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N icolás Panotto

RELIGIÓN, POLÍTICA
Edición: Primera.Agosto de 2016

IS B N : 978-84-16467-48-8
Y POSCOLONIALIDAD
IB IC : HBTR, HRAB, HRAM2, HRLB

© 2016, Mino y Dávila srl / Mino y Dávila editores sl


EN AMÉRICA LATINA
A rm a d o y com posición: Eduardo Rosende
H acia una teologia
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(MINO y DÁVIJUV)
♦ E D I T OR E S #
ÍN D IC E

9 Prólogo, por Emmanuel Taub

21 Introducción

27 P r im era pa rte

Poscolonialismo, política, religión y nuevos


acercamientos a una convergência teológica

29 Capítulo 1
Espacio poscolonial, política subalterna
y comunidades religiosas

55 Capítulo 2
Pluralismo político y pluralismo religioso:
nuevos escenarios y matrices analíticas de la relación

77 Capítulo 3
Teologías, ciências sociales y descolonización dei saber:
convergências epistemológicas y hermenêuticas

91 Segun da pa rte

Deconstrucción de las teologías latinoamericanas

93 Capítulo 4
Per-vertir los fundamentos: desafios epistemológicos
y metodológicos a la "corporalidad” de las teologías
latinoamericanas. Una lectura de Marcella Althaus-Reid
107 Capítulo 5
Sujetos, bricolaje y abordaje teológico posfundacional:
Prólogo
el caso de Juan Luis Segundo

113 Capítulo 6
Ethos político y deconstrucción posfundacional de la
economia trinitaria: teologia pública en José Míguez Bonino
por Emmanuel Taub

137 Tercera pa rte

Apuntes para una teologia de lo público en América


— I —
Latina: visiones posfundacionales y poscoloniales

eligion y política nunca han dejado de caminar juntos.

R
139 Capítulo 7
Aunque dependiendo del m omento histórico se han
Descolonizar lo divino. Aportes para una teologia
dejado perder por caminos entrecruzados. Entre los
poscolonial dei campo religioso latinoamericano
bosques y la ciudad, el caminar siempre ha sido com­
partido. En este sentido, la ensenanza, desde sus orígenes, juega
153 Capítulo 8
un papel fundamental en la construcción de la humanidad. Esta
Los evangélicos y lo político: análisis histórico
tarea es la que George Steiner ha llamado la gran ensenanza. la
y nuevos acercamientos
educación dei espíritu humano encaminada a las tareas estéticas,
filosóficas, intelectuales" que eterniza no sólo al hombre indivi­
169 Capítulo 9
dual "sino también a la humanidad" (Steiner, 20 1 1 : 59). La en­
Pluralismo, religion y nuevos escenarios públicos
senanza es la apertura a la otredad, el encuentro con el prójimo,
en América Latina: hacia una teologia de la alteridad
y su reconocimiento. La ensenanza y la construcción de conoci-
sociopolítica
miento nos permite la construcción de un espíritu humano que
logre salirse de la soledad dei uno mismo en la escucha de las
177 Capítulo 1 0
voces del otro, en el descubrimiento de sus rostros y sus rastros.
Heterotopias, nomadismos e identidades populares.
La teologia y la política constituyen una parte de nuestra cul­
Una relectura del concepto de pueblo desde el relato
tura en su búsqueda de construir un saber. La cultura no seria
dei Éxodo en las teologías de la liberación
tal sin el diálogo siem pre problem ático de estas dim ensiones.
197 Capítulo 11 En este sentido, todo libro es un gesto político y, en el caso de
Religion, políticay poscolonialidad en América Latina de Nicolás
Posdesarrollo, diferencia e identidades socioculturales:
Panotto, también teológico-político. Todo libro es una forma de
lo divino entre-medio como aporte a una epistemología
trascendencia, un universo, un gesto ante uno, ante el otro, y ante
de la ecoteología
el mundo. Todo gesto busca una herencia y escribir es un acto
209 de libertad y de responsabilidad. En algún punto escribir es siem-
Bibliografia

9
B ib lio g ra fia
In tro d u cció n
Assmann, ]. (2012). "Monoteísmo e ico- M arram ao, G. (1 9 9 8 ). C ie lo y tierra.
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Abada editores.
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( 2 0 0 8 a ) . P a r q u e C e n tr a l. En H isto ria d e u n a a m ista d . B a rce ­
O bras: lib r o I / vol. 2, edición es- lona: Península.
ste libro pretende entrecruzar cuatro campos cierta-

E
panola a cargo de Juan Barja, Félix
Duque y Fernando Guerrero. Ma­ Steiner, G. ( 2 0 1 1 ) . L e c c io n e s d e lo s
mente com plejos y vastos: el fenómeno religioso, los
drid: Abada editores. M aestros. Buenos Aires: DeBolsillo.
procesos políticos, el quehacer teológico y los estúdios
(2 0 0 8 b ). S o b re el co n cep to d e Taub, E. (2 0 0 8 ). L a M odern idad atra-
v e s a d a . T e o lo g ia p o lít ic a y m e- poscoloniales y posestructuralistas. Dicha tarea es su­
historia. En O bras: lib ro I / vol. 2.
Madrid: Abada editores. sia n is m o . Buenos A ires: Mino y mamente enredada, por lo que se requiere tener claros algunos
Dávila editores.
Derrida, J. (1 9 9 4 ). S o b re un ton o a p o ­ puentes o ejes transversales que perm itan encauzar aportes,
(2 0 1 3 ). M esian ism oy redención.
c a líp tico a d o p ta d o recien tem en te críticas y complementariedades entre cada temática. En nuestro
en filo so fia . México: Siglo XXI. P ro le g ó m e n o s p a r a u n a t e o lo g ia
p olítica ju dia. Buenos Aires: Mino caso, dichas directrices son las siguientes, las cuales ampliaremos
Galindo Hervás, A. (2 0 0 3 ). La s o b e r a ­ y Dávila editores. y desarrollaremos a Io largo de este trabajo:
nia. D e la t e o lo g ia p o lít ic a a l co-
m u n ita rism o im p o lítico . Murcia: Taubes, J. (2 0 0 7 ). "Teologia y teo ria En primer lugar, el fenóm eno religioso representa una instancia
Res Publica. política". En Del cu lto a la cultura.
Buenos Aires: Katz Editores.
creciente, cam biantey cada vez m ás presente en el espacio públi­
Luduena Rom andini, F. (2 0 1 0 ). "Ka- co. Frente a ciertas visiones laicistas extrem as que han profeti­
téchon . La vida suspendida entre Villacanas, J. L. (2 0 0 9 ). "La leyenda de
dos Reinos y el mito de la sobera­ la liquidación de la teologia polí­ zado el paulatino declive de Io religioso frente al “progreso" de
nia divina". En La com unidad de los tica" (pp. 1 35-180). En C. Schmitt, las sociedades modernas, hoy podemos ver que los indicadores
espectros. I. A ntropotecnia, Buenos T eologia p olítica . Madrid: Trotta.
muestran un panorama sumamente distinto. Las expresiones e
Aires: Mino y Dávila editores.
identificaciones religiosas se han pluralizado a través de nue-
vas voces e hibridaciones, alcanzando una visibilización pública
que expresa, en realidad, el lugar que siempre han gozado en la
cotidianeidad de nuestras sociedades. Estos procesos desafían
concepciones sociales ortodoxas, que requieren ser replanteadas
a la luz de matrices analíticas alternativas.
Esta visibilización dei fenómeno religioso se inscribe de ma-
nera particular dentro de los procesos sociopolíticos contempo­
râneos. Y aqui el segundo puente: se evidencian en la actualídad
nuevos escenarios socioculturales, que dan cuenta no sólo de otras
coyunturas sino también de la em ergencia de diversas m ediacio-

20
P ró lo go
21
nes analíticas. Demás está decir que todo proceso político se en- cialesy Ia deconstrucción de sentidos socioculturales. Las diversas
cuentra en constante transformación, a partir de las dinâmicas corrientes que emanan de estos m arcos analíticos cuestionan
y demandas que se gestan en cada contexto y tiempo en donde ciertos reduccionismos dentro de los abordajes filosóficos con­
se asientan. Las últimas décadas -especialm ente desde tiempos temporâneos, como también ofrecen un replanteo de sus presu-
de posguerra- han sido sumamente vertiginosas en este campo, puestos a la luz de los nuevos contextos y sujetos que emergen
tanto para América Latina como en otros continentes. Se han
en el espacio público.
gestado todo tipo de movimientos, tanto a niveles globales como El valor de estas propuestas reside en inscribir los procesos
regionales y nacionales, lo que ha provocado el cuestionamiento sociales dentro de instancias de colonización que, lejos de desa­
de instituciones, prácticas y cosmovisiones políticas tradicionales, parecer tras la independencia de las jóvenes repúblicas latinoa-
y la emergencia de nuevos agentes y discursos. m ericanas, asiáticas o africanas, aún persisten de modos más
Desprendido de este último punto, nuestro tercer eje afirma complejizados, a partir de nuevas prácticas imperiales ejercidas
que Io religioso ingresa com o un discursoy sujeto central dentro no sólo por la coerción o maquinaria racionalizada de gobiernos
de los p rocesos de pluralización dei ca m p o y cosmovisión políti­ nacionales sino a través de medios de comunicación, políticas
ca contem porâneas. Ya sabem os que lo religioso siem pre tuvo culturales y la intervención de instancias multinacionales y cor-
un lugar central en la política Occidental. A lo que nos referi­ poraciones económicas. Pero su propuesta no queda aqui, ya que
mos concretamente en este caso es a las nuevas dimensiones de a partir de la com plejización de los procesos de circulación de
esta relación, donde comunidades religiosas están cada vez más los poderes coloniales, ofrecen un cuestionamiento a su estatus
involucradas en esfuerzos sociopolíticos dentro de la comunidad ontológico, evidenciando las fisuras que se dan en las prácticas,
civil, o donde vislumbramos el surgimiento de un conjunto de di­ discursos y m arcos ideológicos, lo que perm ite la em ergencia
versas corrientes teológicas -especialmente a partir de la década de instancias de resistência y resignificación, en el campo social,
de 1 9 7 0 - que han asumido mas conscientemente las implicâncias
político, económico y religioso.
políticas de su quehacer.
Hablar, entonces, de una teologia poscolonial y posfundacional
Es aqui donde ingresa la teologia como una disciplina que se significa evidenciar los procesos discursivos de la fe que ponen
ubica no ya como una práctica que sirve a los intereses dogmáti­
de manifiesto esta mímemis: por un lado, las fronteras que legi-
cos, institucionales o doctrinales de las comunidades religiosas timan marcos colonizantes (dei saber, dei cuerpo, de la creencia)
en si, sino como un marco que permite indagar con mayor pro- presentes tanto en la sociedad como en el campo religioso, y por
fundidad la pertinência sociocultural y política de los discursos y otro, desarrollar en qué medida esos mismos discursos y proce­
prácticas de fe. Esto va en línea con el renacimiento que ha alcan- sos son reapropiados por un conjunto de prácticas, discursos y
zado la teologia dentro de la filosofia política contemporânea, cuyo
agentes, con el propósito de construir heterotopías (otros luga­
lugar proyecta el estúdio de los discursos teológicos fundantes de res) desde maniobras de resistência, resignificación y subversión.
la geopolítica Occidental, como también de las prácticas religiosas
El propósito de esta obra, entonces, es dar un pequeno aporte
y cosmovisiones teológicas alternativas que ofrecen resistências al campo de la teologia política en América Latina, y su diálogo
y replanteamientos frente a las construcciones hegemónicas.
con las ciências sociales y la filosofia en torno al análisis dei lu­
Por último, el cuarto puente sostiene que Ias teorias posco- gar sociopolítico dei fenómeno religioso. Para ello, marcaremos
lon ialesy posfundacionales, con sus respectivas vertientes dentro un punto de partida filosófico y socioantropológico -la s teorias
dei análisis religiosoy teológico, nos ofrece un m arco alternativo poscoloniales y decoloniales, y su relectura dei fenómeno religio­
para exam inar estos procesos, al pon er énfasis en el lugar dei dis­ so - a partir dei cual propondremos una revisión de la tradición
curso, Ia construcción de identidades, Ia pluralidad de sujetos so- de la teologia de la liberación latinoamericana como manera de

22 I n t r o d u c t io n
N ic o l á s P a n o tto 23
nutrirnos de un camino sumamente rico en experiencia (religiosa, dei conocimiento de Karl Manheim, pasando por la teoria dei azar
espiritual, teológica y política] y producción académica. De aqui, de Jacques Monod, la teologia evolucionista de Pierre Teilhard de
haremos algunas propuestas para una teologia pública poscolo- Chardin y la teoria de la ciência y del lenguaje de Gregory Bateson.
nial y posfundacional.
Estudiaremos los principales elementos de su teologia y en qué
Para lograr este objetivo, el libro se extiende en tres partes medida se acerca a muchos de los presupuestos filosóficos y po­
principales, que pretenden sistematizar y vincular las temáticas líticos de las teorias sociopolíticas contemporâneas.
hasta aqui planteadas. La prim era procura introducir algunas Por último, examinaremos el trabajo dei teólogo argentino José
perspectivas en torno a la filosofia poscolonial, la teoria políti­ Míguez Bonino, quien representa uno de los principales pensado­
ca posfundacional (posestructuralista] y los estúdios subalter­ res de la teologia de la liberación desde el protestantismo. Pastor
nos (capítulo 1), para luego vincularias con diversos estúdios comprometido con el movimiento ecum énico mundial -único
referidos al lugar político de lo religioso y algunas herram ien- protestante latinoamericano invitado al Concilio Vaticano II- y
tas epistem ológicas y m etodológicas para el análisis de dicha la lucha por los derechos humanos en Argentina, ha desarrollado
relación (capítulo 2). Por último (capítulo 3] realizaremos una una prolífera producción bíbico-teológica en torno al compromi-
propuesta de colaboración entre ciências sociales/humanas y so político de la iglesia. Como veremos, Míguez Bonino también
teologia, con el objetivo de promover una conjunción que nos per­ consuma un trabajo sumamente original en el mundo de la teolo­
mita adentram os posteriormente en temáticas especificamente gia latinoamericana, cuestionando alguno de los reduccionismos
teológicas, a partir de los marcos socioantropológicos y filosó­ metodológicos de la teologia de la liberación y proponiendo una
ficos propuestos.
serie de postulados teológicos muy innovadores para su época.
Con estos fundamentos, la segunda parte se dispone a ofrecer La última parte dei libro contiene cinco ensayos que tienen
un ejercicio de relectura teológica a partir dei estúdio de tres refe­ por objetivo aplicar lo analizado hasta aqui a diversos campos
rentes de la teologia cristiana latinoamericana: Marcella Althaus- de estúdio. En el capítulo 7 se comienza con una introducción
Reid (capítulo 4], Juan Luis Segundo (capítulo 5] y José Míguez a las teologías poscoloniales, tanto de su desarrollo histórico
Bonino (capítulo 6). Althaus-Reid fue una teóloga argentina que como de sus principales planteos. Luego proseguiremos, en el
se transform o en una referencia de la llamada teologia qu eer y capítulo 8, con un estúdio más detallado sobre la relación entre
sus diversos entrecruces, especialmente con la teologia posco­ los procesos políticos y la iglesia evangélica en América Latina.
lonial. Se reconoció a sí misma heredera de la teologia de la libe- Los desafios teológicos que nos dejan ambos capítulos nos ser-
ración, aunque su propuesta fue profundamente crítica con ella. virán como plataform a para desplegar con mayor detalle tres
Analizaremos su trabajo a la luz de los aportes en el campo de la elem entos centrales de lo que proponemos como una teologia
epistemología teológica.
posfundacional de lo público.
Juan Luis Segundo, por su parte, fue un teólogo católico uru- En prim er lugar, desarrollamos una teologia de la alteridad
guayo con un trabajo filosófico original y único. Aunque incues- sociopolítica (capítulo 9], Aqui se retoman varios de los conceptos
tionable referente de la teologia de la liberación, también fue dis­ expuestos a lo largo dei libro -alteridad, otredad, trascendencia-
putado por sus colegas debido a sus fuertes críticas a varios de los desde una relectura teológica, especialmente en la tradición cris­
elementos fundantes de la teologia de la liberación que desarrolló tiana, para aplicarlo al campo dei pluralismo político y religioso.
en sus obras -com o por ejemplo, las imbricaciones facilistas con Segundo, haremos un ejercicio exegético retomando una de las
el marxismo y algunas lecturas reduccionistas dei texto bíblico-, historias bíblicas centrales en la propuesta de la teologia de la
como también por sus propuestas heterodoxas, alimentadas por liberación -e l relato de la salida dei éxodo- para vincular la pro-
marcos filosóficos nutridos de fuentes tan diversas como la teoria yección sociopolítica de la hermenêutica literaria con algunas fi-

24 I n t r o d u c c ió n
N ic o l á s P an otto 25
losofías contemporâneas en torno a la idea de pueblo o lo popular
P R IM E R A PA R TE
[capítulo 10). Por último, retomamos un tema muy en boga en la
actualidad, tanto en lo que refiere a movimientos sociales como
políticas públicas, como es la relación entre ecologia y modelos de Poscolonialismo, política, religión y nuevos
desarrollo [capítulo 11). Aqui analizaremos algunas propuestas
en torno a la teoria dei posdesarrollo elaborada por un pensador acercamientos a una convergência teológica
referente dei giro decolonial: el antropólogo Arturo Escobar. A
partir de su abordaje, daremos una propuesta teológica desde el
concepto entre-medio en la filosofia poscolonial.
Los diversos capítulos en este libro han sido artículos [com­
pletos o parciales) publicados en revistas de investigación o li-
bros colectivos, y presentaciones en congresos y conferencias. A
su vez, su composición ha pasado por varias etapas hasta llegar
a su forma final, después de debates, reacciones y comentários
de colegas y público en general. La concentración de todos ellos
en una sola obra implico, tam bién, un fino esfuerzo de encon­
trar puntos en común y ejes transversales, lo que incidió en una
nueva reestructuración. Debido a esta composición particular,
sepan los lectores disculpar algunas repeticiones temáticas que
podrían encontrar a lo largo dei escrito. Consideré dejarlas como
un ejercicio de herm enêutica espiral que muestre -com o afirma
Gilles Deleuze en su famosa obra D iferenciay repetición- cómo
en cada reiteración se origina una grieta, una fisura, una dife­
rencia, una originalidad que deviene dei entrecruce con nuevos
campos y abordajes.

