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ESMELIDA MEDINA

1-22-5842.

Tarea 8: La causa como requisito

1. Determinar la causa como requisito para que el contrato surta


efecto.
De la causa se puede hablar en un sentido objetivo o en un sentido subjetivo.
En un sentido objetivo, la causa es la función económico-social del contrato (p. ej., en la
compraventa, el intercambio de cosa por precio).
En un sentido subjetivo, la causa es el motivo práctico por el cual las partes celebran un
determinado contrato (p. ej., se compra un solar para edificar en él un chalet).

1. Existencia de causa: el art. 1275 CC afirma que los contratos sin causa no producen
efecto alguno. Se trata, claro está, de la necesidad de que la causa exista en el momento
de la celebración del contrato; no contemplamos el supuesto de su desaparición
sobrevenida, el cual, de tener lugar, provocará la resolución del contrato.
El precepto implica que para que un contrato sea válido las partes han de aceptar su
función económico-social. En caso contrario, no habrá un verdadero contrato, sino una
pura apariencia para conseguir fines distintos a los efectos que el ordenamiento asigna al
contrato celebrado.

La causa es inexistente cuando el negocio es simulado absolutamente.


Por ejemplo, una persona con deudas, para evitar que sus acreedores embarguen sus
bienes, se pone de acuerdo con una persona de su confianza para ponerlos a su nombre.
Con tal fin, celebra un contrato de compraventa, que no es real, sino una pura apariencia,
puesto que no se ha pagado un precio, de modo que las partes no han asumido la función
económico-social de la compraventa (intercambio de cosa por precio). Así, la nulidad,
por simulación absoluta, de una serie de contratos realizados entre tres sociedades,
celebrados con la única finalidad de defraudar a la Hacienda Pública acreedora (la
primera de dichas sociedades era deudora de Hacienda) y evitar el embargo de bienes. El
contrato de compraventa será, pues, nulo.

En realidad, el principio de buena fe y facilidad de la prueba puede llevar a que, ante la


afirmación por parte de la persona interesada de que la compraventa carece de precio,
deba ser el que sostiene lo contrario, quien demuestre que dicho precio se ha pagado (por
ejemplo, mediante el documento acreditativo de haberse realizado una transferencia
bancaria).
2-Comparar el concepto de causa en la Doctrina Clásica y de los móviles
individuales.

Para esta teoría no es de consideración el motivo individual, particular y distinto que cada
comprador tiene para adquirir la propiedad de un bien determinado, pues
independientemente de éste, y según dijimos, se considera que todos los contratos de la
misma naturaleza tienen la misma causa. Así, en todas las compraventas la causa final es
para el comprador adquirir la propiedad de la cosa, y para el vendedor, el pago; en todos
los mutuos (según la aclaración de éste como contrato real en Derecho francés) es la
entrega previa del mutuante, y en todas las donaciones, la causa final del donante es
como decíamos la intención de beneficiar con una liberalidad al donatario.
Los clásicos afirman Bejarano Sánchez al explicar la teoría clásica que nos ocupa
distinguen la causa de las obligaciones antes indicada o causa final (la misma en cada
especie de contrato), de los simples motivos o causa impulsiva (que varían de persona a
persona y de un acto a otro). Por ejemplo, en la compraventa, estos motivos o causa
impulsiva son las razones particulares, mudables de comprador a comprador, que los han
decidido a celebrar el acto y que podrían consistir en el propósito de revender la cosa,
usarla o donarla a un hijo. Conforme a las enseñanzas de la teoría clásica, estos motivos o
causa impulsiva son irrelevantes para la vida del contrato, pues no son la causa legal.

Móviles individuales:

No puede confundirse la causa del contrato con el motivo o móvil individual, la


intencionalidad subjetiva que motiva a la persona a otorgar el consentimiento; incluso,
partiendo de la triple distinción de la doctrina más decantada, entre la causa de la
atribución, causa de la obligación y causa del contrato. La causa se diferencia de los
motivos en que se determina por los móviles con trascendencia jurídica, que incorporados
a la declaración de voluntad en forma de condición o modo forman partes de aquélla a
manera de motivo esencial impulsivo o determinante.

La causa como elemento externo, trascendente, tesis objetiva, con los móviles o motivos
internos de cada interesado o tesis subjetiva. Salvo los casos excepcionales en que el
móvil se integra en la función objetiva del negocio jurídico, caso del móvil causalizado,
el de carácter subjetivo es intrascendente para el derecho; el móvil subjetivo es, en
principio, una realidad extra negocial, a no ser que las partes lo incorporen al negocio
como una cláusula o como una condición. El móvil subjetivo es, en principio, una
realidad extra negocial. La causa es la función objetiva del negocio jurídico, conforme al
artículo 1274 del Código civil diferenciándose de la finalidad subjetiva.

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