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Capítulo 1

Los protosociológos: El pensamiento social antes de la sociología.

Por Mario Ricardo Maurich

[…] No recuerdo quién ha buscado en Montesquieu y en Augusto Comte las grandes etapas del pensamiento
sociológico. Es ser bien ignorante. El saber sociológico se forma más bien en prácticas tales como las de los
médicos. […] si la intervención de los médicos ha sido tan capital en esta época (comienzos del siglo XIX), se
debe a que estaba exigida por un conjunto de problemas políticos y económicos nuevos: la importancia de los
hechos de población.
El ojo del Poder, entrevista con Michel Foucault.

Introducción:

La afirmación realizada por Michel Foucault, uno de los grandes historiadores de las ideas
que ha dado el siglo XX, nos pareció apropiada para iniciar la reflexión sobre los
antecedentes de la Sociología. Si bien provocadora, es del todo cierto que antes de nazca esta
disciplina, como uno de los campos secularizados del saber social 1, a mediados del siglo
XIX; ya existía una larga tradición de pensamiento occidental al respecto. Sin embargo, lo
que introduce la modernidad como novedoso y que puede apreciarse en uno de los
subprocesos fundantes del nuevo tipo de vida social, el proceso de secularización, es que las
llamadas ciencias sociales se caracterizan más por tender a la techne que a la praxis en el
sentido griego antiguo. Es decir, lo que introduce la modernidad es la tendencia técnico
práctica que se aleja de cualquier nomos establecido. Y prioriza lo empírico de acuerdo a lo
ocasional2. Es así que la sociología nace para dar respuesta a los problemas de este nuevo
tipo de vida social, que Comte identificará siguiendo a su maestro Saint-Simon con la

1 La hipótesis de que la sociología es unos de los campos secularizados del saber social puede leerse en
la introducción que hace Juan Carlos Portantiero a su estudio sobre la sociología clásica. Ver Portantiero 2004.
2 Un acercamiento desde esta perspectiva, pero refiriéndose particularmente a la Política, pero muy
atinente para entender como se abandona la matriz de pensamiento Aristotélico y se la reemplaza por otra que
viene imperando desde el siglo XVI hasta la fecha, lo hace Jürgen Habermas en su Teoría y Praxis. Ensayos de
Filosofía Social 1966.

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sociedad industrial. Así nace un nuevo recorte con pretensiones de cientificidad que será la
Sociología.

El marco socio histórico del surgimiento de las ciencias sociales:

El surgimiento de las ciencias sociales en general se inscribe en un gran proceso de cambio


socio histórico que abarca desde fines de la Edad Media hasta comienzos de la Edad
Contemporánea. Es decir desde mediados del siglo XV hasta comienzos del siglo XIX. Dicho
proceso de cambio ha sido abordado por las propias ciencias sociales como objeto de estudio
con el nombre de proceso de modernización. Podría definirse el mencionado proceso como
la alteración de las estructuras políticas, sociales y económicas, que predominaron durante
las llamadas Baja y Tardía Edad Media (desde los años 1.000 A. D. hasta medidos de los
1.400 A. D., aproximadamente); y la introducción de nuevas y diferentes estructuras a través
de sendos procesos políticos, sociales y económicos a lo largo de los siglos XV, XVI, XVII
y XVIII, que instauraron a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX las tendencias que
vienen predominando desde hace doscientos años con el nombre de sociedad moderna.
Este largo proceso de cambio social ha sido analizado contemporáneamente a través del
estudio de cinco subprocesos que se van cruzando entre sí a lo largo de aproximadamente
cuatro siglos. Los mismos son:
El paso del pensamiento mágico al pensamiento científico, como lo llama Max Weber. El
reemplazo paulatino de una matriz de pensamiento centrada principalmente en lo sagrado, lo
sobrenatural, lo específicamente religioso; por una matriz de tipo mundana, profana, secular.
De ahí el nombre que tomará este proceso denominado de secularización. A partir del cual
se va imponiendo una perspectiva basada en la racionalidad del hombre que piensa desde su
propia existencia sin recurrir a dimensiones que escapan a su propia experiencia sensible y
al reflexionar a partir de la conciencia de su propio ser. Parafraseando nuevamente a Weber,
es un proceso de racionalización.
El cambio de coordenadas espaciales de la vida en común desde una existencia
predominantemente rural a otra urbana. Se profundiza una tendencia surgida ya en la Baja
Edad Media que combina por un lado el crecimiento demográfico de las propias ciudades

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con las corrientes migratorias que desplazan, por distintas circunstancias, gentes de las zonas
rurales a las ciudades. Es esto el proceso de urbanización.
También se va corriendo de a poco desde fines del siglo XV en adelante la línea que separa
la producción de tipo primaria a una de tipo secundaria, en lo que respecta a las condiciones
materiales de la vida social como la llamó Karl Marx. Si bien no es hasta el siglo XVIII que
se produce la gran transformación, parafraseando a Karl Polanyi, que permite hablar de una
Revolución Industrial, el proceso comienza como lo estudia propiamente Marx en sus
trabajos con el concepto de proceso de acumulación originaria mucho antes. A esto se lo ha
llamado proceso de industrialización y se refiere entonces al cambio en la matriz productiva.
Las estructuras de autoridad que enmarcan políticamente los cambios en los ámbitos recién
mencionados, va de suyo, que también se sometieron a las mismas fuerzas de cambio. De
visiones sobre un orden jerárquico eterno en el que cada uno ocupaba un lugar indiscutido e
inamovible, se va pasando a una realidad también ordenada jerárquicamente pero elegida y
elegible. De situaciones en las que la mayoría de las personas participaban pasivamente de
un orden político inalterable se pasa a uno de horizontalización progresiva de la posibilidad
de activar de manera manifiesta su voz en los asuntos políticos. A esto se lo ha llamado
proceso de democratización.
No está de más aclarar que estos distintos procesos que constituyen la modernización no son
secuenciales ni correlativos. Sino que al ser históricos se presentan contingentes y
superpuestos a lo largo de todo el proceso.
Es en el marco de estos procesos que se va dando el surgimiento de nuevas miradas sobre la
vida social. Primero desde lo político en tanto y en cuanto se viene dando un cambio en la
espacialidad y las dinámicas de la política. De una dispersión a una concentración del poder,
nace lo que se llamará Estado. Una nueva territorialidad de las estructuras de autoridad que
necesariamente alteraron lo viejos patrones de legitimidad. De la mano de Nicolás
Maquiavelo, a fines del siglo XV y comienzos del XVI, se introduce la importancia
antropocéntrica del príncipe del que depende el orden político, no ya de la voluntad de Dios.
De un Juan Bodino, a fines del siglo XVI, que le reconoce a ese príncipe una fuerza absoluta
e irrefrenable necesaria para imponer la paz y la armonía al interior de ese orden, aunque aún
sujeto a las leyes de la naturaleza, que son las de Dios. No es hasta la aparición de Thomas
Hobbes, a mediados del siglo XVII, que se plantea un nuevo principio legitimador de la

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política distinto a todo lo que se venía teorizando hasta el momento. Es ahora la razón del
hombre la que funda el orden político y por voluntad propia y solo para salvaguardar
mezquinamente su individual existencia. He aquí el nacimiento de un nuevo y moderno
modelo de pensamiento político. Como telón de fondo de este proceso de secularización de
la reflexión sobre lo político se da el propio proceso de la constitución política de la autoridad
monárquica. Qué deviene en absoluta a medida que va derrotando las pretensiones de
diversos poderes intermedios: aristocráticos, clericales y corporativos. Guerras entre casas
reales, entre señores feudales y la corona, entre Iglesia y Corona, entre iglesias mismas,
ocupan prácticamente doscientos años y dan los primeros materiales de la reflexión a la
naciente Ciencia Política.
Terminadas las Guerras de Religión a mediados del siglo XVII e impuesta la nueva autoridad
real comienza una nueva etapa en la que, de lo que antes se carecía, ahora se consideraba de
a poco como indeseable y asfixiante. La autoridad real absoluta de ser necesaria para
garantizar el nuevo orden pasa a ser considerada en un obstáculo para su desarrollo. Es así
que se da una vuelta de tuerca a la reflexión política. Autores como John Locke, Montesquieu
en Europa; Thomas Paine, Thomas Jefferson, Alexander Hamilton, John Jay y James
Madison, entre otros, en las antiguas colonias británicas de América del Norte devenidas en
los Estados Unidos de América, son los protagonistas de esta segunda fase. El estado pasa a
un segundo plano y las teorizaciones lo son ahora sobre el gobierno de los hombres y los
mecanismos necesarios para no caer en la tiranía. Los conceptos de gobierno limitado,
división de poderes, constitución y derechos del hombre y del ciudadano, son los que
centralizan la atención.
De forma paralela a esta segunda reflexión sobre lo político, comienza a desarrollarse una
nueva disciplina que abordará los problemas referentes a la producción, la circulación y el
intercambio de bienes y riquezas en la sociedad. A esta nueva problematización se la
conocerá como Economía Política. Ya que dichos problemas se dan aún en un espacio
político estatal que los encuadra. Y a pesar de que lo que será la economía clásica se preocupe
de distinguir como separado al mercado del estado, este último se mantiene siempre como
garante de este nuevo espacio público no estatal llamado mercado. Autores como William
Petty, François Quesnay, Adam Smith, Thomas Malthus y David Ricardo son los principales
jalones en el desarrollo de la Economía Política.

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El telón de fondo intelectual de la parte final de este proceso lo va a constituir la llamada
Ilustración o Iluminismo. Esta corriente intelectual que se desarrolla durante la llamada Edad
de la Razón en los siglos XVII y XVIII, alcanzó su punto más alto en Francia y las islas
británicas. Conceptos tales como individuo, progreso, contrato, naturaleza y razón son los
que sintetizan las aspiraciones de la liberación del hombre individuo. Liberación de los lazos
sociales antiguos y de la mentalidad tradicional que lo encadenaban. El hombre de esta nueva
visión era natural e innatamente racional y autosuficiente. Se abría ante este hombre una
promesa de avances ininterrumpidos hacia un orden social que se fundaba sobre intereses
racionales.
Ahora bien, existe un conjunto de pensadores de muy diverso origen que coinciden en su
preocupación sobre los resultados o consecuencias de las grandes revoluciones de finales del
siglo XVIII. El desarrollo de su trabajo, se extiende principalmente desde algunos años antes
de iniciada la Revolución Francesa de 1789 hasta mediados del siglo XIX. Las reflexiones
que los mismos hicieron sobre el paisaje que se les presentaba frente a sus ojos se las puede
considerar como los antecedentes inmediatos de los análisis que desde la Sociología harán
primeramente Augusto Comte y Carlos Marx, a partir de las décadas de 1830 y 1840. Pero,
la gran diferencia entre unas y otras reflexiones, radica en el tipo de mirada. Más totalizadora,
poco metódica y casi carente de sistematización de las primeras. Un poco más parcial,
metódica y sistemática en los padres fundadores del Positivismo y del Socialismo Científico.
Por lo que podemos afirmar que los primeros análisis sobre la nueva forma de vida social,
que aparecerá como consecuencia de los grandes cambios de fines del siglo XVIII y
principios del XIX, son más de tipo filosófico que propiamente científico 3.
Estos pensadores pueden ser agrupados en tres grandes corrientes de pensamiento. Los
llamados reaccionarios, retrógrados, románticos, contrarrevolucionarios o historicistas. Los
socialistas utópicos. Y por último, los utilitaristas. Es indudable que todos, desde
perspectivas teórica filosóficas disímiles, tratan de entender, explicar el gran tema del cambio
social, que se constituirá en la piedra angular del desarrollo de la Sociología propiamente
dicha ya a partir de la segunda parte del siglo XIX.

