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Curso: 4to año

Materia: Formación Humana y Cristiana


Unidad: La persona humana

¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA?

Es una ciencia integradora que tiene por objeto de estudio al hombre en su


totalidad, de una manera integradora; pone como centro de su reflexión al
ser humano. Busca comprender al hombre como un ser que vive y sabe que
vive. El saber es la dimensión propia del hombre. Es el único ser que
necesita comprenderse para saber quién es, quien quiere ser y que puede
realizar.
El hombre percibe su vida como una posibilidad única en la que ganarse o
perderse dependen de sí mismo. Este impulso hacia el saber brota de la
conciencia de su propia finitud, es decir, de saber que no es dueño del
tiempo y, por lo tanto, necesita diseñar su vida.
La antropología reflexiona acerca de la existencia humana. En su libro “El problema del hombre” dice
Gevaert: la antropología filosófica no crea ni inventa los problemas del hombre. Lo encuentra, los
reconoce, los asume, los examina críticamente.
Las preguntas ¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? Son propias del existir del hombre. Por eso la filosofía se
pregunta por aquello que determina y posibilita la existencia humana, en la cual reside la dignidad propia del
hombre.
En primer lugar, podemos afirmar que no solo reconocemos un objeto, el hombre, sino que sabemos que
ese objeto al que buscamos conocer es un sujeto. Cuando preguntamos qué es el hombre pedimos como
respuesta un ente, una esencia acabada, un algo. Cuando preguntamos quién es el hombre preguntamos por
alguien y este alguien es un sujeto haciéndose, una posibilidad que busca concretarse.
La representación que cada uno de nosotros tiene del hombre está plasmada de valores y fines, que
orientan nuestra acción. En su obra “El sentido de la filosofía del hombre” dice Javier San Martín: la imagen
del ser humano no es una creencia que nos venga desde afuera, es el conjunto de ideas prácticas, plasmado
de valores y fines que constituyen la auto interpretación que hace de sí mismo el ser humano.
No hay ningún hombre que exista sin tener que comprender. La necesidad de saber no es ajena al hombre,
lo constituye. La subjetividad humana es una subjetividad que interpreta, la cual implica una toma de
posición respecto de sí y de los otros.
De este modo los hombres vamos dando significado a nuestras acciones, elecciones, tareas, transformando
el tiempo de nuestra vida en historia. Y, como en toda historia, en la vida de cada hombre se seleccionan
unos momentos y se olvidan otros, se van armando estructuras significativas desde donde se comprende el
pasado y se proyecta el futuro. La vida humana es un acontecer que se va narrando, es historia.
Para poder hacer una reflexión crítica sobre quién es el hombre, es necesario que hagamos una revisión
histórica sobre qué se dijo sobre el hombre y cuáles son las teorías respecto a su existencia. Hay que recoger
lo que los hombres han dicho de sí mismos e interpretarlo desde el presente; es necesario hacer una red de
significados que se van construyendo en el tiempo.
¿Por qué este tema sigue teniendo vigencia? El hombre, a partir de lo que es, se proyecta hacia lo que aún
no es y desea ser. Estando determinado, viviendo en una situación concreta, en un aquí y ahora, está
impulsado a construirse a sí mismo, a ser él mismo con los otros, dándose libertad para hablar, para desear
dándole sentido a sus vínculos, siendo libre para amar, trabajando en la construcción del mundo como un
espacio habitable y digno.
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LAS PREGUNTAS QUE SE HACE EL HOMBRE SOBRE SÍ

Desde los comienzos de la filosofía hace más de 2500 años, podemos observar la preocupación por definir
al hombre, por hallar su diferencia específica, aquello que lo hace ser humano y que lo distingue de los
demás seres de la tierra.
Si bien la antropología no puede prescindir de los datos
aportados por las ciencias que se ocupan del hombre, sus
reflexiones tratan de responder las preguntas existenciales
para las que la ciencia no tiene respuesta.
Por ejemplo, la antropología científica nos informa que
existen sepulturas que tiene más de 40.000 años de
antigüedad, pero no nos dice qué significa la conciencia
humana de la muerte, qué significa para los hombres la
conciencia de que vamos a morir y cómo afecta esa
conciencia a nuestras vidas y proyectos personales.

