Historia Medieval- Año 2020

Dra. Andrea Mariana Navarro

Profesora JTP- Historia Medieval

Facultad de Filosofía y Letras- UNT

Clase Práctica

Tema 1: La sociedad y los reinos romano-germánicos

Cambios y continuidades

La instalación de los pueblos germanos en el Imperio Romano de Occidente no

modificó totalmente sus estructuras. Salvo en el caso de los vándalos, y en menor medida
de los anglos y sajones, los recién llegados se adaptaron a las circunstancias de las regiones
ocupadas y heredaron el poder del Imperio en ellas.

La frágil pervivencia de las ciudades fue uno de los rasgos de los reinos que
sucedieron al Imperio Romano que con la población perdieron sus antiguas funciones en
beneficio del campo. Apenas se mantuvieron unas cuantas ciudades rodeadas de murallas
que servían de asiento a sedes episcopales. La disminución de la actividad mercantil fue
consecuencia de la desaparición de las antiguas concentraciones urbanas. Las rutas del
comercio subsistieron aunque las viejas calzadas terrestres se fueron deteriorando por la
falta de uso. Las marítimas conocieron una revitalización cuando los bizantinos del
emperador de Oriente, Justiniano, en el siglo VI ocuparon el norte de Africa, el sur de
España y la mitad meridional de Italia. Los negotiatores judíos, sirios y griegos se
encargaron de abastecer a los ricos de Occidente, tanto laicos como eclesiásticos. El
comercio no sólo disminuyó sino que cambió de carácter, ahora se trataba de proveer de
objetos de mucho valor a una minoría de ricos, en gran parte con productos fabricados en
Oriente, lo que suponía que Occidente debía remitir oro y esclavos a Bizancio.

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En el interior de Occidente la producción se centró en las villae o grandes

explotaciones. La Iglesia poseyó muchas, siendo destinataria por medio de ofrendas y
limosnas que devolvía en forma de beneficios espirituales a los donantes.

La revalorización del campo y de las tierras como forma de riqueza y de poder

explica la estructuración de la sociedad. Las aristocracias romana, germana y eclesiástica
concentraron la propiedad. Disponían además de competencias fiscales, militares y
judiciales, anteriormente públicas, sobre sus dependientes directos.

En la otra escala social se hallaban esclavos, siervos, colonos. Los primeros, simples
instrumentos con voz, carecían de peculio propio. Los segundos estaban instalados en
tenencias, tenían obligación de trabajar unos cuantos días que el señor reservaba. Los
últimos eran personas jurídicamente libres, pequeños propietarios que por temor al fisco
imperial, reclamaban la protección de un gran propietario a cambio de entregarle sus
tierras. Se convirtieron en colonos con la obligación de ceder parte de sus cosechas o de
realizar algunas labores en las tierras del señor.

La búsqueda de vínculos privados constituyó un síntoma de la debilidad de lo

público. La búsqueda de protección y la encomendación a los poderosos fue un rasgo de la
sociedad de los reinos bárbaros. La encomendación al patrocinium, al patronato de un
poderoso constituyó una fórmula de búsqueda de seguridades. Un terrateniente, un señor
podía rodearse de encomendados que le prestaban servicio de armas, adquiriendo una
dependencia honorable, el de hombre libre que prestaba servicio de armas. Este servicio se
convirtió en un criterio de jerarquización social. La calidad guerrera y el sentido de lealtad
personal hacia el jefe acabarían convirtiéndose en elementos trascendentales de la sociedad
medieval. A comienzos del siglo VII una aristocracia romana, bárbara y eclesiástica
formaba la minoría poderosa.

En su cima el monarca de carácter guerrero. Este trató de hacer triunfar la

transmisión hereditaria de su poder real, objetivo alcanzado por los francos. En los demás
reinos las aristocracias pusieron resistencia inclinándose por la elección dentro de unas
estirpes escogidas. En cualquiera de los casos, unas ceremonias de entronización,

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coronación o de unción en otras presentaron al rey como una persona por encima del resto
de los mortales.

Las tradiciones que caracterizaban la sociedad y el derecho de los germanos fueron

puestas por escrito. Así sucedió con el código de Eurico, texto legal de los visigodos; la ley
sálica de los francos salios o la ley gundobada de los burgundios. Ello hizo triunfar el
principio de la personalidad de las leyes con un reconocimiento de normas distintas para
romanos y germanos. Sólo a mediados del siglo VII en la España visigoda se daba el paso
hacia la territorialidad de las leyes promulgadas como un cuerpo único para los habitantes
del reino. Tal fue el Liber Iudiciorum ordenado por Recesvinto en 654 que consagraba la
continuidad de la tradición jurídica romana.

