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Alcoholismo y alcoholismovol. 38, núm. 6, págs. 559–567, 2003 doi:10.1093/

alcalc/agg116, disponible en línea en www.alcalc.oupjournals.org

CORRELATOS DE SÍNTOMAS EXTERNALIZANTES EN NIÑOS DE FAMILIAS

DE ALCOHÓLICOS Y CONTROLES
MARC A. SCHUCKIT*, TOM L. SMITH, SVEN BARNOW, ULRICH PREUSS, SUSAN LUCZAK y
SHELLEY RADZIMINSKI
Departamento de Psiquiatría, Universidad de California y Sistema de Atención Médica de San Diego para Asuntos de Veteranos, San Diego, CA, EE. UU. UU.

(Recibió18febrero2003; aceptado18junio2003)

Descargado de https://academic.oup.com/alcalc/article/38/6/559/209893 por usuario de la Universidad Complutense de Madrid el 2 de enero de 2024

abstracto––Objetivos:Este artículo describe una nueva etapa en la evaluación continua de las familias originales de hijos de alcohólicos y controles donde ahora nos centramos en las
relaciones entre dominios relevantes de funcionamiento en sus hijos e hijas pequeñas.Métodos:Los datos se obtuvieron del seguimiento de 15 años de las familias de los probandos
originales (los padres de estos descendientes) que habían sido seleccionados entre estudiantes y personal no académico de una universidad aproximadamente a los 20 años. Se
administró una evaluación anual de estas familias, una entrevista estructurada y el cuestionario Child Behavioral Checklist (CBCL) a un padre, generalmente la madre, de 145 hijos de
edades entre siete y 17 años. Los ocho dominios evaluados aquí incluyen los antecedentes familiares extendidos de trastornos por consumo de alcohol. , alcoholismo de los padres,
trastornos del estado de ánimo independiente o de ansiedad en los abuelos y los padres, la historia de posibles lesiones cerebrales en las primeras etapas de la vida, la ausencia de un
padre biológico en el hogar y evaluación de los síntomas de internalización, con los síntomas de externalización como variable dependiente.Resultados:Las correlaciones entre los
dominios estaban todas en la dirección prevista, un modelo de ecuación estructural revelado resultados empíricos con unaR2de 0,26, y hubo características de bondad de ajuste altas
para los modelos hipotéticos y empíricos. Los resultados fueron similares para niños y niñas y para los niños mayores versus los más jóvenes.Conclusiones:Una comprensión de las
relaciones entre las características de la descendencia de los probandos originales ofrece la oportunidad de establecer niveles de funcionamiento en dominios relevantes antes de la
aparición de problemas o trastornos relacionados con el alcohol. Los datos presentados aquí representan una base sobre la cual los seguimientos futuros evaluarán los problemas y
trastornos relacionados con las sustancias a medida que esta población madura.

INTRODUCCIÓN de conductas desinhibidas, actuando o exteriorizando (Jessor y Jessor, 1977;

Los trastornos por consumo de alcohol (AUD) se desarrollan a través de
una compleja interacción entre factores ambientales y biológicos/
genéticos, y estos últimos se combinan para explicar.
aproximadamente el 60% de la varianza del riesgo (McGue, 1997; Heathet al
., 1999; Prescott y Kendler, 1999; Colinaet al., 2000; Schuckit, 2002). Los
factores genéticos operan en el contexto de múltiples vías que contribuyen
a diversos aspectos de la elección de comenzar a beber ya la progresión de
los problemas durante la adolescencia y la edad adulta, aunque es probable
que ningún modelo explique todos los riesgos (Sher, 1991). ). ; Chassinet al.,
1999; Labouvie y Bates, 2002). Los posibles caminos incluyen un modelo de
socialización a través del cual el consumo de alcohol en el hogar y entre
parejas, junto con las expectativas sobre los efectos del alcohol y la
intensidad de la respuesta a esta droga, podrían promover un mayor
consumo de alcohol y los problemas asociados (Hawkinset al., 1992; Jacob y
Leonard, 1994; Chassinet al., 1996; Newcomb, 1997; Windle, 2000; Labouvie
y Bates, 2002; Schuckit, 2002). También hay una serie de vías psicológicas
relacionadas con los síntomas, incluido un modelo relacionado con el afecto
en el que se podría desarrollar una escalada en el uso de alcohol y otras
drogas a través de intentos de abordar los síntomas perturbadores
subyacentes (Pandina).et al., 1992; Tarter y Vanukov, 1994; finlandéset al.,
1997; McGueet al., 1997; Carpintero y Hasin, 1998; Twitchellet al., 1998;
Chassinet al., 1999; Jacob y Windle, 2000; Schuckit, 2002).
Un tercer modelo se centra en la propensión a la desviación y postula que
los antecedentes familiares (FH) de conductas desinhibidas (incluidos los
trastornos por uso de sustancias) se relacionan con dificultades cognitivas en la
descendencia que podrían producir síntomas de tristeza y
* Autor a quien debe dirigirse la correspondencia a: Departamento de Psiquiatría
(116A), Universidad de California, 3350 La Jolla Village Drive, San Diego, CA 92161–2002,
EE. UU. UU. Tel.: 858 552 8585 ext. 7978; Fax: 858 552 7424. Correo electrónico:
mschuckit@ucsd.edu
Hesselbrocket al., 1991; Sher, 1991, 1997; Pihl y Bruce, 1995; Zuckeret al.,
1996; finlandéset al., 1997; Bauer y Hesselbrock, 1999; Giancola y Parker,
2001; Tarter, 2002). Con el tiempo, estos síntomas externalizantes y los
fenómenos asociados pueden contribuir a la selección de pares desviados o
consumidores de sustancias, y al inicio temprano del consumo de sustancias
ya un mayor riesgo de problemas con el alcohol y las drogas. Se han
observado altos niveles de conductas de externalización en adolescentes
que consumen sustancias, lo que podría caracterizar a los hijos de
alcohólicos y se ha informado que predice problemas futuros relacionados
con las sustancias (Sher, 1991; Cadoretet al., 1995; crowleyet al., 1998;
puttler et al., 1998; Jacob y Windle, 2000; Zuckeret al., 2000; Tarter, 2002). Si
bien gran parte de la relación entre los síntomas de externalización y el
consumo de sustancias podría explicarse por condiciones extremas como el
trastorno de conducta o el trastorno de personalidad antisocial (ASPD),
algunos aspectos del comportamiento desinhibido o impulsivo pueden
contribuir al consumo de sustancias. incluso después de controlar el
impacto de estas condiciones. (Marrónet al., 1996; Biedermanet al., 1998;
Giancola y Parker, 2001).
El enfoque ideal para evaluar modelos de riesgo implicaría un estudio
longitudinal donde se obtuvieran datos sobre antecedentes biológicos y múltiples
dominios de funcionamiento (Caspiet al., 1996; Newcomb, 1997; Chassinet al.,
1999; Fernandoet al., 2001). Esta técnica puede ser especialmente útil si las
observaciones comienzan temprano en la vida y los dominios de interés se miden
repetidamente, sin depender excesivamente de datos retrospectivos a largo
plazo. La investigación prospectiva ofrece la oportunidad de evaluar fenotipos
intermedios a medida que se desarrollan y posteriormente contribuyen al uso
problemático de sustancias como el alcohol.
Así como no existe un modelo o conjunto de dominios único y
perfecto para el estudio del desarrollo del AUD (Carpenter y Hasin,
1999; Labouvie y Bates, 2002; Tarter, 2002), también existen varias
formas diferentes, pero complementarias, de seleccionar y evaluar
poblaciones apropiadas para dicha investigación longitudinal.

