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Derecho de contratos

Lecciones 12.ª a 18.ª

Lección 12.ª Contrato, función y clases. Elementos esenciales. Forma. La simulación

1. Clases de contratos: onerosos y gratuitos. Tracto único y sucesivo.

Contratos onerosos son aquellos en los que existe un sacrificio para ambas partes (ej. Compraventa)
mientras que en los gratuitos solo 1 de las partes sufre de sacrificio y la otra se beneficia sin dar nada a
cambio. En los onerosos la finalidad trata de un intercambio económico reciproco y que las partes
entienden como equivalente, mientras que en los gratuitos es fundamental el altruismo del bienhechor.
En los contratos onerosos la prestación de uno encuentra su razón de ser en la contraprestación del otro,
esto provoca que en ocasiones se confundan los contratos onerosos con los contratos de los que surgen
obligaciones reciprocas. Por ejemplo, el contrato de préstamo con interés es un contrato oneroso del
que solo surge la obligación de una parte al perfeccionarse: devolver en el prestatario. En este contrato
ambas partes sufren una carga económica, pero solo quien recibe el préstamo esta obligado a devolverlo
con el interés.

La equivalencia no tiene por qué ser objetiva, sino basta con que sea subjetiva: lo que alguin esta
dispuesto a dar a cambio de lo que recibe. Por ejemplo, si el mismo pintor ha retratado a 2 de los 3 hijos
de un padre, quizás cuando este le encargue el retrato del 3º hijo, estaría dispuesto a pagar más e loq eu
objetivamente vale el cuadro, para que todos tuvieran un retrato del mismo artista, y el contrato aun con
un precio elevado seguirá siendo oneroso.

En función de la fijación de la equivalencia de la prestación y la contraprestación los contratos onerosos


se pueden clasificar en conmutativos y aleatorios. En los conmutativos, la prestación y contraprestación
quedan fijadas de antemano de forma cierta y segua. En los contratos aleatorios una de las obligaciones
o su ejecución depende de u suceso futuro e incierto que supone el aleas. Un contrato conmutativo es
por ejemplo la contraventa, mientras que un contrato aleatorio es por ejemplo la lotería. Cuando una
persona juega la lotería no está donando el dinero, porque espera que le toque, por lo que es oneroso el
contrato, no gratuito. Sin embargo, solo tendrá derecho a exigir el premio si su número coincide con el
premiado, lo que es aleatorio.

En los contratos gratuitos, por otra parte, una de las partes se eneriquece sin asumir carga alguna.
Ejemplos de estos contratos son:

- La donación, contrato por el cual una persona dispone gratuitamente de una cosa a favor de
otra (art. 618 CC).
- Art. 1711 CC que nos dice que a falta de pacto en contrario, el mandato se supone gratuito.
- El contrato de préstamo, en el que una de las partes entrega a la otra o alguna cosa no fungible
para que la use por un tiempo y se la devuelva, o dinero u otra cosa fungible, siempre con la
condición de devolverlo en la misma especie y calidad. En el primer caso estamos ante un
comodato, mientras que en el segundo caso el contrato es simplemente el de préstamos. El
comodato es esencialmente gratuito pero el préstamo puede ser gratuito o pacto de devolución
de intereses. Todo esto está recogido en el art. 1740 CC.
- El último ejemplo se recoge en el art 1760 CC que nos dice que el depósito es un contrato
gratuito salvo pacto en contrario.

Por otro lado, el CC generalmente impone más acautelas en los contratos gratuitos que en lo onerosos
destacando los requisitos formales que se exigen (por ejemplo, en la donación de inmuebles es
necesaria la escritura pública art. 633 CC).

Además, en función del tiempo en el que se desarrollen los contratos, hay relaciones obligatorias
instantáneas (o de tracto único) y duraderas (o de tracto sucesivo). Son relaciones obligatorias
instantáneas aquellas que se realizan en una ̇nica unidad de tiempo, es decir las que quedan extinguidas,
inmediatamente, después de que nazcan, por la realización de la prestación. Sin embargo, son de tracto
sucesivo aquellas relaciones obligatorias en las que la prestación (continua) o prestaciones (periódicas)
se van cumpliendo a lo largo de un periodo más o menos largo de tiempo. Por lo general, en las
obligaciones de tracto único, el efecto del cumplimiento de la condición resolutoria es absoluto, es decir,
se suprime todo lo sucedido con anterioridad, se pierden los derechos adquiridos y surge la obligación
de restituir lo percibido. Se resuelve con efecto retroactivo13. En las obligaciones de tracto sucesivo, el
efecto retroactivo de la resolución es relativo. Se suprime lo actuado con posterioridad al cumplimiento
de la condición sin afectar a los derechos adquiridos antes.

TRACTO ÚNICO Y SUCESIVO (está arriba pero pegar una revisión)

2. La determinación del objeto del contrato al arbitrio de tercero. PENDIENTE

El objeto del contrato está regulado en los art. 1271-1273 CC y su explicación ha quedado realizada en el
apartado dedicado a “El objeto de la obligación” por lo que no queda más que efectuar una remisión en
bloque a dicho apartado.

