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Sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Sin embargo, las
personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos
intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias. Con frecuencia, en los
trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad
intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de
pánico).
Estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, son difíciles
de controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real y pueden durar un
largo tiempo. Con el propósito de prevenir estos sentimientos, puede suceder que evites
ciertos lugares o situaciones. Los síntomas pueden empezar en la infancia o la adolescencia
y continuar hasta la edad adulta.
Algunos ejemplos del trastorno de ansiedad son: trastorno de ansiedad generalizada,
trastorno de ansiedad social (fobia social), fobias específicas y trastorno de ansiedad por
separación. Puedes tener más de un trastorno de ansiedad. A veces, la ansiedad surge de
una enfermedad que requiere tratamiento.
Cualquiera sea el tipo de ansiedad que padezcas, un tratamiento puede ayudar.
Síntomas
Sensación de nerviosismo, agitación o tensión
Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe
Aumento del ritmo cardíaco
Respiración acelerada (hiperventilación)
Sudoración
Temblores
Sensación de debilidad o cansancio
Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación
actual
Tener problemas para conciliar el sueño
Padecer problemas gastrointestinales (GI)
Tener dificultades para controlar las preocupaciones
Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad:
La agorafobia es un tipo de trastorno de ansiedad en el que temes a lugares y
situaciones que pueden causarte pánico o hacerte sentir atrapado, indefenso o
avergonzado y a menudo intentas evitarlos.
El trastorno de ansiedad debido a una enfermedad incluye síntomas de ansiedad o
pánico intensos que son directamente causados por un problema de salud físico.
El mutismo selectivo es una incapacidad constante que tienen los niños para hablar
en ciertas situaciones, como en la escuela, incluso cuando pueden hablar en otras
situaciones, como en el hogar con miembros cercanos de la familia. Esto puede
afectar el desempeño en la escuela, el trabajo o en la sociedad.
Las fobias específicas se caracterizan por una notable ansiedad cuando la persona se
ve expuesta a un objeto o situación específicos, y un deseo por evitarlos. En algunas
personas, las fobias provocan ataques de pánico.
Causas
No está del todo claro cuáles son las causas de los trastornos de ansiedad. Ciertas
experiencias de vida, como acontecimientos traumáticos, parecen provocar los trastornos de
ansiedad en personas que ya son propensas a la ansiedad. Los rasgos heredados también
pueden ser un factor.
Causas médicas
Para algunas personas, la ansiedad puede estar relacionada con un problema de salud
oculto. En algunos casos, los signos y síntomas de ansiedad son los primeros indicadores de
una enfermedad.
Enfermedad cardíaca
Diabetes
Problemas de tiroides, como el hipertiroidismo
Trastornos respiratorios, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)
o el asma
Uso inadecuado de sustancias o abstinencia
Abstinencia del alcohol, de medicamentos contra la ansiedad (benzodiazepinas) o
de otros medicamentos
Dolor crónico o síndrome de intestino irritable
Tumores poco frecuentes que producen hormonas de reacción de “luchar o huir”
En ocasiones, la ansiedad puede ser un efecto secundario de algunos medicamentos.
Es posible que la ansiedad que te aqueja esté causada por una enfermedad oculta en los
siguientes casos:
Si no tienes parientes consanguíneos (como padres o hermanos) que tengan
trastornos de ansiedad
Si no tuviste un trastorno de ansiedad en la infancia
Si no evitas ciertas cosas o situaciones a causa de la ansiedad
Si la ansiedad se presenta de forma repentina sin estar relacionada con los eventos
de la vida o si no tienes antecedentes de ansiedad
Factores de riesgo
Trauma. Los niños que soportaron maltratos o traumas o que presenciaron eventos
traumáticos tienen mayor riesgo de manifestar un trastorno de ansiedad en algún
momento de sus vidas. Los adultos que atraviesan un evento traumático también
pueden manifestar trastornos de ansiedad.
Estrés debido a una enfermedad. Tener un problema de salud o una enfermedad
grave puede causar gran preocupación acerca de cuestiones como el tratamiento y el
futuro.
Acumulación de estrés. Un evento importante o una acumulación de situaciones
estresantes más pequeñas de la vida pueden provocar ansiedad excesiva, por
ejemplo, la muerte de algún familiar, estrés en el trabajo o preocupaciones continuas
por la situación financiera.
Personalidad. Las personas con determinados tipos de personalidad son más
propensas a sufrir trastornos de ansiedad que otras personas.
Tener familiares consanguíneos que padecen un trastorno de ansiedad. Los
trastornos de ansiedad pueden ser hereditarios.
Drogas o alcohol. El consumo o el uso indebido o la abstinencia de drogas o
alcohol pueden provocar o empeorar la ansiedad.
Complicaciones
El trastorno de ansiedad no implica solamente estar preocupado. También puede ocasionar,
o empeorar, otros trastornos mentales y físicos, como los siguientes:
Depresión (que a menudo se produce junto con un trastorno de ansiedad) u otros
trastornos de salud mental
Abuso de sustancias
Problemas para dormir (insomnio)
Problemas digestivos o intestinales
Dolor de cabeza y dolor crónico
Aislamiento social
Problemas en la escuela o el trabajo
Mala calidad de vida
Suicidio
Prevención
No es posible prever con certeza qué causa que una persona presente un trastorno de
ansiedad, pero puedes tomar medidas para reducir el impacto de los síntomas si te sientes
ansioso:
Pide ayuda enseguida. La ansiedad, como muchos otros trastornos mentales, puede
ser más difícil de tratar si te demoras.
Mantente activo. Participa en actividades que disfrutes y que te hagan sentir bien
contigo mismo. Disfruta la interacción social y tus afectos, que pueden aliviar tus
preocupaciones.
