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Existen problemas tales como: conductas, estrés o malestar emocional que se mantienen por un
déficit de estrategias, fundamentalmente de carácter cognitivo, y que podríamos considerar que
están relacionadas, no tanto con los que las personas están pensando, sino más bien con lo que
no están pensando, es decir las creencias en algunos procesos y metaprocesos cognitivos
básicos conducen al desarrollo, mantenimiento y agravamiento de numerosos problemas
psicológicos y de relación social. Este déficit de habilidades cognitivas impide o limita la puesta en
marcha de repertorios comportamentales. Procesos de auto-regulación emocional, así como de
reflexión, análisis, toma de decisiones, que si estuviesen presentes, permitirían afrontar con éxito
una situación o reducir el malestar ocasionado por la presencia de acontecimientos vitales
negativos. Se presentan a continuación tres de las intervenciones en Terapia Cognitivo-
Conductual cuyo objetivo fundamental es el incremento de las habilidades de afrontamiento o
coping: 1) el entrenamiento Auto instrucciones, 2) el Entrenamiento en Inoculación de Estrés y 3)
el entrenamiento o Terapia de Solución de Problemas.
Entrenamiento en Autoinstrucciones
El Entrenamiento en Autoinstrucciones fue diseñado por Meichenbaum (1969), con el objetivo de
instaurar o modificar el dialogo interno cuando el individuo, niño o adulto se dice a si mismo
supone una interferencia en la ejecución de una tarea específica, o bien presenta dificultades para
abordar adecuadamente una situación. Las autoinstrucciones son consideradas estrategias
metacognitivas cuyo objeto es favorecer la autorregulación de la conducta, así como la creencia y
la confianza en la propia capacidad. Su objetivo es enseñar a pensar. Estas estrategias se
encuadran en lo que son las habilidades metacognitivas generales, es decir estrategias que no
están dirigidas a resolver problemas en sí, sino que facilitan el acceso a las habilidades
específicas necesarias para resolver el problema, entre ellas:
Preparar al individuo para utilizar aquellas otras autoinstrucciones específicas que, según
el momento o situación, sean más adecuadas. (ej. Recuerda utilizar las autoinstrucciones
entrenadas cuando estés entrando al coche para aprender a conducir).
Focalizar la atención (ej. Concéntrate en lo que va a hacer, no pienses en nada más), en la
tarea que es el objetivo de la ejecución.
Guiar la conducta (ej. Antes de comenzar a conducir tengo que comprobar que el coche
está en un punto muerto, después pisar el embrague, poner primera, mirar por los
retrovisores y poner el intermitente para incorporarme a la calzada).
Proporcionar refuerzo y retroalimentación sobre la ejecución (ej. Por ahora todo va bien,
sigue así, lo vas a conseguir).
Evaluar los resultados de la ejecución (ej. De momento voy bien, solo me he olvidado de
poner el intermitente una vez).
Reducir la ansiedad (ej. Manen la calma, tranquilo, respira, lo estoy haciendo bien).
Qué hacer con los errores cometidos: las autoinstrucciones sobre cómo actuar frente al
resultado inadecuado o no esperado facilitan la facilidad cognitiva.