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Baños judíos de Zaragoza.

LOS JUDÍOS DE ZARAGOZA


EN LOS SIGLOS XIII-XIV
ASUNCIÓN BLASCO MARTÍNEZ

Universidad de Zaragoza

aragoza contó durante la gría la llegada de los árabes y colaboraran

Z
Baja Edad Media con con ellos, haciéndose cargo de la adminis-
una de las comunidades tración y de la custodia de los enclaves
judías más ricas y prós- más importantes. Como los árabes no fue-
peras de la antigua Co- ron partidarios de modificar la situación
rona de Aragón. No tene- social que existía antes de la conquista, los
mos datos fiables que judíos siguieron habitando en la misma
nos permitan asegurar cuándo se estable- zona y algunos llegaron a ocupar puestos
cieron los judíos en la ciudad. Todo indu-

7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV


de responsabilidad. Gozaban de cierta
ce a pensar que sería a comienzos de la era autonomía en lo político y en lo religioso y
cristiana, tras la destrucción de Jerusalén, cada vez se mostraron más interesados en
en el año 70, a manos de Tito. De la legis- el estudio de las Sagradas Escrituras y el
lación conciliar del siglo IV, encaminada a Talmud. Sus relaciones con Oriente les

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separar a los cristianos de los judíos y a brindó la posibilidad de intercambiar mer-
impedir que éstos últimos hicieran proseli- cancías con el otro lado del Mediterráneo,
tismo, se desprende que la población judía entre las que no faltaron los libros religio-
de la Península debía de ser numerosa: vi- sos que permitieron a los talmudistas za-
vían de la tierra, que cultivaban personal- ragozanos profundizar en un mejor conoci-
mente o con la ayuda de esclavos. Duran- miento de los principios judaicos1.
te el período arriano se beneficiaron de
cierta tolerancia, pues se les permitía ob- El primer documento fiable sobre la pre-
servar sus ritos y costumbres. Con la con- sencia de judíos en nuestra ciudad es del
versión de Recaredo al catolicismo, su vida año 839: fue entonces cuando Bodo, un
experimentó un cambio radical: empeza- diácono de ascendencia alemana, se tras-
ron a ser perseguidos. No es de extrañar ladó a Zaragoza, se convirtió al judaísmo
que, en esa situación, recibieran con ale- tomando el nombre de Eleazar y se casó
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con una judía: sus conocimientos en Teo- ejercicio de varios oficios artesanales, que
logía le permitieron entablar polémica con se adaptaban perfectamente a su condi-
Pablo Álvaro, obispo de Córdoba2. De don- ción de «urbanos». Por lo general, tenían
de se deduce que, cuando, en 1118, Al- los mismos derechos que los cristianos;
fonso I el Batallador tomó la ciudad, ya pero su situación jurídica no era igual que
existía aquí una comunidad judía impor- la de los hombres libres, pues dependían
tante, que se mantuvo al margen de los del rey, de quien eran siervos, no súbdi-
pactos suscritos entre vencedores y venci- tos: por el hecho de vivir en sus tierras y
dos. Sus miembros fueron autorizados a recibir su protección, debían rendirle tri-
permanecer en sus casas, junto a las pie- buto y pleitesía, y abonarle fuertes sumas,
dras del Coso, cerca de la muralla romana en concepto de impuestos. Aunque vivían
y junto al Castillo. dentro de los límites de la ciudad cristia-
na, gozaban de autonomía respecto de la
metrópoli, tanto en lo político como en lo
Hacia la expansión económico y judicial. Pero estaban some-
tidos a la voluntad del monarca, su señor
En 1175 se documenta por vez primera la y juez supremo, que ejercía un control di-
aljama de los judíos de Zaragoza. Es un da- recto sobre ellos, mediante privilegios,
to aislado, insuficiente para precisar el nú- provisiones y mandatos de todo tipo. Ne-
mero de sus miembros; pero permite ase- cesitaban permiso del rey para casi todo,
gurar que había una comunidad urbana, incluso para trasladar su domicilio a otra
dotada de una serie de edificios (sinagoga, localidad del Reino.
baño ritual, carnicería) e instituciones po-
líticas, sociales, religiosas y culturales im- También era el rey quien interpretaba y
prescindibles para su correcto funciona- aplicaba la doctrina que la Iglesia intenta-
miento. En cuanto a los individuos que la ba imponer a los judíos, especialmente a
integraban, algunos ocuparon un lugar raíz de lo establecido en el IV Concilio de
destacado en la corte, como Alazar, que fue Letrán, celebrado en 1215, en el que se
repositarius (o administrador) de Ramón dictaron normas restrictivas contra esta
Berenguer IV. minoría religiosa, que la Inquisición me-
dieval intentó, en vano, poner bajo su ju-
La población judía de Zaragoza, al princi- risdicción. Pero en aquellos años, los re-
pio escasa, en el siglo XII se incrementó yes aragoneses no estaban dispuestos a
7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV

considerablemente, como consecuencia de prescindir de una serie de individuos que


la irrupción masiva de gentes del sur que les resultaban imprescindibles para la co-
buscaban refugio en tierras aragonesas, rrecta administración de sus reinos y les
huyendo de los ataques de los almohades reportaban considerables ingresos econó-
que se habían adueñado de al-Andalus.
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micos, de ahí que hicieran oídos sordos