DISTINTAS CONCEPCIONES ANTROPOLÓGICAS

Concepción clásica de hombre - Visión antropocéntrica: afirma que lo propio del hombre es su
racionalidad, que es lo que lo diferencia de los demás animales.
Esta racionalidad le permite conocer y hallar reglas que lo ayudan
a convivir con otros seres. En esta concepción, propia de la
modernidad, la razón deja de ser peligrosa si no es puesta al
servicio de Dios, y se convierte en la luz que guía a los hombres
en su búsqueda de conocimiento.
El hombre recupera la libertad que había perdido en el medioevo,
y es la razón la que hace posible la adquisición de autonomía. Dirá
Kant “Atrévete a saber”, a pensar por vos mismo. Este será el
slogan de la Ilustración.
Concepción científica del hombre: esta es consecuencia del optimismo científico, que, confiado en sus
avances y logros, proyecta su búsqueda de saber sobre lo humano.
Así, la tesis evolucionista de Darwin se aplica al hombre y se
lo ve como un momento en el desarrollo de la especie, como un
producto final y muy tardío de la evolución. Así, el hombre,
sólo se distingue de los animales por el grado de complejidad de
su constitución. No hay entre él y los demás seres vivos más que
diferencias cuantitativas y no cualitativas. En ambos, hombres y
animales, operan los mismos mecanismos y están sometidos a
las mismas leyes.
Aquí la razón no es otra cosa que un instinto especialmente desarrollado. El hombre es un ser instintivo. Su
espíritu, su razón no son más que el desarrollo del poder de adaptación. El hombre es un mamífero superior
notablemente adaptado. El desarrollo de sus facultades técnicas es lo que le ha permitido tener e dominio de
la naturaleza. El hombre es un Homo Faber. Nada hay en élde divino ni sobrenatural.
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Concepción Judeo-cristiana del hombre:
según esta corriente el hombre es pensado como
una creatura, creado por un ser superior llamado
Dios que, en un acto de su voluntad, lo crea a su
imagen y semejanza. Este hombre está compuesto
de cuerpo y alma. Su alma es su aspecto divino
que ansía reencontrarse con su creador, es inmortal
pero no eterna porque fue creada. El cuerpo, sería
la parte humana que –antiguamente- es vista como la parte negativa del hombre.

ESENCIA Y EXISTENCIA

La esencia hace referencia a aquello que hace que una cosa sea lo que es, aquello sin lo cual esa cosa no
sería lo que es. La respuesta a la pregunta ¿Qué es algo? Encierra la esencia de ese algo, aquello en que ese
algo consiste.
La existencia sería una especie de complemento de la esencia por el cual le permite a la cosa ser real.
No podemos concebir la existencia de algo sin pensar en ese algo como existente. Pero podemos concebir
la esencia de una cosa que no existe.
En el pensamiento contemporáneo se designa con esencialismo en aquellas teorías filosóficas que afirman
el primado de la esencia (la esencia es anterior a la existencia) en el caso de la pregunta por el hombre, trata
de buscar la naturaleza del hombre, la característica que lo defina de una vez y para siempre, una definición
de lo que el hombre sea, válida para todo tiempo y lugar. Busca descubrir una estructura fija, objetiva,
permanente e inmutable, aquello que todos los hombres tengan en común y que sirva para conocer lo que el
hombre es y lo que no es.
Max Scheler en su libro “El puesto del hombre en el cosmos” se opone a la concepción cientificista del
hombre. En este trabajo afirma que en los seres vivos es posible establecer cuatro grados de desarrollo:
 El primer grado es el impulso afectivo, sin conciencia, propio de las plantas.
 El segundo grado es el instinto
 El tercer grado es la memoria asociativa, manifestada en la inteligencia práctica, presente en los
mamíferos superiores.
 El último grado, es lo que Scheler llama espíritu, y que está en el hombre, no es una diferencia de
grado, sino esencial. El espíritu es lo que diferencia al hombre de los animales.
Las características del espíritu son:
 la libertad, que lo convierte en un ser moral
 la objetividad, que lo hace capaz de conocer al mundo y a sí mismo
Pero la consecuencia más significativa es que el tener espíritu, hace al hombre un ser religioso. Esto pone
al hombre en un lugar de privilegio en el
cosmos.
Ernst Cassirer, en su libro “Antropología
filosófica” trataba lo específico del hombre
como el resultado del proceso de adaptación a
su medio ambiente. El hombre, al igual que los
animales, responde a los estímulos del medio y
así descubrió que es capaz de un sistema de
símbolos.
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El lenguaje es un sistema simbólico que se encuentra mediando la relación del hombre con el mundo y con
los otros hombres. En un intento por completar la definición clásica del hombre como un ser racional,
Cassirer propone pensarlo como un animal simbólico.
El término existencialismo alude a aquellas concepciones filosóficas que sostienen que la existencia
esanterior a la esencia, entendiendo que la existencia es únicamente humana.
Tanto para Kierkegaard, como para todos los existencialistas, la existencia designa al individuo concreto y
único, no como algo acabado, sino como una tarea a realizar.
Para Heidegger el rasgo fundamental del hombre es su ser abierto, el hombre es apertura. El hombre no
necesita entrar en relación con el mundo porque el hombre es esa relación, el hombre es ser-en-el-mundo.