Evita el consumo de alcohol o drogas. El consumo de alcohol y drogas puede
provocar ansiedad o empeorarla. Si eres adicto a cualquiera de estas sustancias, la
idea de dejar de consumir puede hacerte sentir ansioso. Si no puedes dejar de
consumir por tu cuenta, consulta con tu médico o busca un grupo de apoyo para que
te ayude.
D E P R E S I O N:
La depresión es un trastorno emocional que causa un sentimiento de tristeza constante
y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades. También denominada «trastorno
depresivo mayor» o «depresión clínica», afecta los sentimientos, los pensamientos y el
comportamiento de una persona, y puede causar una variedad de problemas físicos y
emocionales. Es posible que tengas dificultades para realizar las actividades cotidianas y
que, a veces, sientas que no vale la pena vivir.
Más que solo una tristeza pasajera, la depresión no es una debilidad y uno no puede
recuperarse de la noche a la mañana de manera sencilla. La depresión puede requerir
tratamiento a largo plazo. Pero no te desanimes. La mayoría de las personas con depresión
se sienten mejor con medicamentos, con psicoterapia o con ambos.
Síntomas
Si bien la depresión puede producirse solamente una vez en la vida; por lo general, las
personas tienen varios episodios de depresión. Durante estos episodios, los síntomas se
producen durante gran parte del día, casi todos los días y pueden consistir en:
Sentimientos de tristeza, ganas de llorar, vacío o desesperanza
Arrebatos de enojo, irritabilidad o frustración, incluso por asuntos de poca
importancia
Pérdida de interés o placer por la mayoría de las actividades habituales o todas,
como las relaciones sexuales, los pasatiempos o los deportes
Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado
Cansancio y falta de energía, por lo que incluso las tareas pequeñas requieren un
esfuerzo mayor
Falta de apetito y adelgazamiento, o más antojos de comida y aumento de peso
Ansiedad, agitación o inquietud
Lentitud para razonar, hablar y hacer movimientos corporales
Sentimientos de inutilidad o culpa, fijación en fracasos del pasado o autorreproches
Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas
Pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, pensamientos suicidas,
intentos suicidas o suicidio
Problemas físicos inexplicables, como dolor de espalda o de cabeza
Para muchas personas con depresión, los síntomas suelen ser lo suficientemente
graves para causar problemas evidentes en las actividades cotidianas, como el
trabajo, la escuela, las actividades sociales o las relaciones con otras personas.
Algunas personas pueden sentirse infelices o tristes en general sin saber realmente
porqué.
Causas
Se desconoce la causa exacta de la depresión. Al igual que sucede con muchos trastornos
mentales, puede comprender diversos factores, como:
Diferencias biológicas. Las personas con depresión tienen cambios físicos en el
cerebro. La importancia de estos cambios aún es incierta, pero con el tiempo pueden
ayudar a identificar las causas.
Hormonas. Es posible que los cambios en el equilibrio hormonal del cuerpo tengan
un rol al causar o desencadenar la depresión. Los cambios hormonales pueden
presentarse en el embarazo y durante las semanas o meses después del parto
(posparto), y por problemas de tiroides, menopausia u otros trastornos.
Ciertos medicamentos, como los que se indican para la presión arterial alta o las
pastillas para dormir (habla con el médico antes de suspender la toma de cualquier
medicamento)
Complicaciones
La depresión es un trastorno grave que puede causar efectos devastadores tanto en ti
como en tus familiares. La depresión suele empeorar si no se trata y puede derivar
en problemas emocionales, de conducta y de salud que pueden afectar todos los
aspectos de tu vida.
Los ejemplos de las complicaciones relacionadas con la depresión comprenden:
Sobrepeso u obesidad, que pueden derivar en enfermedades cardíacas o diabetes
Dolor o enfermedad física
Consumo inapropiado de alcohol o de drogas
Ansiedad, trastorno de pánico y fobias sociales
Conflictos familiares, dificultades en tus relaciones y problemas en la escuela o el
trabajo
Aislamiento social
Sentimientos suicidas, intentos de suicidio o suicidio
Automutilación, como por ejemplo cortes
Muerte prematura a raíz de enfermedades
B I P O L A R I D A D:
El trastorno bipolar, antes denominado «depresión maníaca», es una enfermedad
mental que causa cambios extremos en el estado de ánimo que comprenden altos
emocionales (manía o hipomanía) y bajos emocionales (depresión).
Cuando te deprimes, puedes sentirte triste o desesperanzado y perder el interés o el placer
en la mayoría de las actividades. Cuando tu estado de ánimo cambia a manía o hipomanía
(menos extrema que la manía), es posible que te sientas eufórico, lleno de energía o
inusualmente irritable. Estos cambios en el estado de ánimo pueden afectar el sueño, la
energía, el nivel de actividad, el juicio, el comportamiento y la capacidad de pensar con
claridad.
Los episodios de cambios en el estado de ánimo pueden ocurrir en raras ocasiones o
muchas veces por año. Aunque la mayoría de las personas presenten síntomas emocionales
entre los episodios, es posible que algunas no presenten ninguno.
Aunque el trastorno bipolar es una afección de por vida, puedes controlar los cambios en el
estado de ánimo y otros síntomas siguiendo un plan de tratamiento. En la mayoría de los
casos, el trastorno bipolar se trata con medicamentos y apoyo psicológico (psicoterapia).
Síntomas
Existen distintos tipos de trastorno bipolar y de trastornos relacionados. Estos pueden
consistir en manía o hipomanía y depresión. Los síntomas pueden causar cambios
impredecibles en el estado de ánimo y el comportamiento, lo cual da como resultado un
gran sufrimiento e importantes dificultades en la vida.
Trastorno bipolar I. Has sufrido al menos un episodio maníaco que puede estar
precedido o seguido de un episodio hipomaníaco o un episodio depresivo mayor. En
algunos casos, la manía puede provocar una desconexión de la realidad (psicosis).
