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UNIDAD 3

Producción del conocimiento y de-colonialidad: Las teorías sociales


desde América Latina, problemas de anclaje y desafíos

3.1 Argumedo, Alcira: Los silencios y las voces de América Latina

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¿Desde qué nosotros pensar la modernidad?
Poca duda queda sobre la heterogénea “composición de una identidad latinoamericana” propia de estos territorios,
unificados originalmente en el proceso traumático y la colonización.

El reconocimiento de la heterogeneidad cultural de los sectores populares de América Latina, surge con fuerza como
problemática de las ciencias sociales al calor de la “crisis de los paradigmas teóricos”. La emergencia de nuevas formas

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de organización y solidaridad: de movimientos sociales reivindicativos que desbordan los partidos políticos, el
incremento de masas marginales, etc, dan cuenta de fenómenos que no pueden explicarse íntegramente desde las
concepciones oficializadas en las ciencias sociales y el análisis político.
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En un largo proceso denso y complejo, se van conformando los grandes actores del escenario político latinoamericano.
Será una coexistencia conflictiva, de conformaciones sociales y étnico-culturales, donde se producen múltiples
intercambios de significados, religiosos, líneas de continuidad y de identidades hostigadas, incorporación de nuevas
creencias y rituales que se yuxtaponen con tradiciones ancestrales. Antiguas pautas cotidianas y linguisticas conviven
con la adopción del idioma de las clases privilegiadas de origen europeo, en tanto formas de comunicación popular
continúan asentándose en las lenguas originarias que no pudieron ser desplazadas. Manifestaciones de una resistencia
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cultural que, en período colonial, se acompañaría de diversas formas de rebeldía abierta, insurrecciones y movimientos
de protesta ante condiciones de expoliación que las masas de estos territorios nunca aceptaron pasivamente.

Casi 300 años de levantamientos de las poblaciones autóctonas y de los contigentes negros. Resistencias y rebeldías que
dan cuenta de la reivindicación de identidades, de la profunda vocación de autonomía y libertad, de la defensa de una
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condición humana negada, de mandatos culturales subterráneos que durante la larga etapa de la conquista y la
colonización alimentarían las memorias, valores y significados de las clases subordinadas, y constituyen el sustrato de
una cultura popular hetorogénea, de múltiples verientes y amalgamas, que estaba lejos de sentirse expresada en las
ideas eurocéntricas absorbidas por las capas dominantes de origen blanco.


En tanto conforma un área geopolítica e histórico-cultural que ha sido sometida al dominio de diversos proyectos
hegemónicos en el curso de estos siglos, en América Latina los lineamientos que impulsan los centros de poder del
campo internacional, vertebrados con sectores locales en cada sociedad, frente a las alternativas de corte popular,
establecerán el contexto más amplio dentro del cual se han resuelto las contradicciones políticas fundamentales de
estos países en las distintas coyunturas históricas.

Es posible y necesario reconocer la existencia de una matriz propia, autónoma, de interpretación de los fenómenos
sociales. Un paradigma teórico político alternativo, con caracteres peculiares frente a las corrientes de pensamiento que
expresa las distintas vertientes del liberalismo, el nacionalismo aristocratizante y el marxismo ortodoxo.

Afirmar la existencia de una matriz autónoma de pensamiento popular latinoamericana implica reconocer la
legitimidad de las concepciones y los valores contenidos en las memorias sociales que en el transcurso de cientos de
años, fueron procesando la “visión de los vencidos”, diferente a la historia iniciada con la Edad moderna europea en los

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siglos XV y XVI. Conlleva la reivindicación de esas otras ideas sobre las cuales se han sustentado distintas experiencias y
movimientos políticos de América Latina.

Esta matriz autónoma del pensamiento, con valores de orientación nacional y popular, expresada en el ensayo político
latinoamericano, la literatura, los movimientos de masas, las manifestaciones de resistencia social y cultural, no
pretende una autarquía teórica (doctrina política y eco. Del sistema). Por el contrario, su sistematización requiere
elaborar respuestas críticas frente a los paradigmas eurocéntricos demostrando el carácter parcial que los impregna.
Estos relatos se fundamentan en ópticas lineales de progreso y civilización, plantean a los latinoamericanos la
reivindicación de una concepción del mundo asentada en su propia versión de la historia y silencian nuestro propio
drama en el pensamiento clásico de Europa.

Un ejemplo de esto es que en los mismos años en que Kant se preguntaba ¿Qué es la Ilustración? Tupac Amarú moría

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descuartizado por liderar la rebelión indígena que precediera a la independencia de América Latina.

El contraste entre estas dos experiencias político-culturales tan disimiles que se procesan en un mismo tiempo histórico
permite señalar cómo existen interpretaciones teóricas y políticas profundamente diferenciadas, si se consideran por un
lado las perspectivas de los grandes países de Occidente, asimiladas por ciertas capas sociales e intelectuales de América
Latina y, por otro, las vertientes que se ligan con las masas populares del continente. En este sentido, consideramos que
no existen marcos teóricos “inocentes” en sus consecuencias y vinculaciones políticas. Es posible desentrañar estas

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consecuencias y vinculaciones tras la aparente neutralidad científica de las distintas corrientes de la filosofía y las
ciencias sociales, se trata, de recuperar el potencial teórico autónomo contenido en el pensamiento latinoamericano.

La fluida articulación de las corrientes liberales, con las clases dominantes del continente en sucesivas formas de
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explotación neocolonial, o la incapacidad del marxismo para difundirse en las grandes masas del continente, dan cuenta
de las dificultades de “traducción” de las alternativas europeas a las reivindicaciones populares latinoamericanas. Por el
contrario, la estructuración de una concepción autónoma de orientación nacional y popular se acompañó de fuertes
consensos e intensa movilización de las mayorías sociales. Dan cuenta de la existencia de una línea historia nacional-
popular, sobreviviente, que recupera las tradiciones culturales, las luchas de emancipación y resistencia, los intentos y
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aspiraciones autónomas, las identidades sociales y regionales.

Desde nuestro punto de vista, las dificultades para llevar la crisis de las ciencias sociales latinoamericanas hasta las
interrogaciones mas sustantiva se ligan, con la tendencia a desvincular los desarrollos teóricos de los condicionantes
históricos, al tiempo que se ignoran, en el estudio de los pensadores del mundo central, las “vidas paralelas” de quienes,
en esos mismos momentos, pensaban y luchaban en AL por construir un mundo diferente al que pretendían imponerle
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las grandes potencias.

Un ejercicio de comparación entre la problemática y las principales líneas de pensamiento de latinoamericanos y


europeos que fueron contemporáneos en distintas etapas cruciales de la historia, puede dar pistas acerca de las fuentes
que han ido conformando esta matriz autónoma popular-nacional en AL.


