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JURÍDICO-PENAL DE
LOS ANIMALES
1
Resumen
Resumo
Palabras clave
Maltrato animal – Función del Derecho penal – Teoría del bien jurídico – Legitimidad –
Sentimientos
Keywords
2
1. Introducción
Con el presente aporte se pretende confeccionar un análisis de lege lata acerca del
tipo que reprime los actos de crueldad y maltrato hacia los animales, y procurar su
explicación dogmática desde la tesis que afirma que el Derecho penal protege bienes
jurídicos.
2. La ley 14.346. Aportes doctrinarios a la idea del bien jurídico tutelado en el delito de
maltrato animal. Una visión equivocada. Dos posturas divergentes
La ley 14.346 es sumamente clara en cuanto a lo que regula. El artículo primero establece lo
siguiente: “Será reprimido, con prisión de 15 días a un año, el que infringiere malos tratos o
hiciere víctima de actos de crueldad a los animales”. Las acciones típicas implican infligir
malos tratos, o hacer víctimas de actos de crueldad a los animales; son los artículos 2 y 3 de
la ley los que determinan cuándo habrá un acto de maltrato o cuando habrá un acto de
3
crueldad hacia los animales, y lo hace de manera taxativa mediante la enumeración de
dichos actos.
2.1. El maltrato animal como lesión de un sentimiento de piedad. Profusos son cambios e
introducciones normativas vieron la luz sobre la problemática del maltrato animal1, no solo
aboliendo todos aquellos castigos contra hechos realizados por animales.
Muñoz Conde brinda una posición contradictoria al manifestar que mediante el delito
se procura proteger “la propia sensibilidad del animal o los buenos sentimientos de la mayor
parte de la población hacia ellos”2.
Heffendehl, por su parte, estima que en el delito de maltrato hacia los animales, el
legislador no hace más que pretender castigar ciertas infracciones contra convicciones
1
Especialmente compilado por Robert von Hippel, quien analizó las leyes inglesas de 1835, 1844, 1854 y
1876, la ley francesa de 1850, el art. 561 del Código Penal belga, la legislación noruega, rusa, finlandesa, etc.
2
MUÑOZ CONDE, Francisco, Derecho Penal, Parte Especial, 15º edición, revisada y puesta al día, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2004; en DESPOUY SANTORO, Pedro Eugenio, Protección a los animales. Ley 14.346, en
Temas de Derecho penal, parte especial, Ed. Mediterránea, Córdoba, 2008.
3
FERRAJOLI, Luigi., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, traducción de Perfecto Andrés Ibáfiez,
Alfonso Ruiz Miguel, Juan Carlos Bayón Mobina, Juan Terradillos Basoco y Rocío Cantarero Bandrés, Ed.
Trotta, Madrid, 1995; en VISMARA, Santiago, Malos tratos y actos de crueldad a los animales, en Código
Penal de la Nación. Comentado y anotado, D´ALESSIO, Andrés José (Director), Ed. La Ley, Buenos Aires.
4
VISMARA, Santiago, Malos tratos y actos de crueldad a los animales, en Código Penal de la Nación.
Comentado y anotado, D´ALESSIO, Andrés José (Director), Ed. La Ley, Buenos Aires, pg. 253.
4
culturales arraigadas5. Esta suerte de “sentimiento de la raza dominante” no puede legitimar
la existencia de este tipo penal6.
Bajo el ejido de esta perspectiva sería necesaria la efectiva publicidad del acto, como
lo preveía la ley francesa y alemana, por cuanto, para afectar la sensación ajena de lástima
resultaría indispensable que el portador de la “sensación ajena” tome conocimiento del
hecho, ya sea de manera directa o mediata. Queda a discutir si se trata de un delito de lesión,
peligro concreto o abstracto, donde debería –o no– ponderarse si quien se entera del suceso
criminal sufra, de manera efectiva, por el evento. Podría aventurar que se trata de un delito
de lesión, restando discutir cuestiones tales como la admisibilidad de la modalidad tentada
de este ilícito.
