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LA ¿PROTECCIÓN?

JURÍDICO-PENAL DE
LOS ANIMALES

Juan Sebastián Podhainy.


Universidad Nacional del Litoral.
juan_sebas24@hotmail.com
Teoría social contemporánea y los fenómenos jurídicos

1
Resumen

Es permanente el reclamo por parte de determinados grupos protectores de animales de la


producción de regulaciones que procuren su tutela, específicamente en términos jurídico-
penales. Como respuesta se hace alusión a la existencia de un marco normativo
suficientemente abarcativo de la problemática animal. El ordenamiento jurídico nacional
cuenta diversas normas que mencionan la “cuestión animal”: la ley 14.346 de maltrato
animal, la ley 22.421 de conservación de la fauna y la ley 24.051 de residuos peligrosos (en
la medida que protege al “ambiente en general”). El problema que se pretende abordar a
través la realización del presente trabajo consiste en verificar la efectividad de los mentados
dispositivos jurídicos para lograr un amparo de lo “no humano”, mediante el examen de
diversas fuentes, como noticias periodísticas, doctrina, jurisprudencia y los antecedentes
parlamentarios de cada norma indicada. Se parte de la hipótesis de que se tratan de
herramientas que posee el Derecho inspiradas en finalidades que difieren de dicho objetivo,
y que no son aptas para un fin protectorio.

Resumo

É reivindicação permanente por certos grupos de direitos dos animais na produção de


regulamentos que buscam sua tutela, termos legais especificamente criminais. Em alusão
resposta para a existência de um quadro regulamentar suficientemente abrangente para
problemática animal. A lei nacional tem regras diferentes que mencionam a "questão
animal": a lei de abuso de animais 14,364, 22,421 Lei de Conservação da Vida Selvagem e
da Lei 24,051 de resíduos perigosos (tanto quanto proteger a "atmosfera geral") . O
problema a ser resolvido através da implementação deste trabalho é verificar a eficácia dos
chamados dispositivos legais para alcançar um de acordo com o "não-humano", através da
análise de diversas fontes, tais como notícias, doutrina e jurisprudência história parlamentar
de cada padrão listados. Ele parte do pressuposto de que os instrumentos são tratados em lei
inspirou objetivos que diferem essa meta, e que é impróprio para fins de proteção.

Palabras clave

Maltrato animal – Función del Derecho penal – Teoría del bien jurídico – Legitimidad –
Sentimientos

Keywords

Cruelty to animals - function of criminal law - legally Theory - Legitimacy - Feelings

2
1. Introducción

La relación entre los humanos y los animales se mantiene incólume, y la historia se ha


encargado de aseverar que el primero dominó al segundo a su gusto y conveniencia,
resignándolo a la categoría de “cosa” como un reconocimiento por su aporte a la actividad
humana. No obstante, desde una perspectiva biológica, tanto “humano” como “animal” no
guardan diferencias, ya que el primero se encuentra adscripto a uno de sus reinos, con la
única nota distintiva de la racionalidad que éste posee.

Es a partir de los años ‘70 cuando se comenzó a vaticinar un cambio de paradigma:


el ambiente debía ser tutelado, y –como uno de sus componentes básicos– todo el plexo
animal y vegetal, sin tomar en cuenta –aún– las diferentes posturas filosóficas acerca de la
cosmovisión del mundo: el antropocentrismo, el biocentrismo y el ecocentrismo.

Diversas son las postulaciones en derredor al nuevo módulo analítico de la cuestión,


pero todas convergen en reconocer que la naturaleza, el ambiente o la pachamama tiene
derechos en sí mismo y no como mero soporte para el desarrollo vital de los seres humanos.
Conforme estas interpretaciones, los animales, como pertenecientes al ecosistema, serían
sujetos de derechos.

Dentro de esta nueva mirada, la cual puede ser asistida como un


“camino de ida”, de evolución y de desarrollo científico existen interpretaciones doctrinales
de la legislación vigente que entienden que los delitos que reprimen ciertos y determinados
“ataques” hacia la integridad de animales se ubican dentro de la nueva ola protectoria.

Con el presente aporte se pretende confeccionar un análisis de lege lata acerca del
tipo que reprime los actos de crueldad y maltrato hacia los animales, y procurar su
explicación dogmática desde la tesis que afirma que el Derecho penal protege bienes
jurídicos.

Este análisis se encarama en el marco del Proyecto de Investigación “Codex


Humano: Normas, tecnologías y programas para el gobierno de lo vivo”, perteneciente a la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.

2. La ley 14.346. Aportes doctrinarios a la idea del bien jurídico tutelado en el delito de
maltrato animal. Una visión equivocada. Dos posturas divergentes

La ley 14.346 es sumamente clara en cuanto a lo que regula. El artículo primero establece lo
siguiente: “Será reprimido, con prisión de 15 días a un año, el que infringiere malos tratos o
hiciere víctima de actos de crueldad a los animales”. Las acciones típicas implican infligir
malos tratos, o hacer víctimas de actos de crueldad a los animales; son los artículos 2 y 3 de
la ley los que determinan cuándo habrá un acto de maltrato o cuando habrá un acto de

3
crueldad hacia los animales, y lo hace de manera taxativa mediante la enumeración de
dichos actos.

2.1. El maltrato animal como lesión de un sentimiento de piedad. Profusos son cambios e
introducciones normativas vieron la luz sobre la problemática del maltrato animal1, no solo
aboliendo todos aquellos castigos contra hechos realizados por animales.

Muñoz Conde brinda una posición contradictoria al manifestar que mediante el delito
se procura proteger “la propia sensibilidad del animal o los buenos sentimientos de la mayor
parte de la población hacia ellos”2.

La postura de Ferrajoli apunta a que, conforme el principio de lesividad, constituyen


bienes jurídicos solo aquellos cuya lesión importa un ataque hacia una persona de carne y
hueso3. Una postura basada en el principio de reserva de la Constitución Nacional (art. 19),
considera que no cualquier acción que afecte a los animales será pasible de pena, solo
aquellos que afecten a terceros. Por tanto, no sería constitucionalmente admisible que los
animales sean titulares de un derecho subjetivo a la vida o a la integridad física4.