3 Para una profunda diferenciación sobre los modos del saber social desde una perspectiva que intenta
jerarquizar los mismos desde la praxis histórica, ver Dri 2005.

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Llegados a este punto podemos comenzar a estudiar el momento preciso en el que se dan los
grandes cambios de fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Es en este período de
no mas de 50 años que se desarrollan las primeras producciones sobre una realidad hasta ese
momento inédita. Es el momento en el que nace un nuevo espacio sobre el que reflexionar.
Distinto a lo político y a lo económico, con sus propias reglas y características. Veamos cómo
fue ese breve período que da nacimiento a la sociedad moderna y a sus primeras
manifestaciones que caracterizamos como protosociológicas.

Algunas miradas sobre la realidad histórica de la filosofía social entre fines del siglo
XVIII y primera mitad del siglo XIX.

No hay mejor forma de entender el por qué pensadores de distinto talante coinciden en una
escritura evaluativa de su contexto, que mirar el mismo a través de descripciones que de este
se hacían sin una clara intención de reflexión intelectual. Es por ello que usaremos en este
apartado los recursos de la literatura para dar cuenta de lo que se denomina académicamente
el contexto escritura de los autores de la protosociología. No hay más que leer las obras de
Charles Dickens4 y Víctor Hugo5, para entender como había cambiado el mundo, como se
habían alterado siglos de relativa continuidad en poco mas de tres o cuatro décadas. Las
grandes revoluciones de finales del siglo XVIII y principios del XIX desarticularon un
entramado de relaciones de todo tipo dentro de la cual se había desarrollado la comodidad
del llamado ancien regime (antiguo régimen).
En su última obra titulada Tiempos difíciles, Charles Dickens, retrata las miserias de una
ficticia ciudad victoriana del norte de Inglaterra cuya actividad principal es la extracción del
carbón: Cocketown. En la misma el tema principal es la lucha de clases entre propietarios
industriales y trabajadores asalariados, con un trasfondo de hambre, injusticia y suciedad.

4 Charles John Huffam Dickens, fue un famoso literato inglés nacido en Portsmouth un 7 de febrero de
1812 y muerto en Gads Hill Place un 9 de junio de 1870. A pasado a la posteridad por imprimir en sus novelas
una dosis de humor e ironía con la que dotó a sus obras de una aguda crítica social a la Inglaterra victoriana.
5 Victor Hugo nación en Besanzón un 26 de febrero de 1802 y murió en París un 22 de mayo de 1885.
Afamado poeta, dramaturgo y escritor romántico. Tuvo también un compromiso político e intelectual con los
problemas que Francia atravesó durante el siglo XIX.

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Este escenario dista mucho de aquellos otros narrados por escritores de la picaresca del siglo
XVIII, como Daniel Defoe y Henry Fielding. Fundando lo que se conoce como la novela
social que se caracteriza por su profunda crítica al contexto de la revolución industrial. En
esta última obra de Dickens lo que claramente se muestra es la proletarización del trabajo
infantil, tan característico de aquellos tiempos.
Cruzando el Gran Canal, en tierras francesas, tenemos el fastuoso trabajo de Víctor Hugo en
Los miserables. Obra que recoge, entrecruzando historias paralelas, los derroteros de los
distintos sectores sociales, que expuestos a través de sus personajes, nos dan una detallada
acuarela de los cambios que arrasaron con las anquilosadas estructuras del ancien regime. La
cambiante sociedad de esta época emigra del campo a la ciudad. En el contexto de una
revolución tanto política como económico y social, hay grandes posibilidades pero también
grandes miserias. Donde se tiene lo justo para el sustento y si no se roba. Este es el paisaje
que magistralmente nos pinta Víctor Hugo. Es el comienzo de lo que los historiadores han
denominado la cuestión social. Es el paisaje en el que está tomando posición un nuevo actor,
el proletariado.
Durante el siglo XVIII, la mayor parte de la población que vivía en Europa se concentraba
en zonas rurales, pues la propiedad de la tierra representaba el poder de la nobleza y el único
sustento de los campesinos, quienes tenían que trabajarla para sus señores. Los centros
urbanos empezaron a desarrollarse y en ellos se realizaba la mayor parte de las actividades
del gobierno, la industria y el comercio. Con el paso del tiempo, muchos campesinos
emigraron hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades y condiciones de vida.
Generalmente no conseguían sus propósitos y tenían que vivir en situaciones deplorables.
Sin embargo, en esa sociedad mayormente ordenada de acuerdo a certezas ancestrales todos
y cada uno poseían una posición que los resguardaba, en tanto y en cuanto mantuvieran su
lugar, tanto en términos espaciales como estamentales.
Pero reflexionemos sobre lo que nos tiene que decir respecto de la ciudad industrial del siglo
XIX Eric Hosbsbawn:

[...] la ciudad destruyó la sociedad. “No hay ninguna otra ciudad en el mundo donde la distancia entre el rio y
el pobre sea tan grande o la barrera que los separa tan difícil de franquear”, escribió un clérigo refiriéndose a
Manchester. “Hay mucho menos comunicación personal entre el dueño de una hilandería y sus obreros, entre
el estampador de indianas y sus oficiales eternamente manchados de azul, entre el sastre y sus aprendices, que

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entre el duque de Wellington y el más humilde jornalero de sus tierras”. […] Para sus habitantes pobres la
ciudad era más que un testigo presencial de su exclusión de la sociedad; era un desierto pedregoso, que a costa
de su propio esfuerzo tenían que hacer habitable. (Hosbsbawn 1982:84-85).

En poco más de 4 décadas entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, el paisaje
cambia rotundamente. Las viejas certezas de las antiguas estructuras ya no dan cobijo a sus
miembros. Ni siquiera el viejo conocimiento sirve de boya indicadora. Pensemos por ejemplo
que una de los triunfos de la Revolución Francesa fue unificar los sistemas de pesos y
medidas alterando para siempre el horizonte de lo cuantificable y medible. Algo similar a lo
ocurrido tres siglos antes con el cambio del calendario Juliano por el Gregoriano. Las
revoluciones no solo estaban cambiando las estructuras de autoridad (gobiernos monárquicos
absolutos por gobiernos limitados representativos tanto monárquicos como republicanos), o
las estructuras económico productivas (el paso de economías basadas en actividades
principalmente primarias extractivas a secundarias manufactureras). Sino también alteraron
los lazos sociales, el cemento que unía a los hombres a sus colectivos de pertenencia, sean
pequeños o grandes. Se comenzaba el paso a una nueva realidad, más anónima, solitaria,
desapegada, violenta, sin temor de dios alguno. Pero también más abierta a las posibilidades
de la fortuna, más libre, rápida, incógnita pero esperanzadora.
Sobre este contexto es que surgieron las primeras aproximaciones evaluativas de los cambios
que serán los antecedentes inmediatos de la Sociología. Pensadores muy variados en sus
creencias y realidades nacionales dieron a luz ideas que serían recogidas por los padres
fundadores del conocimiento ya sociológico de mediados del siglo XIX. Como afirma Robert
Nisbet (Nisbet 2009) en el pensamiento sociológico podemos encontrar la presencia de ideas
elementos que hunden sus raíces en los últimos años de la sociedad preindustrial de antiguo
régimen. Pero que se prolongan hasta lo que Juan Carlos Portantiero (Portantiero 2004) llamó
la Sociología Clásica. Por ellos nos recuerda Nisbet:

[…] los conflictos ideológicos fundamentales del último siglo y medio se han planteado entre dos
conjuntos de valores: por una parte, los de la comunidad, la autoridad moral, la jerarquía y lo sagrado,
y por otra, los del individualismo, la igualdad, la la liberación moral y las técnicas racionalistas de la
organización y del poder. Lo que ha hecho la sociología en sus aspectos mejores y más creativos es
extraer estos conflictos del torbellino de controversias ideológicas en que aparecieron durante las

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revoluciones Industrial y democrática, y elevarlos -por muchos caminos teóricos, empíricos y
metodológicos- a la categoría de problemas y conceptos. (Nisbet 2009:11).

Son estas primeras reflexiones que surgieron de las consecuencias de las dos grandes
revoluciones que separan la sociedad tradicional de la moderna industrial las que
abordaremos a continuación.

Reaccionarios, retrógrados, románticos, contrarrevolucionarios o historicistas.

En esta corriente tenemos autores que desarrollan su obra desde casi iniciadas las
revoluciones de fines del Siglo de las Luces, hasta aquellos que la desarrollan en el marco de
las grandes revoluciones democráticas iniciadas en 1848. Nombres como Edmund Burke
(1729-1797), Joseph De Maistre (1753-1821), Louis de Bonald (1753-1840), Benjamin de
Constance (1767-1830), François-Rene de Chateubriand (1768-1848), Juan Donoso Cortés
(1809-1853), entre otros. Pero habrán apreciado que tenemos cinco vocablos distintos
homologados en una referencia: Una nostálgica mirada sobre la estabilidad de la Edad Media
y sus instituciones es lo que caracteriza a todos ellos. Veamos cómo se fueron hilvanando
cada uno de estos vocablos en una tela única de interpretación sobre el cambio social que da
inicio a nuestra sociedad.
Jesús Martín-Barbero (Martín-Barbero 2003) nos recuerda que el principal aporte de este
multifacético movimiento intelectual fue el de dotar a la categoría pueblo de un halo de
positividad que la Ilustración le negó:

Históricamente el Romanticismo es reacción, pero no necesariamente reaccionaria. Reacción de desconcierto y


fuga frente a las contradicciones brutales de la naciente sociedad capitalista; es también reacción de lucidez y
crítica frente al racionalismo ilustrado y su legitimación de los “nuevos horrores”. En todo caso no puede
comprenderse el sentido de lo popular en la cultura que se gesta en el movimiento romántico, sino por su
relación al sentido que adquiere el pueblo en la política tal y como es elaborada por la Ilustración. (Martín-
Barbero 2003:3).

