y
control interferencia: Stroop. Secuenciación: secuencias manuales de Luria(1966):
prueba de puño, canto y palma.
Visoconstrucción: Test del reloj y figura compleja de Rey. Actividades gráficas de
lápiz y papel (simetría copia en cuadrante de puntos) Copiar figuras modelos con
palillos, fósforos…
Lateralidad manual: Edinburgh Handedness Inventory (Oldfield, 1971; Bryden, 1977)
Claro está que cuando hablamos del aporte de otras evaluaciones como la
neuropsicológica, es imprescindible formarse y capacitarse en un acto ético de
responsabilidad profesional. Implementar instrumentos sin conocer el modelo teórico
que los sustenta, y sin saber cómo se utilizan, qué significación tienen, cómo se leen y
cómo se interpretan los resultados encontrados, es un trabajo extra que debemos
afrontar los que trabajamos en el campo adulto.
En síntesis, vemos hay muchas estrategias de observación psicomotriz y
elementos neuropsicológicos, es decir métodos cualitativos y cuantitativos que pueden
contribuir en un balance psicomotor. Por lo tanto, cito y me apropio de las palabras de
ALexandrine Saint-Cast cuando dice:
“Para realizar este acto diagnóstico indispensable para su intervención, el
psicomotricista dispone de numerosos métodos de evaluación: observación de
las conductas espontáneas, red de observación, protocolos de pruebas no
contrastadas, pruebas contrastadas, escalas de desarrollo, cuestionarios, análisis
de las producciones del sujeto…” (Saint Cast, 2009, p. 22)
Si conseguimos construir un Balance, que contemple métodos cualitativos y
cuantitativos, podremos acercarnos a un instrumento que tenga especificidad, precisión,
rigor científico y fiabilidad sin perder la mirada cualitativa; en este caso el paso
siguiente es probarlo y validarlo. Para esto necesitaremos trabajo e investigación
conjunto y tal como sucedió con la BPM de Vitor Da Fonseca, varias revisiones.
Quiero cerrar este desarrollo acerca del Balance Psicomotor con adultos, con las
palabras de Alexandrine Saint Cast (2009):
“No basta con situar al sujeto en una escala estática, de enumerar sus síntomas
o solamente describir qué es lo que se siente al observarlo o rehusarse a
evaluarlo. Se trata de adaptar el método de evaluación, de elegir la técnica en
función de lo que queremos estudiar. Para ello tenemos a nuestra disposición
numerosos medios cualitativos y cuantitativos, objetivos y subjetivos para
medir y describir y no debemos privarnos por aferrarnos a una única
ideología…” (Saint Cast, 2009, P. 25)
El abordaje terapéutico con Adultos
La intervención grupal o individual con adultos consta de un momento de inicio,
un momento de trabajo corporal, un momento de simbolización y otro de cierre.
El inicio apunta a conocer cómo llega la persona al espacio, y también conocer
si hubo repercusiones después del trabajo anterior. No me ha pasado que, en esta etapa
previa al despliegue corporal, aparezcan grandes planteos, en general es un momento
breve, de preparación para trabajar con el cuerpo. El adulto, llega de su rutina y
necesita un momento de pausa para frenar, e ir al encuentro íntimo con uno mismo. El
trabajo comienza con un momento de contacto con el propio cuerpo, a través de técnicas
de respiración, o estiramientos muy suaves: es un momento de conciencia corporal. La
respiración modifica el tono muscular, que por lo general permite habilitar la
disponibilidad corporal, o disminuir el acorazamiento de tensiones de la vida cotidiana.
es en este momento donde uno comienza a conocer al paciente, y observa que trae él
para este momento.
A partir de allí, continúan propuestas de movilización del cuerpo o de
movilización sensorial. En general estas movilizaciones sensoriales, generan emociones
que impactan en el cuerpo, pero también congrega imágenes, recuerdos a partir de los
cuales comienza un “darse cuenta”; darse cuenta que, a posterior, dará lugar al trabajo
de la simbolización. Dependiendo del tipo de recuerdo que genere lo sensorial se puede
actualizar un recuerdo positivo o no. Estas variaciones, cambios tónico-emocionales,
son un inicio para que el adulto se contacte con su propio cuerpo, con su yo corporal, y
comience a ponerle palabras. Sabemos que la palabra es una forma de simbolizar, pero
también existen otras maneras de hacerlo: el modelado, la escritura, el dibujo, la
utilización de collage, u otras técnicas grafoplásticas. (Carta Castellani 2018)
Acuerdo con Mila (2018) cuando sostiene que con el adulto (a diferencia del
niño) no se trabajan propuestas espontáneas, ni de juego libre.