Claus Roxin sí ha intentado explicar el objeto de lesión de este tipo penal,


declarándose a favor de la admisibilidad de esta figura, y sostiene –si bien me ocuparé de su
postura en otro apartado– que para justificar este tipo de ilícitos no es necesario renunciar a
la idea del Derecho penal como protector de bienes jurídicos sino debe extenderse su
concepción ampliando el concepto de “parte” en el contrato social a otras criaturas no
humanas. Pero el reconocerlos como “hermanos lejanos en la creación” no implica
reconocer como bien jurídico ni a la vida ni a la integridad física de los animales.

Heffendehl, por su parte, estima que en el delito de maltrato hacia los animales, el
legislador no hace más que pretender castigar ciertas infracciones contra convicciones

1
Especialmente compilado por Robert von Hippel, quien analizó las leyes inglesas de 1835, 1844, 1854 y
1876, la ley francesa de 1850, el art. 561 del Código Penal belga, la legislación noruega, rusa, finlandesa, etc.
2
MUÑOZ CONDE, Francisco, Derecho Penal, Parte Especial, 15º edición, revisada y puesta al día, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2004; en DESPOUY SANTORO, Pedro Eugenio, Protección a los animales. Ley 14.346, en
Temas de Derecho penal, parte especial, Ed. Mediterránea, Córdoba, 2008.
3
FERRAJOLI, Luigi., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, traducción de Perfecto Andrés Ibáfiez,
Alfonso Ruiz Miguel, Juan Carlos Bayón Mobina, Juan Terradillos Basoco y Rocío Cantarero Bandrés, Ed.
Trotta, Madrid, 1995; en VISMARA, Santiago, Malos tratos y actos de crueldad a los animales, en Código
Penal de la Nación. Comentado y anotado, D´ALESSIO, Andrés José (Director), Ed. La Ley, Buenos Aires.
4
VISMARA, Santiago, Malos tratos y actos de crueldad a los animales, en Código Penal de la Nación.
Comentado y anotado, D´ALESSIO, Andrés José (Director), Ed. La Ley, Buenos Aires, pg. 253.

4
culturales arraigadas5. Esta suerte de “sentimiento de la raza dominante” no puede legitimar
la existencia de este tipo penal6.

Diferente es el criterio de Hans Hirsch al respecto de la cuestión. Este autor es


detractor de la idea de que sea misión del Derecho penal tutelar bienes jurídicos. En base a
su concepción y criticando esta idea, señala que “[s]i uno se aferra a un concepto a priori de
bien jurídico, entonces su función jurídico-positiva se pierde paulatinamente de vista. Si, por
ejemplo, desde el punto de vista del concepto previo de bien jurídico se busca el bien
jurídico en el derecho penal de protección de animales, entonces, dado que en el concepto a
priori de bien jurídico siempre se exige conceptualmente una relación material con los seres
humanos, la compasión del hombre con las criaturas que sufren sería el contenido del bien
jurídico protegido. Por el contrario, si se parte de un concepto de bien jurídico inmanente al
sistema, esa compasión puede quedar fuera del concepto como mero motivo del legislador”7.
Queda por fuera de la concepción de Hirsch –entonces– la idea de “derechos propios del
animal”.

Bajo el ejido de esta perspectiva sería necesaria la efectiva publicidad del acto, como
lo preveía la ley francesa y alemana, por cuanto, para afectar la sensación ajena de lástima
resultaría indispensable que el portador de la “sensación ajena” tome conocimiento del
hecho, ya sea de manera directa o mediata. Queda a discutir si se trata de un delito de lesión,
peligro concreto o abstracto, donde debería –o no– ponderarse si quien se entera del suceso
criminal sufra, de manera efectiva, por el evento. Podría aventurar que se trata de un delito
de lesión, restando discutir cuestiones tales como la admisibilidad de la modalidad tentada
de este ilícito.

2.2. El animal como sujeto de derechos. Si bien no son numerosas las tesis acerca de que
los animales son sujetos de derechos y merecen protección penal contra actos de crueldad
que los perjudique, las hay, y merecen ser condensadas a continuación.

Esta construcción proviene de las ideas utilitaristas de Bentham y éticas prácticas de


Singer, quienes igualaron la situación de padecimiento ante actos crueles de un mono adulto
y un niño o una persona en coma. Singer, partió el utilitarismo de Bentham e instauró el
“movimiento de liberación animal”, aduciendo que los animales “…deben pertenecer y ser
miembros de la comunidad moral y gozar de un status ético y jurídico, en base precisamente
a su capacidad de sufrir”8.

5
GIMBERNAT ORDEIG, Enrique, en la Presentación a la obra, La teoría del bien jurídico, Editorial Marcial
Pons, Madrid-Barcelona 2007, pg. 17.
6
GIMERNAT, op. cit., pg. 17.
7
HIRSCH, op. cit., pg. 334.
8
REQUEJO CONDE, op. cit., pg. 38.

5
Ríos Corbacho entiende que el bien jurídico a proteger no es otro que la integridad
física y psíquica del animal. Considera que “[e]l argumento para llegar a esta determinación
debe encontrarse en la ciencia, en una superación del concepto jurídico de animal como cosa
en sentido inanimado y objeto de propiedad, circunstancia por la cual debe convertirse por sí
sólo en objeto de protección, y es que hasta ahora el hecho de golpear o dejar inútil a un
animal, parcial o totalmente”9.

Mosterín destaca que los animales reaccionan de manera diferente ante ciertas
externalidades, y esto puede repercutir en sus estados emocionales internos, “…y es que los
animales sienten celos, ternura, agresividad, curiosidad, aburrimiento o frustración, placer o
dolor, tristeza o alegría y esto es propio de los seres que tienen alma o ánima, en definitiva,
de los animales, y es que la palabra castellana animal procede de la latina ánima que
significa alma”10.

Zaffaroni expone que el bien jurídico en el delito del maltrato de animales no puede
ser otro que el derecho del propio animal, quien no tiene por qué ser objeto de la crueldad
humana, para lo cual es imprescindible reconocerle el carácter de sujeto de derechos.
Responde al argumento negativo de los derechos de los animales acerca de que éstos no
pueden ser sujeto de derechos porque no tienen la posibilidad de exigirlos, mas qué sucede
entonces con los oligofrénicos, los dementes graves, etc.

Expresa que es la propia ley argentina la que, en su redacción, refiere a que los
animales se constituyan en víctimas del maltrato o del acto de crueldad, lo que sería “…una
intuición sumamente interesante”11.