3. Forma ad solemnitatem o esencial y ad probationem o con función probatoria.

La libertad de forma es parte del nacimiento del concepto de contrato. El contrato que conocemos se
caracteriza, con carácter general, por una total libertad de forma bastando para su perfección el
concurso de libertades. Además, la forma no aparece entre los elementos esenciales del art. 1261 CC.
Sin embargo, siempre hay una forma, que es la manera la cual se expresa la declaración.

Esta forma puede estar predeterminada por la ley o por el pacto.

En los casos en los que la ley hace depende la validez del contrato de una determinada forma, esta se
denomina forma ad solemnitatem o ad substantiam. Generalmente el legislador ha optado por este tipo
de forma para dar una mayor claridad al contrato.

Si la forma, como es regla general, no es elemento esencial se denomina ad probationem.


Evidentemente, la formalidad suele contribuir a dar publicidad al contrato y para que su contenido este
expresado con una mayor precisión y fijeza. En cualquier caso, el contrato sigue siendo algo
independiente al concreto documento en el cual se hay formalizado. Es decir, aunque se pierda el
documento se sigue estando obligado por el contrato.

La regulación del CC en esta materia es la siguiente; el art. 1278 CC nos dice que los contratos serán
obligatorios sin importar la forma, pero siempre que concurran las condiciones esenciales para su
validez. Por otro lado, el 1279 CC nos advierte que si la ley nos exigiese el otorgamiento de escritura
pública u otra forma especial para poder hacer efectivas las obligaciones del contrato las partes podrán
compelerse recíprocamente a cumplir esta forma y los requisitos necesarios para su validez. Además, si
ninguna de las partes compele a la otra, el contrato subsiste, aunque no cumpla la forma exigida: no es
una obligación derivada del contrato, sino una facultad que tiene cada contratante para exigir al otro.

En este sentido, el 1280 CC fija una serie de actos y contratos que deberían constar en documento
público (de forma facultativa, no obligatoria):

1.º Los actos y contratos que tengan por objeto la creación, transmisión, modificación o extinción de
derechos reales sobre bienes inmuebles.
2.º Los arrendamientos de estos mismos bienes por seis o más años, siempre que deban perjudicar a
tercero.
3.º Las capitulaciones matrimoniales y sus modificaciones.
4.º La cesión, repudiación y renuncia de los derechos hereditarios o de los de la sociedad conyugal.
5.º El poder para contraer matrimonio, el general para pleitos y los especiales que deban presentarse en
juicio; el poder para administrar bienes, y de cualquier otro que tenga por objeto un acto redactado o
que deba redactarse en escritura pública, o haya de perjudicar a tercero.
6.º La cesión de acciones o derechos procedentes de un acto consignado en escritura pública.

También deberán hacerse constar por escrito, aunque sea privado, los demás contratos en que la cuantía
de las prestaciones de uno o de los dos contratantes exceda de 1.500 pesetas”.

La diferente fuerza de los documentos se articula de la siguiente forma:


• Art. 1218: «Los documentos públicos hacen prueba, aun contra tercero, del hecho que
motiva su otorgamiento y de la fecha de éste. También harán prueba contra los contratantes».
• Art. 1225: «El documento privado, reconocido legalmente, tendrá el mismo valor que la
escritura pública entre los que lo hubiesen suscrito».

4. Simulación: absoluta y relativa.

La simulación en los contratos se produce cuando las partes realizan una declaración deliberadamente
disconforme con lo que quieren, existiendo un acuerdo entre las partes para decir en la declaración algo
diferente a la voluntad real. Hay que diferenciar la simulación del error haciendo hincapié en que en la
simulación no hay un parte que lo sufre y otra que lo conoce, sino que ambas partes pactan la
declaración.

La finalidad de la simulación es por tanto el engaño o la ocultación a un tercero de lo que realmente se


quiere (como por ejemplo la simulación para evitar el pago de impuestos), mientras que las partes no
son los defraudados, porque hay un acuerdo entre ellos para actuar de esa forma. El hecho de que exista
un engaño u ocultación no significa que la simulación sea persé ilícita o que siempre suponga un fraude.

En primer lugar, y previo a la distinción entre la simulación absoluta o relativa existe otra clasificación de
la simulación que puede ser lícita o ilícita. La ilícita pretende la violación de algún precepto legal o
defraudar a terceros, mientras que la licita no transgrede ninguna norma jurídica.

Por otro lado, y como acabamos de mencionar la simulación también puede ser absoluta o relativa. En la
absoluta no existe ningún negocio jurídico en el acuerdo real entre las partes, por lo que el negocio
simulado es una mera pantalla sin anda detrás. Una simulación absoluta sería, por ejemplo, hacer creer
al vecino que le hemos vendido el coche a un familiar para que deje de preguntarnos por él.

