Está en la página 1de 73

Sistema de clasificación Melvil Dewey DGME

895
Z4A
2006 Zeman, Ludmila
Gilgamesh / Texto e ilustraciones Ludmila Zeman; trad. De Laura
Emilia Pacheco.- México: SEP: Ediciones Tecolote, 2006.

ISBN: 968-01-1218-7 SEP

1.- Literatura. 2. Epopeya épica, I. Zeman, Ludmila, il.


II.- Pachecho Romo, Laura Emilia, tr. III. t. IV. Ser.

Edición especial para Telesecundaria

Titulo de las obras originales: Gilgamesh the King, the Revenge of Isthar, The last Quest of Gilgamesh

© Ludmila Zema
© De la traducción: Laura Emilia Pacheco Romo
© Tundra Books
© Ediciones Tecolote, 2006

Primera edición SEP/ Ediciones Tecolote, 2006

D.R. © Ediciones Tecolote, S.A. de C.V., 2006


Gobernador José Ceballos 10,
Col. San Miguel Chapultepec,
11850, México D.F.
www.edicionestecolote.com
D.R. © Secretaria de Educación Pública, 2006
Argentina 28, Centro,
06020, México, D.F.

ISBN: 970-9718-81-9 Ediciones Tecolote


ISBN: 968-01-1218-7 SEP

Prohibida su reproducción por cualquier medio mecánico o electrónico sin la autorización de los coeditores.

Impreso en México

Distribución Gratuita- prohibida su venta


HACE MUCHISIMO TIEMPO, en el reino de Mesopotamia,
el dios Sol envío a un rey llamado Gilgamesh a gobernar la
ciudad de Uruk.

Gilgamesh era mitad hombre y mitad dios.


Parecía humano, pero no sabía que significaba ser humano.
Tenía poder y riquezas, pero no era feliz.
Lo tenía todo, pero no tenía amigos.
Siempre estaba solo
y por eso se volvió amargo y cruel.

