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ÓRDENES Y ESPACIO EN LA ARQUITECTURA DE LOS SIGLOS XV AL XVIII.

Joaquim Gamero, profesor-tutor.

III. La ruptura de la unidad.

Con la llegada del Manierismo, en arquitectura, se distancia del Re-


nacimiento en su deliberada contradicción de las reglas clásicas, en
busca de la discordia en lugar de la armonía, y la apuesta por la ten-
sión en lugar del sosiego; y el Barroco, que produce efectos de ambi-
güedad y conflictos puesta en escena en lugar de energía y confianza.

Representa, el Manierismo, una nueva formulacióndel espacio, un


proceso de experimentación que tiene como finalidad la ruptura con
el lenguaje espacial adquirido por el Clasicismo; en definitiva, una
destrucción de normas establecidas anteriormente.
«Se puede decir que en el Manierismo no se inventan nuevos térmi-
nos, sino que se emplean los ya existentes articulados en una nueva
sintaxis»
Nieto, V.; Checa, F. El renacimiento. Madrid, Istmo, 2000, 253.

Esta articulación se comprende bien en la obra de Miguel Ángel de la


Biblioteca Laurenziana, que establece una yustaposición de espacios
con rupturas de puntos de vista único (monofocalidad), introduce dis-
torsiones y deformaciones en el ángulo de visión e impone tensiones
en la contemplación de la obra.

Alegre, E.; Gómez, C. Órdenes y espacio: sistemas de expresión de la arquitectura moderna (si-
glos XV-XVIII. Madrid, Uned, 2016.
Miguel Ángel acen-
túa contraposicio-
nes y rupturas con
la ley de las pro-
porciones, asimis-
mo con la simetría
en la búsqueda de
un nuevo lenguaje
en el concepto es-
pacial.

Miguel Ángel Buonarotti. Biblioteca Laurenzana, Florencia (h. 1530)


La plaza del Capi-
tolio refleja en su
conjunto el anticla-
sicismo puesta en
escena por Miguel
Ángel. El espacio es
sometido a la per-
cepción de un pun-
to de vista móvil,
rompiendo con una
racionalidad del es-
pacio anteriormen-
Miguel Ángel Buonarotti. Plaza del Campidoglio, Roma (1537-1564). Grabado de Étienne
te introducido por Dupérac.
el Clasicismo, ge-
nerando un nuevo
sentido espacial.
Miguel Ángel Buonarotti. Plaza del Campidoglio,
Roma (1537-1564)
IV. Ciencia y espacio.

La historia del pensamiento científico y filosófico


de los siglos XVI y XVII sufre una profunda re-
volución que transforma el marco y los patrones
del pensamiento humano, en el que la ciencia y
la filosofía moderna constituyen la raíz y su fru-
to.

La ciencia, la filosofía, y aún la teología, están in-


teresadas en las cuestiones relativas a la natura-
leza del espacio, representadas en Kepler, New-
ton, Descartes y Leibniz.
Koyré, A. Del mundo cerrado al uni-
verso infinito, Madrid, Siglo XXI,
1979.
Esta revolució científica y filosófica desde la destrucción de un con-
cepto de un mundo finito, cerrado y ordenado por unas leyes jerár-
quicas a un universo indefinido e infinito basado en la identidad de
sus leyes y fundamentado en el que sus componentes todos estan a
un mismo nivel del ser.

Esta idea de infinitud tendrá relieve en las aportaciones en el campo


del arte. Se abre así otra visión del espacio como un «continuo espa-
cial» entre el espectador y a obra creada como objeto de experiencia
perceptual.

En arquitectura hay una liberación de la simetría, el orden por otras


formas algo más complejas como las elipses, triángulos como elemen-
tos fundamentadores de un dinamismo espacial.
Será la denominada «tensión entre las proporcio-
nes» por H. Wölfflin, en busca de un espacio diná-
mico y en movimiento, quedando atrás el concepto
del espacio renacentista concebido como un todo
uniforme, con sus alternancias geométricas arqui-
tectónicas, abriéndose a una nueva concepción del
espacio urbano y arquitectónico en el cual la expe-
riencia es forma activa para el nuevo espectador.

Heinrich Wölfflin, Conceptos


fundamentales de la historia
del arte, Barcelona, Austral,
2011.
P. de Cortona, Santa Maria della
Pace, Roma, facciata. Roma, 1656-
1667.
Esta nueva concepción del espa-
cio que se inicia en s. XVII con el
Barroco busca el empleo de va-
riados recursos regidos por una
puesta en escena teatral como
principio de visualidad y percep-
ción que forman parte de la nue-
va concepción del hombre y del
mundo.

Borromini. Église Sant’Ivo alla Sa-


pienza à Rome. 1642-1650.
Este nuevo concepto de
espacio afecta al modo
en el que se articulan
las fachadas y su rela-
ción con el espacio ur-
bano. Se introducen un
nuevo juego en el len-
guaje arquitectónico en
el que intervienen ele-
mentos por una dialéc-
tica entre formas de lo
cóncavo-convexo, in-
G. L. Bernini, F. Borromini, C. Maderno. Fachada del Palacio Barberini. Roma, 1625-1633. terior-exterior, planos
verticales-horizonta-
les, líneas curvas-rectas en un proceso de ruptura de formas y de
planos.
Se establece así una dialéctica entre lo real y lo aparente como punto
en el cual gira toda la arquitectura del Barroco, para reflejar una pe-
culiar visión del mundo, lugar de apariencias donde el hombre debe
disponer de forma atenta de sus sentidos, a fin de no sentirse atrapa-
do ante una nueva realidad perceptiva, fruto de una idea absolutista
del poder, que ofrecerá su rica ornamentación y visión espacial abso-
luta en palacios y jardines.

Checa, F.; Morán, J. M. El barroco. Madrid, Istmo, 2001.


Principios que son aplicados al in-
terior de templos y cúpulas, donde
la luz es elemento determinante
junto a otros arquitectónicos y de
decoración escultórica y pictóri-
ca creando el espacio en un lugar
con sentido de contrastes, luces y
sombras, planos contrapuestos, a
fin de guiar la mirada del especta-
dor en su recorrido de imágenes
trascendentes.

Corregio, La aunción de la Virgen, Cúpula catedral de Parma,


Roma, 1526-1530.
La organización de
un paisaje contro-
lado es escenario de
una puesta en es-
cena de un espacio
configurado en su-
cesivos planos con-
tinuos con lo que se
pretende mostrar el
poder absoluto so-
bre la totalidad de
un espacio cuasi in-
finito.

Château de Versailles. Paris, 1961-1692.

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