En el espacio de sesión con adultos tiene especial protagonismo la expresividad
psicomotriz (del paciente y del psicomotricista), los mediadores de la intervención
(técnicas y recursos que permiten tomar conciencia del cuerpo), el tipo de propuestas
que se realizan, la experiencia y formación del psicomotricista en el trabajo corporal. Es
importante aclarar que cuando hablo de técnicas y recursos como mediadores, no hablo
de recetas a implementar, ni de fórmulas a aplicar. No existe un modelo para tal o cual
circunstancia. Una misma actividad puede generar situaciones diferentes, y es necesaria
la experiencia del psicomotricista para elegir una u otra técnica de intervención, o
elección de un mediador. En relación al uso de los mediadores, es necesario aclarar
que usar la danza, el Tai chi, la música, u otros, como mediadores dentro de una
estructura de sesión de psicomotricidad, es diferente de realizar una clase de danza, de
tai chi o de música. Es muy importante aclararlo, ya que no buscamos perfeccionar una
técnica en cuanto a movimiento o disciplina artística, como sería una clase de las
disciplinas ya mencionadas.
En mi caso personal y acorde a mi experiencia y formación, trabajo con
elementos de la Eutonía, de la Expresión Corporal, y de algunas danzas nativas (tango,
folklore argentino); también es interesante el aporte de actividades de sensopercepción,
el trabajo con máscaras, con rolfing-movimiento, dispositivos de actividades estético-
expresivas, actividades grafoplásticas, lecturas, uso de imágenes, recursos audiovisuales
entre otros.
En relación a las técnicas y el momento del despliegue corporal no trabajo en
general con ejercicios, ya que éstos tienden a repetir un movimiento de una forma
determinada, en un espacio y tiempo pre-fijado. No es eso lo que nos interesa, no
queremos habilitar una función determinada, (que sí es una tarea adecuada para otros
profesionales corporales). En cambio, pretendemos que tenga funcionalidad la
producción que el paciente puede manifestar, ver el para qué le sirve, y en todo caso,
cómo llega a eso. Si hacemos propuestas corporales, que pueden ser tomadas o
declinadas. Y también trabajamos con consignas, donde la persona si bien debe
realizarlas, las efectúa como siente y puede; no hay juicios de valor, no están bien, ni
están mal (como sería en el caso de un ejercicio). Dado que lo que nos interesa es
promover la expresividad psicomotriz del adulto, la integración afectivo-emocional y la
comunicación como base de la socialización.
Se toman desde la aceptación incondicional de su manifestación en el aquí y
ahora, y desde la comprensión empática de lo que siente y vive esa persona. A partir de
esta movilización, se generan cambios tónicos y emocionales, a los que debemos estar
atentos. Muchas veces son muy sutiles en el inicio, pero los Psicomotricistas estamos
formados para la empatía y decodificación del otro.
A partir de esas imágenes, emociones, sensaciones, que aparecen en el trabajo
corporal (ya sea bajo la forma de propuesta o de consigna), se acompaña al adulto a
plasmarlas en alguna producción simbólica, como puede ser un dibujo, un modelado, la
escritura, una construcción, una producción grafo-plástica, la utilización de colores o
diferentes manifestaciones artístico-expresivas, etc. Cada persona tiene una vía de
acceso para expresarse, para simbolizar; y si no la tiene debemos ayudarle a encontrarla.
Para finalizar el encuentro terapéutico, siempre de generar un espacio donde se pone
en palabras lo que sucedió, o transcurrió en la sesión.
Esta expresión no termina con el cierre de la sesión terapéutica, ya que muchas veces
se actualizan en los espacios personales de los pacientes; en esos casos, le pido que, si
algo aparece entre sesión y sesión, traten de anotarlo o plasmarlo bajo alguna forma de
simbolización, para retomarlo a la sesión siguiente.