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Recordemos que la noción política del pueblo es para la Ilustración una instancia legitimante
del gobierno civil. Pero a la vez que se genera una nueva soberanía fundada en lo popular, se
le niega en el ámbito de lo cultural a este actor colectivo toda positividad. Todo lo que
sintetiza el concepto de popular, es lo que debe ser superado y barrido por la razón:
superstición, ignorancia y turbulencia. Así, es que los románticos descubren al pueblo desde
tres vías no siempre convergentes. Una, la de la exaltación revolucionaria, o al menos de sus
ecos. La chusma, el populacho adquiere una imagen positiva. Este nuevo signo se sustenta
en dos ideas: la de que una colectividad unida tiene un tipo particular de fuerza distinta a la
de la mera sumatoria de las partes firmantes del contrato racional de la Ilustración. La otra
idea, la del héroe que se levanta y hace frente al mal. Una segunda vía es la exaltación del
nacionalismo como sustrato y alma de una nueva unidad política que tiene al pueblo como
matriz telúrica. Y tercero la reacción contra la Ilustración tanto en términos políticos
(reacción contra la fe racionalista y utilitarista burguesa), como estéticos (rebelión contra el
arte oficial y clasicista). Los románticos estaban convencidos que en nombre del progreso se
había convertido al presente en un caos y que la sociedad se había desvertebrado. Idealizaron
el pasado y revalorizaron lo primitivo y lo irracional.
Sintetizando, José Ferrater Mora (Ferrater Mora 1980) nos enumera ciertas características
que nos ayudan a definir en términos particulares al romanticismo. Tiene orientaciones
filosóficas expresadas mediante términos de alcance general, como el rechazo de las nociones
de proporción y de medida y la acentuación de lo inconmensurable y hasta de un infinito
desordenado y exaltado (a diferencia del barroco en este último respecto). Se debe añadir a
esta característica la aspiración a la identificación de contrarios, su fusión a través del
rompimiento de barreras y límites (por ejemplo, se afirma la igualdad y unión entre la
filosofía, la ciencia, la religión y el arte). Hay una predilección por las llamadas ciencias del
espíritu en contraposición con las ciencias naturales (que han adoptado el método mecánico-
matemático). Así, lo mecánico es sustituido por lo orgánico; lo atomizado y parcial por lo
estructural y total; el análisis por la síntesis. Nos dice el autor que no es de sorprender,
entonces, que surja un interés decidido por la historia y en particular por ciertos períodos
históricos como la Edad Media. Se acentúa un interés por lo velado, por lo misterioso, por lo
sugestivo, por el fondo contra de la superficie. Lo dinámico contra lo estático. Lo religioso
(en términos pretradicionales, tradicionales o futuristas). En lo que respecta al método, el

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romanticismo sostiene el primado de la intuición y el sentimiento frente a la razón y al
análisis. Lo irracional más que lo racional. Lo imprevisible más que lo previsible. Lo
multiforme, en tanto omnicomprensivo, más que lo uniforme. Lo trágico más que lo cómico
(Ferrater Mora, 1980:2883).
En lo anteriormente dicho podrá apreciarse que, este movimiento tiene mucho en común con
el Socialismo Utópico, principalmente en lo que al rechazo por el presente se refiere. Es como
nos recuerda Henri Lefébvre:

Los románticos quisieron vivir la imagen de lo posible que proyectaba sobre el futuro el socialismo utópico.
Opusieron su sociedad ideal a la sociedad real y práctica. Yuxtapusieron, a la sociedad burguesa real, la del
desprecio y la separación, la de la comunidad y la comunión. (Lefébvre, 1971:194).

Pero lo querían en su ahora. Lo que los llevó a constituir la urdimbre intelectual de variados
regímenes post revolucionarios de distinto cuño. Y por lo que uno de sus legados más
duraderos, tanto en términos intelectuales como políticos ha sido, junto a lo anteriormente
dicho, la noción de orden.

Socialistas utópicos.

Esta corriente es el resultado de la comparación forzada entre el paraíso prometido por el


reinado de la Razón de la Ilustración del acabado siglo XVIII, y el triunfo de las máquinas
que resultaron en una miserable realidad social tanto en Francia como en Inglaterra a
comienzos del siglo XIX. La decepción resultante de dicho contraste aparece en las obras de
tres grandes representantes del socialismo utópico: Robert Owen (1771-1858), Charles
Fourier (1772-1837) y el conde de Saint-Simon (1760-1825). Como así también en las
concepciones de Etienne Cabet (1788-1856), Víctor de Considerant (1808-1893), Pierre
Leroux (1797-1871), Enfantin (1796-1864) y Bazard (1791-1832).
El término socialismo surge por primera vez hacia 1830, asociado a las sectas radicales de
Europa occidental que habían surgido de la Revolución Francesa. Sin embargo, el término se
ha asociado a la historia de las luchas igualitarias y a los sistemas intelectuales elaborados
por aquellos que reflexionaban sobre las injusticias del orden social y se comprometieron

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para enmendarlas, desde muy antiguo. La especificidad del vocablo radica en que el invento
de un nuevo concepto significa un modo nuevo de mirar el mundo ayudando así a constituir
formas de vida social que en una etapa ulterior encarnan en instituciones. Es así que los
autores encuadrados en este vocablo veían alguna relación entre el movimiento al que
pertenecían y los nuevos conflictos de la era industrial de la primera parte del siglo XIX.
El contexto que influyó por la experiencia ganada lo hizo en dos sentidos. Por una parte, la
Revolución dio lugar al primer intento serio de convertir en realidad la democracia política
en un país europeo importante como lo era Francia. Por otra, había instituido y legitimado un
orden social hondamente individualista y que con toda deliberación se inclinaba a favor de
una minoría de propietarios. Era únicamente para ellos que tenía sentido el nuevo credo del
laissez-faire por lo que correspondía a lo que efectivamente estaban haciendo. Para el grueso
de una sociedad compuesta mayoritariamente por campesinos y artesanos, la libertad
económica era tan peligrosa como prometedora. Para el proletariado existente bajo la forma
de una masa de pobres desprovistos de ciudadanía activa, este tipo de libertad no significaba
nada. El liberalismo económico colisionaba así con la democracia social, mientras no pudiera
mostrar que todos los miembros de la sociedad estaban en condiciones de alcanzar la
situación de propietarios. Tal afirmación resultó más verosímil en los Estados Unidos de
América de Jefferson y Jackson que en la Francia de la Monarquía de Julio desde 1830 al
1848 o en la Inglaterra del Acta de Reforma de 1832. Es por ello que la doctrina socialista
tuvo una decisiva repercusión en Europa occidental y una relativa falta de atención en los
Estados Unidos (Lichtheim 1970:10-11).
La Ilustración anglo-francesa habían legitimado moralmente a un orden social que proclamó
el interés propio del individuo como única norma de conducta. Y más aún, la Ilustración
escocesa a través de sus escritos había preparado el terreno para la emancipación de la
sociedad civil o burguesa, vinculada a una doctrina ingenua de la armonía social surgida
espontáneamente de la iniciativa privada. Pero, a partir del 1800, cuando los ardores
revolucionarios empezaron a enfriarse, apareció una primera reacción ante las consecuencias
visible de la incongruencia entre la realidad y las promesas del liberalismo. La misma adoptó
la forma del conservadurismo romántico, analizado en el apartado anterior. El desafío
socialista, aparecido hacia 1830 representó una segunda etapa de un proceso de desilusión.
Y, a diferencia de los críticos conservadores al temprano liberalismo, estos escritores no

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deseaban volver a una era anterior, no añoraban el pasado. Lo que hicieron fue combinar la
fe racionalista en la ciencia y la industria con una crítica radical al nuevo individualismo
como base de un nuevo tipo de vida social.

Utilitaristas.

Esta corriente es quizás la más optimista de todas. Su análisis ve que los cambios acaecidos
a partir de las grandes revoluciones han liberado al hombre, al individuo de las cadenas de la
ignorancia que lo sujetaban a la tradicionalidad. Por lo que nada lo detiene para llevar
adelante el cálculo de lo que le conviene, su utilidad. Que lo llevará en la senda de la
consecución de la felicidad pública como resultado de la utilidad de la mayoría. El principal
autor de esta escuela es Jeremy Bentham (1748-1832), y lo siguen James Mill (1773-1836)
y John Stuart Mill (1806-1873).
Decíamos en el apartado anterior que uno de los aportes indiscutidos de la Ilustración anglo-
francesa, y especialmente la escocesa fue la de poner en el ojo de la tormenta al individuo y
sus pulsiones como base indiscutida de una nueva forma de vida social. Misma que adquiriría
cuerpo y volumen a comienzos del siglo XIX. En 1824, Jeremy Bentham funda la revista
Westminster Review. Su intención era la de promover el radicalismo filosófico y así
promover la reforma de la sociedad humana, tanto de su estructura política, que debía ser
básicamente liberal y democrática, como de sus costumbres. La base de la reforma es
reconocer que la Naturaleza nos ha colocado bajo dos maestros soberanos: el placer y el
dolor. Según el autor, el principio de utilidad o principio de máxima felicidad, admite dicha
sujeción proporcionando una norma de los que es justo e injusto, correcto o incorrecto.
Aprueba o desaprueba cualquier acción de acuerdo con la tendencia que parece dirigirse a
aumentar o disminuir la felicidad de aquel que está en cuestión, del que hace el cálculo. El
elemento afectado puede ser un individuo o una comunidad. El interés de la comunidad es el
de los individuos que la constituyen y el interés del individuo abarca la suma total de sus
placeres y dolores. En resumen, debemos promover el placer, el bien o la felicidad, y evitar
el dolor, el mal y la desdicha. Con el fin de elegir lo que es bueno debemos hacer un cálculo
de placeres y dolores, que serán juzgados de acuerdo a los siguientes criterios: intensidad,

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duración, certidumbre o incertidumbre, proximidad o alejamiento, fecundidad y alcance, es
decir, número de gente afectada (Bentham 2006).
Es a este autor a quien la sociología más va a deber en lo que respecta al análisis
organizacional. En su propuesta legislativa respecto a un tipo particular de cárcel llamada el
panóptico, está el antecedente de una rama muy prolífica de la sociología del siglo XX.
John Stuart Mill enfatizó el carácter cualitativo, no solo cuantitativo, de los afectos. Según
él, es compatible con el principio de utilidad reconocer que algunas clases de placer son más
deseables y valiosas que otras. Por lo que estimó absurdo no considerar que si la cualidad es
tenida en cuenta tanto como la cantidad para otras problemáticas, no sea también valorada en
las cuestiones de los placeres. Para Stuart Mill existía una superioridad de los placeres del
intelecto, de la imaginación, de los sentimientos morales por sobre los de la sensación,
oponiéndose a la mala interpretación de ligar al utilitarismo con los placeres bajos (Stuart
Mill 1980).

Reflexiones finales: El análisis sociológico como heredero del pensamiento social.

Comenzamos este capítulo introductorio con una desafiante y polémica afirmación de Michel
Foucault respecto a los orígenes de la reflexión sociológica. Nuestra intención fue la de
intentar acercar las posiciones de los historiadores de las ideas con las de los teóricos
considerados propiamente sociológicos. No se puede apreciar acabadamente lo novedoso de
los aportes de los autores sobre los que versan los capítulos que componen éste libro, sino no
se conocen las discusiones y consideraciones que durante trecientos años se dieron sobre lo
social.
Las resonancias románticas, utópicas y utilitaristas que se pueden apreciar tanto en los padres
fundadores de la sociología como en sus variadas posteridades a lo largo del análisis
sociológico de los siglos XIX y XX, son indudables. No se puede ser innovador sin un punto
de partida. Si el análisis sociológico es excepcionalmente amplio, ya que pretende abarcar la
vida social en su conjunto; dicha amplitud no debe ser solo horizontal, en el sentido de cuanto
abarca en términos de generalidad. Sino que también lo debe ser en sentido longitudinal, ya
que el pensamiento reflexivo siempre lo es en sentido histórico. Es por ello que en los albores

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de este nuevo siglo es imprescindible rescatar una mirada diacrónica para ponernos en foco
con quienes ayudaron a tejer la urdimbre del pensamiento social y científico sociológico.

Actividad sugerida
Película: Los miserables (2012), versión en musical del clásico drama de Víctor Hugo

Luego de ver la película trabajar las siguientes propuestas:


1. Identificar los hechos y procesos históricos que dan encuadre al argumento de la
historia.
2. Luego reflexionar y escribir un informe interpretativo de las ideas y valores que
sustentan los personajes principales, identificando qué valores pueden ser
encuadrados a la antigua forma de vida social y cuáles a la nueva en función de las
corrientes de pensamiento analizadas en el capítulo recién leído.