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Alcohol y alcoholismo 38 © Consejo Médico sobre Alcohol 2003; reservados todos los derechos
560 MA SCHUCKITet al.
Algunas investigaciones se centran en niños que ya demuestran formas
extremas de fenotipos intermedios importantes relevantes para uno o más
de los modelos, incluidos sujetos jóvenes con depresiones o trastornos de
ansiedad relativamente graves, y aquellos que ya demuestran síntomas de
externalización intensos (Merikangas).et al., 1996; Tarter, 2002). Esto último
ha implicado la identificación de jóvenes que ya cumplen con los criterios de
trastorno de conducta, o que son seleccionados por su participación en el
sistema de justicia juvenil (Bauer y Hesselbrock, 1999; Tarter, 2002). Estos
sujetos tienen muchas ventajas para mejorar la comprensión de
aproximadamente el 20% de las personas dependientes del alcohol que
tienen ASPD, y para analizar el impacto de condiciones de externalización
tan extremas en el riesgo de aparición temprana de AUD asociado con
dependencias adicionales de sustancias y criminalidad (por ejemplo, tipos 2
y 2). alcoholismo B) (Cloninger, 1987; Hesselbrocket al., 1991; baboret al.,
1992; Slutskéet al., 1998; Bauer y Hesselbrock, 1999; Schuckit, 2000). Sin
embargo, centrado en los casos extremos, que probablemente representan
una minoría de alcohólicos, podría producir una situación en la que la alta
proporción de la varianza explicada por los síntomas externalizantes en
estos sujetos podría disminuir la magnitud del efecto de influencias
adicionales que contribuyen a el riesgo de AUD en el caso menos extremo.
A mediados de la década de 1970, nuestro grupo de investigación adoptó
una estrategia de identificar sujetos con alto riesgo de sufrir AUD en el
futuro y que se consideraba que representaban al alcohólico más habitual y
relativamente funcional (Schuckit, 1998; Schuckit y Smith, 2000). ; Schuckitet
al., 2002). Excluimos a los individuos en quienes era probable que operaran
niveles extremos de desinhibición seleccionando sujetos que, a la edad
promedio de 20 años, no habían desarrollado ASPD, y limitamos los posibles
efectos extremos de dos afecciones psiquiátricas importantes que se sabe
que están asociadas con el uso posterior de sustancias. (SUD) al excluir a
sujetos con enfermedad maníaco depresiva o esquizofrenia en ellos mismos
o en sus padres (Schuckit, 2002). Nuestros seguimientos cara a cara de más
del 97% de estos 453 hombres, 10 y 15 años después de su evaluación
inicial, revelaron la alta tasa esperada de AUD (Schuckit y Smith, 1996, 2000).
Aproximadamente el 45% de los sujetos FH positivos desarrollaron abuso o
dependencia del alcohol, en comparación con el 20% de los FH negativos,
cifras que incluían un 32 frente a un 14% con dependencia del alcohol.
Si bien no se estudiaron hasta la adolescencia tardía o la edad adulta
temprana, los datos sobre estos 453 hombres generaron información sobre
varios dominios adicionales de funcionamiento aplicables a los tres modelos
descritos anteriormente (Schuckit y Smith, 2000). Lo más directamente
relacionado con la discusión actual es el hecho de que una medida de los
síntomas externalizantes, el bajo control conductual (Sher, 1991), se
relacionó con un resultado alcohólico, aunque no se vinculó con la FH del
alcoholismo en estas familias. El bajo control conductual operó como
predictor del AUD en un modelo de trayectoria, y la influencia de esta
variable parece fluir principalmente a través de las expectativas sobre los
efectos del alcohol, las formas de afrontar el estrés y la asociación con
compañeros que beben en exceso. (Schuckit y Smith, 2000). ).
Recientemente, esta investigación prospectiva se ha centrado en la
recopilación de información sobre la descendencia de nuestros sujetos
originales. Para estos niños, se han generado datos de la madre sobre las
complicaciones del embarazo y el parto (CBP), un fenómeno que se
relaciona con problemas cognitivos, conductas de externalización y
síntomas de internalización en los niños (Pihl y Bruce, 1995; van oset al.,
1997; taperet al.,
1999; Colinaet al., 2000; Giancola y Parker, 2001; Tarter, 2002). La madre
también proporcionó información sobre una serie de actividades y
síntomas adicionales entre estos hijos a partir de los 4 años a través de la
Lista de verificación del comportamiento infantil (CBCL), junto con una
evaluación estandarizada del funcionamiento de la vida y los síntomas
psiquiátricos. a través de la versión del informe de los padres sobre los
niños para la Evaluación semiestructurada de la genética del alcoholismo
(C-SSAGA-P) a los siete años (Achenbach, 1991; Kupermanet al., 2001). Este
proceso prospectivo ofrece la oportunidad de evaluar dominios de la vida
que funcionan repetidamente a medida que estos niños maduran, incluidos
los síntomas de externalización e internalización que son directamente
relevantes para varios de los modelos de problemas relacionados con
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sustancias. Los datos de estos análisis pueden luego interpretarse a la luz
de familias intensamente estudiadas sin las responsabilidades encontradas
en análisis retrospectivos a largo plazo que abarcan una década o más.
Durante la evaluación de 15 años recientemente completada se recopiló
información sobre 444 niños, y se identifican 503 descendientes en la etapa en
curso de 20 años. Como se informó recientemente (Barnowet al., 2002; Preusset
al., 2002), 151 de estos hijos tenían entre 7 y 18 años, con datos completos
disponibles sobre 146. Estos fueron analizados para determinar la relación entre