Nicolás Panotto
Agosto, 2016

26 I n t r o d u c c ió n
Capítulo 1

E sp a c io p o sc o lo n ial, p o lític a s u b a lte r n a


y c o m u n id a d e s relig io sas

uando hablamos de poscolonialidad nos referimos a un

C término complejo que puede recibir diversas significa-


ciones, dependiendo dei campo de abordaje o dei marco
teórico desde donde se lo tome. Arif Dirlik (2010: 57-58)
habla de tres usos dei término: como condición general de socie­
dades que previamente fueron colonia, como descripción de una
condición global después de la era representada por el colonia­
lismo y como descripción de las orientaciones epistemológicas y
psíquicas que produce el contexto antes mencionado.
Lo que tal vez trae más controvérsia es la manera de ubicar el
prefijo "post”. Por una parte demarca una temporalidad histórica,
donde se enfatizan las transformaciones suscitadas a nivel global
con respecto a las dinâmicas de colonización. Pero por otra, lo
"post" también se identifica con toda una corriente (o conjunto
de abordajes) que se diferencia de m arcos teóricos más tradi-
cionales y ortodoxos, con una clara investidura moderna y Occi­
dental (sea marxismo, liberalismo, etc.). En este sentido, como
afirma Miguel Mellino, el prefijo "post” se convierte más bien en
una provocación "posmoderna, irónica y trágica al mismo tiem-
po” (Mellino, 2008: 15).
En otras palabras, lo "post" no sólo refiere a una situación cir-
cunscripta a diversas transformaciones históricas a nivel global
sino a un nuevo tipo de abordaje que intenta leer la complejidad
que reflota tras estas transformaciones, donde el sentido de colo-
nialidad ya no solo implica la acción de una fuerza homogénea de

29
coerción directa sobre ciertas naciones sino una textualidad cuya de categorias como capitalismo, modernidad2 o eurocentrismo
presencia es real pero desde un nubloso nivel de visibilidad, que como marcos rígidos, para analizar la dinâmica (o falta de ella)
lo hace un fenómeno heterogéneo, poroso y hasta sorpresivo. Es, de los procesos de colonización.3 Dichos conceptos, más allá de
más bien, una espacialidad donde confluyen todo tipo de cons- su pertinência, muestran ciertos determinismos que, en muchos
trucciones, sean políticas, culturales, identitarias, sexuales, etc. casos, no evidencian la complejidad de procesos sociopolíticos
dentro de la colonialidad contemporânea.
L a condición poscolonial Como respuesta, diversos abordajes actuales ponen sobre la
mesa la condición híbrida de la construcción de lo cultural como
Como ya mencionamos, la noción de colonización, al menos una forma de profundizar dichas dinâmicas. Néstor Garcia Can-
desde abordajes más tradicionales, ha ofrecido un enmarque ana­ clini define este término como "procesos socioculturales en los
lítico que otorga a las fuerzas invasoras una imagen homogénea y que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma se­
coercitiva, y desde allí una comprensión conflictiva de la relación parada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos
con los espacios colonizados, los cuales asumían, en cierta mane- y prácticas" (Garcia Canclini, 2 0 0 5 : 14). Tal definición sirve al
ra, tal "estatus ontológico”, creándose así una mimetización con cuestionamiento de cualquier tipo de identidad sociocultural que
la cultura colonizadora, un tipo de lábil sincretismo o, desde una pretenda presentarse pura, y con ello posicionarse en un podio
arista sociopolítica, la concatenación de una serie de disputas de de diferenciación jerárquica frente a otras. La idea de hibridez
poder entre fuerzas locales y foráneas. Este tipo de abordaje ha conlleva entender que cualquier tipo de construcción cultural
estado fundamentado en dos puntos de partida centrales: pri-
mero, el lugar dei capitalismo como categoria fundacional de las por presentarse como imagen suturada. En sus palabras: “Este es el efecto
relaciones coloniales, y segundo, una definición de modernidad ideológico strictu sensu: la creencia en que hay un ordenamiento social parti­
cular que aportará el cierre y la transparência de la comunidad. Hay ideologia
como espacio catalizador de la “identidad europea”, lo cual impli­
siem pre que un contenido particular se presenta como más que sí mismo.
ca un tipo de proceso de identificación sociocultural unificador Sin esta dimensión de horizonte tendríam os ideas o sistem as de ideas, pero
y homogeneizador con respecto a las localidades colonizadas. no ideologia" (Laclau, 2 0 0 0 : 21).

Pero las circunstancias reales se presentan mucho más com- 2 En este sentido, hay que recalcar la condición p a r a d ó jic a de la modernidad
que muchos intelectuales poscoloniales sostienen: tal nom enclatura no sólo
plejas de lo que esta definición propone. Es en esta dirección que
ofrece un marco de hom ogeneización a través de la expansión dei mercado
se realiza un fuerte cuestionamiento a la imagen supuestamente capitalista o de los valores dei "hombre moderno ilustrado", sino que también
homogénea y suturada de ese "Otro colonial”. Con respecto a este representa un espacio de promoción de la heterogeneidad y de una movili-
dad de los sujetos que llega a subvertir cualquier tipo de clausura ideológica,
punto, fue precisam ente Edward Said en su clásico Orientalis- social y política. Por ello, se puede en ten der el lugar de las com plejidades
mo (Said, 2 0 0 2 ) quien argumento que tal construcción de Occi- dei espacio social tam bién com o resultado de las transform acion es lleva-
dente responde a la necesidad de crear un Otro homogéneo tal das a cabo por la propia modernidad. Esto es lo que resalta W alter Mignolo
respecto al hecho de que la em presa colonialista y la noción de colonialidad
como "Oriente”, con la intención, precisamente, de crear un espejo (o sea, las construcciones identitarias que respaldaron y surgieron de tales
autodeterm inante de un estatus ontológico propio, el cual es prácticas) van de la mano. Esta dialéctica sigue aún presente en los funda­
mentos raciales, étnicos y culturales que poseen los actuales m ecanismos de
inexistente. Es por ello que esta "identidad Occidental” es en rea-
diferenciación y legitimación de espacios centrales de poder (especialm ente
lidad un marco mucho más heterogéneo y fisurado de como pre­ norteam ericanos y europeos).
tende presentarse.1 Por ello, el cuestionamiento al uso exclusivo 3 Más allá de esto, vale la advertência sobre el peligro de descartar categorica­
mente el lugar dei capitalismo como algunos posicionamientos poscoloniales
de corte multiculturalista suelen hacer, ya que ello puede llevar al error de no
1 Esto recuerda a la noción de E rnesto Laclau sobre lo ideológico, no como
dilucidar la intrínseca unión entre capitalismo y eurocentrismo, particularidad
cuerpo consciente e independiente que representa e impone una identidad
cultural que, por más "deconstruida" que podamos leerla, resulta imposible
finalizada ("falsa conciencia”) sino como una espacialidad falsa en sí misma
negar su lugar central en las dinâmicas coloniales de los últimos siglos.

30 C a p ít u l o 1
N ic o l a s P a n o t t o 31
está compuesta por una heterogeneidad (de discursos, identi­ to la supuesta heterogeneidad, la cual promueve como simple
dades, sujetos, símbolos, prácticas, etc.) que la enmarca en una "pantalla" para mover fuerzas ocultas y subrepticias que tejen
diferencialidad constitutiva en tanto marco identitario, y no sólo las realidades culturales y socioeconómicas.
con respecto a un Otro externo. Desde una mirada alternativa y matizada, muchos sostienen
Vale aclarar que esto no significa, tampoco, clausurar la de- que la heterogeneidad promovida por la globalización también sir-
finición de lo cultural o de las dinâmicas sociopolíticas en una ve a la deconstrucción de marcos -sociales, culturales, discursivos,
pluralidad de identidades inconexas y autênticas por sí mismas,
corporales, económicos, religiosos, políticos- que procuran pre-
aisladas cada una en su propia localidad. Esto seria, en palabras sentarse desde un estatus homogéneo, legitimando todo tipo de
de Ernesto Laclau, pasar de un esencialismo de la totalidad a un división sociocultural arbitraria y cercenante. Arjun Appadurai
esencialism o de los elem entos (Laclau, 1996: 6 7 -6 8 ). Por ello,
afirma que
cuando hablam os de hibridez no nos estam os refiriendo a un
conjunto de "leyes” a las cuales responde un tipo de construcción "la nueva economia cultural global tiene que ser pensada
como un orden complejo, dislocado y repleto de yuxtaposi-
sociocultural sino a los diversos tipos de movim ientos que se
ciones que ya no puede ser captado en los términos de los
gestan en la dinâmica entre los espacios culturales y los sujetos
modelos basados en el binomio centro-periferia (ni siquiera
de la cultura. En otros términos, en los procesos que se generan
por aquellos modelos que hablan de muchos centros y mu-
en los espacios entre-medio, como diria Homi Bhabha (2 0 0 2 ) -y chas periferias)" (Appadurai, 2001: 46).
que recuerda al pen sam ien to fron terizo propuesto por Walter
Mignolo (2 0 1 0 )- que se presentan entre las diferenciaciones cul­ De aqui Appadurai propone que la lectu ra dei con texto
turales a través de las estratégias de identificación de los agentes globalizado debe tener en cuenta distintos "paisajes”, como son
sociales. Por tal razón, muchos/as prefieren hablar de procesos el étnico, mediático, tecnológico, financiero e ideológico, los cuales
d e hibridación antes que "hibridez” como condicionalidad ce­ no son elementos analíticos apartados entre si sino "bloques ele-
rrada, expresión que muestra más efectivamente las dinâmicas mentales” a través de los cuales se construyen, parafraseando a
sorpresivas y variadas entre los sujetos y las sedim entaciones Benedict Anderson (a quien estudiaremos más adelante), mundos
socioculturales. Esto, a su vez, nos lleva a entender que la hibri­ imaginados en tanto conjunciones creativas y diversas, resultantes
dación no es un proceso unidireccional que posee localidades de la interacción entre sujetos, comunidades y segmentaciones
específicas de control sino que existen procesos de hibridación socioculturales (Anderson, 2000).
que entran, a su vez, en diálogo y conflicto en una diversidad de Esta "im aginación cultural" conlleva una com prensión de
espacialidades, y que tam bién son asumidos creativamente de una construcción que tiene en cuenta el constante intercâmbio
diversas formas por los sujetos. de narrativas e historias, como espacio creativo de interacción
De aqui que el contexto globalizado contemporâneo se trans­ a través dei cual se escriben y reescriben constantem ente los
forma en un espacio ciertam ente propulsor de este tipo de pro­ posicionamientos históricos. Así concluye Garcia Canclini en otra
cesos de hibridación. La globalización representa un fenómeno de sus obras, donde propone una globalización imaginada:
paradójico, depositário de todo tipo de cuestionamientos. Por un "lo cultural abarca el conjunto de procesos a través de los
lado, se tiende a tratarlo como un fenómeno que representa el cuales representam os e instituím os im aginariam ente lo
último eslabón dei capitalismo, como principal engranaje den­ social, concebim os y gestionam os las relaciones con los
tro de la lógica neoliberal actual. En este sentido, la globalización otros, o sea las diferencias, ordenamos su dispersión y su
p erm itiria la creació n de un "p en sam ien to ú nico” o de una inconmensurabilidad mediante una delimitación que fluc-
"m acdonalización” de la realidad, utilizando con este propósi­ túa entre el orden que hace posible el funcionamiento de

. . c vi'tDADESEs r . /^
32 C a p ít u l o 1
N ic o lá s P a n o t to / O 33
la sociedad (local y global] y los actores que la abren a lo en tal Sujeto, con la intención de visibilizar las intrínsecas bifur-
posible" (Garcia Canclini, 20 0 5 : 62-63).
caciones que caracterizan el contexto global, las cuales permiten
Podemos concluir, entonces, que los estúdios poscoloniales su constante maleabilidad, transformación y apertura hacia nue­
asumen la diferencia cultural como marco estatutário de lo social. vas formas de construcción sociocultural. Por todo esto, el asumir
Aqui volvemos a enfatizar algo ya mencionado anteriorm ente: tal despliegue inherente a lo cultural es en si mismo la apertura
hablar de diferencia cultural no es lo mismo que diversidad cul­ hacia una nueva comprensión de lo político en tanto proceso de
tural. Como dice Homi Bhabha, esto último implicaria más bien construcción de lo identitario a partir de las fisuras de cualquier
un objeto epistemológico, mientras que el primero representa un entidad sociopolítica y cultural.
proceso de enunciación de la cultura vinculado a su constitución
ontológica. En palabras dei mismo Bhabha, P olítica poscolonial y la cuestión dei su jeto
“El proceso de enunciación introduce una escisión en el pre­
sente performativo de la identificación cultural; una escisión Los abordajes poscoloniales ofrecen un marco de crítica po­
entre la demanda culturalista tradicional de un modelo, una lítica, especialmente de los conceptos de nación y nacionalismo
tradición, una comunidad, un sistema estable de referencia, como de imaginários políticos característicos de la modernidad,
y la necesaria negación de la certidumbre en la articulación y expandidos en el mundo colonial y poscolonial ya sea desde
de nuevas demandas, sentidos y estratégias culturales en la imposición de un tipo de nacionalism o hegem ónico o como
el presente político, como prácticas de dominación o resis­ recurso simbólico para el surgimiento de diversos movimientos
tência” (Bhabha, 2002: 54-55). de independencia y emancipación. Un clásico en esta línea es el
Lo que los estúdios poscoloniales proponen, entonces, es que estúdio de Benedict Anderson (2 0 0 0 ), quien define a la nación
los fenómenos de heterogeneidad y pluralización que vivimos en como una "comunidad política imaginada" que intenta demarcar
el mundo globalizado actual no es una dinâmica digitalizada y su lugar a partir de una serie de delimitaciones identitarias, pero
encauzada intencionalmente por fuerzas o países centrales con que precisamente por ese intento es en realidad falible y autoim-
la intención de subsum ir a aquellos espacios localizados en su puesto. Por ende, la condición de constructo de lo nacional lo
periferia. Aunque no se niega Ia existencia de poderes centrales y hace a si mismo contingente. En una línea similar, Ernest Gellner
hegemónicos que utilizan la maleabilidad social y comunicacional (1991) afirma que en realidad el nacionalismo engendra la nación,
que ofrecen estos escenarios para su actuación, la comprensión de entendiendo la primera como un ejercicio de construcción de lo
tal heterogeneidad y diferencialidad como elementos intrínsecos identitario que pretende esencializar una cultura, desde lo cual
al campo sociocultural conlleva irremediablemente la asunción surge el sentido de nación como una espacialidad delimitada por
de que ningún tipo de sedimentación social, política, religiosa o una serie de caracterizaciones a priori. En otras palabras, la idea
cultural pretenda posicionarse en un podio incuestionable, puro de nación surge de la intención dei nacionalismo en tanto prác-
y absoluto. tica sociocultural, por clausurar una serie de caracterizaciones
De aqui que tal d iferencialidad se in scrib e com o estatu s de forma cuasi esencialista.
ontológico de cualquier tipo de identidad, y no sólo como des- La idea de nación posee una fuerte raigambre Occidental. En
cripción de un conjunto de entes. Por ello, hablar de poscolonia- otro estúdio clásico sobre el tema, Homi Bhabha (2010) compila
lidad significa cuestionar y deconstruir las dinâmicas de identi­ una serie de ensayos que muestran cómo la historia dei signifi-
ficación que ambicionan las fuerzas coloniales, exponiendo sus cante "nación" es ciertam ente heterogénea, compuesto por un
propias debilidades a través de las heterogeneidades inscriptas conjunto de narrativas dispersas y diversas. Bhabha afirma que
ni siquiera la diversidad de naciones o la misma historia de esta

34 C a p ít u l o 1
N ic o l a s P a n o t t o 35
nominación muestra la contingência de tal elemento. Al enten­ emanan; en otras palabras, la falta homogeneidad de la razón y
deria como una narración, implica determinaria a una temporali- la lógica unidireccional de la temporalidad progresiva modernas
dad como signo dei paso por un proceso parcial, como un intento se ven fracturadas por la diversidad misma de las construcciones
de "cierre” en medio dei campo diferencial dei lenguaje. Aunque sociales, políticas y culturales, propias de la ambivalência espacio-
los estúdios poscoloniales no pretenden elim inar el uso de es­ temporal que imprime la modernidad.
tas categorias, sí deconstruyen su sentido y contenido histórico. Aqui emerge la centralidad de la noción de sujeto, en tanto
El Estado-nación poscolonial tampoco es un objeto clausurado. "efecto fallido” producto de tal ambivalência. Representa el es­
Como dicen Jean y John L. Comaroff, más bien "hace referencia pacio de ruptura interna de la nación en tanto conjunto, fenóme­
a una formación histórica lábil, a un plurifuncional tipo de ‘po- no que dista de ser fortuito o resultante de la descripción de un
líticas-en-movimiento”’ (Comaroff y Comaroff, 2002: 95). Estos conjunto de partes, sino que representa la irrupción misma desde
mismos autores resaltan tres dimensiones de la transformación la heterogeneidad que compone el espacio nacional. Por ello, el
de estas nociones en el contexto global contemporâneo. Primero, problema de la "mismidad" de la nación no se proyecta solamen-
la refiguración dei sujeto-ciudadano moderno, donde la nación ya te por la diferenciación o delimitación frente a otras naciones en
no cumple un rol representativo único sino representa un marco tanto unidades identitarias sino por la escisión que se produce
más amplio, seccionado en diferencias internas que permiten el desde su propia constitución. Desde una perspectiva lacaniana,
movimiento para crear procesos de identificación más complejos. la nación está barrada. Esto se relaciona con lo que Ernesto La-
Esto se refleja en las llamadas "políticas de la identidad". Hoy dia clau entiende como constitución plural de la identidad popular.
hablamos de ciudadanos en estados-nación, no de ciudadanos de En sus palabras:
Estados-nación. Segundo, la porosidad de las fronteras nacionales,
"La consecuencia de esta presencia múltiple de lo hetero­
las cuales se hacen casi incontrolables por los Estados, sin poder
géneo en la estructuración dei campo popular es que éste
frenar los constantes procesos y movimientos de personas, capital,
tiene una complejidad interna que resiste cualquier tipo de
bienes, etc. Esto implica que la misma circunscripción de la nación
homogenización externa. La heterogeneidad habita el cora-
perdió su espacio de delimitación, donde lo territorial represen- zón mismo de un espacio homogéneo. La historia no es un
taba un estatus elemental de legitimación. De todos modos, esta proceso autodeterminado. La opacidad de una ‘exterioridad’
situación se presenta paradójica ya que los Estados requieren de irrecuperable siempre va a empanar las propias categorias
circunscripciones para promover y defender sus intereses den­ que definen la ‘interioridad’” (Laclau, 2005: 191).
tro dei contexto capitalista vigente. Tercero, encontramos lo que
El pueblo representa un movimiento ambivalente que dispu­
los Camaroff llaman la "despolitización de la política”, donde las
ta constantemente los limites de la nación, donde lo pedagógico
acciones de las instituciones públicas ya no responden a demar-
y lo performativo se entrecruzan en una dinâmica agonística de
caciones de la burocracia estatal local sino que se ven sumidas a
dilución y construcción constante de segmentaciones identitarias
una funcionalidad hacia el "nuevo orden capitalista”.
parciales. Como afirma Homi Bhabha en su clásico ensayo "Dise-
Aqui surge nuevamente la cuestión de lo metafórico y lo ima­
miNación": "El sujeto es captable sólo en el pasaje entre decir/
ginário como campos de construcción de "lo nacional", por ende
dicho, entre ‘aqui’ y 'en otro lado', y en esa doble escena la condi-
de lo político (aunque ello representa solo una arista de todo
ción misma dei conocimiento cultural es la alienación dei sujeto"
ejercicio político). El lugar de estas instancias como categorias
(Bhabha, 2010: 397). Por ello, "lo nacional” y su espacialidad (la
analíticas cuestionan la idea de espacio y tiempo donde se funda-
nación) se entienden como una metáfora abierta por los espacios
mentan las comprensiones de estado-nación. Esto no significa de-
entre-medio que componen su discursividad, y por el movimiento
jar dichas concepciones sino articular el exceso que ellas mismas
constante de sus sujetos enunciantes.

