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PRACTICUM PENAL

MODALIDAD PRESENCIAL

Cod.01515053

REBECA MOZO VALDERAMA

CURSO 21011/12
UNED CANTABRIA

MEMORIA PRACTICUM PENAL

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La siguiente memoria voy a dividirla en una primera parte general
(exponiendo mis datos, los del despacho, mi horario durante la realización de las
prácticas, valoración personal de las prácticas realizadas,…), y una segunda parte
específica (donde concretaré mis tareas realizadas en el despacho donde he
venido desempeñado mis prácticas).

PARTE GENERAL:

1) Datos personales:

Nombre y apellidos:

DNI:

Domicilio:

Teléfono y e-mail:

Curso:

Centro asociado:

Nombre del tutor en el centro asociado:

2) Descripción del centro colaborador:

Tutor:

Puesto que ocupa en el despacho:

Dirección y teléfono del despacho de abogados:

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3) Horario de realización de las prácticas:

Han sido 120 horas de prácticas con un horario semanal de dos horas y
media los días lunes, martes, miércoles y jueves de 17:00 horas a 19:30 horas.
Algunos días, dicho horario ha sido sustituido por un horario de mañana, para
acompañar al juzgado a mi letrado-tutor, con el fin de aprender la forma de
proceder en los juzgados de una manera directa.
Hay que tener en cuenta que ha sido un horario flexible teniendo en cuenta
las necesidades personales y profesionales de ambos.
La fecha en la que comencé el periodo de prácticas fue el 18 de enero de
2012, finalizando las mismas el día 26 de abril de 2012.

4) Actividades realizadas:

Una de las tareas principales de las prácticas fue analizar de forma


detallada la normativa a aplicar para cada caso que se nos planteó (sobre todo
usamos el Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley de
Enjuiciamiento Civil, la Ley del Tribunal del Jurado y la Ley del Menor), así como la
jurisprudencia que tuviera relación con el mismo.

También incidí en el tipo de pruebas que se pueden solicitar en cada caso,


tanto de declaraciones de testigos (pruebas testificales), como de documentos de
interés para cada asunto en concreto (pruebas documentales), como de solicitud
de informes elaborados por peritos (pruebas periciales).

Acudí, en varias ocasiones, a los juzgados ( de instrucción y de lo penal,


dependiendo cada caso. Y, en una ocasión, a una audiencia previa en un juzgado
de primera instancia) para conocer los diferentes modos de resolver los conflictos
en esta materia penal (salvo un juicio rápido por alcoholemia, siempre fueron
casos anteriores a mi inicio de las prácticas, uno fue incluso del año 2005).

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5) Experiencia resultante de las prácticas:

La decisión de coger el Practicum presencial de penal me llevó bastantes


semanas, de hecho tuve que solicitar ampliación de matrícula porque se me pasó
el plazo. Tenía claro que fuera de penal, siempre me he decantado por esta
materia a lo largo de toda la carrera (incluyendo las asignaturas optativas como
Introducción a la Criminología), pero no sabía si iba a disponer del tiempo
suficiente para poder realizarlo.

Al final, de forma muy acertada, comencé a hacer el Practicum en el


despacho Huerta abogados donde me pusieron muchas facilidades desde el
principio, teniendo un horario bastante flexible y pudiendo contactar con mi tutor
siempre que lo necesitaba.

Durante todo el tiempo que duraron las prácticas, mi tutor siempre contó
conmigo para todo, me explicó gran cantidad de asuntos que se veían en su
despacho y de la manera en que planteaba cada uno de ellos.

Acudí, en alguna ocasión, a los juzgados acompañando a mi tutor, para


poder observar cuál es el modo de proceder de los abogados en los mismos.
También tuve la oportunidad de asistir a reuniones entre mi tutor y las partes
contrarias previas a las vistas, en éstas, se barajan posibles acuerdos, se
confrontan posturas,… en general, siempre había buena sintonía en estas
conversaciones.

Una vez ante el juez, fui testigo de cómo se desarrolla el proceso penal, los
formalismos que utilizan las partes, tanto la acusación y defensa como el
Ministerio Fiscal.

Pude comprobar el modo de funcionamiento del despacho. Como, al llegar


los asuntos al mismo, se dividen en los distintos órdenes (civil, contencioso-
administrativo y penal, principalmente).

Mi tutor, uno de los socios del despacho, se encarga del grueso del trabajo
concerniente al orden penal. Aunque, como pude comprobar en repetidas

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ocasiones, se suelen celebrar reuniones informales entre miembros del despacho
al objeto de dilucidar dudas y modos de actuar en relación a todos los casos.