La simulación relativa, por tanto, supone la existencia de un negocio simulado y un negocio disimulado
que es el que realmente las partes quieren. La simulación relativa, por tanto, supone la existencia de un
negocio simulado y un negocio disimulado que es el que realmente las partes quieren. Según la
disconformidad entre el negocio simulado y el disimulado se puede calificar la simulación de diversas
formas: por la naturaleza, el contenido o los sujetos.

Puede haber una simulación con una discrepancia en la naturaleza de los negocios jurídicos como si un
padre vende a su hijo una casa y hay un acuerdo secreto entre ellos según el cual nunca le va a exigir el
precio. En este caso se trataría de una donación y no de una compraventa. También estaríamos en este
tipo de simulación si por ejemplo se encubre un préstamo con pacto comisorio a través de una
compraventa con pacto de retro.

También puede haber una simulación relativa porque exista una diferencia en el contenido del negocio
simulado y disimulado. Esta diferencia puede ser de objeto, precio, fechas, pactos accesorios... es
habitual en nuestro país que en la compraventa de bienes inmuebles el precio escriturado sea inferior al
precio real de la compraventa. Esta diferencia suele pagarse en metálico.
La simulación relativa también puede serlo porque existan diversos sujetos implicados en el negocio
simulado y el disimulado, como ocurre si se busca la interposición de personas (testaferros).

Existen fundamentalmente dos formas de comprender la regulación y efectos de la simulación. Si bien la


eficacia de ambas vías es muy similar, las formas de llegar a las conclusiones son diferentes. Por un lado,
podría pensarse que la simulación es un vicio de la declaración que afecta al consentimiento. Hay que
tener en cuenta que no estamos ante una divergencia entre la voluntad y la declaración, sino ante una
divergencia entre la voluntad oculta y la exteriorizada en la declaración. Así, el acuerdo simulado no es
un consentimiento contractual válido pues carece de consentimiento y hace nulo al negocio, de tal
manera que la acción es la de nulidad con todas sus consecuencias: legitimación activa de todos los
interesados, plazo de prescripción, eficacia declarativa de la sentencia, no posible confirmación...

La prueba de la simulación es una cuestión de hecho pues estamos ante una declaración simulada falsa y
un acuerdo disimulado válido. Hay que tener en cuenta que la simulación siempre tiene difícil prueba,
pues precisamente los contratantes intentan esconderla, por lo que habrá que atender a todas las
circunstancias que rodean el caso y los efectivos intercambios que se realicen y a los indicios sobre los
que se puedan establecer deducciones lógicas.

La eficacia de la simulación dependerá de si estamos ante una simulación absoluta o relativa. La


simulación absoluta supondrá la nulidad del acuerdo simulado por falta de consentimiento y, al no
haber más, todo habrá quedado en una mera apariencia jurídica. En la simulación relativa, el acuerdo
simulado será nulo igualmente por falta de consentimiento, mientras que el acuerdo disimulado no se
puede decir nada a priori y habrá que estudiarlo caso por caso.

Lección 13.ª Capacidad para contratar. Vicios: error y dolo. Amenazas justas.

1. Manifestación del consentimiento: expreso y tácito. El significado del silencio

El CC establece en que el contrato existe desde que varias personas consienten en obligarse
(art. 1254), que los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento (art. 1258) y que
ese consentimiento «se maniYiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación» (art. 1262).
Siendo simultáneas la oferta y aceptación de dos personas presentes, no hay ningún problema.

Valor del silencio


Conviene determinar el valor del silencio para la perfecció n del contrato. El refrá n «quien
calla, otorga» está lejos de ser una regla contractual. El silencio es silencio y no se puede
considerar una declaració n de voluntad salvo que ası́ lo establezca la ley, los usos o las partes.
Un ejemplo es la prohibición de envíos no solicitados del art. 100 LGDCU. El art. 62 se establece que «1.
En la contratación con consumidores debe constar de forma
inequívoca su voluntad de contratar o de poner Yin al contrato». Por lo que, se considera
cláusula abusiva aquella que «prevea la prórroga automática de un contrato si el consumidor
no se maniYiesta en contra» (art. 85.2), no aplicable si hay posibilidad efectiva de retirada. No
obstante, puede haber consentimiento tá cito (no silencio) por actuaciones del contratante.

2. El error como vicio del consentimiento: requisitos


El consentimiento, como expresión externa de la voluntad, es una manifestación de origen subjetivo, es
la declaración de la voluntad dada por el sujeto para obligarse. Por lo tanto, el consentimiento sólo
tendrá efectos una vez se haya exteriorizado, y, siempre que concurra con la voluntad interna del sujeto
que lo exterioriza. El artículo 1262 CC resalta el consentimiento como un requisito primordial del
contrato, que supone la concurrencia de, al menos, dos declaraciones de voluntad: la del oferente y la
del aceptante.