36 C a p ít u l o 1
N ic o l á s P a n o t t o 37
Aunque dicha perspectiva tiene fuertes reminiscências en la Por otro lado, la categoria de sujeto adquiere un nuevo lugar,
teoria del discurso (Spivak, 200 3 : 3 3 4 -3 3 8 ], esto no quiere de- no ya como objeto depositário de una serie de caracterizaciones
cir, como muchos críticos del posestructuralismo postulan -con sino como fuerza irruptora dei espacio socio-político-cultural. En
cierta razón- que "todo es discurso". Más bien, apunta a la inne- este sentido, cobra importância el conjunto de elementos creativos
gable relación entre lo discursivo y lo metadiscursivo (lo "óntico” que pone en movimiento al pueblo en tanto conjunto de agentes
y "ontológico”, en términos heideggerianos] llevado al campo de sociales que en el diálogo de sus particularidades crea un espacio
las construcciones sociopolíticas. Todo tipo de práctica posee plagado de bifurcaciones que permite no sólo el establecimiento
un lugar de enunciación, cuyo discurso sirve a la legitimación de fracturas que canalizan una heterogeneidad de acciones sino
de su estado. Pero es precisam ente en ese ejercicio enunciativo también ponen entre parêntesis cualquier intento de absoluti-
que, más allá de las estructuras, no puede clausurar su entldad
zación sociopolítica.
discursiva debido a que los movimientos de los sujetos se inscri- Esta búsqueda es lo que W alter Mignolo (2 0 1 0 ] denomina
ben en los interstícios de los espacios de enunciación, y no sólo en desobediencia epistémica, partiendo dei hecho de que la desco-
los discursos per se. Es, como resalta Stuart Hall (1990: 225-228], lonización de las sociedades implica también una descoloniza-
reconocer los lugares de diferencialidad constitutivos de toda ción dei saber, como una de las herram ientas más efectivas de
identificación cultural, donde se inscribe la duplicidad de todo las fuerzas coloniales. La descolonización implica, entonces, un
sujeto. Por una parte, no puede existir construcción identitaria desprendimiento epistémico que deja de lado los vicios acade-
sin diferenciación. Y por otra, tal diferenciación abre un espacio micistas tradicionales, los cuales term inan siendo funcionales
de constante cuestionam iento de lo identitario y de cualquier al estancamiento político, aunque sus propuestas sean de corte
tipo de segmentación sociopolítica o cultural.
progresista.
Esta nueva "epistemología política”, si se puede denominaria
H a cia una epistem ología descolonizadora de esa manera, pretende una toma de conciencia sobre la reali-
dad y los mecanismos de colonización dei ser y dei saber. Es en
Estos abordajes posibilitan una nueva epistemología para el esa toma de conciencia donde descubrimos las fracturas inhe-
estúdio de las relaciones conflictivas dei colonialismo/colonia- rentes de un poder que pretende presentarse absoluto. Dicha
lidad y sus reminiscências en el campo dei análisis político. Por concientización representa una toma de lugar por parte de los
una parte, propone la consideración de otras categorias analíti­ sujetos que descubren y asumen su lugar dentro de los interstí­
cas, como son el discurso, la cuestión de la identidad (sea étnica, cios dei “sistema”.
social, política, sexual, etc.], el lugar metafórico de lo político y El estamento principal de esta epistemología es que lo polí­
de las construcciones microsociales que inundan el campo socio­ tico no viene de arriba hacia abajo, sino al revés, a partir de los
cultural. Esto resignifica (ya que no anula] el uso de categorias movimientos populares y las construcciones subalternas. Walter
tradicionales como la dinâmica geopolítica centro/periferia, la Mignolo lo resume de esta manera:
comprensión de "la cultura” como imagen homogénea, el sentido
de "nación" como marco único de identificación política y el uso "El pensamiento crítico fronterizo es entonces el método
que conecta la pluri-versidad (diferentes historias colonia­
restringido de cualidades socioeconóm icas (desde posiciones
les atrapadas en la modernidad imperial] con el proyecto
liberales hasta marxistas], como es el lugar de la "clase”.4
uni-versal de desprendimiento dei horizonte imperial, de

4 Con respecto a este últim o punto, Aníbal Quijano d em uestra cómo el m a­


común (como son una definición hom ogénea de los elem entos sociales y la
terialism o histórico, aunque cuestiona el idealism o burguês, persigue sus
paradoja de "una visión suprahistórica de la historia’’ donde ésta ya está de­
mismos fundam entos ya que am bos pertenecen a un espacio eurocéntrico
terminada a prio ri) (Quijano, 2 0 0 0 : 3 4 5 -3 4 7 ).

38 C a p ít u l o 1
N ic o l a s P a n o t t o 39
la retórica de la modernidad junto a la lógica de la colonia- la tajante division entre naturaleza y sociedad, que deja de lado
lidad, y de construcción de otros mundos posibles donde
otras lógicas para definir las interrelaciones entre el contexto y
ya no haya un líder mundial, de derecha, de izquierda o de
la sociedad (Walsh, 2 0 0 8 ). En resumen, la colonialidad se pré­
centro" [ibid., p. 122],
senta como una matriz que afecta las instancias más propias del
campo social, desde las instituciones sociales y políticas hasta los
D escolonización, in tercu lturalid ad y E stad o-n ación imaginários y los discursos individuales y colectivos.
en A m érica L a tin a En el marco de la colonialidad, se han construído diversas
políticas para m anejar el tem a de la diversidad cultural, como
En este contexto, la propuesta pos/descolonial implica un también las limitaciones que los marcos teóricos e institucionales
cuestionam iento y transform ación profundos en las teorias de tradicionales poseen para responder a la complejidad del contexto
institucionalización política vigentes en el complejo contexto lati- vigente. Hay tres conceptos a diferenciar al respecta: multicultu-
noamericano. "El giro des-colonial es un giro hacia un paradigma- ralidad, plurinacionalidad e interculturalidad [ibíd., pp. 140-143).
otro" (Mignolo, 2 0 0 6 :1 7 ]. Este se da a través de la deconstrucción Lo pluri y multicultural son más bien categorias descriptivas, que
de conceptos socioculturales que sostienen dichas instancias y la indican la existencia de una multiplicidad de culturas que convi-
elaboración de nuevos marcos teóricos y prácticas políticas. A ello ven en un mismo espacio, promoviendo el reconocimiento, la to­
ha servido la noción de interculturalidad, la cual ha sido abordada lerância y el respeto entre ellas. Por su parte, el multiculturalismo
por muchos/as teóricos/as políticos en nuestro continente para se ha utilizado mayormente en Occidente. Es un marco teórico
responder a tales demandas. Como dice Mignolo, y político que ha sido fuertemente cuestionado ya que promue-
"más que un simple concepto de interrelación, la intercul­ ve un relativismo cultural extremo, comprendiendo la sociedad
turalidad senala y significa procesos de construcción de como un espacio de convivência entre diversos grupos culturales
conocimientos 'otros’, de una práctica política ‘otra’, de un como islotes aislados unos de otros y ajenos a otras dinâmicas
poder social 'otro', y de una sociedad ‘otra’" [ibid., p. 21). sociopolíticas más amplias que las atraviesan. Con respecta a esto
último, el multiculturalismo apela a la "unidad en la diversidad"
En prim er lugar, las teorias descoloniales han ayudado a re-
pero deja intactas las estructuras de desigualdad social. Por otro
leer el contexto latinoamericano, ampliando el análisis de las ins­
lado, el término plurinacional se aplica m ejor a la situación lati­
tancias de colonización. De aqui el uso dei término colonialidad,
noamericana, donde conviven grupos culturales mestizos, indíge­
como realidad a partir de la cual se construyen la subjetividad
nas y afros en un marco político común y con ciertas regulaciones
e institucionalidad política latinoam ericana. Catherine Walsh
estatales en común, tanto con respecta a cada grupo como a su
-partiendo del trabajo de Anibal Quijano- resume las cuatro áreas
interrelación. De todas maneras, el abordaje plurinacional dista
donde la colonialidad interviene. Primero, la colonialidad dei
de ser integral y completamente inclusivo.
poder, que refiere a la creación de un sistem a social de clasifi-
La idea de interculturalidad pretende ir más allá de una con-
cación basada en la jerarquización racial y sexual, a través de la
sideración pragmática de la diversidad, llevando la noción de di­
determinación de escalas entre identidades sociales. Segundo, la
ferencia como categoria constituyente y a su vez deconstructora
colonialidad dei saber, que se relaciona con el posicionamiento
de cualquier segmentación sociocultural. Implica solidificar una
dei eurocentrismo como única fuente de conocimiento. Tercero,
lógica "otra". Los modelos que surgen desde la interculturalidad no
la colonialidad dei ser, cuya fuerza se ubica en la inferiorización,
implican simplemente la propuesta de un "otro" o de un espacio
subalternización y deshumanización. Y por último, la colonialidad
alternativo, sino se enfoca más bien en la diferencia constitutiva
de la naturaleza, especialmente en la dinâmica que se produce con
de toda construcción identitaria, lo cual abre el espectro hacia

40 C a p ít u l o 1
N ic o l á s P a n o t t o 41
muchos "otros”, hacia distintas construcciones de saberes, pode­ "la interculturalidad apunta a las relaciones y articulaciones
res, epistemologías, etc. Como dice, nuevamente, Catherine Walsh, por construir y por ende es una herramienta y un proyecto
"el proyecto intercultural en el discurso de los movimientos necesario en la transformación dei Estado y de la sociedad.
indígenas está diciendo otra cosa, está proponiendo una Pero para que esta transformación sea realmente trascenden-
transformación. No está pidiendo el reconocimiento y la in­ tal necesita romper con el marco uninacional, recalcando lo
clusion en un Estado que reproduce la ideologia neoliberal plural-nacional no como división, sino como estructura más
y el colonialismo interno, sino que está reclamando la ne- adecuada para unificar e integrar" (Walsh, 2008: 142].
cesidad de que el Estado reconozca la diferencia colonial Walsh da un paso más al hablar de la interculturalidad crítica:
(ética, política y epistém ica)” (Walsh, 2006a: 4 7 ].5
"Mientras que en el interculturalism o funcional se busca
Podríamos decir que la cuestión de la diferencia cultural pro- promover el diálogo y la tolerancia sin tocar las causas de
mueve la construcción/deconstrucción de lo político en dos sen­ la asimetría social y cultural hoy vigentes, en el intercultu­
tidos. En primer lugar, asume la diferencialidad colonial para re- ralismo crítico se busca suprimirias por métodos políticos
significarla y deconstruir su estatus ontológico. En este sentido, no violentos" (Walsh, 2009: 9).
invierte las lógicas de la colonialidad empoderando las fronteras
Esta categoria concentra en sí misma las dos instancias men­
y las exclusiones que provoca.
cionadas an teriorm ente: asum e la crítica descolonizadora y
"La meta [de la interculturalidad] no es simplemente reco- proyecta la diferencia desde una lógica intercultural. La autora
nocer, tolerar ni tampoco incorporar lo diferente dentro de menciona tres factores principales en donde interviene la inter­
la matriz y estructuras establecidas. Más bien, es implosio- culturalidad crítica: en el problem a dei poder, en el patrón de
nar desde las diferencias en las estructuras coloniales dei racionalización y en la comprensión de diferencia.
poder, dei saber y dei ser como reto, propuesta, proceso y
Aqui el aporte de Walsh en profundizar la noción de pensa-
proyecto; es hacer reconceptualizar y refundar estructuras
miento fronterizo. Para la autora, este concepto es central ya que
sociales, epistémicas y de existencia que ponen en escena y
"no deja a un lado, sino entabla el pensamiento dominante, po-
en relación equitativa lógicas, prácticas y modos culturales
diversos de pensar yvivir" (Walsh, 2006a: 35]. niéndolo en cuestión, contaminándolo con otras historias y otros
modos de pensar” (Walsh, 200 6 b : 56], Pero va aún más allá al
En segundo lugar, proyecta la diferencia sociocultural como proponer la categoria de posicionamiento crítico fronterizo. En este
proyecto político. Aqui, las diversas identidades no son absor- sentido, Walsh plantea que existe un problema con la definición
bidas por el marco dei Estado-nación, ni tampoco son aisladas de "frontera” en Mignolo ya que ésta parece ser única, demarcan­
en guetos sin regulación política alguna. La diferencialidad es do solamente la diferencia con la colonialidad Occidental. Lo que
asumida en una doble función: como marco incluyente de todas Walsh plantea es la existencia de bordes múltiples que definen a
las expresiones posíbles dentro de un espacio social concreto, una heterogeneidad de limites, no sólo exteriormente sino tam ­
y como eje que moviliza a la pluralización de las regulaciones bién internamente. Pone énfasis en la transgresión, negociación
y políticas estatales al atravesar el lugar de todas las particula­ y afectación constante de los "lugares” (posiciones] que se asu-
ridades. De aqui que la plurinacionalidad y la interculturalidad men dentro de ella (esto recuerda a lo que vimos anteriorm en­
son complementarias: te sobre la posicionalidad de los sujetos]. Así, la autora plantea
como punto de partida
"el deseo de construir posibilidades de pensar desde posi-
cionalidades situadas o subjetivas, hacia encuentros inter-
5 Ver tam bién Walsh (2 0 0 6 b : 3 4 -3 5 ).

42 C a p ít u l o 1
N ic o l á s P a n o t t o 43
subjetivos de multiple dirección que tratan de ‘dialogar con’, democráticas radicalmente múltiples. Un ejemplo que evidencia
dando así la vuelta a las subalternizaciones históricas y pro-
estos procesos es la traducción de la Constitución de 1991 al idio­
moviendo una incorporación de otro modo” [ibid., p. 58].
ma de los nasa yute de Colombia. Este ejercicio implica la apro-
En resumen, podemos sintetizar el aporte y la particularidad piación de categorias provenientes de la cultura dominante para
política dei concepto de interculturalidad desde cuatro perspecti­ ser resignificadas desde la cultura indígena. Dicha traducción no
vas. En primer lugar, deconstruye y cuestiona la noción de cultu­ significo simplemente la utilización de nuevos términos sino la
ra que fundamenta los modelos políticos modernos imperantes reimaginación de las categorias sociopolíticas presentes en este
en Occidente, muy ligados a la lógica de la colonialidad y mu- documento desde el imaginario dei sujeto nasa.
chas veces no reconocida por estos mismos m arcos teóricos e Es aqui donde el concepto de interculturalidad se ubica como
institucionales. En segundo lugar, ofrece un marco de reconoci- práctica política en busca de la construcción de un espacio de
miento de la pluralidad identitaria que compone una espaciali- igualdad y consenso a través de la inclusión de minorias. Dicho
dad social y política. En línea con el punto anterior, rompe con espacio permite comprender la autonomia política de los grupos
la comprensión herm ética de "lo nacional”, para incluir a los di­ a través de tal reapropiación y resignificación de los discursos
versos grupos identitarios y culturales que componen un espa­ políticos hegemónicos. Se produce, así, un proceso de tensión
do social concreto, ampliando de esta manera la óptica hacia la entre lo universal y lo particular: en otros términos, la construc­
plurinacionalidad. En tercer lugar, propone la noción de diferen­ ción de una sujeticidad que parte de la enm arcación de un es­
cia como eje constitutivo de lo político. En este sentido, retoma la pacio desde una lectura, en su lugar particular, de las prácticas
idea de diferencia cultural, proyectándola más allá de una noción institucionales sociopolíticas establecidas. Es la resistência de las
descriptiva (como lo hace el multiculturalismo] hacia una lógica- minorias que desdobla los marcos hegemónicos. En resumen, la
otra que permite la constante refundación de las cosmovisiones teorización indígena se construye en la relación entre lo interno
sociopolíticas, las ideologias y las instituciones operativas. Por y lo externo. Implica "construir la diferencia cultural dentro dei
último, promueve una institucionalidad plural de la administra- sistema social que lo rodea” (Rappaport y Ramos Pacho, 2005:
ción política, ampliando el marco de ejercicio dei Estado como 47). Esta diferenciación interna al sistema produce un momento
también creando distintas instancias de práctica, administración de ruptura con la cultura dominante. Es la utopia impresa aden­
e institucionalidad según los grupos que componen dicho espa­ tro mismo dei sistema.
do intercultural. Desde una mirada epistemológica, la investigación desarro-
A modo de ejem plo, analicem os el trabajo presentado por llada desde una perspectiva indígena se diferencia considerable-
Joanne Rappaporty Abelardo Ramos Pacho sobre el grupo nasa mente de las visiones monopólicas de la academia dentro de las
en Colombia (R ap p ap orty Ramos Pacho, 2 0 0 5 ). Este estúdio ciências sociales, ya que posee una configuración mayormente
evidencia la dinámica/tensión que se juega en la frontera entre colectiva, sin un cuerpo culturalmente homogéneo, impreso en
la sociedad dominante y los grupos subalternos (lo que Du Bois una dinâmica dialógica. En esta dirección, Abelardo Ramos habla
llamó "doble conciencia”] en la construcción teórica. En este sen­ dei concepto de Maji entre los nasa yute, que implica no solo un
tido, la teorización indígena se desarrolla dentro de una dinâmica proceso de teorización interpersonal sino una articulación de
de construcción desde un marco de pensamiento propio, a partir intereses colectivos, proceso que no dista de contener tensiones.
dei cual se reapropia de "elementos externos de conocimiento”, No sólo cuestiona la perspectiva individualista en las ciências so­
para redefinirlos desde una cosmovisión propia. Todo este pro- ciales tradicionales, sino también evidencia más explicitamente
ceso responde a una impronta plenamente política, en el sentido la contextura social y comunitária que posee cualquier tipo de
de gestarse dentro de un contexto plural y al promover prácticas