La entrevista de devolución y/o cierre.
Finalizada una etapa diagnóstica, o finalizado el tiempo acordado de trabajo en
la entrevista inicial, llega el momento de hacer una devolución de lo observado a
nuestro paciente. En caso de ser solicitado por nuestro paciente, puede ser acompañado
por un familiar si así lo expresa.
Generalmente se realiza un informe psicomotor, y en caso de necesidad de
realizar sesiones terapéuticas, se informan también los objetivos propuestos por el
terapeuta, que no necesariamente son los que el paciente quiere trabajar en su demanda.
Siempre aclaro al final del informe y la entrevista de devolución, quedar a disposición
por cualquier duda posterior que pudiera surgir. En la misma entrevista de devolución
voy relatando lo observado, mientras también leo el informe y lo explico punto por
punto. La terminología técnica, es necesario aclararla.
Otro punto a considerar, es que el informe es exclusivo para quien lo solicita, ya
sea nuestro paciente, el médico o profesional que lo deriva. Es un informe confidencial,
que expresa la situación del paciente, y no debe ser considerada bajo ningún punto de
vista como definitiva o determinante.
Los Objetivos terapéuticos.
Así como destaqué la importancia de la demanda en la intervención en el campo
adulto, desarrollaré la construcción realizada junto con los pacientes, en relación a los
objetivos terapéuticos. Una vez realizado el diagnóstico, en la entrevista de devolución,
informamos lo observado, si será necesario un abordaje psicomotor, con qué objetivos,
y con qué frecuencia en el tiempo. Todo ello dentro de un posible proyecto terapéutico.
Junto con la explicación de las necesidades observadas, acostumbro consultar al
paciente, si esta propuesta realizada y orientada a tales objetivos, le resultan de interés y
motivación. Más allá de la mirada del psicomotricista, no tiene sentido plantear un
trabajo hacia objetivos que al paciente no le interesan. En todo caso, se acuerdan entre
paciente y terapeuta la prioridad de objetivos, y la forma en que se trabajarán. La
Psicomotricidad con Adultos es un espacio de co-construcción, dado que, sin demanda,
no tendremos posibilidades de trabajo. En muchas oportunidades, se realiza un
ordenamiento jerárquico conjunto (entre el adulto y el Psicomotricista) del cual se parte,
que, a su vez, está sujeto a cambios de acuerdo a cómo funcionen los mismos.
Pensamos objetivos a corto plazo, con metas cercanas, y objetivos a largo plazo,
detallando la secuencia de pasos a seguir. En otros casos, de acuerdo a las características
del paciente, podemos socializar y trabajar sólo con pequeñas metas, para evitar
potenciar la ansiedad u otros estados anímicos que van a incidir en la recuperación. Es
entonces, que podemos iniciar el tratamiento.
Al momento de finalizar un tratamiento, también se trabaja conjuntamente con el
paciente, la evolución, cómo llegó y cómo está, cómo vive el adulto este tránsito, y
desde el lugar del Psicomotricista, se realiza una devolución del proceso. A medida que
se van alcanzando las pequeñas metas, se avanza en el proyecto terapéutico. Podemos
tener un plan muy prolijo, secuenciado y ordenado; pero ello no significa que puedan
aparecer emergentes, y /u otras necesidades, que nos hagan revisar, actualizar y ajustar
el plan de trabajo. Todo esto se comenta en el encuadre de trabajo con el adulto.
Algunas viñetas clínicas:
Habitar y apropiarse del espacio; realizar acuerdos de objetivos terapéuticos según
motivación.
Amelia llega derivada por la fonoaudióloga, kinesióloga y psicóloga del equipo
interdisciplinario. Tiene 57 años, es soltera, no tiene hijos y vive con su hermana y
cuñado; antes vivía con su madre hasta que ella falleció unos años antes. El neurólogo le
diagnostica una enfermedad degenerativa cerebelosa, y recomendó hacer estudios para
objetivar el diagnóstico. Amelia comenta que no le interesa saber el nombre de su
enfermedad, que ya sabe que la tiene, y que por eso la han jubilado en el trabajo.
