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El acero es una aleación que está compuesta casi por completo de hierro
(generalmente más del 98%). El carbono es el elemento que tiene la mayor
influencia en las propiedades del acero. La dureza y la resistencia del acero
aumentan con el porcentaje de carbono. Un incremento del 0.01 por ciento del
contenido de carbono causará que la resistencia de fluencia del acero se eleve
aproximadamente 0.5 klb/plg2 (ksi). Desafortunadamente, una mayor cantidad de
carbono hará que el acero sea más frágil y afectará adversamente su soldabilidad.
Si se reduce el contenido de carbono, el acero se hará más suave y más dúctil,
pero también más débil. La adición de elementos tales como cromo, silicio y níquel
produce aceros con resistencias considerablemente más altas. Aunque con
frecuencia son muy útiles, estos aceros son considerablemente más caros y no
son tan fáciles de fabricar.
Son aquellos que contienen, aparte del carbono, diferentes elementos químicos de
aleación que se añaden y entre ellos están el manganeso (Mn), el cromo (Cr), el
níquel (Ni), el vanadio (V) o el titanio (Ti). Por otro lado, en función del contenido
de carbono presente en el acero, se tienen los siguientes grupos:
A36
A53
A500
A501
A529
Existe un gran número de aceros de este tipo clasificados por la ASTM. Estos
aceros obtienen sus altas resistencias y otras propiedades por la adición, aparte
del carbono y manganeso, de uno a más agentes de aleación como el columbio,
vanadio, cromo, silicio, cobre y níquel. Se incluyen aceros con esfuerzos de
fluencia comprendidos entre 40 klb/plg2 y 70 klb/plg2. Estos aceros generalmente
tienen mucha mayor resistencia a la corrosión atmosférica que los aceros al
carbono.
El término baja aleación se usa arbitrariamente para describir aceros en los que el
total de elementos de aleación no excede el 5% de la composición total del acero.
Algunos de estos son:
A572
A618
A913
A992
A242
A588
A847