44 C a p ít u l o 1
N ic o l á s P a n o t t o 45
teorización, donde su impacto, al fin y al cabo, se juega dentro de gica propias, enfatizando en la politicidad de estas clases desde las
las problemáticas concretas de la comunidad. operaciones articulatorias entre diversas experiencias vinculares
El Programa de Educación Bilingüe e Intercultural (PEBI) dei y simbólicas. En otras palabras, las clases subalternas mantienen
CRIC comenzó en la década de los anos 1970 como un espacio ciertos "rasgos de iniciativa autónoma”, movidos por el "sentido
de movilización de com unidades indígenas, orientado a abrir común” y la experiencia, y en tanto espacio heterogéneo y "es­
proyectos educativos. A diferencia de otros em prendim ientos pontâneo”, los grupos subalternos "siempre” lo son, ya que al vol-
de educación popular, éste tuvo una impronta más bien políti­ verse clase dirigente dejan de serio (Gramsci, 1972; 1985; 1999).
ca. En otras palabras, la cuestión educativa y académica se tomó En resumen, estos abordajes resaltan ciertos elementos cen-
como un vehículo de acción sociopolítica, a través dei análisis trales de la construcción de subjetividades políticas: lo subalter­
dei contexto y la movilización de los sujetos. Inclusive el bilin- no como articulación hegemónica, la construcción de lo político
güismo dei proyecto fue comprendido como una herramienta en desde la espontaneidad y la experiencia (lo cual supera un tipo de
esta dirección, al explicitar la diferencia cultural como distinción, organización o estructuración determinadas de acción política)
quiebre y resignificación de los limites entre la cultura indígena y, desde aqui, la ampliación de la nominación de lo subalterno
y la cultura nacional. hacia otro tipo de categorizaciones, superando el reduccionismo
En conclusión, este caso expone el lugar de la interculturalidad economicista y sus categorizaciones en torno a los sujetos como
como marco para la construcción dei conocimiento, proyectado en obreros, trabajadores, etc.
Ia explicitación y el diálogo entre las diferencias socioculturales, Dentro dei poscolonialismo, el conocido Grupo de Estúdios
no sólo como ejercicio teórico sino, más bien, como la búsqueda Subalternos (Guha y Spivak, 1988) nacido en los ochenta desde
de movimientos políticos. Es la explicitación de la alteridad en la la iniciativa de un conjunto de intelectuales indios, ha retomado y
teorización y en la comprensión de lo identitario, donde el pueblo resignificado este abordaje gramsciano, enfatizando la diferencia
indígena pasa de ser objeto a sujeto. constitutiva dei campo sociocultural, y especificamente dei espa­
cio subalterno, elemento central para comprender los procesos de
S u jeto s subalternos construcción y deconstrucción identitaria. Según Guha (2002), la
comprensión de lo subalterno parte de dos características prin-
Desde los estúdios poscoloniales, encontram os el concepto cipales: en prim er lugar, la vinculación con el som etim iento a
de subalternidad como eje para abordar el concepto de sujeto. distintos tipos de poder, sea étnico, cultural, político, económ i­
Dicha noción es retom ada de la tradición m arxista -esp ecia l­ co, social; en segundo lugar, la diferenciación entre pueblo-elite
m ente gram sciana- con el objetivo de abordar los procesos de como dinâmica básica para su reconocimiento. Chatterjee (2008)
subjetivación política (Modonesi, 2 0 1 0 ) que se gestan en las di­ agrega que esta última distinción representa la lógica propia de
nâmicas emancipatorias dentro de un contexto social antagónico lo político, lo cual implica no considerar lo subalterno como espa­
(Mouffe, 2007). Gramsci denomino clases subalternas a ese gran cio pre-político. De aqui que este autor habla de sociedad política
conglomerado de grupos posicionados frente a los sectores cen- (resignificando a Gramsci) como una nominación alternativa para
trales de poder en un lugar de subordinación y a las que se les inscribir estas dinâmicas más allá dei Estado en tanto institución
aplica una dominación relativa, pero que tam bién construyen política, el cual no representa a todos los grupos presentes como
hegemonia -en tanto espacio plural de articulación simbólica y expresiones sociopolíticas de un grupo (tengamos en cuenta que
política-, creando así un campo de conflicto de fuerzas. el autor está hablando desde la índia).
Gramsci relaciona las clases subalternas con la sociedad civil, La filósofa Gayatri Spivak (2003) advierte sobre el peligro de
en contraposición con el aparato de Estado, su organización y ló­ comprender al subalterno desde una definición de identidad y

46 C a p ít u l o 1
N ic o l a s P a n o t t o 47
conciencia unitaria y homogénea, especialmente desde la lógica desde donde se constituyen las dinâmicas hegemónicas y sende-
de clase. Según ella, esto aún se encuentra presente en el Grupo ros de actuación de los sujetos (Balandier, 2004).
de Estúdios Subalternos. Es aqui donde entran en juego las cons- El siguiente elemento importante a resaltar es la ambivalência
trucciones historiográficas, donde la "re-presentación” (o sea, la de los procesos de resistência, los cuales responden a los mismos
construcción de la imagen dei otro) de los teóricos (principal­ procesos de ambivalência en la construcción de lo identitario. Los
mente de la izquierda) tiende a definir a los sujetos subalternos grupos subalternos mantienen una vinculación paradójica con las
de manera uniforme, fundando así un fetiche sobre los complejos estructuras de poder donde, por una parte, se ven enmarcados
procesos de subjetivación en este grupo. En otros términos, esto en diversos discursos, condiciones y estructuras impuestas, y por
parte de la crítica de subsumir lo libidinal bajo una comprensión otra, construyen instancias de reapropiación y rearticulación de
cerrada de conciencia; la multiplicidad de acciones dei cuerpo y
dichos campos.
sus procesos de construcción de sentido a un marco clausurado En resumen, los grupos subalternos operan en un marco fisu-
de lo identitario. rado por su misma heterogeneidad y las dinâmicas discursivas
A partir de aqui, vale resaltar tres elem entos a considerar que lo componen, por lo cual ninguna operación social -la cual
para profundizar la constitución política de lo subalterno: la dista de ser homogénea o absoluta- puede subsumirlos por com­
dimensión retórica de lo político, la ambivalência de los proce­ pleto. Todo espacio, por más arbitrario que se presente, posee
sos de resistência y la constitución populista de las identidades. intersticios desde los cuales los agentes y sujetos encuentran
Con respecto a lo prim ero, el poscolonialism o y la teoria de la
instancias de resistência.
su baltern id ad dan un lugar cen tral a los d esp lazam ientos Por último, podemos encontrar una vinculación entre clases
discursivos, especialm ente a la relación entre los procesos de subalternas y la idea de pueblo. Para ello, analicemos el concep-
sineqdoquización y catacrésis. Lo prim ero se vincula con la to de populismo que propone Ernesto Laclau (2005). Según este
posibilidad de adquirir diversas formas de identificación con un filósofo, la formación dei populismo se da alrededor de una de­
objetivo político desde una pluralidad de nominaciones presen­ manda que, desde su especificidad, se transforma en centro de un
tes. Lo segundo, con la reapropiación de términos dei Otro para espacio equivalencial, o sea, en el nombre de algo que lo excede y
reinscribirlos en una marca propia. Esto, en palabras de Ernesto desde el cual se articula un conjunto de otras demandas y prác-
Laclau (2 0 0 0 )6 significa que lo político se inscribe en el campo ticas sociales. Por esto, el populismo no representa una práctica
de la nominación, sea para otorgar un sentido específico a una específica sino una lógica política que atraviesa la constitución
identidad concreta como para habilitar procesos de articulación, de cualquier expresión política.
reapropiación y resignificación de significantes circulantes.7 Hay dos formas de comprender el populismo. Una primera,
Aqui cobra importância el análisis de los símbolos, los mitos y como ideologia que se aplica a un grupo ya constituído. Una se­
los ritos como instancias de construcción política: lo que Geertz gunda, como manera de constituir la unidad dei grupo. Esta se­
(1 9 9 0 ) denom ina política dei significado o Lechner (1 9 8 2 ) la gunda implica no tomar al pueblo como una entidad enmarcada
política como ritual de reconocimiento recíproco en una identi­ en una ideologia sino como una relación entre agentes sociales.
dad colectiva. En este sentido, la perform ance de lo político en Tal conformación emerge a través de una cadena equivalencial
el espacio público a través de la reivindicación de mitos, gestos de demandas insatisfechas que conforman dicha identidad. Esto
simbólicos y rituales grupales, comprenden la plataforma cultural expresa tres elementos constitutivos dei populismo: primero, que
existe una frontera interna antagónica separando el "pueblo” dei
6 Ver tam bién Laclau (2 0 0 2 b ).
poder; segundo, que el pueblo está constituído por una cadena
7 Cfr. Panotto (2 0 1 5 ). equivalencial de demandas (o sea, por diversas particularidades

48 C a p ít u l o 1
N ic o l a s P a n o t t o 49
identitarias, no solo una); y tercero, que estas demandas se en- sentidos y prácticas, que pueden m ostrarse relativas según
cuentran articuladas en un sistem a estable aunque transitório el contexto y tan variadas como los agentes actúen en sus
de significación. localidades y cotidianeidades.
Eri resumen, la idea de pueblo que propone Laclau, en contra- > Cobran un lugar central las prácticas de articulación, donde
posición a las definiciones estructuralistas que tienden a esgrimir entran en juego las hibridaciones, conjunciones y resignifica­
conceptos cerrados y escencialistas sobre la identidad popular, ciones que se gestan en los entrecruces entre discursos, prác­
responde a una comprensión que enfatiza su heterogeneidad y ticas y asociaciones, y las transformaciones que se producen
articulación equivalencial constitutiva, a partir de las dinâmicas en cada segmento desde las dinâmicas que comparten.
que se crean entre los agentes y discursos presentes que lo com- . Por todo esto, los sentidos de pluralidad y heterogeneidad son
ponen (demandas). De aqui, el populismo se entiende como una prioritários, ya que lo político actúa como espacio de construc­
lógica política que fomenta la necesidad de abrir un espacio plural ción constante de sujetos, prácticas y discursos que definen
que responda a las tensiones inherentes de la heterogeneidad dei el campo social.
pueblo y que permita la circulación constante de sus significados.
De lo desarrollado hasta aqui, podemos extraer algunas con- Comunidades religiosas y p olítica su baltern a
clusiones que podríamos utilizar como ejes analíticos para una
descripción de lo político desde la noción de subalternidad: Lo desarrollado hasta aqui nos permite hacer una lectura al­
ternativa de la vinculación entre comunidades religiosas y dinâ­
• La definición de lo político se desplaza hacia los procesos que micas sociopolíticas. En primer lugar, muchas obras contempo­
se gestan en la construcción de identidades socioculturales. râneas enfatizan sobre las transformaciones en el estúdio de lo
Ello implica una comprensión de lo político como operación religioso a partir dei uso de la noción de identidad (Parker, 2012;
de deconstrucción constante de las instituciones sociales. Algranti, 2009). Esto tiene distintas implicâncias. Primero, que lo
• Lo político se vincula con las dinâmicas de construcción de religioso se construye como un espacio complejo de articulación
sentido, lo que lleva a focalizarse en el análisis de las prácticas entre narrativas y símbolos sociales que son resignificados desde
discursivas (narrativas, sím bolos, rituales) y los procesos, una lógica propiamente teológica. Segundo, hace de este espacio
tensiones y resignificaciones herm enêuticas que se dan en un campo heterogéneo, cuya lógica diferencial constitutiva per­
dicho campo. mite una movilidad constante de instancias de resignificación y
• Se amplia la comprensión de los sujetos políticos, superando articulación con otros espacios, instituciones y narrativas so­
la centralización en el análisis dei lugar de cierto tipo de ins­ ciales. Por último, que la incidência sociopolítica de lo religioso
tituciones o m arcos tradicionales (Estado, partidos, ideolo­ tiene directa relación con la construcción de ese locus o ethos de
gias) hacia el análisis dei campo de la diversidad de agentes articulación institucional y discursiva (Burity, 2009).
(organizaciones y movimientos sociales, grupos de defensa Estos elem entos nos ayudan a com plejizar el análisis de las
de minorias religiosas, étnicas y sexuales, etc.) y narrativas aprehensiones sociopolíticas en las comunidades religiosas. Des­
que se encuentran en circulación en cualquier espacio social. de la perspectiva de la política subalterna propuesta, podemos
• Los procesos sociopolíticos se comprenden desde un juego ver que dichas construcciones se manifiestan ambiguas. Por una
constante entre subjetivación y singularización, legitimación parte, los marcos de lectura tradicionales -que suelen enmarcar
y resistência. Esto hace que las identidades políticas no se sus estúdios desde los binomios conservador/progresista, dere-
presenten homogéneas sino como instancias que poseen cier- cha/izquierda, entre otros- ofrecen un análisis limitado sobre los
tos clivajes generales, pero que desde ellos crean y recrean complejos procesos que se gestan en las comunidades religiosas.

50 C a p ít u l o 1
N ic o l á s P a .n o t t o 51
En este sentido, existen numerosos estúdios que demuestran las Las comunidades religiosas, como hemos mencionado, son
divergencias entre los enmarques institucionales eclesiales y las espacios de articulación en una doble via: centrífuga y centrípe­
opciones concretas de los creyentes (Parker, 2012: 27). ta. Por una parte, la labilidad dei discurso teológico permite una
Por otra parte -y retomando la idea de la posicionalidad am- movilidad de agentes y una circulación de narrativas de todo
bigua de los sectores subalternos frente a los procesos sociales-, tipo. Tomando el sentido de ambigüedad y dislocación, dicha ar­
las dinâmicas en las comunidades eclesiales manifiestan cierta ticulación entre discursos y prácticas pertenecientes a diversos
ambivalência con respecto a la forma de com prender y actuar campos dentro dei locus eclesial, sirven tanto a la legitimación
dentro de ciertas estructuraciones sociopoliticas. Por ejemplo, de sentidos como a su subversión.
Joaquin Algranti demuestra cómo el neopentecostalismo actùa Desde otra perspectiva, la articulación tam bién debe rela-
de forma ambivalente frente a la lógica neoliberal: por una parte, cionarse con sus efectos en el campo social más amplio y los ti­
muchas de sus prácticas litúrgicas -que enfatizan una espiritua- pos de vinculación con otros agentes políticos. En este sentido,
lidad individualista- y los discursos teológicos -especialm ente Joanildo Burity (2 0 0 8 ) describe una serie de nuevas dinâmicas
la teologia de la prosperidad- pueden llegar a servir como legi- entre las comunidades religiosas y diversos agentes sociales:
timadores de una lógica sociopolitica y económica tal, así como una mayor interacción entre gobierno y organizaciones religio­
sus consecuencias en un contexto específico. Pero por otra par­ sas en la implementación de proyectos sociales, la apertura de
te, el "dualismo positivo” (Wynarczyk, 2009) presente en la cos- diversas organizaciones civiles hacia el tema religioso desde la
movisión de estas comunidades, así como su capacidad de crear reivindicación de la "identidad”, la visualización de lo religioso
consciência colectiva, pueden ser entendidas como instancias que como una expresión más dentro de la diversidad de demandas
sirven al cuestionamiento y superación de tales consecuencias. identitarias particulares, una mayor participación de organiza­
Desde el marco teórico que estamos utilizando en este escrito, ciones religiosas en redes sociales e institucionales a nivel local,
debemos enfatizar que lo discursivo no corresponde a un cúmulo nacional o global, entre otras.
de significaciones a priori sino a marcos interpretativos y de cons- Este conjunto de rearticulaciones se dan en el marco de un
trucción de sentido -plasmados en narrativas, rituales, universos contexto sociopolítico particular (en este caso, el Cono Sur), donde
simbólicos- cuya dinâmica es circulante, así como los enunciados se evidencian cada vez más -se a en el campo de las organizacio­
que produce y de allí las prácticas que inspira en los sujetos. En nes civiles como desde el propio Estado- nuevas demarcaciones
este sentido, los discursos religiosos actúan como significantes do­ socioculturales tales como el multiculturalismo, las políticas cul-
tantes que producen distintos procesos hermenêuticos. Términos turales, el énfasis en la diversidad y el pluralismo, la emergencia
como "Cristo”, "fe”, "evangelio”, "Espíritu”, resignifican experiencias de los movimientos sociales, etc. En cada uno de ellos, lo reli­
cotidianas, proyectan sentidos políticos y movilizan utopias según gioso posee algún tipo de expresión o representación, jugando
la significación otorgada por el sujeto creyente o la comunidad un papel central dentro de los dispositivos de disputa, litigio y
eclesial, y la articulación que se gesta con otros marcos de sentido antagonismo que se gestan dentro de su dinâmica constitutiva
sociales (Algranti, 2010). En otras palabras, la condición simbó­ (Rancière, 2010).
lica de las prácticas discursivas religiosas sirven como instancias A modo de resu m en , p od em os a n a liz a r las d in âm icas
de dislocación de significados y prácticas (Mallimaci, Donatello y sociopolíticas presentes en las comunidades religiosas desde
Cucchetti, 2006). En el caso de las iglesias evangélicas, el énfasis en el sentido de subalternidad a partir de las siguientes categori-
la interpretación personal dei texto bíblico (inscripto en instancias zaciones:
pedagógicas de trabajo en pequenos grupos) posiciona al sujeto
creyente como sujeto hermenêutico. • Las comunidades religiosas son espacios de construcción
id entitaria. Su com p osición h etero g én ea com o locus de