Mi tutor reparte su trabajo entre los juzgados, por las mañanas; el


despacho, por las tardes (donde se dedica al estudio pormenorizado de cada
caso, analizando la normativa a aplicar, la jurisprudencia existente al respecto, las
pruebas a aportar,…); y, de manera ocasional, las visitas a la cárcel cuando un
cliente suyo está en prisión, a las dependencias policiales cuando le avisa un
cliente de que necesita asistencia jurídica porque acaba de ser detenido.

En lo relativo al tutor asignado en la UNED de Cantabria para el


seguimiento del Practicum, Don Emilio Laborda Valle, cabe destacar, ante todo, su
disponibilidad en todo momento para la resolución de cualquier duda o aclaración
pertinente (tanto en las tutorías presenciales como a través de e-mails). De la
misma forma, el señor Laborda, tuvo la amabilidad de enviarme toda la
documentación que yo precisaba para la elaboración del tema escogido para la
realización del análisis jurisprudencial exigido en la segunda parte de la memoria
del Practicum.

Para acabar me gustaría señalar brevemente las sensaciones que he


experimentado durante la realización del Practicum.

Durante años mi relación con el derecho ha estado basada en la


acumulación de los diferentes conocimientos teóricos hasta que finalmente, a
través del Practicum, me ha llegado la oportunidad de conocer desde dentro cómo
se desarrolla el día a día de un letrado. Sólo puedo valorar esta experiencia de
manera positiva pues de otra forma no habría conocido las sensaciones que se
experimentan a la hora de conocer un asunto hablando con el cliente, mientras se
prepara un caso, cuando se negocia con otros letrados o, por encima de todo,
cuando se accede a una sala de vistas y se hace frente a su Señoría, y al resto
de protagonistas del mecanismo judicial.

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PARTE ESPECÍFICA:

Haciendo una selección de los asuntos que se vieron, o se estaban


viendo, mientras estuve realizando las prácticas, pasaré, a continuación, a
hacer un relato más pormenorizado de los mismos:

 PRIMER ASUNTO:
Cuando comencé las prácticas, en el despacho ya se habían hecho cargo de
un asunto donde se mezclaba un supuesto caso de muerte violenta, con un
supuesto delito contra la salud pública.
Los hechos se produjeron en septiembre del año 2011, S.P.R, de 34 años, y
con antecedentes penales, disparó con una escopeta a M.G.G, de 23 años,
también con antecedentes penales, con resultado mortal.
S.P.R fue detenido a las pocas horas por la Guardia Civil. Desde allí se puso
en contacto con este despacho para que se encargara de su defensa, despacho
que conocía debido a que un amigo del detenido había sido defendido con
anterioridad por dicho despacho.
Lo primero que hizo mi tutor-abogado fue personarse allí y hablar con el
detenido para que le narrara lo acontecido aquella noche. A continuación, después
de transmitirle lo difícil de la situación en la que se encontraba, se puso en
contacto con el padre, con el que estuvo hablando de la situación y de las
posibilidades que tenían de hacer frente a la responsabilidad civil derivada de los
hechos.
También habló con el hermano del detenido, puesto que en un primer
momento se le incriminó en los hechos.
Lo que el acusado cuenta a mi tutor-abogado es el siguiente relato:
Que hace un año, más o menos, en la nave de su propiedad que está al lado
de su vivienda, fue víctima de un robo.
Que en esa nave reconoce dedicarse a la plantación de marihuana (actividad
ilegal), en concreto 100 plantas, y que es la época de la recogida del “cogollo” de
la marihuana.

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Que sospechando que podían intentar robarle la recolecta, se encontraba en la
nave, pensando que si veían que había actividad en la nave desistirían en el
intento. Con lo cual, se dispuso a realizar diversas tareas relacionadas con la
plantación de marihuana.
Que en dicha nave tenía una escopeta y diversa munición (munición de caza
mayor, munición de caza menor e, incuso, cartuchos de sal).
Que a eso de las once de la noche, escuchó ruidos y voces en el exterior,
entonces cogió la escopeta y la cargó con la munición de caza menor (dejando
constancia que si hizo eso fue por que no tenía intención de matar sino de
ahuyentar a los posibles ladrones. Porque si hubiera querido, hubiera puesto una
munición distinta para ello).
Que vió que la puerta de la nave se abría y que él se escondió en un hueco de
la nave y, desde allí, disparó hacia el exterior, a unos 20 metros de distancia.
Que no ve a quién dispara, y que si acierta es porque las personas que están
intentando entrar en la nave llevan una linterna, y que él dispara a la luz.
Tras realizar los disparos, deja todo y se va corriendo del lugar, sin ver si ha
herido a alguien ni a nada. Pensando, además, que no habría dado a nadie por la
dificultad desde donde disparó y por la distancia a la que lo hizo.
Además, es una casa sin luz, era de noche y, aunque había luna llena, llovía
bastante, con lo que era difícil ver nada.
Por último añade que su hermano no estuvo en el momento de los hechos, que
se encontraba solo en la nave.
Una vez asumida la defensa de ambos, se personaron en el Juzgado de
Instrucción de Torrelavega, donde se determinó la prisión preventiva sin fianza
para S.P.R, ya que el Juez califica, al igual que el Ministerio Fiscal, los hechos
como asesinato consumado por un lado (consideran la agravante de alevosía al
estar el fallecido emboscado, no tuvo posibilidad de defenderse ni de salvar su
vida) y tentativa de asesinato del artículo 139 del Código penal (por los disparos
que efectuó sobre el otro chico que acompañaba al fallecido, que consiguió huir).
El hermano quedó en libertad sin cargos.
La defensa no discutió en ningún momento la decisión judicial de ingreso en

