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ELOHÍM NOS LLAMA A SALIR DE MITZRÁIM,

EXTERIOR E INTERIORMENTE
Vivimos en un mundo donde cunde la cultura de la personalidad, en vez de que se le
dé valor al carácter moral y ético de las personas. La palabra “personalidad” viene del
Latín “persona” que significa, entre varios otros significados, “máscara”, ya que los
actores en las tragedias griegas se colocaban máscaras, que representaban sus
personajes. Asimismo, en esta tragedia griega que es el mundo moderno, también
usamos máscaras para simular lo que no somos, muchas veces. La economía de
mercado dicta el tipo de cultura que prima, y esta dicta lo que debemos hacer, que es
sobresalir, llevarnos bien con los demás, tener una buena “personalidad,” es decir, una
buena máscara. Nuestra personalidad es lo importante para el mundo y para nosotros,
no adquirir un carácter moral y ético de acuerdo a lo que Elohím desea de nosotros.

Nuestra personalidad no es más que un rol de actuación que tratamos de cumplir, para
tener éxito en la vida, en nuestro trabajo y hasta en nuestras relaciones interpersonales.
Una “mejor personalidad” significa, en la práctica, un mejor rol en el teatro de la vida
moderna. Entonces, la personalidad es el conjunto de roles cambiantes, de identidades
diferentes que asumimos en nuestra vida diaria para satisfacer los deseos de los demás,
para “quedar bien.”

Mientras que el carácter moral y ético es lo que SOMOS interiormente, nuestro yo,
que a veces, teme surgir, porque no está “de moda.” Cada cultura y hasta cada país
dentro de una misma cultura, tiene personalidades “estrellas” que desea que todos
exhibamos y, como ovejitas del mundo que somos, tratamos de cumplir con las
exigencias de nuestra particular cultura. Para dar un ejemplo, hay culturas dentro de
Latinoamérica donde la sonrisa no es bien vista en los hombres, sino el rostro
“macho,” duro, preferentemente con un bigote. ESO es “personalidad”—para ESA
cultura, pero no para otra.

Todo esto forma parte del dilema de nuestro tiempo, que Moshéh, en cierta manera,
simboliza. Si estudiamos el libro de Shemót, veremos emerger un CARÁCTER, como
Elohím desea: sumiso, supremamente humilde, no dado a hacerse notar, muy fiel, muy
obediente a Elohím, algo inseguro (frente a lo que Elohím espera de él); en fin, un
carácter moral y ético como el que Él desea que todos nosotros tengamos,
especialmente los que fuimos llamados a ser líderes, de una u otra forma (el ser padre
ya es ser líder, quizás la forma más difícil de serlo). Elohím no desea
máscaras/personalidades: desea desarrollo de carácter de acuerdo a Su Toráh.
Precisamente, como hemos dicho en una parasháh reciente, la Toráh es precisamente
el molde para que nos ajustemos, lo que Él desea que lleguemos a ser, hombres y
mujeres rectos y moldeados a la “imagen y semejanza” de Él, personificado en Ieshúa,
Elohím venido en Cuerpo humano, como un modelo a seguir.
Los que han desarrollado su carácter, no necesitan tener una personalidad para
mostrar. Muestran lo que verdaderamente son y su interior (su carácter) se vuelve la
personalidad proyectada, lo que se ve externamente.

¿Qué significa la palabra “carácter”? Viene del francés antiguo, caractére, que se
puede traducir como “grabado en la piedra”—¡como los Diez Mandamientos/Asaráh
Mitzvót! De modo que podemos definir el carácter como un grabado de Elohím en la
piedra de nuestro corazón, una inscripción. Para Elohím y por lo tanto, para la cultura
judía escritural, ese grabado es nuestro destino mediato.

Es por eso, por ejemplo, que, a Iaakóv (que quiere decir “suplantador”,) Elohím le
cambió el nombre a “Israel” (luchó con Elohím y venció). Para Elohím, toda nuestra
vida con Él es un continuo crecimiento de nuestro carácter, marcado exteriormente,
como en una pizarra espiritual, por un cambio de nombre, que El nos da, a algunos, se
los hace saber y con eso podemos entender no sólo que hemos cambiado, que hemos
“pasado el examen” de este semestre solamente, sino que comienza otra etapa para
nuestra vida, con un nuevo nombre, que siempre tiene un significado para esa etapa.

