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Parashat Shelaj Lejá: El futuro pertenece a los emprendedores

12 junio, 2020

Por Rabino Yerahmiel Barylka

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Foto: Pixabay

Todavía no se cumplen dos años del descubrimiento del antiguo mosaico que representa a dos
exploradores bíblicos enviados a explorar la Tierra Prometida en una sinagoga en la antigua aldea
judía de Huqoq, en la Galilea de Israel. Tiene casi 1.600 años de antigüedad. El mosaico los
muestra justo después de cortar un sarmiento con un solo racimo de uvas. Dos de ellos la llevaron
en un poste entre ellos, junto con algunas granadas e higos a la finalización de su misión de
reconocimiento por la tierra de Canaán, que era el destino del pueblo. (Ver Bemidbar 13: 17-13:
23). Estos inusuales decorados del piso de la sinagoga Huqoq permiten “rever la comprensión del
judaísmo en este período", como dijera Jodi Magness, profesora de arqueología de la Universidad
de Carolina del Norte en Chapel Hill, quien dirigió la excavación que comenzó a encontrar los
mosaicos en 2012. "A menudo se piensa –dice la investigadora- que el arte judío antiguo es
anicónico o que carece de imágenes. Pero estos mosaicos, coloridos y llenos de escenas
representadas, dan fe de una rica cultura visual, así como del dinamismo y la diversidad del
judaísmo en los últimos períodos romanos y bizantinos." “Los mosaicos probablemente tenían la
intención de embellecer la sinagoga, así como servir un propósito educativo, porque muchas
personas durante ese tiempo eran analfabetas”, dijo la profesora Magness.
Ello demuestra el interés de recordar, lo que aparece en la sidrá de la Torá de esta semana,
Parashat Shelaj-Lejá, en la que Moshé envía hombres de cada una de las 12 tribus para ir a
explorar la Tierra de Canaán. "Reconoced el país, a ver qué tal es, y el pueblo que lo habita, si es
fuerte o débil, escaso o numeroso; y qué tal es el país en que viven, bueno o malo; cómo son las
ciudades en que habitan, abiertas o fortificadas; y cómo es la tierra, fértil o pobre, si tiene árboles
o no. Tened valor y traed algunos productos del país.» Era el tiempo de las primeras uvas" (Íd. 13).

"Caleb acalló al pueblo delante de Moshé, diciendo: «Subamos, y conquistaremos el país, porque
sin duda podremos con él.» después que se desesperara al oír a los voceros de los exploradores
diciendo: «No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros». Y
empezaron a hablar mal a los israelitas del país que habían explorado, diciendo: «El país que
hemos recorrido y explorado es un país que devora a sus propios habitantes. … Hemos visto
también…hijos de Anac, de la raza de los gigantes. Nosotros nos sentíamos ante ellos como
saltamontes, y eso mismo les parecíamos a ellos.»
¿Qué estaba pasando allí? Doce personas regresaron de explorar la tierra y 10 dieron un informe
negativo. Vieron el tamaño de la gente que estaba en Canaán y sintieron que era la misión de
tomar la tierra era demasiado difícil. Pero Caleb y Yehoshúa dijeron que la tierra es buena y con la
ayuda de Dios podemos hacer esto; Podemos entrar a la tierra.

¿Cuál fue la versión correcta de la historia? ¿Los 10 espías o los de Caleb y Yehoshúa?

Parece que nadie mintió. Cuando hablamos con nuestra familia o amigos sobre una situación
difícil, ¿qué nos guía a perseverar o a abandonar? Los 10 vieron cosas y sintieron que la realidad
era abrumadora. No había posibilidad para los israelitas de conquistar la Tierra y enfrentar este
desafío. Parece que todos estaban hablando honestamente. Reconocieron que las personas en la
tierra de Canaán eran más poderosas y los intimidaron. Pero cuando extrapolaron a cómo debían
haberse aparecido ante la gente en la Tierra, estaban renunciando a algo de su propio poder. A
diferencia del informe mayoritario, Caleb respondió: "Subamos luego, y tomemos posesión de ella;
porque más podremos nosotros que ellos" (Íb. 13:30). En el capítulo siguiente leemos: “Y
Yehoshúa hijo de Nun y Caleb hijo de Yefune, que eran de los que habían reconocido la tierra,
rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra
por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si .A. se agradare de
nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no
seáis rebeldes contra .A., ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como
pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está .A.; no los temáis”. Entonces toda la
multitud habló de apedrearlos.

Caleb y Yehoshúa tuvieron las agallas de enfrentarse a la mayoría absoluta de los líderes de las
tribus que prefirieron quedarse en el desierto antes que luchar por obtener lo que tenían derecho.
Evaluaron –sin que nadie les pidiera-, las posibilidades externando su templanza y sus miedos,
para congraciarse con el pueblo que no estaba preparado para lidiar con una realidad difícil.
El resto de la historia es bien conocida.
Los “rebeldes” Caleb y Yehoshúa, que no temieron defender sus puntos de vista frente a la
mayoría complaciente, casi fueron lapidados por la masa que tantas veces prefiere el canto de las
sirenas antes que les arrojen la verdad en la cara.

Debemos aprender de ellos. Cada uno de nosotros pasa por situaciones similares en las que
debemos elegir entre el silencio cobarde que se supone no presenta riesgos y la dura verdad que
es la única que permite, si no se renuncia a ella, lograr los objetivos de la vida.

Esta parashá nos enseña qué es lo que debemos hacer. No en vano, ese acto hasta fue eternizado
en la vieja sinagoga, para que hoy lo redescubramos.

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