la HF del AUD y los síntomas internalizantes y externalizantes. Aquí, los problemas
de externalización no se relacionaron con la presencia o ausencia de una HF de
AUD en general, pero fueron mayores en niños con altas densidades familiares de
alcoholismo. Los síntomas internalizantes tenían una relación relativamente débil
con la HF del AUD, pero estaban fuertemente vinculados con la HF de los
trastornos del estado de ánimo y de ansiedad no relacionados con sustancias (es
decir, independientes) en esas familias.
Así, los estudios realizados hasta la fecha sobre estos descendientes han
evaluado cómo se relaciona una HF de AUD con un área única de funcionamiento.
Los análisis actuales exploran las interrelaciones entre varias características de
los niños de estas familias intensamente estudiadas y su vínculo con un fenotipo
intermedio que probablemente esté relacionado con el riesgo futuro de AUD,
síntomas de externalización. Nos hemos centrado en aspectos del modelo
propensos a la desviación, limitando el número de dominios a aquellos
apropiados para 146 sujetos seleccionando aquellas características que
proyectamos podrían ser más relevantes para este conjunto de familias de
trabajadores manuales y administrativos.
SUJETOS Y MÉTODOS
Los datos se generaron con el consentimiento informado por escrito del
seguimiento de 15 años de las familias de los 453 hijos de alcohólicos y controles
(Schuckit y Smith, 1996, 2000). Los sujetos originales, los padres de los hijos
reportados aquí, habían sido elegidos entre los que respondieron a un
cuestionario enviado por correo a estudiantes aleatorios y personal no académico
de una universidad, seleccionando a hijos de alcohólicos de entre 18 y 25 años
que bebían pero. no eran dependientes del alcohol. y controles negativos de FH
emparejados en cuanto a antecedentes demográficos e historial de consumo de
alcohol. En el momento de la inscripción, los sujetos fueron evaluados con una
entrevista basada en el Cuadro de Trastornos Afectivos y Esquizofrenia y,
posteriormente, en la Entrevista Clínica Estructurada del DSM-III-R (Spitzer y
Endicott, 1977; Spitzeret al., 1992). Se recopilaron datos sobre antecedentes
demográficos, HF de TUS y afecciones psiquiátricas importantes, así como
 PREDICCIÓN DEL CONSUMO DE ALCOHOL
así como patrones y problemas de consumo de alcohol y drogas. Los
hombres también participaron en desafíos de alcohol donde se
determinaron sus niveles de respuesta al alcohol después de consumir el
equivalente de tres a cinco bebidas estándar (Schuckit y Smith, 2000).
Los sujetos originales fueron seguidos con entrevistas estructuradas cara
a cara aproximadamente 10 años después de la prueba inicial (T10),
momento en el cual se había localizado a los 453, y todos menos tres
(99,3%) aceptaron una evaluación con ellos mismos y un informante
adicional, normalmente el cónyuge (Schuckit, 1998). Estas entrevistas se
centraron en los cambios en la demografía, la FH y el TUS o las condiciones
psiquiátricas del sujeto durante el intervalo desde la prueba inicial.
Cinco años más tarde (es decir, 15 años después de la evaluación inicial o
en T15), los sujetos fueron localizados nuevamente y se obtuvo información
completa sobre los 440 hombres entre los 449 que todavía estaban vivos
(Schuckit y Smith, 2000). En T15, para todos los sujetos que se habían
casado, se entrevistó al cónyuge sobre su demografía y condiciones
personales, así como FH de TUS y psiquiátricas, utilizando una entrevista
similar a la que se les dio originalmente a los sujetos ya la Evaluación
Semiestructurada para la Genética de Instrumento de alcoholismo (SSAGA)
(Bucholzet al., 1994; Hesselbrocket al., 1999). Se preguntó a los cónyuges
sobre los embarazos y se recopiló información sobre la gestación, el parto y
el período neonatal de cada niño. A las madres de los 151 hijos que tenían
entre 7 y 17 años (de un total de 444 niños de todas las edades) se les pidió
que llenaran el CBCL (Achenbach, 1991). Este instrumento consta de 20
preguntas sobre las actividades del niño, participación en organizaciones,
realización de tareas domésticas, interacción con hermanos y compañeros,
así como rendimiento escolar, junto con 120 ítems sobre problemas de
conducta y emocionales, este último puntuado con tres puntos. escala de no
cierto a muy cierto. El CBCL se puede utilizar para generar evaluaciones
estandarizadas, incluidas aquellas que resumen comportamientos
problemáticos (síntomas de externalización), así como una puntuación para
síntomas de tipo depresivo y ansioso (síntomas de internalización) (Puttleret
al., 1998; barnowet al., 2002; Preusset al., 2002). Se ha informado que las
evaluaciones principales en el CBCL tienen una confiabilidad de la repetición
de la prueba de tres meses de hasta 0,84, una concordancia entre los
padres de 0,62 y una validez externa adecuada en comparación con las
evaluaciones clínicas (Birdet al., 1991; puttleret al
. , 1998; Johnsonet al., 2000).
Los padres de niños de siete años o más también fueron entrevistados
cara a cara por la SSAGA sobre los niños (Kupermanet al
. , 2001; barnowet al., 2002; Preusset al., 2002), seleccionando esa edad
mínima como la más apropiada para recopilar información de la entrevista
y el cuestionario principal utilizado, y ligeramente antes de la edad más
temprana a la que se podría esperar que los niños estuvieran expuestos al
alcohol (Reich, 1988 ; Reichet al., 1993; Johnstonet al., 2001). El instrumento
básico, con validez de buena a excelente al compararlo con otra entrevista
estandarizada (Hesselbrocket al., 1999), revisa 17 condiciones psiquiátricas