2.2. El animal como sujeto de derechos. Si bien no son numerosas las tesis acerca de que
los animales son sujetos de derechos y merecen protección penal contra actos de crueldad
que los perjudique, las hay, y merecen ser condensadas a continuación.
5
GIMBERNAT ORDEIG, Enrique, en la Presentación a la obra, La teoría del bien jurídico, Editorial Marcial
Pons, Madrid-Barcelona 2007, pg. 17.
6
GIMERNAT, op. cit., pg. 17.
7
HIRSCH, op. cit., pg. 334.
8
REQUEJO CONDE, op. cit., pg. 38.
5
Ríos Corbacho entiende que el bien jurídico a proteger no es otro que la integridad
física y psíquica del animal. Considera que “[e]l argumento para llegar a esta determinación
debe encontrarse en la ciencia, en una superación del concepto jurídico de animal como cosa
en sentido inanimado y objeto de propiedad, circunstancia por la cual debe convertirse por sí
sólo en objeto de protección, y es que hasta ahora el hecho de golpear o dejar inútil a un
animal, parcial o totalmente”9.
Mosterín destaca que los animales reaccionan de manera diferente ante ciertas
externalidades, y esto puede repercutir en sus estados emocionales internos, “…y es que los
animales sienten celos, ternura, agresividad, curiosidad, aburrimiento o frustración, placer o
dolor, tristeza o alegría y esto es propio de los seres que tienen alma o ánima, en definitiva,
de los animales, y es que la palabra castellana animal procede de la latina ánima que
significa alma”10.
Zaffaroni expone que el bien jurídico en el delito del maltrato de animales no puede
ser otro que el derecho del propio animal, quien no tiene por qué ser objeto de la crueldad
humana, para lo cual es imprescindible reconocerle el carácter de sujeto de derechos.
Responde al argumento negativo de los derechos de los animales acerca de que éstos no
pueden ser sujeto de derechos porque no tienen la posibilidad de exigirlos, mas qué sucede
entonces con los oligofrénicos, los dementes graves, etc.
Expresa que es la propia ley argentina la que, en su redacción, refiere a que los
animales se constituyan en víctimas del maltrato o del acto de crueldad, lo que sería “…una
intuición sumamente interesante”11.
Agrega que “[s]i bien es cierto que la mayor parte de la legislación penal ecológica
es simbólica, no se puede negar que plantea problemas que hasta ahora se limitaban a
ámbitos reducidos, como la tipificación del maltrato de animales”, resaltando además que
“[t]odas estas complicaciones de la tesis personalista indican la conveniencia de rechazarla y
reconocer que hay bienes jurídicos de sujetos no humanos y pre-personales. En cuanto a los
sujetos no humanos (animales), tales bienes jurídicos serían la preservación de la existencia
y la conservación de la especie”12.
A partir de aquí ensayaré una solución al problema del bien jurídico en torno a esta figura
penal a través de diferentes argumentos.
9
RÍOS CORBACHO, op. cit., pg. 12.
10
RÍOS CORBACHO, op. cit., pg. 13.
11
ZAFFARONI, op. cit., pg. 55.
12
ZAFFARONI, Eugenio Raúl, SLOKAR, Alejandro, ALAGIA, Alejandro, Derecho penal. Parte general, 13º
edición, Ediar, Buenos Aires, 2000.
6
3.1. El derecho como herramienta que condensa una determinada moral social. El
Derecho es una herramienta que regula la intersubjetividad humana con miras a una
convivencia lo más pacífica posible. El ser humano construye su entorno, y lo dota de
cualidades, sólo valorables por éste. Kant, al distinguir entre la presencia de un mundo
sensible y un mundo inteligible, afirmó que “…las cosas en sí, aun cuando, puesto que
nunca pueden sernos conocidas en sí, sino siempre sólo como nos afectan, nos conformarnos
con no poder acercarnos nunca a ellas y no saber nunca lo que son en sí”13. En el modo en
que los objetos se nos presentan, los cargamos de valoración, de sentido. No es posible
llegar a conocer las cosas en sí. Nunca sabremos lo que un animal sufre frente a eventos
como los que se están tratando, sólo sabemos cuánto sufrimos nosotros y por ello nos
compadecemos.