Trastorno bipolar II. Has sufrido, al menos, un episodio depresivo mayor y, como
mínimo, un episodio hipomaníaco, pero nunca tuviste un episodio maníaco.
Trastorno ciclotímico. Has tenido durante al menos dos años, o un año en el caso de
niños y adolescentes, muchos períodos con síntomas de hipomanía y períodos con
síntomas depresivos (aunque menos graves que la depresión mayor).
Otros tipos. Estos comprenden, por ejemplo, el trastorno bipolar y los trastornos
relacionados inducidos por ciertos medicamentos o bebidas alcohólicas, o debidos a
una enfermedad, como la enfermedad de Cushing, la esclerosis múltiple o un
accidente cerebrovascular.
Si bien el trastorno bipolar puede aparecer a cualquier edad, generalmente se diagnostica en
la adolescencia o poco después de los 20 años. Los síntomas pueden variar de una persona
a otra y pueden cambiar con el paso del tiempo.
Manía e hipomanía
La manía y la hipomanía son dos tipos diferentes de episodios, pero tienen los mismos
síntomas. La manía es más grave que la hipomanía y causa problemas más notorios en el
trabajo, la escuela y las actividades sociales, así como dificultades en las relaciones.
Además, la manía puede provocar una desconexión de la realidad (psicosis) y requerir
hospitalización.
Tanto los episodios maníacos como los hipomaníacos comprenden tres o más de los
siguientes síntomas:
Episodios anormales de optimismo, nerviosismo o tensión
Aumento de actividad, energía o agitación
Sensación exagerada de bienestar y confianza en sí mismo (euforia)
Menor necesidad de dormir
Locuacidad inusual
Frenesí de ideas
Distracción
Tomar malas decisiones, como hacer compras compulsivas, tener prácticas sexuales
riesgosas o hacer inversiones absurdas
Episodio depresivo mayor
Un episodio depresivo mayor consiste en síntomas que son lo suficientemente graves para
causar dificultades evidentes en las actividades cotidianas, como el trabajo, la escuela, las
actividades sociales o las relaciones.
Un episodio comprende cinco o más de los siguientes síntomas:
Estado anímico depresivo, como sentirse triste, vacío, desesperanzado o tener ganas
de llorar (en niños y adolescentes, el estado anímico depresivo puede manifestarse
como irritabilidad)
Marcada pérdida del interés o de la capacidad para sentir placer en todas —o en casi
todas— las actividades
Adelgazamiento importante sin hacer dieta, aumento de peso, o disminución o
aumento del apetito (en niños, la imposibilidad para aumentar de peso según lo
esperado puede ser un signo de depresión)
Insomnio o dormir demasiado
Agitación o comportamiento más lento
Fatiga o pérdida de la energía
Sentimientos de inutilidad, o culpa excesiva o inadecuada
Disminución de la capacidad para pensar o para concentrarse, o indecisión
Pensar en el suicidio, planificarlo o intentarlo
Otras características del trastorno bipolar
Síntomas en niños y en adolescentes
Los síntomas de trastorno bipolar pueden ser difíciles de identificar en niños y en
adolescentes. Con frecuencia es difícil poder decir si esos altibajos son normales, si son el
resultado de estrés o de un trauma, o señales de un problema de salud mental en lugar de
trastorno bipolar.
Los niños y los adolescentes pueden tener episodios diferentes de trastorno depresivo
mayor o de manía o hipomanía; sin embargo, el patrón puede apartarse del de los adultos
con trastorno bipolar. Y los estados de ánimo pueden cambiar con rapidez durante los
episodios. Es posible que algunos niños tengan, entre los episodios, períodos en los que no
presenten síntomas relacionados con el estado de ánimo.
Los signos más notables de trastorno bipolar en niños y en adolescentes pueden
comprender cambios importantes en el estado de ánimo que se diferencian de sus cambios
anímicos habituales.
Causas
Se desconoce la causa exacta del trastorno bipolar, pero este puede implicar varios factores,
entre ellos:
Diferencias biológicas. Las personas con trastorno bipolar tienen cambios físicos en
el cerebro. La importancia de estos cambios aún es incierta, pero con el tiempo
puede ayudar a identificar las causas.
Genética. El trastorno bipolar es más frecuente en personas que tienen un familiar
de primer grado (como hermanos o padres) con esta enfermedad. Los investigadores
están buscando genes que puedan intervenir en el origen del trastorno bipolar.
Factores de riesgo
Los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno bipolar o que pueden
actuar como desencadenantes del primer episodio son:
Tener un pariente consanguíneo (como padre o hermano) con trastorno bipolar
Períodos de mucho estrés, como la muerte de un ser querido u otras experiencias
traumáticas
Abuso de alcohol o de drogas
Complicaciones
Si no se trata, el trastorno bipolar puede provocar problemas graves que afectan todos los
aspectos de la vida, como:
Problemas relacionados con el consumo de alcohol y de drogas
Suicidio o intentos de suicidio
Problemas legales o financieros
Relaciones dañadas
Desempeño deficiente en el trabajo o en la escuela
Afecciones simultáneas
Prevención
No existe una forma de prevenir el trastorno bipolar. Sin embargo, recibir tratamiento tan
pronto aparecen los primeros signos de un trastorno de salud mental puede ayudar a evitar
que el trastorno bipolar u otras enfermedades de salud mental empeoren.
Si te han diagnosticado trastorno bipolar, algunas estrategias pueden ayudarte a evitar que
los síntomas leves se conviertan en episodios maníacos o depresivos completos:
Presta atención a las señales de advertencia. Tratar los síntomas de forma temprana
puede evitar que los episodios empeoren. Es posible que hayas identificado un
patrón en los episodios bipolares y qué es lo que los desencadena. Si sientes que
estás a punto de entrar en un episodio maníaco o depresivo, llama a tu médico.
