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LA AVIACIÓN DURANTE LA BATALLA DE BOQUERÓN

Renato Javier Angulo Aponte*

Antecedentes y contexto histórico

La Guerra del Chaco, fue un conflicto bélico entre el Paraguay y Bolivia, durante los
años 1932 hasta el 14 de Junio de 1935. Ambos países se disputaban la titularidad de
una vasta región que va desde las primeras estribaciones andinas, bajando hasta el río
Paraguay, en el centro mismo de Sudamérica. Está dividido el territorio al sur, por el rio
Pilcomayo y al Norte, por la jungla y bañados del Gran Pantanal del Estado brasilero de
Mato Grosso. Es una región árida y calurosa, con sectores muy pantanosos.

Los conflictos empezaron apenas acabada la Guerra del Paraguay contra la Triple
Alianza, cuando Argentina pretendía este territorio, pero fue otorgado al Paraguay en
un laudo arbitral internacional a cargo del Presidente de los Estados Unidos Rutherford
Hayes el 12 de Noviembre de 1878. Este fallo, fue duramente protestado por Bolivia
que reclamaba el mismo territorio, como históricamente suyo.

Tanto Paraguay y Bolivia, ocupaban escasamente el territorio en disputa, y habían


fundado pequeñas colonias militares, conocidas con el nombre de fortines. La mayor
población boliviana se encontraba muy cerca de la cordillera y sobre el río Pilcomayo,
llamada “Villa Montes”. El otro polo grande de ocupación, era el Fortín “Muñoz”, en la
región del estero Patiño, que era un bañado del río Pilcomayo (figura 1). El Paraguay,
mantenía en el centro de la región chaqueña, desde el año 1926, a una numerosa
colonia de inmigrantes menonitas, procedentes de Europa y Canadá, protegidos por
una delgada línea de posiciones militares, siendo la más importante la de “Isla Po´i”.

Un protocolo firmado el 19 de Julio de 1915, ordenaba un status quo en el avance de


ambos ejércitos. El mismo no fue respetado por Bolivia, y en 1928, ocurría un incidente
grave, cuando tropas paraguayas tomaron e incendiaron el Fortín boliviano llamado
“Vanguardia”, que estaba dentro de la franja paraguaya. Bolivia tomó represalias y

*
Advogado, Bacharel em Direito pela Universidade Nacional de Assunção, com pós-graduação em História Militar
pelo Instituto de Altos Estudos Estratégicos do Ministério da Defesa do Paraguai. É vice-presidente da Associação
Cultural Mandu’arã, do Paraguai, membro honorário do Instituto de Geografia e História Militar do Brasil e do
Instituto de Investigações Históricas e Culturais de Corrientes, Argentina. Realiza pesquisas sobre o material bélico
utilizado na Guerra do Paraguai contra a Tríplice Aliança e na Guerra do Chaco. Também investiga a história da
aviação paraguaia desde seu início até a atualidade.
capturó tres fortines paraguayos, entre ellos “Boquerón”. Luego bombardeó Bahía
Negra con su aviación sin causar daños.

Figura 1: Croquis del Chaco Paraguayo.


Fuente: ¿???????????????????????????
Posteriormente, se logró, a través de la vía diplomática, destrabar el conflicto,
debiendo ambas partes devolver las posiciones capturadas. Aun así, a pesar del
esfuerzo internacional de la Sociedad de Naciones y de los diplomáticos paraguayos, la
política boliviana de pisar fuerte en el Chaco, se impuso, teniendo como inicio del
conflicto, el ataque boliviano a la guarnición paraguaya de la laguna Pitiantuta, el 15 de
Junio de 1932.

Ambas fuerzas, movilizarían sus tropas al territorio chaqueño y encima de ellos,


fueron también sus aviones a participar del conflicto. Esta es la historia de la
participación de ambas fuerzas aéreas, en la primera campaña de la Guerra, conocida
como “Boquerón”, en honor al Fortín, que sería escenario de los acontecimientos
bélicos. La misma va desde el inicio de las hostilidades hasta la rendición de las tropas
bolivianas el 29 de Septiembre del año 1932.

El Material de vuelo del Arma Aérea paraguaya

El Paraguay necesitaba de un avión capaz de soportar las duras condiciones


climáticas del país y operar en pistas sin preparación. Necesitaba contar con un
aparato de reconocimiento y que pudiera servir como bombardero. Allí surgió el Potez
25 A2, a recomendación de la Misión Militar Francesa que operaba en el país desde
1926. Este aparato también fue utilizado por Uruguay y Brasil.

Fueron ordenados siete de ellos el 10 de Febrero del año 1928. Los dos primeros
llegaron el 09 de Octubre de 1929. Los restantes fueron llegando en los meses
subsiguientes, menos uno que, todavía embalado en cajas, fue accidentalmente
destruido en el Puerto uruguayo de Montevideo, al desprenderse de la grúa que lo
bajaba del barco. El aparato contaba con seguro, y fue remplazado en Noviembre de
1932 (HAGEDORN; SAPIENZA, 1997. p. 30).

Rápidamente sirvieron para entrenar a los pilotos paraguayos en la Base Aérea de


Campo Grande, ubicada entre la ciudad de Asunción y Luque, a 10 kilómetros del
centro de la capital. En el año que llegaron se perdía en un accidente el Potez con el
serial N° 2.

Los aparatos eran biplanos, sexi planos, totalmente de maderas, forrados con tela,
con una enorme superficie alar (figura 2). Estaban pintados totalmente de verde olivo,
como la versión francesa. Montaban una ametralladora Vickers, que era disparada por
el piloto y una doble, de la marca Madsen, en la torrecilla del observador (SHARPE,
2002, p. 261). En algunos casos, fue artillado, con una más, en el piso de la cabina del
observador. Su capacidad de bombas era de 200 kilos. Paraguay no las adquirió, por lo
que tuvo que fabricarlas artesanalmente en los Arsenales de Guerra y Marina. Pesaban
cada una de ellas, casi 15 kilos y eran de fragmentación. También se construyó una
bomba incendiaria de 20 kilos a base de nafta (BOZZANO, Año, p. 62). En su
configuración de observador, llevaba una potente cámara de la marca “Zeis”. Su
velocidad crucero era de 180 Km/h y su velocidad máxima era de 220 Km/h.

Para servir de avión caza, como proteger a los bombardeos, se adquirió el moderno
Wibault Type 73 C1, que era un mono plano, totalmente metálico. De estos, fueron
ordenados siete aparatos el 20 de Diciembre del año 1927. Los mismos empezaron a
llegar al Paraguay en Julio del año 1929 (HAGEDORN; SAPIENZA, 1997. p. 82).