La existencia para Heidegger es ese ser-fuera-de-sí que


es la existencia humana, el ser es un proyecto, una X
vacía, el estar inacabado, ese estar siempre por
hacerse, estar abierto a un mundo.
Al igual que Sartre, piensa que el hombre es un ser
arrojado en el mundo que lo precede, en un tiempo y
lugar que no elige, pero vive en un mar de
posibilidades que lo hacen irremediablemente libre. El
hombre comienza por no ser nada. Es proyecto, flecha
disparada en el flujo temporal. No puede detenerse, ni
volver atrás. No permanece inmóvil, es siempre
distinto.
El hombre no tiene naturaleza, no tiene esencia, empieza por no ser nada. Nace siendo nada, lo único que
tiene es la existencia y debe en la vida lograr su esencia.
Para el existencialismo la existencia precede a la esencia.
El hombre debe inventarse a sí mismo.
Su único carácter es la libertad. Como contrapartida a
esta indeterminación, a esta extrema libertad, el hombre
es el único responsable de lo que haga con su vida. Esta
conciencia de libertad y ante la obligación de hacerse a
cada paso, generan en el hombre el sentimiento de
angustia. Es la conciencia del desamparo, del vacío, de la responsabilidad de tener que decidir qué hombre
queremos ser. Ya no hay destino que nos libere de tomar decisiones, ni de responsabilidades. El hombre se
da su esencia a cada paso. El hombre nace libre, responsable y sin excusas.

LA PERSONA

La palabra hombre sugiere un conjunto de imágenes, rasgos y caracteres morfológicos, que no solo se
apartan del concepto animal, sino que se oponen a este.
El ser humano expresa una unidad entre instancias
interiores y exteriores, fisicobiológicas y suprasíquicas.
Pero al igual que hombre, ser humano, hace referencia a la
pertenencia a una especie. Señalan lo que tenemos en
común, lo que nos hace iguales, casi siempre referidos a
cualidades observables.
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La palabra individuo tiene origen latino, proviene del término
griego átomon, que significa: lo indivisible, aquello que no se puede
dividir. Históricamente adquiere relevancia en la Modernidad,
cuando se piensa en el hombre como un microcosmos, autosuficiente,
una unidad independiente dotada de razón y de libertad, capaz de
autodeterminación. El problema con la expresión individuo es que es
extremadamente monádica. En su acepción, el otro y el mundo
quedan fuera de su consideración. No expresa ninguna instancia de
apertura, ni de relación.
La cuestión cambia cuando se comienza a hablar de persona. En tanto hombre o humano se es miembro de
una especie, el hombre participa del ámbito natural; pero en tanto persona, participa del ámbito cultural.
La noción de persona incluye tres notas que lo caracterizan y se relacionan entre sí:
 Singularidad: a diferencia de la expresión hombre que expresa lo que los seres humanos
tienen en común, persona designa lo que tiene de único. La persona siempre es en situación, siempre
es persona para alguien, frente a alguien, junto a alguien, y la manera que esto se da, será siempre
irrepetible. Y puede ser único porque NO tiene una esencia que lo determine (aunque si tiene
condicionamientos históricos, socio-culturales que limitan sus posibilidades, pero no son un destino
absoluto)
 Autonomía: la persona es libre, en tanto es principio de sus acciones. Tiene la facultad de
decidir sobre sus actos y, en consecuencia, debe ser responsable de ellos. Y en su accionar libre se irá
afirmando como persona, desplegando en el transcurso de su vida sus posibilidades.
 Apertura: esta característica tiene dos aspectos:
- La persona y su modo de ser inacabado: la apertura es la
ausencia de cierre de la vida humana, siempre a punto de
realizarse, siempre por hacerse, por llevarse a cabo, la vida
como un proyecto permanente.
- La persona y su modo de ser abierto: vive en relación
consigo misma, con los otros y con el mundo, y esto la
constituye como tal. El solipsismo enajena y aísla. La persona
es en un mundo, existe en el mundo, es el mundo.