52 C a p ít u l o 1
N ic o l a s P a n o t t o 53
circulación de narrativas, prácticas y cosmovisiones, repre­
C apítulo 2
senta un espacio donde los creyentes se inscriben en procesos
de resignificación constante de universos de sentido.
P lu ra lis m o p o lític o y p lu ra lis m o
Los discursos teológicos, los marcos simbólicos y las prácticas
rituales sirven como instancias de reimaginación dei mundo relig io so : n u e v o s e sc e n a rio s y m a tric e s
y dei contexto, resignificando sentidos y cosmovisiones.
a n a lític a s de la re la c ió n
La constitución h eterogénea de las com unidades religio­
sas perm ite la creación de procesos de rearticulación como
de legitim ación de narrativas, prácticas e instancias socia-
les. Esto tien e com o consecuencia la ambigüedad entre la
resignificación de narrativas emancipatorias y la legitimación
de sistemas sociales.
Las comunidades religiosas son comprendidas como sujetos
políticos, no sólo por la dinâmica de rearticulación y disloca- ablar de la relación entre religión, política y espacio

H
ción que producen hacia su interior sino también en su ins-
público es una tarea que requiere identificar y abordar
cripción dentro dei campo social y su aporte particular dentro
una compleja matriz de dinâmicas. Por un lado, los ac­
dei espacio público, sea en la sociedad civil, el universo de
tores en juego son sumamente diversos, teniendo en
organizaciones sociales o el mismo Estado.
cuenta la creciente pluralización tanto dei campo religioso como
dei político. Por otro lado, los tipos de vinculación que se constru-
yen entre estos sujetos responden también a una diversidad de
canales, mecanismos y dinâmicas, resultado de la heterogeneidad
constitutiva de lo público. En otros términos, la complejidad de
la relación entre estos tres elementos deviene de la misma com­
plejidad desde donde se define cada uno de ellos.
En este contexto, podríamos identificar una vinculación de
doble vía entre estos campos. Por una parte, lo religioso (con
sus discursos teológicos, actores y estructuras institucionales)
interpela lo político, actuando como instancia hermenêutica en
diversos niveles: reapropiándose de sentidos y prácticas socia­
les (como gobierno, política, ciudadanía, derechos, militancia,
Estado, nación, etc.), determinando la acción de los sujetos cre­
yentes en la arena pública y enmarcando la interacción entre di­
versos actores sociales (especialmente a través dei lugar de las
comunidades eclesiales y organizaciones civiles religiosas). Por
°tra, lo político también influye en lo religioso, interviniendo en
el campo de la construcción de sentido (por ejem plo, cuando
agentes sociales toman dei discurso religioso para la legitimación
de cosmovisiones políticas), regulando sus prácticas (el Estado

C a p ít u l o 1
55
y el campo judicial como instancias de legitimación y control de realidad (lo que se ha llamado antropocentrismo] y de la ciência
la diversidad de creencias) y, por sobre todo, a través de las di­ como discurso de veracidad y legitimidad de lo real.
versas maneras en que los sujetos concretos (sean indivíduos o Estos fenómenos trajeron consigo una serie de câmbios tanto
instituciones) se reapropian de lo religioso para la construcción hacia el mismo interior dei campo religioso como dei sociocultural
de sus discursos y prácticas cotidianas. en general (Tschannen, 1994). En primer lugar, como sostuvimos,
Estudiar estas instancias requiere, por un lado, observar las provocó un desplazamiento dei lugar público de las institucio­
nuevas dinâmicas dentro dei campo religioso, especialmente el nes religiosas. Estamos lejos de decir que ellas perdieron total
impacto (social, político, cultural] que produce su constante plu- injerencia -especialm ente las iglesias cristianas-, pero sí la tu­
ralización, teniendo en cuenta las nuevas matrices en los escena- tela por sobre el sentido de las dinâmicas constituyentes de la
rios socioculturales dei mundo globalizado actual. Por otra parte, matriz social. En segundo lugar, se produjo lo que se denomina
dicho análisis debe responder a una actualización de los marcos la mundanización de diversas actividades sociales, científicas y
teóricos con respecto a la definición de lo político, sus actores e culturales, que hasta el momento se encontraban bajo la égida
instituciones. Por ello, en este breve capítulo intentaremos crear interpretativa de la teologia. Tercero, como resultado de los dos
un diálogo entre algunos abordajes de teoria política contempo­ elementos mencionados, se evidencia un proceso de pluralización,
râneos y diversos estúdios socioantropológicos dei campo reli­ tanto en el campo social como también en el religioso, resultante
gioso, que nos perm itan dilucidar las com plejas dinâmicas de de la focalización en el rol de los sujetos y su intervención de la
la vinculación entre lo político y lo religioso. Vale aclarar que se historia (Williame, 1996).
enfocará la mirada especialmente en el cristianismo. Muchos afirmaron que estos procesos implicarían la paulati­
na desaparición de lo religioso, en pos de la construcción de una
P resupuestos teórico-m etodológicos lógica civilizatoria. Lejos de ello, este fenómeno no sólo man-
tuvo su existencia, sino que su campo se extendió a través dei
Antes de focalizamos en el estúdio sobre los tipos de vínculo proceso de pluralización que experim ento. Paradójicam ente,
entre los campos en cuestión, desarrollaremos algunos presupues­ esto fue facilitado por las propias dinâmicas de la modernidad.
tos teóricos y metodológicos que nos guiarán en nuestro análisis. En otros términos, el proceso de secularización no significo un
achicamiento de lo religioso sino la reconfiguración de su esta-
S ec u la riz a c ió n y p lu r a liz a c ió n
tus social, especialmente de la iglesia cristiana en las sociedades
occidentales. Se produjo una deconstrucción dei sentido y dei
Un prim er aspecto a considerar es el fenóm eno de la plu­ lugar de lo religioso en tanto metarrelato, pero no una crisis en
ralización de lo religioso y su impacto en la comprensión de la las creencias. Todo lo contrario: el proceso de pluralización de la
secularización. Este último fue entendido en la modernidad como simbolización religiosa -gestada por la propia heterogeneización
el proceso de "desencantamiento” (como decía Max Weber] de la de su institucionalidad- trajo consigo un proceso de pluraliza­
sociedad Occidental, donde la fe -a comparación de la Edad Me­ ción de los procesos de construcción de creencias, lo que facilito
d ia- ya no poseía un lugar preponderante sino periférico y en- su crecimiento y expansión como marco de sentido existencial
claustrado en la subjetividad de los y las creyentes. Lo teológico y referencial, vinculado no ya con un credo o una concepción
como lo religioso y eclesial fueron elementos desplazados como sociopolítica determinada (recordemos los fuertes vínculos dei
epicentros de lo sociopolítico, consecuencia de la reubicación catolicismo romano con lo territorial o ciudadano) sino a una
dei Sujeto (en este caso, el ser humano -v a ró n - comprendido diversidad de experiencias, lugares y símbolos.
como histórico, activo y productivo] como punto medular de la

56 C a p ít u l o 2
N ic o l a s P a n o t t o 57
Como profundizaremos más adelante, este elemento es cen­ lítico no está acotado a la acción de un número determinado de
tral a la hora de analizar el tem a que nos com pete. En prim er formas o estructuras. Segundo, como resultado de esto mismo,
lugar, porque el fenóm eno de la secularización planteará una la institucionalización de lo político se abre a una pluralidad de
reform ulación de las dinâm icas e instituciones sociales, y así sujetos que trascienden las figuras tradicionales. Es por ello que
de los procesos sociopolíticos. Y en segundo lugar, porque estos el espacio público está compuesto por la interrelación de un he­
fenómenos no sólo implicaron una pluralización dei campo re­ terogéneo campo de actores sociales (sean organizaciones civiles
ligioso sino también de los agentes y sujetos políticos, al perder y comunitárias, grupos de militancia, movimientos de reivindica-
la Iglesia su lugar de tutelaje. ción de derechos y, como veremos, actores religiosos).
Esto nos lleva a definir la política como un espacio inscripto
L a p o lític a , lo p o lític o y lo a g o n ístic o
en el antagonismo. En este sentido, Mouffe cuestiona el modelo
racionalista e individualista liberal, que enmarca a buena parte
Adelantándonos a una conclusión a la que llegarem os más
de los modelos políticos vigentes. Por un lado, la creencia de una
adelante, debemos afirm ar que la politicidad de lo religioso no
especie de consenso universal a través de la razón, como propone
se encuentra sólo en su vinculación con dinâmicas e instituciones Jürgen Habermas (2006). Por otro, la concepción de un campo de
estricta y tradicionalmente políticas, sino que se imprime en su
particularismos dispersos y homogéneos en si mismos. En otras
misma constitución identitaria y se proyecta desde la especifici-
palabras, es lo que Mouffe identifica como paradigma agregativo
dad de sus prácticas y dinâmicas institucionales. Esto requiere
(los indivíduos como seres racionales y el ejercicio político como
de una revisión de los anclajes de este tipo de estúdios, especial­ una práctica instrum ental) y paradigma asociativo (que reem-
mente en dos sentidos: los nuevos marcos analíticos en torno a la plaza la racionalidad instrumental por la comunicativa, enten-
teoria política y, desde allí, los nuevos acercamientos a las formas diendo la política como un consenso moral racional mediante la
de comprender la dinâmica social de lo religioso. libre discusión). En ambos casos, se define el ejercicio político a
Aqui la utilidad de la distinción entre lo político y la política
partir de la comprensión de indivíduos racionales y como intento
que proponen algunos marcos de teoria política posestructuralista
de búsqueda de princípios y fundamentos donde se diluyen los
(Mouffe, 2007). El propósito de esta diferenciación es no reducir
conflictos constitutivos a cualquier construcción sociopolítica.
la comprensión de las dinâmicas sociopolíticas a la particulari- De aqui Mouffe propone comprender lo político como esp a­
dad de instituciones determinadas, sea el Estado, un partido, etc. cio agonístico.1 Esto significa definirlo como la diferencialidad
Lo político se comprende como aquella dinâmica constitutiva de
constitutiva de lo identitario, y fundamento de todo espacio pú­
todo espacio social, vinculada a los procesos de identificación blico y dinâmica social. La división entre un nosotros/ellos en la
por parte de los sujetos y grupos que lo componen. Por su parte,
política suele conformarse desde un paradigma amigo/enemigo
la política encierra aquellas prácticas históricas concretas que
que obtura las posibles dinâmicas de transformación. Por ello,
actúan como respuesta de dicha búsqueda, a través de la cons-
trucción de discursos, instituciones y organizaciones, tales como 1 La autora hace una distinción entre an tagon ism o y agonismo'. "Mientras que el
los partidos, el Estado, las ONG, etc. antagonismo constituye una relación nosotros/ellos en la cual las dos partes
son enemigos que no comparten ninguna base común, el agonismo establece
Lo importante a remarcar es que el campo de la política siem-
una relación nosotros/ellos en la que las partes en conflicto, si bien admitien-
pre está sumido a los procesos disruptivos promovidos por lo do que no existe una solución racional a su conflicto, reconocen sin embargo
político, o sea, a los procesos constantes de resignificación de las la legitimidad de sus oponentes. Esto significa que, aunque en conflicto, se
perciben a sí m ism os com o perten ecientes a la m isma asociación política,
identidades y las prácticas sociales. Esto trae dos consecuencias
com partiendo un esp acio sim bólico com ún dentro dei cual tien e lugar el
centrales para nuestro análisis. Primero, que el ejercicio de lo po­ conflicto. Podríam os d ecir que la tarea de la dem ocracia es transform ar el
antagonismo en agonismo" (Mouffe, 2 0 0 7 : 27],

58 C a p ít u l o 2
N ic o l a s P a n o t t o 59
seria indicado com prender esta división más bien como un lo- son instancias que poseen una especificidad constitutiva que las
cus donde los limites sobre lo identitario y los ejercicios políti­ diferencia de otros elementos dei medio social?
cos sean abiertos a través dei conflicto constructivo. Más aún, la Comparemos dos antropólogos, que mantendrán ciertas dife­
creación de un nosotros depende de una relación agonística con rencias para responder a estas preguntas: Clifford Geertz y Talai
un ellos. Por esto, lo político en tanto búsqueda de consenso o de Asad. Geertz define la religión como
unidad -com o muchas propuestas democráticas liberales suelen
esgrim ir- socava la posibilidad de crear espacios conflictivos que "un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos,
penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones en
cuestionen las formas, instituciones y discursos establecidos, y
los hombres formulando concepciones de un orden general
de esta m anera mantengan la dinâmica transform adora de los
de existencia y revistiendo estas concepciones con una au­
procesos sociopolíticos. reola de efectividad tal que los estados anímicos y motivacio­
En resum en, la distinción entre lo político y la política nos nes parezcan de un realismo único” (Geertz, 1990: 87 y ss).
sirve para com prender que el espacio público no se delimita a
prácticas o modos de organización específicos (sea el Estado, los Para él, los símbolos dan sentido a los fenómenos culturales
partidos políticos, los m ecanism os de votación, las leyes, etc.). y provocan hechos psicológicos que amoldan a los sujetos a di-
Estas dem arcaciones institucionales y discursivas sirven, más chas estructuras, a través de la construcción de ideas generales
bien, a la construcción de ciertas bases y fundamentos que se- de orden. Por ello, planteará que la antropologia debe centrarse
nalan directrices generales, pero siempre negociables. Tales seg- en una doble función analítica: los sistemas de significado en los
mentaciones son continuamente relativizadas por la pluralidad símbolos y sus efectos sociales y psicológicos.
y heterogeneidad que las componen y donde se imprimen. De Podríamos decir que Geertz parece olvidar un elemento cen­
aqui que lo político se comprende como la capacidad (discursiva, tral en medio de esas dos funciones: el lugar dei sujeto creyente.
simbólica, social) de los sujetos y los grupos para redefinirse a sí En esta dirección, independientemente de que los símbolos po­
mismos, y con ello subvertir cualquier tipo de demarcación ideo­ seen especificidades de sentido, ellos no contienen consecuencias
lógica, social e institucional, en pos de la construcción de nuevas prácticas o psicológicas a priori. En otros términos, más allá de
prácticas acordes a las demandas que se gestan según contextos, que un símbolo representa un cúmulo de significados, no se pue-
lugares y tiempos. de anticipar un vínculo directo entre éstos y consecuencias en las
prácticas de los sujetos concretos. Tanto Max Weber como Peter
R eligión, procesos de su bjetiv ación y constru cción Berger o el mismo Pierre Bourdieu con su concepto de habitus y
id en titaria campo religioso, siguen una dirección de análisis similar. Las ac­
ciones de los sujetos creyentes no pueden ser descritas de forma
Es im portante comenzar por preguntarnos sobre el estatus predeterminada. Como afirmamos en el apartado anterior, éste se
analítico que posee hoy lo religioso, en especial en su relación mueve dentro de un espacio sociocultural compuesto de tensio-
con las dinâmicas políticas dentro dei espacio público. Definir nes, antagonismos y heterogeneidades, que hacen de esa trama
de qué manera se define este campo en tanto fenómeno social de intercâmbios simbólicos una realidad sumamente compleja,
-y la particularidad de sus instituciones en relación con las de haciendo imposible determ inar cuáles serán los movimientos
que se gestarán en él.
otros cam pos- como también su intervención, será central para
comprender estos procesos. £Qué tipo de relación existe entre lo Es en esta dirección que Talai Asad (1993) cuestiona a Geertz,
religioso, la cultura y el campo social? ^Las creencias son siem ­ afirmando que el símbolo no es sólo un "medio" sino que es en
pre una expresión correlativa a circunstancias determinadas o si mismo el sentido. Muchas veces actúa como un marco de re-
lacionamientos complejos entre sujetos, objetos e instituciones.