del Eje I y el ASPD, y se ha informado que tiene una confiabilidad de buena
a excelente entre los entrevistadores y las repruebas, con kappas
superiores a 0,60 para la mayoría de los diagnósticos, incluidos La
dependencia del alcohol (Bucholz)et al., 1994). La versión para padres que
informa sobre niños (C-SSAGA-P) se desarrolló como una forma alternativa
para facilitar la evaluación de los síntomas y síndromes demográficos y
psiquiátricos en niños hasta los 17 años (Kupermanet al., 2001).
561
Los datos de estos instrumentos y de las entrevistas de los sujetos originales y
de sus cónyuges se utilizarán para generar una serie de evaluación en los
dominios. La evaluación ideal requeriría entrevistas personales y pruebas a todos
los niños, un paso que se demostró demasiado intrusivo para que estos padres lo
aceptaran para sus hijos pequeños. Por lo tanto, la construcción de dominios
relevantes fue guiada por la percepción de los padres sobre el funcionamiento del
niño en áreas que a menudo son paralelas a los dominios que actualmente se
estudian en los sujetos originales. Áreas adicionales se relacionan con dominios
que, según la hipótesis de nuestro modelo, son relevantes para niños pequeños
en familias de alcohólicos y como predictores de la futura participación en el
alcohol y los problemas asociados.
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Para estos análisis, la FH de por vida del abuso o dependencia de alcohol
del DSM-III-R en abuelos biológicos (GRPARalc) se anotó como el número de
cuatro de estos individuos con un AUD, mientras que se utilizó un enfoque
similar con respecto a una puntuación de cero a dos para los padres
biológicos (PARalc) (Asociación Estadounidense de Psiquiatría, 1987). La FH
de por vida de los trastornos afectivos y de ansiedad reflejó una puntuación
similar para los abuelos (GRPARaf) y padres (PARaf) para síndromes anímicos
mayores (trastornos depresivos o bipolares mayores) o trastornos de
ansiedad mayores (pánico, ansiedad generalizada o afecciones fóbicas)
independientes del DSM-III-R (es decir, sin incluir los inducidos por
sustancias); Asociación Estadounidense de Psiquiatría, 1987; Schuckitet al.,
1997). Como se explica con más detalle en otra parte (Asociación
Estadounidense de Psiquiatría, 1994; Schuckitet al., 1997), un trastorno
inducido por el alcohol se diagnostica si el síndrome sólo ocurrió en el
contexto de una dependencia de sustancia relevante, mientras que una
condición independiente fue anterior a la dependencia o ocurrió durante un
período posterior de abstinencia de varios meses o más. La evidencia de
PBC se emite a partir delz-transformación de puntuación de tres ítems
recopilados de la entrevista de la madre, incluido un período gestacional
inferior a nueve meses, haber sido colocado en una incubadora después del
nacimiento y permanecer en el hospital más tiempo que la madre al nacer
(α = 0, 78). Los síntomas de externalización (EXT) se midieron mediante la
suma dez-puntuación de los valores transformados del CBCLt-puntuación
(es decir, corregida por sexo y edad) de externalización, así como un
recuento del número de síntomas de externalización respaldados entre los
42 posibles comportamientos problemáticos apropiados consultados en el
C-SSAGA-P (α = 0,82) (Barnowet al., 2002). La puntuación de internalización
(INT) (α = 0,73) fue una combinación de la puntuación T de internalización
del CBCL y un recuento de síntomas de las 39 preguntas relevantes para los
síntomas de ansiedad y estado de ánimo en el C-SSAGA- P (Preuss)et al.,
2002). La estabilidad del ambiente hogareño (HOGAR) durante los 5 años
previos a la entrevista se midió en una escalada de 3 puntos relacionados
con la presencia continua en el hogar del padre y/o madre biológica. Para
todos los dominios, las calificaciones más altas indicaron una condición más
problemática.
Con base en la literatura citada anteriormente, se planteó la hipótesis de que
estos dominios se relacionaban entre sí de la manera descrita en la Introducción y
se presentó como un modelo modificado propenso a la desviación en la Fig. 1.
Brevemente, se predijo que ambas Las medidas FH de AUD se relacionarían con
EXT, como así como entre sí. Se predijo que AUD en los padres se relacionaría con
PBC, así como con la medida de HOME, mientras que se demostró que tanto PBC
como HOME probablemente se relacionarían con EXT. Debido a que los síntomas
internalizantes (INT) desempeñan un papel en el modelo hipotético de tendencia
a la desviación, se incluyen los FH de los trastornos afectivos y de ansiedad, con
proyecciones de que dichos trastornos en padres y abuelos serán
562
Fig. 1. Modelo teórico de relaciones entre las ocho variables observadas en un estudio sobre los
correlatos de síntomas externalizantes en niños de familias de alcohólicos y controles. Las
variables son antecedentes familiares (FH) de por vida de trastornos por consumo de alcohol
(AUD) en abuelos (GRPARalc), HF de por vida de trastornos del estado de ánimo o de ansiedad en
abuelos (GRPARaf), antecedentes parentales de alcoholismo (PARalc), antecedentes de los padres
de trastornos del estado de ánimo o de ansiedad (PARaf), complicaciones del embarazo y el
parto (PBC), ambiente hogareño (HOME). Síntomas internalizantes (INT) y
Síntomas externalizantes (EXT).
se relacionan con EXT, estas dos de FH se relacionarían entre sí y con la
internalización de los síntomas, mientras que los problemas de los padres en este
dominio se relacionarían con la PBC. Tanto INT como EXT se consideraron
posibles puntos finales concurrentes en esta etapa del modelo y, por lo tanto, se