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Capítulo 2
Auguste Comte
(foto)

Por Mariela Jaras

Introducción/Biografía

1798-1857 Francia, Montpelier.


Denominado como el padre de la sociología, por haber dado el nombre a la ciencia sobre el
estudio de la sociedad. Es reconocido también como el padre de la corriente positivista.
Auguste Comte rompe con la tradición monárquica y católica familiar para dedicarse al
estudio científico imperante en su época; recibió una formación científica en una escuela
politécnica, creada inicialmente para gestar ingenieros militares, dicha escuela dará un viraje
hacia el conservadorismo monárquico, momento a partir del que Comte será expulsado por
sus ideas controvertidas y por su falta de adhesión a dicha ideología; dada la situación, Comte
se quedará en París, y se dedicaría a dar clases particulares de matemáticas y astronomía;
posteriormente, trabajará como secretario de Saint Simon, durante siete años que concluirán
con una ruptura irreconciliable con el Conde Claude Saint Simon; a pesar de esto, Comte
quedará muy influenciado por sus ideas. También es posible encontrar en su pensamiento
influencias de los filósofos Bonald y Maistre, filósofos contrarrevolucionarios opuestos al
pensamiento de la ilustración. Se entenderán más adelante las ideas de estática y dinámica
social de su “Curso de filosofía positiva” (que comienza a publicarse en 1830, y por completo
en 1842) como un esfuerzo por reconciliar el conservadurismo con el progreso revolucionario
proveniente del movimiento cientificista y de la ilustración.
En lo que hace a su vida personal, existen registros de haber tenido una vida tormentosa
especialmente durante su adultez, con altibajos psicológicos, emocionales, y también
económicos que influyeron en su carrera profesional. Auguste Comte pasó por un año de
crisis mental hasta el punto de tener un intento de suicidio, del que pudo sobreponerse y
continuar con su labor académica e intelectual; fue especialmente apoyado durante ese trance
por su esposa Carolina Bassina, y luego, ante las dificultades económicas graves, amparado

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por fieles discípulos y amigos (entre los que se encuentran su mecenas y admirador John
Stuart Mill, y su discípulo francés Emil Littré.
Un hito importante en la vida de este autor que no es posible dejar de remarcar fue el
encuentro y enamoramiento con Clotilde de Vaux, que si bien fuera un amor correspondido
-y de muy corta duración- generó e inspiró hacia un profundo viraje en la mirada de Auguste
sobre la feminidad, la que hasta ese momento había sido muy negativa. A pesar de su prolífica
obra, y del ejercicio de la docencia y sus publicaciones, no llegó a graduarse, hecho que
perjudicó hondamente su carrera profesional.
Auguste Comte murió en Francia a la edad de casi 60 años, en el año 1857.

Obras fundamentales

- Opúsculos de Filosofía Social (1820)


- Curso de Filosofía Positiva (1830-1840)
- Discurso sobre Filosofía Positiva (1844)
- Sistema de Política Positiva (1851-1854)

El pensamiento de Comte

Auguste Comte fue también el creador de la llamada ciencia positiva, y su pensamiento


estuvo especialmente atravesado por el espíritu de su época: la transición hacia el modelo
industrial con la correlativa crisis social generalizada, que impulsará el nacimiento de una
nueva matriz de pensamiento y análisis del mundo, en puja con los valores propios de un tipo
de orden que poco a poco irá quedando atrás. Estas ideas estarán fielmente reflejadas en su
curso de filosofía positiva y que constituye una de sus obras más importantes y
emblemáticas, en ella Comte desarrollará sus pensamientos acerca del progreso humano
(dinámica social) dado por el desarrollo científico, por un lado, y por otro su ferviente ideal
sobre el orden social representado por la estática social; estos ejes temáticos sobre los que
versará Comte, son los que dan cuenta de su formación de origen, en las ciencias formales
(matemática, astronomía y física) y a partir de lo que puede entenderse la primera
denominación por él otorgada a la sociología como “Física social”, que fue desarrollada por

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Comte en 1822 y la denominación de positivismo de la obra mencionada anteriormente como
una expresión que tendrá el autor contra el negativismo destructivo y crítico del pensamiento
revolucionario; la física, aparece como un lineamiento que más adelante cobrará fuerza en
toda la corriente positivista inspirada por él (especialmente en Herbert Spencer y Emile
Durkheim).
Para Comte, los males nacidos en la Revolución Francesa (socialismo, anarquismo) debían
ser controlados por la ciencia de la sociedad, así como en un intento de propugnar a la
sociología como la nueva religión de la sociedad, en este sentido, Comte aseveraba que las
instituciones son las proveedoras de la estructura, dar soporte y sustento con el orden al
progreso dinámico que implicaban los descubrimientos científicos. Esta línea de pensamiento
es la que permite afirmar que el autor no creía en los cambios drásticos, sino más bien en
cambios progresivos, ordenados y/o reformistas.

Naturaleza del espíritu positivo

El desarrollo de los tres estadios tienen en su esencia un objetivo de llegar a ese máximo
nivel del espíritu positivo a través de una reforma intelectual apoyado y basado en
demostraciones y contrastaciones empíricas; es decir, el saber científico para el autor es un
signo vital del progreso histórico y social; la denominación de los estadios se vincula a la
descripción de una época determinada, y de la cosmovisión que posee de la sociedad respecto
de sí y de los distintos tipos de fenómenos, y al final de recorrer todos los estadios, se llegará
finalmente al positivo, que es la mirada subordinada al saber científico.
Esa mirada positiva deberá estar organizada sobre una de sistematización de los
descubrimientos y del conocimiento.
En sí mismo, es posible decir que Comte tiene una posición optimista, que deshecha las
posturas religiosas del pasado como modo de respuesta a los fenómenos naturales,
biológicos, y, especialmente sociales. Aún así, Comte intentará implementar una doctrina
religiosa basada en la sociología, y a partir de la que desplegará sus ideas sobre la ciencia
positiva; la díada de orden y progreso son para el autor ideas traspolables a lo individual
respecto de la estabilidad y movimiento o actividad que se necesita para evolucionar.

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También es oportuno señalar, que para Comte las tres etapas de su teoría son comparables
con el crecimiento de una persona, siendo que el estadio teológico se corresponde con la edad
temprana o niñez de una persona, el segundo estadio –filosófico- con la del púber inexperto,
y por último, la madurez, adultez será la etapa de máximo desarrollo y apogeo de la persona
en analogía con el estadio positivo de la sociedad.

Objeto y Método de estudio

Auguste Comte, movilizado por su temprana curiosidad por el aprendizaje y el


descubrimiento, llegó a plasmar a través de sus obras el interés por el estudio de la sociedad
industrial y su desarrollo; los acontecimientos del avance de este nuevo sistema económico,
social y político lo impulsaron a tomarlo como objeto, así como a clasificar al surgimiento
de la sociedad industrial que presenciaba, como la sociedad más evolucionada desde los
inicios de todos los tiempos.
Comte se ocupará de dejar sentada claramente la imposibilidad de aspirar a una metodología
científica universal, especialmente negando la subordinación de todas las disciplinas a las
matemáticas, e inclusive la sociología a las ciencias naturales. Lo que es necesario entonces
recalcar, es la distinción que hace para la sociología como la única ciencia que permite la
aplicación teórico-práctica de la metodología, aludiendo a que la filosofía positiva y la
política positiva también, son disciplinas inseparables; a pesar de los intentos por encontrar
metodologías de estudio, Comte se mostró antirrelativista, y en verdad ninguna de las
propuestas realizadas por él para abordar el complejo tema de lo objetivo-subjetivo propio
del estudio de la realidad social no llegó nunca a ponerlo en práctica, ya que esto lo hubiera
implicado en el uso del método dialéctico, eminentemente relativista, lo cual Comte se negó
rotundamente a aceptar.
Es por ello que para analizar en profundidad la metodología propuesta –nunca puesta en
marcha por Comte-, se han encontrado diversas interpretaciones, en mucho, incongruentes
entre sí, ya que se considera que el mismo autor no pudo superar este escollo que se le
presentaba con todas las herramientas de ciencias precedentes; es por ello que posiblemente
abogó especialmente por el método de observación y verificación, poniendo entre paréntesis

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la experimentación respecto de los fenómenos sociales proponiendo el estudio por
comparación y/o analogía, lo que a posteriori será brindado por la antropología y la sociología
histórica.

Conceptos fundamentales. Curso de Filosofía positiva.


La estática social: Sus principios.

Comte tratará de sentar las bases de lo que provee orden y organización a la sociedad,
apelando a instituciones y estructuras que permiten estados equilibrados y/o de permanencia
o estabilidad como la familia, la sociedad, etc. De este tema Comte se ocupa primero y
sucintamente en el Curso de Filosofía Positiva pero luego, se aboca en profundidad en su
obra sobre el Sistema de Política en tres capítulos de este libro.
Respecto a la distinción que la biología hace vinculado a las condiciones estructurales de un
organismo, y por otro los cambios concernientes de desarrollo de ese organismo, Comte
distinguirá las condiciones de existencia (estructura) de una sociedad, de las leyes de su
movimiento. 6
El punto de partida de “lo social” debe necesariamente examinarse en los acuerdos sociales,
como el principio del consenso social que considera condición necesaria y existente a nivel
de cualquier tipo de fenómeno, y por ende, una “ley universal”; la comparación aparece dada
por lo que considera una “anatomía social” o sociología estática que analiza y estudia todos
los tipos de acciones y reacciones que se ejercen dentro del campo de lo social.
En este sentido lo que Comte estará observando es cómo y en qué medida la acción de
cualquier elemento social tiene efecto y/o repercute sobre el resto del sistema social, y
analizará varios principios para dar cuenta de esta idea:
Con el consenso social se estará designando la interpretación de todos los aspectos formas
y actividades de la vida social por su integración común en el mismo conjunto, en el mismo
todo social indivisible7, lo que no debería excluir las tensiones y conflictos propios y
esenciales de la sociedad, que en definitiva será lo que hace cuando plantea la simple

6
Gurvitch, Georges. Tres Capítulos de historia de la Sociología. Comte, Marx, Spencer. Pag. 44
Edit. Nueva Visión. Buenos Aires. 1970. Pag. 44
7 Ibd. Pag. 45