Las matrices del pensamiento teórico-político


Afirmar que las grandes corrientes de las ciencias humanísticas y sociales están intrínsecamente vinculadas con
proyectos históricos y políticos de gran alcance, supone concebirlas como sistematizaciones conceptuales que influyen,
fundamentan o explicitan tales proyectos y que, por lo tanto, están siempre impregnadas de política aun cuando
pretendan ser portadoras de una impecable objetividad científica.

Esta relación históricamente condicionada entre la producción teórica y los procesos políticos, obliga a definir el lugar, la
perspectiva desde donde se interpretan los fenómenos sociales, y problematiza la pretensión de aquellas posiciones que
se autoatribuyen el patrimonio de la ciencia. Por eso, la premisa de la cual partimos busca establecer las connotaciones
y propuestas formuladas por los diferentes marcos conceptuales frente a los momentos históricos en los cuales
emergen, se actualizan, se adaptan y enriquecen; de modo tal que la controversia teórica deja de ser un problema
estrictamente académico y se entremezcla con los debates políticos que siguen el desarrollo histórico y social.

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La íntima relación entre ciencias humanas y política, entre vertientes académicas y los proyectos que se despliegan en
mutua confrontación, comienza a evidenciarse asimismo en el debate político y cultural europeo procesado en el
contexto actual de crisis de época y de las profundas reformulaciones en los planteos históricos de los países centrales:

Las crisis deshicieron las seguridades tan laboriosamente conquistadas… paralelamente a las múltiples dudas socavarían
todos los rincones de la práctica, así como, erosionarían las nociones epistemológicas más preciadas heredadas del siglo
pasado.

La definición y concentración misma de las categorías conceptuales están contaminadas por objetivos políticos globales
y desde su óptica peculiar influyen en los grandes enfrentamientos procesados durante el transcurso de la historia.

Para analizar de este modo las corrientes del pensamiento académico-político, es preciso adoptar un punto de vista
integral, un marco abarcador entendido tanto en términos teóricos como históricos. La mirada crítica incluye

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necesariamente una perspectiva englobadora, y se entremezcla con los espacios culturales más amplios, con el mundo
de lo político y de los comportamientos colectivos, con la interpretación de los principales hechos históricos.

El análisis crítico de las corrientes desde una óptica global, transdisciplinaria, se conjuga con el requisito de abordar los
fenómenos sociales e históricos desde una determinada idea de totalidad. Una mirada que no solo contemple en sus
principales tendencias los factores y contradicciones que juegan en una sociedad determinada sino, además, la

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articulación de estos procesos en su relación con otras sociedades con la dinámica internacional en un momento
histórico dado.

Uno de los instrumentos más típicos de distorsión y encubrimiento en las realidades sociales ha sido el aislamiento de
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los hechos particulares. No casualmente las vertientes de origen liberal son las que más enfatizan la parcialización en el
análisis de los procesos históricos, políticos y sociales, negando la posibilidad científica de abordarlos desde una
perspectiva de conjunto. Las verdades a medias, los silencios, acompañaron el desarrollo histórico del liberalismo, tanto
en la matriz de la filosofía jurídico-política (hombres libres e iguales), como en la versión de la economía política, que
prefiere ver a las sociedades cual fruto de la sabia e invisible mano del mercado.
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Planteamos un concepto de totalidad que sea capaz de develar los silencios de las corrientes hegemónicas en las
ciencias sociales y de hacer emerger las voces de otros protagonistas de la historia. Corriente hegemónica que,
jerarquizando los saberes parcializados, pretende imponer una versión “científica” que ve solo el rostro del progreso y
no el del espanto, que habla de una actualidad y de un nosotros de selectos e ignora a ese otro que integran las masas
populares de AL
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Denominamos matriz teorico-politica a la articulación de un conjunto de categorías y valores constitutivos, que


conforman la trama lógico-conceptual básica y establecen los fundamentos de una determinada corriente del
pensamiento.


Las diversas matrices de pensamiento contienen definiciones acerca de la naturaleza humana, la constitución de las
sociedades, sus formas de desarrollo, interpretaciones sobre su historia, elementos para la comprensión de los
fenómenos del presente y modelos de organización social que marcan los ejes fundamentales de los proyectos políticos
hacia el futuro. Asimismo, formulan planteos sobre los sujetos protagónicos, hipótesis sobre los comportamientos
políticos, económicos y sociales, y fundamentos para optar entre valores o intereses en conflicto. Constituyen, entonces,
los marcos más generales que actúan como referencia de las corrientes ideológicas.

La pregunta por la esencia de lo social, por el concepto de la sociedad es la base para la construcción de distintas
matrices presentes en las ciencias y en el pensamiento político e ideologico. A su vez, tales marcos conceptuales
establecen las líneas metodológicas, el “método” de la ciencia que es diferente, en sus aspectos más decisivos, para
cada una de las matrices consideradas.

Las matrices del pensamiento son expresión de procesos sociales, políticos, económicos y culturales, y tienden a incidir
sobre las realidades y los conflictos nacionales e internacionales. Conforman las bases de fundamentación de proyectos
históricos y guardan una fluida continuidad con las manifestaciones de la cultura, con las mentalidades predominantes

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en distintos estratos de población y en diferentes regiones, reflejando el carácter intrínsecamente polémico del
conocimiento social.

Entre el sentido común y los proyectos políticos con sus fundamentos teórico-conceptuales, existe una continuidad
otorgada por los sustratos culturales y los modos diversos de ver el mundo y practicar el conocimiento. Las matrices de
pensamiento serían entonces las teorías y conceptos de esos saberes y mentalidades propios de distintas capas de la
población de un país, de los cuales se nutren, y a la vez, les ofrecen modalidades de interpretación tendientes a
enriquecer los procesos del conocimiento y desarrollo del sentido común. Son formas de tematización de determinadas
visiones del mundo que han sido procesadas por las mentalidades sociales. Constituirían una resultante del pasaje desde
el uso o la aplicación implícita de una noción, hacia la reflexión que permite su utilización consciente, una
conceptualización de esas nociones.

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La perspectiva nacional y popular recupera como punto de partida la presencia contundente de las visiones del mundo,
de los saberes, valores, memorias y experiencias de las capas populares del continente. Se desarrolla a partir de esas
otras ideas de AL ignoradas por las vertientes hegemónicas en los ámbitos académicos.