¿Qué podemos aprender del carácter de Moshéh, que nos pueda servir para servirle a
Él? Una de las analogías más comunes en la Toráh es el ser pastor de ovejas, como
símbolo de líder. Un pastor de ovejas está más preocupado por sus ovejas que por sí
mismo. La Tehiláh/”Sal.” 23 nos habla de que el Pastor “nos lleva a aguas tranquilas
por amor a Su Nombre”. Un pastor de ovejas, como lo fue Moshéh, cuidando las
ovejas de su suegro, Itró, sabe lo que es el sacrificarse por ellas, el perder el sueño por
una ovejita que se está perdiendo en el desierto de la vida. Un pastor de ovejas
espirituales, por otro lado, debe ser designado por Elohím mismo, y no serlo por su
propia elección. No podemos permitirnos el lujo de elegir ser líder por nuestra cuenta
¡y pobre del que así decida por sí mismo! Un pastor de ovejas como Moshéh va
delante de ellas al campo y va delante de ellas a la noche, para resguardarlas en su
sueño. Un pastor de ovejas espirituales les enseña la Verdad revelada de la Toráh y no
sólo lo que se lee superficialmente: les mastica la comida para que la puedan digerir
mejor. Un pastor de ovejas espirituales les enseña con el ejemplo, no sólo con la
Toráh. Un pastor de ovejas espirituales, como dijimos, es elegido por Elohím y conoce
sus responsabilidades delante de su Elohím.

ELOHÍM VE NUESTRO CORAZÓN

¿Cómo elige Elohím a Sus líderes? Cuando ADONÁI tuvo que elegir en la familia de
David, no eligió por lo que se veía, porque David era el más insignificante de los
hermanos. Lo eligió por su corazón, que sólo Él podía conocer y ver. (1a Shmúel
16:7). Podemos ver que no lo eligió por lo que sabía (que no era nada), ni por su status
en la sociedad judía de su tiempo (que era cero). Guidión era el más pequeño en su
familia y su familia era insignificante entre las tribus de Israel (”Jue.” 6:15). Los eligió
porque El conocía quienes PODÍAN LLEGAR A SER, no lo que eran en ese momento
de sus vidas. También, Elohím ve nuestro corazón, lo que deseamos ser para Él. Si Él
ve que deseamos servirlo, Él va a dar vuelta el mundo al revés para lograr que
podamos hacerlo, no importan nuestras habilidades naturales o la falta de ellas.
Aquellos de nosotros que somos ambiciosos, debemos ser, además, sabios espirituales,
y ambicionar lo que Elohím desea para nosotros, y no lo que el mundo no creyente
ambiciona: dinero, poder, placer.

NUESTRAS HABILIDADES

Hablando de habilidades, muchas veces, elige de acuerdo a nuestras habilidades


“naturales”: aquellos que hemos sido maestros, nos dedica a ser maestros para El;
aquellos que hemos sido guerreros, nos hace guerreros para El, y así sucesivamente.
Moshéh fue entrenado para líder al ser criado en la corte del Paró (Faraòn) del imperio
más grande de la época, y sede de la brujería más fuerte del mundo en ese tiempo.
Ambas habilidades iban a probar ser invaluables en su futuro.

Debemos hacer una lista de nuestras habilidades y ofrecérselas a Elohím para que Él
las use a Su voluntad. Él tiene un uso insospechado para cada una de nuestras
habilidades. Pero si Su voluntad no incluye alguna de nuestras habilidades heredadas,
Él nos va a hacer “hábiles”, ¡pierda cuidado! Nuestro destino está prefijado por Elohím
desde antes de la fundación del Universo. Sólo tenemos que inquirir sobre él y
plegarnos a Su Voluntad, para cumplir el destino que Él desea para nosotros.

NUESTRA CERCANÍA CON ELOHÍM

Nuestro nivel de cercanía con Elohím determina muchas cosas, entre ellas nuestro
nivel futuro de unción para el puesto que Elohím nos ha reservado, o nos está
entrenando, o nos va a entrenar en el futuro, aun cuando nosotros ni idea tengamos.
Hace más de veinte años, Elohím me dijo una frase en mi oído espiritual, pero yo era
tan bebé espiritualmente, que me reí audiblemente ante lo que me decía, por
ignorancia, un poco como Sarah cuando le dijeron que iba a ser madre a la vejez, pero
no entendí nada de lo que me quiso decir Elohím. Me tomó diez años entender lo que
me quiso decir, pero desde hace diez años que me estoy preparando para aquello para
lo que Elohím me destinó hace tanto tiempo (humano).

Pero nuestra cercanía con Elohím es la base de todo crecimiento. No es “estudiar la


Biblia” como se enseña, aunque es claro que hay que estudiarla, pero lo que quiero
decir es que eso NO es la base de nuestro crecimiento, sino un apéndice de él, que
hacemos porque QUEREMOS AGRADARLE.

De nuestro nivel de cercanía depende nuestro futuro en esta tierra, y mucho más
importante, el lugar que tendremos eternamente en los Cielos, junto con Él. Muchos
tenemos la idea equivocada de que “basta que sea salvo”. Claro, eso es muy
importante, sin duda. Pero es también importante el lograr un nivel de crecimiento con
Elohím, constante y fiel.