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integración de las partes y especialmente incluye un principio de armonía espontánea de ese
todo social y de sus partes. Es en este sentido que debe prestarse suma atención a la posición
del autor respecto a un optimismo o “monismo social” basado en la armonía, y que a pesar
de la carencia de una comprobación empírica en ese sentido, esta esencia de su filosofía
positiva atraviesa toda la obra y la misma posición del autor.
Comte tomará otros principios de la estática social que consideradas a partir de las ideas
puramente contractualistas, con lo que un segundo principio es que hay una espontaneidad
de lo social que expresa de modo contundente la existencia de un orden social dado
naturalmente.
Como tercer principio Comte colocará a la familia como elemento social último, es decir, la
célula social básica de la que se compone la sociedad, sin dejar de remarcar aquí que debe
existir una subordinación espontánea de la mujer al hombre y de los hijos a los padres
haciendo especial hincapié en el mando y obediencia requerido para el mantenimiento del
orden; claramente este modelo familiar es tomado de los tradicionalistas que se inspiraron en
el modelo familiar romano y patriarcal, que no toma la igualdad social ni como posibilidad
ni como principio central de sus ideas. En este apartado Comte fundamentará su convicción
respecto a la inferioridad de la mujer, a quien supone en un estado permanente de “infancia”,
en referencia a las posibilidades de desarrollo intelectual de la mujer, y, tal como veremos en
las etapas de la dinámica social, es el estado inferior y menos avanzado de todos los estadios
que Comte define.
Ante esta posición, todo lo que no contribuya o aquello que atente con la unidad/unión
familiar será condenado por nuestro autor por suponer que también atenta contra el orden
social.
Así como la familia supone el principio de la unión (espontánea), Comte supone el principio
de la cooperación –social- por parte de la sociedad, situación que tiene un carácter menos
espontáneo que la unión –familiar- dado que la unión se basa en la simpatía y la cooperación
en la inteligencia, esto implica para Comte que la complejización de la sociedad será
acompañada por el crecimiento y supremacía de la integración (por cooperación) por sobre
la unión. Se verá más adelante la analogía con Durkheim respecto a conceptos que Comte no
llega a desarrollar para estas ideas, y que posiblemente, haya tomado de Adam Smith y de
Hegel –aunque sin ser conciente de ello-, ideas que más adelante Durkheim completará con

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su teoría de la conciencia colectiva y los tipos de solidaridad social; a su vez, es necesario
remarcar que la idea de Estática Social es tomada del filósofo y economista John Stuart Mill 8.
Como último principio de la estática al que aludirá Comte encontraremos la alusión al Estado
o al Gobierno como aquel organismo que deberá regular proporcionalmente la
complejización de lo social, previniendo o impidiendo la dispersión, la disidencia y la
diferencia entre sus componentes. Considera que la falta de intervención estatal contribuye
al caos y a la imposibilidad estabilidad social. La intervención del estado debe ser no sólo en
lo material, sino en lo intelectual y en lo moral.

La dinámica social

De aquí podemos llegar a entender la formulación de la Ley de los tres estadios propuesta
por el autor en su teoría de la evolución de su tercera conferencia, la que habla también del
estudio de la “dinámica social”:
En general, la idea de cada estadio es pensar distintas posiciones de desarrollo intelectual en
distintos momentos de la humanidad, cree con vehemencia que el mundo entero con todo lo
que involucra, pasó o pasará por estas etapas en favor del progreso, la mejora y la superación,
en dónde claramente se ve que para nuestro autor, el tiempo, necesariamente transcurre de
un modo evolutivo y ascendente para la humanidad, que culminaría con éxito en la fase
positiva en la que él mismo se encontraba.
Comte identifica el estadio teológico (marcado en los años anteriores al 1300) 2do estadio
denominado metafísico lo sitúa entre 1300 y 1800, y la última y presente, el estadio positivo
–actual- .
El primero, tendrá una preeminencia de la vida militar, y será según Comte, un estadio que
se divide en tres subestadios, en los que se encuentran 1º la etapa fetichista, luego la politeísta,
el siguiente y ultimo de esta primera fase, la subfase monoteísta;
En la segunda –estadio metafísico- predomina la vida legal, y se trata de una etapa
transicional hacia el estadio positivo, identificado con el desarrollo de la filosofía, y aquí
radican para Comte los antecedentes de la sociología, una etapa signada por el libre examen,
la creencia en las fuerzas de la naturaleza en lugar de un dios que todo lo explica; y por

8 Ibd. Pag. 48

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último, el estadio positivo caracterizado por un orden moral generalizado, y la creencia en
una ciencia positiva, el alcance del mayor nivel de racionalidad.
La tercera, ya abordada, la fase positiva, y sumado a lo antedicho, es el triunfo de lo universal
sobre lo particular, el racionalismo sobre el empirismo, motivo por el que Comte considera
imposible llegar a esta etapa culmine prescindiendo de la sociología; es esta la etapa de la
sociocracia9, propia del movimiento característico de la dinámica de lo social.

Conclusiones

Es por demás dable reconocer los aportes de este autor a la Sociología, más allá del nombre
científico unívocamente reconocido por la comunidad científica, que Auguste Comte
proveyó los primeros rudimentos analíticos a esta ciencia, en lo metodológico y en lo
conceptual, pese a no haber llegado él mismo a su aplicación. Comte consideró como la
mínima unidad de estudio a la familia, hecho que nos permite entender su mirada
eminentemente social del ser humano. Ya con este autor, podemos encontrar lineamientos de
análisis que serán luego fuertemente retomados por otros pensadores, tales como los
conceptos de estructura y función, a partir de lo que es posible entender también la esencia
sistémica otorgada por Comte a la sociedad, y resaltada fuertemente por corrientes
sociológicas posteriores que encontraremos en el estructural funcionalismo, por ejemplo.
Comte consideró que la sociología, y todos los que se desempeñaran en esta disciplina eran
parte de un plan de alto alcance, y que por ende, se trataba de una elite diferenciada y superior
por ello al resto de las ciencias, y de los hombres en general.
La fuerte creencia de Comte en el progreso científico lo haría llegar a un fuerte extremismo
que lo pondrá a desarrollar una religión propiamente sociológica, proponiendo una
reorganización espiritual de la sociedad como modo de desplazar la concepción cristiana de
la vida para diferenciar las etapas anteriores de la sociedad con la etapa que él mismo
atravesaba de los albores de la modernidad; Comte consideraba necesaria la existencia de
una religión, por el carácter eminentemente integrador que poseen las religiones, sólo que en
esta etapa, el tipo de religión necesaria sería aquella que contuviera elementos tales como la

9 Ibd. Pag. 71

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armonía entre inteligencia, acción y sentimiento bajo el predominio del corazón, que es en sí
mismo la sociabilidad- en este sentido lo que está diciendo Comte es que el Dios de la
modernidad es la misma sociedad, el gran ser supremo.
Lo cierto es que Comte fue también un estudioso de muchos de los filósofos que consideraba
precursores del positivismo, por un lado, y por otro de varios economistas, de ellos se nutrió
para desarrollar sus ideas sobre la sociedad industrial y especialmente de las necesidades
surgidas de aquel nuevo contexto, intentando esbozar directrices para una sociedad que se
mostraba caótica y desorganizada.
Puede atribuírsele a Comte haber sido quien sienta las bases para futuras e importantes
corrientes sociológicas, y que, en rigor, tomaran más fuerza que la suya propia, y que en
consecuencia le quitarán protagonismo sociológico, esto también se debió a las falencias y
críticas que a posteriori varios intelectuales encontrarán en sus propuestas, muchas de las que
fundamentalmente lo acusan de no haber reconocido la necesidad de recurrir al método
dialéctico para el estudio de la sociedad en tanto sujeto-objeto.

Actividad sugerida
Película: La guerra del fuego. Director: Jean-Jacques Arnaud 1981

Luego de ver la película trabajar las siguientes preguntas:


1. Encuentre similitudes y diferencias entre lo planteado por Comte y lo que aparece en la
película, válgase de los conceptos desarrollados por el autor para ello.
2. ¿Con qué escena o ejemplo de la película podría explicar la idea de estática-dinámica de
lo social?
3. Utilice las ideas de Comte respecto a la unión y la cooperación para explicar lo visto en la
película.
4. Proyecte/imagine y agregue una etapa siguiente a la de la película en dónde el grupo
humano se encontraría en el estadio positivo.

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Capítulo 3
Herbert Spencer
(foto)

Por Mariela Jaras

Introducción/Biografía

Derby, 27 de abril de 1820 - Brighton, 8 de diciembre de 1903, Gran Bretaña. Fue el hijo
primogénito de una familia que luego tuvo cinco hijos más que no sobrevivieron; se lo puede
reconocer como el padre del evolucionismo filosófico; y como un autodidacta formado como
sociólogo, filósofo, psicólogo, antropólogo, esencialmente autodidacta, ya que no recibió
formación académica en ese sentido, sino más bien sobre cuestiones técnicas y prácticas en
torno a la ingeniería, aplicando sus conocimientos en los ferrocarriles como ingeniero civil.
Luego de este trabajo Spencer continuó estudiando por su cuenta –guiado por familiares que
eran maestros, como su padre y su tío- tras lo que comenzará a publicar trabajos científicos
y sobre política.
Ideológicamente es posible situarlo entre los primeros defensores del conservadorismo, y
opositor férreo al surgimiento del liberalismo, especialmente durante su adultez, ya que en
su juventud estará especialmente asociado al liberalismo, de modo aún más intenso que
Comte: es menos fácil calificar a Spencer de conservador que a Comte. De hecho, Spencer
fue en su juventud políticamente liberal y durante toda su vida mantuvo algunas posiciones
liberales. Sin embargo, también es cierto que con los años Spencer se hizo más conservador
y que, como en el caso de Comte, su influencia básica era conservadora 10. Spencer no creía
en las reformas o en la intervención estatal como Comte, y en ese sentido es posible entender
que habitaba en él la contradicción entre liberalismo y conservadorismo para otros aspectos
de la vida social, puesto que la misma evolución social se encargaría del progreso y
desarrollo.
Herbert Spencer, a pesar de haber llegado a ocupar el puesto de director en un importante
diario, no llegó –y rechazó- a la academia; más tarde, a partir de una herencia no muy

10 Ritzer, George Teoría Sociológica contemporánea, Editorial Mc. Graw Hill.: México. Inc. 1997. Pag. 75

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significativa, le fue posible dedicarse a su producción intelectual que fuera interrumpida por
sus crisis nerviosas cada vez más frecuentes.
Se resalta en sus datos biográficos un posterior e intenso rechazo a la lectura de otros
pensadores respecto a sus propios temas de interés, por considerarlo un ejercicio infructuoso
y hasta contraproducente por el poco respeto que Spencer mostraría hacia los demás
intelectuales.
No fue un autor que se caracterizara por poner a prueba sus teorías, lo cual también era
realmente perjudicial debido a la magna importancia que la investigación empírica alcanzara
en su época, ocupando un lugar privilegiado en el desarrollo teórico de las ciencias sociales.

Obras fundamentales

1860 publicó Un sistema de filosofía sintética. La primera entrega, titulada


1862 Primeros principios; a continuación aparecieron:
1864-1867 Principios de biología (2 volúmenes)
1876-1896 Principios de sociología (3 volúmenes)
1892-1893 Principios de ética (2 volúmenes).
1891 Ensayos científicos, políticos y especulativos (3 volúmenes) estudia el impacto
general de la teoría de la evolución sobre el pensamiento científico y filosófico.

El pensamiento de Spencer

Apoyó firmemente la idea de la selección natural propuesta por la teorías darwinista; de allí
que afirmara que el estado debía tener funciones fuertemente restringidas para que opere
naturalmente la cuestión de la supervivencia; considerando a la cultura como limitadora del
desarrollo humano.
La obra que mayor interés despertó por desarrollar profundamente estas y otras ideas en el
mismo sentido fue “La estática social”.

