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Los primeros filósofos, conocidos como "presocráticos" por haber vivido y reflexionado
antes de Sócrates, se destacaron por su transición del mito al logos, es decir, del
pensamiento mítico al racional, al buscar explicaciones racionales basadas en la
observación de la naturaleza sobre el origen de todas las cosas. Entre ellos se incluyen
figuras como Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Jenófanes, Heráclito, Pitágoras,
Parménides, Zenón, Anaxágoras, Empédocles y Demócrito.
Tras los presocráticos surge lo que se denomina el período clásico griego, marcado por
figuras como Sócrates, contemporáneo de los sofistas, maestros de la retórica, y quien fue
el maestro de Platón, a su vez mentor de Aristóteles. Estos tres, Sócrates, Platón y
Aristóteles, son considerados los principales filósofos de la antigüedad y se les conoce
como los "socráticos mayores". Sus obras continúan siendo objeto de estudio y debate en
la actualidad.
Posterior al período clásico, llega el período helenístico, que abarca desde la muerte de
Alejandro Magno hasta la invasión de Macedonia por parte de los romanos. Durante esta
época coexistieron las escuelas socráticas y platónicas, continuadas por sus respectivos
discípulos.
La filosofía medieval se desarrolló desde los siglos V al VI d.C., abarcando desde la caída
del Imperio Romano en el 476 d.C. hasta el surgimiento del Renacimiento. Su
característica principal radica en la integración de las ideas clásicas con los dogmas de las
principales religiones monoteístas, como el cristianismo, el judaísmo y el islam.
Durante casi mil años, se buscó conciliar la filosofía con la religión, siendo esta última la
que predominaba. Tras la llegada de Jesús de Nazaret en el siglo I y la posterior expansión
del cristianismo en el mundo occidental a través de sus discípulos, esta religión se
convirtió en la oficial del Imperio Romano. Como resultado, la filosofía pasó a un segundo
plano en comparación con la teología, siendo utilizada principalmente como herramienta
para abordar cuestiones teológicas y religiosas.
En los primeros siglos, los padres de la Iglesia desempeñaron un papel fundamental,
conocido como "patrística". Entre ellos, destacó Agustín de Hipona (354-430), también
conocido como San Agustín, quien incorporó muchas ideas de los neoplatónicos y de
Platón.
Las obras de Aristóteles aún eran poco conocidas en el mundo occidental, y fueron
introducidas principalmente a través de las traducciones al latín realizadas por Boecio
(477-524), quien tradujo obras como las "Categorías" y el comentario de Porfirio a las
mismas.
El apogeo de la escolástica se produjo entre los siglos XIII y XIV, marcado por la fundación
de las principales universidades europeas y el surgimiento de órdenes religiosas como los
franciscanos y los dominicanos. De estas órdenes surgió la figura de Tomás de Aquino
(1225-1274), conocido como Santo Tomás, quien fue fundamental en la conciliación entre
la doctrina cristiana y la filosofía griega, sentando las bases de lo que hoy se conoce como
"filosofía católica".
La filosofía del Renacimiento, que abarca los siglos XV y XVI, se caracterizó por un
enfoque particular en cuestiones relacionadas con la filosofía natural, el humanismo y la
filosofía política.
Este periodo se reconoce como una fase de transición entre la Edad Media y la Edad
Moderna. Tanto la duración como la profundidad de las discusiones filosóficas y la forma
en que fueron abordadas marcaron una diferencia significativa con los períodos anteriores.
La filosofía moderna se distinguió por ser un período en el que sus exponentes trabajaron
de manera independiente de los poderes políticos y religiosos. Figuras como Hume o
Descartes se esforzaron por abordar numerosas interrogantes, distanciándose de los
criterios científicos y filosóficos predominantes en gran parte de la Iglesia.
Este pensamiento moderno se desarrolló desde los siglos XVII hasta el XX. Aunque existen
algunas discrepancias al respecto, se acepta generalmente que la filosofía moderna tuvo
su inicio con las ideas de René Descartes (1596-1650), considerado el padre del
racionalismo y una de las figuras más prominentes de este período. Junto a él, se destacan
filósofos como Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz dentro de esta corriente.
A la par del racionalismo surgió la corriente del empirismo británico, liderada por figuras
como John Locke, David Hume y, en ocasiones, George Berkeley (aunque este último a
veces se clasifique como racionalista). Mientras que el racionalismo abogaba por una
explicación lógica del mundo, el empirismo se basaba en las percepciones sensoriales y
las sensaciones derivadas de la experiencia directa con los objetos.