Pídeles a tus familiares o amigos que también estén atentos a las señales de
advertencia.
Evita las drogas y el alcohol. El consumo de alcohol o drogas recreativas puede
empeorar los síntomas y aumentar las probabilidades de que regresen.
Toma tus medicamentos exactamente como se te indicó. Es posible que te sientas
tentado a suspender el tratamiento: no lo hagas. Si dejas de tomar el medicamento o
reduces la dosis por tu cuenta, es posible que sufras efectos de abstinencia o que los
síntomas empeoren o regresen
ESTRES POSTRAUMATICO
El trastorno de estrés postraumático es una enfermedad de salud mental
desencadenada por una situación aterradora, ya sea que la hayas experimentado o
presenciado. Los síntomas pueden incluir reviviscencias, pesadillas y angustia grave, así
como pensamientos incontrolables sobre la situación.
Muchas personas que pasan por situaciones traumáticas quizás tengan dificultad temporaria
para adaptarse y afrontarlas, pero con el tiempo y el autocuidado generalmente mejoran. Si
los síntomas empeoran, duran meses e incluso años, e interfieren con tus actividades
diarias, es posible que tengas trastorno de estrés postraumático.
Obtener un tratamiento efectivo después de que se manifiesten los síntomas de trastorno de
estrés postraumático puede ser esencial para reducir los síntomas y mejorar el
funcionamiento.
Síntomas
Los síntomas del trastorno por estrés postraumático pueden comenzar dentro del mes de un
hecho traumático, pero a veces pueden no aparecer hasta años después. Estos síntomas
ocasionan problemas considerables en situaciones sociales o laborales y en las relaciones.
También pueden interferir en tu capacidad de hacer las tareas diarias habituales.
Los síntomas del trastorno por estrés postraumático por lo general se agrupan en cuatro
tipos: recuerdos intrusivos, evasión, cambios negativos en el pensamiento y en los estados
de ánimo, y cambios en las reacciones físicas y emocionales. Los síntomas pueden variar
con el paso del tiempo o según la persona.
Recuerdos intrusivos
Los síntomas de los recuerdos intrusivos pueden ser los siguientes:
Recuerdos recurrentes, involuntarios y angustiantes del hecho traumático
Revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez (recuerdos
recurrentes)
Sueños perturbadores o pesadillas acerca del hecho traumático
Sufrimiento emocional grave o reacciones físicas a algo que te recuerde el hecho
traumático
Evasión
Los síntomas de la evasión pueden ser los siguientes:
Tratar de evitar pensar o hablar acerca del hecho traumático
Evitar lugares, actividades o personas que te recuerden el hecho traumático
Cambios negativos en el pensamiento y en los estados de ánimo
Los síntomas de los cambios negativos en el pensamiento y en el estado de ánimo pueden
ser los siguientes:
Pensamientos negativos sobre ti mismo, otras personas o el mundo en general
Desesperanza acerca del futuro
Problemas de memoria, incluso no recordar aspectos importantes del hecho
traumático
Dificultad para mantener relaciones cercanas
Sentirte distanciado de tus familiares y de tus amigos
Falta de interés en las actividades que antes te gustaban
Dificultad para sentir emociones positivas
Sentirte emocionalmente insensible
Cambios en reacciones físicas y emocionales
Los síntomas de los cambios en las reacciones físicas y emocionales (también llamados
síntomas de excitación) pueden ser los siguientes:
Asombrarte o asustarte fácilmente
Estar siempre alerta al peligro
Conducta autodestructiva, como por ejemplo beber en exceso o conducir demasiado
rápido
Problemas para dormir
Dificultad para concentrarse
Irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva
Sentimientos abrumadores de culpa o vergüenza
Causas
Puedes presentar trastorno de estrés postraumático cuando sufres, ves o te enteras de un
acontecimiento que implique la realidad o la amenaza de muerte, lesiones graves o
violación sexual.
Los médicos no están seguros de la razón por la que algunas personas presentan el trastorno
de estrés postraumático. Al igual que con muchos problemas de salud mental, el trastorno
de estrés postraumático probablemente sea causado por una combinación compleja de:
Experiencias estresantes, entre ellas la cantidad y gravedad de los traumas que
hayas atravesado en tu vida
Riesgos de problemas mentales hereditarios, tales como un riesgo elevado de sufrir
ansiedad y depresión
Características hereditarias de la personalidad —a menudo denominada
temperamento
La forma en la que el cerebro regula las sustancias químicas y las hormonas que el
organismo libera en respuesta al estrés
Factores de riesgo
Pasar por un trauma intenso o duradero
Haber pasado por otro trauma en etapas previas de la vida, como maltrato infantil
Tener un trabajo que aumente el riesgo de exposición a situaciones traumáticas, por
ejemplo, personal militar o de servicio de primeros auxilios
Tener otros problemas de salud mental, como depresión o ansiedad
Tener problemas con consumo de sustancias, como beber alcohol en exceso o tomar
drogas
Carecer de un buen sistema de apoyo de familiares y amigos
Tener familiares cercanos con problemas de salud mental, como ansiedad o
depresión
Complicaciones
Este trastorno puede alterar tu vida entera: tu trabajo, tus relaciones, tu salud, y el goce de
las actividades diarias.
Tener trastorno de estrés postraumático también aumenta el riesgo de sufrir otros problemas
de salud mental, como:
Depresión y ansiedad
Problemas con el consumo de drogas y alcohol
Trastornos de alimentación
Pensamientos y acciones suicidas
Prevención
Tras sobrevivir un acontecimiento traumático, muchas personas al principio pasan por
síntomas similares a los del trastorno de estrés postraumático, como el no poder dejar de
pensar en lo que sucedió. El temor, la ansiedad, el enfado, la depresión y la culpa, son todas
reacciones frecuentes al trauma. No obstante, la mayoría de las personas que sufren un
trauma no contraen a largo plazo el trastorno de estrés postraumático.
