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BLOQUE 9: La crisis del Sistema de la Restauración y la caída de la

Monarquía (1902-1931)

9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los


partidos dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos,
nacionalistas, socialistas y anarquistas
En 1902, Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad iniciándose la segunda
etapa de la Restauración, en la que se intentó la modernización del sistema
político. Sin embargo, el miedo a aceptar una verdadera participación
democrática hizo imposible una reforma en profundidad del sistema.
Con Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal), llegó al
gobierno una generación de políticos influida por el regeneracionismo, que
impulsó los más importantes proyectos de reforma desde el interior del sistema.
El mayor intento reformista fue el proyecto de Maura conocido como
“revolución desde arriba”, es decir, un intento de regeneración del sistema a
partir de la formación de una nueva clase política con el apoyo de la mayor
parte de la población, con las que se pretendía configurar un Estado fuerte.
Con este fin se promulgó la Ley Electoral de 1907, que complicó el fraude
electoral. También se dictó la Ley del descanso dominical de 1909, que no
dejaba de ser un avance social; la Ley del Candado de 1910, que intenta limitar
el poder de la Iglesia; la Ley del reclutamiento de 1909; y la Ley de las
Mancomunidades de 1914 (Dato) que aceptaba la posibilidad de la unión de las
diputaciones.
Pero el sistema de la Restauración tenía un problema estructural, la
desconfianza desde su nacimiento en el sufragio universal y, en el contexto de
la intervención en Marruecos, se produce la crisis de 1909.
En 1913, el rey Alfonso XIII nombró presidente de gobierno a Eduardo Dato,
que tuvo que hacer frente al estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-
1918).
España se mantuvo neutral frente al conflicto europeo, aunque el país se
dividió en “aliadófilos” y “germanófilos”. La neutralidad favoreció una importante
expansión económica porque España se convirtió en suministradora de
productos. Este crecimiento tuvo un componente fuertemente especulativo y
las clases populares empeoraron su nivel de vida por el aumento de la
inflación, provocando una fuerte tensión social.
Por otra parte, en 1917 estalló la revolución soviética, constituyéndose un
estado de los trabajadores. Esto asustó a la burguesía española, que reclama
la represión del movimiento obrero, lo que agrava la conflictividad social. La
tensión social estalló en 1917 cuando la coincidencia entre las graves
dificultades que acarreaba el sistema político en España, el descontento militar
y la conflictividad social provocaron una protesta de carácter
antigubernamental. En este año se dan tres crisis:
< Militar, el descontento entre los oficiales de baja y media graduación
desembocó en la formación de Juntas de Defensa, asociaciones de militares
que reclamaban un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos
de guerra. El manifiesto de junio de 1917 que culpaba al gobierno de la
decadencia del ejército y del país y hacía un llamamiento a la renovación
política.
< Política, el gobierno de Dato, ante la situación política, suspendió las
garantías constitucionales. Como reacción se organizó en Barcelona la
Asamblea de Parlamentarios impulsada por la Lliga Regionalista de Cambó,
que exigió la formación de un gobierno provisional que convocase Cortes
Constituyentes. Posteriormente convocó una reunión de todos los diputados y
senadores españoles que fue disuelta por la Guardia Civil el 19 de julio.
< Social, el protagonismo recayó sobre el movimiento obrero y sindical, la
conflictividad laboral motivada por el descenso de los salarios. La CNT, UGT y
PSOE firmaron un manifiesto conjunto con el que se pretendía obligar al
gobierno a reducir los precios. En agosto de 1917 se decretó una huelga
general que fue reprimida por el gobierno con la declaración de la ley marcial
por medio del ejército.
Los sucesos de 1917 no pusieron fin a la Restauración, aunque el régimen
entró en crisis en 1923. La consecuencia más importante fue la formación de
los gobiernos de concentración. Los ministros dimitían con frecuencia y los
partidos retiraban sus apoyos al gobierno. El más relevante fue el Gobierno
Nacional impulsado por Maura. Además, se regresó al turno dinástico, volvió a
aparecer la conflictividad social. Esta situación desemboca en la suspensión de
la constitución.

9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra


Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.

A partir de 1906 España inició su penetración en el norte de África. La


Conferencia de Algeciras de 1906 y el tratado Hispano-Francés de 1912
supusieron su entrada en el reparto de influencia de los países bajos europeos.
Del protectorado hispano-francés, a España le correspondió una franja en el
norte (Rif) y un enclave de la costa atlántica (Ifni y Río de Oro). Los continuos
ataques de los rifeños obligaron a mantener un fuerte contingente militar. Las
tropas españolas fueron derrotadas en el Barranco del Lobo y se decidió
incrementar el número de soldados con tropas de la reserva.