De ahí la abundancia de nombres judíos cuando la Santa Sede abogó por eliminar
arabizados registrados en la ciudad. Sin a los judíos de los puestos directivos y de
embargo, el impulso demográfico definiti- responsabilidad. Es posible que por en-
vo tendría lugar a finales del siglo XIII y tonces se procediera al cierre del espacio
comienzos del XIV, como consecuencia de físico habitado por los judíos en Zaragoza,
la llegada de los judíos expulsados de una zona que –según todos los indicios–
Francia, que cruzaron los Pirineos tratan- en los últimos años se había ampliado a
do de encontrar un lugar seguro en el que costa de algunas parroquias, como la de
comenzar una nueva vida3. San Andrés, cuya iglesia quedó inmersa
en la judería cerrada4.
A lo largo del siglo XII, los judíos zarago-
zanos siguieron desarrollando el comer- La mayoría de los judíos zaragozanos que
cio, aunque empezaron a despuntar en el llegaron a desempeñar cargos públicos al
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La Reina Esther. Museo de Tapices de La Seo de Zaragoza.

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frente del gobierno del Reino se habían in- guir vinculados a la corte a nivel particular,
troducido en la corte como médicos, tra- en calidad de médicos, bordadores, perle-
ductores, diplomáticos y administradores ros, perpunteros, recaudadores y financie-
de rentas. Gozaban de una consideración ros. En lo sucesivo, la base de la población
privilegiada, similar a la de los nobles, judía estaría constituida por la burguesía,
pues como ellos se hallaban exentos del integrada preferentemente por artesanos y
pago de impuestos y libres de toda clase comerciantes, y por un segmento de gente
de restricciones, como llevar el signo dis- humilde que precisaba del aporte de enti-
tintivo sobre el vestido. El prototipo del ju- dades benéficas para poder vivir, luchar
dío cortesano coincide con la persona del contra la enfermedad y tener un sepelio
zaragozano Jehudá de la Cavallería, un fi- digno6.
nanciero que, a cambio de los servicios
prestados a la Corona, recibió atribucio-
nes amplísimas, pues no sólo se le confió El espacio físico
la recaudación y administración de todas
las rentas que el monarca percibía en A finales del siglo XIII los judíos ocupaban
Aragón, sino que todos los bailes del Rei- el cuadrante sudoriental del antiguo re-
no estaban obligados a rendirle cuenta de cinto romano, que se extendía por el nor-
su gestión. Sin duda fue una de las perso- te hasta las vías próximas a la calle Mayor
nas más poderosas de su tiempo, lo que y la Magdalena. Por el sur y por el este la
despertó la envidia de otros linajes judíos zona limitaba con la cerca romana, guar-
de Zaragoza (como los Alconstantiní) que necida de torres, mientras que por el oes-
también aspiraban al liderazgo de la co- te llegaba hasta la calle de San Gil. Este
munidad5. reducto, de unas 7,5 hectáreas, constitu-
ía la judería primitiva o cerrada, y estaba
Conforme avanzaba el siglo y se afianzaban rodeada por la muralla de piedra, que la
las posiciones en los territorios arrebatados separaba del Coso, y por un muro interior
al invasor musulmán, los cristianos deja- de ladrillo. Se comunicaba con el hábitat
ron de guerrear y se dedicaron a otras ta- cristiano mediante seis puertas o postigos
reas más pacíficas y no menos lucrativas. que se cerraban por la noche y durante la
Poco a poco la estructura política y admi- Semana Santa, por razones de seguridad.
nistrativa del Reino cambió de manos y la El acceso principal se realizaba a través de
burguesía cristiana se hizo cargo de la ca- la Puerta Ferriza, que se hallaba en el Co-
7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV

da vez más complicada burocracia estatal. so, a la altura de la actual calle de Santo
En 1283, las Cortes, aprovechando la ausen- Dominguito. Cerca, y enclavado en la mu-
cia de Pedro el Grande, que se hallaba de ralla, se alzaba el Castillo, que servía de
campaña en Sicilia, protagonizaron los pri- cárcel y proporcionaba protección en caso
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meros intentos encaminados a cercenar el de alborotos. En su interior se distribuían