Lamentablemente, nuestra cercanía con Elohím sufre altibajos dialécticos (“un paso
adelante, y dos para atrás”) muchas veces, si no siempre. Es natural, pero debemos
prepararnos y no descuidarnos, no dejarnos resbalar de nuestro nivel actual, que tanto
nos ha costado alcanzar, muchas veces. Cuando notamos por nuestra cuenta, o cuando
Elohím nos dice directamente que estamos retrocediendo, o que hemos retrocedido,
debemos hacer el máximo esfuerzo en recobrar el nivel anterior y aún superarlo, para
recuperar el tiempo perdido. Esto requiere sacrificios: el abandonar lo que nos
preocupa, o nos ocupa en el presente, y por el cual hemos sacrificado nuestra cercanía
con Elohím, creyendo que estábamos haciendo algo bueno para Él, cuando, en
realidad, sólo estábamos perdiendo una preciosa cercanía a Él, tan necesaria para
nuestro crecimiento y nuestra posición en los Cielos, eternamente, en Su Reino.

CÓMO ELOHÍM NOS ENTRENA

Elohím sabe cómo entrenarnos. Una de esas maneras es por medio de dificultades y de
pruebas en nuestra vida, o en nuestras relaciones interpersonales. Muchas veces, este
entrenamiento nos lleva al borde de un ataque de nervios, si es que no entendemos lo
que está sucediendo. Pero si nos acostumbramos a Su entrenamiento, en vez de entrar
en pánico, lo que vamos a hacer es averiguar qué es exactamente lo que Elohím está
deseando de nosotros, y tratamos de cumplirlo.

Cuando Elohím le dijo a Avrahám que sacrificara a su único hijo, eso no era una
prueba: ¡Era una PRUEBA con mayúsculas! Y sin embargo, Avrahám pasó la prueba
y ADONÁI le dijo: “Ahora sé que tú temes a Elohím, porque no me has negado a tu
hijo, a tu único hijo, de Mí”. (Be Reshít 22:12).

Otra manera en que nos entrena es ponernos bajo la autoridad de otro líder,
probablemente mucho peor que el que tenemos actualmente, para que aprendamos a
callarnos y a obedecer, no importa lo que nos diga o haga; para que aprendamos
disciplina militar. Por algo, uno de los nombres de Elohím es “ADONÁI Tzvaót/de los
Ejércitos”. No vaya usted a creer que es un título gratuito.

Una tercera manera en que nos entrena, ya que estamos hablando de ejércitos, es a
través de la guerra espiritual y de la liberación. Ya dijo el Rav Shául: “Porque no
estamos en guerra con carne y sangre sino con principados, contra poderes, contra
potestades de los aires en este mundo, contra maldad espiritual en lugares altos.” (Ef.
6:12). No debemos rehuir este entrenamiento, ya que será la prueba definitiva para
nosotros en estos días tan especiales de principios del fin/iamím ha kétz.

Debemos pedir sabiduría a Elohím para entender lo que ya está sobre nosotros y sobre
todos los creyentes del mundo: ha satán y su ejército está atacando hace años con
mucha mayor fuerza que antes y muchos matrimonios están cayendo y muchas
congregaciones en todo el mundo se están quebrando en pedacitos y las cosas se van a
poner mucho, pero mucho peor, no mejor. De modo que debemos aprender mientras
hay tiempo, a luchar contra nuestro enemigo con armas espirituales PODEROSAS, no
con fórmulas que no tienen poder porque están equivocadas.

Una cuarta manera en que nos entrena es probándonos en nuestra fidelidad cuando no
somos nadie. Hay muchos futuros líderes a nuestro alrededor. No los vemos porque
todavía no ha llegado su momento, pero Elohím los está entrenando en fidelidad, aun
cuando no vean ningún fruto. Ya va a llegar el momento en que serán puestos en
evidencia, empujados por la falta de líderes capacitados, y encontrarán sus lugares
donde El los quiere, entrenados con la previa humildad necesaria para los líderes
verdaderos de Elohím, como Moshéh. Sólo después que tuvo un encuentro cara a
cara/paním le paním con ADONÁI, Moshéh alcanzó alturas espirituales que antes no
poseía. Sólo cuando nos encontramos con El paním le paním es cuando crecemos,
muchas veces en días lo que antes nos tomaba años en crecer. Al escultor y pintor
italiano Michelángelo le preguntaron cómo hacía para esculpir estatuas tan llamativas
como la del rey David, por ejemplo. Contestó que él no veía el mármol bruto delante
suyo, sino que vislumbraba lo que había debajo de ese mármol sin forma e inerte, y
trataba de llegar a esa imagen debajo, con su cincel y martillo.

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