Está en la página 1de 5

Actividad 1: Transición del feudalismo al capitalismo- 11/04/2024

Historia Social General- CCC Licenciatura en Historia FCH-UNICEN


Integrantes: Dellatorre, Candela; Silvestre Cristian; Caviedes Federico; Oberman Lorena; Conforti, Lucio

A partir de este brevísimo texto nos interesa proponer una reflexión en torno al largo
proceso de transición de las estructuras feudales a las capitalistas sobre la base de debatir
acerca del por qué se pensó y se piensa en la actualidad este proceso desde el eje
historiográfico, así como de la significatividad que comporta este para la Historia Social de
Occidente. Con el objeto de estructurar el análisis y reflexión se aspira a proponer unas líneas
que intenten responder al ¿Por qué resulta significativo el estudio de la transición en la
actualidad? o ¿Qué valor ha tenido y tiene estudiar la transición al capitalismo?
Los orígenes del capitalismo han sido estudiados desde el siglo XVII y XIX en las obras
de grandes teóricos como Smith, Marx y Weber. Ahora bien, existe una diferencia
metodológica, y explicativa por supuesto, al pensarlo cómo origen o como proceso de
transición de un sistema a otro: en primer lugar, los orígenes del capitalismo fueron estudiados
como un estadio del desarrollo de las sociedades de forma universal y en segundo lugar
implica pensar y enmarcarlo en un proceso de temporalidad histórica inscripto en los tres
tiempos propuestos por Braudel. Durante el siglo XX, el proceso de transición del feudalismo
hacia el capitalismo ha suscitado a lo largo, sobre todo, pero no exclusivamente, sendos
estudios y debates sobre su naturaleza. Si nos remontamos a mediados de este siglo, nos
encontramos primero con el debate Sweezy-Dobb y unas décadas más tarde el denominado
debate Brenner, los primeros en preguntarse de qué manera se produjo la disolución del
feudalismo y el origen del capitalismo. De esto, una cuestión clara a destacar es que fueron los
marxistas los primeros en adentrarse en las más álgidas disputas sobre la naturaleza del
surgimiento del capitalismo. En este sentido, podría proponerse, de ninguna manera
innovadora, que las motivaciones residen primero en el contexto mundial de disputa ideológica
comunismo-capitalismo, y luego, dentro del marco de la historiografía propiamente dicha, a
partir de la difusión de la historia científica -en términos de Stone (1986)- económica, analítica y
estructural la cuál dentro del marxismo implicó proponer un modo de entender a las sociedades
y el pasado donde “la historia sigue un proceso dialéctico de tesis y antítesis; a través de un
conflicto de clases, las cuales se crean por los cambios en cuanto al control de los medios de
producción” (Stone, 1986, p. 97) la cuál implicó en términos generales subsumirse a un
determinismo económico. La renovación historiográfica de fines del siglo XX supuso una crítica
a estas formas de hacer historia, cuestión que no implicó ni las primeras críticas ni que estas
formas se agotaran. Entre ellas la Nouvelle Histoire francesa, nacida en el seno de los Annales,
y los marxistas británicos con Dobb, Hilton, Hill y especialmente Hobsbawm y Thompson a la
cabeza. Fueron ellos quienes propusieron el análisis de esta temática no solo basada en lo
económico sino como un largo proceso que se inició en el seno del feudalismo mismo y cuyas
rupturas exceden el mero orden económico y se extienden a lo social, lo político, lo cultural y lo
ideológico; en este sentido los textos propuestos se posicionan desde aquí y abarcan desde
distintos ángulos transformaciones producidas desde el siglo XIV hasta el XVII: no sería factible
ni deseable categorizarlos porque implicaría recortar los alcances de sus obras.
Ante todo, nos gustaría señalar que los debates sobre la transición y el origen del
capitalismo tiene tintes netamente europeos, que, aunque se han producido teorías
latinoamericanas, no forma parte de una experiencia singular y universal, existen incluso
diversos estudios sobre los desarrollos regionales del feudalismo y el capitalismo; por ende, no
podemos hablar de una única forma de transición e imposición del capitalismo. Se aclara que la
intención no es ensalzar formas mínimas y descontextualizadas de hacer historia, sino más
bien comprender las particularidades que se encuentran inmersas en la historia social con el
objetivo de complejizar el análisis y alcanzar una comprensión cabal del pasado y el presente
de las sociedades. Es decir, las formas de inserción y desarrollo del capitalismo en América
latina difieren ampliamente de las europeas, y el feudalismo, en especial las relaciones feudo-
vasalláticas, no tuvieron desarrollo en este continente.
Los autores abordados a lo largo de esta temática nos han permitido contemplar la
complejidad que abarca esta. De manera general, nos permiten observar cómo la crisis del
modo de producción feudal que se inicia en el siglo XIV hunde sus raíces en los inicios del
propio modelo allá por el siglo XI. Cabe destacar que la caída definitiva de este modo de
producción no se dará sino hasta el siglo XVIII, luego de la crisis terminal del siglo XVII. De allí
la importancia del estudio de este periodo dado que surgen en el seno del mismo feudalismo
los instrumentos, sociales, económicos, jurídicos y políticos que terminarían en el surgimiento
de la modernidad tras las grandes revoluciones que se dan desde 1760 hasta 1789. A
continuación, nos permitimos realizar un breve recorrido por sus aportes centrales.
Si partimos del análisis que Romano (1972) realiza de la crisis del siglo XIV, podemos
ver como intenta demostrar por intermedio de estadísticas y otros datos de índole cualitativos,
que dichas dificultades no son sólo producto de las epidemias y carestías por las que dicho
siglo fue atravesado. Si bien es cierto que estas provocaron una importante caída en la
población (que venía de un periodo de crecimiento continuo durante los dos siglos previos).
A partir de aquí nos muestra como una serie de cambios en las estructuras tanto de
producción y comercialización, el fortalecimiento de determinados grupos sociales que crecían
en las ciudades durante todo el periodo feudal, los cambios técnicos del campo y

