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VIII.

DERECHO DE PRENDA GENERAL

464. Una de las bases prácticas en que descansa la responsabi-


lidad contractual es el “derecho de prenda general” consagrado en
el artículo 2465 del Código Civil, que establece: “Toda obligación
personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución so-
bre los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o futu-
ros, exceptuándose solamente los no embargables”. De acuerdo a
esta disposición, al contraerse una obligación, el deudor automáti-
camente compromete todo su patrimonio en el cumplimiento de
la misma. De aquí que el artículo 2469 del Código Civil señala que
“los acreedores, con las excepciones indicadas en el artículo 1618,
podrán exigir que se vendan todos los bienes del deudor hasta con-
currencia de sus créditos, incluso los intereses y los costos de la co-
branza, para que con el producto se les satisfaga íntegramente si
fueren suficientes los bienes, y en caso de no serlo, a prorrata, cuan-
do no haya causas especiales para preferir ciertos créditos, según
la clasificación que se sigue”. Acto seguido nuestra legislación se-
ñala en forma circunstanciada las causas de preferencia, que según
el artículo 2470 son sólo dos: el privilegio y la hipoteca. En suma,
entonces, el deudor al obligarse afecta la totalidad de su patrimo-
nio, con la sola exclusión de los bienes inembargables (que no pue-
den subastarse), confiriendo al acreedor un derecho que garantiza
el cumplimiento de la obligación.

465. El “derecho de prenda general” puede definirse como la


afectación, por el solo ministerio de la ley, de la totalidad de los bienes
embargables del deudor al momento de contraer la obligación, a fin de
asegurar el cumplimiento de la misma, facultando al acreedor para exi-
gir su realización y hacerse pago con las modalidades y preferencias con-
sagradas en la ley.

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RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL

Debe comenzarse por destacar que se trata de una verdadera


ficción legal, según la cual el deudor al obligarse afecta voluntaria-
mente su patrimonio al cumplimiento de la obligación, pero sin
perder la administración y facultad de disposición sobre todos sus
bienes. Para explicar este fenómeno y el efecto dinámico que ge-
nera la administración del patrimonio, se recurre a la subrogación,
ya que se supone que el deudor queda autorizado para enajenar y
gravar sus bienes, todo lo cual es substituido por lo que recibe como
consecuencia de ello. De esta manera, su patrimonio, al menos teó-
ricamente, conserva su integridad original. Por consiguiente, la afec-
tación de los bienes del deudor no entorpece el comercio jurídico
ni conduce a entrabar su libre circulación, principio rector en nues-
tra legislación.

466. Los caracteres del derecho de prenda general son cinco:


es universal, constituye una garantía, se funda en la igualdad de los
acreedores, no entraba las facultades de administración y de dis-
posición del deudor, y confiere un derecho de realización de los
bienes del deudor incumplidor. Analizaremos brevemente cada una
de estas características:

467. Universalidad. El derecho de prenda general, como lo se-


ñala el artículo 2465 del Código Civil, comprende todos los bienes
del deudor, con la sola excepción de los bienes no embargables
enumerados en el artículo 1618 del mismo Código. Esta norma
debe entenderse complementada por el artículo 445 del Código
de Procedimiento Civil, que conforma una versión más moderna
de los bienes del deudor que no quedan afectos al cumplimiento
de sus obligaciones. El fundamento de la inembargabilidad es esen-
cialmente social. En otros términos, se trata de sustraer ciertos bie-
nes de la afectación dispuesta en el artículo 2465 del Código Civil,
atendido el hecho de que ellos son de vital importancia para la con-
tinuidad de vida del deudor y de su familia. De allí que no se trate
de bienes incomerciables, que no sean susceptibles de realizar ac-
tos jurídicos a su respecto, sino de bienes que, atendida la titulari-
dad de su dominio, no quedan afectos al cumplimiento de las
obligaciones del deudor. La ley alude tanto a los bienes presentes
como futuros, lo cual hace posible que opere al interior del patri-
monio la subrogación, permitiendo que algunos bienes (los que
salen del mismo) sean reemplazados por otros (los que entran al
patrimonio). De esta manera, como se dijo, no se obstruye la libre

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DERECHO DE PRENDA GENERAL

circulación de los bienes ni se pierde el dinamismo que requiere


su administración. Ciertamente, todo acreedor está expuesto a los
vaivenes propios de la fortuna del deudor. Su enriquecimiento o
empobrecimiento por causas fortuitas no pueden alterar la obliga-
ción. Tampoco la altera la administración descuidada o negligente
del patrimonio, sin perjuicio de las medidas conservativas que es
posible impetrar y a las que nos referiremos en el capítulo siguien-
te. Lo que la ley permite atacar son los actos dolosos, ejecutados
con mala fe y encaminados a eludir el cumplimiento de la obliga-
ción, haciendo ilusorio este derecho de garantía, cuestión que tam-
bién trataremos más adelante. En suma, el “derecho de prenda
general” abarca todos los bienes del deudor (todo el activo del pa-
trimonio) con la sola excepción de los bienes inembargables.

468. Garantía. El derecho de prenda general es una garantía


legal instituida en favor del acreedor. Esto implica que es la ley la
que, en términos generales, asegura la afectación de los bienes del
deudor al cumplimiento de sus obligaciones. De allí que frente al
incumplimiento puedan perseguirse los bienes del deudor, no aque-
llos que estaban en su dominio al momento de contraerse la obli-
gación, sino los que éste tiene al momento en que ella se hace
exigible. Cabe preguntarse ¿es posible que el deudor limite esta
garantía a bienes determinados, excluyendo los demás del derecho
de prenda general? Nosotros estimamos que ello no es posible, sino
en los casos y con las exigencias impuestas en la ley. Toda limita-
ción de responsabilidad (como sucede por ejemplo en las socieda-
des colectivas de responsabilidad limitada, o en las empresas
individuales de responsabilidad limitada, o en las sociedades anó-
nimas) debe hallarse autorizada expresamente en la ley, por la tras-
cendencia que ello tiene en el comercio jurídico. Lo que sí pueden
hacer los particulares es afectar otros bienes al cumplimiento de
sus obligaciones o conferir preferencias a un acreedor para el pago
de sus créditos, pero no sustraer bienes del derecho de prenda ge-
neral. En tal caso se vulneraría un principio de orden público.