Agrega que “[s]i bien es cierto que la mayor parte de la legislación penal ecológica
es simbólica, no se puede negar que plantea problemas que hasta ahora se limitaban a
ámbitos reducidos, como la tipificación del maltrato de animales”, resaltando además que
“[t]odas estas complicaciones de la tesis personalista indican la conveniencia de rechazarla y
reconocer que hay bienes jurídicos de sujetos no humanos y pre-personales. En cuanto a los
sujetos no humanos (animales), tales bienes jurídicos serían la preservación de la existencia
y la conservación de la especie”12.

3. Una correcta interpretación del tipo penal de maltrato animal

A partir de aquí ensayaré una solución al problema del bien jurídico en torno a esta figura
penal a través de diferentes argumentos.
9
RÍOS CORBACHO, op. cit., pg. 12.
10
RÍOS CORBACHO, op. cit., pg. 13.
11
ZAFFARONI, op. cit., pg. 55.
12
ZAFFARONI, Eugenio Raúl, SLOKAR, Alejandro, ALAGIA, Alejandro, Derecho penal. Parte general, 13º
edición, Ediar, Buenos Aires, 2000.

6
3.1. El derecho como herramienta que condensa una determinada moral social. El
Derecho es una herramienta que regula la intersubjetividad humana con miras a una
convivencia lo más pacífica posible. El ser humano construye su entorno, y lo dota de
cualidades, sólo valorables por éste. Kant, al distinguir entre la presencia de un mundo
sensible y un mundo inteligible, afirmó que “…las cosas en sí, aun cuando, puesto que
nunca pueden sernos conocidas en sí, sino siempre sólo como nos afectan, nos conformarnos
con no poder acercarnos nunca a ellas y no saber nunca lo que son en sí”13. En el modo en
que los objetos se nos presentan, los cargamos de valoración, de sentido. No es posible
llegar a conocer las cosas en sí. Nunca sabremos lo que un animal sufre frente a eventos
como los que se están tratando, sólo sabemos cuánto sufrimos nosotros y por ello nos
compadecemos.

Paralelo a ello, Jorge Luis Borges ha aludido a que somos nosotros quienes cargamos
al mundo de sustantivos. Así argumentó que “[l]os sustantivos se los inventamos a la
realidad. Palpamos una realidad, vemos un montoncito de luz color de madrugada, un
cosquilleo nos alegra la boca, y mentimos que esas tres cosas heterogéneas son una sola y
que se llama naranja. La luna misma es una ficción, fuera de convenciones astronómicas que
no deben atarearnos aquí, no hay semejanza alguna entre el redondel amarillo que ahora está
alzándose con claridad sobre el paredón de la Recoleta, y la tajadita rosada que vi en el cielo
de la Plaza de Mayo, hace muchas noches. Todo sustantivo es abreviatura”14. Los animales
no podrán ser hasta tanto el humano no le dé una significación, un sustantivo.

3.2. La interpretación teleológica de la ley. La ley 14.346 nace en un contexto en el cual


en el mundo se empieza a legislar distinguiendo actos de utilización racional de recursos de
la fauna y actos que implicaban un maltrato.

Reviste importancia para el presente trabajo la discusión parlamentaria a raíz de la


sanción de la ley en análisis, ley que vino a derogar a la ley 2.786, más conocida como “ley
Sarmiento”, del año 1891, la cual, conforme al despacho del diputado cordobés, Bustos
Fierro, se limitaba a sancionar con pena de multa actos de crueldad, instituyendo los mismos
con carácter de contravención policial, siendo no solo anacrónica sino también endeble para
el bien jurídico que se intentaba tutelar, que según el propio legislador “…el despacho, en la
forma que queda estructurado, constituirá ya un instrumento legal suficiente y apto para
prevenir la ejecución de esos actos degradantes e indignos de la conciencia humana, que por
desgracia suceden con mucha frecuencia”15. De aquí se podría dar a entrever que la ley

13
KANT, Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo Tercero (Mare Nostrum
Comunicación. Traducción: Manuel García Morente), Ed. Tecnos, Buenos Aires, 2006, pg. 29.
14
BORGES, Jorge Luis, El tamaño de mi esperanza, Ed. Alianza, Buenos Aires, 1998, pg. 45-46.
15
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954, Despacho del Dip. Bustos Fierro, pg. 1742.

7
buscaba proteger dichos actos por ser despreciables para el ser humano, y no para el animal
en sí.

A su vez sostuvo que “este proyecto de ley tiende a defender substancial y


concretamente antes que nada el patrimonio moral del pueblo, vale decir, reprimir aquellos
actos «que la cultura y la moralidad públicas consideran como delitos contra el sentimiento
social propio de un pueblo civilizado y son susceptibles […] en virtud de tristes leyes
imitativas, de despertar o fomentar en el hombre instintos o impulsos de crueldad hacia sus
mismos semejantes»”16.

El diputado por la provincia de Entre Ríos, Sr. Perette, sostuvo al momento de emitir
su opinión que esta figura tiene un propósito educativo para la sociedad y de imponer un
deber al Estado de perseguir y reprimir estos actos “…contrarios a los principios humanos y
sociales que deben ser afianzados”17. El diputado citó a Rocco, quien indicaba que el sujeto
pasivo nunca puede ser la cosa.

En la discusión llevada a cabo en la Cámara de Senadores, si bien no fue tan basta, se


aseveró que “…esta figura delictiva protege el sentimiento moral y ético de la comunidad
argentina, en defensa y protección de los animales”18. El senador De Paolis, luego de referir
al avance de la relación de los animales con la legislación penal –que incluso en la edad
media usurpaban el lugar de sujeto activo– puso en claro que sólo el ser humano puede ser
titular de derechos y –de suyo– ser sujeto activo o pasivo de delitos.

3.3. La imposibilidad de extender el concepto de víctima hacia los animales. Como se


señaló con anterioridad, la mismísima ley, en su redacción dispone que se castigará a quien
“…infligiere malos tratos o hiciere víctima de actos de crueldad a los animales” (el énfasis
me pertenece). Se trata de una idea errada por cuanto no se refiere a la adscripción de los
animales al carácter de víctima ya que no abarca ambos tipos de acciones. Si tomamos el
proyecto de ley tramitado ante el Congreso nacional, el primer artículo prescribía que
“[d]ecláranse punibles; los malos tratos y actos de crueldad infligidos a los animales”19.