Si es posible detectar como una constante del pensamiento europeo esa idea más profunda acerca de la superioridad
occidental. De la incuestionada primacía de sus idearios en tanto las únicas formas validas, como culminación de las
expresiones de lo humano; debemos interrogarnos acerca de las características del otro conocimiento que se constituye

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sobre nuestro continente luego de la conquista. De esas otras ideas existentes en AL, que se van conformando a partir
de la experiencia traumática del dominio occidental. Las que se procesan desde esas culturas acosadas, las que
hundieron sus raíces en los ancestros precolombinos y en los acervos de la esclavitud negra. Las que emergen en
grandes movilizaciones de masas, en movimientos reivindicativos de la dignidad y las identidades populares. Se trata de
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ver cuál es el potencial teórico, las concepciones autónomas ignoradas, los significados que expresan esas voces
silenciadas.

3.1 Rivera Cusicanqui: Los horizontes históricos del colonialismo interno”


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Intenta explicar el “abigarramiento” (embrollo) de la sociedad boliviana actual, en virtud de la persistencia de


contradicciones no-coetáneas ancladas en tres horizontes históricos de diversa profundidad y duración. Estos horizontes
o ciclos históricos que interactúan en la superficie del tiempo presente son:
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• El ciclo colonial, que constituye un sustrato profundo de mentalidades y prácticas sociales que organizan los
modos de convivencia y sociabilidad en lo que hoy es Bolivia, estructurando en especial aquellos conflictos y
comportamientos colectivos ligados a la etnicidad, a través de lo que denomina colonialismo interno. En el
período colonial formal, la polarización y jerarquía entre culturas nativas y cultura occidental se valió de la
oposición entre cristianismo y paganismo como mecanismo de disciplinamiento cultural. Esto implicaba la


culpabilización y destierro del “hereje“ o de todo aquel sospechoso de serlo (la mayoría de indios y mestizos) a
un mundo pre-social y sub-humano de exclusión y clandestinidad cultural.
• El ciclo liberal introduce el reconocimiento de la igualdad básica de todos los seres humanos, pero en un
contexto como el de la sociedad oligárquica del siglo XIX, se asocia a un conjunto de acciones culturales
civilizatorias, que implican una nueva y más rigurosa disciplina: el proceso de individuación y ruptura con
pertenencias corporativas y comunales, el cual se legitima en los supuestos derechos asociados a la imagen
ilustrada del ciudadano. Este proceso, que en Europa fue fruto de siglos de homogeneización cultural y
económica, resultó aquí articulado con estructuras y prácticas propias del ciclo anterior, convirtiéndose así en un
paradójico y renovado esfuerzo de exclusión basado en la negación de la humanidad de los indios. En esta fase,
un nuevo complejo de ideas-fuerza empieza a jugar un papel hegemónico como sustento de las reformas
estatales y culturales emprendidas hacia fines del siglo XIX, donde el darwinismo social y la oposición civilizado-
salvaje sirven para renovar la polaridad y jerarquía entre la cultura occidental y las culturas nativas, para

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emprender una nueva y violenta agresión contra la territorialidad indígena, comparable tan solo a la fase del
saqueo colonial temprano.
• Finalmente, en 1952 se inaugura el ciclo populista, que se superpone e interactúa con los dos ciclos anteriores,
puesto que no hace sino completar las tareas de individuación y etnocidio emprendidas por el liberalismo,
creando (reforma estatal centralizadora) mecanismos singularmente eficaces para su profundización: la escuela
rural masiva, la ampliación del mercado interno, el voto universal, y una reforma agraria parcelaria de vasto
alcance. Estos constituyeron renovados medios de liquidación de las identidades comunales y étnicas y de la
diversidad cultural de la población boliviana. En el plano político, la democratización de facto sería canalizada
hacia nuevos mecanismos de subordinación de la “plebe” cholo-india, a través de una amplia y centralizada
estructura clientelar que convirtió al Estado y la política en esferas exclusivas y excluyentes en manos de una
camaleónica casta señorial que hizo de la reforma un singular instrumento para “cambiar sin que nada cambie”.

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La oposición desarrollo-subdesarrollo, o modernidad-atraso, continúan cumpliendo funciones de exclusión y
disciplinamiento cultural, amparadas en la eficacia pedagógica de un Estado más interventor y centralizado.

Tanto las transformaciones coloniales, como las que emanaron de las reformas liberales y populistas, significaron, por lo
tanto, sucesivas invasiones y agresiones contra las formas de organización social, territorial, económica y cultural de los
pueblos andinos. En este proceso, la población indígena resistió de las diversas formas para evitar tanto la consolidación
del orden colonial, como las sucesivas fases reformistas que introdujeron renovados mecanismos de opresión y despojo

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material y cultura. En esta dialéctica de oposición entre invasores e invadidos, se sitúa uno de los principales
mecanismos de formación y transformación de las identidades en el país. Las identidades étnicas plurales fueron
sometidas a un tenaz proceso de homogeneización que creo nuevas identidades que podrían llamarse coloniales, por
llevar la huella de la estereotipación racial, la intolerancia cultural y el esfuerzo de “colonializacion de las almas”. En este
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sentido, postula que las contradicciones coloniales profundas, y aquellas que renovadas, surgen como resultado de las
formas liberales y populistas, son, aun hoy, elementos cruciales en la forja de identidades colectivas.

El complejo juego de oposiciones y adaptaciones entre nativos y colonizadores, en un país que aun hoy cuenta con un
60% de su población que se identifica con algún pueblo indígena, tiene importantes implicaciones para el debate sobre
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violencia estructural. Entre los hechos generadores de violencia, cabe destacar, el que una minoría criolla de origen
occidental monopolice desde hace siglos el poder del Estado y la capacidad rectora y ordenadora sobre el conjunto de la
sociedad, al ser dueña privilegiada de dispositivos estatales y espacios de poder social que le permiten dictar
unilateralmente normas de convivencia que adquieren fuerza compulsiva para el conjunto de la sociedad.

Apuntes de Internet:
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La producción intelectual de Silvia Rivera Cusicanqui representa un pasaje peculiar en el pensamiento latinoamericano
contemporáneo, centrada en el estudio de los procesos de colonización y la emergencia de luchas e insurgencias
populares en las sociedades andinas. En el presente artículo, nos enfocamos en las contribuciones que realiza la autora
al estudio de los movimientos sociales y las identidades políticas a través de la categoría de colonialismo interno. Este


concepto es entendido aquí como un marco teórico-metodológico que posibilita realizar una lectura en clave histórica y
compresiva tanto de los anclajes profundos del pasado como de las potencialidades del presente de los procesos
sociales regionales. Como marco interpretativo, el colonialismo interno permite analizar, no solamente la dinámica
multitemporal de los ciclos de largo aliento de nuestras sociedades, sino también la emergencia y reconstrucción
identitaria de los sujetos políticos a través de una revitalización de las memorias colectivas de diferentes profundidades
históricas.