poder de los judíos. Poco después, el Mo- las viviendas, apiñadas en torno a unas
narca se veía obligado a aceptar el Privile- cuantas calles y otros tantos callejones,
gio General y otros textos legales que su- amén de alguna plazuela, de escasa am-
pusieron el recorte del poder real y la plitud. Las casas solían ser pequeñas y es-
supresión de los judíos de los puestos de taban revestidas de ladrillo, al estilo mu-
gobierno. Una vez perdida la capacidad de déjar pues solían ser obra de alarifes
influir en la administración del Estado y en moros. Algunas disponían de corral; tam-
las finanzas del Reino, los grandes perso- bién las había con un huerto adosado, pe-
najes, que ocasionalmente surgieron en la ro todo dentro de unas dimensiones redu-
aljama (como Alazar Golluf), quedaron rele- cidas. Con frecuencia, los que se dedicaban
gados a puestos sobre el papel menos rele- a una misma actividad artesanal se agru-
vantes, aunque todavía les era posible se- paban en torno a una calle determinada,
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de Bicurholim (o de visitar a los enfermos),
poseía en la calle de los Torneros (actual
de la Verónica), prefirieron congregarse en
ese edificio, más confortable y moderno.
En una judería grande, como la zaragoza-
na, había otros oratorios menores disemi-
nados por todo el recinto, con el fin de po-
sibilitar que todos los miembros de la
comunidad pudieran ejercitarse en el es-
tudio y participar en los actos de culto
desde un asiento digno, porque en la si-
Lápida funeraria de Jacob, hijo de Isaac, nagoga principal no había bancos para to-
hijo de al-Saraqostan.
Museo Sefardí de Toledo.
dos: además, sólo unos pocos disfrutaban
del privilegio de subir a su tribuna (o te-
vá), una especie de pupitre elevado, sobre
a la que terminaban por dar nombre7. En
una tarima de madera y con escaleras, al
1273 el espacio se quedó pequeño. Ante la
que se accedía para leer los pasajes de la
imposibilidad de ejercer el oficio de curti-
Torá en las fiestas más solemnes del año.
duría dentro de la zona asignada, los her-
Hasta 1381 los elegidos pertenecían a las
manos Abenbruco solicitaron al rey licen-
cia para establecer sus obradores al otro familias Alazar, Halleva, Granada y Aben-
lado del Coso, por uno de cuyos callejones jamín. Tuvo que intervenir el Soberano
discurría una acequia. De entonces data para que, en tan selecto grupo, también
la segunda judería, fuera de la muralla, tuvieran cabida los Trigo, Abenlobel, Sal-
también llamada de los (tres) callizos o tiel, Abensaprut, Abayub, Benvenist, Al-
nueva. balag y Jaba9.

Aunque es imposible reconstruir el hábi- Además de las dos sinagogas antes men-
tat de los judíos zaragozanos a partir de cionadas, dentro del recinto murado había
restos arqueológicos, la investigación rea- otras de carácter semipúblico: la llamada
lizada en los archivos en los últimos años Sinagoga Menor, chica o pequeña, la de
ha posibilitado que se pueda delimitar la Talmud Torá o del Estudio y otra que se
zona que ocupaban e incluso conocer el decía «de don Bienbenist», que a finales
del siglo XIV dejó de usarse. En 1332 la

7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV


trazado de algunas de sus calles y plazas,
diseminadas por el interior del barrio8. El judería extramuros disponía ya de un ora-
edificio más importante de la judería era torio semipúblico propio, a fin de evitar
la Sinagoga principal o Mayor. Se la deno- que, durante el Sábado, sus habitantes
minaba así porque era la más grande, la tuvieran que entrar y salir del recinto mu-