Paralelo a ello, Jorge Luis Borges ha aludido a que somos nosotros quienes cargamos
al mundo de sustantivos. Así argumentó que “[l]os sustantivos se los inventamos a la
realidad. Palpamos una realidad, vemos un montoncito de luz color de madrugada, un
cosquilleo nos alegra la boca, y mentimos que esas tres cosas heterogéneas son una sola y
que se llama naranja. La luna misma es una ficción, fuera de convenciones astronómicas que
no deben atarearnos aquí, no hay semejanza alguna entre el redondel amarillo que ahora está
alzándose con claridad sobre el paredón de la Recoleta, y la tajadita rosada que vi en el cielo
de la Plaza de Mayo, hace muchas noches. Todo sustantivo es abreviatura”14. Los animales
no podrán ser hasta tanto el humano no le dé una significación, un sustantivo.
13
KANT, Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo Tercero (Mare Nostrum
Comunicación. Traducción: Manuel García Morente), Ed. Tecnos, Buenos Aires, 2006, pg. 29.
14
BORGES, Jorge Luis, El tamaño de mi esperanza, Ed. Alianza, Buenos Aires, 1998, pg. 45-46.
15
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954, Despacho del Dip. Bustos Fierro, pg. 1742.
7
buscaba proteger dichos actos por ser despreciables para el ser humano, y no para el animal
en sí.
El diputado por la provincia de Entre Ríos, Sr. Perette, sostuvo al momento de emitir
su opinión que esta figura tiene un propósito educativo para la sociedad y de imponer un
deber al Estado de perseguir y reprimir estos actos “…contrarios a los principios humanos y
sociales que deben ser afianzados”17. El diputado citó a Rocco, quien indicaba que el sujeto
pasivo nunca puede ser la cosa.
16
Idem referencia anterior.
17
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954. Despacho del Dip. Perette, pg. 1743.
18
Cámara de Senadores de la Nación, de fecha 27/09/1954, pg. 786.
19
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954, pg. 1739.
20
CANCIO MELIÁ, Manuel, Conducta de la víctima e imputación objetiva, pg. 1.
8
“redescubrimiento” del sujeto lesionado se produjo con mucha posterioridad, y su figura
sirvió para repensar institutos como la imputación objetiva, la legítima defensa o el sistema
de sanciones y su función.
3.4. El rol de los animales en la legislación civil y penal. El artículo 2318 del Código Civil
menciona que los animales son cosas muebles, ya que, de acuerdo a lo allí establecido “[s]on
cosas muebles las que puedan transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose por sí
mismas, sea que sólo se muevan por una fuerza externa, con excepción de las que sean
accesorias a los inmuebles”. Además, existe un tratamiento en relación a los daños causados
por animales, cuyo dueño será el responsable por las obligaciones que surge de dicho hecho
ilícito. Se ha explicitado que los animales son “…cosas que poseen una particularidad dado
que pueden moverse de un lugar a otro por sí mismas con lo que se las cataloga en términos
de semovientes”21. No acontece lo mismo en el caso de los animales sin propietario –res
nullius– puesto que si alguno de éstos origina un daño cabrá la responsabilidad de nadie
¿Puede –acaso– el animal poseer una entidad distinta entre un ordenamiento y otro? Se verá
qué estipula el Código Penal en lo que hace a ciertos comportamientos cuyo objeto de
acción es un animal.
Respecto del orden jurídico-penal, el artículo 183, que reprime el delito de daño,
expresa que “[s]erá reprimido con prisión de quince días a un año, el que destruyere,
inutilizare, hiciere desaparecer o de cualquier modo dañare una cosa mueble o inmueble o
un animal”. Nótese la idéntica escala penal entre este ilícito y el del delito que nos ocupa.
Otro sector del Código penaliza la figura de abigeato, vale decir, el apoderamiento ilegítimo
de cabezas de ganado mayor o menor –total o parcialmente ajeno– que se encuentren en
establecimientos rurales o en ocasión de su transporte22.