La idea de víctima en el Derecho penal ha quedado neutralizada desde los inicios de


la disciplina20 a partir del momento en el que la figura del afectado fue sustituida por el
acusador estatal, en los albores de los Estados-Nación, los cuales monopolizaron la
persecución penal pública. Como lo expresara Eser, la víctima no sólo era víctima del delito,
sino también de la propia dogmática penal. La norma estudiada condensa este modelo. El

16
Idem referencia anterior.
17
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954. Despacho del Dip. Perette, pg. 1743.
18
Cámara de Senadores de la Nación, de fecha 27/09/1954, pg. 786.
19
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954, pg. 1739.
20
CANCIO MELIÁ, Manuel, Conducta de la víctima e imputación objetiva, pg. 1.

8
“redescubrimiento” del sujeto lesionado se produjo con mucha posterioridad, y su figura
sirvió para repensar institutos como la imputación objetiva, la legítima defensa o el sistema
de sanciones y su función.

Una exégesis que pretenda ampliar el concepto de víctima deberá ser lo


suficientemente coherente con el modelo legislativo en el que pensó el legislador de la época
de la sanción de la ley 14.346.

3.4. El rol de los animales en la legislación civil y penal. El artículo 2318 del Código Civil
menciona que los animales son cosas muebles, ya que, de acuerdo a lo allí establecido “[s]on
cosas muebles las que puedan transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose por sí
mismas, sea que sólo se muevan por una fuerza externa, con excepción de las que sean
accesorias a los inmuebles”. Además, existe un tratamiento en relación a los daños causados
por animales, cuyo dueño será el responsable por las obligaciones que surge de dicho hecho
ilícito. Se ha explicitado que los animales son “…cosas que poseen una particularidad dado
que pueden moverse de un lugar a otro por sí mismas con lo que se las cataloga en términos
de semovientes”21. No acontece lo mismo en el caso de los animales sin propietario –res
nullius– puesto que si alguno de éstos origina un daño cabrá la responsabilidad de nadie
¿Puede –acaso– el animal poseer una entidad distinta entre un ordenamiento y otro? Se verá
qué estipula el Código Penal en lo que hace a ciertos comportamientos cuyo objeto de
acción es un animal.

Respecto del orden jurídico-penal, el artículo 183, que reprime el delito de daño,
expresa que “[s]erá reprimido con prisión de quince días a un año, el que destruyere,
inutilizare, hiciere desaparecer o de cualquier modo dañare una cosa mueble o inmueble o
un animal”. Nótese la idéntica escala penal entre este ilícito y el del delito que nos ocupa.
Otro sector del Código penaliza la figura de abigeato, vale decir, el apoderamiento ilegítimo
de cabezas de ganado mayor o menor –total o parcialmente ajeno– que se encuentren en
establecimientos rurales o en ocasión de su transporte22.

21
BERROS, María Valeria, Trama de construcciones de significado al interior Trama de construcciones de
significado al interior del campo legal: cosas, ambiente, naturaleza del campo legal, seres sensibles, Madre
Tierra, Pachamama, trabajo presentado en el XI Congreso Argentino de Antropología Social XI Congreso
Argentino de Antropología Social, celebrado en Rosario del 23 al 26 de julio de 2014, pg. 7.
22
Artículos 167 ter y quater, donde se prescriben las condiciones agravantes.

9
En el debate parlamentario previo a la aprobación de la ley, el Diputado Bustos
Fierro manifestó que el monto de pena se fijó en esa escala (de 15 días a un año de prisión) a
los fines de compatibilizarlo con la disposición del artículo 183 del Código Penal23. De aquí
surgen las similitudes entre un ilícito y otro. El maltrato debe ser interpretado como un
“daño” la moral humana. El daño implica un detrimento en el patrimonio individual de la
víctima, mientras que el acto de crueldad contra un animal lesionará el “patrimonio moral
del pueblo”, en la medida en que no tenga un dueño; en ese supuesto caerá bajo las
disposiciones del artículo 183.

Una interpretación holística del ordenamiento jurídico llevaría a la consideración de


que los animales son cosas, carentes de derechos24.

3.5. La falta de potencialidad lesiva de las figuras analizadas. Como último argumento,
resta indicar que la estructura semántica de la ley y del tipo penal (en concreto) lleva al
mismo argumento que se está vertiendo hasta aquí: la ley no procura la protección de otro
bien que no sea el sentimiento de compasión humana respecto de ciertos actos macabros
para con los animales.

Basta una simple lectura superficial para inferir en lo que pensaron los miembros
del poder legisferante. Si se observa la explicitación en que incurren el artículo 2º y el 3º,
surgen solamente las acciones prohibidas, sin referencia alguna a las consecuencias o efectos
lesivos sobre el animal. Sí lo hacen los incisos 6 y 7 del artículo 3º, al referirse a la acción de
causar la muerte de animales evidentemente grávidos sin autorización o bien lastimar,
torturar o matar innecesaria o perversamente. Aquí lo que se reprime es la lesión de la
conmoción de las personas, tanto en referencia al dolor que causa ver matar a un animal que
se encuentra gestando, o bien dañar innecesariamente o por sólo un móvil perverso.

Es necesaria la aclaración en cuanto a la igualdad de tratamiento punitivo de una y


otra acción, situación que no tiene su correlato en lo que refiere a la situación de los
humanos. La sanción es exactamente la misma, sea que se trate de uno u otro
comportamiento. En el Código Penal español, la situación es similar, y por ello se ha
concluido que “…[e]l hecho de que además el art. 337 aplique la misma pena tanto a los
casos de muerte como de lesiones graves del animal a consecuencia del maltrato

23
Cámara de Diputados de la Nación, de fecha 22/09/1954, pg. 1740. Allí se señaló que “[e]n cuanto al
mínimo de esta sanción, se ha fijado el término indicado de acuerdo con la sistemática del Código en materia
de delito, graduándose el máximo hasta un año a fin de cohonestarlo con la disposición del artículo 183 del
código vigente, que sanciona en ese máximo a los autores de daños a las cosas muebles, inmuebles y
animales”.
24
En el discurrir histórico de la legislación se puede observar una apertura hacia otras formas de captar la
realidad animal. Nótese, como se analizará más adelante, la regulación de la fauna silvestre o
constitucionalización del derecho al medio ambiente sano, incluyendo a la fauna en su conformación. Ver
BERROS, op. cit., pg. 9.

10
constituyéndolos como su resultado material no sancionable además con independencia del
maltrato, como sí sucede con la persona, indica que no serían la vida o integridad física del
animal los bienes jurídicos protegidos”25.