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Según Gurvitch11, Spencer no reconoce ni las obras de Marx ni las de Comte, y a pesar de
tomar para su producción los “Principios de sociología” en este último concepto, afirma
Gurvitch que el pensamiento spenceriano tiene poco en común con el pensamiento de Comte.
Spencer estará muy interesado en descubrir y sistematizar leyes de evolución social a partir
de ideas de contenidos netamente biologicistas adjudicando a esta ciencia el poder de
aplicación universal también para los fenómenos sociales denominados por él como mundo
super-orgánico; a pesar de estar de acuerdo en gran medida con Darwin, su idea del mundo
social se basó en la integración por diferenciación, de modo anticipado a este autor quien
luego hablara de un pasaje de la homogeneidad a la heterogeneidad.
Para desarrollar sus ideas Spencer diferenciará especialmente los conceptos de inorgánico,
orgánico y superorgánico, y a partir de tales afirmaciones será posible identificarlo con la
corriente del monismo continuista y naturalista, corriente que afirma una ausencia de
diferencias entre el mundo de la naturaleza y el mundo del hombre. El autor creía firmemente
en una psicología meramente individual, independiente de los cuadros sociales y/o de la
psicología colectiva12.

Conceptos fundamentales

En “La filosofía sintética” de Spencer hemos de encontrar los principios de sociología; luego
se focalizará en los Primeros Principios, que versan fundamentalmente sobre la ley de
evolución explicando cuestiones sobre distintos tipos de axiomas vinculados a la persistencia
de la fuerza, indestructibilidad de la materia, continuidad del movimiento, etc.

11 Gurvitch, Georges. Tres Capítulos de historia de la Sociología. Comte, Marx, Spencer, Edit. Nueva Visión. Buenos Aires. 1970

12 Ibd.

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Ley general de la evolución

Para explicar la Ley de la Evolución Spencer se centrará en desarrollar las ideas de cómo se
realiza el pasaje de un todo homogéneo e incoherente a un todo heterogéneo coherente para
explicar lo que se llama integración funcional, o interdependencia por diferenciación.
A pesar de su confianza en el progreso, dentro de la corriente de pensadores positivistas,
Spencer concibe también la posibilidad de involución, en tanto se pueda generar una
profundización por semejanzas dando como resultado un retroceso social. Lo importante a
destacar es la rigurosa investigación que Spencer realiza desde los animales hasta el “hombre
civilizado” para afirmar que la expansión máxima de la grandeza evolutiva está dada
justamente en el ser humano.
Para desarrollar esta idea Spencer recurrirá en gran medida a la psicología en el apartado
“Principios de Psicología” estudiando el mundo personal interno del hombre primitivo para
explicar el cambio en la mentalidad del hombre y del agregado social en el pasaje hacia la
diferenciación, para lo que también acudirá a documentaciones etnográficas de
protoantropólogos tales como Morgan, Taylor, Mc Lennan, Lubbock.
De este modo, Spencer considera que no es posible denominar “sociedad” a la horda
primitiva por carecer ésta de funciones diferenciadas entre sus miembros.

Estructura y función sociales. Lo orgánico y lo supra-orgánico.

De este apartado los conceptos centrales serán los de “control”, “estructura” y “función” para
desarrollar la tan renombrada “analogía orgánica”, es decir, la comparación entre el mundo
social y el organismo humano mencionada y que generaba reacciones muy adversas en la
comunidad científica; Spencer quería sobre todo significar con esta analogía la distinción
entre estructura y función.
Spencer trata la idea de “supra-orgánico” encontrando las similitudes y diferencias entre una
sociedad y un organismo; así, las similitudes que encuentra son las siguientes cuatro:
1) En ambos el crecimiento se manifiesta en el crecimiento de volumen.
2) A medida que aumenta su volumen, aumenta su complejidad en la estructura

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3) En ambos existe la “interdependencia” de las partes
4) La vida de la sociedad tiene más duración que el de las células que la componen (en
un organismo pasa lo mismo)
En relación a las diferencias entre organismo y sociedad, Spencer encuentra las siguientes:
1) Los organismos son simétricos, las sociedades no lo son ya que carecen de un cuerpo
efectivo
2) El organismo es necesariamente “aglutinante” (mantiene unidas sus partes para
sobrevivir) contrariamente a la sociedad, que contiene dispersión entre sus miembros,
quienes poseen libertad de acción de movimientos.
3) Los componentes de una sociedad (grupos, subgrupos, órganos etc.) no están
necesariamente identificados y no son siempre estables; mientras que en un
organismo acontece lo contrario.
4) La conciencia de un organismo está ligada a un centro nervioso, mientras en una
sociedad, esa conciencia se encuentra difusa.
Existen otra serie de comparaciones muy aventuradas y profundamente rechazadas por otros
científicos sociales por considerarlas abusivas y poco viables.
Con todo, el acento de Spencer y su interés era demostrar como los cambios en las funciones
podrían afectar la estructura; función y estructura le permitían comprobar la existencia de la
interdependencia de las unas y las otras, predominando siempre la estructura sobre la función,
aunque esta última pueda, provocar cambios en la estructura

Los tipos sociales.

Las distinciones que Spencer realiza para analizar a las sociedades se refieren en general a la
existencia de dos características propias del evolucionismo tales como la propiedad de
continuismo y evolución; para ello hablará de los distintos niveles de complejidad que es
posible encontrar en los distintos tipos de sociedad según su grado de progreso, y lo hace
principalmente distinguiendo a las sociedades militares de las industriales.
Como un tercer tipo de sociedad, podría considerarse que Spencer cree que las sociedades
industriales cuentan con un Estado que beneficia a los individuos.

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Las instituciones sociales

En general, los dos aspectos a los que Spencer da relevancia para analizar la sociedad, a parte
de la recurrencia de la analogía orgánica, esta vinculada por un lado a la “reglamentación”
de la sociedad, y por otro al aspecto “institucional”, al que terminará por atribuirle las
características de la estructura así como también características de control social.
Spencer es quien por primera vez utiliza y provee de conceptos a la sociología tales como
reglamentación, institución, control, estructura y función; aunque no defina en ninguna de
sus obras a que le llama institución.
Algunas de las instituciones más analizadas por Spencer son las instituciones domésticas, las
políticas, las ceremoniales, eclesiásticas, profesionales e industriales.

Conclusiones

A este pensador se le deben muchos de los conceptos y de la su teoría como aportes que
tienen presencia en la actualidad; es importante destacar que influyó tanto como Comte en el
pensamiento Durkheimiano, particularmente a su idea de cooperación entre los distintos
componentes de la sociedad industrial. Así, vemos, que para Spencer, la sociedad industrial
debería basarse en la amistad, el altruismo, la especialización, reconocimiento de los logros
alcanzados por las personas –más allá de sus determinaciones biológicas- La idea que la
sociedad deberá basarse en fuerte sentido de lo moral y en la existencia de un estado que sea
el que administre las posibilidades e imposibilidades de los individuos; si bien Spencer no
descartaba la posibilidad de volver a períodos de guerra –y por lo tanto militares- su idea más
fuerte se basaba en la creencia de que la tendencia al progreso y la evolución social eran un
hecho tangible e ineludible.

Actividad sugerida:

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Película: Gattaca experimento genético. Dir. Andrew Niccol -1997-.

Preguntas
1. Encuentre el paralelismo entre la idea del genetismo propuesto en la trama de la película
y las ideas de Spencer.
2. ¿Es posible pensar en la supervivencia del más apto a partir de lo experimentado por el
personaje central de la película? Explique y justifique la respuesta.
3. A modo general realice un paralelismo entre el argumento general de la película y la
analogía orgánica planteada por Spencer.
4. Identifique elementos en la película recurriendo a los conceptos spencerianos de estructura
y función.

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Capítulo 4
“Para entender a Marx”
(foto)
Por Rosana Serafini

(…) “En la producción social de su existencia, los


hombres contraen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de producción
que corresponden a una determinada fase de desarrollo
de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de
estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se
eleva un edificio (Uberbau) jurídico y político y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia
social. El modo de producción de la vida material
determina (bedingen) el proceso de la vida social,
política y espiritual en general. No es la conciencia del
hombre la que determina su ser, sino, por el contrario,
el ser social es lo
que determina su conciencia” (…) (Marx, 1989: 6)

A modo de Introducción

Para entender a Marx debemos conocer en primer lugar quien fue, dónde vivió y estudió, en
qué época y en qué contexto, quiénes fueron las personas más allegadas a él, qué influencias
recibió y cuáles fueron sus principales obras, para luego comprender por qué la Sociología
lo considera un autor tan importante y por qué sus estudios sirven para analizar y entender
“lo social”.

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¿Qué les interesa a los sociólogos del pensamiento de Marx? Especialmente su postura crítica
y paradigmática con la que enfrenta el estudio de la desigualdad social (clases) y el conflicto
(lucha de clases) además de la aplicación del concepto hegeliano de alienación al estudio de
la sociedad moderna.

Si consideramos que las ciencias sociales en su conjunto, y no solo la Sociología, pueden ser
una “conciencia crítica” de la sociedad, resulta más que interesante adentrarnos en el
pensamiento de este autor y en una parte de su obra. Objetivo previamente planificado,
pensado para quiénes nunca han leído al autor y desean o necesitan conocer algo de él.

Breve biografía

Karl Marx fue un pensador socialista y un activista revolucionario de origen alemán, nacido
en Tréveris, Prusia occidental, en 1818. Procedente de una familia judía de clase media,
acomodada y culta, su padre era un abogado convertido al luteranismo.

Después de cursar en Tréveris el bachillerato, continuó sus estudios siguiendo la carrera de


Derecho, profundizando en Historia y Filosofía, en las universidades de Bonn, Berlín y Jena:
en ésta última se doctoró en Filosofía, en 1841. Luego se trasladó a Bonn, con la intención
de trabajar como profesor, pero la política reaccionaria de un gobierno que en 1832 había
despojado de la cátedra a Ludwig Feuerbach y que en 1841 retiró al profesor Bruno Bauer el
derecho a enseñar, le obligó a renunciar a la carrera académica.

En 1843 se casó con Jenny von Westphalen, cuyo padre sembró en el joven Marx el interés
por las doctrinas racionalistas de la Revolución francesa y por los primeros pensadores
socialistas.

Convertido en un demócrata radical, Marx trabajó algún tiempo como profesor y periodista;
pero sus ideas políticas lo obligaron a dejar Alemania e instalarse en París, en 1843. Allí
nació su amistad con Friedrich Engels, con quien compartió gran parte de su trabajo
intelectual y político.

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En 1845 fue desterrado de Francia y se exilió en Bruselas. Luego de una breve estancia en
Colonia, donde apoyó las tendencias radicales presentes en la Revolución alemana de 1848,
se estableció en Londres: allí desarrolló la mayor parte de su obra escrita desde 1849.

Sus ideas socialistas y su dedicación a la causa del socialismo lo llevaron a sufrir grandes
dificultades materiales, siendo su amigo Engels quien le ofreció una importante ayuda
económica. Varios hijos de Marx murieron en la infancia, en Londres, cuando la familia
atravesaba gravísimas dificultades que los llevaron a vivir en la miseria. Tres de sus hijas se
casaron con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora Aveling, Laura Lafargue y Jenny
Longuet.

En 1881 falleció su mujer y en 1883, Marx se dormía para siempre en su sillón, en Londres.
Sus restos, junto a los de su esposa, se encuentran en el cementerio de Highgate de Londres.

Su ideología

Si bien Marx partió de la crítica a los socialistas anteriores, a quiénes calificó de “utópicos”,
tomó de ellos muchos elementos. Tanto Saint-Simon, Owen o Fourier se habían limitado a
imaginar cómo podría ser la sociedad perfecta del futuro y a esperar que su implantación
resultara del convencimiento general y del ejemplo de unas pocas comunidades tomadas
como modelo. Pero Marx y Engels pretendían hacer un “socialismo científico”, basado en la
crítica sistemática del orden establecido y el descubrimiento de las leyes objetivas que
conducirían a su superación; la fuerza de la Revolución sería la forma de terminar con la
ideología burguesa.

