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Investigacion Mises 2
Investigacion Mises 2
He aquí unos de los grandes temas de la filosofía de todos los tiempos, elucidar en
qué consiste el acto de conocer, cuál es la esencia del conocimiento, cuál es la relación
cognoscitiva entre el hombre y las cosas que lo rodean. A pesar de que es una
operación cotidiana no hay un acuerdo acerca de lo que sucede cuando conocemos
algo. La definición más sencilla nos dice que conocer consiste en obtener una
información acerca de un objeto. Conocer es conseguir un dato o una noticia sobre
algo. El conocimiento es esa noticia o información acerca de ése objeto.
La teoría del conocimiento es una doctrina filosófica. Para precisar su ubicación en el
todo que es la filosofía, es necesario que antes aparezca una definición esencial
PROBLEMAS EPISTEMOLÓGICOS DE LAS CIENCIAS DE LA ACCIÓN
HUMANA
Hablando de este último, dice «l'on ne pcut le pratiquer sons s'étre demandé si les
deuxobjets échangés sont bien de méme valeur, c'estVdire échangeables contre un
méme troisiéme.» Les Deux Sources de la Morale et de la Religión, París, 1932.Mises,
al aludir a Bergson, critica, de pasada aquí, aquella identidad valorativa que, a lo
largo de siglos, desde Aristóteles (384-322 a. de C.), quien, en su Etica a Hicómaco,
ya proclamara que «no puede haber cambio sin igualdad, ni igualdad sin
conmensurabilidad», hasta Marx (1818-1883), pasando por toda la escuela clásica
inglesa, supúsose había de existir entre las partes antes de efectuar cualquier
intercambio, «pues nadie canjearla un bien más valioso por otro menos apreciable».
Nótese que Bergson, en el pasaje citado, bien con plena consciencia, 66 La Acción
Humana No debe confundirse el problema referente a si existen o no presupuestos
apriorísticos del pensar —es decir, obligada se ineludibles condiciones intelectuales
del pensamiento, previas a toda idea o percepción— con el problema de la evolución
del hombre hasta adquirir su actual capacidad mental típicamente humana. El
hombre desciende de antepasados de condición no huinana, tos cuales carecían de
esa aludida capacidad intelectiva. Tales antecesores, sin embargo, gozaban ya de una
cierta chispa, de una potencialidad que, previa milenaria evolución, permitióles
acceder a la condición de seres racionales. Prodújos e dicha transformación mediante
influjos ambientales que afectaron a generación tras generación. Deducen de lo
anterior los partidarios del empirismo filosófico que el raciocinio se basa en la
experimentación y es consecuencia de la adaptación del hombre a las condiciones de
su medio ambiente.
Este pensamiento, lógicamente, implica afirmar que el hombre fue pasando por
etapas sucesivas, desde la condición de nuestros prehumanos antecesores hasta llegar
a la de homo sapiens. Hub o seres que, si bien no gozaban aún de la facultad humana
de raciocinar, disfrutaban ya de aquellos rudimentarios elementos en que se basa el
razonar. Su mentalidad no era todavía lógica, sino prelógica (o, más bien,
imperfectamente lógica). Esos endebles mecanismos lógicos progresaron poco a poco,
pasando de la etapa prelógica a la de la verdadera lógica. La razón, la inteligencia y
la lógica constituyen, por tanto, fenómenos históricos. Cabría escribir la historia de la
lógica como se puede escribir la de las diferentes técnicas. No hay razón alguna para
suponer que nuestra lógica sea la fase última bien por involuntaria cerebración (te
lejanas lecturas, no hace sino parafrasear In conocida ecuación de intercambio en
que Marx hasa toda su obra (El Capital. Madrid, F.DAF, 1976, pigs. 41 y sigs. del
primer tomo). Aquella quimera valorativa sería los vieneses —Menger, Bohm Bawerk
— quienes la destruyeran, a través de sus teorías subjetivista, demostrativas de que
los bienes y servicios sentir cambian precisamente porque las partes de modo dispar
valoran las cosas De ahí que todo negocio libre suponga invariablemente beneficio
para ambos intervinientes, yn que cada uno valora en mi» lo que redi*; que lo que
da; enotro caso no habría cambio Mises, mis adelante (cap. XI, 2), profundiza en el
tema. (N del T) y robla n as eplstem alógicos 67 y definitiva de la evolución
intelectual.
La lógica humana no es más que una etapa en el camino que conduce desde el
prehumano estado ilógico a la lógica sobrehumana. La razón y la mente, las armas
más eficaces con que el hombre cuenta en su lucha por la existencia, háyanse
inmersas en el continuo devenir de los fenómenos zoológicos. No son ni eternas, ni
inmutables; son puramente transitorias. Es más, resulta manifiesto que todo
individuo, a lo largo de su personal desarrollo evolutivo, no sólo rehace aquel proceso
fisiológico que desde la simple célula desemboca en el sumamente complejo
organismo mamífero, sino también el proceso espiritual, que de la existencia
puramente vegetativa y animal conduce a la mentalidad racional. Tal transformación
no queda perfeccionada durante la vida intrauterina, sino que se completa más tarde,
a medida que, paso a paso, el hombre va despertándose a la vida consciente. De esta
suerte, resulta que el ser humano, durante esus primeros años, partiendo de oscuros
fondos, rehace los diversos estadios recorridos por la evolución lógica de la mente
humana.
Por otra parte, está el caso de los animales. Advertimos plenamente el insalvable
abismo que separa los procesos racionales de la mente humana de las reacciones
cerebrales y nerviosas de los brutos. Sin embargo, al tiempo, creemos percibir en las
bestias la existencia de fuerzas que desesperadamente pugnan por alcanzar la luz
intelectiva. El mundo animal se nos antoja oscura cárcel, cuyos prisioneros
anhelaran fervientemente liberarse de su fatal condena a la noche eterna y al
automatismo inexorable. Nos dan pena porque también nosotros nos hallamos en
análoga situación, luchando siempre con la inexorable limitación de nuestro aparato
intelectivo, en vano esfuerzo por alcanzar el inasequible conocimiento perfecto.
Jamás podrá aducirse realidad alguna que contradiga los anteriores asertos Y ello
es imposible, por cuanto, ante todo, es de notar que cualquier percepción referente a
la acción humana viene condicionada por las categorías praxeológicas, siendo
posible apreciarla únicamente sirviéndose de esas mismas categorías. Si nuestra
mente no dispusiera de los esquemas lógicos que el razonamiento praxeológico
formula, jamás podríamos distinguir ni apreciar la acción. Advertiríamos gestos
diversos, pero no percibiríamos compras ni ventas, precios, salarios, tipos de interes,
etc. Sólo mediante los aludidos esquemas praxeológicos resúltanos posible
percatarnos de una compraventa, independientemente de que nuestros sentidos
adviertan o no determinados movimientos de hombre s y cosas. Sin el auxilio de la
percepción praxeológica nada sabríamos acerca de los medios de intercambio. SÍ,
carentes de dicha ilustración, contemplamos un conjunto de monedas, sólo veremos
unos cuantos discos metálicos. Para comprender qué es el dinero, es preciso tener
conocimiento de la categoría praxeológica de medio de intercambio, La percepción de
la acción humana, a diferencia de la coy robla n as episteme alógicos 7 respondiente
a los fenómenos naturales, exige y presupone el conocimiento praxeológico. De ahí.
U e el método empleado por las ciencias naturales resulte inidóneo para el estudio de
la praxeología, la economía y la historia.