planteó la hipótesis de que tenían una relación no recursiva.
Este modelo hipotético fue evaluado utilizando el Programa de
Ecuaciones Estructurales de Amos con estimación de máxima verosimilitud
para el análisis de la matriz de varianza/covarianza (AMOS 4.0: Arbuckle y
Wothke, 1999). Si bien las tablas de potencia tradicionales (por ejemplo,
Cohen, 1988) no son directamente aplicables al modelado estructural, y si
bien no existen reglas estrictas y rápidas para el número de variables
apropiadas para un SEM, Schumacker y Lomax (1996) han presentado
Algunas pautas que apuntan a la gama relativamente amplia de tamaños
de muestras apropiadas para este enfoque. Por ejemplo, Dinget al. (1995) y
Boomsma (1987) señalan que tan sólo 100 participantes pueden ser
aceptables, y que la relación recomendada entre el tamaño de la muestra y
los parámetros libres se aceptan generalmente entre 5:1 y 10:1 (Bentler y
Chou, 1987). ). Hemos utilizado el enfoque aún más conservador de
Jöreskog (1993), que justificaría hasta nueve dominios incluyendo la
variable dependiente, en un análisis de 145 sujetos. Como reflejo de estos
números y la naturaleza de los datos disponibles, todos los indicadores
fueron manifiestos, los coeficientes de las vías individuales de los términos
de error se establecieron en uno y el nivel de significancia de las vías
individuales se desarrolló en menos de 0, 05. Se calcularon cinco índices
para estimar la bondad de ajuste general del modelo: el chi-cuadrado (χ2)
bondad de ajuste (GFI; Jöreskog y Sörbom, 1989), el índice de ajuste no
normado de Bentler-Bonnett (NNFI; Bentler y Chou, 1995), el índice de
ajuste comparativo (CFI; Bentler, 1990) y la raíz cuadrática error de media
de aproximación (RMSEA; Steiger, 1990; Hu y Bentler, 1998). Para χ2, el
ajuste está indicado por la relación de χ2a los grados de libertad, con un
buen ajuste reflejado por una tasa de 2 o 3 a 1 (Carmines y
tet al.
Iver (1981). Los valores de GFI siempre están entre 0 y 1, donde un
valor de 1,0 indica un ajuste perfecto y un valor superior a 0,9,
ajuste ad (Schumacker y Lomax, 1996). El NNFI se analiza menos con
muestras pequeñas, y el rango típico generalmente se encuentra
entre 0 y 1, donde los valores cercanos a 1 indican muy
buenos valores del CFI varían de 0 a 1, y los valores cercanos a 1
indican un ajuste muy bueno. Para RMSEA, los valores cercanos a 0 se
ajustan mejor, donde 0,05 o menos indican un ajuste cercano,
mientras que valores de 0,08 o menos indican un error de
aproximación razonable (Browne y Cudeck, 1993).
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RESULTADOS
Inicialmente se disponía de datos relevantes sobre 151 sujetos, cinco de
los cuales fueron excluidos debido a que faltaba información clave. En un
caso adicional, las evaluaciones en ambas escalas CBCL relevantes fueron
superiores a dos desviaciones estándar superiores a la media, y este tema
fue eliminado del análisis actual. Para los 145 sujetos restantes, la
descendencia tenía entre 7 y 17 años de edad, tenía una media de 10,3 ±
2,74 años, estaba dividida de manera bastante equitativa por sexo (52,4%
hombres) y tenía 5,1 ± 2,80 años de escolaridad en T15. En cuanto a raza y
etnia, en el 90,3% ambos padres eran caucásicos, y en el 6,9% al menos uno
de los padres era hispano blanco, el 0,7% asiático y el 0,7% afroamericano, y
el 1,4% otro. El ingreso medio de la familia en el momento del seguimiento
fue de $8124 ± $5715 por mes, y los años de educación fueron 18,4 ± 2,83
para los padres y 15,4 ± 2,53 para las madres.
Un objetivo principal del presente artículo con estos jóvenes es describir
cómo los predictores potenciales del uso futuro de sustancias y los
problemas se relacionan con el fenotipo intermedio de los síntomas
externalizantes, así como entre sí a esta edad temprana. Con respecto a
estos dominios, reflejando los criterios de selección de las familias
originales, el 80,7% de la descendencia tenía al menos un padre o abuelo
con abuso o dependencia del alcohol, incluido el 51,0% con uno de esos
parientes, el 22,1% con dos, el 4,8% con tres y el 2,8% con cuatro. Uno de
cada tres hijos (33,1%) tenía al menos un familiar con un trastorno del
estado de ánimo o de ansiedad independiente, incluido el 25,5% que tenía
un padre o abuelo relevante, el 3,4% con dos y el resto con tres de esos
familiares. Para HOME, el 11,0% de la descendencia tenía al menos uno de
los padres que no vivía con ellos. El significadoz-Las evaluaciones en los
dominios adicionales fueron 0,003 (± 0,83) para PBC, 0,009 (± 1,62) para EXT,
0,006 (± 1,55) para INT.
La Tabla 1 presenta las correlaciones de orden cero entre las siete
variables. Todos los dominios menos uno se relacionaron significativamente
con los síntomas de externalización, con la excepción de la FH parental de
AUD, donde la relación FH fue llevada a cabo únicamente por AUD en la
familia extendida. Las dos variables de FH del alcohol se correlacionaron
positivamente entre sí, y cada una se relacionó con la ausencia de uno o
más de los padres biológicos en el hogar. FHaflas estaban relacionadas, cada
una de ellas correlacionada con todos los dominios excepto los dos FH de
AUD y HOME, y demostraron sus medidas correlaciones más altas con INT,
correlacionándose la última variable con PBC.
La prueba del modelo hipotético de la Fig. 1 arrojó índices de
bondad de ajuste excelentes (α2= 13,62; gl = 11;PÁGINA=0,26, con
un α2relación gl de 1,24; GFI = 0,98; INNI = 0,95; CFI = 0,98; yRMSEA
= 0,041). Al eliminar caminos no significativos se obtuvo el modelo
empírico presentado en la Fig. 2, donde
 PREDICCIÓN DEL CONSUMO DE ALCOHOL 563

