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Desde el ámbito académico, cada estudiante debe prepararse para ser un ciudadano que
aporte a la construcción de la nación, haciendo parte de una sociedad civilizada, cívica y
con arraigo patrio; una sociedad que da a conocer a todos sus ciudadanos sus valores,
para que a su vez estos los conozcan, los respeten y los propaguen con orgullo animando
de esta manera a sus conciudadanos , la gratitud por haber nacido en un país lleno de
riquezas no solo económicas sino también culturales, naturales; un país con
oportunidades.
Ahora procederemos a hacer el análisis del el artículo 44 de nuestra carta política “El
derecho fundamental al nombre”
Se indica que todos los ciudadanos nacidos en la república de Colombia poseemos este
derecho desde el momento del nacimiento, el nombre, pero esto ¿qué significa?
Esto conlleva a deducir que desde el momento de su nacimiento cada colombiano tiene el
derecho a adquirir una identidad la cual incluirá su nombre y sus apellidos paternos y
maternos, a tener un género ya sea masculino o femenino, a tener una fecha y lugar de
nacimiento que son la principal prueba de su existencia como persona en nuestra
sociedad, es un individuo que adquirirá y gozará de los derechos y deberes consagrados
en la constitución.
La palabra individuo viene asociada con la individualidad, y no hay algo más preciado en
el ser humano que su singularidad, ese ser particular que a cada uno nos identifica y que
nos hace únicos e irrepetibles; y para esto el nombre es importante porque es uno de los
sellos que a la par con la personalidad nos singulariza y nos concreta como seres.
Esto nos hace reflexionar sobre cómo sería una vida sin un nombre, cuando desde el
momento de la concepción o mucho antes, y sin exagerar, una madre piensa en el
nombre de su hijo, ya sea este niño o niña; pero que ocurriría si esto no pasara, ¿si nunca
te colocan un nombre?
El día de tu matrimonio el padre diría: María aceptas como esposo a “yo” y prometes serle
fiel…
Cuando te enfermes y el medico te diga: siga señor yo, como se siente señor “yo”, vaya a
la farmacia y reclame los medicamentos señor “yo”.
Y el día que mueras, en tu lapida diría, aquí reposan los restos del señor “yo”.
La página de la Unicef dice que los niños no registrados, y por consiguiente sin un
“nombre”, jurídicamente y socialmente hablando son “invisibles”, víctimas de violación de
sus derechos y vivirían en la marginalidad, presos en la desigualdad; el niño no sabría
quién es, no se tendría en cuenta para proyectos económicos destinados para la infancia,
no tendría acceso a la educación, a la salud, a la seguridad social, a la recreación, a la
diversión, etc.
Sería como una especie de “fantasma de carne y hueso”, sin derechos y sin formar parte
de una sociedad con todas las consecuencias que esto conlleva.
Podemos decir que el acto de tener un nombre va más allá de una ceremonia religiosa
(con el bautizo) o de un acto jurídico (con el registro) sino un acto social de inclusión,
donde se garantiza los derechos del individuos; con el cual nos podemos identificar, el
que nos representa de todas las maneras ante los otros y ante la sociedad, sin importar si
te gusta o no el nombre que tienes, (aunque ya existen los mecanismos de cambio de
nombre por si no estás de acuerdo con el que te adjudicaron
BIBLIOGRAFIA
Derecho al nombre. [En línea]. Disponible en: http://www.humanium.org/es/derecho-
identidad/