21
BERROS, María Valeria, Trama de construcciones de significado al interior Trama de construcciones de
significado al interior del campo legal: cosas, ambiente, naturaleza del campo legal, seres sensibles, Madre
Tierra, Pachamama, trabajo presentado en el XI Congreso Argentino de Antropología Social XI Congreso
Argentino de Antropología Social, celebrado en Rosario del 23 al 26 de julio de 2014, pg. 7.
22
Artículos 167 ter y quater, donde se prescriben las condiciones agravantes.
9
En el debate parlamentario previo a la aprobación de la ley, el Diputado Bustos
Fierro manifestó que el monto de pena se fijó en esa escala (de 15 días a un año de prisión) a
los fines de compatibilizarlo con la disposición del artículo 183 del Código Penal23. De aquí
surgen las similitudes entre un ilícito y otro. El maltrato debe ser interpretado como un
“daño” la moral humana. El daño implica un detrimento en el patrimonio individual de la
víctima, mientras que el acto de crueldad contra un animal lesionará el “patrimonio moral
del pueblo”, en la medida en que no tenga un dueño; en ese supuesto caerá bajo las
disposiciones del artículo 183.
3.5. La falta de potencialidad lesiva de las figuras analizadas. Como último argumento,
resta indicar que la estructura semántica de la ley y del tipo penal (en concreto) lleva al
mismo argumento que se está vertiendo hasta aquí: la ley no procura la protección de otro
bien que no sea el sentimiento de compasión humana respecto de ciertos actos macabros
para con los animales.
Basta una simple lectura superficial para inferir en lo que pensaron los miembros
del poder legisferante. Si se observa la explicitación en que incurren el artículo 2º y el 3º,
surgen solamente las acciones prohibidas, sin referencia alguna a las consecuencias o efectos
lesivos sobre el animal. Sí lo hacen los incisos 6 y 7 del artículo 3º, al referirse a la acción de
causar la muerte de animales evidentemente grávidos sin autorización o bien lastimar,
torturar o matar innecesaria o perversamente. Aquí lo que se reprime es la lesión de la
conmoción de las personas, tanto en referencia al dolor que causa ver matar a un animal que
se encuentra gestando, o bien dañar innecesariamente o por sólo un móvil perverso.
23
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954, pg. 1740. Allí se señaló que “[e]n cuanto al
mínimo de esta sanción, se ha fijado el término indicado de acuerdo con la sistemática del Código en materia
de delito, graduándose el máximo hasta un año a fin de cohonestarlo con la disposición del artículo 183 del
código vigente, que sanciona en ese máximo a los autores de daños a las cosas muebles, inmuebles y
animales”.
24
En el discurrir histórico de la legislación se puede observar una apertura hacia otras formas de captar la
realidad animal. Nótese, como se analizará más adelante, la regulación de la fauna silvestre o
constitucionalización del derecho al medio ambiente sano, incluyendo a la fauna en su conformación. Ver
BERROS, op. cit., pg. 9.
10
constituyéndolos como su resultado material no sancionable además con independencia del
maltrato, como sí sucede con la persona, indica que no serían la vida o integridad física del
animal los bienes jurídicos protegidos”25.
Obiter dictum, el artículo 3º, en su inciso ‘2’ exclama que se considerará acto de
crueldad “[m]utilar cualquier parte del cuerpo de un animal, salvo que el acto tenga fines de
mejoramiento, marcación o higiene de la respectiva especie animal o se realice por motivos
de piedad” (en remarcado es mío). Este apartado conduce a la siguiente aserción: si la
conducta piadosa del autor (por lástima, misericordia, conmiseración26) es susceptible de
tornarla lícita, la afectación de esa piedad pero ajena, fundamentará el injusto; ése es el
sentimiento que la ley sobredimensiona tanto para desgravar la conducta como para
reprocharla, dependiendo de quién sea el que lo experimenta.
Por todos estos argumentos, se concluye que, si bien el animal merece una mayor
protección, un análisis de lege lata conduce a afirmar la existencia de una asimetría entre la
situación de éstos y la de los seres humanos en función de la diferente forma de relacionarse
entre unos y otros27.