El impulso mayor de Marx fue el de criticar el orden burgués y preparar su destrucción


revolucionaria, evitando caer en los sueños idealistas de los visionarios utópicos; por ello no
dijo casi nada sobre el modo en que debían organizarse el Estado y la economía socialistas
una vez conquistado el poder, dando lugar a interpretaciones muy diversas entre sus
seguidores, quiénes se dividieron entre una rama socialdemócrata cada vez más orientada a
la lucha parlamentaria y a la defensa de ciertas mejoras respetando las libertades políticas
individuales (Kautsky, Bernstein, Ebert) y una rama comunista que dio lugar a la Revolución

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bolchevique en Rusia y al establecimiento de Estados socialistas con economía planificada y
dictadura de partido único (Lenin, Stalin, Mao).

El marxismo se constituye así como la corriente ideológica radical del siglo XIX, conocida
también como Filosofía crítica del siglo XIX. Es una corriente sintetizadora de ideas
originalmente contrapuestas: Idealismo versus Materialismo/Hegel versus Feuerbach.

Su participación política

Marx fue un incansable activista de la Revolución obrera. Tras su militancia en la Liga de


los Comunistas, que luego fue disuelta en 1852, se movió en el ambiente de los
revolucionarios exiliados, hasta la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores
(AIT), en 1864, que le dio la oportunidad de impregnar al movimiento obrero mundial de sus
ideas socialistas. La lucha contra el “suave” sindicalismo de los obreros británicos y contra
las tendencias anarquistas del resto de Europa, representadas por Proudhon y Bakunin, lo
llevó a triunfar e imponer su doctrina como línea oficial de la Internacional, si bien ésta
tendría fin como efecto de las divisiones internas y de la represión desatada por los gobiernos
europeos a raíz de la revolución de la Comuna de París, en 1870. Retirado desde entonces de
la actividad política, siguió ejerciendo su influencia a través de sus discípulos alemanes,
Bebel o Liebknecht, quiénes crearon en 1875 el Partido Socialdemócrata Alemán, grupo
dominante de la segunda Internacional que, bajo inspiración marxista, se fundó en 1889.

Con el fallecimiento de Marx, fue Engels quien asumió el liderazgo moral de ese movimiento
y la influencia ideológica de ambos siguió siendo determinante hasta nuestros días.

Su contribución teórica

Artículos, libros y manuscritos inéditos, algunos escritos en colaboración con Friedrich


Engels entre 1820 y 1895 forman parte de su interesante contribución teórica al pensamiento

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social. Sin embargo, podemos encontrar distintas etapas en su obra, mencionaremos los
principales títulos:

Período de juventud: escritos a partir del análisis crítico del pensamiento hegeliano, los
principios teóricos y filosóficos que guiarán sus estudios futuros. Los “Manuscritos
económico-filosóficos” (1844) y en colaboración con Engels “La ideología alemana” (1845)
y el “Manifiesto comunista” (1848). Este último se realizó por petición de una Liga
revolucionaria clandestina formada por emigrantes alemanes y fue un panfleto de retórica
incendiaria situado en el contexto de las revoluciones europeas de la época.

Período de madurez: aparecen los principales textos: “La contribución crítica de la


economía política” (1859), los “Bosquejos de crítica de la economía política” (los
“Grundisse” 1857-58) y “El capital” (1867 hasta 1894). Fue durante su estancia en
Inglaterra donde Marx profundizó en el estudio de la economía política clásica y, apoyándose
fundamentalmente en el modelo de David Ricardo, construyó su propia doctrina económica,
que plasmó en El Capital. Cabe aclarar que de esa obra trascendental sólo llegó a publicar el
primer volumen en 1867, mientras que los dos restantes los editaría después de su muerte su
amigo Engels, poniendo en orden los manuscritos de Marx.

Su concepción del Hombre y de la Sociedad.


Conceptos principales.

El análisis de Marx aseguraba que el capitalismo tenía carácter histórico, como cualquier otro
sistema, y no respondía a un orden natural inmutable como sostenían pensadores anteriores
a él. El capitalismo había surgido de un proceso histórico por el que sustituyó al feudalismo
y estaba abocado a hundirse por sus propias contradicciones internas, dando paso al
socialismo. El declive inexorable de la sociedad burguesa, que habría polarizado a la sociedad
en dos clases antagónicas, con intereses irreconciliables, haría que las masas proletarizadas,
una vez conscientes de su explotación, acabarían protagonizando la Revolución para dar paso
al socialismo.

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Marx precisó así la lógica de la lucha de clases que subyace en toda la historia de la
humanidad y que hace que ésta avance con movimientos dialécticos (VER MÉTODO), como
resultado del choque revolucionario entre explotadores y explotados, contradicción
inevitable entre el desarrollo de las fuerzas productivas (FP), que son cambiantes y
dinámicas, y el resquebrajamiento necesario de las relaciones sociales de producción (RP).
Este esquema supone que existen leyes históricas que llevan a las sociedades de un estadio a
otro de organización. Es posible pensar que la lucha de clases es un tipo especial de lucha
por la vida, en la que siempre ha triunfado el más fuerte, hasta que, bajo ciertas condiciones
nuevas la antigua clase dominante que se encontraba adaptada al ambiente anterior, con sus
relaciones de producción, se torna incapaz de competir con la clase generada por la sociedad
industrial. La clase obrera logrará acceder al poder porque está más adaptada a la lucha por
la vida. Esta lucha produce un resultado progresista, dentro de la interpretación historicista
del evolucionismo. En el nuevo contexto de la industrialización es la clase obrera la que está
más adaptada. En este sentido, es posible afirmar que el cambio social es el resultado de las
luchas de clase.

Para profundizar este análisis, debemos entender también cuál es la concepción que tiene
Marx acerca del Hombre. Según su concepción, el Hombre es esencialmente productor de
su vida material: así obtiene alimentos, vestimenta y otros elementos materiales para vivir.
La esencia del Hombre es producir. Para ello se relaciona con la naturaleza a través de los
medios técnicos de producción (o tecnología). Por su parte, las fuerzas productivas (FP)
mencionadas más arriba, son todos los elementos que intervienen en el proceso de producción
de la vida material: el conjunto de hombres, el entorno natural, los medios técnicos de
producción o tecnología y el diseño de las actividades. En este sentido, los elementos que
intervienen en el proceso productivo son: las fuerzas productivas (FP), que están en
continua evolución y las relaciones de producción (RP), que son relaciones sociales que se
establecen entre los hombres, según el nivel de evolución de las fuerzas productivas (FP).

En un determinado momento histórico las relaciones de producción (RP) traban el desarrollo


de las FP (Tesis) y éstas entran en contradicción y conflicto (Antítesis) dando lugar al cambio
de Modo de Producción (MP) (Síntesis). Aparece así un nuevo tipo de relaciones de

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producción (RP), acorde al nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas (FP). Surge
un nuevo Modo de Producción. (VER MÉTODO)

Acabamos de introducir aquí un nuevo concepto: el de Modo de Producción. Este es el


conjunto formado por las fuerzas productivas (FP) y las relaciones de producción (RP).
Definido de otra manera, podemos decir que son los “modos” en que, en cada momento
histórico, los hombres desarrollan su vida material, es decir, las formas en las cuáles los
hombres producen lo que necesitan para vivir. Ya hemos dicho que las fuerzas productivas
(FP) evolucionan en forma permanente y las relaciones de producción (RP) son rígidas y se
cristalizan, y tal como un cristal, para que cambien hay que romperlas.

A través del devenir histórico de la humanidad, se fue dando una sucesión de modos de
producción que ha caracterizado la forma en que, en cada momento histórico, los hombres
han producido su vida material, a saber:

 Comunista primitivo/sociedades primitivas (paleolítico)


 Asiático/sociedades de transición (neolítico)
 Antiguo/sociedades esclavistas (Grecia, Roma, Egipto/Antigüedad clásica)
 Germánico/sociedades esclavistas (sociedades rurales)
 Feudal/sociedades rurales (feudos) y urbanas (burgos)/ Edad Media
 Burgués Capitalista/sociedad moderna industrial
 Socialismo/orden social (Comunismo futuro)

Marx también explicó el sentido de la Revolución socialista que esperaba, como


emancipación definitiva del hombre, al abolir la propiedad privada de los medios técnicos de
producción, que era la causa de la alienación de los trabajadores, completando la
emancipación meramente jurídica y política realizada por la Revolución burguesa, que
vinculaba al modelo francés. En este sentido, se entiende el concepto de alienación como
“extrañamiento”, “enajenación”, el hombre se siente “fuera de sí”. El obrero se aliena por
tener una visión del mundo de la clase dominante: que Marx llama falsa conciencia o

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ideología y por verse obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista. El obrero no se
pertenece a sí mismo durante el acto de trabajo, ni tampoco le pertenece el producto que crea.

Sobre esa base, apuntaba hacia un futuro socialista entendido como la realización plena de
las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, como fruto de una verdadera democracia. La
“dictadura del proletariado” tendría un carácter meramente instrumental y transitorio, porque
su objetivo no era el reforzamiento del poder estatal con la nacionalización de los medios de
producción, sino el paso a la fase comunista en la que, desaparecidas las contradicciones de
clase, ya no sería necesario el poder coercitivo del Estado, que ejercía la burguesía.

Para lograr el nuevo orden social, el Comunismo, hay que seguir criticando y cuestionando
a la sociedad capitalista del siglo XIX. El proceso revolucionario aún no se ha completado.
La necesidad de un nuevo orden social implica para Marx la recuperación del progreso y la
liberación del individuo. El orden tiene que ser construido a partir de la intervención de los
hombres en la historia. La Sociología como ciencia social incipiente va a permitir diseñar y
acceder al nuevo orden social, apoyado en el conocimiento científico.

En el Prólogo de su mayor obra, “El Capital”, Marx explica cuál es su objeto de estudio
con las siguientes palabras:

(…) “En la presente obra nos proponemos investigar el régimen capitalista de


producción y las relaciones de producción y circulación que a él corresponden. El
hogar clásico de este régimen es, hasta ahora, Inglaterra. Por eso tomamos a este
país como principal ejemplo de nuestras investigaciones teóricas (...)” (Marx,
1975: 6).

De esta manera, la concepción de Marx sobre la Sociedad nos remite a un concepto


fundamental: el concepto de Estructura Social. Concebida como un edificio, metáfora
conocida como “analogía arquitectónica”, la estructura social está conformada por una base
o Infraestructura económica (los cimientos) que se compone de las fuerzas productivas y
las relaciones de producción: de esta manera podemos entender que la sumatoria de las
fuerzas productivas más las relaciones de producción dan como resultado el modo de

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producción (FP + RP = MP). Por encima de ello se alza un edificio jurídico, político e
ideológico que Marx llama Superestructura, compuesta por las instituciones y sistemas de
normas, ideas, creencias y símbolos, lo que constituye la conciencia de esa sociedad.