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prisión, ni en ese momento ni en la actualidad, debido a la gran alarma social que
hubo.
Siendo consciente que en las muertes violentas es muy complicado evitar la
prisión, y esperará hasta que se cumplan, más o menos, 7 u 8 meses de los
hechos para solicitar fianza, alegando arraigo, ya que el acusado es padre de dos
hijos pequeños.
La defensa ha solicitado tres pruebas: la primera es la de balística, para
determinar si había restos en el hueco desde donde dice el acusado que disparó
(demostrando la dificultad para acertar con el disparo), la distancia del disparo y el
tipo de munición (para demostrar que es una munición que, salvo alcanzando una
vena, es difícil de resultar mortal).
La segunda es el testimonio de un vecino que dice haber escuchado sólo dos
disparos (la acusación dice que hubo más) y confirmando que es una casa sin luz
y que en ese momento, además de llover, había oscuridad total.
La tercera es una prueba de biología forense, haciendo un análisis clínico de
algunos cabellos del acusado para determinar si era consumidor habitual de
drogas y poder solicitar así una eximente por ello. El juez desestimo dicha prueba
ya que el perito declaró la inutilidad de la misma en una persona con el pelo tan
corto.
La acusación no ha solicitado ningún tipo de prueba, al menos de momento.
Pero incrimina al hermano como cooperador necesario (artículo 28 Código penal),
ya que le acusa de encontrarse en la nave, en el momento que ocurrieron los
hechos, y de encender un foco de luz en el instante que se abrió la puerta de la
nave para que su hermano pudiera ver a quién disparaba y realizar unos disparos
más certeros.
Además, al acusado se le acusa también de ser autor material de otro delito de
asesinato del artículo 139 del código penal en grado de tentativa por los disparos
que hirieron, a M.C.P en la espalda, el cual salió corriendo del lugar de los hechos.
El Ministerio Fiscal tampoco ha solicitado ninguna prueba, al no considerarlo
necesario por la confesión de culpabilidad realizada por el acusado (él reconoce
ser el autor material de los disparos, aunque continúa diciendo que no llegó a ver

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a la víctima ni al otro herido).
En este punto, mi tutor hizo hincapié en el tipo de pruebas que se pueden
solicitar y la importancia de las mismas, ya que es un tema de especial relevancia
a la hora de afrontar un caso, resumiéndolo de la siguiente manera:
La prueba pericial es la que surge del dictamen de los peritos, que son
personas llamadas a informar ante el juez o tribunal, por razón de sus
conocimientos especiales y siempre que sea necesario tal dictamen científico,
técnico o práctico sobre hechos litigiosos.

Procede cuando para conocer o apreciar algún hecho de influencia en el pleito,


sean necesarios o convenientes conocimientos científicos, artísticos o prácticos.

La parte a quien interesa este medio de pruebas propondrá con claridad y


precisión el objeto sobre el cual deba recaer el reconocimiento pericial, y si ha de
ser realizado por uno o tres de los peritos. El Juez ya que se trata de asesorarle,
resuelve sobre la necesidad, o no, de esta prueba.

Los peritos tienen que ser nombrados por el Juez o Tribunal, con conocimiento
de las partes, a fin de que puedan ser recusados o tachados por causas anteriores
o posteriores al nombramiento.

Son causas de tacha a los peritos el parentesco próximo, haber informado


anteriormente en contra del recusante el vínculo profesional o de intereses con la
otra parte, el interés en el juicio, la enemistad o la amistad manifiesta.