3.2 Alemán- Horizontes neoliberales de la subjetividad” y “Diferencia entre sujeto y


subjetividad
Alemán se pregunta ¿Cómo el neoliberalismo construye subjetividad?. El neoliberalismo es, un modo de producción,
que presenta características particulares que otros modos de dominación no presentan. El neoliberalismo construye
poder como una totalización, intenta ser el todo social, intentando avanzar sobre el lenguaje y la subjetividad.

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El poder no solamente oprime, también fabrica consensos, establece la orientación subjetiva y produce una trama
simbólica que funciona de modo “invisible”, naturalizando las ideas dominantes, escondiendo su acto de imposición. El
procedimiento de los medios, orientados por las corporaciones dominantes, se define como un acto de enunciación que
siempre busca esconder su carácter histórico e intereses que promueve. El orden simbólico que atraviesa al
Neoliberalismo, se comporta como un dispositivo racional que aparenta promover diversas formas de subjetividad.

Cuando se trata del orden simbólico del lenguaje, se deben distinguir dos dimensiones distintas. En primer lugar, hay
que señalar la “dependencia y subordinación” del ser hablante con respecto a la constitución del sujeto. El ser humano
es capturado por el lenguaje para volverlo un sujeto. Tal dependencia del sujeto, debe distinguirse de la dominación
construida de una forma socio-histórica. Son dos vertientes de lo simbólico que, obedecen a lógicas distintas. La primera
dependencia simbólica es ineliminable y constitutiva del sujeto. La segunda, es susceptible de distintas transformaciones
epocales.

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Lo que le otorga especificidad al Neoliberalismo es que es el primer régimen histórico que intenta por todos los medios
alcanzar la primera dependencia simbólica, afectar tanto los cuerpos como la captura por la palabra del ser vivo en su
dependencia estructural. En este aspecto, el Neoliberalismo necesita producir un “hombre nuevo” engendrado desde su
propio presente.

La política, ahora más que nunca, debe oponerse al “crimen perfecto” del Neoliberalismo, que en su despliegue

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contemporáneo intenta, en su dominación socio-histórica, tocar y alterar severamente el lugar del advenimiento del
sujeto en el campo del lenguaje.

Actualmente el Neoliberalismo disputa el campo del sentido, la representación y la producción biopolítica de


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subjetividad.

La novedad del Neoliberalismo radica en: la capacidad de producir subjetividades que se configuran según un paradigma
empresarial, competitivo y gerencial de la propia existencia. Es la “violencia sistémica” del régimen de dominación: no
necesitar de una forma de opresión exterior, y en cambio lograr que los sujetos se vean capturados por una serie de
mandatos e imperativos, donde se ven confrontados en su propia vida, en el propio modo de ser, a las exigencias de lo
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“ilimitado”.

Desde muy temprano, las vidas deben pasar por la prueba de si van a ser aceptadas o no, en el nuevo orden simbólico
del Mercado. Éste funciona como un dispositivo que se nutre de una permanente presión que impacta sobre las vidas,
marcándolas con el deber de construir una vida feliz y realizada.
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Las epidemias de depresión, el consumo adictivos de fármacos, las patologías de responsabilidad desmedida, el
sentimiento irremediable de “estar en falta”, el “no dar la talla”, la asunción como problema personas de aquello que es
un hecho estructural del sistema de dominación, no son más que las señales de que el Capitalismo contemporáneo nace
tal como lo confirma la cultura norteamericana con la primacía del yo y los distintos relatos de “autorrealización”


formulados para sostenerla.

Ya no se trata de la clásica alienación, ahora el neoliberalismo se propone fabricar un “hombre nuevo”, sin legados
simbólicos, sin historias por descifrar, sin interrogantes por lo singular e incurable que habita en cada uno.

La Hegemonía es la lógica constitutiva de la política y no simplemente una herramienta de la misma. No es una voluntad
de poder, ni un deseo de adueñarse del espacio de la representación política.

El poder neoliberal es una dominación que se disimula como consenso, una dominación que se presenta más como una
dependencia a una serie de dispositivos que conforman a la subjetividad que como una sumisión impuesta. También se
presenta como una dependencia inerte a determinados mandatos, que si bien no son explícitos, son eficaces. Es lo que
llamamos corrientemente la “naturalización” del poder neoliberal.

Los líderes, elecciones, participación en instituciones políticas, medios de comunicación, etc., no expresan la Hegemonía
ni la representan, son parte de la misma.

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Es la política, el único lugar posible donde se puede dar combate al proyecto de deshistorización y desimbolización que
el Neoliberalismo comporta. Sin ella, no habría nada que oponer como hegemonía al régimen del capital. El
Neoliberalismo es la primera fuerza histórica que se propone tocar, alterar, y volver a producir al sujeto, intentando
eliminar así su propia constitución simbólica.

La idea de Lacan es que el capitalismo ha logrado introducir una nueva relación entre la falta y el exceso, una nueva
relación entre el carácter insaciable del deseo humano y el exceso del goce. Esta nueva relación hace que podamos
captar que en el siglo XXI ha surgido un nuevo tipo de subjetividad neoliberal: “el empresario de sí mismo”. No alguien
que tiene una empresa, sino que gestiona su propia vida como un empresario de sí mismo, como alguien que está todo
el tiempo en relación consigo mismo y en su relación con los otros, concibiendo, gestionando, organizando su vida como
una empresa de rendimiento. Ser empresario de sí mismo ya no es trabajar para el otro, tal como lo describía Marx bajo
la forma de explotación de la fuerza de trabajo, es explotarse a uno mismo en la culminación del rendimiento y en la

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obtención del plus de goce.

Ese malestar del siglo XXI es precisamente el que se determina de este modo: el acceso de sujetos a maneras del plus de
gozar, que tienen que ver con un rendimiento de sí mismos que los pone más allá de sus propias posibilidades.

El Neoliberalismo no solo fabrica a sujetos que deben ser empresarios de sí, sino que también se fabrican deudores. De
modo que, el reverso de este empresario de sí es precisamente un deudor que está frente a un acreedor frente al cual

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no va a poder jamás cancelar la deuda. Las deudas, son las nuevas formas de subjetivar al sujeto en la época neoliberal
del Capitalismo. El secreto del capitalismo es la subjetividad, y el verdadero botín de guerra del Capitalismo
contemporáneo es el sujeto.
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El capitalismo ha logrado para su reproducción ilimitada, para su extensión planetaria, intervenir, modular y producir
una nueva subjetividad.

• Diferencia entre sujeto y subjetividad.

La diferencia entre el sujeto del inconsciente y la denomina subjetividad, por la filosofía, es una cuestión clave.
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El nuevo malestar, propio del Capitalismo de rendimiento y goce, donde la sexualidad, el trabajo y el deporte, han hecho
una amalgama en la que el sujeto está todo el tiempo más allá de sus propias posibilidades, mucho más allá de lo que es
posible para él sostener.