Figura 2: Avión Potez 25 A2 del Arma Aérea Paraguaya


Fuente: “Fortines de la Guerra del Chaco” de Juan Carlos Joy, Editorial Ateneo

Estos aparatos fueron modificados en su plana motriz en la fábrica, cambiando el


motor en “estrella” por el Lorraine-Dietrich de 450 HP, que era utilizado en los Potez, a
recomendación de una Misión Técnica argentina, que asesoraba a la Misión paraguaya
de adquisición de material bélico en Europa. Dicho cambio que en la teoría era para
padronizar el mantenimiento y hacer intercambiables con los demás aparatos, causó
modificaciones terribles en las condiciones de vuelo del aparato, debiendo
primeramente, ubicar el radiador del mismo, debajo del fuselaje, restando aerodinámica
y velocidad. Luego el peso del motor, hizo que el avión tuviera un centro de gravedad
bastante difícil de manejar. Para colmo de males, el radiador tendía a resquebrajarse
por las altas temperaturas, perdiendo todo su refrigerante, sobre calentando
excesivamente el motor, debiendo los pilotos aterrizar de emergencias.

Todos estos cambios hicieron del Wibault paraguayo un caza lento y poco
maniobrero con una velocidad máxima de apenas 200 Km/h. Montaba como
armamento dos ametralladoras Vickers, sobre el cowling del motor. Estaban pintados
de verde olivo y con las cucardas nacionales en las alas. Para el inicio de la guerra, el
Paraguay contaba con seis de estos aparatos, porque uno de ellos, el del serial N° 4,
se había estrellado en el año 1931.

El Material de vuelo de la Fuerza Aérea boliviana

El Breguet 19, de procedencia francesa, fue el primer avión de combate moderno


adquirido en Bolivia. Fue utilizado en 1928 en acciones de represalias por la toma del
Fortín boliviano “Vanguardia” por parte de los paraguayos. Las fuentes hablan que
Bolivia llegó a adquirir siete aparatos, pero en el año 1932, sólo tres de ellos estarían
operativos. Eran aparatos biplaza de bombardeo, tenían una velocidad máxima de 214
Km/h, con una autonomía en vuelo de crucero de 800 kilómetros. Estaban artillados
con una ametralladora frontal y otra en la carlinga del observador (SHARPE, 2002, p.
96).

Posteriormente, los bolivianos trataron de mejorar su material de vuelo que


remplazase a los viejos aviones de reconocimiento Fokkers. Por lo tanto, decidieron
adquirir de la casa Vickers de Inglaterra, un nuevo aparato de reconocimiento y
bombardeo. El candidato fue el Vickers Vespa Type 149, que fue uno de los aviones
más versátiles de la Aviación boliviana. En total se adquirieron seis, que fueron
ordenados a la fábrica en el año 1927. Los primeros aparatos llegaron en Marzo de
1929 y el resto en Julio (HAGEDORN; SAPIENZA, 1997. p. 42). Estaban pintados
totalmente de color aluminio, con el cowling del motor en negro. Grandes cucardas con
los colores nacionales, identificaban la procedencia del avión. Podían ser artillados con
ametralladoras y varias bombas de distintos pesos. Su velocidad máxima era de 224
km/h (DONALD, 1997, p. 250). Se tiene certeza que tres de ellos fueron movilizados el
17 de Julio de 1932. Y al menos otros tres operaban en las bases del Chaco, como
“Puerto Suarez” y “Muñoz”.

Bolivia adquirió además el caza Vicker Type 143, Scout. Los mismos fueron
ordenados con los Vespas, pero llegaron en Septiembre y Diciembre también del año
1929. Eran aparatos veloces, alcanzando los 241 Km/h, siendo los más veloces de los
aviones utilizados en este periodo de la Guerra del Chaco. Portaban dos
ametralladoras Vickers, a ambos costados del fuselaje disparando hacia adelante. A su
vez, podían llevar hasta cincuenta kilos de bombas en cada ala inferior. Estaban
pintados totalmente de aluminio natural con las cucardas nacionales en las alas y al
costado del fuselaje. Bolivia contó, al inicio de las hostilidades con sólo tres aparatos.
Dos de ellos se habían perdido en accidentes de entrenamiento con anterioridad al
inicio de las hostilidades y uno tercero se perdió en Mayo de 1932 (HAGEDORN;
SAPIENZA, 1997. p. 80).

Figura 3: Avión Vickers Scout boliviano.


Fuente: HAGEDORN; SAPIENZA, 1997. p. ????

Las exploraciones aéreas de la Fuerza Aérea boliviana en el territorio chaqueño

El Paraguay descubrió una enorme laguna en marzo de 1931, a la que llamó


“Pitiantuta”, y considerando que era una posición estratégica por las posibilidades que
tenía, de poder solventar del vital líquido a un gran número de personas, decidió
ocuparla. Pero el 25 de Abril de 1932, el Mayor boliviano Oscar Moscoso, después de
sobrevolar el territorio chaqueño en un Vickers Vespa, observó el lago y las precarias
posiciones paraguayas, que no eran más que unos ranchos. Tras recibir la información
sobre la estratégica posición de la laguna y de la ocupación paraguaya, el Comando
boliviano ordenó que la misma fuera tomada por la fuerza.

El ataque se dio el 15 de Junio, cuando el Mayor Moscoso atacó con un pelotón a la


escasa guarnición paraguaya de cinco soldados, pues esta se encontraba en fase de
relevamiento. La posición fue capturada por los bolivianos, que realizaron varias
trincheras y fortificaciones, incluso despejaron un lugar cercano a la laguna para que
sirviera de pista de aterrizaje de emergencias. La dotación aumentó a casi 150
soldados, dos ametralladoras pesadas y 16 ametralladoras livianas. El 20 y 21 de Junio
de 1932, aviones Breguet aterrizan en la pista de la laguna para descargas víveres y
municiones.

Los paraguayos, intentaron una primera recuperación el 15 de Julio al mando del


Capitán Abdón Coronel Palacios, quien con poco más de 400 soldados atacó las
posiciones bolivianas. Contó además con el apoyo de ametralladoras y morteros,
siendo rechazado. Al día siguiente, los paraguayos reglaron sus armas y hubo un
ataque general, logrando romper las primeras líneas bolivianas, para luego arrojar a las
demás tropas bolivianas fuera de sus posiciones, abandonando la laguna para retirarse
hacia “Muñoz”.

A fin de colaborar con el repliegue boliviano, el Comando envió para servir de guía a
sus soldados, a un aparato Breguet 19, al mando del Capitán Leónidas Rojas, que
sobrevoló la zona de la Laguna Chuquisaca o Pitiantuta. Quedando falto de
combustible, aterrizó cerca del Fortín “Camacho”, en un cañadón donde sufrió algunos
desperfectos su aparato, como la rotura de la hélice. El 29 de Junio, otro Vickers
Vespa, sobrevolaba la zona de conflicto, a fin de cerciorarse de las posiciones
paraguayas y de sus intenciones.