Obtener ayuda y apoyo a tiempo podría evitar que las reacciones normales al estrés
empeoren y padezcas trastorno de estrés postraumático. Esto podría implicar que recurras a
tu familia y amigos, quienes te escucharán y reconfortarán. Podría suponer que debas
buscar un profesional de salud mental y asistir a sesiones de terapia por un corto tiempo.
Algunas personas probablemente encuentren útil acudir a su comunidad religiosa.
El apoyo de otros también podría ayudarte a evitar que recurras a métodos de afrontamiento
no saludables, como el uso indebido de alcohol o drogas.
ESQUIZOFRENIA
La esquizofrenia es un trastorno mental grave por el cual las personas
interpretan la realidad de manera anormal. La esquizofrenia puede provocar una
combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el
comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante.
Las personas que padecen esquizofrenia necesitan recibir tratamiento durante toda la vida.
El tratamiento temprano puede ayudar a controlar los síntomas antes de que se desarrollen
complicaciones más graves y puede mejorar el pronóstico a largo plazo.
Síntomas
La esquizofrenia implica una serie de problemas de pensamiento (cognición),
comportamiento y emociones. Los signos y síntomas pueden variar, pero generalmente
implican fantasías, alucinaciones o habla desorganizada, y reflejan una capacidad deficiente
de vivir normalmente. Entre los síntomas se pueden incluir los siguientes:
Fantasías. Son creencias falsas que no tienen base en la realidad. Por ejemplo, crees
que estás siendo perjudicado o acosado; ciertos gestos o comentarios se dirigen a ti;
tienes una habilidad o fama excepcionales; otra persona está enamorada de ti; o está
a punto de ocurrir una catástrofe importante. Las fantasías se producen en la
mayoría de las personas que tienen esquizofrenia.
Alucinaciones. Por lo general implican ver o escuchar cosas que no existen. Sin
embargo, para la persona con esquizofrenia, tienen toda la fuerza y la repercusión
de una experiencia normal. Las alucinaciones pueden implicar cualquiera de los
sentidos, pero escuchar voces es la alucinación más común.
Pensamiento desorganizado (discurso). El pensamiento desorganizado se infiere a
partir del habla desorganizada. La comunicación eficaz se puede ver afectada y las
respuestas a preguntas pueden no relacionarse con estas de manera parcial o
completa. En raras ocasiones, el habla puede incluir el agrupamiento de palabras sin
sentido que no se puedan entender, lo cual suele conocerse como ensalada de
palabras.
Comportamiento motor extremadamente desorganizado o anormal . Esto puede
mostrarse de varias maneras, desde la tontería infantil hasta la agitación
impredecible. El comportamiento no está enfocado en un objetivo, así que es difícil
hacer las tareas. El comportamiento puede incluir resistencia a seguir instrucciones,
postura inadecuada o extraña, una completa falta de respuesta o movimiento inútil o
excesivo.
Síntomas negativos. Esto se refiere a la capacidad limitada para vivir de manera normal, o
a la falta de ella. Por ejemplo, la persona puede descuidar su higiene personal o parecer que
carece de emociones (no hace contacto visual, no cambia las expresiones faciales o habla
en un tono monótono). Además, la persona puede perder interés en las actividades
cotidianas, retraerse socialmente o carecer de la capacidad de experimentar placer.
Con el paso del tiempo, los síntomas pueden variar con respecto al tipo y la gravedad, con
periodos de empeoramiento y remisión de los síntomas. Algunos síntomas pueden estar
siempre presentes.
En los hombres, los síntomas de la esquizofrenia suelen comenzar entre principios y
mediados de los 20 años. En las mujeres, los síntomas suelen comenzar a finales de los 20
años. Es poco común que a los niños se les diagnostique esquizofrenia y poco común para
los mayores de 45 años.
Síntomas en adolescentes
Los síntomas de la esquizofrenia en los adolescentes son similares a los que se presentan en
los adultos, pero la afección puede ser más difícil identificar. Esto puede deberse en parte a
que algunos de los síntomas tempranos de la esquizofrenia en los adolescentes son comunes
en el desarrollo típico de la adolescencia, como estos:
Distanciamiento de los amigos y los familiares
Menor desempeño en la escuela
Trastornos del sueño
Humor irritable o depresivo
Falta de motivación
Además, el uso de sustancias recreativas, como la marihuana, las metanfetaminas o
el LSD, a veces puede causar signos y síntomas similares.
En comparación con los síntomas de la esquizofrenia en adultos, los adolescentes
pueden tener lo siguiente:
Menos probabilidad de tener ideas delirantes
Mayor probabilidad de tener alucinaciones visuales
Causas
No se conocen las causas de la esquizofrenia, pero los investigadores piensan que la
combinación de la genética, la química del cerebro y el ambiente contribuye al desarrollo
de este trastorno.
Los problemas con ciertos químicos del cerebro que se producen naturalmente, como los
neurotransmisores llamados dopamina y glutamato, pueden contribuir a la esquizofrenia.
Los estudios de imágenes cerebrales muestran las diferencias en la estructura del cerebro y
el sistema nervioso central de las personas con esquizofrenia. Si bien los investigadores no
están seguros de la importancia de estos cambios, estos indican que la esquizofrenia es una
enfermedad mental.