Al haberse roto la relación establecida por Marx entre el Capital y el trabajo, ya no se explota al trabajador para extraer
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plusvalía, sino que, más bien se lo condena a producir “plus de goce”. Esta es la verdadera conclusión del discurso
capitalista. Se trata de una nueva forma de explotación que genera un in-empleado que no produce plusvalía en la
relación capital- trabajo, pero si produce plus de goce.

Hernández Arregui- Imperialismo y cultura




Hernández Arregui, es un autor argentino, que trabaja mucho el aspecto cultural pensado desde Argentina. La atención
va a estar puesta en la clase media argentina, en aquellos sectores que, no son expresión de lo popular pero tampoco de
la clase alta.

En sus ensayos defendió una concepción de carácter nacional y marxista de la historia, que señala la situación de
dependencia económica pero sobre todo cultural de la Argentina. Postuló la elaboración de una literatura, y por tanto
una cultura, argentina. Denunció a la oligarquía argentina como agentes locales del imperialismo británico y
estadounidense.

El punto de partida del trabajo es la consideración de la actividad cultural como ideología y con relación a la literatura en
tanto personificación encubierta de un ciclo económico. Es una respuesta a la situación posperonista. La finalidad del
libro es probar cómo esa generación fue instrumento del imperialismo, que se valió de ella para reforzar la conciencia
falsa de lo propio y desarmar las fuerzas espirituales defensivas que luchan por la liberación nacional.

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El imperalismo, la crisis de 1929 y la literatura de Buenos Aires.

El modernismo literario, coincide con la victoria del radicalismo en 1916. El radicalismo, es tanto una oposición al
régimen oligárquico, como el intento de consolidar una cultura de raíz nacional. En 1929 producto de la crisis asociada a
la ancianidad del presidente Yrigoyen, al debilitamiento del partido que lo apoyaba por contradicciones internas y la
fricción imperalista anglo-yanqui por el petróleo preparan el golpe de 1930 que derrocó al popular presidente.

La situación del país después de 1930.

A raíz del golpe de septiembre de 1930 se consuma la sujeción total de la economía al capital extranjero. La medida de
fondo fue la creación del Banco Central, organizado sobre las directivas de un funcionario inglés. El Banco de la Nación
Argentina se convirtió en sucursal del Banco de Inglaterra.

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El control sobre la política crediticia le otorgó poderes exclusivos para fomentar determinadas formas de producción
que interesaban a Gran Bretaña y ahogar todo crecimiento industrial que favorece al país. En su poder quedó la
conducción de la política monetaria, el comercio de importación y exportación y la regulación de toda actividad nacional
que contrariase los intereses monopolistas extranjeros.

“La soberanía nacional fue vendida a una voluntad extraña”. Éste es el período más sombrío de nuestro retroceso como
Nación y de los brillantes negociados del imperialismo anglo-yanqui en la Argentina.

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Las políticas se asociaron a un plan interno de desintegración y debilitamiento de la economía nacional, asi por ejemplo,
la ley de unificación de los impuestos internos, dio origen a las juntas reguladoras y reforzó el monopolio de los
frigoríficos en el comercio de las carnes interno e internacional. El interior con esta política, fue condenado a la miseria,
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a los bajos salarios.

El golpe de septiembre remató en un entendimiento anglo-yanqui sobre el petróleo y significó la retrogradación de Y.P.F
en materia petrolífera. En 1935 el sojuzgamiento del país estaba concluido. El pueblo sufrió esta abjuración bajo la
forma de un sufrimiento real y la literatura refleja el estado general de descreimiento y desencanto que se abatió sobre
el país, como una desorientación primero y un resentimiento inconciliable contra la clase gobernante después.
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La situación de la clase media.

Con la crisis de 1929, familias enteras se arruinaron. La caída de los valores, en un país que dependía enteramente de la
exportación de materias primas, repercutió en todas las clases sociales. La desocupación urbana y campesina, la
depresión de la pequeño-burguesía agraria, crearon el clima favorable al fermento político colectivo. La lucha popular se
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planteó simultáneamente contra la oligarquía ganadera, representada por el partido Conservador, y contra el
imperialismo.

La clase media se encontró en 1930 desconcertada. La caída del presidente Yrigoyen inicia la época del fraude. La


desocupación se extendió sobre el país y creó un ejército de reserva que aseguró la economía de miseria de los sectores
más numerosos y débiles del país.

Alrededor de la desintegración del radicalismo y sobre el fracaso ideológico de las clases medias, surgen tendencias de
derecha e izquierda.

El papel de los intelectuales.

Después de 1930, se observa una doble actitud por parte de los escritores argentinos. Mientras la mayoría se acomoda a
la nueva situación, otros toman otra ruta: el nihilismo literario, o bien, el redescubrimiento de lo argentino. (*Nihilismo:
negación de toda creencia o principio moral, religioso, político o social). Tales sectores, oriundos de la clase media,
tienen conciencia de la crisis mundial, pero en los comienzos, su actitud frente al país es inconcreta. El “ser nacional” se
concibe en abstracto o no se piensa en él. Esa literatura es sincera frente a la realidad, pero aparece impregnada de un
pesimismo ambiental, de un sentimiento de frustración inasible. Reflejan, sin embargo, muchas de sus creaciones, la
atmósfera colectiva que vive Buenos Aires por esos días.

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A raíz de 1930 las clases medias y proletarias sufrieron rudamente el golpe. La ciudad se entristeció. Se tornó callada. El
sentimiento de derrota fue característico de esta época. Se sabía en silencio, con resignación o rabia, que el país no
pertenecía a los argentinos. Aquella sensación de extranjería se agravaba por el entrecruzamiento exótico de las lenguas
forasteras, en el mercado, en el café, en la cancha. Era una ciudad sin patria.

En esa atmósfera creció en sentimiento de inferioridad y de tristeza. Lo extranjero envolvía a lo argentino por todas
partes, en los cines, avisos comerciales, escaparates iluminados de los negocios.

En este clima nació la literatura de la pequeño-burguesía porteña. Sentimental y anárquica. La creación literaria de
entonces hunde sus raíces en las fuentes vivas de ese mal real. La opinión sobre la vida y el mundo de aquella
generación ofrece, a través de los cultores del período, una analogía de estilo sorprendente, tras la cual se percibe el
estilo colectivo de desesperanza, de refugio en la propia individualidad exasperada, de escepticismo frente al país.

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La literatura pequeño-burguesa, y en ella la conciencia política, es pura explosión sentimental. Nadie cree en nada.