ACTIVIDADES.
1. ¿Qué nos diferencia de los animales?
2. Enumera las características propias de las personas (puedes buscar y ampliar desde otro material)
3. Busca en la web casos (varios) reales de niños salvajes, toma nota de la edad en que se perdieron y en
la que fueron encontrados.
4. ¿Qué pasaría si te perdieras en la selva, como les pasó a esos niños, pero a tu edad actual? Escribe una
justificación a tu respuesta.
5. ¿Por qué se dice que somos seres sociables?

LA PERSONA PARA EL CRISTIANISMO

A imagen y semejanza de Dios.


El capítulo uno del Génesis relata, con un lenguaje didáctico y poético, la Creación de todas las cosas por
parte de Dios a lo largo de seis días. El sexto día, cuando todo estaba ya dispuesto para acogerlo -dijo Dios:
“Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, según nuestra semejanza” (Gen 1,26). Pero ¿de qué
modo el hombre es imagen y semejanza de Dios?
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Dios se ha revelado como un ser personal, entonces, una primera respuesta a esta pregunta fue que, en
cuanto que es imagen de Dios, el ser humano es persona.
Dotado de cuerpo y alma: “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su
nariz un aliento de vida, y el hombre fue un ser viviente” (Gen 27). De esta manera, Dios creó al hombre
dotándolo de una dimensión material -el polvo de la tierra- y otra espiritual -el aliento de vida-. Cuerpo y
alma forman una unidad profunda y completa: la persona humana.
 El cuerpo del ser humano participa de la imagen de Dios. El cuerpo que heredamos de nuestros
padres está animado por un principio espiritual. Este principio
espiritual, que llamamos alma, lo infunde Dios directamente y es
inmortal.
 La imagen de Dios en el hombre se refleja en su inteligencia y en
su libertad. Frente a cualquier otra criatura, el ser humano tiene una
vida interior -un yo personal- capaz de abrirse a la verdad, al bien
y a la belleza
 La persona humana es capaz de conocer y amar libremente a su
Creador. Solo el ser humano puede establecer una relación
personal e íntima con Él. Es la única criatura en la Tierra a la que
Dios ha destinado a la Bienaventuranza eterna.