El traslado de la Aviación boliviana al Teatro de Operaciones

A fin de sumarse al esfuerzo bélico realizado por la IV División, y unirse a la


escuadrilla de aviones Breguet, el Comando boliviano ordenó, el 17 de Julio de 1932, la
movilización de la Escuadrilla de Caza compuesta por tres aviones Vickers Scout al
teatro de operaciones chaqueño, volando desde de la Base de ¨El Alto¨ en La Paz. Los
aparatos eran piloteados por el Mayor Jorge Jordán, el Capitán José Coello y el
Capitán Luis Ernst Rivera.
También fue movilizada la Escuadrilla de Reconocimiento y bombardeo con tres
aparatos Vickers Vespa Type 149, piloteados por el Capitán Luis Paravicini, llevando
como observador a Alejandro Robles; el Teniente Juan Antonio Rivera y el Mecánico
José Ardiles; y el último aparato era tripulado por el Teniente Elías Belmonte y llevaba
como mecánico a Lucas Bustillos. La Escuadrilla Vickers llegó al día siguiente a
“Muñoz”, haciendo escala en la Base de “Villa Montes”.

También la Flotilla de Lloyd Aéreo Boliviano se trasladó a “Muñoz”, donde estableció


su Terminal Aérea con 4 Aviones Junkers F13 y 3 Junkers W 34ci, los que trasladaron
a varios altos oficiales a ese punto para formar parte del Primer Cuerpo de Ejército, al
mando del General Carlos Quintanilla.

En total Bolivia contaba en el Chaco con 3 aviones cazas, 8 aviones de ataque y


reconocimiento y 7 aviones de transportes en el frente de Guerra. La principal Base era
la del Fortín “Muñoz”, aunque había otras dos ligeramente preparadas en el Fortín
“Arce” y en “Camacho” y una muy al Norte, en las cercanías del río Paraguay, conocida
como “Puerto Suarez”. La misma se encontraba muy cercana a la frontera brasilera.

La aviación boliviana en el avance a Boquerón

El Comando boliviano, a raíz de la perdida de la laguna Pitiantuta, decidió tomar en


represalia, los fortines paraguayos de “Toledo”, “Corrales” y “Boquerón”, que
constituían la línea más avanzada de la ocupación paraguaya en la parte central del
Chaco, también conocida como “Línea Casado”, por sus cercanías con el fin de la vía
férrea de dicha empresa taninera. A su vez, servía de protección del sistema de
Comunicación Puerto Casado-Casanillo-Campo Esperanza y Villa Militar. En la Villa
Militar, también conocida como Isla Po´i, estaba acantonado el Regimiento de
Infantería paraguayo (RIP) N° 4 “Curupayty”, perteneciente a la Primera División de
Infantería. A su vez tenía al Regimiento de Caballería paraguayo (RCP) N° 2 “Coronel
Toledo”, con asiento en “Campo Esperanza”, resguardando la entrada a las colonias
menonitas. Correspondía a estas dos unidades defender este amplió sector.

El 27 de Julio de 1932, once días después de la retoma de la laguna Pitiantuta por


parte de los paraguayos, un destacamento boliviano al mando del Coronel Enrique
Peñaranda, con 470 hombres, atacó al fortín “Corrales”, defendido apenas por ocho
soldados paraguayos. Antes de haberse iniciado el ataque, una escuadrilla de tres
aviones bolivianos lanzó sus bombas a las nueve de la mañana. Los defensores, ante
el abrumador número de fuerzas, optaron por la retirada hacia el Fortín “Toledo”.

Al día siguiente, a las cuatro de la tarde, el mismo destacamento se lanzó a


conquistar el fortín “Toledo”. Allí lo defendía un pelotón de 30 soldados al mando del
Tte. 2° Luis C. Yegros, más los recién llegados de “Corrales” el día anterior.
Primeramente antes del asalto, una escuadrilla de tres aviones arrojó sus bombas
sobre las posiciones paraguayas. La infantería se lanzó al ataque, pero fue repelida
hasta bien entrada la noche. Ocasión aprovechada por las fuerzas de Yegros, que
habían perdido a dos soldados muertos y tenía cinco heridos, para poder escapar hasta
la colonia menonita de “Trébol”. Allí un escuadrón del RCP N° 2 los relevó
(FERNÁNDEZ, 1956, p. 91).

El día 29 de Julio, el avión Vickers Vespa con serial N° 5 despegó de su base de


Muñoz para realizar una misión de observación y bombardeo al fortín paraguayo de
“Coronel Martínez”, ubicado al noreste de las posiciones capturadas. Allí recibió fuego
desde tierra, que dañó el sistema de combustible. Para mayor dificultad para el piloto,
el día se presentó con fuertes vientos con dirección sur, que lo alejaron bastante de su
rumbo. Finalmente, cuando se dirigía de nuevo a su base, ya falto de combustible, tuvo
que realizar un aterrizaje de emergencia en las cercanías del fortín paraguayo “Gral.
Aquino”, en el sector del estero Patiño. Allí el aparato se dañó tanto que quedó
inoperable. Sus tripulantes Elías Belmonte y Armando Saavedra, como observador,
fueron capturados.

La mayoría de los autores, tanto bolivianos como paraguayos, están de acuerdo que
el aparato fue dañado en sus partes vitales y tuvo que aterrizar de emergencia. Aun
así, difieren en el día y en el lugar ocurrido. El Coronel Fernández señala que fue el 31
de Julio después del asalto boliviano a “Boquerón” y que allí fue alcanzado el avión
boliviano. Entre tanto, el piloto e historiador boliviano, Alberto Paz Soldán, no nos da
una fecha en su libro, pero afirma que fue en un reconocimiento sobre el “Fortín
Coronel Martínez”. Entre tanto, los partes de los defensores paraguayos, no mencionan
haber hecho fuego sobre los aviones atacantes, por lo que descartó que haya ocurrido
el 31 de Julio. Lo concreto es que el aparato cayó a tierra y sus tripulantes fueron
capturados.

Al día siguiente, las copiosas lluvias retrasaron las operaciones. Entre tanto, el fortín
“Boquerón”, se aprestaba para recibir un ataque de un momento a otro.
El 31 de Julio de 1932, con las primeras luces del día, despegaron de la Base Aérea
de Muñoz, un Vickers Vespa de bombardeo con el Serial N° 6, al mando del Cap. Luis
Paravicini, escoltado por dos aviones de caza Vickers Scout, piloteado el del serial N° 7
por el Mayor Jorge Jordán y el N° 12 por el Cap. José P. Coello. Esta escuadrilla debía
apoyar el ataque de las tropas del Teniente Coronel Aguirre al Fortín paraguayo de
“Boquerón”.

Sobrevolando las posiciones bolivianas, que para evitar las confusión con tropas
enemigas, ya había extendido mosquiteros detrás de sus posiciones, el avión de
Paravicini se lanza en picada desprendiéndose de la formación y arroja sus bombas.
Las mismas caen cerca del perímetro del Fortín. 1 Los otros dos aparatos restantes,
pican ametrallando las posiciones defensivas visibles y los techos de las instalaciones.