Las partes y sus defensores pueden concurrir al acto de reconocimiento


pericial y dirigir a los peritos las observaciones que estimen oportunas. Deben los
peritos, cuando sean tres, practicar conjuntamente la diligencia y luego
conferenciar a solas entre sí. Concretan su dictamen según la importancia del
caso, en forma de declaración; y en el segundo, por informe, que necesita
ratificación jurada ante el Juez. El informe verbal es más frecuente y quedará
constancia del mismo en el acta.

Los peritos realizarán el estudio acucioso, riguroso del problema encomendado


para producir una explicación consistente. Esa actividad cognoscitiva será

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condensada en un documento que refleje las secuencias fundamentales del
estudio efectuado, los métodos y medios importantes empleados, una exposición
razonada y coherente, las conclusiones, fecha y firma.

A ese documento se le conoce generalmente con el nombre de Dictamen


Pericial o Informe Pericial.

Si los peritos no concuerdan deberá nombrarse un tercero para dirimir la


discordia, quién puede disentir de sus colegas.

Todo dictamen pericial debe contener:

a) la descripción de la persona, objeto o cosa materia de examen o estudio, así


como, el estado y forma en que se encontraba.

b) La relación detallada de todas las operaciones practicadas el la pericia y su


resultado.

c) Los medios científicos o técnicos de que se han valido para emitir su dictamen.

d) Las conclusiones a las que llegan los peritos.

No es usual que se repita el examen o estudio de lo ya peritado, sin


embargo se puede pedir que los Colegios Profesiones, academias, institutos o
centros oficiales se pronuncien al respecto e informen por escrito para agregarse
al expediente y después oportunamente sea valorado.

La prueba pericial tiene que ser apreciado y valorado con un criterio de


conciencia, según las reglas de la sana crítica. Los Jueces y tribunales no están
obligados a sujetarse al dictamen de los peritos. Es por esto que se dice "El juez
es perito de peritos".

El juez verá la coordinación lógica y científica; la suficiencia de sus motivos


y sus razones, y de ahí la importancia de la motivación de la misma, pues si falta,
podrá rechazarse la pericia u ordenarse su aclaración.

Aunque parezca formalmente perfecta y bien motivada, el juez, por no estar

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convencido, podrá refutarla, pero no significa que puede imponer su arbitrariedad
o su capricho, no podrá rechazarla simplemente.

Tendrá que argumentar a su vez tener en cuenta el resto de la prueba


obtenida, expondrá las razones por las cuales no concuerda con la pericia y la
corrección o incorrección de sus argumentos serán a su vez valorados, como los
de pericia, por el superior jurisdiccional.

El objeto de la prueba pericial es el estudio, examen y aplicación de un


hecho, de un objeto, de un comportamiento, de una circunstancia o de un
fenómeno. Es objeto de la prueba pericial establecer la causa de los hechos y los
efectos del mismo, la forma y circunstancia como se cometió el hecho delictuoso.

Las garantías de la prueba pericial deben ser las siguientes:

1.- Número.- La ley ordena que se nombren dos peritos, a fin de que sean dos
pareceres y puedan aportar mayores conocimientos en el examen a practicar.

2.- Competencia.- La Ley pide que se nombren profesionales y especialistas; sólo


si no lo hubiere, el Juez designará a persona a personas de reconocida
"honorabilidad y competencia en la materia".

3.- La Imparcialidad.- Se asegura mediante el juramento prestado en el momento


de entregar la pericia.

4.- Garantías de la Instrucción.- Como en toda diligencia judicial, la designación


de peritos debe ser comunicada a quienes intervienen en el proceso.

5.- Nombramiento.- Como norma general, el nombramiento de peritos


corresponde al juez de la causa y lo hará mediante auto.

Clases de exámenes periciales:

1.- Balística Forense.- sus objetivos son:

* Practicar exámenes de las armas de fuego que le sean remitidas o recogidas en

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la escena del delito, para determinar sus características, su estado de
conservación y funcionamiento, y si han sido o no disparadas recientemente.

* Realizar las inspecciones Técnico Balísticas en el lugar de los hechos.

* Realizar la prueba de la parafina, para determinar o detectar restos de pólvora,


en sospechosos, víctima y vestimentas de los mismos.

* Practicar estudios comparativos de proyectiles y casquillos, para identificar las


armas de fuego.

* Realizar exámenes de las heridas en las víctimas por armas de fuego, para
determinar orificios de entrada y salida.

* Realizar exámenes de marcas de fábrica, numeraciones otros grabados que


existen en las armas de fuego.

* Realizar exámenes de sustancias explosivas, sujetas a investigación.

* Efectuar la recolección de toda clase de muestra de armas de fuego, cartuchos,


proyectiles, casquillos y artefactos explosivos.