Obiter dictum, el artículo 3º, en su inciso ‘2’ exclama que se considerará acto de
crueldad “[m]utilar cualquier parte del cuerpo de un animal, salvo que el acto tenga fines de
mejoramiento, marcación o higiene de la respectiva especie animal o se realice por motivos
de piedad” (en remarcado es mío). Este apartado conduce a la siguiente aserción: si la
conducta piadosa del autor (por lástima, misericordia, conmiseración26) es susceptible de
tornarla lícita, la afectación de esa piedad pero ajena, fundamentará el injusto; ése es el
sentimiento que la ley sobredimensiona tanto para desgravar la conducta como para
reprocharla, dependiendo de quién sea el que lo experimenta.

Por todos estos argumentos, se concluye que, si bien el animal merece una mayor
protección, un análisis de lege lata conduce a afirmar la existencia de una asimetría entre la
situación de éstos y la de los seres humanos en función de la diferente forma de relacionarse
entre unos y otros27.

25
PÉREZ MONGUIÓ/RUIZ RODRÍGUEZ/SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Los animales como agentes y víctimas
de daños, 2008 pp. 185 ss., citado en REQUEJO CONDE, op. cit., pg. 40.
26
De acuerdo a la tercera acepción en el diccionario de la Real Academia Española.
27
A la pregunta por la legitimidad de este tipo penal, teniendo en cuenta que el bien jurídico instituido para ser
protegido es el sentimiento humano de lástima hacia los animales bajo ciertas circunstancias. Jakobs pone de
manifiesto que la diferencia entre un simple trabajo técnico o erudito y uno de índole científica radica en el
cuestionamiento de la legitimidad del orden jurídico vigente (fáctica y hermenéuticamente), y es la resolución
que se intentará brindar a continuación. La salvaguarda de “sentimientos” es rechazada por la mayoría de la
doctrina contemporánea. Amelung propone que “…no puede exigírsele al Estado que mantenga las emociones
negativas alejadas de los ciudadanos, ya que, en caso contrario, debería prohibirse también, por ejemplo la
celebración de exámenes”27. Hörnle aclara que debe distinguirse entre normas protectoras de sentimientos de
aquellas que lo hacen respecto de otros bienes jurídicos (que ella llama “consistentes”, como la vida o la
integridad física humana) cuya afectación también provoca el perjuicio a “sentimientos”. Un homicidio –
claramente– engendra un “sentimiento herido”. Con relación a los segundos, el Derecho penal no puede
perseguir dichos fenómenos psicológicos, si partimos de la base de que se cuenta con un bien jurídico
lesionado tangible. Las críticas a los tipos penales que protegen sentimientos o tabúes no pueden reclamar su
eliminación puesto que siempre aparecerán nuevos sentimientos o tabúes que la sociedad reclama para que
sean amparados. Otra generación de autores, compuesta principalmente por Roxin y Gimbernat, parten de la
idea, para identificar si un delito es legítimo o no, de que el bien jurídico es la guía para así hacerlo puesto que
brinda un criterio valorativo que permite identificar si un tipo es legítimo (la empatía por los animales) o
ilegítimos (la homosexualidad). Roxin, aparenta padecer una contradicción en sus conclusiones en referencia a
este tópico. Por un lado, expresa que la tutela de sentimientos a través del Derecho penal será legítima en la
medida en que éstos vulneren la inseguridad o la libertad de la convivencia de las personas. Indica que “[e]l ser
humano actual vive en una sociedad multicultural entre cuyas condiciones de existencia se encuentra la
tolerancia de conductas que contradicen las propias representaciones valorativas. Por eso, el Derecho penal
alemán va demasiado lejos ya cuando penaliza la provocación de escándalo público mediante la realización de

11
4. La ley 24.051 ¿Una protección tangencial de los animales como componentes del
“ambiente”?28

La ley de residuos peligrosos creó un apartado que a simple vista regularía la material
criminal ambiental, siendo que, en realidad, no se aleja del objeto de tutela del derecho penal
común. Extiendo en análisis hacia la problemática protectoria animal en la medida en que
estos seres no humanos componen el ecosistema; por tanto, a priori, si es que este régimen
penal especial procura la tutela del ambiente, por ende, también lo hará respecto de los
animales.

Esta ley tiene en su capítulo IX cuatro artículos que constituyen el régimen penal de
la normativa. El art. 55 reza que: "Será reprimido con las mismas penas establecidas en el
art. 200 del Código Penal, el que, utilizando los residuos a que se refiere la presente ley,
envenenare, adulterare o contaminare de un modo peligroso para la salud, el suelo, el agua,
la atmósfera o el ambiente en general.

"Si el hecho fuere seguido de la muerte de alguna persona, la pena será de diez —
10— a veinticinco —25— años de reclusión o prisión".

A simple vista, la estructura semántica de este enunciado normativo es


prácticamente idéntica a la del art. 200 del CPen. La diferencia radica en que incorpora el
verbo típico "contaminar". Asimismo, incorpora nuevos elementos susceptibles de ser
agredidos, tales como el agua, el suelo, la atmósfera y el ambiente, lo que debe ser
interpretado de modo enunciativo, no taxativo.

A su vez se diferencia del tipo básico del art. 200 del CPen., porque tales conductas
típicas deben ser realizadas a los fines de la configuración de este delito, mediante la

una conducta sexual, o hacer llegar a otro una publicación pornográfica sin que éste lo haya pedido. Uno tiene
que ver muchas otras cosas que no le gustan, y precisamente en los casos expuestos puede solucionar el
problema por sí mismo, dejando de mirar o tirando la publicación”27. Al realizar estas manifestaciones, no
estaba pensando en el delito que prohíbe acometer cruelmente contra animales. Entonces ¿De qué modo
resultará útil para la seguridad o para la libertad la protección de la vida y el bienestar animal? Para justificar el
castigo del “sentimiento de piedad” en el ilícito de maltrato animal y que no quede como una afección a una
concepción moral, ensaya la siguiente respuesta: “…el legislador, en una especie de solidaridad entre las
criaturas, también considera a los animales superiores como nuestros semejantes como ‘hermanos distintos’, y
los protege como tales. Según esto, en la protección de la convivencia humana se incluye también, aunque con
diferente atenuación, junto a la vida humana en formación la vida de los animales superiores. Su sentimiento
de dolor se equipara hasta un cierto grado al del hombre”.
28
Este análisis fue concretizado liminalmente en el artículo “¿Constituye la ley de residuos peligrosos un
régimen penal ambiental?”, elaborado junto a María Bárbara Godoy, publicado en La Ley, DJ30/04/2014, 99,
cita online AR/DOC/588/2014.