25
PÉREZ MONGUIÓ/RUIZ RODRÍGUEZ/SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Los animales como agentes y víctimas
de daños, 2008 pp. 185 ss., citado en REQUEJO CONDE, op. cit., pg. 40.
26
De acuerdo a la tercera acepción en el diccionario de la Real Academia Española.
27
A la pregunta por la legitimidad de este tipo penal, teniendo en cuenta que el bien jurídico instituido para ser
protegido es el sentimiento humano de lástima hacia los animales bajo ciertas circunstancias. Jakobs pone de
manifiesto que la diferencia entre un simple trabajo técnico o erudito y uno de índole científica radica en el
cuestionamiento de la legitimidad del orden jurídico vigente (fáctica y hermenéuticamente), y es la resolución
que se intentará brindar a continuación. La salvaguarda de “sentimientos” es rechazada por la mayoría de la
doctrina contemporánea. Amelung propone que “…no puede exigírsele al Estado que mantenga las emociones
negativas alejadas de los ciudadanos, ya que, en caso contrario, debería prohibirse también, por ejemplo la
celebración de exámenes”27. Hörnle aclara que debe distinguirse entre normas protectoras de sentimientos de
aquellas que lo hacen respecto de otros bienes jurídicos (que ella llama “consistentes”, como la vida o la
integridad física humana) cuya afectación también provoca el perjuicio a “sentimientos”. Un homicidio –
claramente– engendra un “sentimiento herido”. Con relación a los segundos, el Derecho penal no puede
perseguir dichos fenómenos psicológicos, si partimos de la base de que se cuenta con un bien jurídico
lesionado tangible. Las críticas a los tipos penales que protegen sentimientos o tabúes no pueden reclamar su
eliminación puesto que siempre aparecerán nuevos sentimientos o tabúes que la sociedad reclama para que
sean amparados. Otra generación de autores, compuesta principalmente por Roxin y Gimbernat, parten de la
idea, para identificar si un delito es legítimo o no, de que el bien jurídico es la guía para así hacerlo puesto que
brinda un criterio valorativo que permite identificar si un tipo es legítimo (la empatía por los animales) o
ilegítimos (la homosexualidad). Roxin, aparenta padecer una contradicción en sus conclusiones en referencia a
este tópico. Por un lado, expresa que la tutela de sentimientos a través del Derecho penal será legítima en la
medida en que éstos vulneren la inseguridad o la libertad de la convivencia de las personas. Indica que “[e]l ser
humano actual vive en una sociedad multicultural entre cuyas condiciones de existencia se encuentra la
tolerancia de conductas que contradicen las propias representaciones valorativas. Por eso, el Derecho penal
alemán va demasiado lejos ya cuando penaliza la provocación de escándalo público mediante la realización de
11
4. La ley 24.051 ¿Una protección tangencial de los animales como componentes del
“ambiente”?28
La ley de residuos peligrosos creó un apartado que a simple vista regularía la material
criminal ambiental, siendo que, en realidad, no se aleja del objeto de tutela del derecho penal
común. Extiendo en análisis hacia la problemática protectoria animal en la medida en que
estos seres no humanos componen el ecosistema; por tanto, a priori, si es que este régimen
penal especial procura la tutela del ambiente, por ende, también lo hará respecto de los
animales.
Esta ley tiene en su capítulo IX cuatro artículos que constituyen el régimen penal de
la normativa. El art. 55 reza que: "Será reprimido con las mismas penas establecidas en el
art. 200 del Código Penal, el que, utilizando los residuos a que se refiere la presente ley,
envenenare, adulterare o contaminare de un modo peligroso para la salud, el suelo, el agua,
la atmósfera o el ambiente en general.
"Si el hecho fuere seguido de la muerte de alguna persona, la pena será de diez —
10— a veinticinco —25— años de reclusión o prisión".