2.- Biología Forense.- tienen los siguientes objetivos:

* Practicar exámenes ectoscópicos en personas cadáveres, para determinar


características y posibles causas de las lesiones que presentan.

* Practicar exámenes clínicas forenses en personas embriagadas, drogadas.

* Practicar la re-estructuración de las pupilas dérmicas del cadáver no identificado.

* Practicar análisis de manchas de sangre y semen, para determinar su


naturaleza, características.

3.- Pericias Contables.- Aquí se trata de la actividad que necesariamente tiene


que desempeñar un contador Público, para formular balances, cuentas, planillas,
etc.

4.- Dactiloscópicas.- Tienen los siguientes objetivos:

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* Identificar dactiloscópicamente a las personas que incurren en delitos, a los que
solicitan certificados en antecedentes policiales.

5.- Físico química.- tienen los siguientes objetivos:

* Realizar estudios de fracturas y naturaleza de vidrios y cristales.

* Realizar exámenes de marcas, números de serie y otras señales, en objetos y


materiales sometidos a peritaje.

* Realizar estudios microscópicos, mediante las diferentes técnicas.

* Practicar exámenes de cortes y roturas en vestimentas y otros materiales, etc.,


etc.

6.- Fotografía Forense.- sus objetivos son:

* Fotografiar a las personas naturales con fines de identificación, así como a los
indicios y evidencia que sirvan en el descubrimiento de los hechos delictuosos.

* Procesar las tomas fotográficas con fines de identificación.

* Fotografiar la reconstrucción del hecho, en la escena del delito. Etc. etc.

7.- La Odontología Forense.- sus objetivos son:

* Identificar a las personas, mediante examen buco palatino, y del macizo cráneo
facial.

* Confeccionar los odontogramas a todas aquellas personas que por razón de


viaje, trabajo, uso de armas de fuego y residencia de extranjeros en el país deban
figurar en el archivo de odontogramas.

* Confeccionar los odontogramas a los cadáveres sujetos a investigación policial.


etc.

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8.- Pericias Toxicológicas.- Toda muerte sospechosa de criminalidad exige
autopsia.

A veces junto al cadáver junto al cadáver se encuentra un frasco con


sustancias sospechosas. El frasco debe ser remitido al laboratorio, pues puede
contener veneno y ser ésta la causa de la muerte.

9.- Psiquiátricas.- La pericia psiquiátrica reviste suma importancia. Los peritos


deben opinar acerca del estado mental del procesado y de su antigüedad,
establecer si los trastornos, taras o anomalías han suprimido o solamente
disminuido la conciencia del acto y por consiguiente su responsabilidad.
Apreciando el mérito de esta opinión técnica, al juzgador corresponde resolver si
es o no imputable. Si el Juez tuviere duda sobre el estado mental, es necesario el
examen psiquiátrico; si no hubiere tal examen, la sentencia es nula.

El dictamen pericial es un documento que comprende tres partes:

a.- Descripción de la persona o cosa, objeto del examen, indicando su estado en


el momento de realizar el examen.

b.- Relación de las operaciones practicadas, indicando el método científico


empleando así como los resultados.

c.- Conclusión a que han llegado en vista del examen pericial y como resultado de
haber aplicado los principios científicos indicados.

Emitido el dictamen, los peritos se presentarán al juzgado para entregarlo


personalmente y ante el juez realizar la última etapa de la pericia; la diligencia de
entrega y ratificación.

El Juzgado señalara día y hora para la entrega y ratificación del dictamen


pericial, que es una diligencia importante, puesto que no puede expedirse
sentencia sin que esté ratificado el dictamen presentado por los peritos del
juzgado.

La notificación permitirá al inculpado y a la parte civil asistir acompañados

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del perito designado por ellos y llevar preparado el interrogatorio para las
preguntas y aclaraciones que absuelvan los peritos. El examen que practique el
juez es obligatorio y personal.

La segunda parte consiste en las preguntas y aclaraciones que se soliciten


a los peritos, que deberán absolver obligatoriamente.

La tercera parte es el debate contradictorio del artículo 167 del Código


Procesal Penal.

El procesado y la parte civil tienen derecho a designar a un técnico para


que, participe en el proceso, asesorándolo en las diligencias que sea necesario,
ejemplo: Inspección ocular, y entrega y ratificación del peritaje. Lo ayudará a
formular las preguntas que convengan a la defensa (artículo 165 Código Procesal
Penal).

La prueba pericial en el nuevo Código Procesal Penal se encuentra en los


artículos 215 al 229.