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más antigua y la de más solera. Estaba en rado para participar en los actos de culto:
una pequeña plaza, en el centro neurálgi- se la denominaba de Barrionuevo o «de los
co del barrio, cerca del Castillo, junto al callizos» y, al igual que la Sinagoga Mayor
mercado de la carne y enfrente de la es- y la de Bicurholim, contaba con una zona
cuela talmúdica, justo en el lugar donde habilitada para las mujeres, que general-
hoy se alza la iglesia de San Carlos. Era mente se hallaba en el piso superior. Des-
amplia y hermosa. Se mantenía con los de esa galería, las madres y esposas, que
fondos de la comunidad y en principio en general desconocían el hebreo, podían
prestaba cobijo a todos sus miembros. ver y seguir, a través de una celosía, los
Las asambleas comunitarias solían cele- actos de culto que los hombres realizaban
brarse allí, pero no necesariamente. De en la sala principal, sin ser observadas
hecho, desde que en 1382 se procedió a la por éstos. En 1347 el zaragozano Jehudá
rehabilitación del oratorio que la cofradía Ceha reconocía ante el rey que poseía un
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oratorio en la zona extramuros, que había
sido patrocinado y embellecido por un an-
tepasado suyo llamado Abraham Ceha.
Esa segunda casa de oración de la judería
nueva, de carácter privado, permaneció en
activo hasta que, a comienzos del siglo XV,
su propietario se hizo cristiano10.
En la judería cerrada había centros de
instrucción para niños y adultos que con-
taban con una buena dotación de libros
religiosos11, hospitales y centros de bene-
ficencia para atender a los desvalidos, y
algunos mercados. Era preceptivo dispo-
ner de carnicería propia, en la que se des-
pachara carne kasher, la única apta para
su consumo. Asimismo debían contar con
un horno para cocer los panes ácimos (o
maçot) durante la Pascua judía (o Pésaj), y Cartulario Maior conteniendo un documento
con suscripción hebrea.
con una taberna que expendiera vino «ju- Archivo Metropolitano de La Seo de Zaragoza.
diego» (el único permitido), tan importante
en las comidas festivas12. En cambio, po-
dían acudir al mercado de la ciudad para
con agua caliente. Pertenecían al sobera-
comprar fruta (aunque en el recinto tenían
no, que solía darlos en arriendo a gentes
«Bercería» propia), pescado y animales vi-
de su confianza en compensación por los
vos, siempre y cuando se atuvieran a de-
servicios prestados: desde finales del si-
terminadas restricciones: desde 1313 se
glo XIV lo regentó la familia Cavallería13.
les prohibió adquirir allí aves y ganado
durante el período comprendido entre el El cementerio o fosar se hallaba alejado de
mediodía del miércoles y el mediodía del la ciudad, en Miralbueno, en una colina
jueves, para impedir que pudieran escoger que reunía las condiciones exigidas por la
las mejores piezas, en detrimento de los Ley: estaba en terreno no cultivado, en de-
7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV

cristianos. Aunque tenían que vivir dentro clive, próximo a una corriente de agua y, es
de la judería, podían disponer sus tiendas de suponer, que delimitado por una valla.
fuera del barrio: de hecho, hasta comien- Allí enterraban a sus difuntos, en sepulcros
zos del siglo XV los judíos comerciantes de excavados en la tierra, preferentemente.
paños sólo podían tener tiendas en la zo-
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na cristiana. Hoy no quedan restos ni del trazado de las


calles de la judería de Zaragoza ni de sus
Dentro del recinto de la judería cerrada, topónimos. El abandono del barrio por
cerca de la Sinagoga Mayor y lindando con parte de los judíos después del decreto de
la muralla, se hallaba el baño ritual o mic- expulsión de 1492, propició que sus casas
vé, denominado en la documentación de pasaran a manos de ciudadanos y ecle-
la época «banyo frio», imprescindible para siásticos, y que sucesivas transformacio-
que las mujeres pudieran purificarse y te- nes eliminaran callejones y pasadizos en
ner relaciones con el esposo después de aras de unas vías más amplias y moder-
un parto o de la menstruación. Los que nas. Y es una pena porque, como he di-
hoy se conocen como «baños judíos», em- cho, Zaragoza contaba con la aljama más
plazados en el Coso pero fuera del recinto importante del Reino, por el tamaño de su
murado, en realidad eran baños públicos, barrio y por el número de sus miembros.
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La población bién había jueces (o dayyanim). Las fun-
ciones de unos y otros no estaban perfec-
En el espacio ocupado por las dos juderías, tamente definidas, pero gozaban de gran
en 1369 vivían unos 1.500 individuos. Una poder y merecían –o al menos así lo creían
cifra respetable, si tenemos en cuenta que ellos– el respeto del resto de la comunidad.
en 1348 la Peste Negra había causado es- Todos esos «notables», pertenecientes a la
tragos en el seno de la aljama zaragozana: «mano mayor», estaban convencidos de
según las fuentes de la época, fallecieron pertenecer a un linaje de categoría supe-
las 4/5 partes de la población14. Como de- rior y de ser los únicos capacitados para
cía, en 1369 se contabilizan en la judería gobernar y administrar al resto. Por eso,
313 fuegos o casas de judíos pecheros, es cuando unos años después (1264) las cla-
decir, los que pagaban impuestos a la alja- ses media y baja («manos mediana y me-
ma. A esta cifra habría que añadir las vi- nor») se mostraron en desacuerdo con la
viendas habitadas por miembros de las fa- clase alta («mano mayor») respecto del cri-
milias francas (los Alazar y los Cavallería) terio a seguir en el reparto de impuestos,
que, como mínimo, serían 20 casas más; lo estalló el conflicto. Tuvo que intervenir el
que en números totales, y aplicando una Rey, que en aquella ocasión –como tantas
ratio de 4 o 4,2 individuos por fuego, da veces– se puso al lado de los poderosos. La
esa cifra de unas 1.500 personas, es decir, ruptura también hizo mella en el seno de
en torno al 9% del total de la población de la «mano mayor»: pronto se escindió en
la ciudad. Cantidad que, conforme avanza- dos bandos que, durante años, se dispu-
ba el siglo, continuó creciendo, sobre todo taron el liderazgo de la comunidad. Para
a partir de los movimientos migratorios re- recuperar el protagonismo perdido, y si-
gistrados en 1391 en algunas juderías del guiendo el ejemplo del municipio cristia-
rey de Aragón, como consecuencia de los no, las familias más distinguidas propu-
ataques perpetrados por algunos cristia- sieron la creación de un nuevo organismo
nos exaltados. A comienzos del siglo XV, el gubernativo más amplio, el consejo. Su re-
número de casas registradas en el barrio novación dependería de la elección de los
judío, sin contar las de los francos, ascen- consejeros salientes, a fin de garantizar
día a 347, es decir un 11% más que en que «los de siempre» siguieran vinculados
136915. al poder.
A comienzos del siglo XIV la aljama zara-