Posteriormente, se lanzaron al asalto los infantes bolivianos, que, después de una


corta refriega, encontraron el Fortín abandonado. Los mismos no se percataron que los
paraguayos se encontraban ocultos en el bosque que rodeaba las instalaciones. Desde
allí atacaron a los nuevos ocupantes, matando al Tte. Cnel. Aguirre y a varios soldados.
Posteriormente, las tropas paraguayas escaparon por una senda oculta en el monte.

De esta manera, la aviación boliviana, probó en combate sus medios aéreos.


Posteriormente, fueron utilizados ampliamente, para hostigar a las concentraciones de
tropas paraguayas y las columnas de infantería que marchaban al frente de combate.

El traslado de la Aviación paraguaya al Teatro de Operaciones

Atendiendo el carisma que iban tomando los acontecimientos y ante la necesidad de


trasmitir ordenes desde la capital lo más pronto posible al Puesto de Comando de la
Primera División de Infantería, al mando del Teniente Coronel Estigarribia y ubicado en
el Chaco, el Presidente Eusebio Ayala ordenó que sus instrucciones fueran llevadas
por el Capitán Ramón Avalos Sánchez por vía aérea. Para tal efecto, partió por primera
vez un avión Potez 25, al mando del PAM Tte. 1° Trifón Benítez Vera, trasladando al
citado oficial (ZÁRATE MONGES, 1988, p. 75).

Al día siguiente, estando el aparato a disposición del Comando, realizó un amplio


reconocimiento sobre la vía férrea del tren de la Compañía de Carlos Casado que se
extendía por 160 kilómetros en el interior del territorio Chaqueño, en busca de un lugar
seco y descampado donde poder instalar una pista de aterrizaje y las instalaciones
para el funcionamiento de una Base Aérea. El lugar elegido, fue el puesto de “Palo
Santo”, en el kilómetro 145 de dicha vía férrea. En las cercanías se encontraba una
laguna seca, que fue elegido para dichos efectos. Se encontraba a 4 kilómetros de la
estación del tren (ZÁRATE MONGES, 1988, p. 76).

El 06 de Agosto, llegaron los primeros dos aparatos. Se trataban de dos aviones


cazas Wibault Type 73 C.1, con los seriales N° 1 y 2. Serían la primera dotación de la
base que sería llamada “Isla Taguató”. El día 08 de Agosto, llegarían tres aviones
Potez, con los seriales N° 4, 5 y 6, al mando del Teniente 1° Atilio Ibáñez Rojas y de los
Tenientes Isidoro Jara y Román García. Quedaba constituido el Primer Grupo de
Aviación, con tres aviones de reconocimiento y bombardeo y dos aviones de Caza. La
mayoría de ellos, sin embargo, sufrió algunos daños en el tren de aterrizaje, debido al
pésimo estado del terreno elegido. Estos desperfectos dificultaron que los mismos
pudieran ser utilizados ampliamente en este periodo.

A lo largo del mes de Agosto, el Teniente Trifón Benítez, sería el encargado de


trasmitir las notas y de transportar al oficial de enlace, entre el Comando en Jefe en
Asunción y el Puesto de Comando del Teniente Coronel Estigarribia.

Entre tanto, a la base aérea fueron llegando un grupo de mecánicos de aviación por
el tren de Puerto Casado, al igual que personal técnico. Además, se transportaron
barriles de combustibles y lubricantes.

El primer bombardeo del Arma Aérea paraguaya

El 04 de Agosto de 1932, después de una marcha de 40 kilómetros, el Sub Oficial


Julio Orozco, con un pelotón del Regimiento de Infantería boliviano (RIB) N° 5
“Campero” llegó al fortín paraguayo “Carayá” a escasos 25 kilómetros de Isla Po’i. El
mismo ya había sido abandonado por sus defensores, siendo capturado y rebautizado
por los bolivianos como Fortín “Huijay”. De esta manera el avance boliviano se cernía
sobre el principal núcleo de concentración de tropas paraguayas (CASABLANCA,
2000, p. 70).

La misión de este destacamento era observar el movimiento de las tropas


paraguayas en ese sector, por lo que, el 07 de Agosto, sus efectivos fueron
aumentados a casi cincuenta soldados con una ametralladora pesada y dos ligeras al
mando del Capitán Abel Velazco Mango, a fin de servir de retén en ese punto.
El Teniente Coronel Estigarribia tenía al RIP N° 4 “Curupayty” en el puesto de
Campo Esperanza desde el día. El 15 de Agosto, una patrulla de este regimiento, en
reconocimiento por el camino que llevaba al antiguo fortín “Carayá”, se topó con una
patrulla boliviana que venía con las mismas intenciones, dando así las primeras
escaramuzas (VELILLA, 1960, p. 31). 2 Ese mismo día, a las diez de la mañana,
aterrizaba un Potez en Campo Esperanza (VELILLA, 1960, p. 31), trayendo órdenes
para el comandante del Regimiento. Las mismas le ordenaban esperar un refuerzo del
RCP N° 2 para luego reconquistar “Carayá”.

Partió al día siguiente un fuerte destacamento de 450 hombres, formados por un


Batallón del RIP N° 4 al mando del Capitán Julio B. Jara, con un escuadrón del RCP N°
2. Una columna marchaba por el camino que unía con la Villa Militar de Isla Po´i y la
otra por una estrecha senda, que conducía a la colonia menonita de “Trébol”.

El día 17 de Agosto, en horas de la madrugada eran atacados los puestos de


observación bolivianos, obligando el repliegue de los bolivianos a los alrededores del
Fortín. Por su parte, el Comando, ordenó el aprestamiento de una escuadrilla de
aviones para colaborar en la recaptura del fortín.

Al clarear el día, partían desde la base de Isla Taguató los tres aviones de
bombardeo Potez 25, con sus porta-bombas llenos, a cooperar con el asalto de la
infantería. Volaron como pilotos los Tenientes PAM: Atilio Ibáñez Rojas y como artillero
el Trifón Benítez Vera en el Potez N° 4, en el N° 5 los Tenientes Carmelo Peralta como
piloto y como artillero Román García y en el N° 6 como piloto el Teniente Isidoro Jara y
como artillero el Tte. 1° Emilio Roscholl, siendo esta la primera misión de combate del
Arma Aérea paraguaya (BOZZANO, año, p. 88).

Los aviones se presentaron sobre la vertical del fortín y arrojaron todas sus bombas,
para luego pasar a volar sobre otro puesto boliviano conocido como “Pozo Valencia”,
donde no encontraron actividad enemiga, retornando a su base después.