Actualmente, el caso continúa en el Juzgado de instrucción de Torrelavega


(Cantabria), debido a que la fase de instrucción aún no ha concluido (la autopsia
ha tardado mucho en realizarse, siendo el dictamen de los forenses contundente,
la víctima murió desangrado y que las heridas fueron de carácter mortal)
esperando a que el Juez dicte el auto de transformación para enviarlo a la
Audiencia Provincial.

Las expectativas de la defensa, antes de que concluya la fase de


instrucción, es conseguir que, tanto el juez como el Ministerio Fiscal, encargados
del caso lleguen a calificar, tras examinar las pruebas obtenidas, el asunto como
un delito de homicidio imprudente consumado y también un delito de lesiones
consumado y poder solicitar así que su defendido sea juzgado por un jurado
popular. Esta defensa cree que un jurado popular tendría muy en cuenta que las
víctimas entraron en una finca privada (al margen de las actividades ilícitas que
realizaba en sus propiedades el acusado, puesto que éso no se juzga en estos
momentos), y que el acusado se defendió para que no le robaran, sin ánimo de

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matar a nadie (ya que utilizó una munición más bien para disuadir).

Todo ello debido a que si continúa sosteniendo su señoría que son dos
delitos de asesinato, uno consumado y otro en grado de tentativa no podría
juzgarlo ese jurado popular ya que este jurado no se encarga de casos que no
sean consumados, dentro de una serie de delitos tasados recogidos en la Ley
Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado. Dicha ley establece que:

El Tribunal del Jurado, como institución para la participación de los


ciudadanos en la Administración de Justicia, tendrá competencia para el
enjuiciamiento de los delitos atribuidos a su conocimiento y fallo por ésta u otra
Ley respecto de los contenidos en las siguientes rúbricas:

1.Delitos contra las personas.

2.Delitos cometidos por los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos.

3.Delitos contra el honor.

4.Delitos contra la libertad y la seguridad.

5.Delitos de incendios.

Dentro del ámbito de enjuiciamiento previsto en el apartado anterior, el Tribunal


del Jurado será competente para el conocimiento y fallo de las causas por los
delitos tipificados en los siguientes preceptos del Código Penal:

• Del homicidio (artículos 138 a 140).

• De las amenazas (artículo 169.1).

• De la omisión del deber de socorro (artículos 195 y 196).

• Del allanamiento de morada (artículos 202 y 204).

• De los incendios forestales (artículos 352 a 354).

• De la infidelidad en la custodia de documentos (artículos 413 a 415).

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• Del cohecho (artículos 419 a 426).

• Del tráfico de influencias (artículos 428 a 430).

• De la malversación de caudales públicos (artículos 432 a 434).

• De los fraudes y exacciones ilegales (artículos 436 a 438).

• De las negociaciones prohibidas a funcionarios públicos (artículos 439 y 440).

• De la infidelidad en la custodia de los presos (artículo 471).

El juicio del Jurado se celebrará sólo en el ámbito de la Audiencia Provincial


y, en su caso, de los Tribunales que correspondan por razón del aforamiento del
acusado. En todo caso quedan excluidos de la competencia del Jurado, los delitos
cuyo enjuiciamiento venga atribuido a la Audiencia Nacional.

Composición del Tribunal del Jurado:

El Tribunal del Jurado se compone de nueve jurados y un Magistrado


integrante de la Audiencia Provincial, que lo presidirá.

Si, por razón del aforamiento del acusado, el juicio del Jurado debe
celebrarse en el ámbito del Tribunal Supremo o de un Tribunal Superior de
Justicia, el Magistrado-Presidente del Tribunal del Jurado será un Magistrado de la
sala de lo Penal del Tribunal Supremo o de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal
Superior de Justicia, respectivamente.

Al juicio del Jurado asistirán, además, dos jurados suplentes, a los que les
será aplicable lo previsto en los artículos 6 y 7.

Función de los jurados:

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1. Los jurados emitirán veredicto declarando probado o no probado el hecho
justiciable que el Magistrado-Presidente haya determinado como tal, así como
aquellos otros hechos que decidan incluir en su veredicto y no impliquen variación
sustancial de aquél.

2. También proclamarán la culpabilidad o inculpabilidad de cada acusado por su


participación en el hecho o hechos delictivos respecto de los cuales el Magistrado-
Presidente hubiese admitido acusación.

3. Los jurados en el ejercicio de sus funciones actuarán con arreglo a los principios
de independencia, responsabilidad y sumisión a la Ley, a los que se refiere el
artículo 117 de la Constitución para los miembros del Poder Judicial.

4. Los jurados que en el ejercicio de su función se consideren inquietados o


perturbados en su independencia, en los términos del artículo 14 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, podrán dirigirse al Magistrado-Presidente para que
les ampare en el desempeño de su cargo.