Por ejemplo, Héctor Eandi, un provinciano, reproducirá el retorno a la realidad de los chacareros arrendatarios que han
pasado bruscamente de la prosperidad de 1920 a la caída vertical de los precios de los cereales:
“De allá traje este hombre solo, encariñado también con esa tierra donde los hijos del gringo, como yo, tratan de conquistar lo que
diariamente están creando sin conseguir hacerlo suyo”.

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Raúl Scalabrini Ortiz, vacila entre las ideologías que marcan el paso histórico de su generación y un vago amor a la
Argentina:
“Los nacionalismos políticos no me interesan, aunque sentimentalmente todo lo argentino me preocupa”.
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La soledad del hombre porteño.

Dos temas íntimamente vinculados entre sí se difunden por esta época: la tristeza del hombre argentino y la soledad del
porteño. Ya no es Europa el contenido de esa soledad. Es la ciudad. Se trata, pues, de una soledad que mira hacia
adentro. Una soledad sentimental. No es Europa yuxtapuesta a lo propio lo que duele, es el país, más concretamente la
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ciudad portuaria.

Miles de porteños, amontonan en la tristeza de los bares sus voluntades aisladas en un sentimiento común e
intransferible, porque es de todos sin pertenecer a nadie, y los comprime y solidariza humanamente dentro de los
límites de una indeterminada frustración colectiva.
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Enrique S. Discépolo, poeta popular, reproduce esa tristeza de la ciudad, de la vida, del café:
“Cómo olvidarte en esta queja
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida


que se pareció a mi vieja”

El tango como reflejo social.

En el tango también se vió reflejada la situación social del país.

Kusch- La negación del pensamiento popular. “La fórmula del estar siendo (Profesor de
filosofía)
¿Cómo hacemos para apartarnos de la cultura occidental?. Kusch trabaja desde la filosofía

Kusch inagura una etapa del pensar situado, elaborando un pensar propio y culturalmente arraigado. Propone escapar
de los condicionamientos impuestos por el pensamiento occidental que comprimen los esquemas de la realidad propia
de américa latina.

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Kusch logra superar la oposición entre el ser y la nada a través de una nueva categoría denominada “estar siendo”.

La cultura eurocéntrica se ha ocupado de analizar el ser pero sólo hasta los límites del no-ser. Para Kusch, lo
determinante en América es el “estar” con prioridad sobre el “ser” de Europa. El “estar” representa esta en la
quebradura de la razón, es decir, al margen del cogito cartesiano. El “estar” es el “entre”, es el lugar ambiguo entre el
algo que es y el algo que concretamente está, es el ámbito donde tiene lugar la deconstitución del sujeto. El estar siendo
representa la curvatura del ser sobre sí mismo, volviendo a su fondo y hallando en él la infinita posibilidad.

Kusch reconoce que nuestras contradicciones culturales y políticas en América Latina tienen lugar entre el ES definible
(que tiende a inmovilizarse, ser absoluto y tradicional) y el ESTAR que corresponde al “no más que vivir”.

Nuestra hibridez radica en no encontrar una expresión cultural de la estructura de nuestro vivir como seres americanos.
Nuestra autenticidad tendrá lugar cuando podamos habilitar la estructura del ESTAR SIENDO como posibilidad.

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Desde Latinoamérica tenemos una nueva fórmula para pensar y así poder apartarnos de la cultura occidental. Dicha
fórmula radica en la negación de la cultura occidental, para empezar a existir. A partir de negar la cultura dominante que
nos es impuesta, empezamos a poder existir, a poder ESTAR. Poder ESTAR, se logra a partir de la negación del SER.

Occidente a partir de su noción de ser, niega la heterogeneidad, niega la existencia de lo diverso. El ser occidental se
plantea como el único; tenemos que apartarnos de estar forma de ver y a partir del estar comenzar a existir como

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cultura.

América es un continente de afirmaciones pero son todas afirmadas por otros e introducidas por otros sin que nosotros
hayamos participado de su creación. Por esta razón experimentamos una contradicción interna en nuestra identidad
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latinoamericana. Hay un desgarramiento ontológico entre el estar y el ser. Mientras el occidental siempre es, nosotros
estamos. Siempre estamos en el puro estar y sentimos la exigencia de tener que optar por ser sin que seamos
realmente.

Kusch afirma que en vez de pensar desde la afirmación de lo que sabemos y desde nuestros deberes impuestos, en
América, buscamos en lo opuesto y recurrimos a lo que sentimos como negado. Desde nuestra negación de eso que se
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nos impone como ajeno, logramos la afirmación de nuestro estar. La ciencia impone afirmaciones como formas de ser
acabadas y en América el vivir va desde la negación a la afirmación, en sentido inverso.
Kusch critica el hecho de trasladar las estructuras del modelo científico rígido con el fin de encorsetar las formas
auténticas de nuestro vivir americano.
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La importancia de la negación es que tiene algo de decisión voluntaria, supone la negación de lo dado e implica la
elección de un camino propio, lleva a lo irracional en sí, es la puesta en práctica de lo emocional.

Kusch propone negar a aquellos que no redimen con la dádiva material, el dinero, el reproche o el concejo redentor.
Estos dicen no a una parte de nosotros, y nosotros nos resentimos diciendo sí a esa parte que niegan.


Decimos no para negar realmente. Decir no a quien nos acosa es eliminarlo del mundo, es suprimirlo, como si
hiciéramos una América nueva para nosotros solos, para que triunfemos también a solas.

Hay evidentemente una diferencia considerable entre mi existencia y la propuesta para ser, o algo así como una
contradicción entre mi vida y el papel que debo jugar, una oposición entre eso que estoy y lo que debo ser.

Estar resentido es una forma de negarse a la afirmación que nos quieren imponer.

Mariátegui- La tarea americana. Nacionalismo y vanguardismo en la ideología política


*vanguardismo: Conjunto de movimientos y tendencias artísticas y literarias de carácter renovador que surgieron a principios del
siglo xx.*
*reivindicar: Reclamar o pedir [alguien] con vehemencia y firmeza una cosa a la que tiene derecho y de la cual ha sido desposeído o
está amenazado de serlo.*

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José Carlos Mariátegui, escritor e ideólogo peruano. El autor indica que en el país contemporáneo se ha gestado (entre
las nuevas generaciones) un movimiento vanguardista cuya propuesta capital es la reivindicación del indio. Critica
posturas conservadoras para las cuales “lo nacional” empieza a partir de la colonia y prolongan su historia mediante el
“artificio de anexarse no sólo todo el pasado (…) de España sino también todo el pasado y la gloria de la latinidad”. Tal
es, a su juicio, el drama nacional bajo una ideología importada de intereses creados desde la Conquista y la implantación
del Virreinato. Mariátegui aclara que el indigenismo de la postura vanguardista no es una “restauración utópica”, sino, al
contrario, “una activa y concreta solidaridad con el indio de hoy”.