Persona y comunidad.
La persona humana está llamada a relacionarse, a compartir, a cuidar de los otros y a ayudarse
mutuamente a establecer vínculos de comunión con sus semejantes.
El ser humano es, por lo tanto, un ser social que solo puede realizarse como tal dentro de una comunidad
familiar, profesional, civil, etcétera.
En este sentido, también la comunidad humana en su conjunto es imagen de Dios, que no es un ser
solitario sino una comunión de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Administradores del mundo creado.
Dios ofrece al ser humano la Creación: “Llenen la tierra y sométanla,
dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales
que se mueven por la tierra” (Gen 1.28). Y también: “El Señor Dios tomó
al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo
guardara” (Gen 215).
Estas palabras son un llamado a la responsabilidad, a aplicar la
inteligencia para servirse de la Creación y para protegerla, no para abusar
de ella. No significan un derecho de la humanidad a hacer lo que quiera
con la Tierra.
El buen uso de los bienes materiales incluye especialmente la
preocupación por quien carece de las condiciones necesarias para llevar
una vida digna. La pobreza afecta a la dignidad de nuestros iguales y, por lo tanto, también a la nuestra. Es
misión de todos - y en especial, de los discípulos de Jesús - responder a este clamor: “Somos instrumentos
de Dios para escuchar al pobre” (Evangeli gaudium, n°187).
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Llamados al trabajo.
Para cada persona, el trabajo es una realidad fundamental ya que le permite:
 Satisfacer las necesidades materiales propias y las de la familia.
 Contribuir al bien común, al multiplicar los bienes de la tierra para que lleguen a más personas.
 Cultivar los talentos recibidos para realizarse como persona y desempeñar su misión en la vida.
 Dar gloria a Dios al reflejar su sabiduría y su bondad.
La dignidad de la persona humana.
Hemos visto cómo Dios creó al hombre a su imagen dotándolo de cuerpo y alma. Gracias a nuestra alma
espiritual somos inteligentes y libres. Tenemos la capacidad de hacer el bien, obrando conforme con el
proyecto de Dios para el hombre o, por lo contrario, de oponemos a él.
Dios nos ha destinado a la felicidad eterna, pero quiere que caminemos juntos hacia ella libre y
responsablemente porque “donde está el espíritu del Señor hay libertad” (2 Cor 317). Este llamado a
participar libremente en la vida de Dios no solo es nuestro destino sino también, precisamente, la razón
fundamental de nuestra dignidad como personas.
Por eso podemos afirmar que la vida de un solo ser humano vale tanto como la de toda la humanidad.
Cuando se habla de dignidad humana, se está afirmando que cada persona tiene un valor sagrado y no
relativo a una circunstancia.
De ahí que todo ser humano, por el simple hecho de serlo, exige un respeto absoluto. No somos algo, sino
alguien. La capacidad de enamorarnos, la alegría, la tristeza, el miedo, etc., los profundos anhelos que
brotan de nuestro corazón, manifiestan esta realidad.
Pero nuestro origen en Dios no solo es la raíz de nuestra dignidad como personas sino también, al mismo
tiempo, la causa de que todo el género humano forme una unidad; es decir, de que todos seamos hermanos,
hijos de un mismo Dios, Creador de todos.
 Dios ha querido que los seres humanos maduren y realicen su vocación en su relación con los otros,
mediante el servicio mutuo y el diálogo fraterno (cf. CEC, n°1879).
 Debemos esforzarnos por ordenar los bienes de este mundo a Dios y a los demás, especialmente a
los más desfavorecidos (cf. CEC, n°2402).
 La dignidad de la persona humana se fundamenta en su creación a imagen y semejanza de Dios (cf
CEC, nº1700).
ACTIVIDADES.
1. Mira el siguiente video https://www.youtube.com/watch?v=d5ACdgIK7B8 y redacta un breve texto que
sintetice el concepto de dignidad.
2. Investiga sobre aquellas leyes que se hayan creado para defender la dignidad humana. ¿Se aplican en
todos los países? Investiga sobre el tema y escribí una breve reseña sobre ello. (Podes elegir una ley en
particular o hablar de ellas en general)
Y ahora vos.
Viajando a nuestra intimidad: La importancia de una afectividad equilibrada.
 Los sentimientos y las emociones nos permiten descubrir cómo somos realmente.
 Los estados de ánimo, por ejemplo, manifiestan nuestra armonía o discordia con las personas y las
cosas que nos rodean. Los sentimientos y las emociones influyen en los actos de otras facultades
humanas como la atención, la memoria, el razonamiento... Por eso, una persona madura y
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equilibrada es capaz de integrar armónicamente su afectividad en el conjunto de su actuación.
 Toda vivencia afectiva, en mayor o menor grado, deja una huella en nuestra personalidad. De ahí la
importancia de conocernos cada vez mejor y de buscar buenos gulas en este aprendizaje emocional.
Tres pasos para cultivar la inteligencia emocional.
 Reconocer y valorar positivamente los sentimientos. La felicidad se encuentra en reconocer y
abrazar esas fuerzas que se hallan en la raíz de lo que somos como el ansia instintiva de dar y de
recibir amor, y las ganas de superar obstáculos.
 Clarificar y encauzar los sentimientos. Debemos descubrir el sentido de las emociones que
experimentamos. Por ejemplo, si sentimos afecto por alguien, hay que valorar si ese sentimiento es
ordenado, y cómo encauzarlo y desarrollarlo.
 Eliminar los malos sentimientos. ¿Quién no ha sentido celos, ira, antipatías? Esos sentimientos no
son buenos ni malos en sí mismos. Pero si dejamos que nos dominen, nos predisponemos a seguir
por el camino erróneo.