Función del Magistrado-Presidente:

El Magistrado-Presidente, además de otras funciones que le atribuye la


presente Ley, dictará sentencia en la que recogerá el veredicto del Jurado e
impondrá, en su caso, la pena y medida de seguridad que corresponda.

También resolverá, en su caso, sobre la responsabilidad civil del penado o


terceros respecto de los cuales se hubiera efectuado reclamación.

Determinación de la competencia del Tribunal del Jurado:

1. La determinación de la competencia del Tribunal del Jurado se hará atendiendo


al presunto hecho delictivo, cualquiera que sea la participación o el grado de
ejecución atribuido al acusado. No obstante, en el supuesto del artículo 1.1.a) sólo
será competente si el delito fuese consumado.

2. La competencia del Tribunal del Jurado se extenderá al enjuiciamiento de los

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delitos conexos, siempre que la conexión tenga su origen en alguno de los
siguientes supuestos:

a.Que dos o más personas reunidas cometan simultáneamente los distintos


delitos;

b.Que dos o más personas cometan más de un delito en distintos lugares o


tiempos, si hubiere precedido concierto para ello;

c. Que alguno de los delitos se haya cometido para perpetrar otros, facilitar su
ejecución o procurar su impunidad.

No obstante lo anterior, y sin perjuicio de lo previsto en el artículo 1 de la


presente Ley, en ningún caso podrá enjuiciarse por conexión el delito de
prevaricación, así como aquellos delitos conexos cuyo enjuiciamiento pueda
efectuarse por separado sin que se rompa la continencia de la causa.

3. Cuando un solo hecho pueda constituir dos o más delitos será competente el
Tribunal del Jurado para su enjuiciamiento si alguno de ellos fuera de los
atribuidos a su conocimiento.

Asimismo, cuando diversas acciones y omisiones constituyan un delito


continuado será competente el Tribunal del Jurado si éste fuere de los atribuidos a
su conocimiento.

4. La competencia territorial del Tribunal del Jurado se ajustará a las normas


generales.

 SEGUNDO ASUNTO:

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Una tarde llegó al despacho un chico de dieciocho años, acompañado de su
novia, de la misma edad, para solicitar los servicios de mi tutor-abogado ya que
había sido víctima de una agresión.

El chico nos contó que paseando por la calle con su novia, un grupo de cinco
chicos insultó a su novia llamándola en varias ocasiones “puta” y diciéndole uno
de ellos “por qué no me la chupas”.

Ante tales agravios, el chico se encaró, recriminándoles su actitud, momento


en el cual se abalanzaron todos sobre él y le propinaron una paliza.

Mientras, la chica consiguió llamar a la policía que, unas calles más abajo,
consiguió detener a los agresores, procediendo a su identificación. Resultando ser
cuatro de ellos menores de edad (entre dieciséis y diecisiete años) y el otro mayor
de edad (dieciocho años).

Lo curioso del caso es que se han tenido que tramitar dos procedimientos
distintos por los mismos hechos debido a la presencia de un mayor de edad y de
menores de edad en el mismo acto.

El juzgado de instrucción de Santander lleva el asunto del mayor de edad,


solicitando al mismo tiempo la responsabilidad civil. En este juzgado el asunto está
casi terminado, ya que incluso la víctima ya ha sido examinada por el médico
forense.

Fiscalía de Menores de Santander se encarga de los cuatro menores, donde


se lleva todo de una manera mucho más lenta puesto que todavía se está en la
primera parte del proceso, que todavía ni siquiera ha calificado los hechos.

En abril se citó a la víctima para proceder a la ratificación de la identificación de


los menores autores de la agresión. Los denunciantes dejaron constancia en su
declaración que participaron todos en la agresión (es decir, que no hubo ninguno
que empezara ni que le agrediera más) y que, efectivamente, fueron los cinco
chicos identificados por la policía.

La acusación incoa en el mismo procedimiento la responsabilidad civil,

21
solicitando que se cite a los tutores de los menores de edad como responsables
civiles.

Además acusa a dichos menores de un delito de lesiones recogido en el


artículo 147 del código penal, por la agresión cometida a su defendido, y una falta
de vejaciones del artículo 620.2 del código penal, por los insultos que le
propinaron a la novia.

Una cosa en la que mi tutor-abogado pone mucho énfasis es en el hecho de la


participación conjunta en la agresión, ya que de esa manera la responsabilidad
civil se convertiría en solidaria si uno de los acusados no la pagara o se declarara
insolvente.

Una vez hecha la declaración en Fiscalía de Menores (donde no pude entrar


debido a la protección especial que tienen los acusados por su minoría de edad),
el asunto queda a la espera del pronunciamiento del titular de Fiscalía.