2
posteriormente la caída en la productividad de la tierra, debido a la falta de inversión del Señor,
porque no le interesa y del campesino porque no puede, sumado a la expulsión de grandes
cantidades de mano de obra Campesina y un cambio en la producción de cereales (que busca
adaptarse a las nuevas necesidades de las industrias) llevan a una crisis del sistema que lo
deja debilitado y a la espera del golpe decisivo en el siglo XVII.
Hill (1977) alude a la aparición de un nuevo tipo de agricultor, el agricultor capitalista,
que buscaba inversiones seguras para obtener beneficios en el orden social. Además, este
autor muestra una discusión de cómo los terratenientes controlaban los gobiernos locales y
cómo los representantes en el Parlamento eran elegidos mayormente entre los caballeros
terratenientes. También se menciona la diversidad de campesinos, desde señores feudales
hasta arrendatarios de estratos más ricos del campesinado. Este autor relacionándolo con
Romano, podemos observar cómo nuevos núcleos de poder emergen en las ciudades ante el
declive de los viejos elementos feudales. Sin embargo, menciona que el capital mercantil puede
desarrollarse dentro de las estructuras feudales sin alterar el modo de producción, y que el
desafío a la clase dominante y su Estado solo se manifiesta con el desarrollo del modo de
producción capitalista en la industria y la agricultura. Comprender el proceso de transformación
entre el fin del feudalismo y el inicio del sistema capitalista implica conocer la crisis agraria
existente. Kriedte (1982) menciona los cambios en los sistemas de cultivo y la ampliación de la
superficie cultivada. El aumento de la población y la necesidad inmediata de alimentación hizo
que se destine la mayor cantidad de superficie de tierra a la producción de cereales que a la
explotación ganadera.
En Inglaterra en la primera mitad del siglo XVI se complementaron las dos actividades
pastoril y cerealera para mejorar la rotación de la tierra y obtener mayor rédito económico. El
comercio de la lana se convirtió en precursor del capitalismo en el campo. Llegaba a su fin la
utilización común de los campos de labranza y comenzaba un “individualismo agrario”.
Los protagonistas del movimiento de enclosures fueron en primer lugar los
terratenientes. La revolución de los precios los había colocado en una situación difícil: mientras
que sus rentas eran estacionarias, los precios subían. El proceso de cercamientos en Inglaterra
es la vía clásica de capitalismo agrario que menciona Campagne (2005). Cercar una propiedad
significaba rodearla con un límite permanente, el objetivo de las vallas era impedir en el futuro,
el ingreso del resto de la comunidad en las propiedades cercadas sin la autorización explícita
del propietario.
Por su parte, Tenenti (1985) en la formación del mundo moderno nos habla cómo la
Reforma Religiosa, especialmente la Reforma Protestante liderada por figuras como Martín