Factores de riesgo
A pesar de que se desconoce la causa exacta de la esquizofrenia, ciertos factores parecen
aumentar el riesgo de desarrollar o desencadenarla, entre ellos los siguientes:
Antecedentes familiares de esquizofrenia
Algunas complicaciones durante el embarazo y el nacimiento, como malnutrición o
exposición a toxinas o virus que pueden afectar el desarrollo del cerebro
Consumo de drogas que alteran la mente (psicoactivas o psicotrópicas) durante la
adolescencia y la juventud
Complicaciones
Si no se trata, la esquizofrenia puede dar lugar a graves problemas que afectan a todos los
ámbitos de la vida. Las complicaciones que la esquizofrenia puede causar o con las que esta
puede estar asociada incluyen las siguientes:
Suicidio, intentos de suicidio y pensamientos de suicidio
Trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
Depresión
Abuso de alcohol o de otras drogas, incluida la nicotina
Incapacidad para trabajar o asistir a la escuela
Problemas financieros y falta de vivienda
Aislamiento social
Problemas de salud y médicos
Victimizarse
Comportamiento agresivo, aunque es poco común
Prevención
No hay una manera segura de prevenir la esquizofrenia; sin embargo, seguir el plan de
tratamiento puede ayudar a prevenir las recaídas o el empeoramiento de los síntomas.
Además, los investigadores esperan que, al obtener mayor información sobre los factores de
riesgo de la esquizofrenia, se puedan generar un diagnóstico y un tratamiento más rápidos.
ALIMENTACION
Los trastornos de la alimentación son afecciones graves que se relacionan con las
conductas alimentarias que afectan negativamente la salud, las emociones y la capacidad de
desempeñarte en áreas importantes de la vida. Los trastornos de la alimentación más
frecuentes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, y el trastorno alimentario
compulsivo.
La mayoría de los trastornos de la alimentación se caracterizan por fijar excesivamente la
atención en el peso, la figura corporal y la comida, lo que causa conductas alimentarias
peligrosas. Estas conductas pueden tener una repercusión considerable en la capacidad del
cuerpo para obtener la nutrición adecuada. Los trastornos de la alimentación pueden causar
daños en el corazón, el aparato digestivo, los huesos, los dientes y la boca, y derivar en
otras enfermedades.
Con frecuencia, estos trastornos se manifiestan en la adolescencia y los primeros años de la
adultez, aunque pueden aparecer a otras edades. Con tratamiento, puedes volver a tener
hábitos alimentarios más saludables y, a veces, revertir las complicaciones graves causadas
por el trastorno de la alimentación.
Síntomas
Los síntomas varían en función del tipo de trastorno de la alimentación. La anorexia
nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno alimentario compulsivo son los trastornos de la
alimentación más frecuentes. Otros trastornos de la alimentación comprenden el trastorno
de rumiación y el trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos.
Anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa, a menudo simplemente denominada «anorexia», es un trastorno de la
alimentación potencialmente mortal que se caracteriza por un peso corporal anormalmente
bajo, un gran temor a aumentar de peso y una percepción distorsionada del peso o de la
figura corporal. Las personas con anorexia hacen todo lo posible por controlar el peso y la
figura corporal, lo que frecuentemente afecta de manera importante la salud y las
actividades cotidianas.
Cuando tienes anorexia, limitas en exceso la ingesta de calorías o usas otros métodos para
bajar de peso; por ejemplo, te ejercitas de forma desmesurada, tomas laxantes o
suplementos dietéticos, o vomitas después de comer. Los esfuerzos para bajar de peso,
incluso cuando el peso corporal es bajo, pueden causar problemas de salud graves al punto
de morirse de hambre.
Bulimia nerviosa
La bulimia nerviosa, llamada frecuentemente «bulimia», es un trastorno de la alimentación
grave y potencialmente mortal. Cuando padeces bulimia, tienes episodios de atracones y
purgas que incluyen la sensación de pérdida de control sobre tu alimentación. Muchas
personas con bulimia también restringen lo que comen durante el día, lo que suele causar
más episodios de atracones y purgas.
Durante estos episodios, es normal que consumas una gran cantidad de alimentos en un
tiempo corto, para luego intentar deshacerte de las calorías extra de una manera poco
saludable. Debido a la culpa, la vergüenza y el temor intenso a aumentar de peso por comer
en exceso, puedes provocarte vómitos, puedes ejercitarte desmesuradamente o puedes usar
otros métodos, como los laxantes, para deshacerte de las calorías.
Si tienes bulimia, probablemente te preocupe tu peso y tu figura corporal, y tal vez te
juzgues con severidad y dureza por los defectos que son producto de tu autopercepción.
Puedes tener un peso normal o, incluso, un poco de sobrepeso.
Trastorno alimentario compulsivo
Cuando tienes el trastorno alimentario compulsivo, habitualmente comes en exceso
(atracón) y tienes la sensación de pérdida de control sobre lo que comes. Puedes comer con
rapidez o consumir más alimentos de los que tienes pensado, incluso cuando no tienes
apetito, y seguir comiendo mucho tiempo después de sentirte demasiado lleno.
Después de un atracón, puedes sentir culpa, enojo o vergüenza por la conducta y por la
cantidad de alimentos consumidos. Sin embargo, no intentas compensar esta conducta con
el ejercicio desmesurado o la purga, tal como lo haría una persona bulímica o anoréxica. La
vergüenza puede provocar que comas solo para ocultar tus atracones.
Por lo general, se produce una nueva ronda de atracones por lo menos una vez a la semana.
Puedes tener un peso normal, sobrepeso u obesidad.
Trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos
Este trastorno se caracteriza por no alcanzar los requerimientos nutricionales diarios
mínimos por la falta de interés en alimentarse; es decir, evitas las comidas con
determinadas características sensoriales, como el color, la textura, el aroma o el sabor; o
bien estás preocupado por las consecuencias al comer, como el temor a atragantarse. No
evitas alimentos por temor a aumentar de peso.
El resultado del trastorno puede ser un adelgazamiento significativo o la imposibilidad de
aumentar de peso en la niñez, así como deficiencias nutricionales que pueden acarrear
problemas de salud.