El error está regulado en el art 1266 CC: “Para que el error invalide el consentimiento, deberá́ recaer
sobre la sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de esta que
principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo. El error sobre la persona sólo invalidará el contrato
cuando la consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo. El simple error de cuenta sólo
dará́ lugar a su corrección.”

El error es invalidante cuando recae sobre la sustancia de la cosa, o sobre la persona que principalmente
dé motivo a celebrarlo. Debe ser esencial, para la formación de la voluntad, que tenga relación con la
celebración del contrato, y ser excusable o no imputable.

Según la definición que nos proporciona Díez-Picazo podemos decir que el error es una falsa
representación mental de la realidad que vicia el proceso formativo del querer interno, y que opera
como presupuesto para la realización del negocio. Es decir, que existe una disonancia entre lo que un
sujeto piensa que es la realidad sobre un hecho y lo que realmente es. Esto es lo que provoca la
anulabilidad del contrato por viciar el consentimiento.

Por lo tanto, para apreciar un error en la prestación del consentimiento no sólo se tienen en cuenta
aspectos meramente subjetivos, sino que, en aras de la seguridad jurídica y la tutela de las partes
intervinientes, resulta necesario establecer elementos de valoración y de juicio dotados de cierta
objetividad.

Los requisitos para que el error invalide el consentimiento contractual son dos: excusabilidad y
esencialidad. La STS 4440/2014 de, 12 de noviembre, hace una síntesis de la jurisprudencia del Tribunal
Supremo sobre estos presupuestos, diciendo textualmente:

- Presupuesto de excusabilidad: “La sentencia núm. 1279/2006, de 11 de diciembre, seguida por la núm.
695/2010, de 12 de noviembre, para que pueda operar el efecto invalidante del contrato es preciso que
el error no sea imputable al interesado (es decir, causado por él), y que sea excusable, cuando no pudo
ser evitado por el que lo padeció́. Este requisito no consta expresamente en el Código Civil, pero lo exige
la jurisprudencia en sintonía con un postulado fundamental de buena fe (art. 7.1 y 1258 del Código Civil)
a efectos de impedir que se proteja a quien no merece dicha protección por su conducta negligente.”

Es decir, para que se dé un error con valor invalidante, la persona tiene que haber actuado de buena fe y,
tal y como expresa el Código Civil, haber tenido una diligencia de un buen padre de familia.

- Presupuesto de esencialidad: “exige que concurra sobre la sustancia de la cosa o sobre


aquellas condiciones de la misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo.” En
este caso vemos como la jurisprudencia acude al Código Civil.

La STS núm. 840/2013 establece las líneas generales de apreciación de error vicio de consentimiento en
los contratos de permuta financiera o swap. Esta sentencia trata sobre la anulación de un contrato de
permuta financiera de intereses (swap), con fundamento en la existencia de error vicio del
consentimiento por falta de conocimiento de los concretos riesgos asociados al producto contratado. En
este caso en cuestión, el servicio prestado fue de asesoramiento financiero, y el deber que pesaba sobre
la entidad financiera no se limitaba a cerciorarse de que el cliente minorista conocía bien en qué
consistía el swap que contrataba, sino que además debía haber evaluado qué era lo que más le convenía.
En consecuencia, la omisión del test de conveniencia e idoneidad llevó a presumir en el cliente la falta
del conocimiento suficiente sobre el producto contratado y sus riesgos asociados. Debido al
incumplimiento de los deberes de información previstos en la normativa de la entidad financiera se
provoca la excusabilidad. Además, se cumple el requisito de esencialidad puesto que el error es sobre el
alcance del riesgo asumido, es decir, sobre el contenido del contrato. Por consiguiente, el
consentimiento se vio viciado. Así́, el Pleno del TS desestimó el recurso de casación interpuesto por la
entidad financiera demandada y confirmó la nulidad del contrato de permuta financiera por vicio en el
consentimiento del cliente.

3. El dolo como vicio del consentimiento: requisitos y efectos de su concurrencia.

Lección 14.ª Negociaciones previas. Interpretación del contrato. Integración. Batalla de formularios,
ofertas irrevocables y cartas de intenciones. Culpa in contrahendo.

1. Explique los artículos 1281 y 1288 del Código civil

2. Las reglas del espejo y de la última palabra en sede de perfección del contrato. Excepciones.

En la perfección de un contrato se produce el cruce o encuentro de voluntades (meeting of minds), lo


que supone el auténtico nacimiento del contrato. De acuerdo con el artículo 1258 CC, “Los contratos se
perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces obligan, no sólo al cumplimiento de lo
expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean
conformes a la buena fe, al uso y a la ley”.

Por su parte, el artículo 2:101 PECL (Principles of European Contract Law) reza: “Condiciones para la
conclusión de un contrato. (1) El contrato se perfecciona, sin necesidad de ninguna otra condición,
cuando (a) Las partes tienen la intención de obligarse legalmente y (b) alcanzan un acuerdo suficiente”.