Amelia no pregunta que se hará en el espacio de psicomotricidad, y en la
entrevista inicial, expresa temor y angustia porque sufrió pérdida de control del cuerpo
(dos caídas) en el último tiempo; comenta información sobre sus gustos, preferencias y
nivel de autonomía en la vida cotidiana. Rápidamente se apropia del espacio, construye
un buen vínculo con su terapeuta, y transita el espacio con mucho entusiasmo. Le
agrada trabajar con su cuerpo, y también asiste a kinesiología. Cada actividad que se le
plantea a Amelia, la vive como un descubrimiento y fascinación. Se abre al espacio, y
en cada propuesta corporal se esmera, a pesar de que le cuesta. Presenta afecciones en el
equilibrio, la coordinación, motricidad fina y la elocución del lenguaje no siempre es
clara. En la marcha se observa la base de sustentación ampliada. Es autónoma para las
actividades de la vida diaria. Ha tenido dos caídas: una en la calle y otra en el baño de
su casa. No puede comentar cómo se cayó, pero según su hermana fue en el cambio de
posición. La sensación de inseguridad le genera un monto de angustia importante.
Después de ello, le pide a su hermana que la acompañe al baño, y ésta le recomienda
usar un bastón para no caerse. Amelia se resiste a ello.
Se implementa un plan de trabajo donde se coordinan las intervenciones con el
área de kinesiología. En kinesiología trabajan fuerza, resistencia y cambios
posicionales. En las sesiones de Psicomotricidad, se trabaja a través de técnicas de
sensopercepción, la conciencia del cuerpo, el equilibrio estático con algunas actividades
de eutonía y de la danza. A través de la implementación de actividades rítmicas,
Amelia recupera el placer del cuerpo en movimiento a través del baile. Si bien, hay un
proceso degenerativo, en Amelia mejora esta sensación de inseguridad, y se entusiasma
por el despliegue corporal. Para poder dar curso a su interés en bailar, acordamos los
objetivos terapéuticos. En el momento del trabajo con el cuerpo, abordamos diferentes
actividades tendientes a mejorar, estimular el equilibrio, la conciencia corporal durante
los cambios de posturales y posicionales paso a paso y con lentitud. Luego de esto, se
trabajó con el ritmo, y la danza. Aquí nos encontramos que, si cambiaban las
actividades para el equilibrio todas las sesiones, implicaba comenzar un nuevo
aprendizaje, que implicaba la mayor parte de la sesión, dejando en Amelia una
sensación de pérdida, ya que le costaba organizar su cuerpo en una secuencia nueva de
movimiento. Por esto, algunas actividades se repetían hasta que podía automatizarlas, y
después de esto, comenzábamos con nuevas propuestas de equilibrio. Ella se sentía
entusiasmada al ver las mejoras en la actividad.
En general luego de la actividad, íbamos a la mesa y se proponían actividades de
simbolización y representación. Se le pregunta cómo se sentía con su cuerpo. Es en este
punto, donde después de la vivencia Amelia puede recuperar el contacto con emociones
positivas, trae anécdotas de su vida personal, de sus amores, de su familia, cada día
aparecía algo relacionado fuertemente al espacio de psicología. Entretanto se observa
mayor registro de sus posibilidades, como así también mayor conciencia de los
momentos de inseguridad.
Para enlazar con la sesión, con la labor en su casa, ella lleva como tarea elegir la
música y el ritmo para el siguiente encuentro.
Amelia comenta después de las actividades corporales, aquellas situaciones de
su vida que la entristecen, como por ejemplo que la jubilaran de oficio tres años antes de
la edad jubilatoria, o el arrepentimiento por no haber formado una familia. En otras
oportunidades manifiesta sus preocupaciones por su futuro, y el temor por la pérdida de
autonomía. En estos casos, se la escucha, y se la acompaña a llevar esto a la terapia
psicológica.