60 C a p ít u l o 2
N ic o l a s P a n o t t o 61
También cuestiona que Geertz diferencia -a la Parsons- entre los símbolos religiosos. Desde esta perspectiva, se enfatiza en el es-
sentidos culturales y los fenómenos psíquicos o sociales. Asad tatus subversivo de sentido que poseen los símbolos y la figura
también critica la división que hace este antropólogo entre teoria dei creyente como sujeto proactivo para redefinir sus prácticas
y práctica religiosa. No existe tal diferenciación desde una pers­ y subvertir las comprensiones estructurales.
pectiva de intervención. Para Asad parece que, por momentos, Existen algunas propuestas desde la filosofia política que po-
Geertz conceptualiza la religión como ideologia, ubicándola como drían vincularse con estos abordajes. Un ejemplo es la distinción
legitimadora de un orden exterior a ella. Por ello, se pregunta: que hace Felix Guattari entre los procesos de subjetivación y sin-
"Si los símbolos religiosos son entendidos como analogias de las gularización.
palabras, como vehículos de sentido, ^pueden dichos sentidos ser
"La subjetividad (...) oscila entre dos extremos: una relación
establecidos independientemente de la vida de quien los usa?"
de alienación y opresión, donde el sujeto recibe la su bje­
[ibíd., p. 53). Terminará planteando que los símbolos religiosos
tividad tal como le llega. Singularización, la subjetividad
deben ser analizados no sólo desde su vinculación con los hechos
es tomada como un proceso de creación y reapropiación"
sociales o como soportes de estructuras determinadas, sino en (Guattari y Rolnik, 2005: 48).
el potencial herm enêutico que poseen para promover diversas
significaciones según los marcos, las prácticas y discursos que se También podríamos mencionar a Michael de Certeau y su dis­
originen en un momento concreto dei sujeto y de la comunidad. tinción entre estrategia y táctica (De Certeau, 2010). La primera
Estas dos perspectivas muestran no solo dos acercamientos es entendida como acciones que se circunscriben en un lugar
distintos a la relación religión-cultura, sino también a las propias propio, desde donde se m anejan las relaciones exteriores. La
dinâmicas sociopolíticas en el espacio público y su vinculación segunda, representa cálculos y acciones que van más allá de un
con lo religioso. Mientras la mirada de Geertz, más allá de su valor lugar determinado que encapsula el tiempo. Esto implica reco-
en muchos aspectos, obedece a un encuadre de alguna medida nocer los atajos que poseen los lugares en tanto demarcaciones,
determinista entre las caracterizaciones sociales y religiosas, Asad los cuales son asumidos por los sujetos para circular, ir y venir.
responde a una visión más dinâmica dei contexto sociocultural,
y desde allí, lo propiamente religioso. En este sentido, este últi­ Acercamientos a la relación religión-espacio público-política
mo no actúa sólo como un m arco legitimador sim bólico de un
orden social determinado, sino también como un locus inscripto Desde lo descrito hasta aqui, podemos ver que las dinâmi­
en una pluralidad de dinâmicas, acciones y sujetos en un espacio cas religiosas y políticas responden a matrices y direcciones su­
cuya condición heterogénea deviene de las diversas matrices que mamente complejas, al estar inscriptas en un espacio social he­
adoptan los símbolos, instituciones y discursos según las reapro- terogéneo. Por un lado, hay una conjunción particular entre la
piaciones y resignificaciones que realizan los sujetos y grupos. pluralización dei campo religioso y la pluralización dei campo
Este abordaje nos perm ite ver que las dinâmicas inheren- político. Esto lleva a la em ergencia de diversos modos de inci­
tes a los procesos de reapropiación de los sím bolos religiosos dência y a construcciones híbridas de institucionalidad política,
en la cotidianeidad de los sujetos creyentes -y por ende de las desde la ampliación de la noción de lo político como modo de
comunidades religiosas- deben ser analizadas desde un lente constitución de lo identitario, y de la política como campo plural
sociopolítico. En otros térm inos, la politicidad de estos proce­ de mediaciones organizacionales. Lo religioso y sus modalidades
sos reside en su capacidad de proyectar al sujeto creyente hacia institucionales se inscriben dentro de este panorama, actuando
la resignificación de sus prácticas sociales, discursos y hasta de politicamente desde su misma especificidad (o sea, desde sus
su militancia, desde la apertura hermenêutica que habilitan los discursos teológicos, ritualizaciones y operaciones simbólicas,
mecanismos institucionales, etc.).

62 C a p ít u l o 2
N ic o l a s P a n o t t o 63
Para profundizar en estos elementos, desarrollaremos diversos so y, por otro, representan expresiones que pueden gestarse en
modos de analizar estas dinâmicas desde las caracterizaciones una misma identidad religiosa, sea por momentos específicos o
que muestran el siguiente esquema, siguiendo los presupuestos de manera combinaba.
metodológicos descritos:
D u alism o y p u rism o m oralista
S u b jetiv ación

Con dualismo nos referimos a la tradicional distinción entre


d p i in Ó M ’ Lo P ° lítico • ESPACIO
RELIGION : La política : pÚBLICO lo público y lo privado, desde la cual se establecen competências
particulares para cada institución social según su vinculación con
S in g u larización
alguno de estos elementos. Más allá de que dichos campos no se
encuentran estrictamente separados (menos aún desde la dinâ­
Este esquema nos lleva a considerar que el análisis dei víncu­ mica globalizadora contemporânea], si pueden ser comprendidos
lo entre religion y espacio público se inscribe en un proceso de como espacios de sentido desde donde delimitar construcciones
construcción de la identidad en una comunidad social (lo políti­ identitarias, discursos y prácticas. Para profundizar este aborda-
co] desde donde emergen modos de institucionalización, prác- je, utilizaremos la propuesta de Richard Sennett (2 0 1 1 ], quien
ticas y discursos (la política], A su vez, dicha dinâmica se mueve propone una genealogia de la concepción de lo público.
entre las operaciones de subjetivación (o sea, como respuesta a Dicho término, tanto en el habla inglesa como francesa, se uti-
un marco mayor de sentido] y singularización (operaciones de lizaba en el siglo XV para definir aquello que estaba abierto a la
reapropiación y resignificación de dicha segmentación por parte observación general. Hacia el siglo XVII la división entre privado
de los sujetos, grupos e instituciones concretos], y público no contenía una frontera tan marcada como hoy dia. Lo
Este esquema dista de ser homogéneo y lineal. Por el contrario, público era lo abierto al juicio social, mientras que lo privado lo
dependiendo de las dinâmicas sociales o las nociones socioantro- vinculado a la región familiar y amistosa. Con el tiempo, lo público
pológicas que se consideren, sus operaciones serán diversas según pasó de ser un término restringido al campo político institucional
el énfasis que se otorgue a ciertos elementos en comparación a a una forma de conceptualizar las dinâmicas socioculturales entre
otros. De aqui, nos concentraremos en tres posibles esquemas de el sujeto y el contexto. En francês, el término "cosmopolita" (data­
análisis, que a su vez responden a tres combinaciones de marcos do por 1738] denominaba a una persona que se podia mover en
socioantropológicos y modos de relación con lo religioso: la diversidad, entre una serie de particularidades con las cuales
no requeria tener un tipo de vinculación directa.
Marco socioantropológico Modo de relación con Io religioso De aqui que lo público pasa a definir lo vivido fuera dei âmbi­
Dualista Purismo m oralista to familiar y de los amigos, donde se identifican construcciones
Consensual racionalista Ecumenismo esencialista sociales complejas disímiles. Ya hacia el siglo XVIII comienza a
Pluralista Articulación posfundacional vislum brarse una distinción entre los derechos de naturaleza
(una serie de disposiciones morales inherentes a la "naturaleza”
Vale hacer algunas aclaraciones. Estos modos de acercamiento humana y social] y la civilidad (regias y prácticas contingentes a
no son secuenciales sino que pueden convivir de diversas maneras las dinâmicas sociopolíticas]. Mientras lo primero se desarrolla-
y hasta articuladamente, dentro de un mismo espacio y tiempo ba en el âmbito de lo privado, lo segundo lo hacia en lo público.
determinados. En otros térm inos, ellos describen, por un lado, Hay dos elementos a tener en cuenta como contexto de estos
distintos modos de relacionamiento entre lo político y lo religio­ procesos. Primero, las transformaciones ocurridas en el capita­

64 C a p ít u l o 2
N ic o l á s P a n o t t o 65
lismo industrial dei siglo XIX, con sus particulares regulaciones lo público, pero transformándose en un espacio de purificación
en el campo urbano. El principal fenómeno de este período es la escindiéndose de él al entronarse como defensora de lo privado.
necesidad de privatización que el capitalismo produjo en la bur­ En segundo lugar, a modo de aplicación de esto último, fami­
guesia. La crisis social en los centros urbanos industrializados lia y sexualidad son los elementos de mayor disputa política. Es
llevó a que la familia se posicionara no ya como un espacio res­ aqui donde podemos identificar la regulación legal dei divorcio,
tringido a lo privado sino como un refugio idealizado de los ma­ la aprobación dei m atrimonio igualitário y las nuevas tendên­
les de la sociedad, donde existia el orden y la autoridad. De esta cias en educación sexual en el âmbito escolar como los tem as
manera, poco a poco, la familia se transformo en un patrón para más candentes dentro de la agenda política en las iglesias, espe­
medir el dominio público. Por ello, cialmente cristianas. Esto tampoco significa que son los únicos
"utilizando las relaciones familiares como un modelo, las temas específicos que se traten, sino más bien que ellos actúan
personas percibieron el dominio público no como un gru­ como marcos desde donde se encadenan otras nociones vincu­
po limitado de relaciones sociales, como habría ocurrido ladas a distintos elementos dei campo político, tales como el rol
en la Ilustración, sino que, por el contrario, consideraron la dei Estado, la comprensión de la estratificación social, las ten-
vida pública m oralmente inferior. Intimidad y estabilidad siones ideológicas (la crítica al pensamiento "progresista"], las
parecían estar unidas en la familia; junto a este orden ideal, cosmovisiones sociales (como la noción de "orden natural" en los
la legitimidad dei orden público fue puesta en entredicho” discursos eclesiales sobre estos temas], entre otros.
[ibíd., p. 38]. A modo de ejemplo, dentro dei gran espectro de corrientes
Segundo, se produjo una reform ulación dei secularism o, dentro dei catolicismo, encontramos el denominado catolicismo
que influyó en las definiciones y percep cion es sobre lo "ex- integral, que considera la doctrina proveniente de la Santa Sede
tra n o ” y "d esco n o cid o ”. Sen n et afirm a que los p ro cesos de como medida para abordar los asuntos sociales, a los cuales los
secularización dei siglo XIX se construían más bien en oposición Estados nacionales deberían regirse (Mallimaci, 1 9 9 3 ]. Desde
a la "trascendencia”, donde se naturaliza lo inmanente, el instan­ aqui, se cuestionan diversos marcos de sentido y práctica, tales
te, el hecho. Las circunstancias se aceptan como se presentan. como el liberalismo y el socialismo. Desde el campo evangélico,
"Desaparecieron las distinciones entre sujeto y objeto, dentro y Hilário Wynarczyk (2 0 0 9 ] llama la atención sobre el paso de un
fuera, perceptor y percibido” ( ibíd ., ztí.). De aqui, concluirá que el dualismo negativo a uno positivo dentro de este campo religioso:
gran problema es la exacerbación de la intimidad como un espa­ mientras el primero niega todo tipo de incidência sociopolítica
cio de purificación pero también de redefinición de lo público, ya de la iglesia, el segundo -m ás presente en com unidades neo-
que la exposición de lo privado se transforma, paradójicamente, pentecostales- pone a la fe, la religión y la misma iglesia en tan­
en el elemento catalítico más importante de lo público. to comunidad, como ejemplos arquetípicos para transformar las
Si vamos al espacio religioso, este abordaje tiene una doble estructuras sociales vigentes.
implicância para el análisis de su relación con lo político. En pri- En síntesis, podemos ver en estos dos ejem plos que en los
mer lugar, la incidência pública se proyecta desde el resguardo de cuerpos religiosos existe una conciencia teológica e institucional
lo privado. Esto no implica que las iglesias y religiones no militen de incidência en el campo público, pero ella se realiza desde una
en el espacio público, sino que lo hacen desde la defensa de esa perspectiva dualista y moralista; en otros términos, desde una
separación, lo cual tiene un doble objetivo: cuidar la santidad de cosmovisión que escinde el campo religioso dei social, donde el
lo privado (lo sexual, el cuerpo, la familia] y actuar como testimo- primero se transforma en una especie de núcleo moral básico al
nio de aquello que necesita la sociedad. Esto es lo que llamamos cual el segundo debe apelar. Más allá de que esta perspectiva es
purismo moralista: la religión crea una relación paradójica con vigente para comprender algunas dinâmicas dentro de los espa-

66 C a p ít u l o 2 N ic o l á s P a n o t t o 67
cios religiosos, de todos modos representa ciertos reduccionis- mentos centrales en los mecanismos de diálogo que deben exis­
mos para la consideración de otros impactos sociopolíticos de tir. Primero, partir de una plataforma posmetafísica. Segundo,
este campo desde su propia constitución, que van más allá dei un reconocimiento de la especificidad dei discurso y marco de
resguardo de proposiciones morales. sentido religioso. Pero para que este diálogo se desarrolle hay
que traducirlo en un lenguaje universalmente reconocible. "El
R a c io n a lid a d c o n se n su a l y ecu m en ism o e s en c ia lis ta
ethos de la ciudadanía liberal exige de am bas partes el cercio-
ramiento reflexivo de los limites tanto de la fe como dei saber”
Aqui apelarem os a una cosm ovisión social que podríamos
(Habermas, 2006: 10).
describir como racionalidad consensual y su correlato político-
La crítica de Mouffe que hemos mencionado -sobre lo político
institucional denominado democracia asociativa, de la cual uno
como elemento racional y restringido a un sujeto político determi­
de sus mayores representantes es Jürgen Habermas. Este filósofo
nado (precisamente el que inscribe dicha racionalización)- se vin­
es un defensor de la superioridad moral y la validez universal de
cula al hecho de cómo se comprende el lugar y la legitimidad de lo
la democracia constitucional liberal. Parte de una distinción entre
religioso como agente social, ya que su particularidad identitaria
espíritu subjetivo y espíritu objetivo: este último es el que se crea
se veria subsumida a dicha razón universal (que dista de ser abs­
en la interacción de los sujetos, siendo el primero la exterioridad
tracta; por el contrario, los marcos institucionales y discursivos
particularizada de este último. Mientras que para los liberales
dei liberalismo representan el campo desde donde se comprende
la legitimidad dei gobierno recae sobre la defensa de la libertad
tal universalidad). Más aún, desde esta crítica podemos ver cómo
individual y los derechos humanos, para los dem ocratas recae
esta perspectiva profundiza lo que describíamos anteriormente
sobre la soberania popular. Se intenta definir así la naturaleza
sobre la promoción de lo privado como purificador de lo público,
racional privilegiada de la democracia liberal, donde se ubica una
aunque con una visión más plural. En otros términos, se reconoce
vinculación entre el dominio de la ley y los derechos humanos.
la diversidad, pero se prioriza el consenso racional y universal
De esto pod ríam os ex tra er tres elem en to s cen trales en
como fundamento. Más aún, dicho consenso racional cobra una
Habermas vinculados a su cosm ovisión política. Primero, que
entidad ontológica que sobrepasa toda particularidad y cosmovi­
existe una racionalidad o conciencia que unifica el todo social.
sión. Por ello hablamos de ecumenismo esencialista: hay un reco­
Segundo, promueve una visión política liberal como espacio de
nocimiento (inclusive legal) de la diversidad religiosa, pero no se
consenso a partir dei ejercicio de la racionalidad. Tercero, un
legitima las particularidades identitarias que la componen -d es­
concepto de Estado liberal defensor de este ejercicio.
de lo discursivo, institucional, simbólico y social- como instancia
Con respecto a esto último, el aparato estatal liberal debe pre-
de incidência pública. Esto último es valorado sólo en la medida
suponer que las actitudes cognitivas de las partes religiosas y
que se adapte a las regulaciones discursivas e institucionales de
laicas son resultados de aprendizajes históricos. Habermas se
aquel fundamento racional.
preocupa por la "polarización" que se produce entre estos dos
Maria Lafont realiza un estúdio exhaustivo de la propuesta
sectores ya que pone en peligro la "cohesión” de la ciudadanía.
habermasiana, complementando con el trabajo de John Rawls.
Esto, dice, concierne la teoria política. De aqui que adhiere a la
El gran problema que la autora identifica es esta necesidad de
propuesta hegeliana sobre que las grandes religiones pertene-
"traducir" los discursos religiosos en la arena pública, tal como
cen a la historia de la razón misma. El Estado debe promocionar
esta perspectiva lo infiere. En este sentido, el planteamiento li­
el derecho de todas las expresiones religiosas, reconociendo la
beral es aceptar la pluralidad de expresiones, pero compartiendo
especificidad discursiva y cosmovisional de cada una. Habermas
un procedim iento deliberativo. En línea con Habermas, Rawls
habla dei "uso público de la razón" para llegar a eso. Hay dos ele-
habla dei “overlaping consensus", que implica la com prensión

68 C a p ít u l o 2
N ic o l á s P a n o t t o 69
de la existencia de una razón común a todos los seres humanos esencialidad que inevitablemente requiere ser identificada y no-
y que sirve a las obligaciones morales y políticas, lo cual lleva a minada, diluyendo las expresiones particulares. Lo público pasa
que los ciudadanos alcancen los mismos objetivos y resultados. de ser un campo de relacionalidad -co n sus respectivas tensio-
Esto conlleva a que la legitimidad democrática de la deliberación nes- de los actores que la componen, a un fundamento trascen-
pública necesite, en cierta medida, de decisiones políticas coer­
dente que los determina.
citivas apoyadas en elem entos racionales aceptadas por todos
los ciudadanos. P lu ralización dei e s p a d o p ú blico y articu lación p osfu n d acion al
La limitación que Lafont encuentra en ambos modelos es que
supone un grado de superposición entre creencias religiosas y El énfasis en la pluralización dei espacio público en las últimas
seculares, es decir, "dónde los rendimientos epistémicos y de le- décadas proviene de ciertas reacciones a los modos, ideologias y
gitimación de la deliberación pública se ven confrontados con la estructuraciones institucionales propias de la modernidad, que
aspiración democrática de imparcialidad -que no necesariamen- entraron en crisis en tiempos de posguerra (Arendt, 1997). Po-
te de neutralidad- para todos los casos” [Lafont, 2011: 60). Esto dríamos resumir algunas de sus características con las siguien-
trae dos problemas. Primero, se deslegitimiza el discurso religio­ tes distinciones:
so, sus cosmovisiones y hasta sus prácticas institucionales como
instancias intrinsecamente políticas. De tal modo, la apelación a • Crisis en la noción de identidad nacional. Nación, lo nacional,
un "Estado neutral”, como dice Habermas, involucra que toda de- nacionalidad, son términos que refieren a la emergencia de los
cisión política se remita a las razones universalmente accesibles Estados modernos en pleno desarrollo y expansión de Occi-
desde la institución estatal, las cuales son justificadas más allá dente. Se definieron historicamente como marcos identitarios
de cualquier particularidad identitaria, incluida la religiosa. Por representativos de los habitantes de un territorio delimitado.
otra parte, la distinción entre lo público como cuestión de Estado Estas dem arcaciones com enzaron a ser cuestionadas hace
y lo privado como esfera de la Iglesia conlleva una separación de ya algunas décadas desde diversas propuestas teóricas - e s ­
regiones de poder: cuestiones políticas, económicas y conflictos pecialmente desde estúdios poscoloniales, descoloniales y
internacionales por un lado, y mentalidades, orientaciones se- posestructuralistas-, que evidenciaron la relación entre la
xuales, modelos de familia, de relaciones de género, custodia de conquista y el establecimiento de la "identidad europea”, sus
los hijos, etc., por otro. limitaciones para representar la heterogeneidad de actores en
En co n clu sió n , llam am os a este a b o rd a je ecu m en ism o un territorio específico, y los nuevos desplazamientos, entre-
esencialista ya que existe un reconocimiento de las expresiones cruces e hibridaciones que se gestan en un locus sociocultural
religiosas, dei pluralismo dei campo y de una parcial inclusión inscripto en un campo globalizado, los cuales cuestionan la
de cada actor en el âmbito público, pero es simplemente formal, homogeneidad y esencialización que pretende el concepto
dentro de parâm etros generales de deliberación institucional, de lo nacional (Bhabha, 2010). Este elemento cobra una im­
subsumido a una racionalidad superior y esencialista, que atra- portância central al tener en cuenta la vinculación que existe
viesa la particularidad de las expresiones identitarias, en este caso entre ciertas expresiones religiosas y el nacionalismo, como
las religiosas. De esta manera, el marco de deliberación pública el caso dei catolicism o romano en América Latina (Giorgi y
-q u e siem pre parte de una expresión tanto institucional como Mallimaci, 2012).
ideológica (en este caso, liberal)- sobrepasa y atraviesa cualquier • Diversidad de sujetos políticos. La falta de representatividad
forma de construcción de sentido particular, desde su veracidad dei Estado-nación como marco de nominación identitaria, así
relativa. En otros términos, lo público se comprende desde una como de otras instituciones tales como los partidos políticos