EL SENTIDO DE LA VIDA

Hemos nacido para ser felices, es decir, para vivir una vida valiosa. Pero ¿cómo sabemos si una vida es
valiosa? Si consideramos que forma parte de una historia que nos resulta atractiva; como cuando vernos una
película e imaginamos que estamos en la misma situación del héroe y queremos actuar como él con valentía,
esto siempre nos pondría del lado de la justicia. Sabemos que el
protagonista nunca alcanza su objetivo a la primera, pero el
fracaso no lo derrumba, sino que lo impulsa a superarse.
Nosotros somos los héroes de nuestra propia historia. Todos
encontramos obstáculos en el camino y, en ocasiones, surgen
ante nosotros encrucijadas que provocan que nos replanteemos
el rumbo de nuestra vida. A veces son dilemas meramente
biográficos, pero importantes ¿Qué voy a estudiar? ¿A qué
universidad iré? En otras ocasiones, se nos plantean dilemas
más profundos: ¿Miento? ¿Defiendo a ese compañero que es
maltratado?, etcétera. Responder adecuadamente a estos y otros
interrogantes depende de unas preguntas previas ¿Cuál es el
sentido último de mi vida, aquello que la hace realmente
valiosa? ¿Qué motiva mi accionar?
Nuestra felicidad no puede depender de la consecución de unos bienes (la riqueza, el poder, la sabiduría, la
salud, el placer) cuya posesión nos deje insatisfechos. Tenemos un ansia de infinito que no se colma con
estos bienes parciales. De entre todos los bienes que atraen nuestra voluntad, solo el bien más perfecto
merece que lo queramos por sí mismo: Este debe ser un bien completo, capaz de colmar todos los anhelos
del corazón humano; y un bien duradero, que no dependa de las circunstancias y que excluya todo mal. Los
demás bienes son medios - a veces necesarios - para alcanzar este fin último del ser humano.
Conocer este bien último es posible pero, para ello, el hombre debe volver la mirada a su interior. Allí
descubre que su profundo anhelo de conocer y amar solo puede encontrar descanso en el conocimiento y el
amor de Dios, bien infinito.
El hombre es un ser libre: Libertad y responsabilidad.
La vida de los animales comprende una sucesión de actos dirigidos a su supervivencia, así el instinto
impulsa a la leona a dar caza a la gacela y devorarla. Nosotros, sin embargo, no actuamos necesariamente de
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un modo instintivo ante varias opciones, podemos reflexionar sobre qué es lo más conveniente en un
momento concreto y tomar una decisión.
Es cierto que hay acciones que no realizamos libre y conscientemente, por ejemplo, la actividad mental que
se produce cuando soñamos que no depende de nuestra voluntad. Pero las acciones más propias del ser
humano son aquellas que realiza con inteligencia y voluntad; esta capacidad de obrar de un modo libre y
consciente es lo que hace del hombre un ser responsable de sus actos, es decir, un ser moral.
Con otras palabras, la libertad humana no consiste solamente en poder elegir (libertad de-), sino también
en saber elegir lo que nos acerca a la verdad, al bien y a la belleza (libertad "para") y todo ello de acuerdo
con la responsabilidad que tenemos respecto a los demás (libertad -con-).
Ideas clave.
 El fin último de la persona humana es la felicidad plena o Bienaventuranza eterna que se realiza en
la comunión con Dios (cf. CEC,n°1711).
 La libertad, que es la característica de los actos propiamente humanos es el poder, dado por Dios al
hombre, de actuar con inteligencia y voluntad (cf. CEC, n°1730).
 La libertad hace al hombre responsable de sus actos, en la medida en que estos son voluntarios (cf.
CEC.n°1734).
El sentido y la finalidad de la libertad: La libertad moral.
Gracias a la libertad, ante diversas posibilidades podemos optar
por una de ellas o, incluso, por ninguna. Pero, si reflexionamos nos
damos cuenta de que la auténtica libertad - la libertad moral - la
ejercemos cuando nos comprometemos con el bien.
Sin embargo, sabemos por experiencia que, a veces, el bien que
perseguimos no es auténtico. La razón se debe a que existen
diferentes tipos de bienes y que algunos de ellos solo lo son en
apariencia. ¿Cómo puedo distinguir los verdaderos bienes de los