De profesiones, corporalidades y de mediadores…
Omar, es derivado por la Neuropsicóloga para realizar Psicomotricidad. Tiene en
ese momento cuatro años de edad más que la terapeuta. Es una persona que pertenece a
una comunidad religiosa, está consagrado y comenta dedicarse a estudiar relatos
religiosos. Se presenta como una persona sin ninguna expresión de afecto o emoción, de
pocas palabras, contesta con monosílabos, pareciera poner distancia. Se lo observa en
bloque, sin disociación de movimientos. No se mueve a no ser que uno le indique qué
hacer, a dónde y cómo ir, no inviste el espacio. Prefiere no hablar de sus problemas, y
asiste a psicomotricidad porque la neuropsicóloga que lo evaluó se lo indicó; le tiene
gran confianza a la profesional que lo deriva. Le pregunto en entrevista por sus
intereses y gustos. Omar refiere que no le gusta pintar, ni escribir, ni escuchar música,
ni trabajar con masa, ni bailar, ni hablar. Pregunto, ¿Qué le gusta Omar? Me contesta:
estudiar escritos antiguos religiosos. Vive con su comunidad, y sus días son bastantes
rutinarios y repetitivos. A nivel del pecho, se observa una rigidez poco usual. Pareciera
estar desafectivizado.
En esta situación, iniciamos el tratamiento y el trabajo corporal, con la mayor
incertidumbre. Pienso en qué mediador podré utilizar con él, porque nada le agrada ni
motiva, ni le genera curiosidad. Entonces comenzamos el trabajo de contacto con el
propio cuerpo, a través de respiraciones (en un inicio muy superficiales y breves), de
actividades sensoperceptivas, y de propuestas de la eutonía con un objeto mediador; mi
rol consiste en guiar a través de la palabra, pero sin establecer contacto físico ninguno.
A medida que trabajamos, puede registrar cambios, y comienzan a circular algunas
movilizaciones, sensaciones puestas en palabras. Mi percepción es de un gran esfuerzo
cada sesión, sin terminar de recibir con claridad qué le sucedía a Omar. Su aspecto de
impenetrable y rigidez no me desalentaron, dado que el asiste a la sesión una vez a la
semana, puntual, sin expresar demasiadas emociones “aparentemente”, pero siempre
está allí.
De a poco comienza a percibirse muy levemente, el ablandamiento de esa coraza
muscular y emocional que porta en el tórax. Las respiraciones cortas iniciales, por fin
atraviesan el pecho, para llegar al abdomen. Durante cuatro meses de trabajo, vamos
introduciendo otras propuestas, yo me voy acercando hasta que decido pedirle permiso
para trabajar con la pelota de tenis en su espalda. Es decir, por primera vez después de
18 encuentros puedo recorrer con la pelota de tenis, sus hombros, omóplatos, y cuello.
Le pido que, si se siente incómodo, o hay algo que no le agrade, me lo diga.
A la siguiente sesión, le propongo trabajar otra vez con su espalda, con una
pelota de sensopercepción, y si él lo permite, voy a trabajar con mis manos en el espacio
entre omóplatos y columna vertebral. Sin invadir desde el tacto/contacto, ni desde la
palabra, le voy preguntando cómo se encuentra. EL responde bien, y por primera vez se
lo ve un poco relajado.
Cuando terminamos la actividad le pido que registre la sensación del cuerpo, los
apoyos en el suelo que lo sostiene y acoge. Y que cuando sienta que es tiempo, puede
abrir los ojos lentamente, pero que no debe incorporarse de golpe. Le explico que voy a
anotar lo trabajado mientras él toma este tiempo. Termino el registro escrito de la
sesión, y Omar permanece en el suelo. Le pregunto si está bien, y contesta: muy bien.
Pero no se movía del suelo. Sigo esperando, Omar no se mueve. Comienzo a
preocuparme… Le pregunto si puede referir alguna sensación, alguna emoción… Él
abre los ojos y dice: estoy muy bien, la sensación, la emoción que tengo es de estar
cuidado. Tomo nota de sus palabras… Omar sigue sin moverse del suelo… Le digo si él
puede relatarme en qué sentido se sintió cuidado. Omar responde con voz serena: -
cuidado como estuviera con mi mamá.
Yo comento, “nunca le pregunté nada a cerca de ella”. Omar responde: -murió
en el parto, nunca tuve contacto con ella, porque murió cuando yo nací; pero hoy me
sentí cuidado, como si mi madre hubiera estado. Se incorpora lentamente, se sienta y
dice “gracias”.