Para lograr un acuerdo contractual, se tienen que dar una oferta y una aceptación de dicha oferta. La
oferta es una declaración de voluntad dirigida a una persona, varias o al público en general, cuya
finalidad es lograr un acuerdo contractual. Las características esenciales de la oferta son (1) la necesidad
de alteridad (para hacer una oferta debe haber un posible receptor, aunque no sea necesaria una oferta
a una persona concreta); (2) el contenido contractual que se propone debe estar cerrado (no siendo
necesaria más negociación); (3) la voluntad de contratar debe ser firme (no hace falta nada más que la
aceptación). La aceptación, por su parte, debe realizarse al oferente, la voluntad de contratar debe ser
firme y supone una aceptación del contenido contractual cerrado de la oferta.

Es decir, que, para que haya contrato, entre la oferta y la aceptación tiene que haber exacta y completa
correspondencia, lo que se llama la regla del espejo. Así́ lo especifica el artículo 1262 CC: “El
consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación sobre la cosa y la causa que
han de constituir el contrato”.

Si se altera ese contenido contractual, es decir, si se da una aceptación matizada con condiciones,
adiciones o modificaciones, es necesario que quien era oferente ahora acepte de nuevo, se trata de una
contraoferta. La regla de la última palabra hace referencia a que la última de las declaraciones será́ la
que valga. El régimen que decidirá́ el contrato es el de la última de las ofertas que se haya hecho. En
otras palabras, habrá́ contrato cuando se acepte la última de las contraofertas. La última de las palabras
dadas modificando las declaraciones anteriores es la última de las ofertas hechas. La aceptación siempre
tiene que ser pura y simple, no condicionada, sin reservas o matices, porque así́ sería una contraoferta.

Sin embargo, la concurrencia entre oferta y aceptación no tiene por qué ser total; para que exista el
contrato y sea obligatorio, basta con que “concurran las condiciones esenciales para su validez” (1278
CC). Es decir, hay contrato siempre que las modificaciones no sean determinantes o esenciales, porque
prevalece el fin principal (ad minimis non curat praetor). Así́ lo explica el artículo 19 del Convenio de
Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías: “la respuesta a una
oferta que pretenda ser una aceptación y que contenga elementos adicionales o diferentes que no
alteren sustancialmente los de la oferta constituirá́ aceptación a menos que el oferente, sin demora
injustificada, objete verbalmente la discrepancia o envíe una comunicación en tal sentido. De no hacerlo
así́, los términos del contrato serán los de la oferta con las modificaciones contenidas en la aceptación”.

Las modificaciones que se consideran determinantes o esenciales, en las cuales debe haber concurrencia
entre oferta y aceptación para que haya contrato, son las siguientes (art. 19.3 Convenio Naciones Unidas,
CNUCCIM):

➔ Precio

 ➔ Pago
 ➔ Calidad y cantidad de las mercaderías
 ➔ Lugar y fecha de la entrega
 ➔ Grado de responsabilidad de una parte con respecto a la otra
 ➔ Solución de las controversias

Cuando se producen divergencias entre la oferta y la aceptación. Conforme a la última palabra, cualquier
divergencia es contraoferta. La regla de la última palabra tiene matices: cuando no son circunstancias
esenciales. La regla general es la concordancia entre regla y aceptación. Cuando hay cualquier condición
no es aceptación, sino contraoferta. Casos en los que pese a que esa aceptación la consideramos tal son
cuando esas adiciones se refieran a esas circunstancias no esenciales

FALTAN LAS EXCEPCIONES

3. La responsabilidad por culpa in contrahendo o precontractual: casos y régimen jurídico

Lección 15.ª Condiciones generales (i) noción, control de incorporación o inclusión, de contenido, de
transparencia, de interpretación.

1. ¿Cuándo estamos en presencia de una cláusula o condición general de la contratación?

2. Requisitos de incorporación o inclusión de las condiciones generales de la contratación.

3. El control de contenido: regla general y listas negras y grises.

4. ¿Qué alcance y ámbito tiene el control de transparencia material?

Lección 16.ª Condiciones generales (ii) cláusulas abusivas. Impugnación. Efectos: declaración,
restitución. Efectividad.

1. Elija un solo apartado de los artículos 85, 86, 87 o 88 LGDCU: explique por qué es una cláusula
abusiva

2. Exponga los efectos de la impugnación de una cláusula abusiva

Lección 17.ª Eficacia del contrato. Contratos vinculados. Relatividad.

1. La estipulación a favor de tercero: artículo 1257 II CC. Utilice, para su exposición, algún ejemplo

2. Exponga qué efecto tiene la consideración de dos contratos como vinculados


3. La subcontratación

La subcontratación se da cuando hay un contrato derivado de un contrato anterior, y en el que los


objetos de ambos contratos están relacionados por ser el contrato derivado parte del principal. Este
subcontrato surge como consecuencia de que el contratista, contrata a un tercero para la realización de
las obligaciones que él había asumido frente al comitente en el contrato originario, no extinguiéndose la
relación contractual previa a la que surge por el subcontrato. El subcontratista asume el compromiso de
ejecución frente al contratista.