Un día decidió demostrar su fuerza y su poder para que nadie


jamás lo olvidara.
E NTONCES, Gilgamesh ordeno construir una gran muralla alrededor de la ciudad de Uruk. Para erigirla,
obligo a los hombres a ordenar su trabajo y su familia, y a las mujeres a preparar los alimentos para este
ejército de constructores.
El rey mandó alejar a los niños para que nadie jugara con ellos. AL principio la gente trabajó de buena gana.
Suponía que su rey debía de tener un buen motivo para hacer la muralla. ¡Acaso algún enemigo planeaba
invadir la ciudad?
A MEDIDA QUE LA MURALLA crecía más y más, todos empezaron a preocuparse. ¿Qué tan alta tenía
que ser? Ya era más grande que cualquier otra en el mundo, pero Gilgamesh presionaba día y noche
para seguir la construcción. La comida empezó a escasear. Los hombres se desmayaron de hambre y de
fatiga. La gente pidió misericordia. Le suplicó a Gilgamesh que se detuviera, pero él ignoro sus ruegos.
Desesperados, los habitantes de Uruk imploraron la ayuda del dios Sol.
G ILGASMESH SE ENFURECIO:
-- ¡No existe nadie más fuerte que yo! Tráeme a esa criatura para comprobarlo.
¡La destruiré frente a todos los habitantes de Uruk!
El Cazador se apresuró a decir que era incapaz de capturar a un hombre tan fuerte y tan salvaje.
- Entonces le tenderemos una trampa –respondió Gilgamesh-. Lleva a Shamhat al bosque y deja
que lo seduzca con su voz y sus encantos.
E N URUK SE DECIA que no amaba a Shamhat era Gilgamesh, y eso porque él no
quería a nadie.
Shamhat era la mujer más hermosa de la ciudad; su voz, la más melodiosa del templo.
¿Sería capaz de domar al salvaje?
El cazador no quería volver al bosque para no quedar en ridículo de nuevo, pero no se
atrevió a oponerse a Gilgamesh y mucho menos a desobedecerlo.
E L CAZADOR LLEVO A SHAMHAT al bosque, la dejó en el sitio donde había visto a
Enkidú por última vez, y se apresuró de vuelta a Uruk. Cuando cayó la tarde, Shamhat
empezó a tocar el harpa y a cantar en la oscuridad; su voz hechizó el bosque.
Enkidú se dirigió hacia el lugar de donde provenía ese dulce sonido. Se ocultó detrás de un árbol.
Nunca había visto algo tan encantador. Se acercó a Shamhat lentamente para no asustarla.
C UANDO SHAMHAT LO VIO, dejó de cantar. Enkidú parecía más bestia que hombre, pero
ella sabía que no le haría daño. Nadie jamás la había mirado con semejante ternura.
En los días siguientes, Shamhat le enseño a Enkidú a hablar y a cantar. Se enamoró de él y juntos
exploraron los caminos de amor.
Enkidú le prometió permanecer siempre a su lado.
S HAMHAT ESTABA ASUTADA: Enkidú tenía que alejarse de la ciudad de Uruk, donde
Gilgamesh aguardaba para destruirlo. Pero Enkidú no quiso escucharla.
No tenía miedo. Por ella estaba dispuesto, incluso, a enfrentar la muerte.
P ARA ENKIDÚ LO MÁS TRISTE fue despedirse de sus amigos del bosque, quienes se
reunieron para verlo partir.
No entendían por qué los abandonaba. Él no lo pudo explicar.
E N LO ALTO DE UNA GRAN TORRE de la muralla de Uruk desde el amanecer hasta el
atardecer, Gilgamesh esperaba todos los días el regreso de Shamhat.
Los habitantes de la ciudad habían oído hablar del salvaje que vendría del bosque a rescatarlos
para que nadie se atreviera a desafiar su poder.
S HAMHAT ESTABA MUY PREOCUPADA. ¿Podría Enkidú vencer a Gilgamesh? ¿Qué
pensaría la gente de este hombre salvaje? Para darle una apariencia más humana, Shamhat le
cortó el cabello.
Con su propia túnica le hizo una prenda para que se cubriera, pero Enkidú conservo su corona de
cuernos en homenaje a sus amigos los animales. Shamhat señalo hacia Uruk, que ya se divisaba a
lo lejos. Enkidú estaba deslumbrado. Jamás imaginó lo hermosa que podría ser una ciudad.
T ODO OCURRIÓ TAN RÁPIDO que la gente no podía creer lo que veían sus ojos: ante la
sorpresa de los espectadores, Enkidú se lanzó al borde de la muralla y alcanzó a sujetar a
Gilgamesh del brazo para salvarlo.
Si Enkidú era el vencedor, ¿por qué quería ayudar a quien intentaba matarlo?
D E NUEVO GILGAMESH estuvo frente a Enkidú en la muralla. Todos se quedaron sin
aliento. Gilgamesh dio un paso hacia Enkidú, se detuvo, extendió los brazos
y lo estrechó con fuerza. Por fin Gilgamesh lograba entender lo que significaba ser humano.
Ya no estaba solo: había encontrado un amigo.
L AS CELEBRACIONES se prolongaron muchos días.
Shamhat encabezó el desfile más grande jamás en Uruk. Gilgamesh y Enkidú, ahora
hermanos, lo observaron y saludaron desde la cima de la gran muralla.
E L REY ORDENÓ obtener para siempre su construcción.
Las familias por fin se reunieron y los padres bailaron con sus hijos en las calles.
Todos fueron invitados al gran festejo.
U NA PAZ nunca antes vivida descendió
sobre Uruk. En tardes apacibles, a Shamhat le gustaba navegar por el río con Enkidú y
escuchar cómo él y Gilgamesh planeaban hacer de Uruk una ciudad más feliz. Entonces,
ella tocaba el arpa y cantaba, orgullosa de haber reunido a los dos amigos.
A medida que el canto de Shamhat ondeaba a través de las aguas, los habitantes de Uruk
se detenían a escuchar su voz: se sentían agradecidos.
LA VENGANZA DE ISHTAR
II
GILGAMESTH y Enkidú volvieron a Uruk como héroes. La ciudad entera se volcó
para darles la bienvenida. Pero no hubo tiempo para disfrutar la victoria. El firmamento
se abrió y del cielo bajó Ishtar para vengarse.
LA ÚLTIMA CRUZADA DE GILGAMESH
III
Y ASI, EL REY

GILGAMESH

GOBERNÓ EN URUK

MUY AMADO POR

SU GENTE, HASTA

QUE MURIO. PERO

DESPUÉS DE 5 000

AÑOS, SU NOMBRE

SE MANTIENE VIVO

A CAUSA DE SUS

HAZAÑAS Y SU

VALOR

También podría gustarte