Le consulto si se siente bien, él responde: “muy bien”. Interrogo mientras se
pone de pie: ¿Continuamos la semana próxima? - Claro (dice Omar). Entonces le pido
que, si necesita escribir algo en este tiempo, lo leemos el próximo encuentro.
A la siguiente sesión, comenta que tuvo una muy buena semana, y me cuenta
parte de su historia: “-Me crió mi hermana y no tuve oportunidad de compartir nada con
mi madre. Conservo una buena relación con mi hermana que fue la que me crió”.
Aprovecho para preguntarle si está movilizado por esto de su madre, y le ofrezco
charlarlo en el espacio de psicología. El dice que no es necesario, que está bien.
Cuanto para analizar en esta secuencia… Movilizador no sólo para Omar sino
también para uno como terapeuta. En qué momento, esta coraza del pecho de Omar se
soltó y pudo poner palabras a una sensación y emoción. Sí, porque para él el cuidado
materno era todo eso: sensación y emoción. Hacía dos sesiones, que venía percibiendo
en el tono y en su actitud que podía establecer un contacto… Este hombre que se sentía
tan distante y sin emoción de a poco, comenzó a abrirse. Omar no quiso llevar el tema a
psicología. Pero yo si llevé este episodio a mi espacio de terapia personal, y trabajamos
todo lo que me generó.
Lo que puedo retomar de esta experiencia, es que el trabajo corporal siempre
deja huella, habilita sensaciones, revive emociones, “moviliza”.
Una demanda espontánea: Cuando no es necesaria una intervención
psicomotriz…
Vilma es estudiante de Profesorado de Educación especial. El motivo de
consulta es la preocupación por su mala prensión señalada por una profesora. En la
entrevista inicial se presenta y no se encuentra más motivo de consulta que la prensión
incorrecta. Esto no le obstaculiza su desempeño académico. Puede escribir con
velocidad, legible y claro. Toma apuntes en cursiva. Es deportista, juega al vóley, está
federada en un club, le va bien en sus estudios, y en sus actividades.
Luego de la entrevista, le propongo hacer una sesión para tomar algunas
pruebas, y definir cómo seguimos. Realmente tiene una mala prensión; pero eso no le
impide velocidad, ni legibilidad en la escritura. Su letra es prolija y entendible. Puede
recortar sin dificultad aún con su extraña prensión. Conoce su esquema corporal, tiene
un uso adecuado del espacio; el tono no presenta alteraciones, las pruebas viso-
perceptuales son adecuadas. Lo único llamativo es la forma de empuñar el lápiz y la
tijera. Indago sobre uso de cubiertos, e instrumentos en la vida diaria: no hay
dificultades.
Hablo con Vilma después de la primer sesión, le explico cómo sería una correcta
prensión y algunos ejercicios que ella puede realizar para mejorarla. Modificar ese
patrón ya automatizado, implica trabajar mucho tiempo, sobre algo que más allá de lo
llamativo, no le obstaculiza en nada su rendimiento académico. Hablamos que cuando
sea docente, es importante que al escribir trate de mejorar la prensión, pero que no es
necesario un abordaje psicomotor para esto. Realmente no hay ningún obstáculo en su
vida por esto, y si bien podría re-educarse esa prensión, le explico que yo no me sentiría
a gusto trabajando algo que no representa ningún obstáculo en su vida. Al poder charlar
con ella, acuerda en que quizás no sea necesario realizar sesiones de Psicomotricidad
por la prensión.
No toda demanda, implica que haya una necesidad de intervención…
Cuando no hay pedido de ayuda, pero si una demanda implícita…
Reinaldo, es un adulto de 55 años, que ha sufrido un Accidente cerebro vascular.
Ha quedado como secuela, una afección en las funciones ejecutivas, déficit en la
memoria, una hemiparesia sobre hemicuerpo izquierdo, y una importante anosognosia.
El no registra la hemiparesia, tampoco sus dificultades de memoria, ni tampoco
en la planificación, ni sus dificultades atencionales y viso-espaciales.
A pesar de ello, Reinaldo expresa que asistir a Psicomotricidad le hace bien, lo
hace sentir bien con su cuerpo, le gusta trabajar, y pide que las propuestas sean
exigentes…
 Coda...