Después del bombardeo, las tropas paraguayas realizaron fuego sobre las defensas
bolivianas. Los escasos defensores bolivianos, ante la evidente superioridad de
elementos de combate e incapaz de resistir con alguna posibilidad de éxito, se retiraron
por la senda que lleva al Fortín Boquerón. Quedaron abandonas la ametralladora
pesada y las dos ligeras al igual que 6 muertos y fueron capturados casi media docena
de heridos. El Destacamento del Capitán Jara, reforzó los puestos de defensas y
rebautizó el Fortín como “Coronel Hermosa”.
La guerra desde el aire durante la Batalla de Boquerón.

Con la orden del Gobierno paraguayo de retomar el Fortín Boquerón y de pasar a la


ofensiva que permitiera crear un cinturón defensivo alrededor de “Isla Po´i”, el Tte.
Cnel. Estigarribia ordenó a las fuerzas a su mando la retoma de “Boquerón”.

La aproximación se hizo desde el día 07 de Septiembre de 1932. Al día siguiente,


grandes columnas paraguayas marchaban por el camino viejo y la nueva senda hacia
su objetivo. Dicho avance fue descubierto en horas de la mañana por un Vickers Vespa
boliviano. El mismo observó una columna en formación cerrada y se lanzó en picada
ametrallándola (HAGEDORN; SAPIENZA, 1997, p. 43). Eran tropas del RIP N° 3
paraguayo, que repelió al agresor con ráfagas de las ametralladoras pesadas Colt. Ese
mismo día, fue alertado el Tte. Cnel. Marzana que tropas enemigas en gran número se
acercaban. Los bolivianos tomaron las precauciones y se prepararon para un inminente
ataque de los paraguayos en las siguientes horas.

Entre tanto, el mismo día, pero en “Campo Grande”, partían dos aviones Wibault,
piloteados por los Tenientes Walter Gwynn y Leandro Aponte escoltando al Potez N° 3,
donde iba el Mayor HC Almonacid como pasajero, y el aparato era piloteado por el Tte.
Atilio Ibáñez. Esta formación se dirigió a la ciudad de Concepción, donde el Director de
la Aeronáutica se reunió con una delegación extranjera proveniente del Brasil,
buscando conseguir apoyó en materia aeronáutica. Posteriormente despegaron con
dirección a “Isla Taguató”, pero al poco tiempo, se veía al Potez descender cerca de
“Puerto Sastre”, hasta que aterrizó en un terreno que parecía despejado, pero que
resultó ser muy accidentado, provocando que el avión sufriera un percance, quedando
patas para arriba, y dañando la estructura del mismo. Ambos tripulantes salieron ilesos
del accidente. Los cazas paraguayos, sin tener el plan de vuelo, tuvieron que aterrizar
al costado del avión siniestrado. Allí se enteraron que su siguiente objetivo era
participar en al retoma de Boquerón. Los cazas pudieron llegar al día siguiente a “Isla
Taguató”. Entre tanto el Potez, fue desarmado y llevado en una de las cañoneras por
río, hasta Asunción y de allí hasta “Campo Grande” para sus reparaciones. Antes del
inicio de la batalla, el Paraguay perdía un precioso aparato, dejándolo con sólo cuatro
aviones de bombardeos.

El día 09 de septiembre de 1932, empezó la épica batalla de los veinte días por el
Fortín Boquerón. Las piezas de la artillería paraguaya fueron las primeras en romper el
fuego con 20 cañones entre los pesados de 105mm y los de 75mm., todos de la marca
Schneider. Posteriormente, la infantería se lanzó al ataque, siendo recibida por una
potente barrera de fuego de armas automáticas, disparadas de las bien preparadas
posiciones bolivianas.

A las nueve de la mañana, la aviación paraguaya hizo su aparición sobre el campo


de “Boquerón”. Volaban en misión de reconocimiento y bombardeo los Tenientes Emilio
Roscholl y Trifón Benítez Vera en los Potez N° 5 y N° 6, teniendo como artilleros a los
de la misma graduación Román García y Carmelo Peralta. Ambos Potez volaban sin
escolta, con dirección a “Yucra”. Las bombas fueron arrojadas en el fortín, sin
apreciarse impactos directos. Las piezas Semag de artillería anti-aérea boliviana
dispararon sin éxito contra los bombardeos. Los aparatos siguieron su camino hacia la
retaguardia boliviana.

De pronto al Oeste, aparecieron tres puntos negros. Eran dos Vickers Scout,
piloteados por el Mayor Jorge Jordán y el Capitán Luis Ernst Rivera, quienes
escoltaban al Vickers Vespa N° 6, piloteado por el Tte. Luis Paravicini, quien volaba en
misión de reconocimiento. Ambos cazas bolivianos se lanzaron en post de la presa.
Los bombardeos paraguayos viraron 180° y se dirigieron a la Base de “Isla Taguató”.

Los cazas bolivianos alcanzaron en pocos minutos a los bombardeos paraguayos en


retirada, sobre la vertical del Fortín Boquerón, allí ambos picaron por detrás de la
formación paraguaya, abriendo fuego. Esta maniobra, obligo a separarse a los Potez,
siendo perseguido por un caza, cada uno de ellos. El Mayor Jordán, disparó largas
ráfagas ante los lentos giros del Potez del Tte. Roscholl, agotando todas sus
municiones. El piloto paraguayo fue alcanzado en el brazo izquierdo. Mientras tanto, el
Tte. Vera, había logrado quitarse de encima al Cap. Ernst Rivera, tras una picada larga,
bajando hasta las copas de los árboles, pudiendo llegar hasta “Isla Taguató”.

Entre tanto, Roscholl se desvaneció a los 300 metros de altura, tomando el mando el
artillero Román García, quien, tras dificultosas maniobras, divisó Isla Po´i. Aterrizó en
las cercanías del puesto de mando y de allí trasladaron al piloto herido a un puesto de
sanidad. El aparto presentaba varias perforaciones en el timón de cola y en el ala. Por
su parte, los tres aviones bolivianos, después de un reconocimiento, se retiraron a su
Base en “Muñoz”.

Al día siguiente, a las 10:00 de la mañana, partieron de nuevo dos Potez el N° 4 y el


N° 6, en misión de reconocimiento y bombardeo en “Boquerón”, “Yucra” y “Castillo”,
para evaluar la situación de las tropas. Después de una corta estadía en el cielo del
fortín, los pilotos Román García y Tomás Ruffinelly observaron que dos aviones de
caza bolivianos venían en pos de ellos, por lo que decidieron rápidamente descender al
nivel de las copas de los árboles, hasta su base en “Isla Taguató”. Dicha maniobra era
una recomendación del Mayor HC Almonacid, en base a sus propias experiencias en
combate durante la Primera Guerra Mundial, como medida para escapar, en aviones
lentos, de los cazas más veloces, permitiendo anular el punto muerto de las
ametralladoras defensivas, que no podían apuntar hacia abajo. Dicha técnica fue
utilizada con excelentes resultados a lo largo de toda la guerra, por parte de los
aviadores paraguayos.