70 C a p ít u l o 2
N ic o l á s P a n o t t o 71
o ciertas ideologias hegemónicas, impulso la construcción de social. En otros términos, democracia no es unidad centrada
instancias alternativas de acción y representación. De esta ma- en la representatividad de un grupo particular sino un espacio
nera, encontramos la emergencia de los llamados movimientos de litigio y conflicto constructivo entre todas las identidades
sociales, que crecieron fuertemente durante los anos 1990; el presentes en un segmento social. Es lo que Ernesto Laclau y
surgimiento de las ONG y la conformación dei Tercer Sector; Chantal Mouffe denominan democracia radical (AA.VV., 2010).
y la articulación de diversas organizaciones, instituciones y
redes representativas de minorias sociales, que se nuclearon Estos elementos evidencian dos características centrales dei
y organizaron con el propósito hacer escuchar su voz, tanto espacio público contemporâneo. En primer lugar, que es un es­
a nivel social como en el âmbito de lo estatal (Connolly, 1991; pacio heterogéneo compuesto por una pluralidad de sujetos que
Laclau, 2000). representan demandas específicas (sociales, económicas, cultu-
Reconceptualización dei rol dei Estado. Estas transformacio- rales), desde las cuales formalizan reclamos e interactúan entre
nes en el campo de los actores sociales y sus representacio- si, a través de procesos de articulación hacia la construcción de
nes, llevó a preguntarse por el rol aglutinante dei Estado. Las prácticas e identidades. En segundo lugar, que lo público es un
oleadas neoliberales en los noventa intentaron deslegitimar espacio conflictivo, al ser la inscripción de una serie de renego-
el lugar de esta institución en pos de la apertura al mercado, ciaciones constantes, ya sea hacia los mismos movimientos, entre
inscripta en una comprensión que provocó la desintegración unos y otros, y con instituciones sociopolíticas de representación
de los tejid os sociales y un increm ento de la desigualdad más amplia, tales como el Estado. En este sentido -como ya hemos
socioeconóm ica (Svampa, 2 0 0 5 ). Un abordaje sintetizador indicado- no estamos hablando de una visión negativa o regre-
-n i nacionalista ni neoliberal- propone comprender al Estado siva dei conflicto sino, por el contrario, lo entendemos como la
como una institución representativa, no de una unidad nacio­ tensión inherente a la conformación de un espacio que posibilita
nal sino de una pluralidad de identidades pertenecientes a un la dinâmica, la resignificación y la renegociación constantes, no
espacio social específico. Por ende, la función dei Estado no es sólo de grupos o instituciones, sino también de valores, perspec­
dejar la sociedad en manos dei mercado ni representar una tivas, sentidos, discursos e ideologias.
identidad territorial homogénea sino promocionar e instru­ De este modo, la corrien te analítica que estam os desarro-
mentalizar un espacio que facilite la dinâmica, el diálogo y el Ilando nos permite evidenciar con más claridad dos elementos
conflicto constructivo entre una heterogeneidad de actores, que hemos expuesto en torno a la relación entre comunidades
sujetos, instituciones, movimientos e ideologias (De Sousa religiosas y política subalterna: el lenguaje religioso y teológico
Santos, 20 0 6 ; Butler y Spivak, 2009). como marcos de resignificación de sentido, y las comunidades
Una resignificación de lo democrático. Por último, la noción y el religiosas como espacios de construcción identitaria; o sea, como
ejercicio de lo democrático es redefinido dentro dei espectro instancias autodefinidas como sujetos políticos.
de esta pluralidad em ergente. De la noción de democracia Un último aspecto a considerar es que la pluralización dei
como ejercicio de sufrágio ciudadano que establece "la voz de cam po religioso2 debe inscribirse tam bién en este contexto de
la mayoría”, se la reconceptualiza como práctica que da voz complejización dei espacio sociopolítico. Hay que considerar que
a todas las partes. La democracia, entonces, deja de ser una
instancia que pacifica las diferencias a través de una unidad
hom ogénea expresada en la rep resentación de la mayoría 2 Al hablar de cam p o religioso hacemos referencia a la nominación realizada por
Pierre Bourdieu, quien entiende dicho espacio -e n la pluralidad que lo cons-
electoral, para ser entendida como un ejercicio que permite
tituye- como un marco simbólico de sentido que no está aislado dei resto de
que todas las partes tengan lugar y aporten a la dinâmica de lo los fenómenos socioculturales sino que interactúa con ellos, en tanto habitu s
de socialización y representación de sujetos y comunidades [Bourdieu, 2003).

C a p ít u l o 2
N ic o l á s P an o tto 73
existe una mayor sensibilidad con respecto a la heterogeneidad tivos rituales de todo espacio religioso representan campos de
de lo religioso y su capacidad resignificante de las experiencias constitución sociopolítica en tanto marcos de creación de sentido
sociales. Podemos ver que los intentos de secularización del dis­ existencial. Finalmente, desde este punto de vista, promover la
curso social en la modernidad, así como ciertos abordajes de la pluralización de lo religioso implica una tarea intrinsecam ente
relación entre religion y Estado, irrumpen en el corazón mismo política, ya que permite crear dinâmicas de inclusión y reconoci-
de su imaginario y proyecto sociopolítico, al menos en dos senti­ miento de subjetividades y actores, lo que representa un elemen­
dos. En primer lugar, ello implica reconocer la politicidad de otros
to central para la radicalización dei campo democrático. Por ello
actores sociales, más allá dei Estado o los partidos (lo cual se pro- denominamos este enfoque articulación posfundacional, ya que
yecta no sólo con la religion sino con otras institucionalidades, considera la incidência política de lo religioso desde la interacción
tales como los movimientos sociales, grupos de reivindicación de con la heterogeneidad de discursos, agentes e instituciones cons­
minorias, etc.]. Y en segundo lugar, complejiza la comprensión
titutivas dei espacio social, definiendo su acción política desde
dei espacio público, al reconocer la multidimensionalidad de la
una función hermenêutica, o sea, como espacio de redefinición
acción de los sujetos (Connolly, 1999], de sentidos identitarios y prácticas sociales.
En esta dirección, existen estúdios que reevalúan la separa-
ción entre Estado y religion. La enarbolación extrema de este ele­
mento bajo la bandera del laicismo, a veces parece ser más bien
el triunfo de un tipo de secularismo extremo que no atiende a la
com plejidad dei plural mundo religioso. Veit Bader (1 9 9 9 ) ha
dedicado un ensayo a este punto, argumentando que la construc-
ción de un espacio democrático -elem ento central de la política
m oderna- implica también la apertura de una ubicación central
dei pluralismo religioso contemporâneo. De aqui la necesidad de
virar el análisis de la transformación de la relación entre Estado
y religion (o religiones) desde el cuestionamiento de la tutela de
ciertos grupos monopólicos con respecto al sistem a político y
público (como la cuestionada vinculación entre ciertos Estados
y el mantenimiento de la institucionalidad de la iglesia católica),
hacia la apertura de un espacio que facilite el desarrollo de di­
versas expresiones, promoviendo la importância dei sentido so­
cial de lo religioso y la riqueza dei campo en los diversos grupos
sociales existentes.
En conclusion, este últim o abord aje nos ayuda a ver que
los espacios religiosos y eclesiales son campos de constitución
sociopolítica en tanto sitios de búsqueda y formación de sentido
social. Nos permite pensar en la politicidad de lo religioso no ya
desde una perspectiva de vínculo con instituciones "estrictamente
políticas” sino desde su misma especificidad. En otras palabras,
las instancias litúrgicas, los discursos teológicos y los disposi­

74 C a p ít u l o 2
N ic o l a s P a n o t t o 75
Capítulo 3

T eo lo g ías, c iê n c ia s so ciales
y d e s c o lo n iz a c ió n d ei sa b e r:
c o n v e rg ê n c ia s e p is te m o ló g ic a s
y h e r m e n ê u tic a s

a relación entre teologia y ciências sociales ha sido de-

L sarrollada más am pliam ente por parte de la prim era


que por las segundas. En América Latina en particular,
la teologia de la liberación es la corriente que más ha
abordado este tema, especialmente por su diálogo con el marxis­
mo (Boff, 1980]. Richard Roberts (2 0 0 2 :1 9 0 -2 1 4 ) habla de cinco
modos en que se construye esta relación: el fundamentalismo
(negación total de la relación), las ciências sociales por sobre la
teologia (E. Troeltsch), las ciências sociales como una herramienta
metodológica de la teologia (teologia de la liberación), la teologia
y las ciências sociales como disciplinas que comparten los mis-
mos ejes epistemológicos (Farley) y, por último, la que denomina
como "cuasi fundamentalismo posmoderno”, que representa el
debate actual en torno a las propuestas de John Millbank (2004),
quien niega la posibilidad de un diálogo entre estas dos instan­
cias, proponiendo el desarrollo de la especificidad de la teologia
como campo para el análisis social.
Otro de los temas discutidos en este campo es el lugar de la
teologia dentro dei campo académico. Dicho debate ya ha sido
desarrollado ampliamente en Europa y Estados Unidos (Soares y
Passos, 2 0 1 1 :1 4 9 -2 1 0 ). En nuestro continente, Brasil es el lugar
donde más se han abordado estos procesos debido a las nuevas
disposiciones que reconocen oficialmente carreras de bachillerato
y posgrado en teologia (Neutzling, 2005; Schaper et al., 2012). A
pesar de esto, la teologia continua siendo una disciplina relega-

77
da, siendo el conjunto de las llamadas "ciencias de la religion" las mutuo entre conocimiento científico social y natural con respecto
escogidas para el estudio del fenómeno religioso. a los cuestionamientos sobre los limites de la ciência Occidental,
Creemos que uno de los elem entos que promueven esta si- el replanteo de la ciência como objeto metodológico y ético, y las
tuación es el hecho de que existe una vision reduccionista con soluciones teóricas innovadoras de lo que denominan Bioética
respecto a la definición y práctica de lo teológico, en tres senti­ Global, Holismo Ambientalista, Nueva Epistemología y enfoque
dos. Primero, se la concibe como una tarea ligada únicamente a "de la complejidad”. Al hablar de la crisis dei "paradigma dominan­
cuestiones confesíonales. Segundo, hay una vision poco crítica en te", Boaventura de Sousa Santos Io resume de la siguiente manera:
conexión a lo que implica dicha confesionalidad para el análisis
"En vez de la eternidad, la historia; en vez dei determinismo, Ia
socioantropológico, más aún teniendo en cuenta los debates en
imprevisibilidad; en vez dei mecanicismo, la interpenetra-
torno a la subjetividad dei investigador social y la construcción
ción, la espontaneidad y la autoorganización; en vez de la
del conocimiento. Y tercero, predomina un desconocimiento so­
reversibilidad, la irreversibilidad y la evolución; en vez dei
bre el desarrollo de la labor teológica como disciplina y su hete- orden, el desorden; en vez de la necesidad, la creatividad y
rogeneidad metodológica y epistemológica, como resultado dei el accidente” (De Sousa Santos, 2009: 34],
colonialismo en el cientificismo moderno y su cancelación de la
Este resum en propuesto por de Sousa Santos nos permite
construcción de la realidad.
Para realizar un replanteo de esta relación, es necesario pro- adentram os en los diversos elem entos de estos câmbios para­
fundizar sobre los modos desde donde comprendemos dichos digmáticos dentro de las ciencias sociales en las últimas décadas.
campos, como tam bién los diversos abordajes críticos en to r­ Desarrollaremos muy brevemente algunos de ellos. En primer lu­
no a las nuevas perspectivas desde las cuales cada uno ha sido gar, muchos estúdios latinoamericanos -especialm ente aquellos
redefinido. Por ello, en una primera instancia vamos a introducir enfocados en la teoria de la descolonización- han mostrado que
algunos de los procesos de transformación dentro de las ciencias las dinâmicas coloniales aún siguen presentes, particularmente
sociales en las últimas décadas, para desde allí, en segundo lugar, en los modos de construcción dei conocimiento y sentido social.
intentar encontrar una comprensión de lo teológico que permita Es lo que se denomina como colonialidad dei saber (Lander, 2011],
crear puentes de diálogo. Por último, concluiremos desarrollan- Esta perspectiva conlleva reconocer tres elementos. En primer
do dos posibles formas en que dichos campos pueden entrar en lugar, que las ciencias siempre han estado vinculadas a dinâmicas
relación: el lugar de la teologia dentro dei estudio dei fenómeno de poder. En América Latina especialmente, la construcción dei
religioso, y cómo la hermenêutica teológica sirve a y se retroali- conocimiento se ha relacionado historicamente con la legitima-
menta de los procesos hermenêuticos dentro de las epistemolo- ción de situaciones de injusticia y desigualdad. En segundo lugar,
la justificación de dichas dinâmicas de poder ha proporcionado
gías en las ciencias sociales.
una forma de com prender el ontos social como naturalización
D escolonización dei saber en las ciencias sociales de relaciones, dinâmicas y estratificaciones. De aqui los sentidos
de homogeneidad cultural y jerarquia social, los cuales no sólo
Las ciencias sociales han experimentado fuertes câmbios en respaldan el lugar de países, grupos o ideologias en posiciones
las últimas décadas, al cobrar una mayor autonomia disciplinaria hegemónicas, sino también se transforman en lentes de lectura
y epistemológica. En este sentido, Sotolongo Codina y Delgado sociopolítica en todos los niveles. Es por ello que nociones homo-
Díaz (2006: 31-32] hablan de cuatro líneas de ruptura dei "nuevo geneizantes de lo cultural o modos deductivos y positivistas de
saber” emergente: la formulación de nuevos problemas en los li­ indagación social a través de la búsqueda de leyes, se posicionan
como modos absolutos de análisis.
mites dei conocimiento científico y la vida social, el acercamiento

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N ic o l á s P a x o t t o 79
Por último, desde una lectura más amplia, esto implica re- que entran en juego en dicha relación, lo cual deconstruye y a su
conocer la complejidad de las dinâmicas de poder y su necesa- vez pluraliza los sentidos sociales y las nociones de "objetividad”
ria deconstrucción a partir de las inconsistências y contingên­ (Faubion, 1995; Laclau y Mouffe, 1987].
cias inherentes a ellas. Así como se reconoce lo subrepticio o Esto trae grandes consecuencias en las lecturas socioculturales
la microfísica de los poderes (o sea, de cómo dichas dinâmicas como también en las prácticas políticas, al poner el lugar de la
perm ean no sólo a través de jerarquias y procesos de subida/ identidad como critério central, y no sólo el de institución o bu­
bajada, arriba/abajo, central/periferia, sino tam bién -y espe­ rocracia (Zalzman, 1997], Pero en segunda instancia, hay algunos
cialm ente- en modos de convivência, construcciones subjetivas abordajes -esp ecialm ente desde la antropologia, mas particu­
e instancias cotidianas], de la misma manera se evidencian cami- larmente francesa- que afirman que dicha deconstrucción aún
nos alternativos y heterogéneos de resistência y contra-poder que responde a parâmetros modernos ya que continúa excluyendo
parten desde nuevas construcciones de sentido y conocimiento, la naturaleza como marco englobante de las relaciones sociales
entre las fisuras dei mismo "sistem a”. Es lo que Walter Mignolo (Descola, 2012; Latour, 1991], En este sentido, se requiere pro-
denomina pensam iento fronterizo: la necesidad de reconocer las fundizar en el lugar que tiene el contexto natural desde donde
fracturas de los pensamientos y prácticas hegemónicos que fal­ emergen las relaciones (redes] y las interacciones entre sujetos
sam ente se adjudican homogeneidad, para intervenir desde la y objetos (discursivos],
creatividad que ellos esconden y que se inmiscuyen a partir de Como consecuencia de todo esto, podemos decir que se evi­
las fisuras (Mignolo, 2010], dencia una complejización en los estúdios de procesos sociales.
Este elemento deriva, en segundo lugar, de la emergencia de Varios elementos entran en juego aqui: el concepto de intercul-
nuevos m arcos epistem ológicos. Boaventura de Sousa Santos turalidad (que cuestiona las visiones hom ogeneizantes y uni-
propone analizar estas instancias desde una sociologia de las direccionales de cultura, como también aquellas segmentadas,
ausências (que dé cuenta de la diversidad de formas de conoci­ como la multiculturalidad], el sentido de sociedades complejas
miento ausentes] y una sociologia de las emergencias (como es­ e hibridación cultural (Garcia Canclini, 2001], el lugar de los pro­
p a d o donde articular la pluralidad de opciones], a partir de las cesos "glocales” como conjunción entre globalización y localidad
siguientes características, que representan el paradigm a emer- (Beck, 2004], los juegos discursivos y el lugar de la hermenêutica,
gente\ todo conocim iento científico natural es científico social, entre muchos otros que podríamos mencionar. Principalmente,
todo conocimiento es total y local, todo conocimiento es autoco- vale recalcar el fuerte cuestionam iento a las nociones de "ley
nocimiento, todo conocimiento científico busca constituirse en social (Berger y Luckman, 1 9 9 9 ), el lugar de la pluralidad de
sentido común (De Sousa Santos, 2010: 31-57], subjetividades, y con ellas las perspectivas de sentido.
En tercer lugar, hay un replanteo de Ia clásica relación sujeto- Vale mencionar aqui la crítica al conocimiento científico des­
objeto-naturaleza. La construcción dei Sujeto moderno -autóno­ de el trabajo etnográfico. La antropologia ha cuestionado los
mo, controlador de la naturaleza, Occidental- ha sido fuertemente
parâmetros científicos modernos, especialm ente en lo que re-
cuestionado. La división entre sujeto-objeto (donde el último es fiere, en palabras de Anthony Giddens, al "secuestro de la expe-
controlado y construído por el primero] ha promovido lecturas riencia, donde los parâmetros de análisis y de construcción dei
antropocéntricas de los procesos sociales, como también ha le­
conocimiento son complejizados a la luz de la diversidad de con­
gitimado dinâmicas geopolíticas excluyentes y cosificantes. En textos y la heterogeneidad dei campo de estúdio (Giddens, 1991).
una prim era instancia, se critico este binomio, poniendo sobre Por último, todo esto conlleva câmbios a nivel metodológico,
la m esa la heterogeneidad de sujetos que componen un grupo especialmente en dos aspectos: en primer lugar, en Ia compren-
social, como así también evidenciando las dinâmicas discursivas sión de que el método no es solo un medio sino un elemento in-