12
utilización de residuos peligrosos, los cuales se encuentran definidos y predeterminados por
dicha ley y su reglamentación29.

Si bien aún no se ha tomado parte por algunas de las teorías explicitadas a lo largo
de este trabajo acerca del bien jurídico protegido en este exiguo régimen penal,
consideramos que dicha figura penal busca tutelar, bajo un velo de apariencia, al medio
ambiente en general. Dicha afirmación surge de la simple lectura del texto legal, al referirse
a elementos que conforman el ecosistema y al utilizar el vocablo "general".

4. 1 Sobre el bien jurídico instituido en la ley ¿Se tutela al ambiente?

Existe un extenso debate acerca de las intenciones proteccionistas que tiene la


legislación penal ambiental. El mismo se tornó polémico y complejo por el especial carácter
que reviste el derecho penal como instrumento cualificado para la resolución de conflictos,
vale decir derecho penal como ultima ratio. Debe hacerse referencia asimismo, al particular
fenómeno de la expansión de la legislación criminal constatado en los últimos años30.

Existen diversas construcciones al respecto, a saber:

Antropocentrismo. Conforme los postulados de la misma, la protección ambiental


sólo es posible por la vinculación con bienes jurídicos individuales, tales como la vida y la
integridad física humana. El medio ambiente es un bien jurídico colectivo mas este es
merecedor de tutela jurídico penal sólo en la medida que las perturbaciones que aquél
experimente se encuentren ligadas a uno o varios bienes personales. A su vez, pueden
distinguirse en esta teoría dos vertientes, radical y moderada.

Antropocentrismo moderado. Dentro de las teorías moderadas, encontramos a


Hassemer, quien señala que es menester "que los daños al medio ambiente representen una
puesta en peligro grave de los intereses individuales protegidos jurídicamente"; "sólo una
teoría personalista del bien jurídico puede explicar que las agresiones al medio ambiente
únicamente pueden ser castigadas en la medida en que pongan en peligro bienes jurídicos
personales"31.

Antropocentrismo radical. Para quienes siguen esta teoría no existe el derecho


penal ambiental. Su máximo exponente, Olaf Hohmann señala que "el Derecho penal no

29
La ley 24.051 en su art. 2º define residuo peligroso, estableciendo que es todo aquel que "...pueda causar
daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en
general".
30
Confrontar SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, La expansión del derecho penal. Aspectos de la política
criminal en las sociedades postindustriales. Segunda edición. Revisada y ampliada. Ed. Civitas. Madrid, 2001.
31
HASSEMER, W. - MUÑOZ CONDE, F., Introducción a la Criminología y al Derecho penal, Tirant lo
Blanch, Valencia, 1989, pg. 110, citado por ALASTUEY DOBÓN, M. Carmen, El delito de contaminación
ambiental (art. 325.1 del CPen.), Ed. Comares, Granada, 2004, pg. 22.

13
protege el medio ambiente, que por lo demás no alcanza el grado de definición necesario
como para erigirse en bien jurídico, sino que protege al ser humano ante los riesgos
ambientales" 32 . Esta vertiente doctrinaria no encarama la penosa tarea de finiquitar los,
según ellos, "aparentes delitos contra el ambiente", sino únicamente replantear la visión,
interpretación y aplicación que de ellos se tiene. Los delitos aparentemente ambientales no
engendran otra cosa que delitos de peligro abstracto que agreden la vida o la salud de los
seres humanos. El eje del pensamiento de este autor, se puntualiza en la pluralidad de formas
en que se puede atacar la vida o la integridad física humana; las que abarcan desde el
homicidio, como directa forma de ataque, hasta las agresiones al ecosistema en el que el ser
humano habita. La tutela penal del medio ambiente es solo un medio para conservar
indemne al epicentro del sistema vital, el ser humano. Aquí se encuadraría la lógica
protectoria de la ley bajo análisis.

Teorías no Antropocéntricas. Aquí la normativa penal protectoria de los


ecosistemas no puede perseguir como fin último el resguardo de bienes jurídicos
individuales. Estas posturas no niegan el nexo indispensable que el ambiente posee respecto
de la vida, ni reconocen al medio ambiente como una entidad susceptible de adquirir
derechos; pero sí lo consideran un bien jurídico autónomo, digno de salvaguarda penal, en
función del papel preponderante que juega en la vida humana. Además de ello, lo
diferencian de otros bienes jurídicos colectivos, ya que su protección trasciende la
generación actual de seres humanos; tiene una proyección hacia las generaciones venideras.

Si examinamos los antecedentes parlamentarios de la ley, se pueden extraer algunas


conclusiones acerca de qué es lo que el legislador buscó salvaguardar a través de la
tipificación de estas conductas.

En las observaciones del proyecto se señaló “[n]o hay aquí un retoque, sino una
innovación profunda, porque aunque el texto sigue ubicado en el capítulo 4 sobre delitos
contra la salud pública, se cambia el bien tutelado que no resulta ser sólo la salud, sino
también y especialmente el ‘ambiente’ tal como lo concibe el resto del proyecto”33. Sin
embargo, ya en el debate, el Diputado Elías reconoció que la problemática que impulsaba la
sanción de la ley radicaba en el uso irracional de los recursos34.

¿Qué ha dicho la judicatura en lo que respecta a este régimen penal especial y en


particular a los tipos que este instaura?

32
HOHMANN, Olaf, Das Rechtsgut der Umweltdelikte. Grenzen des strafrechtlichem Umweltschutzes, Peter
Lang, Frankfurt am Main, 1991, pg. 194-196.
33
Cámara de Diputados de la Nación, Observaciones al dictamen publicado en el orden del día nº 638, pg.
2890.
34
Cámara de Diputados de la Nación, pg. 2892.

14
Causa "Rooney". Si bien no reviste el carácter de sentencia condenatoria, resulta
interesante la exégesis volcada por la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán en fecha
28 de mayo de 2008, en la afamada causa "Rooney". En la misma, el representante del
Ministerio Público Fiscal interpuso recurso de apelación contra la resolución dictada por el
Sr. Juez Federal que disponía la falta de mérito del imputado en autos, en orden a la presunta
comisión del delito previsto en el art. 55 de la normativa analizada, en su doble calidad de
gerente comercial, legal y de asuntos corporativos; y vicepresidente de la minera La
Alumbrera Ltda. Se le atribuyó haber realizado una actividad contaminante del agua a través
del derrame de efluentes industriales sin previo tratamiento de descontaminación, en el curso
del canal DP2.