Así se podrían entender como rasgos de la subcontratación los siguientes:


1. El contrato-base servirá́ de precedente y apoyo necesario para la existencia del segundo contrato dado
que en él nace el derecho o la obligación que luego será́ objeto del subcontrato.

2. Ambos contratos son coexistentes en el tiempo, es decir, se ejecutan de forma paralela.

3. Los dos contratos surgen de manera sucesiva sin extinguirse recíprocamente.

4. El subcontrato posee el mismo contenido económico, naturaleza y objeto que algún objeto del
contrato base. Por ello, se califica la relación entre el contrato base y el subcontrato como una de tipo
filial, en la que el primero reproduce su objeto, naturaleza y contenido económico.

5. Además el contrato base se proyecta en el subcontrato, su naturaleza consensual, bilateral, onerosa o


conmutativa y también el tipo de contrato mismo, de modo que un contrato base de suministro, se
desdoblará en un subcontrato de suministro y de un contrato base de obra se derivará un subcontrato de
obra.

6. Por todo ello, el subcontrato es dependiente respecto del contrato originario.

7. El primer contratante es la parte del primer contrato que no interviene en el subcontrato por lo que
este será́ considerado como un tercero, salvo los casos en los cuales el legislador disponga recabar su
conformidad o autorización para concertar el segundo contrato o lo estableciera así́ el primer contrato.

8. El segundo contratante, contratante intermedio tiene como función desdoblar la posición jurídica que
ha asumido en virtud del contrato base y lo traspasa mediante el nuevo contrato a un tercero. De esta
manera el contratante intermedio es común en ambos contratos (contrato originario y subcontrato),
concentrándose en esta persona dos posiciones obligacionales opuestas. Actúa como deudor en el
primero y como acreedor en el segundo.

¿Cuándo deja, en todo caso, de ser eficaz?

Una de las principales características de la subcontratación es que nace a la vida jurídica en clara
dependencia del contrato base. Esta dependencia se manifiesta tanto en el momento de su nacimiento,
como durante su ejecución e incluso a la hora de su extinción. Por ello, el subcontrato aunque pueda
desaparecer por causas propias, su ineficacia está ligada a la ineficacia del contrato base del que se sirve
de apoyo. Es decir, la subcontratación deja de ser eficaz cuando el contrato originario que le sirve de
base haya devenido ineficaz. Por ejemplo, en un contrato de obra, en el que el contratista principal
subcontrata a un tercero para la pintura de la fachada, si se desiste el contrato con el comitente de la
obra el contratista principal pierde la legitimación para seguir ejecutando la obra. De esta forma, el
subcontratista difícilmente va a seguir pintando la fachada porque el subcontrato depende del contrato
principal, ya que es el contratista principal el que introduce al subcontratista en el contrato base.

La propagación de la ineficacia el contrato principal al subcontrato es inevitable porque es su razón o


justificación de ser. Pero esto, supondrá́ un incumplimiento del contratista principal frente al
subcontratista ya que la ineficacia del subcontrato es imputable a la falta de cumplimiento del contratista
principal con el comitente.
¿Puede reclamar el subcontratista que su derecho lo satisfaga el contratista principal?
Con carácter general, el artículo 1257 del CC establece que “los contratos sólo producen efectos entre
las partes que los otorgan y sus herederos; salvo, en cuanto a estos, el caso en que los derechos y
obligaciones que proceden del contrato no sean transmisibles, o por su naturaleza, o por pacto, o por
disposición de la ley.” De esta forma, se entendería que el derecho del subcontratista sólo lo debería de
satisfacer el contratista, y que el contrato solo produce efectos entre las partes contratantes, contratista
y subcontratista. Por lo tanto, el subcontratista siempre tiene derecho a reclamar su derecho al
contratista porque ambos son cocontratantes en un contrato bilateral, oneroso y sinalagmático, en el
que la prestación de una parte tiene su causa en la prestación de la otra parte contractual. Por tanto, una
vez realizada la prestación por parte del subcontratista, este tiene derecho a reclamar su
contraprestación al contratista que generalmente será́ el pago de una cantidad económica pactada. Sin
embargo, una cuestión que se puede plantear es si el subcontratista tiene acción directa contra el
comitente o dueño de la obra con quién no tiene un vínculo contractual, ya que el mismo tiene firmado
un contrato con el contratista, pero no con el subcontratista.