Tabla 1. Correlaciones de orden cero entre los dominios en un estudio sobre las correlaciones de síntomas de externalización en niños de familias de alcohólicos
y controles

GRPARalc GRPARaf PARalc PARaf PBC HOGAR ES T

GRPARaf – 0,02

PARalc 0,27C – 0,09

PARaf 0,05 0,29C – 0,02

PBC – 0,03 0,22b 0,01 0,29C

HOGAR 0,18a 0,05 0,36C 0,14 0,16

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ES T 0,15 0,41C – 0,06 0,33C 0,23b 0,22b

EXT 0,20a 0,30C 0,06 0,22b 0,22b 0,27C 0,50C

Las variables son FH de por vida de AUDS en abuelos (GRPARalc), HF de por vida del trastorno del estado de ánimo o de ansiedad en abuelos (GRPARaf), historia de los padres
trato PBC, ambiente hogareño (HOME), síntomas de internalización (INT),
exterior

Los padres todavía se relacionan con evaluación EXT más altas en los niños,

el alcoholismo parental FH a evidencia de menos estabilidad en el dominio

Fig. 2. Modelo empírico de relaciones entre las ocho variables observadas en un estudio sobre
los correlatos de síntomas externalizantes en niños de familias de alcohólicos y controles. Las
variables son antecedentes familiares (FH) de por vida de trastornos por consumo de alcohol
(AUD) en abuelos (GRPARalc), HF de por vida de trastornos del estado de ánimo o de ansiedad en
abuelos (GRPARaf), antecedentes parentales de alcoholismo (PARalc), antecedentes de los padres
de trastornos del estado de ánimo o de ansiedad (PARaf), complicaciones del embarazo y el
parto (PBC), ambiente hogareño (HOME). Síntomas internalizantes (INT) y síntomas
externalizantes (EXT). Los números en las rutas son coeficientes de ruta (ponderaciones beta o
ponderaciones de regresión estandarizadas) y los números
junto a las variables observadas estánR2, con elR2para EXT = 0,26.
sólo vectores con ponderaciones beta (o coeficientes de regresión
estandarizados) que fueron significativos (PÁGINA<0,05) se mantiene.
Nuevamente, las relaciones entre variables estaban todas en la
dirección prevista y el resultado final.R2(la proporción de la variación
contabilizada) fue 0,26. En general, la bondad de ajuste de este modelo
fue alta (α2= 23,98; gl = 18;PÁGINA=0,16; con un α2relación gl de 1,33;
GFI = 0,96; INNI = 0,93; CFI = 0,96; yRMSEA = 0,048). En cuanto a la
relación no recursiva entre INT y EXT, el índice de estabilidad fue de
0,045.
Para la Fig. 2, a pesar de la exclusión de los sujetos originales (los
padres de estos hijos) con ASPD, el alcoholismo en el
HOME, este último relacionado con EXT. Sin embargo, no hubo caminos
significativos entre AUD parental y T o PBC en el modelo. Ambas de FHaff
tuvieron el vínculo afectado con los síntomas de INT, mientras que sólo el
estado de ánimo de los padres
Los diagnósticos de ansiedad relacionados con la CBP, solo los de los
abuelos se relacionaron con EXT y ninguno se relacionó con HOME. Se
pareció que T y EXT demostraban una relación no recursiva en este
análisis transversal.
Luego se examinó la generalización del modelo empírico evaluando el
sexo y la edad. En primer lugar, en cuanto al sexo, a nivel de orden cero esta
variable no se relacionó significativamente con ninguno de los ocho
dominios. Por lo tanto, no es sorprendente que cuando se añadió el sexo al
modelo, elR2solo aumentó a 0,27, y las relaciones principales informadas en
la Fig. 2 se mantuvieron sin cambios. Además, cuando todos los caminos,
excepto el de HOME a INT, se vieron obligados a ser equivalentes entre
sexos, este modelo de dos grupos se ajusta bien (α2= 51,10; gl = 44;PÁGINA
=0,22; con un α2relación gl de 1,16; GFI = 0,92; ININ –0,93; CFI = 0,95; y
RMSEA = 0,034), lo que sugiere que este modelo se ajusta a los datos de
niños y niñas por igual. En cuanto al camino de HOME a INT, el peso beta
fue 0,36 (PÁGINA< 0,001) para los niños, mientras que fue de –0,05 (= 0,62)
para las niñas. En segundo lugar, respecto a la edad, si bien esta variable se
correlacionó con el HOGAR (0,39;PÁGINA<0,001), INT (0,21;PÁGINA<0,02) y
EXT (0,20;PÁGINA<0,02) en el nivel de orden cero, cuando se agregó la edad
al modelo de la Fig. 2, las relaciones de la edad con INT y EXT ya no eran
significativas, y el resultado generalR2permaneció en 0,26. Además, al
seleccionar el intervalo de edad habitual utilizado para el CBCL, cuando
todas las trayectorias estaban restringidas a ser equivalentes en dos grupos
de edad (11 o menos frente a 12 o más), este modelo de dos grupos se
ajusta bien (α2= 48,35; gl = 46;PÁGINA= 0,34, con un α2relación gl de 1,07;
GFI = 0,92; INNI = 0,96; CFI = 0,97; y RMSEA = 0,23), lo que sugiere que este
modelo se ajusta por igual a los datos de los sujetos más jóvenes y mayores.
Es importante señalar que, a la luz de la corta edad de la muestra, la
información sobre la mayoría de los dominios se obtuvo únicamente de los
padres. Se hizo un esfuerzo para estimar la probable exactitud de los
informes de los padres a través de una evaluación de
564 MA SCHUCKITet al.
datos de sujetos donde ya se había recopilado información de la siguiente
etapa, evaluaciones T20. En este caso, hasta la fecha se entrevistó a 63