En ese momento, el Paraguay contaba con sólo dos aviones Potez en el Chaco en
condiciones de operar. A su vez, tenía cuatro aviones de cazas Wibault en “Isla
Taguató”.

A las 13:00 horas, llegaron dos aviones bolivianos que lanzaron bombas sobre la
recta que llevaba a Isla Po´i. Luego uno de ellos, lanzó un parte lastrado al interior del
reducto boliviano, dando avisos que las tropas paraguayas muestran un
reagrupamiento a su base de partida. 3 Dicha información resultó ser falsa, porque si
bien las fuerzas paraguayas tuvieron muchas bajas, el Tte. Cnel. Estigarribia, ordenó
ese día, que se inicie el cerco del fortín y se tomen las medidas necesarias para una
guerra de sitio.

El día 11 de septiembre, en las primeras horas, la artillería paraguaya, lanzó un


fuerte ataque, logrando dañar a una de las piezas Semag, de los bolivianos. 4 A las
10:00 de la mañana, volaron dos aviones de reconocimiento paraguayos sobre las
posiciones. Luego a la una hora, hizo lo propio la aviación boliviana.

El día 12, a las nueve horas, una patrulla de dos aviones Potez, hizo su aparición en
el teatro. Los aviones paraguayos recibieron fuego de las anti aéreas y de
ametralladoras pesadas, pero como volaban muy alto, los bolivianos no lograron hacer
blancos en ellos. Luego, recorrieron hasta “Yucra”, para posterior volver a su base.

Casi en simultáneo, dos aviones bolivianos parecieron perseguirlos, pero se


detuvieron a bombardear en las cercanías del fortín. El Teniente Coronel Marzana
ordenó que se les hicieran señales de estar faltos de municiones. El observador de uno
de los aparatos reconoció la señal y dio acuse de recibo de la misma. Posteriormente,
en horas de la tarde, aparecen sobre el cielo de “Boquerón”, dos aviones de
reconocimientos bolivianos. Después de explorar la zona Yucra-Boquerón,
descendieron hacia el Fortín y lanzaron un parte lastrado con un croquis de todo el
sector, que sirvió de referencia al comandante de la artillería boliviana para reglar sus
tiros sobre las tropas atacantes. Cerca del mediodía, llegaron a la base paraguaya dos
aviones de caza Wibault, que aún estaban en “Campo Grande”.

Figura 4: Mapa de “Boquerón”, con las posiciones ocupadas por ambos ejércitos el día 13 de
septiembre de 1932
Fuente: FLORENTÍN, 1984. p. ¿??

Al día siguiente, llegaron en tren varios mecánicos para reforzar la guarnición de


“Isla Taguató”, atendiendo que casi la totalidad de aparatos de combate del Paraguay
se encontraban en el Teatro de Operaciones.

Ese mismo día, a las 18:00, dos aviones bolivianos atacaron las posiciones del RIP
N° 3 y la del Batallón de Zapadores N° 1, que habían cortado el camino Yucra-
Boquerón, lanzando varias bombas de 50 kilos. Dicho ataque, precedió a un asalto de
las fuerzas bolivianas, que lograron en gran número, romper el cerco y llevar víveres al
Fortín sitiado.

El día 14, a las 7:00 de la mañana, partió de “Isla Taguató” una escuadrilla mixta
paraguaya, dos Potez y dos Wibault, en misión de reconocimiento sobe los Fortines
circundante a Boquerón. Volaban en dichos Potez el Teniente Trifón Benítez Vera y el
Tte. Isidoro Jara como artillero y el Tte. Román García, teniendo como artillero el Tte.
Carmelo Peralta. Los Wibaults, estuvieron al mando de los Teniente Arturo Escario y
Gregorio Morinigo, volando el Nº 2 y Nº 1 de estos aparatos. Llegaron a la vertical del
fortín a las 7:30 horas. Al ser avistados, fueron hostigados desde “Boquerón” por el
fuego de las dos piezas anti-aéreas Semag, que debieron cambiar de posición cuando
las bombas cayeron muy cerca (MARZANA, 1991, p. 179). Posteriormente, fueron al
sector de “Yucra”, donde lanzaron otra carga de bombas en ese sector, sobre las
tropas bolivianas que intentaban romper el cerco.

La aviación boliviana, no se dejó impresionar, y a las 9:00 de la mañana, tres


aviones bolivianos bombardearon las posiciones enemigas visibles en los alrededores
de “Yucra”, donde las tropas paraguayas, presionaban fuerte a sus adversarios
bolivianos, sin poder rechazarlas desde hacía cinco días. Arrojaron después, sobre el
Fortín, un parte lastrado con un croquis y una proclama, donde informaba el Comando
en Muñoz, que nuevos refuerzos intentarían romper el cerco en los siguientes días.

El día 15, también saldría una escuadrilla paraguaya de bombardeo, compuesta de


tres aparatos, que arrojaron bombas en el camino Yucra-Boquerón. Afirma el Cnel.
Fernández, que varias de ellas cayeron sobre sus tropas. A la una hora, aparecieron
dos aviones bolivianos de bombardeo, que arrojaron su carga en el mismo sector. A la
tarde, llegó el Potez N° 1, desde Campo Grande, para ser utilizado en el frente.

Entre tanto, la situación del Fortín, cercado desde hacía varios días, se hacía
desesperante, pues la munición y el alimentó empezaban a escasear. El Comando del
Primer Cuerpo de Ejército boliviano ordenó el aprovisionamiento aéreo de las tropas
cercadas. El día 16, a las 10:00 horas, dos aviones dejaron caer, en las cercanías de
las posiciones bolivianas, cinco bultos, conteniendo pan y municiones. Sin embargo,
varias de las balas, se deformaron, porque cayeron a gran altura. De esta manera, se
inició el puente aéreo boliviano. Entre tanto, otro grupo de aviones, bombardeaba a las
tropas paraguayas recién llegadas en barco en “Puerto Casado”, sin causar bajas
(STAGNI, 1986, p. 46).

Con la llegada del Regimiento de Infantería N° 6, se pretendía romper la resistencia


del Fortín Boquerón. Ellos eran los cadetes de la Escuela Militar y tomaron posiciones
para asaltar las trincheras bolivianas de “Boquerón”. Para apoyar el ataque general,
ordenado para el día 17 de septiembre a las 7:00, despegaron un Potez, al mando del
Tte. Carmelo Peralta, con el Tte. Román García como artillero, escoltado por dos
Wibaults, piloteados por el Tte. Leandro Aponte y el Tte. Tomás Ruffinelly. Luego de
arrojar sus bombas dentro del sector del reducto, realizó el Potez un amplió giro sobre
la batalla, para verificar que el cerco paraguayo está cerrado. Logró detectar el artillero
que en el sector ubicado hacia los Fortines bolivianos “Ramírez” y “Castillo”, había una
franja libre, por donde pasaban las tropas bolivianas. Dicha franja, fue observada
también el piloto Leandro Aponte, que decidió aterrizar directamente frente al Cuartel
General de las tropas paraguayas en “Isla Po´i”, dando así el parte al Tte. Cnel.
Estigarribia. Este a su vez ordenó, que se tomaran los recaudos para habilitar una pista
en “Isla Po´i” en la brevedad posible.