3
Lutero, tuvo un impacto significativo en la sociedad y en los conflictos políticos de la época.
Además, se analizan las luchas de poder entre las potencias europeas, las alianzas
estratégicas y las consecuencias de estas dinámicas en la configuración del mapa político
europeo. Esto es interesante, porque como los autores anteriores hablan de la crisis del
sistema feudal y la consolidación del estado moderno y Tenenti lo permite conectar como esa
transformación se ve reflejada en el plano social y espiritual.
Los debates y los planteos que proponen los autores reflejan cómo los diferentes países
han adoptado sistemas políticos propios de la herencia de la modernidad. El texto de Anderson
(1980) “El Estado Absolutista”, en el capítulo uno, plantea el debate en cuanto a las relaciones
de poder que continuaron tras el fin de la Edad Media y tras el surgimiento del Estado
Absolutista, destacando que muchas de las variables de análisis como las propias relaciones
de poder, los modos de producción a partir de la organización del trabajo y la injerencia de la
religión en el devenir político de los países reflejan gran vigencia en la actualidad. Como
aquella nobleza que Marx sostiene que en el nuevo sistema absolutista “nunca fue desalojada
de su dominio del poder político”, hoy en día en las disputas de poder que se representan en el
Estado Moderno, una clase o segmento social sigue dominando al resto.
Por su parte, Skinner (2010), en su estudio histórico sobre la evolución del concepto de
Estado, denominado “Una genealogía del Estado Moderno”, analiza los diferentes aportes de
autores de Europa Occidental, planteando los debates que cada uno aportó a dicha evolución.
A los debates propuestos, Skinner analiza el Estado desde su constitución no sólo en lo
meramente jurídico, sino también desde categorías o parámetros éticos y morales, de esta
forma cita a Jean Bodin cuando en su obra “Los seis libros de las República” sostiene que el
propósito básico de los monarcas es proteger a todo el cuerpo del Estado evitando cualquier
acción que perturbe dicha condición.
Con su densidad teórica y su pretensión de historia totalizadora, Hobsbawm (1983), nos
introduce a su hipótesis sobre la crisis del siglo XVII como el inicio de la fase terminal de la
transición global desde una economía feudal hacia una economía capitalista. Esta crisis de
carácter general implicó a su vez una crisis demográfica, económica (desindustrialización,
retroceso de las manufacturas tradicionales y estancamiento en la producción agrícola) y una
crisis social que giró en torno a los levantamientos campesinos. Analizando la situación de
varios países europeos plantea una diferenciación entre ellos en los impactos de dicha crisis y
como efecto una reconfiguración del eje económico del mediterráneo hacia Inglaterra y el éxito
político que implicó el avance de los Estados Absolutistas. En suma, la crisis creó ciertas
condiciones para la aparición del capitalismo, sobre todo en Inglaterra, a partir de la aparición

4
de nuevos mercados, las transformaciones en las estructuras social, política y las mutaciones
en el plano económico que finalizaron por instaurar el Putting out sistem y el New Drappery,
bases para la Revolución Industrial Inglesa.
En un apartado temático, Kamen (1990) y Federici (2009) nos introducen a la idea de la
Inquisición como elemento represivo propio de los estados en formación, como instrumento de
la corona para el control y la sujeción social por fuera de las justificaciones eclesiásticas. Así la
principal contribución de Federici se dirige a pensar la inquisición como mecanismo de control
sobre el cuerpo de la mujer y en la configuración de un sistema de dominación patriarcal
asociado al estado, es decir busca otorgarle al patriarcado un contenido histórico específico. Y
de Kamen se basa en la búsqueda de fuentes de ingreso que realizó la corona española a
partir de este sistema, como menciona “La búsqueda de herejes era en realidad una búsqueda
de propiedades” con las que se financia el tribunal y la burocracia española.
El camino recorrido nos ha indicado que cada uno de ellos ha realizado valiosos aportes
a la disciplina histórica en general y a la temática en particular. En un primer momento
podemos inferir que la temática abordada por los autores -el proceso que caracteriza la
transición del sistema político feudal al surgimiento del Estado moderno- establece gran
relevancia para lo que será el análisis y el estudio del origen del concepto de Estado para
entender en la actualidad la concepción de dicho concepto y su vigencia hasta nuestros días en
la constitución y adopción de las formas de gobierno de nuestras sociedades. Estos Estados
Absolutistas, recuperando la tradición romana, han inaugurado las formas de los Estados
Nacionales actuales, sus procesos de control social y las metodologías en las que el poder se
concentra hasta monopolizar el ejercicio de la violencia legítima. Por otro lado, la importancia
radica en la configuración de una estructura socioeconómica, e ideológica, que regula las
formas de vida de los sujetos en sociedad: la formación del individuo cuyo valor radica en la
venta de su fuerza de trabajo ha implicado la base del capitalismo actual, sistema que no ha
cesado de mutar en sus siglos de existencia. No quisiéramos detenernos a analizar
exhaustivamente su valor, los aportes que estos estudios históricos han hecho al conocimiento
de nuestro pasado y nuestro presente nos indican que revisitar el periodo estudiado aporta al
comprender primero el proceso de las revoluciones del siglo XVIII y luego a la formación de las
sociedades occidentales, su expansión en el marco del imperialismo y posteriores
reconfiguraciones que permiten reconocer hoy al capitalismo como sistema dominante,
hegemónico.

También podría gustarte