que lo son solo en apariencia? Y lo que es más importante, en mi
acción concreta, ¿cual, de los diversos bienes que se me presentan,
es el que mejor se corresponde con mi dignidad como ser
humano?
Debemos por lo tanto, discernir qué bienes son verdaderos - son medios para alcanzar el fin último - y
cuáles no lo son aunque lo parezcan. Así, la voluntad podrá dirigirse a los primeros y dejar de lado los
segundos que, en realidad, son males.
La moralidad es esa capacidad del hombre de realizar libremente el bien o el mal. Por ejemplo, si vamos
por la calle y vemos a una persona accidentada, podemos prestarle auxilio o ignorarla. En el primer caso,
habremos realizado una acción moralmente buena y en el segundo, una acción moralmente mala. En todo
caso, la moral no es algo que se nos imponga desde fuera, sino un talento o germen interior que debemos
desarrollar.
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Llamamos moral al saber que nos ayuda a distinguir aquellas cosas que nos permiten orientar nuestra vida
hacia el bien más humano. Si nuestra actuación se rige por ellas, seremos buenos amigos, buenos hijos,
buenos estudiantes y, en definitiva, buenas personas. La moral no es un listado de códigos de conducta
similares a un código de circulación cuyo
incumplimiento acarrea una multa.
El cristianismo tiene una visión mucho más atractiva de
la existencia. Cuando hablamos de vida moral, nos
referimos a nuestra capacidad de apostar por aquello que
nos hace mejores personas y ayudar a los demás a serlo.
Es una labor exigente que requiere entrenamiento y
perseverancia. El mejor corredor del mundo lo es no solo
por sus condiciones naturales, sino también porque ha
entrenado intensamente durante mucho tiempo. Y lo ha
hecho porque tenía en mente una meta ambiciosa.
La debilidad humana: El mal uso de la libertad.
El ser humano puede desarrollar la vocación al amor
a la que está destinado pero existe la posibilidad de
que fracase en este intento. Es posible que rechace
el plan que Dios ha previsto para él y que se deje
dominar por el atractivo de un bien aparente. De
esta forma, como en el primer pecado, el ser
humano puede rebelarse contra el amor que Dios le
tiene y apartar de él su corazón. Llamamos pecado a
toda palabra, acto o deseo voluntario contrario al
amor de Dios y, por lo tanto, a la Ley que él ha
grabado en nuestros corazones.
Aunque no se pretenda ofender a Dios, quien transgrede su voluntad prefiere una criatura (una cosa, la
comodidad, la vanidad, etc.) a Dios. Además, el pecado hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la
solidaridad humana. De este modo produce una separación de Dios, daña a quien lo comete ya sus
semejantes y perjudica de alguna manera también al resto del mundo creado.
La gravedad del pecado.
La falta que se comete (la materia con la que está hecho ese pecado, es decir, lo que se pretendió realizar)
puede ser venial - pecado leve - o mortal - pecado grave -. No es lo mismo mentir a un compañero que dar
un falso testimonio en un juicio por asesinato. Pero para que haya pecado, además de la materia, es
necesario que existan dos requisitos más:
 Advertencia, es decir, ser consciente de la malicia de la acción y, por lo tanto, saber que se está
atentando contra la Ley de Dios.
 Consentimiento, es decir, la aceptación libre del acto. Naturalmente, no es lo mismo sentir una
pasión o un deseo que consentir en él. En el primer caso, se trata de un fenómeno que sobreviene a
la persona en el segundo, en cambio, interviene la voluntad humana.
El pecado mortal, además de que la materia sea grave, requiere plena advertencia y entero consentimiento.
Este pecado conlleva la pérdida de la caridad y de la gracia santificante, aparta al hombre de Dios, que es
su fin último y su bienaventuranza.
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El pecado venial, a su vez, debilita el amor en el corazón del ser humano; supone una tendencia
desordenada a bienes creados y dificulta el progreso en la adquisición de las virtudes. Merece, además,
penas temporales; es preciso ser conscientes de que la reiteración de pecados, incluso veniales, engendra
vicios, entre los que sobresalen los pecados capitales.