Más tarde en la mañana, dos aviones bolivianos realizaron una observación del
sector para luego retirarse a su base. Entre tanto, en tierra, se libraban sangrientos
combates, que buscaban romper la resistencia de una y otra parte. El RIP N° 6 fue
obligado a retroceder cuando fue sorprendido en su retaguardia por tropas bolivianas
que intentaban ingresar al fortín. El ataque general paraguayo, no tuvo éxitos y recibió
nuevamente varias bajas en sus asaltos frontales a las trincheras bolivianas. El asalto
fue desbaratado, cuando tropas bolivianas salidas desde “Yucra”, intentando ingresar al
Fortín, salieron a la espalda del RIP N° 6 paraguayo, que se encontraba en plena
maniobra de ataque. De golpe, el RIP N° 6 se vio entre dos fuego y tuvo que
abandonar sus posiciones, lo que permitió que varias fracciones bolivianas ingresasen
al reducto.

En la tarde, el RIP N° 2 “Ytororó”, contraataco y cerró la brecha dejada por el RIP N°


6, volviendo a completar el asedio. Se aprovechó la lluvia del día siguiente, para poder
reagrupar fuerzas y reforzar las posiciones que cerraban los accesos al Fortín.

También se trasladaron varios medios, para realizar vuelos desde la Villa Militar. La
situación de las tropas paraguayas era confusa. El cerco aparentaba cerrado, pero aún
se observaban infiltraciones. Las patrullas daban informes contradictorios. El Tte. Cnel.
Estigarribia, tomó la decisión de ordenar un prolijo reconocimiento aéreo. Para el
mismo, ordenó al Tte. Heriberto Florentín, quien era uno de los mayores conocedores
de la zona, por haber servido en tiempo de paz en “Boquerón”. El oficial designado se
presentó al día siguiente en la Villa Militar de “Isla Po´i”, y de allí despegó en el Potez
N° 5 al mando del Tte. Carmelo Peralta. A su vez, iba apretado con Florentín en la
cabina posterior, el Tte. Román García, como artillero (FLORENTÍN, 1984, p. 225).
Realizaron varias vueltas sobre el Fortín, pudiendo detectar las posiciones enemigas y
levantar un croquis para posteriormente trabajar en conjunto con la artillería. Luego,
sobrevolaron “Yucra” y allí dispararon sobre un camión que se dirigía al mismo.
Enseguida, dieron otra vuelta para ametrallar al ganado encerrado en un corral. Con
esta acción, decidieron volver a la Base en “Isla Po´i”.

El día 20, los paraguayos entregaron los croquis y los informes, y nuevamente alzó
vuelo un Potez, esta vez al mando del Tte. Carmelo Peralta y Florentín con García de
artilleros. Coordinaron con la Artillería un reglaje de tiros, y esta debía arrojar tres tiros
hacia el sector que ocupaba el RIP N° 2 y el RIP N° 1. El avión sobrevoló el Fortín, y
Florentín anotó en el croquis las tres volutas de humo de las granadas que estallaron.
De pronto, el piloto realizó una brusca caída de ala, descendiendo hasta las copas de
los árboles. Detrás, en el horizonte, se divisaban dos aviones bolivianos que habían
salido en persecución del avión paraguayo. Pero el mismo llegó sin inconvenientes a su
base de partida. Entre tanto, los aparatos bolivianos se acercaron al Fortín, y arrojaron
víveres desde mucha altura, debido a la potente barrera de fuego de las armas
automáticas de los paraguayos. Los bultos cayeron en las cercanías de “Boquerón”,
pero en la zona ocupada por sus enemigos (TABORGA, 1970, p. 84).

La acción de reglaje de tiros sería de vuelta realizada por la misma tripulación 24


horas después, volviendo a anotar los tiros que fueron efectuados. A su vez, se detectó
una franja libre al Oeste del Fortín, entre el RIP N° 6 y el RIP N° 2. Dicha novedad fue
comunicada de inmediato, permitiendo al fin completar el cerco, después de doce días
de combate. Ese día, un avión boliviano arrojó un parte lastrado, anunciando que el
puente aéreo no cesaría, a pesar de las dificultades del aprovisionamiento. En tierra,
las fuerzas bolivianas empezaban a dudar de salir vivos del reducto.

El 24 de Septiembre, los bolivianos logran poner en vuelo dos aviones que con
temerario arrojo, logran lanzar seis bultos al reducto, de los cuales cuatro llegaron
adentro, permitiendo que los defensores contaran con algunas municiones más, a
pesar que la mayoría llegaban al suelo totalmente estropeadas.

Entre tanto, en tierra, en el exterior del cerco, las Divisiones 4° y 7° bolivianas, con
cerca de 2.500 soldados, intentaban lograr una ruptura. Pero los efectivos paraguayos
que cercaban “Boquerón”, llegaban casi a los 10.000 combatientes, logrando una
enorme superioridad numérica en el terreno. Dentro del Fortín, alrededor de 500
soldados mantenían a raya a los soldados guaraníes, que cada vez acortan más la
distancia.
Figura 5: Mapa de “Boquerón”, con las posiciones ocupadas por ambos ejércitos el día 25 de
septiembre de 1932.
Fuente: FLORENTÍN, 1984. p. ¿??

El 25, en vista a un nuevo asalto de las tropas paraguayas, tres aviones partieron a
las 16:00 horas, en misión de reconocimiento, para ubicar los avances en el mapa.
Desde el reducto, ya no dispararon las anti aéreas; ya no quedaban municiones en el
parque. Los aviones paraguayos sobrevolaron por el espacio de quince minutos.
Posteriormente, apareció la aviación boliviana con dos aparatos, arrojando seis bultos,
de los cuales sólo tres alcanzaron a los ocupantes.

Al día siguiente la misión del Arma Aérea paraguaya fue destruir un presunto molino
de viento, que extraía agua del pozo del reducto y la llevaba a las trincheras. A las 8:15
sobrevolaron tres aviones paraguayos, pero no dieron con el paradero del molino. A las
dos horas se repetiría el mismo vuelo, sin encontrar el molino. Dicha información, sería
corroborada con la caída del Fortín como errónea, pues no se hallaron restos del
aparato extractor de agua. De nuevo otro avión boliviano dejó caer un parte lastrado
pidiendo a las tropas que resistieran un poco más.

