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Estas normas son de Derecho civil y, por ello, ceden ante lo que dispongan,
en su caso, los Derechos forales.
Por otro lado, la regla que atribuye al Estado la propiedad de los in-
muebles vacantes (mostrencos) no impide a un particular adquirir
uno de estos por usucapión, ya que no se trata de bienes imprescripti-
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bles (son bienes patrimoniales). Para ello es necesario tener la pose-
sión del bien (con los requisitos legales de la usucapión) y mantenerla
durante el plazo legalmente previsto, antes de que intervenga la Ad-
ministración. La prescripción sirve para que el particular adquiera un
inmueble que previamente pertenecía al Estado en su condición de
propietario de los inmuebles que no tienen dueño.
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También corresponden a la Administración del Estado (salvo que los Dere-
chos forales dispongan otra cosa) los valores, dinero y demás bienes muebles
depositados en la Caja General de Depósitos y entidades financieras (ban-
cos, cajas de ahorros), así como los saldos de cuentas e instrumentos simila-
res abiertos en estos establecimientos, respecto de los cuales no se haya
practicado gestión alguna por los interesados que implique el ejercicio de su
derecho de propiedad en el plazo de veinte años (art. 18.1).
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su titular”, la Administración necesitará obtener permiso del Juzgado
de lo contencioso-administrativo (artículo 8.6 LJCA).
A título oneroso:
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La competencia corresponde siempre al Ministerio de Hacienda (en la Ad-
ministración del Estado). En las demás hay que estar a la legislación auto-
nómica o a la LBRL, que distinguen en función del importe del bien.
A título gratuito:
Por lo que respecta a las donaciones, el art. 21.3 LPAP dice que «si la
adquisición llevare aneja alguna condición o modalidad onerosa, sólo
podrán aceptarse los bienes previo expediente en el que se acredite
que el valor del gravamen impuesto no excede del valor de lo que se
adquiere».
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La aceptación de la herencia, tanto por el Estado como por parte de
otros sujetos que puedan resultar beneficiarios de ella, se entiende a
beneficio de inventario (art. 957 CC).
Por prescripción:
De acuerdo con el art. 22 LPAP, la usucapión a favor del Estado se rige por
el Derecho civil.
1Se realizaron en algunos casos en la crisis y ahora está habiendo alguna operación
de recompra de esos inmuebles para no tener que pagar renta por ellos (ver aquí).
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- El supuesto típico (que aparece también en la legislación de contratos
públicos y en cualquier regulación de los procedimientos de licitación)
de fracaso de una subasta o concurso previos: “Cuando fuera declara-
da desierta la subasta o concurso promovidos para la enajenación o
éstos resultasen fallidos como consecuencia del incumplimiento de sus
obligaciones por parte del adjudicatario, siempre que no hubiese
transcurrido más de un año desde la celebración de los mismos. En
este caso, las condiciones de la enajenación no podrán ser inferiores
de las anunciadas previamente o de aquellas en que se hubiese pro-
ducido la adjudicación”.
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- Que la diferencia de valor de tasación entre los dos bienes no sea su-
perior al 50% del valor de tasación del bien más valioso. Por lo tanto,
puede permutarse un bien por otro que valga la mitad (o el doble), de-
biéndose abonar la diferencia en metálico o mediante la entrega de
otros bienes o derechos de naturaleza distinta (art. 154.3).
Superando dudas anteriores, el art. 153 dice que “la permuta podrá tener
por objeto edificios a construir”.
A diferencia de lo que ocurre con los bienes de propiedad privada, cuya utili-
zación es en buena medida asunto del propietario que el Derecho sólo regula
para establecer sus límites externos (arts. 348, 350 CC), en el caso de los
bienes de dominio público, esta calificación tiene como una de sus finalida-
des principales precisamente la de conseguir que esos bienes reciban el uso
más adecuado para el interés público, tal como lo valora el legislador. Lo que
justifica su calificación como bienes demaniales es justamente que el interés
público afectado es de tal relevancia que no se puede condicionar el uso del
bien a la voluntad de un propietario privado. De ahí la importancia de las
normas reguladoras del uso de estos bienes.
El uso común puede ser general o especial. “Es uso que implica un aprove-
chamiento especial del dominio público el que, sin impedir el uso común,
supone la concurrencia de circunstancias tales como la peligrosidad o inten-
sidad del mismo, preferencia en casos de escasez, la obtención de una renta-
bilidad singular u otras semejantes, que determinan un exceso de utilización
sobre el uso que corresponde a todos o un menoscabo de éste” (art. 85.2).
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- El uso común general es el único que no requiere ningún título habili-
tante, tal como reconoce, a sensu contrario, el art. 84.1: “Nadie puede,
sin título que lo autorice otorgado por la autoridad competente, ocu-
par bienes de dominio público o utilizarlos en forma que exceda el de-
recho de uso que, en su caso, corresponde a todos”. “El uso común de
los bienes de dominio público podrá realizarse libremente, sin más li-
mitaciones que las derivadas de su naturaleza, lo establecido en los
actos de afectación o adscripción, y en las disposiciones que sean de
aplicación” (art. 86.1).
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utilización directa. Esa figura se conoce como reserva demanial, reguladas
genéricamente en el art. 104.
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La concesión demanial es un acto unilateral, mientras que la de
servicio público es un contrato. En realidad, ambas se basan en
la voluntad de las dos partes. La construcción como acto o con-
trato no carece de importancia.
Por desaparición física del objeto. Esto tiene importancia sobre todo
en aquellos casos en que el fin de la concesión es justamente la trans-
formación física de su objeto y la pérdida de las condiciones que lo
convertían en un bien demanial (por ej., concesión para la desecación
de marismas). Cuando el bien se transforme en patrimonial, el art.
102-103 LPAP regula la situación de los títulos concedidos y el dere-
cho de adquisición preferente del concesionario.
Está regulada, para los bienes del Estado, en los arts. 105-109 LPAP, que se
remiten a las normas sobre gestión patrimonial (libertad de pactos, actos
separables).
Lo que se regula son los contratos por medio de los cuales se encomienda su
explotación a particulares (arrendamientos, etc.).
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