Está en la página 1de 3

EL PRIMER BOMBARDEO NOCTURNO EN AMÉRICA.

La Guerra del Chaco fue el primer conflicto internacional americano en el cual fueron
utilizados aviones. Esta guerra fue muy costosa para la aviación, tanto en vidas humanas como
en materiales.
En los últimos días del mes de diciembre de 1.934, ya en el ocaso de la contienda, se
llevó adelante una audaz maniobra, hasta ese entonces, nunca antes vista en América, que
terminó por derrumbar la moral del ejército boliviano, además de acabar con sus puntos
estratégicos de almacenamiento. El primer bombardeo nocturno en América, un bombardeo
sobre posiciones bolivianas.
En diciembre de 1.934, el Teniente 1° de Marina, Ramón Martino y el Capitán Job Von
Zastrow, tras ejecutar misiones de reconocimiento aéreo sobre posiciones bolivianas, se
acercaron al Coronel Francisco Brizuela, jefe de la escuadrilla de aviones instalada en Bahía
Negra y le plantearon una osada misión.
“Queremos realizar un vuelo de bombardeo nocturno contra las posiciones enemigas”,
dijeron los aviadores y los objetivos eran los fortines bolivianos “Vitriones” y “Guijarro”.
Asombrado por el audaz ofrecimiento, el Coronel Brizuela expuso los elementos que
podrían entorpecer semejante misión, como los obstáculos naturales del Chaco y otros, sin
embargo, los pilotos lo tenían cuidadosamente estudiado y no existía margen alguno de error.
Irían en una aeronave Macchi 18-R5, cargados con ocho bombas de 100 libras cada una.
El Macchi M.18 -R5 era un hidroavión, biplano, producido por la
empresa italiana Aeronáutica Macchi en los años veinte. Fue utilizado en funciones de
entrenador, reconocimiento e inclusive en tareas de bombardeo y ataque al suelo.
Poseía como armamento 1 ametralladora Vickers de 7,70 mm y puntos de anclaje para
cargar una combinación de 4 bombas en cada plano. Aparte de los explosivos llevan más de 100
litros de combustible de altísimo octanaje.
Los aviadores conocían a la perfección la distancia que los separaba de sus objetivos, por
lo cual ya tenían perfectamente estudiado la velocidad en que deberían volar, poniéndose así en
marcha algo nunca antes visto en América, cubiertos en el manto de la noche.
Ante la insistencia de los gestores de la misión, el Coronel Brizuela dio luz verde a la
ejecución de la arriesgada empresa.
La información del vuelo nocturno de Martino y Von Zastrow recorrió las posiciones
paraguayas en batalla, quienes comentaban entusiasmados la noticia, por ello empezaron a volcar
sus miradas hacia el oscuro cielo, expectantes por ver pasar la aeronave.
Fue así que, en la madrugada del 22 de diciembre de 1.934, el territorio en disputa fue
testigo de una de la más brillante táctica aérea paraguaya.
El sonido de la aeronave alertaba a las defensas antiaéreas boliviana en el fortín
“Vitrones” y aunque no tenían contacto visual, los proyectiles pasaban zumbando a metros del
Macchi M.18.
En “Vitrones” arrojaron 4 bombas que caían una detrás de otra sobre las posiciones
bolivianas, quienes en vano intentaban repeler a la aeronave paraguaya con las ametralladoras,
apuntando a un verdadero avión fantasma, mientras las potentes explosiones destruían todo a su
paso.
Ahora vuelan rumbo al fortín “Quijarro”, cuya artillería antiaérea ya alertadas abren
fuego al azar. En “Quijarro” arrojan sus últimas 4 bombas y retornan a la base Bahía Negra con
una visibilidad casi nula.
Los únicos instrumentos para la navegación que poseían eran una brújula y un sextante
que con la ayuda de las estrellas calculaban la posición de la aeronave.
“Cada bomba lanzada, por nuestro avión, que explotaba, como un eco respondían los
gritos de algarabía de nuestros soldados. No se durmió más… Los mosquitos parecían que se
unían a nuestra alegría ya ni siquiera picaban”, rezan las crónicas de la época recogidas en el
libro ‘Semblanza de un héroe’.
Las potentes bombas acabaron con las instalaciones bolivianas de “Vitriones” y
“Guijarro” y también destruyeron la moral de parte del ejército boliviano, quienes no esperaban
un ataque aéreo en plena noche.
Una hora después de la finalización del bombardeo, aún amparado en la oscuridad de la
noche, el Macchi 18-R5 regresaba triunfante observando desde las alturas la celebración de los
soldados paraguayos a su paso.
El diario de vuelo del Tte. Martino dice: "Llevamos 8 bombas tipo XII. Volamos hasta
“Vitriones” arrojando allí 4 bombas, pasamos luego sobre “Quijarro”, arrojando también 4
más. Regresamos nuevamente sobre "Vitriones", la ametrallamos y regresamos luego a
nuestra base”.
Los intrépidos aviadores, Martino y Von Zastrow, llegaron de nuevo hasta la base de
Bahía Negra, donde los recibió el Coronel Brizuela y en un breve encuentro les expresó su
satisfacción por el éxito de la misión, que se convirtió en una de las mayores victorias de la
aviación paraguaya y toda su historia.

También podría gustarte