El día 27, la aviación paraguaya recibió la orden de trasladar todos sus aparatos de
reconocimiento a “Isla Po´i”. Fueron puestos a disposición los Potez, 4, 5 y el 1. Los
bolivianos recibieron por aire, las bendiciones del Capellán Luis Alberto Tapia y un
nuevo mensaje del Comando, donde ordenaba no retirarse de sus posiciones, porque
la salvación ya estaba cerca. La realidad era otra. Las extenuadas tropas que cubrían
los caminos y accesos a “Lara” y “Castillo” empezaron a retirarse a estas posiciones,
abandonando los intentos de romper el cerco. El día 28, los mecánicos paraguayos
trasladaron las bombas y carburante. Se preparó una enorme misión de bombardeo
para un asalto general el día 29 de septiembre.

A la mañana del ataque, sonó el teléfono de la Base Aérea de “Isla Po´i”, ordenando
detener el bombardeo sobre “Boquerón”. Las tropas bolivianas se habían rendido muy
temprano a la mañana, después de veinte días de lucha, dando así, por finalizada la
Batalla de Boquerón, a costo de enormes sacrificios. Los aviones paraguayos
despegaron y sobrevolaron el mástil de la bandera en formación, para luego ir a
bombardear “Castillo”,

Como corolario, cerca del mediodía, aparecieron dos aviones bolivianos, que
arrojaron bultos de víveres, sobre el reducto. Pero al observar que en el asta de la
bandera, ahora flamea una roja, blanca y azul, dieron media vuelta y arrojaron algunas
bombas sobre las tropas enemigas, siendo este episodio el último acto de la Guerra
Aérea sobre “Boquerón”.

Figura 6: Foto del Fortín Boquerón.


Fuente: Archivo del Ministerio de Defensa del Paraguay

Conclusiones

Al terminar la primera campaña de la Guerra del Chaco, la misma dejó muchas


enseñanzas a ambos ejércitos. A nivel aeronáutico, no se produjeron pérdidas totales
de aparatos o de tripulaciones.
Ninguno de los contendientes pudo poner regularmente más de tres aviones en
vuelo, siendo extrañas las formaciones de cuatro o más aparatos. Lo normal en el lado
paraguayo era el vuelo de dos aviones y en Bolivia la formación de tres.

El Paraguay tuvo dos aviones Potez dañados de consideración, que fueron remitidos
a “Campo Grande”. Los dos aparatos volvieron a volar ese mismo año. En tanto, los
cazas Wibaults presentaron grandes problemas con los radiadores, teniendo un uso
bastante limitado. Por último, tuvieron un piloto herido, que fue el Teniente Emilio
Roscholl, quien fue enviado a Asunción, donde luego quedaría como instructor de
vuelo.

Bolivia tuvo que lamentar la pérdida total de un Vickers Vespa, siendo capturado un
piloto y un observador. Varios aparatos sufrieron desperfectos en la mala pista de
“Arce”.

Sobre el bombardeo aéreo, tanto la aviación paraguaya y boliviana no produjeron en


ese sentido, efectos demasiados grandes. Las posiciones edilicias de madera del fortín
Boquerón, nunca fueron echadas a bajo. Las trincheras no fueron demolidas, pero sí
hubo que lamentar el destrozo de la estructura que permitía sacar con facilidad el agua
del pozo del Fortín. Esto se debió a los precarios medios de puntería con lo que
estaban dotados los aparatos y el pequeño peso de las bombas. Fueron escasas las
bajas causadas por este medio, que en total en ambos bandos, no superaron el
centenar.

A nivel moral y sicológico, la aviación sí tuvo grandes éxitos, generando pánico en


las tropas bisoñas, en especial las paraguayas, que huían por los bosques en la
presencia de los aparatos, que lograban la paralización de los ataques, durante las
incursiones aéreas. Dentro del Fortín, obligaba a los bolivianos a cambiar las
posiciones de sus piezas de artillería y de mantenerse dentro de los fosos de las
trincheras.

En el intento de puente aéreo, la aviación boliviana fracasó en su tentativa de


aprovisionar al fortín de víveres y municiones. Al ser aviones pequeños y de
reconocimiento, no tenían la configuración necesaria para arrojar bultos por
paracaídas. A su vez, al tener que descender a alturas menores a los quinientos
metros, estuvieron expuestos al fuego anti-aéreo de los paraguayos, que dificultaba la
aproximación. Por lo tanto, la mayoría de la carga, cayó fuera de la zona ocupada por
sus propias fuerzas. Este intento fallido fue corregido por los paraguayos, logrando un
excelente puente aéreo, debiendo aterrizar en la línea de fuego en Enero del año 1933,
durante la batalla de Nanawa, acción que permitió decidir la batalla a favor de estos.

Donde la acción de la aviación tuvo grandes éxitos, fue en el reconocimiento. La


aviación paraguaya pudo cerrar el cerco gracias al prolijo trabajo realizado por la
aviación. A su vez, la aviación entregó fotografías y datos importantes de los otros
sectores del teatro de operaciones al Teniente Coronel Estigarribia, quien supo valorar
la situación con éxito, y concentrar sus tropas en el lugar indicado. Esta misión sería la
principal de la aviación paraguaya y la que permitiría al Comando paraguayo las
grandes victorias de los años 1933 y 1934, como Campo Vía, El Carmen e Yrendague.

Por su parte, los partes de la aviación boliviana no fueron tomados en cuenta en la


medida que la situación ameritaba, por lo que el Comando boliviano no pudo
aprovechar la información adecuadamente. Esta desconfianza se generó en los
primeros días de la batalla de Boquerón, cuando la misma informó que las tropas
paraguayas se retiraban del frente, cosa contraria a la realidad, pues tomaron el
repliegue desorganizado de algunas unidades, como una huida del ejército paraguayo.

Referencias Bibliográficas

1. Fuentes

Archivo del Ministerio de Defensa de la República del Paraguay.

Conversaciones y especial agradecimiento al historiador aeronáutico paraguayo Prof.


Antonio Luis Sapienza.

Conversaciones con el historiador uruguayo, Prof. Alberto Del Pino Meck.

2. Bibliografía

ALVAREZ ALBERT, Abdón, Capitán. “Con llamas en el Aire. Fragmentos compilados y


anotados sobre la participación de la aviación paraguaya en la Guerra del Chaco
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APONTE BENÍTEZ, Leandro, Mayor (SR) PAM. “Cincuenta años de aeronáutica en el
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ZÁRATE MONGES, Félix, Capitán PAM (SR). “La Aviación Paraguaya antes y
durante la Guerra del Chaco”, Asunción: Impreso en Offset Leguizamón, 1988.
1
Parte del Tte. Eulalio Facetti comandante de las tropas paraguayas en Boquerón (FERNÁNDEZ, 1956, p. 91).
2
Ver también Marzana (1991. p. 75).
3
Parte del Tte. Cnel. Marzana, comandante de las tropas bolivianas en Boquerón (FERNÁNDEZ, 1956, p. 150).
4
Parte del Tte. José C. Dávila (MARZANA, 1991. p. 163).

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