A su vez se diferencia del tipo básico del art. 200 del CPen., porque tales conductas
típicas deben ser realizadas a los fines de la configuración de este delito, mediante la
una conducta sexual, o hacer llegar a otro una publicación pornográfica sin que éste lo haya pedido. Uno tiene
que ver muchas otras cosas que no le gustan, y precisamente en los casos expuestos puede solucionar el
problema por sí mismo, dejando de mirar o tirando la publicación”27. Al realizar estas manifestaciones, no
estaba pensando en el delito que prohíbe acometer cruelmente contra animales. Entonces ¿De qué modo
resultará útil para la seguridad o para la libertad la protección de la vida y el bienestar animal? Para justificar el
castigo del “sentimiento de piedad” en el ilícito de maltrato animal y que no quede como una afección a una
concepción moral, ensaya la siguiente respuesta: “…el legislador, en una especie de solidaridad entre las
criaturas, también considera a los animales superiores como nuestros semejantes como ‘hermanos distintos’, y
los protege como tales. Según esto, en la protección de la convivencia humana se incluye también, aunque con
diferente atenuación, junto a la vida humana en formación la vida de los animales superiores. Su sentimiento
de dolor se equipara hasta un cierto grado al del hombre”.
28
Este análisis fue concretizado liminalmente en el artículo “¿Constituye la ley de residuos peligrosos un
régimen penal ambiental?”, elaborado junto a María Bárbara Godoy, publicado en La Ley, DJ30/04/2014, 99,
cita online AR/DOC/588/2014.
12
utilización de residuos peligrosos, los cuales se encuentran definidos y predeterminados por
dicha ley y su reglamentación29.
Si bien aún no se ha tomado parte por algunas de las teorías explicitadas a lo largo
de este trabajo acerca del bien jurídico protegido en este exiguo régimen penal,
consideramos que dicha figura penal busca tutelar, bajo un velo de apariencia, al medio
ambiente en general. Dicha afirmación surge de la simple lectura del texto legal, al referirse
a elementos que conforman el ecosistema y al utilizar el vocablo "general".
29
La ley 24.051 en su art. 2º define residuo peligroso, estableciendo que es todo aquel que "...pueda causar
daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en
general".
30
Confrontar SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, La expansión del derecho penal. Aspectos de la política
criminal en las sociedades postindustriales. Segunda edición. Revisada y ampliada. Ed. Civitas. Madrid, 2001.
31
HASSEMER, W. - MUÑOZ CONDE, F., Introducción a la Criminología y al Derecho penal, Tirant lo
Blanch, Valencia, 1989, pg. 110, citado por ALASTUEY DOBÓN, M. Carmen, El delito de contaminación
ambiental (art. 325.1 del CPen.), Ed. Comares, Granada, 2004, pg. 22.
13
protege el medio ambiente, que por lo demás no alcanza el grado de definición necesario
como para erigirse en bien jurídico, sino que protege al ser humano ante los riesgos
ambientales" 32 . Esta vertiente doctrinaria no encarama la penosa tarea de finiquitar los,
según ellos, "aparentes delitos contra el ambiente", sino únicamente replantear la visión,
interpretación y aplicación que de ellos se tiene. Los delitos aparentemente ambientales no
engendran otra cosa que delitos de peligro abstracto que agreden la vida o la salud de los
seres humanos. El eje del pensamiento de este autor, se puntualiza en la pluralidad de formas
en que se puede atacar la vida o la integridad física humana; las que abarcan desde el
homicidio, como directa forma de ataque, hasta las agresiones al ecosistema en el que el ser
humano habita. La tutela penal del medio ambiente es solo un medio para conservar
indemne al epicentro del sistema vital, el ser humano. Aquí se encuadraría la lógica
protectoria de la ley bajo análisis.
En las observaciones del proyecto se señaló “[n]o hay aquí un retoque, sino una
innovación profunda, porque aunque el texto sigue ubicado en el capítulo 4 sobre delitos
contra la salud pública, se cambia el bien tutelado que no resulta ser sólo la salud, sino
también y especialmente el ‘ambiente’ tal como lo concibe el resto del proyecto”33. Sin
embargo, ya en el debate, el Diputado Elías reconoció que la problemática que impulsaba la
sanción de la ley radicaba en el uso irracional de los recursos34.