niños de 13 años o más con la versión para adolescentes del SSAGA (C-
SSAGA-A), mientras que los padres informaron sobre elementos similares a
través del C-SSAGA-P. En ese subconjunto, la valoración entre el número de
síntomas relacionados con la conducta informada por los padres y el niño
fue de 0,90 (PÁGINA< 0,001), y, reflejando pocos sujetos con más de un
problema de estado de ánimo o ansiedad observado, la evaluación para la
presencia o ausencia de tales dificultades fue de 0,81 (PÁGINA<0,001). En
cada caso en el que se observara una discrepancia, era más probable que el
niño informara un elemento que el padre.
DISCUSIÓN
Este estudio evalúa aspectos (es decir, dominios) de un modelo modificado
de AUD propenso a la desviación, centrándose en el fenotipo intermedio de los
síntomas de externalización. La investigación general de la que proceden estos
datos ofrece varios atributos únicos, entre ellas familias bien caracterizadas en
las que los padres de estos descendientes han sido evaluados a lo largo del
tiempo, el uso de algunos dominios similares en ambas generaciones y un
paradigma en el que, eventualmente, se pueden probar genes específicos como
se relacionan con dominios de influencia adicionales (Schuckit y Smith, 1996,
2000; Schuckit, 2002). Los probandos originales, los padres de estos
descendientes, fueron elegidos para facilitar la evaluación de varios modelos de
riesgo de AUD y al mismo tiempo excluir influencias extremas, como ASPD,
trastorno bipolar o esquizofrenia, que podrían superar el impacto potencial de
otros dominios. El informe actual se centra en las relaciones transversales entre
dominios seleccionados a una edad relativamente temprana, sentando una base
para la predicción futura de problemas relacionados con las sustancias.
El modelo hipotético funcionó bien con excelentes indicadores de
bondad de ajuste para las vías hipotéticas y empíricas, y esta última explica
el 26% de la varianza. El modelo empírico parecía funcionar de manera
similar en ambos sexos y en todas las edades, aunque con el sexo, el
camino desde HOME a INT parecía ser importante solo para los niños. Esto
último podría reflejar una vulnerabilidad especial para los niños cuando el
padre está ausente del hogar, ya que los padres suelen ser los padres
ausentes. Los impactos de la edad y el sexo también se considerarán
mediante el uso det-puntuaciones del CBCL para síntomas de
internalización y externalización. Los seguimientos futuros de esta
población determinarán si el modelo es estable en el tiempo y si los
dominios actuales predicen futuros problemas relacionados con las
sustancias.
La variable dependiente, los síntomas de externalización, demostró ser
importante para este modelo a pesar de la exclusión de familias donde las
condiciones de externalización extremas, como el ASPD, eran prominentes. Estos
resultados respaldan la utilidad de las conductas de tipo externalizante incluso en
la familia más habitual de la que proceden los alcohólicos, ya que sólo el 20%
aproximadamente de los hombres dependientes del alcohol llevan una etiqueta
de ASPD (Bauer y Hesselbrock, 1999; Schuckit , 2000). Al mismo tiempo, la
naturaleza compleja de EXT está respaldada por los vínculos con la FH tanto del
AUD como de los trastornos del estado de ánimo/ansiedad, así como con la
internalización de los síntomas y el número de padres biológicos en el hogar.
El informe del estado de ánimo y los síntomas de ansiedad (INT) del niño se
incluye aquí porque a menudo se incorpora en las evaluaciones de modelos
propensos a la desviación. Nuestros análisis previos de este dominio
demostraron la estrecha relación esperada entre
INT y un FH de trastornos similares y, por tanto, también se incorporó el
dominio FH. Tanto INT como FH de las variables relacionadas con el afecto
y la ansiedad funcionaron bien dentro del modelo, con INT en una relación
no recursiva con EXT. Esto podría reflejar una tendencia de los niños
relativamente pequeños con conductas activas a desarrollar síntomas de
tristeza y ansiedad a medida que enfrentan problemas posteriores, y/o la
probabilidad de que los trastornos de internalización puedan presentarse
en ocasiones como dificultades de conducta. Como se informó en
evaluaciones anteriores (Schuckitet al., 1997; Schuckit y Smith, 2000; Preuss
et al., 2002), ninguna medida de FH del alcoholismo se relacionó
significativamente con INT ya sea en un nivel de orden cero o dentro del
modelo.
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Es digno de mencionar la asociación entre un AUD en un abuelo (pero no en
uno de los padres) y los síntomas de externalización en estos hijos. En cuanto a
los padres, nuestros sujetos originales solo se incluyeron si eran relativamente
altamente funcionales. Por lo tanto, los abuelos, al no tener tales restricciones,
podrían tener una gama más amplia de fenómenos de externalización y podrían
ser mejores predictores de una predisposición hacia tales conductas que los
propios padres. Quizás existan factores similares en relación con la HF de los
trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. Los resultados actuales son
consistentes con nuestro trabajo previo con los padres de estos niños, donde
otra medida de conductas de tipo externalizante, el bajo control conductual, se
relacionaba con el riesgo futuro de AUD, pero no estaba directamente
relacionada con la FH del alcoholismo ( Schuckit y Smith, 1996). De manera
similar, los hallazgos actuales son consistentes con nuestro análisis anterior
donde no se encontró ningún vínculo significativo entre los síntomas de
externalización y la presencia o ausencia de una HF de AUD en un subconjunto
de estos niños (Schuckitet al., 2000). La relación entre los síntomas
externalizados y una HF de alcoholismo en los padres puede ser más prominente
en otras muestras, especialmente aquellas en las que los sujetos originales
incluyen personas con ASPD.
Un segundo hallazgo inesperado fue el papel limitado de los antecedentes de
CBP. La única evaluación con la FH de los trastornos del estado de ánimo y de
ansiedad en los padres podría reflejar dificultades durante el embarazo o el
período neonatal temprano cuando las madres estaban deprimidas, y tales
condiciones son más prevalentes entre las mujeres que el AUD (Regier).et al.,
1988; Kessleret al., 1996). Quizás la PBC podría funcionar de manera más sólida
en el modelo entre familias menos funcionales o aquellas donde los padres no
tienen un nivel educativo tan alto como nuestro grupo actual. Los resultados
también podrían reflejar el alcance limitado de la medida PBC utilizada aquí, y en
el futuro se incorporarán evaluaciones directas del rendimiento cognitivo de los
niños a medida que se evalúen directamente a los niños mayores de 12 años. Sin
embargo, los hallazgos actuales pueden demostrar cómo el impacto de cualquier
dominio en cualquier modelo o paradigma de investigación probablemente
depende del contexto (por ejemplo, otros dominios) dentro del cual se mide la
variable.
Si bien hay una serie de aspectos relativamente únicos en este estudio, los
resultados deben evaluarse a la luz de los métodos específicos utilizados. En
primer lugar, todas las evaluaciones se llevaron a cabo de forma transversal en
una muestra de tamaño modesto, y esta última dictaminó que se podrían utilizar
ocho dominios conservadores en el SEM. En segundo lugar, aunque la corta edad
de los sujetos facilita la evaluación de los fenómenos a una edad adecuada y al
mismo tiempo evita los problemas de recuerdo a largo plazo, en esta etapa no es
apropiado medir directamente nuestra eventual variable dependiente, el
consumo de alcohol y los problemas relacionados. Por lo tanto, el énfasis aquí
está en lo que se considera un fenotipo intermedio importante relacionado con el
riesgo de AUD. En tercer lugar, nuestros resultados evalúan parte de un
 PREDICCIÓN DEL CONSUMO DE ALCOHOL
modelo único, y los análisis futuros recurrirán a modelos adicionales ya una gama
más amplia de componentes de la hipótesis propensa a la desviación a medida
que crezca el número de descendientes en un rango de edad apropiado. En
cuarto lugar, como reflejo de la corta edad de esta muestra, todos los datos se
obtuvieron de uno de los padres. Las evaluaciones futuras de niños mayores de
12 años incorporarán dominios adicionales relevantes para los modelos
propensos a la desviación, socialización y relacionados con el afecto, incluida la
evaluación directa del funcionamiento cognitivo, las percepciones del niño sobre
la desviación y el uso de sustancias entre sus compañeros, las expectativas sobre
el alcohol y las formas de afrontarlo. con estrés, junto con un elemento que se
considera importante para un modelo de socialización: el nivel de respuesta al
alcohol. Quinto, algunos de los dominios (por ejemplo, HOME) se evaluaron
mediante el uso de una sola variable y, debido al tamaño modesto de la muestra,
cuando se utilizaron Múltiples elementos, la puntuación manifiesta se incorporó
en la evaluación del modelo. Las variables latentes se utilizarán en la siguiente
etapa del trabajo cuando estimamos que 350 sujetos tendrán 12 años o más.
Además, se utilizó una taquigrafía para etiquetar cada uno de los dominios, con el
resultado de que se anima al lector a considerar cuidadosamente las fuentes
reales de información al interpretar los datos. Finalmente, si bien es probable que
la población utilizada aquí represente una proporción sustancial de personas en
los EE. UU. UU. (es decir, familias caucásicas e hispanas de cuello azul y blanco
más funcionales), la decisión original de excluir a las personas con varias
afecciones psiquiátricas graves y enfatizar más También es probable que las
familias altamente funcionales influyan en los resultados.
Agradecimientos––Este trabajo fue apoyado por la subvención NIAAA no. AM 2 R01 AA05526, el Servicio de
Investigación de Asuntos de Veteranos y por fondos proporcionados por el Estado de California para la
investigación médica sobre el alcohol, el abuso de sustancias y la adicción a través de la Universidad de
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