Dicho resolutorio devela una visión antropocéntrica de los tipos penales creados
por la ley 24.051. Así, en el mismo, se establece que "La ley 24.051 procura la protección
del medio ambiente, dentro de un marco de tutela anticipada de bienes personales mediante
la incriminación de conductas previas a la lesión de un bien jurídico, por lo que el medio
ambiente, como conjunto de relaciones que existen dentro de un sistema, no se encuentra
protegido en sí mismo, sino en su función con relación a las personas."

El citado Tribunal estima que "...el tipo penal contenido en el art. 55, primera parte
de la ley 24.051, imputado en el auto de procesamiento se configura como un delito de
peligro de concreto".

Causa "Center Oil". La Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional, Sala 5ª,


resolvió en fecha 21 de mayo de 2009 un caso donde se secuestraron envases en cuyo
interior se determinó que había residuos peligrosos. Si bien el thema decidendum del mismo
refería a una cuestión de competencia, se llevó a cabo un análisis de trascendencia a los fines
perseguidos en este trabajo. Al efecto, en la referida causa se expuso que "...la posible
afección a las personas que generen los depósitos de residuos peligrosos en la vía pública
constituye un presupuesto de punibilidad y no de competencia..." —el subrayado nos
pertenece—.

4.2. La hermenéutica adecuada. A raíz de lo analizado, se puede concluir que la ley 24.051
no edifica más que un régimen penal común, conformado por tipos penales que solo
procuran la salvaguarda de bienes jurídicos individuales, como la vida y la salud de las
personas. Se trata de un cuerpo normativo es un esfuerzo inapropiado llevado a cabo por los
legisladores con el afán de proteger algo que en realidad no se protege, vale decir, el
ambiente, y con ello los animales que lo conforman. Se ha entendido que “[l]a proliferación
de tipos de peligro en la ley y la vaguedad con que se pretende señalizar la materia

15
prohibida, configuran muestra suficiente del empleo de un arsenal desajustado para la
asistencia de los intereses velados"35

Todo puede ser discutido en las ciencias, y es saludable que así sea, pero ello no
debe conducir a un relativismo neutralizador, sino, por el contrario, a una mejora de las
herramientas de análisis y solución 36 . La procura e identificación de un bien jurídico a
mantener indemne en materia ambiental sólo trae aparejado dolores de cabeza y vanos
esfuerzos para la doctrina, ya que es impensable brindar una respuesta que complazca al
mundo de la ciencia jurídico-penal.

La disparidad de teorías en torno a la identificación del bien jurídico protegido en


materia penal ambiental ha llevado a autores como Stratenwerth ha llegar a conclusiones
totalmente opuestas. Según este autor, existen ciertos recovecos en el Derecho penal que él
denomina "Derecho penal del aseguramiento futuro", entre los cuales encontramos el
paradigma medio ambiental. Conforme su postura "el derecho penal ha de intervenir en
estos ámbitos, pero la legitimidad de esa intervención en absoluto requiere fundamentarse en
la idea del bien jurídico, pretensión que desde su punto de vista, no sería posible". Explica
que la noción del bien jurídico es estática y vinculada a intereses concretos, por ejemplo, las
aguas no se protegen por la sustancia que contienen, sino por su significado vital para
innumerables organismos; por ello no puede castigarse cualquier tipo de ataque contra
aquéllas sino solo los incompatibles con el papel que juega para el mantenimiento de la
naturaleza37.

5. La ley 22.421. La conservación de la fauna ¿derechos de los animales autóctonos o


derecho humano a la biodiversidad?

La depredación de la fauna silvestre constituye una problemática que se adscribe en la lista


de “problemas ambientales” junto con la contaminación ambiental y la destrucción de
espacios y monumentos naturales. Esta circunstancia motivó la sanción de la ley –de facto–
22.421, a los fines de preservar a lo fauna nativa del acometimiento humano para así
garantizar el equilibrio ecológico 38 . Se ha considerado que, por “fauna silvestre”, deben

35
ÁLVAREZ, Ricardo C. M., Apuntes elementales acerca del bien jurídico, en Revista de la Asociación de
Funcionarios y Magistrados de la Justicia Nacional, nro. 35/36, pg. 19.
36
LORENZETTI, Ricardo L., Las Normas fundamentales de Derecho Privado, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1995, pg. 487.
37
STRATENWERTH, Günter, Zukunftssicherung mit den Mitten des Strarrechts, ZStW 105 —1993—, pg.
679 y ss., citado por ALASTUEY DOBÓN, M. Carmen, El delito de contaminación ambiental (artículo 325.1
del Código Penal), Ed. Comares, Granada, 2004, pg. 46-48.
38
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 1.

16
comprenderse a aquellos animales que no están bajo el control del hombre39 ¿Será que la
voracidad de la actividad humana aún no alcanza la dominación de todas las especies?

Si se contempla uno de los pasajes de la exposición de los argumentos tenidos en


cuenta por el legislador de facto, pareciera que la preocupación humana deviene de un
sentimiento piadoso frente a un marco situacional concreto:
“Es notorio el retroceso numérico de los ciervos de las pampas o venados los huemules y los pudúes,
la Chinchilla, el lobo marino de dos pelos, el lobito de río, el yaguareté y la vicuña, especies
aut6ctonas de gran importancia, gravemente amenazadas porque estén reducidas a una cantidad tan
exigua, que hace peligrar en algunos casos las posibilidades de su supervivencia en estado silvestre
dentro de nuestro territorio. Está reconocido científicamente que los animales silvestres son
indispensables para el equilibrio ecológico. el estudio de la naturaleza, el mantenimiento del paisaje
natural y de la calidad de la vida, aportando también al hombre variados beneficios que además de
los muy importantes de carácter cultural originan algunas actividades económicas extractivas que
deben ser debidamente reguladas para que los intereses particulares que las motivan cedan ante el
interés público superior que piste en protegerlos observándose los principios y normas tendientes a
la conservación del valioso recurso natural que la fauna representa”40.

Se advierte claramente que la finalidad legisferante no radicaba en la atribución de


derechos de resguardo y auxilio animal, sino la defensa de un status quo faunístico de orden
cultural y económico.

5.1. Los tipos penales instituidos. Esta ley introdujo un avance legislativo importante en
términos de preservación de los animales autóctonos: la instauración de un régimen penal,
en el cual se asentaron las expectativas de eficacia protectoria de la ley41, cuyo objeto de
protección son los ejemplares de la fauna silvestre.