32
HOHMANN, Olaf, Das Rechtsgut der Umweltdelikte. Grenzen des strafrechtlichem Umweltschutzes, Peter
Lang, Frankfurt am Main, 1991, pg. 194-196.
33
Cámara de Diputados de la Nación, Observaciones al dictamen publicado en el orden del día nº 638, pg.
2890.
34
Cámara de Diputados de la Nación, pg. 2892.
14
Causa "Rooney". Si bien no reviste el carácter de sentencia condenatoria, resulta
interesante la exégesis volcada por la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán en fecha
28 de mayo de 2008, en la afamada causa "Rooney". En la misma, el representante del
Ministerio Público Fiscal interpuso recurso de apelación contra la resolución dictada por el
Sr. Juez Federal que disponía la falta de mérito del imputado en autos, en orden a la presunta
comisión del delito previsto en el art. 55 de la normativa analizada, en su doble calidad de
gerente comercial, legal y de asuntos corporativos; y vicepresidente de la minera La
Alumbrera Ltda. Se le atribuyó haber realizado una actividad contaminante del agua a través
del derrame de efluentes industriales sin previo tratamiento de descontaminación, en el curso
del canal DP2.
Dicho resolutorio devela una visión antropocéntrica de los tipos penales creados
por la ley 24.051. Así, en el mismo, se establece que "La ley 24.051 procura la protección
del medio ambiente, dentro de un marco de tutela anticipada de bienes personales mediante
la incriminación de conductas previas a la lesión de un bien jurídico, por lo que el medio
ambiente, como conjunto de relaciones que existen dentro de un sistema, no se encuentra
protegido en sí mismo, sino en su función con relación a las personas."
El citado Tribunal estima que "...el tipo penal contenido en el art. 55, primera parte
de la ley 24.051, imputado en el auto de procesamiento se configura como un delito de
peligro de concreto".
4.2. La hermenéutica adecuada. A raíz de lo analizado, se puede concluir que la ley 24.051
no edifica más que un régimen penal común, conformado por tipos penales que solo
procuran la salvaguarda de bienes jurídicos individuales, como la vida y la salud de las
personas. Se trata de un cuerpo normativo es un esfuerzo inapropiado llevado a cabo por los
legisladores con el afán de proteger algo que en realidad no se protege, vale decir, el
ambiente, y con ello los animales que lo conforman. Se ha entendido que “[l]a proliferación
de tipos de peligro en la ley y la vaguedad con que se pretende señalizar la materia
15
prohibida, configuran muestra suficiente del empleo de un arsenal desajustado para la
asistencia de los intereses velados"35
Todo puede ser discutido en las ciencias, y es saludable que así sea, pero ello no
debe conducir a un relativismo neutralizador, sino, por el contrario, a una mejora de las
herramientas de análisis y solución 36 . La procura e identificación de un bien jurídico a
mantener indemne en materia ambiental sólo trae aparejado dolores de cabeza y vanos
esfuerzos para la doctrina, ya que es impensable brindar una respuesta que complazca al
mundo de la ciencia jurídico-penal.
35
ÁLVAREZ, Ricardo C. M., Apuntes elementales acerca del bien jurídico, en Revista de la Asociación de
Funcionarios y Magistrados de la Justicia Nacional, nro. 35/36, pg. 19.
36
LORENZETTI, Ricardo L., Las Normas fundamentales de Derecho Privado, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1995, pg. 487.
37
STRATENWERTH, Günter, Zukunftssicherung mit den Mitten des Strarrechts, ZStW 105 —1993—, pg.
679 y ss., citado por ALASTUEY DOBÓN, M. Carmen, El delito de contaminación ambiental (artículo 325.1
del Código Penal), Ed. Comares, Granada, 2004, pg. 46-48.
38
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 1.
16
comprenderse a aquellos animales que no están bajo el control del hombre39 ¿Será que la
voracidad de la actividad humana aún no alcanza la dominación de todas las especies?