Es uno de los intelecutuales más reconocido de la historia de Perú, y uno de los principales estudiosos
del marxismo en América Latina.

El autor propone un quiebre epistemológico. Rompe con la metodología de trasladar lo europeo a otras cultura, con el

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marxismo clásico tradicional, que realizaba un análisis de otras culturas a partir de Europa; en otras palabras, romper
con aquella metodología que a partir de copiar la situación de Europa, buscaba rasgos de semejanzas con otras culturas.
Mariátegui, propone aprovechar, tomar, lo que sirve que no es lo mismo que copiar.

Mariátegui trabaja el problema del indígena. Para este autor, el sujeto transformador, va a ser el indígena.

NACIONALISMO Y VANGUARDISMO EN LA IDEOLOGÍA POLÍTICA.

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La reivindicación* capital del vanguardismo es la reivindicación del indio.

El problema indígena se presenta como el problema de cuatro millones de peruanos. Expuesto en términos
nacionalistas, se presenta como el problema de la asimilación a lo nacionalidad peruana de las cuatro quintas partes de
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la población del Perú.

Lo nacional, para todos nuestros pasadistas, comienza en lo colonial. Lo indígena es en su sentimiento, aunque no lo sea
en su tesis, lo pre-nacional. El conservatismo no puede concebir ni admitir sino una peruanidad: la formada en los
moldes de España y Roma. Este sentimiento de la peruanidad tiene graves consecuencias para la teoría y la práctica del
propio nacionalismo que inspira y engendra. La primera consiste en que limita a cuatro siglos la historia de la patria
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peruana.

El Perú, como se lo representa esta gente (nacionalismo), no desciende del Inkario autóctono; desciende del imperio
extranjero que le impuso hace cuatro siglos su ley, su confesión y su idioma.

Ningún nacionalismo puede prescindir de la tierra. Este es el drama del que en el Perú, representa el espíritu y los
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intereses de la conquista y la colonia.

La vanguardia propugna la reconstrucción peruana sobre la base del indio. La nueva generación reivindica nuestro
verdadero pasado, nuestra verdadera historia.


Manifiesto de la Confederacion General de Trabajadores del Perú a la Clase Trabajadora del país (1929).

La creación de la central del proletariado peruano cierra una serie de intentos de la clase trabajadora por dar vida a una
federación unitaria de los gremios obreros.

El nacimiento de nuestra Central no es pues, obra de la casualidad, sino de todo un proceso que ha seguido el
Proletariado Peruano en su esfuerzo de reinvidacacion.

Hasta el presente se ha hablado siempre de organización, pero en una sentido general, sin que los trabajadores hayan
podido darse cuenta del tipo de organización de clase que reclama la defensa de sus intereses. La conferencia general de
trabjadores de Peru aborda este problema delineando a grandes rasgos la forma de organización, por la cual luchará
incesantemente. La situación general del país, con su incipiente desarrollo industrial en las ciudades, carácter feudal del
latifundismo en la costa y en la sierra, ha impedido hasta el presente el desenvolvimiento clasista del proletariado.

¿Cuáles son las ventajas de la organización sindical?

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1) Tiene la ventaja de que permite la agrupación de todos los obreros que trabajan en una misma empresa, o
industria, en un solo organismo sin distinción de raza, edad, sexo o creencias para la lucha por su mejoramiento
económico, para la defensa de sus intereses de clase.
1) Destierra el burocratismo establecido por el sistema mutual, que entrega todo el maquinismo director en manos
del presidente, que en muchos casos no es ni obrero.
2) Adiestra al obrero a manejar sus intereses por sí mismo educando y desarrollando su espíritu de clase,
desterrando al intermediario que casi siempre resulta un político oportunista.
3) Siendo una organización de defensa económica, resuelve todos los problemas económicos de los trabajadores,
con la formación, bajo su supervigilancia, de cajas mutuales cooperativas, etc. Que no son más que secciones del
sindicato, como lo es la sección de deportes obreros, de cultura, de solidaridad, artística, biblioteca, etc.

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Problemas del proletariado industrial racionalización.

El avance del capital financiero no encuentra mejor cauce por donde prosperar que la explotación incesante de la clase
trabajadora. El sistema actual de la racionalización de la industria nos demuestra como organiza la burguesía su sistema
de explotación. Esta explotación la encontramos en las grandes compañías, las cuales, para su mejor
“desenvolvimiento”, hacen rasa tabla de los derechos que asisten a los trabajadores, con el sistema empleado de
destajos y “contratistas”.

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Problema de la juventud.

Hasta el presente el problema de la juventud obrera no ha sido planteado. Aun mas, algunos no le dan importancia. Pero
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si nos detenemos a estudiarlo veremos de manera concluyente que no puede quedar relegado y que la organización de
la juventud nos dará una fuerza más activa para nuestras luchas. Consideremos a los jóvenes aprendices que trabajan en
los talleres, que por carecer de las nociones propias del oficio tienen que desempeñar comisiones domésticas y otras
tantas, aun en casa del patrón, que no tienen nada que hacer con el oficio que van a aprender. La jornada de labor para
los aprendices en el mejor de los once de la noche, es decir que se trabaja catorce horas diarias. El jornal inicial, si se
prescinde de los que trabajan sin recibir nada, es de ochenta centavos, o un sol, jornal que no varía hasta que a juicio del
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“patrón” el aprendiz ya es oficial; su jornal entonces sube hasta dos soles.

Problema de la mujer.

Si las masas juveniles son tan cruelmente explotadas, las mujeres proletarias sufren igual o peor la explotación. Hasta
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hace muy poco, la mujer proletaria tenia circunscripta su labor a las actividades domésticas en el hogar. Con el avance
del industrialismo, entra a competir con el obreros en la fábrica, taller, empresa, etc. desterrando el prejuicio que la
encerraba a hacer vida conventual. Si la mujer avanza en la vía de su emancipación en un terreno democrático-burgués,
en cambio este hecho suministra al capitalista mano de obra barata a la par que un serio competidor al trabajador
masculino. Así, la vemos en las fábricas textiles, galleterías, lavanderías, fábricas de envases y cajas de cartón, jabones,


etc. en que, desempeñando las mismas funciones que el obrero, desde el manejo de la maquina hasta la más mínima
ocupación, gana siempre de cuarenta a setenta por cierto menos que el varón. Al mismo tiempo que la mujer se adiestra
para desempeñar funciones en la industria, penetra también a las actividades de oficinas, casas comerciales, etc.
compitiendo siempre con el hombre y con gran provecho de las empresas industriales que obtienen una baja apreciable
de los salarios y aumento inmediato de sus ganancias. Toda la defensa de la mujer que trabaja esta reducida en la ley
2.851, que por su reglamentación deficiente por cierto, pese al espíritu del legislador, en la práctica no llena sus fines y
por lo tanto no impide la explotación de que es víctima la obrera.