469. Igualdad. En principio todos los acreedores concurren en


derecho de prenda general en igualdad de condiciones, sin aten-
der al hecho de que una obligación se haya contraído antes y otra
después. Ello no altera este instituto si se considera que por una
ficción del legislador, al interior del patrimonio opera una subro-
gación, de suerte que los bienes que salen son reemplazados por

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RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL

los bienes que entran. Así, por ejemplo, si el deudor vende una casa,
junto con salir ésta de su patrimonio, ingresa el derecho a cobrar
el precio, cantidad de dinero que sustituye al bien raíz. Como el
derecho de prenda general comprende todos los bienes presentes
y futuros, puede presumirse que el patrimonio no ha experimen-
tado un detrimento y que se mantiene incólume. La ley, para re-
calcar el principio de igualdad entre los acreedores, se coloca en
dos hipótesis diversas: que los bienes del deudor sean suficientes
para cubrir todas las obligaciones (caso en el cual no existe pro-
blema alguno); y que los bienes sean insuficientes para cubrir to-
das las obligaciones. En este último evento, se prorratean los medios
de pago entre todos los acreedores (recibiendo cada uno el mis-
mo porcentaje de sus acreencias). Sólo es posible reclamar una pre-
ferencia (privilegio o hipoteca) en los casos establecidos en la ley
y concurriendo los requisitos consignados en ella. Sobre esta ma-
teria existe también un principio de orden público comprometi-
do, razón por la cual no es posible pactar una preferencia que no
sea en el marco legal.

470. Administración y disposición. Esta característica es, quizás,


la más singular del derecho de prenda general. Si bien todos los
bienes embargables del deudor quedan afectos al cumplimiento de
sus obligaciones, esta afectación legal no entraba ni delimita la fa-
cultad de administración y disposición que corresponde al deudor
sobre sus bienes. Estas facultades sólo pueden restringirse por me-
dio de una medida conservativa expresamente dispuesta por tribu-
nal competente. Ya hemos indicado que la justificación legal de este
estatuto reside en la subrogación que opera al interior del patri-
monio. Para paliar este carácter y proteger los derechos de los acree-
dores, la ley no sólo permite impetrar medidas conservativas (entre
ellas, medidas precautorias), sino, además, atacar los actos ejecuta-
dos en fraude de los acreedores cuando el deudor se halla en esta-
do de insolvencia (incapacidad para hacer frente a todas sus
obligaciones) y los actos se ejecutan en perjuicio de los acreedo-
res. El deudor no responde de la mala administración de sus bie-
nes ni de los errores en que incurre en los actos de disposición.
En tales casos, puede el acreedor, como se dijo, impetrar providen-
cias conservativas o hacer uso de otros derechos excepcionales
(como la caducidad del plazo, por ejemplo), pero de la mala ad-
ministración no se sigue responsabilidad para el deudor. Induda-
blemente, es ésta la única manera de que puedan conciliarse el

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DERECHO DE PRENDA GENERAL

derecho de prenda general, la libre circulación de los bienes y las


facultades del deudor para manejar su patrimonio.

471. Realización de los bienes afectos al derecho de prenda ge-


neral. Finalmente, este derecho otorga al acreedor la facultad de
exigir que todos los bienes embargables del deudor sean realiza-
dos y con su producido pagar los créditos pendientes. El efecto
práctico del derecho de prenda general está representado por esta
facultad de realización. No tienen los acreedores, en general, de-
recho a pagarse con preferencia ni a perseguir los bienes que ha-
yan sido transferidos entre la constitución de la obligación y su
incumplimiento. De aquí que no sea afortunada la denominación
de este instituto, puesto que el derecho de prenda da preferencia
(privilegio de segunda clase), facultad de persecución y de realiza-
ción. Se ha discutido cómo expresa el deudor su voluntad para la
venta de sus bienes cuando el acreedor exige la realización de ellos.
La respuesta es obvia, al momento de constituirse la obligación y
afectarse los bienes del deudor a su cumplimiento, éste expresa su
voluntad y faculta al juez para representarlo. Existe, entonces, una
suerte de voluntad tácita, puesto que la ley especifica qué ocurre
al momento de contraer la obligación: afectación de sus bienes,
autorización para venderlos, compromiso de administrar de bue-
na fe, etc. (artículos 497 y 532 del Código de Procedimiento Civil
y 671 inciso 3º del Código Civil).

472. Podemos afirmar, sin ambages, que la responsabilidad con-


tractual, sin el derecho de prenda general, quedaría reducida a una
expresión inútil. El acreedor hace valer su derecho sobre el patri-
monio de su deudor, así se reclame un cumplimiento en especie o
por equivalencia. En el primer caso, o el bien que se persigue está
en el activo del patrimonio del deudor y el cumplimiento forzoso
permite que sea transferido al acreedor; o, si no lo estuviera, se de-
berá la respectiva indemnización compensatoria, la que se hará va-
ler sobre los demás bienes que componen el derecho de prenda
general. Lo propio ocurrirá en las obligaciones de género. Por lo
tanto, el derecho de prenda general es un concepto básico en el
campo de la responsabilidad contractual que no puede omitirse
para su estudio.

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