El envío del contingente de fuerzas reservistas que debían embarcar en


Barcelona provocó un importante movimiento de protesta popular apoyado por
los anarquistas, socialistas y republicanos denominado la Semana Trágica de
Barcelona, que provocó la grave crisis 1909.
Se inició el 18 de julio como un movimiento antimilitarista y de rechazo a la
Iglesia y fue reprimida por el ejército el 2 de agosto. La represión posterior fue
muy dura, se dictaron 17 condenas a muerte de las que se ejecutaron 5, entre
ellas la de Francisco Ferrer y Guardia que levantó una oleada de protestas en
toda Europa. La oposición a Maura constituyó el bloque de izquierdas que
consiguió de Alfonso XIII la disolución de las cortes y el traspaso del gobierno a
los liberales. La Semana trágica contribuyó al acercamiento de la fuerza de
izquierda con la creación de la Unión Federal Nacionalista Republicana, la
Conjunción Republicano Socialista y con el Partido Reformista.
La situación siguió siendo complicada y estalló una nueva crisis en 1917,
que también puede vincularse a los acontecimientos de Marruecos. En la
guerra colonial en Marruecos tiene lugar el desastre de Annual, que supuso la
pérdida de miles de vidas.
Durante la Primera Guerra Mundial, el protectorado de Marruecos se
mantuvo en calma, pero acabado el conflicto y como reacción al
intervencionismo francés, el gobierno decidió emprender acciones militares
para afianzar el control sobre el territorio. Sin embargo, en la zona oriental, las
cabilas ofrecieron gran resistencia, el general Silvestre inició una campaña para
extender el control español alrededor de Melilla. La reacción de los rifeños no
se hizo esperar y las cabilas de Abd-el-Krim atacaron por sorpresa el puesto
español de Annual provocando la muerte de gran parte del ejército y la pérdida
del territorio ocupado, lo que puso en evidencia la deficiente organización del
ejército.
Posteriormente se creó una comisión presidida por el general Picasso cuya
finalidad era hallar las responsabilidades militares y políticas de Annual. El
Expediente Picasso provocó fuertes debates en las Cortes y contó con la
oposición del ejército porque derivaba responsabilidades a Alfonso XIII. Pero el
expediente no llegó nunca a las Cortes ya que antes de su discusión se produjo
el Golpe de Estado de Primo de Ribera, apoyado por el propio monarca.

9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII.

Desde 1917 el régimen de la Restauración se encontraba sumido en una


crisis definitiva. En los años siguientes fue muy difícil formar mayorías estables
en el Parlamento, lo que ocasionó numerosas crisis de gobierno a pesar de
formar “gobiernos de concentración” como el Gobierno Nacional de Maura.
Aumentó la conflictividad social (huelgas generales, surgimiento del PCE en
1921, pistolerismo, etc.). A ello se añade e.l “Desastre de Annual” en 1921,
lugar de Marruecos en que perdieron la vida 12000 soldados españoles y el
asesinato del jefe de Gobierno, Dato, ese mismo año.
En septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de
Rivera, tomó el poder mediante un golpe de Estado, que fue reconocido por
Alfonso XIII, quien le encargó formar gobierno sin contar con el Parlamento. En
la decisión de Primo de Rivera influyó el deseo de evitar que las Cortes
exigieran responsabilidades por el desastre de Annual (informe Picasso).

Directorio militar (1923-1925)


Primo de Rivera (que afirmaba que su gobierno sería una etapa transitoria)
suspendió la Constitución (1876), los partidos políticos y los sindicatos. Todo el
poder quedó en sus manos como dictador, rodeado de un consejo asesor de
generales. El gobierno se ejercía mediante decretos y los gobernadores civiles
fueron sustituidos por militares. La institucionalización de la dictadura se llevó a
cabo con la promulgación de un Estatuto Municipal y la creación de un partido
político adicto al general, la Unión Patriótica (1924).
La burguesía apoyó sin reservas al nuevo régimen e incluso la UGT le
prestó cierta colaboración. En los tres primeros años se llevó a cabo una
política de saneamiento económico, atracción de inversiones y obras públicas
favorecida por la expansiva coyuntura económica internacional.
En el exterior, el éxito más notable fue el desembargo de Alhucemas en
1925, invasión franco-española, que supuso el control de una amplia zona de
Marruecos tras la derrota de Abd el Krim.
Directorio civil (1925-1930)
A raíz de los éxitos económicos y políticos, Primo de Rivera intentó
consolidar el régimen a imitación del fascismo italiano y, además de la Unión
Patriótica como partido único, se crearon las Corporaciones (asociaciones
verticales de patronos y obreros de un mismo ramo) para sustituir a los
sindicatos. En 1927 creó una Asamblea Nacional Consultiva en la que estarían
representantes de esas corporaciones.
En esta etapa colaboran en diversos ministerios representantes de la
burguesía, como el Conde Guadalhorce y José Calvo Sotelo, quienes impulsan
la ejecución de obras públicas, saneamiento de la Hacienda y la creación de
algunos monopolios estatales en servicios públicos (CAMPSA, Telefónica,
etc.).
Pero la Dictadura no llegaría a institucionalizarse. Sólo en 1929 se iniciaron los
trabajos para redactar una nueva Constitución que pudiese consolidar
legalmente al régimen.

La oposición y la caída de la dictadura


A partir de 1927 creció la oposición a la Dictadura. La burguesía catalana
comenzó a retirarle su apoyo por falta de autonomía (prohibición del catalán).
Sectores del ejército conspiraban, descontentos por el favoritismo hacia los
militares africanistas. Las universidades y los intelectuales influyentes exigían
el retorno a las libertades constitucionales y denunciaban el apoyo del dictador
a la Iglesia. El anarquismo se reorganizaba creando la FAI (1927). Además, la
etapa de expansión económica tocó a su fin con la crisis general de 1929
(caída del comercio exterior, inflación, paro, etc.)
En estas condiciones, Primo de Rivera presentó su renuncia al rey Alfonso
XIII en enero de 1930. Éste encargó formar gobierno al general Berenguer
(dictablanda). Pero la complicidad del rey con la dictadura posibilitó el
crecimiento del sentimiento republicano, que llevó a que las principales fuerzas
políticas firmaron el Pacto de San Sebastián en 1930 para promover el
establecimiento de una República. Las elecciones municipales del 12 de abril
(Aznar) otorgaron una victoria republicana en las ciudades. Tras conocerse el
resultado, el día 14 se proclamó la República en Éibar.

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