Problemas del proletariado agrícola.

Si el problema agrícola y campesino requiere una gran atención, el problema indígena no puede quedar a la zaga. Al
ahondar este problema, veremos el enlazamiento que tiene con el problema agrícola, campesino y minero, etc. de ahí
que, al tratar este problema desde el punto de vista sindical, tiene que hacerse a base de la organización, de la
educación clasista. El problema indígena está ligado al problema de la tierra, y en su solución no podrá avanzarse si no

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es a base de la organización de las masas indígenas. El indio en nuestras sierras trabaja de seis a siete meses al año,
tiempo que por lo general dura la siembra y cosecha de sus productos. En los meses restantes se dedica a trabajar en
los latifundios serranos y minas, uns y otros en las haciendas de la costa, haciéndose de inmediato trabajador agrícola.

IInmigración.

La influencia cada día mayor de trabajadores inmigrantes exige que tampoco se deje de lado este problema en la
organización sindical. Las organizaciones sindicales no pueden estar imbuidas de falsos prejuicios nacionalistas, porque
prejuicios favorecen integrantemente el capitalismo, que siempre encontrara elementos dóciles entre los compañeros
inmigrantes para enfrentarlos a los trabajadores “nativos”, haciéndolos desempeñar labores de “crumiros” y
rompehuelgas. Puesto que nos agrupamos bajo principios que nos dicen “trabajadores del mundo uníos” debemos de
proceder a dar cabida en nuestros sindicatos a todos los trabajadores, asiáticos, europeos, americanos o africanos, que

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reconociendo su condición de explotados, ven en el sindicato su organismo de representación y defensa; precisa que los
sindicatos destaquen comisiones de militantes que, confundiéndose con los trabajadores “extranjeros”, estudien sus
condiciones de vida y sus necesidades para plantearlas en los sindicatos, los cuales defenderán con todo interés las
reivindicaciones de estos compañeros, englobándolas en los pliegos de reclamos que presentan en las empresas.

Leyes sociales.

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El trabajador peruano, hasta el presente, no está aún amparado por leyes sociales eficaces. El decreto dado en 1919
sobre jornada de ocho horas, la ley de accidentes de trabajo, la ley de protección a la mujer y el niño, apenas sin son
conatos de esta legislación. El decreto de las 8 hrs, que fue arrancado por la fuerza solidaria del proletariado de la capital
en 1919, hasta el presente solo ha sido cumplido en determinados sectores, en una que otra fábrica donde la fuerza de
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la organización de los trabajadores ha impedido su violación, pero después, comenzando por las pequeñas fabriquitas
que existen en Lima, como las de envases, cajas de cartón, zapatos, jabones, lavanderías, talleres de moda, sucursales de
panaderías, etc. y llegando a las más grandes empresas, todos hacen rasa tabla de sus disposiciones.

El obrero no cuenta hasta hoy con ninguna disposición que lo ampare en caso de enfermedad, muerte natural, vejez,
despido, etc.
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Boaventura De Sousa. “Epistemologías del Sur”

A la descripción del norte global le corresponde la existencia de un sur global. Una definición que se refiere a las
perspectivas que han sido geopolíticamente excluidas. El planteamiento de que existe una epistemología del sur destaca
o subraya que han existido a lo largo de la historia un conjunto de prácticas de conocimiento que han nacido en la lucha
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de quienes han sido explotados, discriminados, vulnerados, segregados de las maneras más múltiples.

La epistemología del sur se justifica por la existencia de comprensiones del mundo más amplia a la concepción
occidental. Ellas han existido siempre y van emergiendo en la actualidad. Ante la injusticia de conocimientos, la


epistemología del sur, plantea una ecología de saberes que no desecha el conocimiento del norte global pero lo sitúa en
una nuda posición de igualdad.

Se debe anotar también, que la construcción de la epistemología del sur, en el contexto contemporáneo del –agotado,
pero dominante- conocimiento del norte global es concebido como un acto de resistencia. El conocimiento del sur está
constantemente atacado. Pero la importancia de pronunciar la existencia de la epistemología del sur es porque da
cuenta de que existe ‘un pensamiento alternativo de alternativas’, afirmó Boaventura.

Ahora bien ¿qué tácticas o estrategias tenemos a la vista para robustecer a la epistemología del sur? ¿Cómo estos
enfoques distintos al conocimiento del norte global pueden reivindicarse sin ser asimilados? Al respecto Boaventura
mencionó tres líneas de trabajo.

La primera consiste en trabajar en una sociología de las ausencias. Esta sociología tiene consciencia del abismo que
separa el conocimiento moderno de los demás conocimientos. Un abismo abierto tras el colonialismo y que deja al otro

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conocimiento en condición de subalternidad. La sociología de las ausencias a más de crear consciencia sobre esta
separación busca –que aquellos conocimientos separados por el abismo desde el colonialismo- se fortalezcan.

La segunda línea de trabajo es la sociología de las emergencias. Esta sociología debe tener en cuenta que las opresiones
contemporáneas provocan la emergencia de nuevas formas de lucha. Estas formas de lucha engendran nuevos
conocimientos que requieren también ser fortalecidos. Estas luchas engendran utopías que son neutralizadas por la
concepción de derechos humanos (que resulta más a fin a perspectivas individualistas burguesas, anotó Boaventura),
pero que sin embargo son esperanzadoras y deben ser fortalecidas.

Es decir, que la epistemología del sur se enfoca aquello históricamente excluido (sociología de las ausencias) y también
aquellos movimientos de lucha social que están emergiendo que también alimentan esta epistemología (sociología de
las emergencias). La última línea de acción es la traducción intercultural.

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Esta línea de trabajo implica establecer puentes comunicativos entre distintas culturas. Una interpretación de los
significados, no solamente lingüísticos. Una comunicación que permita evitar las guerras. Ejemplificó una discusión que
mantuvo en Túnez, después de la primavera árabe, donde se negaban a tomar como reivindicación a los derechos
humanos. Rechazo que se justificaba, explicaba Boaventura, por la asociación entre derechos humanos y colonización
francesa. Sin embargo, después de la discusión la dignidad fue un término que aglutinó reivindicaciones.

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El trabajo en la sociología de las ausencias, la sociología de las emergencias y el diálogo intercultural podrían permitir
manejar en circunstancias concretas las tensiones existentes contemporáneamente entre individuo/comunidad,
sociedad/naturaleza, e inmanencia/trascendencia (espiritualidad). La epistemología del sur debe entonces colectar el
conjunto de prácticas del conocimiento que busquen desmercantilizar, descolonizar y democratizar las relaciones
DD
sociales.
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