Causas
Se desconoce la causa exacta de los trastornos de la alimentación. Al igual que con otras
enfermedades mentales, puede haber muchas causas, por ejemplo, las siguientes:
Genética y biología. Algunas personas pueden tener genes que aumenten el riesgo
de presentar trastornos de la alimentación. Los factores biológicos, como cambios
en las sustancias químicas del cerebro, pueden tener una función en los trastornos de
la alimentación.
Salud psicológica y emocional. Las personas con trastornos de la alimentación
pueden tener problemas psicológicos y emocionales que contribuyen al trastorno.
Pueden tener autoestima baja, perfeccionismo, comportamientos impulsivos y
relaciones problemáticas.
Factores de riesgo
Las adolescentes y las mujeres jóvenes son más propensas que los adolescentes y los
hombres jóvenes a tener anorexia o bulimia; sin embargo, los hombres también pueden
tener trastornos de la alimentación. Aunque los trastornos de la alimentación pueden ocurrir
en un intervalo de edad amplio, suelen manifestarse durante la adolescencia y poco tiempo
después de cumplir 20 años.
Ciertos factores pueden aumentar el riesgo de tener un trastorno de la alimentación, entre
ellos:
Antecedentes familiares. Hay una probabilidad significativamente mayor de que los
trastornos de la alimentación ocurran en las personas cuyos padres o hermanos
hayan presentado un trastorno de este tipo.
Complicaciones
Los trastornos de la alimentación pueden causar diversas complicaciones, algunas de las
cuales son potencialmente mortales. Cuanto más grave sea o más dure el trastorno de la
alimentación, más probable es que presentes complicaciones graves, como las siguientes:
Problemas de salud graves
Depresión y ansiedad
Pensamientos o conductas suicidas
Problemas con el crecimiento y el desarrollo
Problemas sociales y en las relaciones
Trastornos de consumo de sustancias
Problemas laborales y escolares
Muerte
Prevención
Si bien no hay una manera segura de prevenir los trastornos de la alimentación, a
continuación, te damos algunas estrategias para ayudar a que tu hijo forme conductas
alimentarias saludables:
Evita hacer dieta cuando estés con tu hijo. Los hábitos alimentarios familiares
pueden influir en las relaciones que los niños tienen con los alimentos. Comer
juntos te da la oportunidad de enseñarle a tu hijo sobre los inconvenientes de hacer
dieta y estimula la alimentación equilibrada con porciones razonables.
Habla con tu hijo. Por ejemplo, hay numerosos sitios web que promocionan ideas
peligrosas, como considerar la anorexia como una elección de estilo de vida en
lugar de considerarla un trastorno de la alimentación. Es fundamental que corrijas
toda percepción equivocada como esta y que hables con tu hijo sobre los riesgos de
hacer elecciones alimentarias poco saludables.
Cultiva y refuerza una imagen corporal saludable en tu hijo, sin importar la forma o
el tamaño. Habla con tu hijo acerca de la imagen que tiene de sí mismo y
tranquilízalo diciéndole que las formas de los cuerpos pueden variar. Evita criticar
tu cuerpo delante de tu hijo. Los mensajes de aceptación y respeto pueden
ayudar a construir una autoestima y una resiliencia saludables que ayudarán a los
niños a afrontar los períodos difíciles de la adolescencia.
Busca la ayuda del médico de tu hijo. En los controles de rutina del niño sano, los
médicos pueden identificar indicadores tempranos de un trastorno de la
alimentación. Por ejemplo, en las citas médicas de rutina, pueden preguntarles a los
niños acerca de sus hábitos alimentarios y si están satisfechos con su aspecto. Estas
consultas deben incluir controles de los percentiles de estatura y peso, y del índice
de masa corporal, que puede alertarlos a ti y al médico de tu hijo acerca de cualquier
cambio significativo.
Síntomas
Las características principales del TDAH incluyen la falta de atención y el comportamiento
hiperactivo-impulsivo. Los síntomas del TDAH comienzan antes de los 12 años de edad y,
en algunos niños, se notan a partir de los 3 años de edad. Estos síntomas pueden ser leves,
moderados o graves, y pueden continuar hasta la edad adulta.
El TDAH ocurre con más frecuencia en los hombres que en las mujeres, y los
comportamientos pueden ser diferentes en los niños y las niñas. Por ejemplo, los niños
pueden ser más hiperactivos y las niñas pueden tender a ser menos atentas.
Existen tres subtipos de TDAH:
Falta de atención predominante. La mayoría de los síntomas corresponden a la falta
de atención.
Conducta hiperactiva/impulsiva predominante. La mayoría de los síntomas son la
hiperactividad e impulsividad.
Combinado. Esta es una mezcla de síntomas de falta de atención y síntomas de
hiperactividad/impulsividad.
Falta de atención
Un niño que manifiesta un patrón de falta de atención a menudo presenta las
siguientes características:
No es capaz de prestar atención minuciosa a los detalles o comete errores por
descuido en los trabajos escolares
Le cuesta permanecer concentrado en tareas o juegos
Parece no escuchar, incluso cuando se le habla directamente
Tiene dificultades para seguir instrucciones y no logra terminar las tareas o los
trabajos escolares
Tiene problemas para organizar tareas y actividades
Evita o le disgustan las actividades que requieren un esfuerzo mental de
concentración, como la tarea escolar
Pierde los elementos necesarios para las tareas o las actividades, por ejemplo,
juguetes, asignaciones escolares, lápices
Se distrae fácilmente
Se olvida de hacer algunas actividades diarias, como las tareas del hogar
Hiperactividad e impulsividad
Un niño que manifiesta un patrón de síntomas de hiperactividad e impulsividad a menudo
presenta las siguientes características:
Está inquieto o da golpecitos con las manos o los pies, o se retuerce en el asiento
Le cuesta permanecer sentado en el aula o en otras situaciones
Está en constante movimiento
Va de un lado para otro o trepa en situaciones no apropiadas
Tiene problemas para jugar o realizar actividades tranquilas
Habla demasiado
Da respuestas apresuradas o interrumpe a quien le hace preguntas
Tiene dificultades para esperar su turno
Interrumpe conversaciones, juegos o actividades de otros, o se entromete en ellas
El comportamiento típico de desarrollo comparado con el TDAH
La mayoría de los niños sanos no prestan atención o son hiperactivos o impulsivos en un
momento u otro. Es típico que los niños en edad preescolar tengan períodos de atención
cortos y no puedan seguir con una actividad por mucho tiempo. Incluso en niños mayores y
adolescentes, el período de atención a menudo depende del nivel de interés.