Mercedes no pierde su condición de adulto, más allá de los déficit

Mercedes tiene 32 años, una hemiparesia desde bebé, también tiene deficiencia
intelectual. Dentro de sus posibilidades, se ha trabajado durante mucho tiempo su
autonomía. A medida que pasa el tiempo los objetivos de intervención se van
consensuando con ella, y se pone énfasis en contribuir a la calidad de vida. Realiza
kinesiología, y una vez al año le practican tratamiento con toxina botulínica, para la
espasticidad. La toxina le hace efecto durante seis meses, y luego el tono comienza a
aumentar. Mercedes puede darse cuenta de los cambios. En psicomotricidad, ha
trabajado mucho con eutonía, técnicas de sensopercepción y respiración para manejar el
aumento de tono. Esto le ha permitido trabajar la conciencia de alineación en su cuerpo.
Se programaron las sesiones de forma tal que primero realiza psicomotricidad y luego
kinesiología, dado que se observan cambios cuando se trabaja la conciencia corporal y
tono desde el registro consciente.
Para las reuniones de devolución ella está presente, además de sus padres. No
hay nada que ocultar al momento de hablar de sus posibilidades, dificultades, sus
deseos, su demanda, sus intereses en cada etapa y momento de la vida. Por otra parte,
esto hace que los padres deban escuchar , mirar y comprender, que más allá del déficit
cognitivo, Mercedes es una persona adulta con necesidades afectivo, emocionales, y
corporales acordes a su edad.
Cuando la psicomotricidad acompaña la reapropiación del cuerpo…
Celeste es una deportista de élite de primerísima línea; estando en su mejor
momento profesional, sufre un accidente cuando su compañero la deja caer al suelo.
Como consecuencia, se corta un ligamento, y la operan efectuándole un injerto. Esta
deportista, cuyo cuerpo manejaba las máximas competencias y destrezas en su
profesión, debe reaprender absolutamente todo de nuevo: a sentarse, a pararse, a
incorporarse, a girar, a caminar, a amigarse con este cuerpo que ya no puede lo mismo
que antes… En estas situaciones, son necesarios abordajes interdisciplinarios intensos.
Imprescindible la colaboración y trabajo conjunto de: médico, psicólogo, kinesiólogo y
psicomotricista … Existe la recuperación con un costo afectivo, emocional y físico
importante. Cómo contribuir estas profesiones a la recuperación del deportista de élite,
con el menor costo para la persona.
al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Estos fragmentos del tan conocido poema de Antonio Machado, iluminan la
reflexión acerca la Intervención Psicomotriz en el campo adulto. Partimos de una
intervención que construimos haciendo camino. Pero cuando uno mira atrás, se ve la
senda, que claramente nunca se ha de volver a pisar, porque cada adulto es único, tiene
historias, realidades, contextos, mecanismos de afrontar la adversidad, diferente…
Aquellos que trabajamos con Adultos en Psicomotricidad, hemos llegado por
motivaciones, situaciones y circunstancias de la vida particulares que nos llevaron a
pensar (¿insolentemente?), que teníamos algo por aportar. AL principio solo vimos
huellas de adultos que podían llegar a necesitar andar el camino psicomotor. Así fuimos
y seguimos haciendo camino, un camino en construcción, que nos llevan a desafíos y
sobre todo a seguir estudiando, capacitándonos, a supervisar, a reunirnos para
intercambiar, pensar y discutir entre colegas. No es posible pensar el trabajo con
adultos, a partir de la misma caja de herramientas, ni de una misma entrevista inicial, ni
del mismo balance psicomotor que implementamos para trabajar con niños.
¡Apostemos por este nuevo campo, tenemos mucho por hacer!!!!!
“Nunca andes por los caminos trazado… pues él te conduce únicamente hacia
donde los otros fueron.” (Grahan Bell)

Como vimos cada paciente adulto es diferente, y estas viñetas clínicas tienen
como objetivo proponer situaciones reales, que suceden en consultorio. Mucho
podemos reflexionar sobre cada narración expuesta, pero cualquier comentario fuera del
contexto, y de la historia de cada paciente, le quita crédito a la comprensión de lo que
vive y le sucede al adulto.