El capítulo VIII de la ley contiene cuatro artículos (del 24 al 27) que tipifican las
siguientes conductas: Cazar animales en campo ajeno sin autorización de su titular,
poseedor, tenedor o administrador; cazar animales de comercialización o captura prohibida;
cazar animales silvestres a través de artes, medios o uso de armas prohibidos; transportar,
almacenar, comprar, vender, industrializar o poner en el comercio especies autóctonas
provenientes de la caza furtiva o de la depredación.

No es el objetivo de este trabajo explicitar cada una de las figuras ni desgajar y


analizarlos, sino –simplemente– verificar cuál es el objeto real de custodia legal.

Queda absolutamente claro que en la primera figura, lejos está el animal de ser el
foco de protección. Ya el legislador indicó que “[e]l bien jurídico tutelado por este delito es
el derecho del propietario del fundo a permitir o impedir que se cace la fauna silvestre que

39
BUOMPADRE, Jorge, Los delitos contra la fauna silvestre, pg. 6.
40
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 1.
41
COSTA, Mario Gustavo y LICHTSCHEIN, Victoria, Protección de la fauna silvestre en la Argentina,
publicado en Revista de Derecho Público nº 2010-1, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, pg. 49.

17
habita en el mismo, resguardando, además, la obvia conveniencia para el interés público de
que dicho propietario se sienta motivado para protegerla”42.

Al respecto del tipo de depredación de fauna podría considerarse que el bien


jurídico protegido es la propia fauna, en sentido subjetivo. Sin embargo, Buompadre esboza
lo siguiente:
“…[E]l bien jurídico (fauna silvestre) se protege no como objeto valioso en sí mismo (ya que puede
tener un valor comercial, independientemente de su valor ecológico), sino en tanto y en cuanto
constituye un elemento imprescindible para la preservación de la diversidad biológica, conformando
–al mismo tiempo– un elemento indispensable del concepto “medio ambiente” […]. No tendría
sentido proteger a los animales silvestres desvinculados del medio ambiente natural, como cosas de
mero valor económico, es decir, sin tener en cuenta la importancia de las especies en el equilibrio
biológico”.

¿Sería típica la captura de una presa silvestre si esta no genera una desestabilización
para el ecosistema? La respuesta a ello depende de qué tipo de ilícitos consideremos que
estas figuras constituyen, si delitos de peligro concreto, delitos de aptitud, o bien, delitos de
peligro abstracto. Mas con ello, se sigue afirmando que la procura del legislador no está
apuntada al animal en sentido subjetivo, sino más bien, en sentido objetivo, por el rol, o por
la función que brinda el ejemplar para el desarrollo del sistema ambiental concreto al que
pertenece.

El legislador de facto, si bien ha sido claro al indicar que lo que se busca es


conservar a la fauna no ha establecido cuál fue su ultrafinalidad.

No obstante, la lectura del artículo 26, el cual castiga la captura de especies a través
de medios prohibidos, y en función de las bases argumentales expuestas, se puntualizó que:
“En cuanto a las armas, cabe señalar que es muy frecuente el empleo indebido, en la caza furtiva de
los ciervos y antílopes, de calibres menores a los exigidos por los respectivos reglamentos los que al
carecer de la efectividad suficiente para abatir al animal determinan que haya herido y muera tiempo
después, luego de una larga y cruel agonía. Esto controvierte las normas éticas de la caza deportiva
universalmente adoptadas…”43.

En relación a este tipo, podría aseverarse que la biodiversidad no es el centro de la


tutela, sino un sentimiento de lástima los animales y castigar aquellos comportamientos que
produzcan su sufrimiento.

Por último, en referencia a la comercialización de animales provenientes de


capturas furtivas, no resulta necesario ahondar en explicitar que lo que pretendió la ley es
salvaguardar la legitimidad en el tráfico y –en cierta medida– la transparencia del mercado
que tiene a los animales como objetos.

42
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 12.
43
Exposición de motivos de la ley 22.421, pg. 14.

18
6. Colofón

Resulta evidente la interpretación correcta que debe asignársele a las leyes 14.346, 24.051 y
22.421 por cuanto –conforme con todo lo que aquí se ha postulado– sus cometido rondan, o
por la salvaguarda de un sentimiento de piedad que los humanos tienen respecto de los
animales cuando estos sufren a causa de un acto de maltrato o de crueldad, los cuales están
taxativamente especificados en esta norma, en el primer caso; la tutela de la salud e
integridad física de los humanos, en el segundo; o la protección del equilibrio biológico de la
fauna silvestre.

La lógica amarillista, que circunda la mayoría de los medios de comunicación, en


torno a la protección de los animales (con cuyo mensaje coincido plenamente) invade los
ámbitos de discusión académica, bloqueando una labor interpretativa correcta y conduciendo
a errores técnico-dogmáticos en aplicadores y juristas.

El problema real radica en la legitimidad de este tipo de normas. Las postulaciones


en derredor de la cuestión pretenden una expansión de la potestad punitiva frente a sucesos
violatorios de entidades que contienen una textura demasiado tenue como bien jurídico. El
esfuerzo de estos autores denota el abandono que debe propugnarse de las tesis que
sostienen que el Derecho penal procura el resguardo de bienes jurídicos.

No obstante, se trata de una realidad que es necesario atender. Los animales son
objeto –con particular frecuencia– de los más aberrantes acometimientos y abusos humanos.
Un análisis de lege ferenda conlleva la sanción de una nueva ley 44 que preserve a los
animales frente a actos humanos abusivos, y que ordene y estructure su status jurídico frente
a la comunidad, distinguiendo –verbigracia– la entidad punitiva o de castigo de las
diferentes consecuencias que puedan experimentar.

Hoy se advierte un cambio de paradigma ético de la naturaleza. El antropocentrismo


comienza a mitigarse producto de un nuevo diálogo que aparece con lo “diferente”, lo cual,
se aleja del servicio humano para emplazarse al lado del hombre 45.

44
No es el objeto de este trabajo determinar si la legislación reformatoria deba poseer un contenido
administrativo o penal.
45
BERROS, María Valeria, El estatuto jurídico de la naturaleza en debate (meulen en el mundo del derecho),
Revista de Derecho Ambiental Nro 36. Diciembre 2013. Abeledo Perrot. Buenos Aires, pg. 17.

19
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