Los reinos bárbaros heredaron del Imperio Romano la organización tributaria y el

aparato recaudatorio. Los reyes bárbaros mantuvieron en su conjunto, aunque con ciertas
simplificaciones, el sistema romano y exigieron como tributo básico la capitatio-iugatio
que gravaba a las tierras y a las personas que las cultivaban. Este impuesto lo pagaban las
poblaciones romanas y sobre ellas siguió recayendo en los nuevos reinos occidentales.
Desde las invasiones una parte de las tierras pasaron a los invasores. En el reino visigodo
parece seguro que las sortes de los godos estaban libres del pago del impuesto territorial.
En el reino vándalo las tierras que pasaron a manos de los conquistadores también fueron
liberadas de la carga tributaria. No se sabe en cambio si fue así en el reino burgundio.

El mayor peso y desarrollo de las instituciones romanas hizo que en un principio, en

las zonas de mayor densidad romana (Aquitania, Septimania, Bética) se ejerciera una
atracción de lo romano sobre lo bárbaro. Por lo general los reyes bárbaros fueron
respetuosos con las instituciones romanas y tomaron funcionarios romanos a su servicio.
Teodorico hizo renacer el senado y nombró cónsules, fue el monarca que mejor asimiló la
situación administrativa que había encontrado a su llegada. En las ciudades junto al comes
(conde) romano se nombró un conde godo. En líneas generales podemos afirmar que en las
ciudades siguió funcionando un sistema básico de administración que no fue modificado ni
sufrió cambios radicales en su funcionamiento, especialmente en el pago de impuestos por
la población de origen romano.

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Donde se observa una clara discrepancia fue en la interpretación que dieron a la

noción de res pública ya que los monarcas bárbaros consideraron el reino como una
propiedad privada a la que podían fragmentar como hizo el rey merovingio Clodoveo con
sus cuatro hijos. Hay que recordar que en los primeros tiempos el título de monarca hizo
referencia a su pueblo, no a un territorio, y de esta forma se titularon rex Gothorum, rex
Francorum, rex Burgundionum.

Los reinos germánicos inestables y efímeros

Los reinos germánicos se asentaron sobre las ruinas del Imperio Romano de
Occidente después de haber contribuido en parte a su destrucción..

Las acciones de los vándalos terminaron por provocar la desarticulación de las

estructuras económicas y políticas de la antigua provincia norteafriacana. En el 534 las
tropas bizantinas enviadas por el emperador Justiniano acabaron con su reino.

Los suevos fueron el primer pueblo bárbaro que se convirtió al catolicismo. En 456
los visigodos los derrotaron y arrinconaron en Gallaecia obligándolos a convertirse al
arrianismo. Entre el 560 y 580 volvieron a convertirse al catolicismo lo que los llevó a
enfrentarse a los visigodos que dominaban el resto de la Península. En el 585 el monarca
visigodo Leovigildo los anexionó en su reino.

Los ostrogodos de Teodorico eliminaron en Italia a Odoacro y a los hérulos. El rey

ostrogodo fue defensor de la tradición romana, respetó siempre la ficción imperial y acuñó
sus monedas con la imagen del emperador. Fue gran admirador de la civilización romana y
ejerció influencia sobre otros pueblos germanos utilizando una hábil política matrimonial.
Su reino se extendía desde el Ródano hasta el Danubio incorporando toda Italia y parte de
Panonia y Dalmacia. Siguió una política de tolerancia con los católicos aunque era arriano.
Su muerte (535) dio oportunidad a los bizantinos de intervenir en Italia. Sin embargo una
rebelión encabezada por Totila mantendría por quince años la guerra gótica contra los
bizantinos.

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Los visigodos fueron extendiendo por la Galia su política expansionista. Eurico

ocupó toda la Provenza hasta los Alpes y se lanzó a la conquista de la Terraconense. A su
muerte el reino se extendía a ambos lados de los Pirineos pero su arrianismo los enfrentaba
a católicos e hispanos. La ocupación de Aquitania, Auvernia y Provenza despertaron el
recelo de francos y burgundios. Alarico II se enfrentó al franco Clodoveo que lo venció en
Vouillé en el 507, así la presión expansiva de los francos hizo que los visigodos se
trasladaran a España ocupando la Terraconense y la Bética. Hasta los reinados de
Leovigildo (568) y Recaredo (586) no dominaron la Península recobrando parte de la
Bética de manos bizantinas y consiguiendo la unidad religiosa tras la conversión al
catolicismo en el III concilio de Toledo (589).

Clodoveo fue el verdadero fundador del reino franco. Acabó con tropas romanas en la
Galia tomando su capital Soissons, ocupó el territorio situado entre el Somme y el Loire.
Después derrotó a los alanos situados entre Basilea y Besanzon, también a los burgundios
que dominaban Borgoña, Saboya, Suiza y el norte de Provenza. Clodoveo fue bautizado por
San Remigio el 25 de diciembre de 498 o 499 convirtiéndose en el primer rey que abrazó el
catolicismo. Sus hijos sometieron a los burgundios (523), turingios (531), alamanes (536),
Bávaros (555). Clotario I se convertiría en el monarca más poderoso de Europa extendiendo
sus dominios por la Galia y Germania.