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tegral de la construcción dei conocim iento; y segundo, que no La segunda es la dimensión pública. Mientras la dimensión
existe objetividad total por parte dei m ecanism o o dei propio anterior se relaciona más concretam ente con la especificidad
investigador/a. Precisam ente, uno de los aspectos fundantes identitaria o superfície sincrónica de la teologia con relación a
dei paradigm a em ergente fue reconocer la profunda dimensión una particularidad religiosa, la dimensión pública responde más
subjetiva y contextuai de la construcción dei conocimiento, lo puntualmente al abordaje de instancias que vinculan al sujeto o
cual implico evidenciar la heterogeneidad de elementos en juego. comunidad religiosa con el espacio social más amplio. Aqui el
abanico se abre hacia varios campos en torno a cómo la teologia
D im ensiones de lo teológico responde al abordaje de temas éticos, de coyunturas políticas, de
problemáticas sociales, a la relación con diversos espacios y su-
Existe cierto consenso en definir la teologia como un tipo de jetos sociales o religiosos, entre otros. Como resume David Tracy
saber que se vincula con la experiencia de fe de un sujeto (indi­ (2006), los públicos de una "teologia pública” son la sociedad, la
vidual o colectivo) en el marco de una tradición eclesial o reli­ comunidad de fe y la academia.1
giosa. Más especificamente, es conveniente hacer una distinción En este sentido, teniendo en cuenta lo desarrollado hasta aqui,
entre teologia en tanto discurso religioso iden titarioy la teo lo­ se podría decir que no existe una estricta división entre la di­
g ia com o disciplina dentro dei cam po dei saber. Con respecto a mensión confesional y pública de la teologia, ya que los elemen­
la primera, se comprende como m arco de sentido que parte de tos confesionales son siem pre contextuales, así como también
una f e específica en la m anifestación h istórica de lo sagrado, la resignificación de éstos habilita lecturas críticas dei contexto.
basada en un conjunto de experiencias religiosas m ediadas por Esto lo podemos ver, por ejemplo, en la cristología desarrollada
prácticas discursivas, simbólicas, rituales e institucionales dadas por la teologia de la liberación. Dicha corriente nace como una
en un m arco contextuai específico, que a su vez responde a un vertiente crítica dentro dei cristianismo católico, en respuesta a
proceso histórico dentro de un período de tiempo determinado. diversas coyunturas dentro dei campo sociopolítico, eclesial y
En cuanto a lo segundo, la teologia se vincula más bien al campo académico dei continente, las cuales llevaron a una profunda re-
educativo y académico, cuyo fin es profundizar el análisis de todas visión dei discurso dogmático. Uno de los elementos más desta­
estas dinâmicas, especialmente en lo que refiere al estúdio de los cados fue la revisión de la cristología. La lectura sociopolítica de
procesos históricos de lo religioso, de los textos sagrados -en el los textos bíblicos llevó a un mayor énfasis en el Jesús histórico,
caso que los haya-, las transformaciones dentro de los espacios lo cual permitió a su vez la apertura hacia un análisis crítico dei
comunitários, entre otros. contexto por parte de los creyentes y las comunidades religiosas.
De estas definiciones se desprenden varios elem entos que
En resumen, podemos ver una doble via: dicha relectura bíblico-
m erecen ser profundizados. En este caso, lo harem os desarro- dogmática fue habilitada por la convergência de elementos críti­
llando cuatro dimensiones centrales. La primera es la dimensión cos contextuales, e inversamente, estas resignificaciones a nivel
confesional o apologética. Todo discurso teológico responde a una hermenêutico posibilitaron la construcción de nuevos sentidos
especificidad eclesial o religiosa particular, que explica sus pun- y prácticas sociales.
tos dogmáticos y declaraciones de fe, los cuales se han gestado
Esto nos permite ver que existe una tensión constante entre
dentro de un proceso histórico particular. Lo apologético tiene
las segmentaciones discursivas (dogmas) y la pluralidad de na­
que ver especificam ente con el desafio que tiene todo enuncia­
do religioso en intentar exponer, resignificar y responder desde
1 Para m ás inform ación so bre la teologia pública ver: H ainsw orth y Paeth
los elementos propios de su discurso identitario y a los procesos
[2 0 1 0 ); Martinez (2 0 0 1 ); Stackhouse (1 9 8 7 ); Taylor (2 0 1 0 ); Valentin (2002);
contextuales e históricos en los que se ubica. von Sinner (2 0 1 2 ); von Sinner y Cavalcante (2 0 1 1 ); von Sinner, Jacobsen y
Zwetsch (2 0 1 2 ).

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rrativas que emergen desde las coyunturas históricas, contextos periencia histórica a la que lo religioso, en tanto m ecanismo y
y experiencias de fe. Mark Lewis Taylor lo define desde la rela- práctica, responde.
ción entre la "Teologia" y "lo teológico" (Taylor, 2010: 9-17). Más En conclusión, la identificación de estas dimensiones nos per­
aún, este proceso nos permite deconstruir diversos preconceptos mite contar con otros marcos desde los cuales ampliar el lugar
vinculados con la tarea teológica, en el sentido de que ella no se hermenêutico de la teologia, además de vincular desde ciertos
relaciona solam ente con la afirmación de dogmas por parte de ejes transversales dos campos que suelen estar separados: lo aca­
"agentes religiosos" (W illaime) o "especialistas" (W eber) sino démico y las dinâmicas propias dei fenómeno religioso.
que es una construcción individual y colectiva que tiene que ver
con cada sujeto creyente y cada comunidad, a la luz de las cir­ De lo cen tríp eto a lo centrífugo, y viceversa:
cunstancias de su contexto. La teologia trabaja con una economia de las posibles relaciones entre teologías y ciências
simbólica que incluye un camino particular de acceso a la "verdad" sociales en clave decolonial
religiosa -su fundamento- así como una forma de administrar la
sociedad religiosa que se genera a partir de allí. Desde esta introducción en torno a los nuevos procesos en
La dim ensíón disciplinar es la tercera. Más allá de que afir­ las ciências sociales y la propuesta de redimensionamiento de la
mamos que la teologia tiene que ver con un tipo de saber cons- teologia, propondremos dos formas de comprender la relación
truido por la comunidad de creyentes, una de sus dimensiones entre estos campos.
responde estrictam ente al campo de lo académico, con respecto
al desarrollo disciplinar de la teologia. Implica el estúdio de la L a teo log ia y el fe n ó m e n o relig ioso
superfície diacrónica de la fe en lo que respecta a su desarrollo his­
tórico, los diversos discursos dogmáticos en juego y los procesos Boaventura de Sousa Santos (2010: 11-14) habla dei paso de
hermenêuticos que se gestan en su construcción. Por ello, la teo­ un pensamiento abismal, característico de la modernidad (don­
logia también elabora mediaciones metodológicas que sistemati- de el conocimiento Occidental realiza un sistem a de distinción
zan los procesos de construcción de sentido que le son propias, entre lo visible e invisible, quedando esto último excluido como
desde los diversos campos que entran en juego (Pannenberg, posible fundamento dei conocimiento frente a la imposibilidad
19 8 1 ; Lonergan, 2 0 0 6 ). Es aqui, además, donde encontram os de la copresencia de ambos elementos), a uno posabismal como
una instancia de diálogo interdisciplinario con otras ciências. pensamiento ecológico (o ecologia de saberes), donde los pro­
La última es la dimensión fenom enológica. Con ello nos refe­ cesos epistemológicos son tan variados como la pluralidad de
rimos más concretam ente a la especificidad de la teologia con experiencias histórico-culturales. La ecologia de saberes apela al
respecto a su objeto. Podríamos decir que ello refiere a la inda- conocimiento como interconocimiento -o, como afirma Michael
gación sobre las implicâncias dei Mysterium Tremendum (Rudolf Jackson (19 9 8 ) desde una perspectiva fenomenológica, la cons­
Otto) o de la profundidad existencial (Paul Tillich) inherentes a trucción intersubjetiva dei conocimiento antropológico-.
6 la experiencia religiosa. La teologia tiene su punto de partida en Desde esta perspectiva, la teologia puede ser considerada
esta experiencia (de la cual emerge todo lo dicho anteriormente, como un tipo específico de construcción dei conocimiento, que
lo confesional, lo público y lo disciplinar) para intentar indagar intenta indagar en torno a los mismos mistérios e interrogantes
en torno a esa dimensión sagrada, trascendental y mistagógica (visibles e ínvísibles) con los que la ciência se enfrenta. Algunos
dei fenómeno en si (la dinâmica de la revelación), y reflexionar afirm an que el elem ento confesional de la teologia im pediria
herm enéuticam ente sobre el sentido último (m ístico) de la ex- tom ar la "distancia" necesaria para una investigación objetiva,
donde las percepciones particulares entran en juego con los re­

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sultados. Pero en este sentido, diversos trabajos en torno al rol
Ciências sociales Teologia
dei antropólogo en el proceso etnográfico han discutido estas
pretensiones metodológicas que proponen la imposibilidad de lo
subjetivo o, inclusive, la toma de opciones éticas en la investiga-
ción con respecto al campo de estúdio (Turner, 2007). La antropo­ Cruce disciplinar j
logia ha servido al cuestionamiento de los aprioris positivistas de ““ — ~ j— — ■—— »■
la ciência, ubicando el discurso, lo ritual, lo simbólico, la práctica Cruce herm enêutico j
y la experiencia como locus epistemológico. En este sentido, lo
religioso en tanto fenómeno y la teologia en tanto saber ligado al
conocimiento de su contexto, corresponde a un saber más dentro
Superfície Superfície
de esta ecologia de saberes.
sin crón ica d iacrón ica
EI segundo elem ento a ten er en cuenta es el lugar de la teo­
logia dentro de la complejización dei análisisy determinación dei Etien n e Higuet (2 0 0 6 ) afirm a que m ientras las ciên cias
fen óm en o religioso. Cesar Ceriani (2 0 1 3 ) realiza un exhaustivo socioantropológicas analizan los fenómenos externos, la teolo­
análisis dei término "religión” como categoria social, demostran­ gia se focaliza en los procesos internos dei fenómeno religioso.
do que dicha representación, ubicada en la modernidad como Desde una perspectiva antropológica -e n especial teniendo en
categoria analítica, posee Iimitaciones para explicar la pluralidad cuenta el lugar de las perfom ances simbólicas y prácticas sociales
de construcciones que se dan en las experiencias de fe. Por ello, como instancias de construcción de sentido- lo externo/interno
térm inos como "espiritualidad” o "estilo de vida” emergen, no seria una distinción cuestionable. Por ello, aqui preferimos ha-
sólo desde afuera -o sea, desde la investigación socioantropoló- blar de superfícies sincrónicasy diacrónicas que se entrecruzan
gica- sino, principalmente, desde dentro de las particularidades y redefinen en las experiencias religiosas. En este caso, la teolo­
religiosas, para cuestionar las com prensiones tradicionales, y gia se focalizaria en la superfície diacrónica, pero en tanto tal no
desde allí posibilitar nuevas formas de entender la experiencia puede separarse de la sincrónica, a partir de la cual se historiza
religiosa desde otras claves más bien ligadas a los procesos sub­ en un momento particular.
jetivos y relacionales cotidianos. Es aqui donde entra la teologia Por ello, la teologia acompana el trabajo etnográfico con el ob­
como un marco que permite una lectura de mayor profundidad jetivo de fortalecer las indagaciones en torno a las resignificacio-
en torno a estas intersecciones que se gestan en los procesos nes discursivas y prácticas, dentro de un proceso sociohistórico
experienciales comprendidos desde las prácticas cotidianas de más amplio. El análisis de las afirmaciones dei nativo o la obser-
fe o espiritualidad. vación de campo debe ir de la mano de un estúdio de las cargas
Desde una mirada disciplinar, tal como mencionamos al inicio, significativas que se le dan a narrativas, símbolos, rituales o prác­
existe una discusión en torno a la definición de la especificidad ticas que mantienen cierta presencia y permanência.
de la teologia dentro dei campo de las ciências de la religión. En
este sentido, la diferencia reside en la manera en que se aborda L a h erm en êu tica teológ ica en el ca m p o d ei sa b er s o c ia l
la experiencia religiosa (Blundell, 2 0 0 0 : 4 9 ), aunque tam bién
existen abordajes que enm arcan la similitud entre la m etodo­ Desde una segunda perspectiva, existen trabajos -esp ecial­
logia etnográfica y la teológica (Scharen y Vigen, 2011: 28-74). mente en los estúdios poscoloniales- que ven a la antropologia
más como una herm enêutica de la cultura que una ciência de
la cultura (Scott, 1989), donde se enfatiza más especificamente

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en los procesos de construcción de sentido que la búsqueda de trucción/promoción de alteridad. Esto significa que el sentido de
normativas sociales. Como afirma Etienne Higuet (2006), la teo­ trascendencia, tan propio dei fenómeno religioso (y vinculado
logia es también una ciência herm enêutica ya que, como vimos también a nociones como sagrado o m istério), puede transfor-
anteriorm ente, en ella se entrelazan necesariam ente diversos marse en una clave de lectura sociocultural, donde el "más allá"
elementos analíticos y epistemológicos, que indagan en torno a deviene en marco herm enêutico de reinterpretación de los he-
los procesos de interpretación y acción de los discursos y comu­ chos en tanto sentidos construídos. Desde la filosofia existen
nidades de fe. Más concretamente, la teologia también representa trabajos sobre esta relación, como la teologia dei acontecimiento
una práctica discursiva donde mito y rito van juntas (Macquarrie, (Caputo, 2006) o ciertas corrientes de teologia posmoderna (Ca-
1976: 20). puto y Scanlon, 2007). También encontramos propuestas desde
Pierre Gisel (cit. en Higuet, 2006: 38) afirma que las ciências la teologia poscolonial (Rivera, 2 0 0 8 ) y la teologia latinoameri-
de la religión comparten al menos tres focos de interés con la teo­ cana (Hinkelammert, 2 0 1 0 ). El mismo De Sousa Santos afirma
logia: la referencia a lo absoluto (lo trascendente, lo Sagrado), la que el paradigma epistemológico em ergente tiene que ver con
referencia a lo simbólico y ritual, y la referencia a los lugares de un "Dios en vias de regreso", sin nada de divino sino con deseo
pertenencia, de tradición y experiencia. Más concretamente, Joel
de armonía y comunión, como una "nueva gnosis en gestación”
Robbins (2006) propone que la noción de alteridad es uno de los (De Sousa Santos, 2009: 52).
elementos que vincula la teologia y la antropologia, en relación
El segundo elemento es el reconocimiento de la imaginación
con la centralidad que poseen comprensiones como diferencia,
teológica como imaginación social. Cuando hablamos de imagina­
otredad, trascendencia, en ambos campos. Como resume Vitor ción teológica nos referimos al mismo discurso de fe, con sus me-
W esthelle (2 0 1 2 ), la teologia trata de explicitar la paradoja y
diaciones rituales y simbólicas inherentes a la cotidianeidad de los
darle representación, mientras las ciências tienden a disimularlo.
sujetos creyentes y las comunidades religiosas. Los espacios reli­
Esta propuesta de vinculación herm enêutica entre ciências
giosos y los discursos teológicos son instancias de construcción
sociales y teologia conlleva com prender la relación entre estos de sentido en vistas, como mencionamos anteriormente, de los
campos no sólo desde una perspectiva pragmática o metodológica câmbios en torno a la relación entre pluralización y construcción
sino epistemológica y, más aún, ontológica. Se conecta en buena identitaria como marco de significación sociocultural y político.
medida con la dimensión fenomenológica de la teologia que de- Por último, en conexión con el punto anterior, la pluralización
sarrollam os anteriorm ente. En otros térm inos, estos procesos
de sujetos creyentes com o pluralización de sentidos. Aqui hay vá­
parten desde la interacción y redefinición recíproca de los fun­
rios aspectos a resaltar. En primer lugar, es importante valorar
damentos constitutivos y puntos de partida de ambas disciplinas.
la importância dei discurso religioso y teológico como marcos de
Por eso, las ciências sociales no solo son un "método” utilizado por
pluralización de significados (social, identitario, cultural, político,
la teologia sino que penetran en las comprensiones mas básicas
etc.). En segundo lugar, la pluralización de sujetos e instituciones
de esta dimensión. Por otro lado, la teologia también puede tra- que ello produce, también es un aporte a la vinculación con temas
bajar con relación a instancias centrales de las ciências sociales, centrales para las ciências sociales, como los discursos alterna­
no solo como una disciplina centrada en el fenómeno religioso
tivos y heterodoxos de identifícación sociopolítica, y las trans-
en tanto campo aislado, sino como aporte para la construcción
formaciones en el marco de las construcciones de instituciones
de conocimientos y lecturas de sentido social alternativas y com­ sociales más allá de los sentidos y formas tradicionales (nación,
plementarias a otras epistemologías. Estado, partido, ideologia, entre otras).
En esta dirección, podríamos vincular tres elem entos entre
estos campos. Primero, la dimensión de trascendencia como cons-

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