El artículo 1597 del CC reconoce la acción directa del subcontratista frente al dueño de la obra con quien
no mantiene vínculo contractual alguno. Es un remedio excepcional que habilita la ley en algunos casos
concretos. Se trata de situaciones en las que una persona puede ejercitar una acción basada en un
contrato del que no formó parte. Así́ el artículo 1597 del CC dispone que, «Los que ponen su trabajo y
materiales en una obra ajustada alzadamente por el contratista, no tienen acción contra el dueño de ella
sino hasta la cantidad que este adeude a aquel cuando se hace la reclamación». De esta forma, si el
dueño del chalé que había contratado al contratista para que le hiciera una piscina le deja de pagar 1.000
€ y el contratista, aduciendo ese impago, deja de abonar a los obreros que contrató para la obra 500 €,
los obreros del contratista podrían dirigirse contra el dueño de la obra para exigirle los 500 €. En
definitiva, la acción directa del artículo 1597 del Código Civil permite la posibilidad al subcontratista de
ejercitar una acción de reclamación frente al dueño de la obra, con quien no tiene relación contractual
alguna, para reclamar cantidades adeudadas por el contratista a la subcontrata hasta el límite de la
cantidad que el dueño de la obra adeude al contratista cuando se hace la reclamación.

La acción directa comentada supone una excepción al principio general de relatividad de los contratos
(artículo 1257 del Código Civil) que sólo producen efectos con carácter general para las partes que los
firman y sus herederos que en virtud del principio de la autonomía de la voluntad (art. 1255 del Código
Civil) pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no
sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público. La finalidad de la acción directa del artículo
1597 del Código Civil es una finalidad tuitiva, protectora, de las subcontratas que ponen su trabajo y
materiales en una obra ajustada alzadamente por el contratista y que el ordenamiento jurídico ha
entendido que merecen una protección adicional a través del acceso al ejercicio de la acción directa
referida.

Lección 18.ª Invalidez del contrato: nulidad y anulabilidad.

1. Las diferencias de régimen jurídico entre la nulidad y la anulabilidad

Antes de nada, conviene distinguir entre los conceptos de ineficacia e invalidez. La ineficacia de un
contrato supone que el contrato existe y es válido, pero se le priva de efectos. La invalidez supone que un
contrato no tiene fuerza jurídica vinculante y, evidentemente, este contrato sin fuerza jurídica también
carece de eficacia. En las formas de invalidez nos encontramos con:

-La nulidad (nulidad absoluta): se da cuando falta un elemento esencial o se actúa contra normas
imperativas o prohibitivas (art. 6.2 CC).
-La anulabilidad (nulidad relativa): se da cuando hay un vicio del consentimiento (error, dolo, violencia o
intimidación), falta capacidad negocial de uno de los contratantes o no hay consentimiento uxorio
cuando es necesario.

Causas de la nulidad:
-Violación de norma imperativa o prohibitiva como consecuencia del art. 6.3 CC.
-Falta de Elemento esencial. Según el art. 1261 CC, estos son:
1. Consentimiento de los contratantes. Se puede producir la nulidad cuando no exista voluntad, o
cuando haya una divergencia entre la voluntad interna y la voluntad declarada.
2. Objeto cierto. Puede faltar cuando no existe el objeto, o es ilícito, o imposible o indeterminable.
3. Causa de la obligación establecida. Se produce la nulidad cuando falta la causa o la causa es falsa o
ilícita. 4. Forma. También se produce la nulidad cuando no se ha seguido la forma en caso de que fuera
ad substantiam.

Efectos de la nulidad:
El principal efecto de la nulidad es que no produce ningún efecto jurídico. De esta forma, el contrato
nulo no logra los efectos queridos por los contratantes; no crea, modifica, ni extingue ningún derecho u
obligación. Al ser nulo el contrato y no producir ningún efecto jurídico, no sería necesario impugnarlo ni
que se realizara ninguna declaración judicial al respecto. La nulidad opera ipso iure, pero habrá
ocasiones en las que para destruir la apariencia jurídica creada por el contrato nulo será necesario
impugnar el contrato y declarar su nulidad. La nulidad es definitiva, el contrato nulo no se puede
confirmar.

Causas de la anulabilidad:
Vicios del consentimiento: Art. 1265 CC (error, violencia, intimidación o dolo).
Defecto de capacidad negocial: menor, o persona con discapacidad que prescinde de las medidas de
apoyo precisas.
Inexistencia del consentimiento del cónyuge. Art. 1322 CC (cuando el consentimiento sea necesario)

Efectos de la anulabilidad:
Se suele mencionar que la anulabilidad tiene la finalidad de proteger a una de las partes contratantes (a
la que sufre el vicio del consentimiento o al que es más vulnerable por ser incapaz). Aparecen diversas
posibilidades con diferentes consecuencias jurídicas sobre cómo nace el contrato anulable:
Válido, pero con una validez claudicante (tiene vicios potencialmente invalidantes). La sentencia sería
constitutiva de la invalidez, que se produciría desde la sentencia).
Nace inválido. Los vicios invalidan al contrato, por lo que los contratos son originalmente inválidos. Si
quien puede ejercitar la acción lo hace, el contrato será́ inválido y los efectos de la invalidez serán
comunes a la nulidad y la anulabilidad. Por otro lado, pueden ser validados si quien puede ejercitar la
acción no lo hace. En cuanto a la confirmación (art. 1313 CC), “la confirmación purifica al contrato de los
vicios de que adoleciera desde el momento de su celebración” (el contrato era inválido desde el principio
y por eso la confirmación tiene efectos retroactivos).

