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1. Introducción
Del mismo modo, Michele Giorgianni sostiene que “la responsabilidad patrimonial
del deudor es el fenómeno por el que los bienes del deudor están sometidos a la
acción ejecutiva del acreedor, dirigida a conseguir para este último la realización
de su interés cuando éste no haya sido satisfecho por el incumplimiento del
deudor[2]”. Ambos juristas, argentino e italiano respectivamente, dan cuenta del
principio general por el cual el deudor expone su patrimonio ante la ejecución de
un crédito que no ha sido honrado por su parte, consagrado tanto en el nuevo
Código argentino de 2015 como en el Código italiano de 1942.
Por otro lado y a pesar de que en el actual Código Civil de 1984 dicho principio no
es reconocido de manera explícita, coincidimos con aquella doctrina que sostiene
que sí se encuentra implícitamente consagrado a nivel legislativo a partir de la
regulación de la acción revocatoria, inserta en el artículo 195° dentro del Libro
dedicado al Negocio Jurídico.
De acuerdo a Oreste Roca, “en el fraude a la ley nos encontramos frente a un acto
de autonomía privada (un negocio jurídico) que se ampara en una norma de
cobertura para evadir los efectos de una norma de carácter imperativo,
denominada norma defraudada [3]”. En este sentido, mediante un negocio
celebrado en fraude a la ley se busca intencionalmente obtener una finalidad o
resultado prohibido por el ordenamiento jurídico; no obstante, que dicho negocio
tiene una apariencia de licitud en la medida que su celebración se encuentra
amparada en una norma legal, son sus efectos jurídicos los que terminan
defraudando o burlando la norma que se pretende eludir y de este modo, se
consigue indirectamente un resultado prohibido.
4. Elementos y requisitos
De este modo, en sede nacional, Roger Merino sostiene que “no es necesario que
el daño sea actual, la revocatoria es también un remedio cautelar, por lo que basta
un estado patrimonial el deudor, que deje prever su futura insolvencia y pueden
ejercitarla los mismos, cuya obligación está sujeta a plazo o a condición[5]”.
El acreedor, aunque el crédito esté sujeto a condición o a plazo, puede pedir que
se declaren ineficaces respecto de él los actos gratuitos del deudor por los que
renuncie a derechos o con los que disminuya su patrimonio conocido y
perjudiquen el cobro del crédito. Se presume la existencia de perjuicio cuando del
acto del deudor resulta la imposibilidad de pagar íntegramente la prestación
debida, o se dificulta la posibilidad de cobro.
Sobre el particular, dedicaremos un artículo específico para tratar sobre este tema
importante respecto a la necesaria verificación del elemento subjetivo en los
actos de disposición a título gratuito. No obstante, queremos dejar en claro de
manera preliminar que mientras el crédito no haya sido contraído y por tanto no
exista deuda alguna, no puede hablarse de actos de disposición, ya sea a título
oneroso e inclusive a título gratuito, que vulneren la garantía patrimonial del
deudor y por tanto puedan ser declarados ineficaces. Salvo, y he aquí la
relevancia del elemento subjetivo, se ha haya determinado que existía una dolosa
pre ordenación en la realización del acto de disposición con el propósito de
perjudicar al futuro acreedor y la satisfacción del crédito (consilium fraudis)
Lo dicho anteriormente, con cargo a ser desarrollado más adelante, tiene como
finalidad mantener el propósito de proteger el crédito a través de esta acción
personal, pero sin desnaturalizar la institución jurídica ni atentar contra la
seguridad jurídica del ordenamiento, pues parece lógico sostener que el crédito
del impugnante vía acción pauliana debería ser anterior al acto de disposición que
se busca cuestionar. Esto en la medida que cuando una persona realiza un acto
de disposición sin tener en cuenta a alguien que pueda más adelante reputarse su
acreedor, difícilmente cabrá considerar que ha actuado con el propósito o al
menos la consciencia de perjudicarle. En este sentido, la inexistencia de un
acreedor real parece excluir la posibilidad de la actuación fraudulenta de quien mal
puede proponerse perjudicar unos intereses que para entonces no tienen
presencia ni relevancia jurídica alguna o si quiera, tener conocimiento del grado de
perjuicio que se puede generar a ese eventual acreedor aún inexistente.
[3] Roca Mendoza, Oreste. Ineficacia de los actos del deudor por fraude a los
acreedores. Lima: Gaceta Civil & Procesal Civil, 2013, pp. 37.
[4] Roca Mendoza, Oreste, Ineficacia de los actos del Deudor por fraude a los
acreedores. Op.Cit., pp. 136.
[5] Merino, Roger. “Apuntes sobre la acción pauliana en el Código Civil peruano de
1984”. En Libro de Ponencias del XI Congreso Nacional de Derecho Civil. Lima:
Lex & Iuris, 2016, pp. 88.
[6] Roca Mendoza, Oreste. Ineficacia de los actos del Deudor por fraude a los
acreedores. Idem
[8] Roca Mendoza, Oreste, Ineficacia de los actos del Deudor por fraude a los
acreedores. Op.Cit., pp. 141.