7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV


La organización interna gozana tenía esbozado un esquema de su
posible organización interna y se puso en
La aljama era la unidad jurídica y admi- camino para conseguir una normativa
nistrativa que regulaba la vida interna de constitucional, similar a la que los cristia-

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la comunidad y todo lo relacionado con el nos habían logrado. Para poder elegir a sus
poder civil. Ya hemos dicho que, desde la autoridades, contratar rabinos, dictar nor-
segunda mitad del siglo XII, los judíos de mas de conducta, velar por el cumplimien-
Zaragoza se consolidaron en un espacio fí- to de las ordenanzas comunitarias, admi-
sico propio y empezaron a organizarse co- nistrar justicia y repartir impuestos, tenía
mo aljama, siguiendo el modelo del muni- que conseguir que el rey renunciara a una
cipio cristiano. En un principio, al frente serie de atribuciones, que desde antiguo se
de la misma figuraban, en calidad de regi- reservaba en detrimento de la aljama, y
dores, los ancianos de las familias más que se aviniera a conceder a la comunidad
distinguidas, a los que se empezó a deno- privilegios y provisiones que le garantiza-
minar «adelantados». Las mujeres estaban ran una cierta autonomía en el terreno po-
descartadas de puestos de responsabili- lítico, judicial y económico. En lo religioso,
dad «por su incapacidad natural». Tam- su independencia debía ser total.
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hallaban residiendo en la ciudad. Con el
fin de salvaguardar la estabilidad y el
buen funcionamiento de las instituciones
de la aljama, que tras los referidos acon-
tecimientos se había convertido en el ba-
luarte defensivo de todos los judíos del
Reino e incluso de la Corona, en 1396 los
varones más respetables de esa comuni-
dad consiguieron que la reina Violante en-
comendara al rabino Hasday Crescas
–desde 1390 tenía jurisdicción sobre los
delitos de malsindad del Reino– la elabo-
ración de otras ordenaciones generales.
Relación de bienes de los judíos expulsados
de Zaragoza. Protocolo de Domingo Espanyol (1492). Los nuevos estatutos, de corte muy con-
Archivo Histórico de Protocolos de Zaragoza. servador, tendían a reforzar la autoridad
de los adelantados, en detrimento del con-
sejo y la asamblea, y en contra de las co-
Las funciones de los adelantados (orga- rrientes aperturistas. Tres años después,
nismo ejecutivo) eran amplias: controla- la Soberana ordenaba su revisión y poste-
ban el poder político y administraban el rior rectificación, en aras de una mayor
tesoro de la aljama. Además, desde 1346, democratización17.
formaban parte de una comisión que de-
bía juzgar los delitos de malsindad, lo Los judíos de Zaragoza se regían por la
que les facultaba para condenar a los de- Ley judía para todo lo relacionado con la
latores a la pena capital, un castigo que halaká (o norma de vida) y la costumbre.
sólo podían hacer efectivo los oficiales En cambio, para las cuestiones económi-
cristianos16. Sobre el papel, a lo largo del cas y monetarias los rabinos recomenda-
siglo XIV se habían logrado importantes ban que se respetara la ley del país, de
avances sociales, pues se exigía que en- acuerdo con la famosa consigna, de carác-
tre los adelantados hubiera un represen- ter feudal, recogida en el Talmud: «la ley
tante de cada «mano». Pero lo cierto era del reino es ley». El tribunal judío (o Bet-
din), estaba integrado por los jueces o be-
7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV

que los poderosos se mostraban reacios a


dejar los puestos de responsabilidad. Por rorim (entre tres y cinco), y se encargaba
eso, en 1382 se diseñó una ordenación de dirimir todas las cuestiones de derecho
general que, a todos los efectos, se puede privado suscitados entre judíos. En 1376
considerar una verdadera carta constitu- la aljama consiguió que el rey sancionara
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cional pues, además de controlar el caos un Reglamento judicial que, por su cohe-
de la hacienda de la aljama mediante la rencia, se mantendría vigente, en lo esen-
creación del cargo de tesorero o «clava- cial, hasta el momento de la expulsión:
rio», propugnaba una mayor representa- contemplaba la existencia de un juez de
tividad de las «manos mediana y menor» apelaciones judío, una figura que existía
en los organismos ejecutivo y consultivo desde antiguo pero sin continuidad, por la
de la comunidad. manera en que se había realizado su de-
signación18.
Poco después (verano de 1391), estallaban
en Sevilla los alborotos que en poco tiem- Había cargos que exigían un profundo co-
po se extenderían por buena parte de la nocimiento de la ley, como el de notario (o
Península. Zaragoza se libró de ellos gra- sofer)19, a quien competía redactar las es-
cias a que, en ese momento, los reyes se crituras relacionadas con la Ley judía,
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7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV
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Interrogatorio a Judas, el judío, por Santa Elena. Museo de Bellas Artes de Zaragoza.

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especialmente los contratos matrimonia-
les o ketubot y los testamentos20). El jefe
espiritual de la comunidad era el «rav»,
que percibía un salario por su gestión. Go-
zaba del respeto de sus correligionarios y
su opinión era decisiva para resolver cues-
tiones de difícil resolución. En el siglo XIV
fueron «ravs» de Zaragoza dos catalanes de
reconocido prestigio: Isaac ben Shéset
Perfet, famoso por sus Responsa, que en
1385 se marchó de la ciudad por sus dis-
crepancias con los Abnarrabí, una de las
familias más influyentes de la ciudad. Le
sucedió en el rabinato el filósofo Hasday
Crescas, aconsejador del Rey y hombre de
estado, que desempeñó una misión tras-
cendental al frente de la comunidad y co-
mo soporte del judaísmo hispánico que,
tras los acontecimientos de 1391, quedó
herido de muerte21.
El representante del rey en la judería de
Zaragoza era el merino que, además de
percibir las rentas pertenecientes al mo-
narca, era juez ordinario en los litigios
promovidos entre judíos y gentes de otra
religión. Contaba con un ayudante judío, Moisés desciende con las tablas de la Ley.
Haggadah de Sarajevo.
el vicemerino de la judería, cuya misión
consistía en controlar los juicios que se
celebraban en la comunidad, con el fin de fecédech o de la Mercé) y vestido (Malbisé
asegurar la percepción de las multas que Aromín o de Vestir al desnudo), o se en-
debían revertir al tesoro real. Su presencia cargaban de cuidar (Sombreholim) y visitar
originó un sinfín de problemas, pues los (Bicurholim) a los enfermos. No faltaban
7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV

jueces judíos, que se sentían controlados las que se hacían cargo de los difuntos:
por él, trataron de eludir su vigilancia pa- tanto de los preparativos que precisaba el
ra mantener su autonomía22. cadáver y de su traslado al cementerio
(Nozé amitá o de los portadores del ataúd),
Aunque las sinagogas desempeñaban una
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como de su exhumación (Cabarim o de los