5.1. Los tipos penales instituidos. Esta ley introdujo un avance legislativo importante en
términos de preservación de los animales autóctonos: la instauración de un régimen penal,
en el cual se asentaron las expectativas de eficacia protectoria de la ley41, cuyo objeto de
protección son los ejemplares de la fauna silvestre.
El capítulo VIII de la ley contiene cuatro artículos (del 24 al 27) que tipifican las
siguientes conductas: Cazar animales en campo ajeno sin autorización de su titular,
poseedor, tenedor o administrador; cazar animales de comercialización o captura prohibida;
cazar animales silvestres a través de artes, medios o uso de armas prohibidos; transportar,
almacenar, comprar, vender, industrializar o poner en el comercio especies autóctonas
provenientes de la caza furtiva o de la depredación.
Queda absolutamente claro que en la primera figura, lejos está el animal de ser el
foco de protección. Ya el legislador indicó que “[e]l bien jurídico tutelado por este delito es
el derecho del propietario del fundo a permitir o impedir que se cace la fauna silvestre que
39
BUOMPADRE, Jorge, Los delitos contra la fauna silvestre, pg. 6.
40
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 1.
41
COSTA, Mario Gustavo y LICHTSCHEIN, Victoria, Protección de la fauna silvestre en la Argentina,
publicado en Revista de Derecho Público nº 2010-1, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, pg. 49.
17
habita en el mismo, resguardando, además, la obvia conveniencia para el interés público de
que dicho propietario se sienta motivado para protegerla”42.
¿Sería típica la captura de una presa silvestre si esta no genera una desestabilización
para el ecosistema? La respuesta a ello depende de qué tipo de ilícitos consideremos que
estas figuras constituyen, si delitos de peligro concreto, delitos de aptitud, o bien, delitos de
peligro abstracto. Mas con ello, se sigue afirmando que la procura del legislador no está
apuntada al animal en sentido subjetivo, sino más bien, en sentido objetivo, por el rol, o por
la función que brinda el ejemplar para el desarrollo del sistema ambiental concreto al que
pertenece.
No obstante, la lectura del artículo 26, el cual castiga la captura de especies a través
de medios prohibidos, y en función de las bases argumentales expuestas, se puntualizó que:
“En cuanto a las armas, cabe señalar que es muy frecuente el empleo indebido, en la caza furtiva de
los ciervos y antílopes, de calibres menores a los exigidos por los respectivos reglamentos los que al
carecer de la efectividad suficiente para abatir al animal determinan que haya herido y muera tiempo
después, luego de una larga y cruel agonía. Esto controvierte las normas éticas de la caza deportiva
universalmente adoptadas…”43.
42
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 12.
43
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 14.
18
6. Colofón
Resulta evidente la interpretación correcta que debe asignársele a las leyes 14.346, 24.051 y
22.421 por cuanto –conforme con todo lo que aquí se ha postulado– sus cometido rondan, o
por la salvaguarda de un sentimiento de piedad que los humanos tienen respecto de los
animales cuando estos sufren a causa de un acto de maltrato o de crueldad, los cuales están
taxativamente especificados en esta norma, en el primer caso; la tutela de la salud e
integridad física de los humanos, en el segundo; o la protección del equilibrio biológico de la
fauna silvestre.
No obstante, se trata de una realidad que es necesario atender. Los animales son
objeto –con particular frecuencia– de los más aberrantes acometimientos y abusos humanos.
Un análisis de lege ferenda conlleva la sanción de una nueva ley 44 que preserve a los
animales frente a actos humanos abusivos, y que ordene y estructure su status jurídico frente
a la comunidad, distinguiendo –verbigracia– la entidad punitiva o de castigo de las
diferentes consecuencias que puedan experimentar.
44
No es el objeto de este trabajo determinar si la legislación reformatoria deba poseer un contenido
administrativo o penal.
45
BERROS, María Valeria, El estatuto jurídico de la naturaleza en debate (meulen en el mundo del derecho),
Revista de Derecho Ambiental Nro 36. Diciembre 2013. Abeledo Perrot. Buenos Aires, pg. 17.
19
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