Lo mismo ocurre con la hiperactividad. Los niños pequeños son naturalmente activos; a
menudo todavía están llenos de energía mucho después de haber agotado a sus padres.
Además, algunos niños tienen naturalmente un nivel de actividad más alto que otros. Nunca
se debe decir que un niño tiene TDAH solo porque es diferente a sus amigos o hermanos.
Los niños que tienen problemas en la escuela, pero se llevan bien en casa o con los amigos,
probablemente tengan problemas con algo que no sea el TDAH. Lo mismo ocurre con los
niños que son hiperactivos o que no prestan atención en casa, pero cuyas tareas escolares y
amistades no se ven afectadas.
Causas
Aunque la causa exacta del TDAH no está clara, las investigaciones continúan. Los factores
que pueden estar involucrados en el desarrollo del TDAH incluyen la genética, el medio
ambiente o problemas con el sistema nervioso central en momentos clave del desarrollo.
Factores de riesgo
Entre los factores de riesgo del trastorno por déficit de atención/hiperactividad se pueden
incluir:
Familiares consanguíneos, como padres o hermanos, con trastorno por déficit de
atención/hiperactividad u otro trastorno de salud mental
Exposición a toxinas ambientales, como el plomo, que se encuentra principalmente
en la pintura y las tuberías de edificios antiguos
Consumo de drogas, consumo de alcohol o tabaquismo por parte de la madre
durante el embarazo
Nacimiento prematuro
Aunque popularmente se sospecha que el consumo de azúcar causa hiperactividad,
no hay pruebas confiables que lo confirmen. Muchos problemas en la niñez pueden
llevar a que se presente dificultad para mantener la atención, pero eso no es lo
mismo que padecer de trastorno por déficit de atención/hiperactividad.
Complicaciones
El TDAH puede dificultar la vida de los niños. Los niños con TDAH tienen estas
características:
A menudo luchan en el aula, lo cual puede llevar al fracaso académico y al juicio de
otros niños y adultos
Tienden a tener más accidentes y lesiones de todo tipo que los niños que no
tienen TDAH
Tienden a tener baja autoestima
Son más propensos a tener problemas para interactuar con sus compañeros y los
adultos, y para ser aceptados por ellos
Están en mayor riesgo de abuso de alcohol y drogas, y de otras conductas delictivas
Prevención
Para ayudar a reducir el riesgo de que tu hijo padezca TDAH:
Durante el embarazo, evita cualquier cosa que pueda dañar el desarrollo fetal. Por
ejemplo, no bebas alcohol, no uses drogas recreativas ni fumes cigarrillos.
Protege a tu hijo de la exposición a contaminantes y toxinas, incluido el humo del
cigarrillo y la pintura con plomo.
Limita el tiempo frente a las pantallas. Aunque todavía no se ha comprobado, puede
ser prudente que los niños eviten la exposición excesiva a la televisión y a los
videojuegos en los primeros cinco años de vida.
O B S E S I VO COMPULSIVO
Causas
Se desconoce la causa del trastorno obsesivo-compulsivo. Las principales teorías son:
Biología. El TOC puede resultar del cambio en la química natural del cuerpo o en
las funciones cerebrales.
Genética. El TOC puede tener un componente genético, pero aún no se han
identificado genes específicos.
Aprendizaje. Los miedos obsesivos y los comportamientos compulsivos se pueden
aprender al observar a los familiares o de forma gradual a lo largo del tiempo.
Factores de riesgo
Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar o desencadenar el trastorno
obsesivo compulsivo se incluyen los siguientes:
Antecedentes familiares. El hecho de tener padres u otros miembros de la familia
con el trastorno puede aumentar el riesgo de desarrollar trastorno obsesivo
compulsivo.
Acontecimientos estresantes en la vida. Si has experimentado eventos traumáticos
o estresantes, tu riesgo puede aumentar. Esta reacción puede, por alguna razón,
desencadenar los pensamientos intrusivos, los rituales y el sufrimiento emocional
característicos del trastorno obsesivo compulsivo.
Otros trastornos de salud mental. El trastorno obsesivo compulsivo puede estar
relacionado con otros trastornos de salud mental, como los trastornos de ansiedad, la
depresión, el abuso de sustancias o los trastornos de tic.
Complicaciones
Los problemas derivados del trastorno obsesivo compulsivo pueden incluir los siguientes,
entre otros:
El tiempo excesivo dedicado a los comportamientos rituales
Cuestiones de salud, como la dermatitis de contacto por el lavado frecuente de
manos
Dificultad para asistir al trabajo, la escuela o las actividades sociales
Relaciones problemáticas
Mala calidad de vida en general
Pensamientos y comportamiento suicidas
Prevención
No hay una forma segura de prevenir el trastorno obsesivo compulsivo. Sin embargo,
recibir tratamiento lo antes posible puede ayudar a evitar que el trastorno obsesivo
compulsivo empeore y altere las actividades y la rutina diaria.