La heptarquía anglosajona. Con este nombre se conoce a los siete reinos principales
que se formaron: Sussex, Essex, Wessex (sajones); Anglia del Este, Mercia y Northumbria
(anglos) y Kent (jutos). Algunos de sus reyes adquirieron supremacía temporal.

Los lombardos se establecieron en Italia tras la desaparición del reino ostrogodo.

Hasta el siglo I estuvo asentado en el área báltica. El vacío ocasionado en la Europa centro-
oriental fue aprovechado por los lombardos que se establecieron en dicha zona, en Panonia
(Hungría) como foederati en el siglo VI. Tras la caída de los ostrogodos el Imperio
Bizantino, que temía la expansión de los francos por el norte de Italia, no opuso resistencia
ante su entrada. Ante el vacío de poder que se encontraron y el estado de destrucción de
Italia, los años de guerra bizantino-ostrogoda, se expandieron por Toscana, Umbria (donde
crearon el ducado de Spoleto) y Campania (donde crearon el ducado de Benevento). Estos

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dos gozaron de autonomía respecto a los reyes. Mientras los bizantinos redujeron su
presencia a la zona del Exarcado de Rávena, la Pentápolis, el Lacio y el sur de Italia.

La desaparición del orden y del poder imperial después del 476 propició la
constitución de las nuevas monarquías que se convirtieron en la única referencia política de
Occidente. Los reinos germánicos fueron, en realidad un mosaico de dominios no siempre
estables y duraderos que sólo en algunos casos alcanzaron su maduración institucional y
política. Uno de los más grandes y duraderos fue el reino franco de la Galia bajo el
gobierno de la dinastía merovingia.

La expansión del cristianismo. El nacimiento de la cristiandad occidental. La

consolidación de la iglesia

Se han presentado muchas razones para explicar el triunfo del cristianismo: su

carácter universalista, el alto nivel moral y de solidaridad, el fortalecimiento institucional
de la iglesia. Todo indica que la conversión del emperador Constantino y el trato de favor
dado al cristianismo fue definitivo en su consolidación. El hecho de que la organización y
jerarquías eclesiásticas se extendieran por territorios situados fuera de las fronteras del
imperio (Irlanda, Germania, y parte de las islas británicas) constituye uno de los capítulos
centrales de este período.

La iglesia se inspiró en su organización y estructura propia en la organización

administrativa del Imperio. Digna heredera de la romanidad, siendo la civitas el núcleo
fundamental de la estructura administrativa imperial, también la escogió para sí a fin de que
en ella residiera el obispo. Desde ella el obispo controló todo el territorio adscripto a la
misma que se denominó diócesis.

A consecuencia del aumento de fieles se produjo la evangelización de las zonas

rurales o pagus por lo que las diócesis se dividieron en pequeñas circunscripciones
territoriales (parroquias) al frente de las cuales estaban los sacerdotes. La
institucionalización de estas estructuras se llevó a cabo durante los siglos II y III,
completándose a fines del siglo IV. La unión de varias diócesis formaba una provincia

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eclesiástica al frente de la cual estaba el metropolitano (arzobispo en occidente). La

provincia eclesiástica solía coincidir con la civil y el obispo metropolitano ocupaba un
lugar jerárquico superior al resto de los otros obispos, ya que presidía la elección y
consagraba a los obispos de su provincia y convocaba a los concilios provinciales.

Junto a la fuerza de los obispos proliferaron las iglesias privadas. En el mundo rural
las iglesias controladas por los obispos se mezclaban con las iglesias propias o privadas,
templos construidos y dotados en los dominios de los grandes propietarios quienes ejercían
el derecho de presentación del clero que había de estar al frente.

Uno de los pasos trascendentales en el proceso de integración de los germanos fue su

aceptación del cristianismo ortodoxo. El paso de los arrianos al catolicismo marcó un
momento clave en la historia de los pueblos como los visigodos, pero aún más decisivo el
paso directo del paganismo al catolicismo de francos o anglosajones. Bien es cierto que la
integración al cristianismo no dejó de presentar muchas dificultades y peculiaridades que
no facilitaron la convivencia inmediata pero al final la religión resultó ser un punto de
encuentro y la fuente de nuevos planteamientos sobre la que se sustentaría la nueva
civilización de Occidente.

Con este panorama general hemos presentado los aspectos básicos de la nueva
organización surgida después de las invasiones bárbaras. En ellos se advertirán cambios y
continuidades, procesos en los que los historiadores han centrado su atención para
caracterizar a los primeros siglos de la Edad Media. Tal cuestión entraña debates, diversos
puntos de vista que deberán seguirse a través de los autores adscriptos a una línea
historiográfica y que podrán encontrar en la bibliografía. Tales temas referidos a la lenta
descomposición de las estructuras de la civilización romana y a las nuevas aportadas por los
pueblos germánicos organizados en reinos se reconocerán en los textos que son de lectura
obligatoria para la resolución de los trabajos prácticos como en los de carácter
complementario consignados en la bibliografía de la clase 1, tema 1.

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Fecha de entrega Viernes 22 de Mayo de 2020