El marxismo posee un componente teórico básico: el rol central de las clases sociales en la
determinación de los fenómenos políticos, culturales e ideológicos. Cuando Marx pone en el
centro de la escena a las clases sociales y considera a la infraestructura como base material
determinante de la superestructura también está considerando las interacciones entre ambas
y que lo estructural (base material) es tan importante como lo superestructural (lo político, lo
jurídico y lo ideológico). Sin embargo, cabe aclarar que a Marx le interesaba mucho más lo
superestructural que lo económico. Es en este sentido que lo económico, la estructura de
clases, es el revés de lo trama de lo superestructural y como está interesado en los cambios
radicales, estudia ese revés de la trama. La teoría marxista exige que se busquen los
determinantes estructurales.

Conviene aquí hacer una revisión del concepto de clases sociales en Marx. La hipótesis del
autor posee una doble característica: por un lado plantea los factores que generan a las clases
sociales y los pone en el centro de la escena, por otro lado se equivoca en suponer que es
posible, en un futuro cercano, una sociedad sin clases. Esta última hipótesis es la fuente de
la degeneración de su doctrina y de las malas interpretaciones y aplicaciones en varios países,
confundiéndose su doctrina con regímenes opresivos. Sin embargo, la idea original de Marx
es muy enriquecedora a la hora de estudiar y entender las causas de la desigualdad social y
de su posible modificación.

El concepto de clase se define a partir de las relaciones de producción: relaciones entre


propietarios y no propietarios de los medios de producción, relaciones entre dos clases
antagónicas, burgueses y proletarios. Las relaciones entre las clases son de “lucha” o
“conflicto”. Las clases propietarias de los medios de producción explotan y dominan a los no
propietarios. En ese proceso de “lucha” o “conflicto”, la sociedad se polariza en dos clases
antagónicas. Pero el concepto se clases se refiere a una “realidad” con innumerables
graduaciones, a veces sin puntos claros de ruptura o sin límites precisos. Por eso en algunos
escritos Marx se refiere a dos clases sociales (burgueses y proletarios), otras veces alude a

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tres clases (propietarios de la tierra, propietarios del capital y poseedores de la fuerza de
trabajo) y a veces a varias clases más cuando conviven, en un momento histórico
determinado, varios modos de producción y puede haber diversas clases o fracciones de clase.

Friedrich Engels en su Introducción a Las Luchas de Clases en Francia (1848 a 1850), dice
que la dominación estaba en manos de la “gran burguesía”, agrupando en el otro extremo a
todas las demás clases sociales dentro del proletariado: tanto a los campesinos como a los
pequeños burgueses. A veces aparece el término “capa”, usado de manera indistinta en dicha
obra. Pero para no confundir las cosas, cabe aclarar que Marx alude a la clase campesina y
luego hace una referencia a las capas intermedias de la sociedad burguesa, la pequeña
burguesía y la clase campesina. Marx usaba los términos clase y capa para aquello que hoy
llamamos estrato. En El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx se refiere a la
pequeña burguesía como una clase intermedia. Su definición de clase aparece en esta obra:

(…) “En la medida en que millones de familias viven bajo condiciones económicas
de existencia que las distinguen por su modo de vivir, sus intereses y su cultura de
otras clases y las oponen a éstas de modo hostil, aquéllas forman una clase. Por
cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación puramente local y
la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna
unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase” (…) (Marx,
2004: 244).

La clase puede tener mayor o menor grado de organización, de conciencia. Para referirse a
ello, Marx acuñó los conceptos de “clase en sí” y “clase para sí”. En el primer caso, se
refiere a una clase sin conciencia de su situación de clase (proletariado), mero grupo formado
por individuos en una relación a los medios de producción o que obtienen ingresos de una
determinada manera. En el segundo caso, se refiere a la clase con conciencia de su situación
de clase (burguesía). Sólo si el proletariado toma conciencia de su propia situación de clase,
transformándose en una clase para sí, podrá encarar la lucha política para acceder al control
del Estado.

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En la medida que existe la propiedad privada de los medios técnicos de producción existen
las clases, existe la explotación de unos sobres otros. Los propietarios de los medios de
producción son los “dominadores” y los no propietarios son los “dominados”. Esta relación
de explotación aparece expresada en la Teoría de la Plusvalía. Partiendo de la doctrina
clásica, según la cual sólo el trabajo humano produce valor, Marx denunció la explotación
del hombre por el hombre en la extracción de la plusvalía, es decir, la parte del trabajo no
remunerado al obrero y apropiado por el capitalista, de donde surge la acumulación del
capital. Criticó así la esencia injusta, ilegítima y violenta del sistema económico capitalista,
en el que veía la base de la dominación de clase. De esta manera, consideró dos tipos de
plusvalía: plusvalía absoluta y plusvalía relativa.

La primera es la que obtiene el capitalista mediante la extensión de la jornada laboral y la


segunda se obtiene abaratando el valor de la fuerza de trabajo. Marx dedicó en partes de su
obra, especial atención a la organización y tecnificación del trabajo 13. La búsqueda de la
ganancia por parte del capitalista es el motor que los incentiva a introducir progresos técnicos,
generando así, un proletariado numeroso que se va acostumbrando cada vez más a trabajar
con un equipo industrial avanzado. Sólo esta clase proletaria es la que puede y debe actuar
como “sepulturera” del sistema capitalista. Marx creyó que ciertos desarrollos técnicos, en
una sociedad socialista, podían eliminar la necesidad misma de la división jerárquica del
trabajo. Marx se adentró en el estudio de la naturaleza misma de la división del trabajo para
ver si encontraba dentro de ella, las fuerzas que podrían producir su propia negación, y en
ese momento creyó encontrarlas. En nuestros días, es difícil compartir su optimismo, sobre
todo, luego de varias revoluciones socialistas que han transcurrido en el curso de la historia.
Si a Marx le interesaban los efectos de la división del trabajo era porque le preocupaba la
“estrechez mental” inducida por ella, la que generaba que la clase obrera aceptara
pasivamente su condición o se limitara a “revueltas” que solo conducirían a reemplazar un
grupo explotador por otro.

13
Se puede leer en la cuarta sección del 1º Tomo de El Capital, dedicado a lo que el propio Marx llama
“plusvalía relativa” (cap. X a XIII de la edición en español)

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Su Método

Desde 1843 el pensamiento de Marx quedaría asentado sobre la dialéctica de Hegel, si bien
sustituyó el idealismo de éste por una concepción materialista, según la cual las fuerzas
económicas constituyen la infraestructura que determina en última instancia los fenómenos
“superestructurales” del orden social, político y cultural.

En el Postfacio a la Segunda Edición del “El Capital”, Marx también explica cuál es su
método de estudio con las siguientes palabras:

(…) “Mi método dialéctico no solo es fundamentalmente distinto del método de


Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel el proceso del
pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida
propia, es el demiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en que toma cuerpo.
Para mí lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y traspuesto
a la cabeza del hombre (…)
(…) Hace cerca de treinta años, en una época en que estaba de moda aquella
filosofía, tuve ya ocasión de criticar todo lo que había de mistificación en la
dialéctica hegeliana (…)
(…) El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no
obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio
y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica
aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor
dicho ponerla de pie, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla
racional” (...) (Marx, 1975: 9)

En este sentido el Método Dialéctico permite analizar la realidad social mediante relaciones
de oposición, de lucha o conflicto. Entonces: ¿Qué es el Método Dialéctico en Marx? Hay
fenómenos sociales que aparecen como Tesis, a los que se le oponen otros fenómenos que
aparecen como su Antítesis, oposición ésta que es superada cuando aparece un tercer
fenómeno que es la Síntesis.

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El fenómeno que aparece como Síntesis incluye a las dos anteriores, y se transforma en una
nueva Tesis que generará una nueva Antítesis y así sucesivamente. Este método, basado en
los preceptos de la dinámica de la lucha de clases, es aplicado por Marx al estudio de la
historia de la sociedad, a la sucesión de modos de producción descripta anteriormente. El
mismo le permite a Marx interpretar el complejo entramado del accionar de las clases sociales
que se encuentran en permanente conflicto, pero además, no pierde de vista la perspectiva
histórica.

A modo de conclusión

En el Siglo XIX surge la Sociología como ciencia, diferenciándose así del desarrollo teórico
que ya tenían la ciencia política y la economía política como campos secularizados del saber.
Dada la necesidad de estudiar las relaciones sociales necesarias para el desarrollo del
capitalismo, esta nueva disciplina secular viene a entender y explicar ese nuevo orden social,
donde aparecen nuevos conflictos como producto de la industrialización, distintos a los del
pasado feudal.

Para dar respuesta a la crisis social y política desatada en ese entonces en Europa, según la
mirada de J.C. Portantiero (1993), aparecen dos vertientes de pensamiento antitéticas, en el
plano de la teoría y la práctica social: el socialismo científico de la mano de Karl Marx y
unos años después, la sociología clásica, que presentarán Émile Durkheim en Francia y Max
Weber en Alemania.

Así se considera a Marx como uno de los Padres fundadores de la Sociología. Pensador que
estudia el caos social, el desorden y el conflicto generados por la situación de crisis social
imperante en Europa. La Sociología se plantea cómo resolver la crisis, cómo construir el
nuevo orden que supone siempre la idea de progreso, de cambio social. No habían
desaparecido de la sociedad aquellos elementos perturbadores que impedían el progreso real
y definitivo de la Humanidad.

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La obra de Marx es filosófica, económica, es una ideología política. Es la expresión de las
corrientes ideológicas radicales en Ciencias Sociales, conocida como la Filosofía crítica o
negativa del siglo XIX.

El planteo de Marx es intervencionista. El conocimiento científico de la realidad social le


tiene que permitir al hombre actuar sobre su sociedad para mejorarla a través de una
revolución. La filosofía marxista se transforma así en una crítica a la sociedad industrial, que
el propio Marx llama modo de producción capitalista, su objeto de estudio, y a partir de
allí se dedicará a fundamentar por qué la necesidad de su destrucción en manos de la clase
obrera. La Ciencia Social, y específicamente la Sociología será es el soporte ideológico para
la próxima Revolución, la del proletariado.

Entrado ya el siglo XX, y específicamente a partir de la década del ’20, aparecen las llamadas
Teorías Críticas en Europa y Estados Unidos, como una reivindicación del marxismo clásico
y en una clara oposición con el Estructural-Funcionalismo. Es ésta una nueva etapa de
producción intelectual sociológica, que surge con una mirada crítica en relación a los
paradigmas de las corrientes sociológicas anteriores. Entre los referentes más importantes
podemos mencionar a Hermann y Felix Weil, Friedrich Pollock, Max Horkheimer, Theodor
Adorno, Erich Fromm, Walter Benjamin, Herbert Marcuse, Jurgen Habermas: quienes
conforman la Escuela de Frankfurt. El objetivo principal de esta corriente es el estudio del
Marxismo con una actualización y readaptación de los conceptos clásicos. En especial, se
dedicarán a abordar la historia de los movimientos socialistas y obreros con una creciente
valoración del concepto marxista de superestructura, fundamentalmente en lo referente a
los aspectos culturales y lo simbólico.

Actividad sugerida
Película: Tiempos modernos. Modern times. (1936)
Preguntas:
1. Identifique a través de ejemplos provistos por la película los conceptos de:

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Modo de producción, fuerzas productivas, relaciones de producción, plusvalía,
alienación, clase en sí, clase para sí.
2. ¿De qué modo podría aplicarse a la película el método científico propuesto por Marx
pensando en la sucesión histórica de los modos de producción?
3. ¿Por qué es posible afirmar que “la historia de la humanidad ha sido siempre la
historia de la lucha de clases”? ¿Encuentra ejemplos de ello en la película?

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