destacada función sociobenéfica, en el si- enterradores). La cofradía de Lelezmuroz o
glo XIV los judíos zaragozanos contaban de la Maytinal tenía la misión de convocar
con una institución de beneficencia ofi- a la oración de la mañana a los judíos za-
cial, patrocinada por la aljama: la Almos- ragozanos, reacios a levantarse temprano
na de la Aljama, del Cahal o de Los yentes en los fríos amaneceres del invierno23.
e vinientes. También había cofradías pri-
vadas que se ocupaban de atender las ne-
cesidades de los más humildes, facilitán- La hacienda y la fiscalidad
doles libros de carácter religioso (Cefarim
o Atoras) o la posibilidad de acceder a la La comunidad judía de Zaragoza debía ha-
enseñanza de la Ley (Talmud Torá). Otras cer frente a numerosos gastos, en concep-
proporcionaban a los necesitados manu- to de impuestos. Además de una cantidad
tención (Hozé Hézet o de la Caridad y Rot- fija anual, estipulada por el Soberano,
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tenía que subvenir a otras demandas más miembros estaban dispensados de cotizar
o menos estables, exigidas por la Corona con el resto de la aljama. Esto no quiere
en concepto de cenas (de ausencia y de decir que estuvieran exentos del pago de
presencia) o para el mantenimiento de las impuestos, porque –aunque parezca una
fieras que el monarca poseía en el foso de paradoja– los francos, además de cotizar a
la Aljafería. También estaba obligada a su señor (el castellán de Amposta) una
contribuir en los subsidios extraordina- cantidad simbólica, pagaron al soberano
rios que eventualmente se les demandaba cifras astronómicas, las más de las veces
para subsanar los dispendios ocasionados para que les siguiera reconociendo sus
con motivo de guerras, viajes reales, cere- franquicias. El hecho de escapar a la ju-
monias de coronación, bodas de las infan- risdicción real, unido al convencimiento
tas, etc. Además, la aljama debía «satisfa- de pertenecer a una clase superior, contri-
cer convenientemente» a la Corona por la buyeron a que estas familias se distancia-
concesión de privilegios o dispensas. ran del resto de la comunidad, que en
Cuando el tesoro real necesitaba reunir ocasiones adoptó una postura de oposición
una cantidad, lo hacía saber a los judíos e incluso de enfrentamiento hacia ellas,
de cada reino e incluso de cada collecta (o las más de las veces alentados por la Co-
unidad administrativa para el reparto y rona que veía, con desagrado e incluso
recaudación del tributo, integrada por con irritación, cómo fracasaban sus inten-
una ciudad y las localidades más próxi- tos por derogar los privilegios que sus an-
mas a ella). Los dirigentes de la aljama de tepasados habían otorgado a estos clanes
Zaragoza, que era cabeza de collecta, se familiares. A finales del siglo XIV estas di-
encargaban de recaudar esos fondos me- ferencias se agudizaron y los Alazar inter-
diante la aplicación de un sistema de ta- pusieron firma de derecho ante el Justicia
llas o repartos, proporcional a la riqueza de Aragón. La situación acabaría repercu-
de sus miembros, lo que –como he señala- tiendo en el seno de la aljama, pues las re-
do anteriormente– ocasionó serios conflic- laciones se volvieron todavía más tensas24.
tos. Para mitigar esos enfrentamientos, a
comienzos del siglo XIV se introdujeron
los impuestos indirectos o «sisas». La difícil coexistencia

En los primeros tiempos la relaciones en-


tre los judíos y cristianos se caracteriza-

7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV


La lucha por el poder en el seno
de la aljama ron en términos generales por una coexis-
tencia pacífica, apenas alterada por
Las primeras disensiones documentadas ocasionales brotes de fanatismo. Desde
en el seno de la aljama de Zaragoza se re- 1215, y como consecuencia de las medi-

ASUNCIÓN BLASCO MARTÍNEZ


gistraron a comienzos del siglo XIII, a raíz das restrictivas y de los sermones lanza-
de la polémica surgida en torno a las ideas dos desde el púlpito, este clima de tole-
expuestas por Maimónides en el Mishné rancia comenzó a deteriorarse, aunque
Torá: Ya entonces se constituyeron dos con menor intensidad que en otros luga-
bandos que respondían a dos formas dife- res de la Península. Los cristianos acomo-
rentes de entender el judaísmo. Con el dados seguían recabando de los judíos
tiempo, estas tensiones se recrudecieron, servicios profesionales y laborales, y apli-
provocando fuertes tensiones religiosas y cando el título de «don» a aquellos que
sociales. La flor y nata de la comunidad la despuntaban por su posición económica o
constituían dos familias (Alazar y Cavalle- intelectual y no eran rabinos. En cambio,
ría), llamadas francas porque a la hora de el sentimiento antijudío fue calando en las
tributar lo hacían aparte. Como vasallas capas más humildes de la sociedad cris-
de la Orden del Hospital que eran, sus tiana que, cada año, al llegar la Semana
219
Santa, intentaban vengar la pasión de Je- 1391. Y eso que en Zaragoza los ataques
sús atacando a los judíos que tenían más no llegaron a producirse, gracias a la pre-
próximos. sencia del Rey. La carta que Hasday Cres-
cas escribió a los judíos de Aviñón relatan-
Las relaciones entre los miembros de estas do los acontecimientos, refleja ese temor y
dos comunidades religiosas se enfriaron, esa sensación de profundo abandono, pre-
todavía más, a raíz de los alborotos regis- ludio de una ruptura aún mayor que de-
trados en buena parte de la Península en sembocaría, un siglo después, en el exilio.