La filosofía del siglo XIX, al igual que la del Renacimiento, presenta dificultades para su
clasificación. Este período se destaca por la influencia del pensamiento de Immanuel Kant,
quien logró conciliar el racionalismo con el empirismo, y de Georg Wilhelm Friedrich
Hegel, reconocido como el padre del idealismo alemán.
El siglo XIX también fue testigo de los trabajos de filósofos como Fichte y Schelling,
pertenecientes al movimiento del idealismo alemán, así como de Arthur Schopenhauer,
quien promovió la idea radical de que el mundo es un juego fútil de imágenes y deseos.
Además, este período vio surgir a figuras como Friedrich Engels, Karl Marx, John Stuart
Mill, Kierkegaard y Edmund Husserl, entre otros.
Destacando entre estos pensadores, Friedrich Nietzsche, cuya vida y obra son sumamente
controvertidas, se considera como el iniciador del pensamiento contemporáneo. Su
impacto fue tal que después de él, se abandonó la noción de totalidad o fundamentos de la
realidad, marcando así el comienzo de lo que se conoce como la filosofía postnietzscheana
y contemporánea.
SOCRATES
El fundador de una doctrina que marca un giro desde el naturalismo materialista hacia el
idealismo, enseñó y vivió en Atenas, donde tuvo numerosos seguidores, incluyendo a
Platón, Antístenes, Aristipo y Euclides de Megara. Dado que Sócrates no dejó ningún
escrito, la comprensión de su doctrina se basa únicamente en los relatos de Platón y
Aristóteles. Para Sócrates, la estructura del universo y la naturaleza física de las cosas son
incomprensibles; solo podemos conocernos a nosotros mismos, lo que él expresó con la
frase "Conócete a ti mismo". Según él, el conocimiento supremo no es teórico, sino
práctico: el arte de vivir.
PLATÓN
Las obras filosóficas de Platón, conocidas como "diálogos platónicos", se caracterizan por
su estructura dialogada, presentando a través de diversos personajes los conceptos e
ideas platónicas. Estos diálogos se dividen tradicionalmente según las etapas de su vida:
juventud, madurez y vejez, y la mayoría tienen a Sócrates como protagonista, aunque la
"Apología de Sócrates", que presenta su defensa ante el tribunal que lo condenó a muerte,
es una excepción, escrita en forma monológica.
Después de la muerte de Sócrates en el 399 a.C., Platón viajó a Sicilia e Italia, donde se
familiarizó con las escuelas eleática y pitagórica, que tuvieron una influencia significativa
en su pensamiento. Regresó a Atenas, donde fundó la Academia y pasó veinte años
enseñando, con Aristóteles como su alumno más destacado.
La teoría de las ideas o formas, uno de los principales aportes de Platón a la filosofía,
distingue entre lo percibido por los sentidos y lo conocido por el intelecto, que son las
formas o ideas de las cosas. Esta teoría se presenta de manera detallada en el diálogo
"Parménides" y de forma más accesible en la "República", a través de la alegoría de la
caverna, donde se diferencia entre el mundo visible de los sentidos y el mundo invisible o
inteligible de las ideas.
ARISTÓTELES
DESCARTES
LEIBNIZ
Para Leibniz, el mundo inorgánico se compone de mónadas inferiores, mientras que el ser
humano está compuesto de mónadas superiores capaces de representación y
comprensión de la realidad. Esta visión implica que toda la naturaleza es orgánica y que no
existe naturaleza sin vida. La teoría de las mónadas combina elementos de idealismo y
metafísica con una comprensión dialéctica del movimiento interno de la materia y la
conexión entre todas las formas de vida.
En su teología, Leibniz desarrolló los principios del desarrollo continuo y rechazó los saltos,
subordinando las leyes del movimiento físico a la teleología. En su teoría del conocimiento,
buscó conciliar el racionalismo con el empirismo, afirmando que el entendimiento contiene
principios innatos y que la experiencia sensorial no es la única fuente de conocimiento
universal y necesario.
La filosofía de Kant representó los intereses de la joven burguesía alemana, que criticaba
concepciones feudales pero buscaba compromisos con el absolutismo, reflejando un
liberalismo moderado. Su doctrina, aunque reflejaba los intereses burgueses progresistas,
no trascendía el liberalismo inofensivo.
El kantismo ha sido utilizado por los ideólogos del imperialismo para contrarrestar el
materialismo y el marxismo-leninismo, convirtiéndolo en un obstáculo para la revolución
social. Los reformistas utilizan la filosofía kantiana para desvirtuar el socialismo y promover
una "paz social". Denunciar y combatir estas interpretaciones modernas del kantismo sigue
siendo una tarea importante.
CONCLUSION