La acción de nulidad:
La legitimación activa es todo lo amplia que puede ser: podrá́ ejercitarla cualquier interesado, aunque
no haya sido contratante (todo aquel que tenga un interés legítimo, es decir, las partes, o aquellos a los
que la invalidez contractual les suponga una ventaja o evitar un daño). Teóricamente, no habría que
ejercitarla, pues se debería apreciar de oficio por el Juez. Aunque técnicamente no sería necesario
ejercitar la acción (ya que el contrato sería nulo de pleno derecho aunque no se hubiera ejercitado la
acción), podría producirse una apariencia jurídica de validez que requiriera del ejercicio de la acción para
su destrucción.
En cuanto a la prescripción, en la nulidad se habla de imprescriptibilidad. *Nota: aunque en el manual
habla de un plazo de 4 años como posibilidad planteada por algún autor (Scaevola), el Profesor dejó
claro en clase que se adhería a la doctrina de la imprescriptibilidad*. La acción de la nulidad no
prescribe. Si el contrato es nulo desde su origen, siempre será́ nulo. El único límite para el ejercicio de la
acción sería la posible adquisición de derechos por terceros sobre las cosas que fueron objeto del
contrato.

La acción de la anulabilidad:
La legitimación activa viene recogida en el art. 1302 CC. Los obligados principal o subsidiariamente en
virtud del contrato.
En caso de contratos celebrados por menores de edad, sus representantes legales o los propios menores
cuando alcancen la mayoría de edad (exceptuando los contratos que puedan celebrar válidamente los
menores por sí mismos).
En caso de contratos celebrados por personas con discapacidad que hayan prescindido de sus medidas
de apoyo, podrán ser anulados por ellas, con el apoyo que precisen. También podrán ser anulados por
sus herederos (en caso de fallecimiento), o por la persona a la que hubiera correspondido prestar el
apoyo (en caso de que el otro contratante fuera conocedor de la existencia de medidas de apoyo).
El que contrató con un menor de edad o con una persona desprovista de apoyos no se podrá́ basar en
estas circunstancias para ejercer la acción. Tampoco el que causó intimidación o empleó dolo o produjo
error. Es decir, se circunscribe a las personas que sufrieron (a los que fueron víctimas de) la causa de
anulabilidad de que se trate.
El plazo viene recogido en el art. 1301 CC, son cuatro años. La naturaleza de este plazo es de caducidad
(no puede interrumpirse).
El inicio del cómputo del plazo es:
-En el supuesto de violencia o intimidación, desde el día en que estas hubiesen cesado.
-En el caso de error o dolo, desde la consumación del contrato.
-En el caso del contrato realizado por menores, desde que salieren de tutela.
-En el caso de personas con discapacidad prescindiendo de las medidas de apoyo previstas, desde la
celebración del contrato.
-En el caso de falta de consentimiento uxorio, desde el día de la disolución de la sociedad conyugal o del
matrimonio salvo que antes hubiere tenido conocimiento suficiente de dicho acto o contrato.
El contrato anulable es inicialmente válido y eficaz, pero con una validez claudicante.

Consecuencias comunes de la declaración de invalidez: Cuando se hubiera realizado algún tipo de


atribución patrimonial fundada en la apariencia del contrato, la declaración de invalidez supone desvelar
que la atribución patrimonial fue realizada sin causa, por lo que procede la restitución. La nulidad del
contrato principal conlleva la de los contratos accesorios, pero puede existir la nulidad de una cláusula
sin que se produzca la nulidad de todo el contrato.

La regla general tras la invalidez es la restitución (art. 1303 CC). En el caso de pérdida de la cosa debida,
se atenderá́ al art. 1307 CC. *Nota: en el examen, yo pondría el texto literal de estos artículos (no hace
falta aprendérselos de memoria) *.

Conversión del contrato nulo:


Un contrato nulo puede ser mantenido como válido bajo la forma de otro tipo negocial.
-Conversión formal: un contrato nulo puede ser válido bajo otra forma (arts. 715, 1223 CC).
-Conversión material: el contrato nulo puede ser mantenido acudiendo a otro tipo de negocio para el
que sí tiene los elementos esenciales.

Confirmación del contrato anulable:


Art. 1310 CC. Es un acto jurídico por el que se dota de validez y eficacia a un contrato anulable si se
cumplen los requisitos exigidos por la ley para ello. Requisitos: -Que se realice por la persona que podía
ejercitar la acción.
-Que haya desaparecido el vicio del consentimiento o la falta de capacidad negocial.
-Que el contratante que los sufrió́ tenga conocimiento del vicio.
Se puede realizar de forma expresa o tácita. Los efectos de la confirmación son:
-Extingue la acción de anulabilidad.
-Tiene carácter retroactivo.
-Es oponible a terceros con carácter general.

2. Los efectos de la nulidad


3. Explique el artículo 1302 del Código civil

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