NOTAS

1. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Identidad de los judíos tudios de Edad Media de la Corona de Aragón», 6 (1956),
hispanos, «Año mil, Año dos mil. Dos milenios en la histo- pp. 291-447.
ria de España» (Coord. Julio Valdeón), Sociedad Estatal
15. BLASCO, La judería de Zaragoza (cit. en la nota 8),
España Nuevo Milenio, Madrid 2001, I, p. 215.
p. 27.
2. BAER, Yitzak, Historia de los judíos en la España cris-
tiana, Altalena, Madrid, 1981, I, p. 19. 16. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Los malsines del reino de
Aragón: una aproximación, «Eleventh World Congress of Je-
3. ASSIS, Yom Tov, Juifs de France réfugiés en Aragon wish Studies», Div. B, vol. I (Jerusalem, 1994), pp. 83-90.
-
(XIIIe XIVe siècles), «Revue des Études Juives», CXLII
(1983), pp. 285-322. 17. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Los judíos de Zaragoza en
el siglo XIV, Tesis doctoral (Zaragoza 1987), 2.3.2 (inédito).
4. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Las sinagogas de Aragón:
datos de los últimos diez años, en «Juderías y sinagogas es- 18. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, La autonomía judicial de
pañolas, en memoria de José Luis Lacave». XI Curso de Cul- los judíos de Zaragoza: la normativa de 1376, «Sefarad» LII
tura Hispanojudía y Sefardí, Toledo, 2002, pp. 193-231. (1992), pp. 323-336.

5. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Los judíos del reino de Ara- 19. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Notarios-escribanos ju-
gón: encuentros y desencuentros de una comunidad margi- díos de Aragón (siglos XIV-XV). En «Rashi 1040-1990»
nada, «Revista de la Confederación Española de Centros de (=Hommage à Ephraïm E. Urbach), Congrès européen des
Estudios Locales», CSIC (Valencia), 1 (2000), p. 129. Études juives/ed. par G. Sed-Rajna (Les Éditions du Cerf,
Paris 1993), pp. 645-656.
6. Ibid, p. 131.
20. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Mujeres judías zaragoza-
7. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Actividad laboral de una nas ante la muerte, «Aragón en la Edad Media. Estudios de
comunidad urbana del siglo XIV: la aljama de judíos de Za- Economía y Sociedad» (Zaragoza), IX (1991), pp. 77-120.
ragoza, en «Les Sociétés urbaines dans la France Méridio-
nale et la Péninsule Ibérique au Moyen-Âge» (Paris, 1990), 21. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, El impacto de los ata-
7. Los judíos de Zaragoza en los siglos XIII-XIV

pp. 439-461. ques de 1391 y del adoctrinamiento de Tortosa en la so-


ciedad judía aragonesa, En «La Península Ibérica en la
8. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, La judería de Zaragoza en Era de los descubrimientos, 1391-1492». Actas. III Jor-
el siglo XIV, Institución Fernando el Católico, Zaragoza,
nadas hispano-portuguesas de Historia Medieval, Sevilla
1988.
25-30 de noviembre, 1991, vol. I (Sevilla 1997), pp. 259-
9. BLASCO, Las sinagogas de Aragón (cit. en la nota 2). 288.
ASUNCIÓN BLASCO MARTÍNEZ

p. 226.
22. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Solomon Anagni, per-
10. Ibid. puntero of the King of Aragon and deputy Merino of Sara-
gossa (14th Century), en «Jews, Muslims and Christians In
11. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Ocio y trabajo en el mundo and Around the Crown of Aragon». Essays in Honour of
hispano judío, «El legado de los judíos al Occidente europeo: Professor Elena Lourie, ed. by HARVEY J. James (Brill, Lei-
de los reinos hispánicos a la monarquía española, 4.os En-
den-Boston, 2004), pp. 321-347.
cuentros Judaicos de Tudela» (Tudela 2002), pp. 105-135.
23. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Instituciones sociorreli-
12. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, La producción y comer-
giosas de los judíos de Zaragoza (siglos XIV-XV). Sinago-
cialización del vino entre los judíos de Zaragoza (siglo XIV),
gas, cofradías, hospitales, «Sefarad» (Madrid), XLIX (1989),
«Anuario de Estudios Medievales» (=Homenaje a Don Emi-
pp. 227-236 y L (1990), pp. 3-46 y 265-288.
lio Sáez) (Barcelona), 19 (1990), pp. 405-450.
24. BLASCO MARTÍNEZ, Asunción, Las expulsiones señoria-
13. BLASCO, La judería de Zaragoza (cit. en la nota 8),
les: Los Caballería y los Alazar de Zaragoza, vasallos de la
pp. 174-176.
Orden del Hospital, en «Jews and Conversos at the Time of
14. LÓPEZ DE MENESES, Amada, Documentos acerca de la the Expulsion», (Jerusalem: The Zalman Shazar Center for
peste negra en los dominios de la Corona de Aragón, «Es- Jewish History, 1999), pp. 155-175 (en hebreo).
220
Pergamino hebreo en letra cuadrática conteniendo un fragmento
del Levítico. Archivo Municipal de Borja.

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