PARA REFLEXIONAR SOBRE LA PERSONA.

¿Creación de Dios o evolución ciega de la materia?


Juan Luis Lorda, Antropología Teológica, Eunsa, Pamplona 2013 (2ª), 117-122.
La evolución y sus causas Hasta mediados del siglo XIX, la cultura occidental sólo tenía un relato sobre el
origen del hombre: el que cuenta la Biblia. Desde 1859, en que Charles Darwin publicó El origen de las
especies, existen dos relatos, un relato religioso y un relato científico: ¿son compatibles? La cuestión tiene,
evidentemente, un gran trasfondo cultural. No es lo mismo decir que el hombre es una criatura privilegiada,
creado por Dios, que decir que el hombre es un pariente próximo de los primates, un poco más evolucionado
y surgido por casualidad. Por eso, se necesita precisar bien el alcance de cada relato y lo que significa, lo
que sabemos y lo que no.
Para juzgar bien la cuestión, hay que distinguir dos aspectos. Primero, los datos sobre la evolución.
Después, la teoría que intenta explicar los datos y su proceso. Los datos de la evolución son, hoy por hoy,
suficientes para deducir con seguridad que ha existido una evolución.
Queda explicar las causas del proceso. Darwin propuso dos causas “materiales”: la variación espontánea de
la herencia y la selección de los más capacitados. Con diversos cambios, a medida que se ha conocido mejor
la genética, se mantienen estas dos causas.
Las dos causas pueden ser suficientes desde el punto de vista “material”, pero no “formal”. Se explica la
“ocasión” del cambio, pero no la “forma” del cambio. Se puede conceder que, por pequeñas alteraciones
casuales, se hayan producido saltos en las formas vivas. Pero las estructuras que aparecen en la evolución de
la vida no se explican por la casualidad. Falta explicar de dónde viene ese orden creciente que se manifiesta
en la escala de la vida hasta llegar al ser humano.
Desde el año 2000, progresa la lectura del patrimonio genético de las distintas especies, es posible
compararlas y ver qué cambios se han producido y probablemente llegaremos a saber qué mecanismos han
dado orígenes a la aparición de estructuras nuevas o más desarrolladas. Esto añadirá una nueva explicación
de los pasos. Pero siempre faltará la explicación global –formal- de este maravilloso juego de construcción.
La cuestión fue también abordada por Juan Pablo II en un significativo discurso a la Academia Pontificia
de las Ciencias (22.X.1996). En relación con Humanae generis, Juan Pablo II señalaba que la acumulación
de indicios parecen confirmar el “hecho” de la evolución; es decir, que el hombre procede de la evolución de
seres vivos inferiores, aunque quepan diversas “teorías” sobre el modo en que se produce. E insistía en la
creación del alma directamente por Dios, subrayando que ha habido un “salto ontológico” para llegar a la
especie humana.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que el alma ha sido creada directamente por Dios, citando en
nota el texto de Humanae generis (n. 366). No se refiere directamente al monogenismo, pero da por supuesta
la unidad de origen del género humano (n. 360).
Conclusión: La fe cristiana postula que todo el universo es creación de Dios y que ha habido una
intervención especial en la creación del hombre, pero no tiene inconveniente en pensar que Dios ha creado la
vida por evolución, incluso haciendo intervenir el azar (pequeñas casualidades que dan ocasión a grandes
cambios). Dios gobierna todas las cosas, azar incluido. La incompatibilidad se produce con aquellas teorías
que defienden que la materia se autocrea por azar y necesidad y excluyen positivamente la intervención de
Curso: 4to año
Materia: Formación Humana y Cristiana
Unidad: La persona humana
un Dios creador. Todo vendría de abajo y sin ningún sentido en lugar de venir de la inteligencia divina. Si
fuera así, se produciría la paradoja de que la razón humana es el resultado de un proceso completamente
irracional: la razón se fundamentaría en la sinrazón (Benedicto XVI). Darwin se cuidó de hacer afirmaciones
reductivas. Pero algunos ideólogos y también algunos científicos practican ese reduccionismo.
ACTIVIDADES.
1. ¿Estás de acuerdo con el texto? Justifica tu respuesta
2. ¿A qué se debe el orden que existe en el mundo? (leyes, ciclos de la naturaleza, etc.)
3. ¿Qué nos diferencia de los animales?

ACTIVIDAD FINAL.
Realiza un cuadro o gráfico de conceptos donde puedas dejar evidencia de los contenidos centrales
trabajados en la unidad.

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