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1.1. Introducción
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Ley 33/2003, de 3 de noviembre, del Patrimonio de las Administraciones Públicas.
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De cada una de ellas, la LPAP regula lo que resulta procedente (por eje.,
especialidades, cuando se trata de un modo civil de adquisición), remitiendo en lo
demás a las disposiciones correspondientes de la legislación civil o administrativa.
Como la regulación de los modos de adquirir la propiedad (aunque sea por parte
de las Administraciones públicas) es, desde el punto de vista competencial, un
tema perteneciente al ámbito de la legislación civil (art. 149.1.18 CE y
concordantes estatutarios), las Comunidades Autónomas con Derecho civil propio
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Por las mismas razones antes indicadas, las Comunidades Autónomas con
Derecho civil propio (Derecho foral) pueden atribuir la propiedad de los saldos o
depósitos abandonados a la propia Comunidad Autónoma en lugar de al Estado.
Así lo ha hecho la Comunidad Foral de Navarra, lo que ha recibido el aval del
Tribunal Constitucional (STC 40/2018, de 26 de abril).
Dentro de los medios de Derecho público, que son lógicamente los que
aquí más nos interesan, cabe distinguir entre: (1) privilegios sustantivos (las notas
de inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad, que en principio son
exclusivas de los bienes de dominio público, salvo la última que, como luego
veremos, es predicable también de algunos bienes patrimoniales); (2) deberes
instrumentales (los de formación de inventario e inscripción de los bienes en los
registros oportunos); y (3) potestades de autotutela (investigación, deslinde,
recuperación de oficio y desahucio), aplicables a ambos tipos de bienes con las
diferencias que luego estudiaremos con más detalle.
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Ley 17/2003, de 29 de mayo, por la que se regula el Fondo de bienes decomisados por tráfico ilícito de
drogas y otros delitos relacionados.
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3. DEBERES INSTRUMENTALES
3.1. Inventario
3.2. Registro
El deslinde es una facultad que el Código Civil (arts. 384 y sigs.) otorga a todo
propietario de bienes inmuebles en las circunstancias indicadas (imprecisión de
los límites con los inmuebles vecinos o indicios de usurpación). El deslinde civil se
puede llevar a cabo de forma voluntaria, es decir, por acuerdo entre los
colindantes (que, si quiere llevar al Registro de la Propiedad, habrá que formalizar
ante Notario o ante el Secretario judicial, según los casos; lo que se conoce como
actos de jurisdicción voluntaria6); pero si no hay acuerdo, quien pretenda llevarlo a
cabo tendrá que presentar una demanda ante los tribunales (deslinde
contencioso). En esto reside la autotutela administrativa, que implica que en casos
similares (oposición del colindante), la Administración puede tomar la primera
decisión en vía administrativa y con fuerza ejecutiva sin necesidad de acudir a los
tribunales.
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Art. 200 de la Ley Hipotecaria de 1946, en la redacción dada al mismo por la Ley 15/2015, de 2 de julio, de
la Jurisdicción Voluntaria; y arts. 104 y sigs. de esta última.
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Ley 22/1988, de 28 de julio, de Costas (art. 13); Texto Refundido de la Ley de Aguas, aprobado por Real
Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio (art. 95); y Ley 3/1995, de 23 de marzo, de Vías Pecuarias (art. 8).
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La LPAP limita esta potestad a los bienes de dominio público, de modo que
en principio no cabe ejercerla si se trata de bienes patrimoniales.
motivos de fondo (se invocan, por eje., títulos de propiedad contrarios al deslinde
practicado), ha de acudir a los tribunales civiles (art. 43 LPAP).
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Una de las fórmulas usadas por nuestra legislación al consagrar este privilegio era, por eje., la siguiente:
“Los Tribunales, Jueces y Autoridades administrativas no podrán despachar mandamientos de ejecución ni
dictar providencias de embargo contra los derechos, fondos, valores y bienes en general de la Hacienda local”
(art. 154.2 de la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, reguladora de las Haciendas locales).
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En cambio, sí se rige por esta legislación (es decir, por las clases de uso que
veremos en el apartado siguiente) la utilización de esas mismas instalaciones por
otras personas. Por eje., la colocación por una empresa de máquinas de café en
la Facultad de Derecho (que sería, como veremos luego, un uso privativo).
cuya utilización de estos bienes puede ser de distintas clases, conforme a las dos
tipologías que vamos a estudiar a continuación: la principal, la que distingue entre
usos comunes (generales o especiales) y usos privativos, y otra complementaria,
la que distingue entre usos normales o anormales. Cada uno de estos usos tiene
su propio régimen jurídico, como también veremos seguidamente.
Pero, antes, conviene advertir que la Administración titular de esta clase de bienes
también puede reservarse en ocasiones (cuando esté legalmente previsto) ciertas
porciones de ellos para su propio uso, excluyendo su utilización por los
ciudadanos. Es lo que se conoce como reservas demaniales, esto es, porciones
de bienes de dominio público destinados en principio al uso por parte de los
ciudadanos que la Administración se reserva para el cumplimiento de alguna de
sus funciones (art. 104 LPAP). Así, por eje., la reserva de un tramo de costa para
la construcción de un puerto o de una instalación militar (arts. 47 y sigs. de la Ley
22/1988, de 28 de julio, de Costas). Cuando la reserva se hace en favor de una
Administración distinta de la titular del bien, se habla de adscripciones
demaniales. Así, por eje., la adscripción de un tramo de costa para la construcción
de un puerto de competencia autonómica (arts. 49 y sigs. de la Ley de Costas).
b) Usos privativos
Dentro de los usos privativos conviene distinguir entre los usos consuntivos
(los que implican un consumo o agotamiento del bien) y los no consuntivos u
ocupaciones del dominio público.
(1) Los usos consuntivos (que sólo caben en relación con ciertos tipos de
bienes de dominio público, como las aguas continentales o las minas) requieren
siempre una concesión (concesión de aguas para el regadío o el abastecimiento
de poblaciones, concesiones mineras, etc.).
(2) Por su parte, las ocupaciones del dominio público pueden ser de dos
clases, que podemos denominar temporales y duraderas. Las ocupaciones
temporales, esto es, con bienes muebles o instalaciones desmontables y de corta
duración (como máximo hasta cuatro años), sólo requieren una autorización;
mientras que las ocupaciones duraderas, es decir, con instalaciones fijas o de otro
tipo, pero de larga duración (más de cuatro años) precisan en todo caso una
concesión (art. 86 LPAP).
Así, por eje., un quiosco de prensa en la calle es una ocupación estable, que
requiere una concesión, mientras que un mercadillo navideño es una ocupación
temporal, que precisa una autorización por parte del titular del dominio público,
que en ambos casos sería el Ayuntamiento.
Así, por eje., tirar basura en la calle es un uso anormal, como lo sería también dar
un paseo (uso normal si se trata de una calle) por una carretera.
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Reglamento de Bienes de las Entidades Locales, aprobado por Real Decreto 1372/1986, de 13 de junio (art.
75).
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Conviene cerrar este apartado relativo a los usos del dominio público con
una breve referencia a las diferencias entre las dos clases de títulos en ocasiones
necesarios para llevarlos a cabo (autorizaciones y concesiones), que cuando
habilitan para la utilización del dominio público se denominan autorizaciones y
concesiones demaniales.
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“La utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público” constituye uno de los hechos
imponibles típicos de las tasas. Vid., por eje., la Ley 8/1989, de 13 de abril, de Tasas y Precios Públicos (art.
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