 TERCER ASUNTO:

El siguiente caso en el que participé fue la solicitud de responsabilidad civil


derivada de un delito contra la seguridad vial.

Asistí a una Audiencia Previa en el juzgado de Medio Cudeyo (Cantabria),


donde comprobé que, aún siendo cuestiones civiles, es un trabajo habitual de los
abogados penalistas pues son cuestiones derivadas de una responsabilidad penal.

La Audiencia Previa es una fase del procedimiento del Juicio Ordinario que
tiene lugar una vez se han presentado los escritos de demanda y contestación. Es
una fase oral, por tanto no hay formulario que seguir. En ella lo que se hace es
proponer las excepciones que se puedan plantear en el procedimiento y las
pruebas que se han de practicar en el acto del juicio oral (o antes, si no es
posible). La Ley de Enjuiciamiento Criminal tiene todo un capítulo dedicado a la
Audiencia Previa, con una descripción muy exhaustiva (artículos 414 a 430 LEC).

La finalidad de esta Audiencia es intentar un acuerdo o transacción de las


partes que ponga fin al proceso, examinar las cuestiones procesales que pudieran

22
obstar a la prosecución de éste y a su terminación mediante sentencia sobre su
objeto, fijar con precisión dicho objeto y los extremos, de hecho o de derecho,
sobre los que exista controversia entre las partes y, en su caso, proponer y admitir
la prueba.
La comisión de un delito por parte de un sujeto culpable determina la
responsabilidad penal y por ello la sujeción del trasgresor a las consecuencias que
son indicadas por el orden jurídico que es la pena. Pero es de notarse que
además de la pena pueden surgir otras consecuencias de la comisión de un delito
o con ocasión del mismo, como son las consecuencias civiles que derivan del
hecho catalogado como delito.

El hecho que la ley describe como delictivo, además de producir un daño


social, puede además ocasionar un daño privado o la lesión de intereses
individuales que son susceptibles de ser reparados o indemnizados, lo que hace
surgir la responsabilidad civil o la obligación de reparar el daño causado. Toda
persona responsable criminalmente de algún delito o falta, lo es también
civilmente.

La responsabilidad civil nacida de la penal no cesa porque se extingan esta o


la pena, sino que dura como las demás obligaciones civiles con sujeción a las
reglas del derecho civil.

Sin embargo, el perdón de la parte ofendida respecto a la acción penal,


produce la renuncia de la acción civil si no se ha hecho reserva expresa.

La acción civil se ejercerá después que la sentencia penal quede firme; sin
perjuicio del derecho de la víctima de demandar ante la jurisdicción civil.

Toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es también


civilmente si del hecho se derivaren daños o perjuicios. Si son dos o más los
responsables de un delito o falta los Jueces o Tribunales señalarán la cuota de
que deba responder cada uno.

23
Los autores y los cómplices, cada uno dentro de su respectiva clase, serán
responsables solidariamente entre sí por sus cuotas, y subsidiariamente por las
correspondientes a los demás responsables.

La responsabilidad subsidiaria se hará efectiva: primero, en los bienes de los


autores, y después, en los de los cómplices.

Tanto en los casos en que se haga efectiva la responsabilidad solidaria como


la subsidiaria, quedará a salvo la repetición del que hubiere pagado contra los
demás por las cuotas correspondientes a cada uno.

La responsabilidad penal de una persona jurídica llevará consigo su


responsabilidad civil en los términos establecidos en el artículo 110 de este Código
de forma solidaria con las personas físicas que fueren condenadas por los mismos
hechos.

Los aseguradores que hubieren asumido el riesgo de las responsabilidades


pecuniarias derivadas del uso o explotación de cualquier bien, empresa, industria
o actividad, cuando, como consecuencia de un hecho previsto en este Código, se
produzca el evento que determine el riesgo asegurado, serán responsables civiles
directos hasta el límite de la indemnización legalmente establecida o
convencionalmente pactada, sin perjuicio del derecho de repetición contra quien
corresponda.

Pero, tras esta introducción teórica acerca de estas dos cuestiones tan
relevantes para tener claras las pautas a seguir en este asunto, comenzaremos
por el asunto penal que llegó al despacho, y que posteriormente se convirtió en la
solicitud de responsabilidad civil.

En el año 2008, acudió al despacho el hijo de una señora atropellada en


Solares (Medio Cudeyo, Cantabria) que falleció como consecuencia de dicho
atropello.

24
La fallecida, de 50 años de edad, se encontraba, a altas horas de la
madrugada en medio de una carretera (una recta de, aproximadamente 10 metros
de ancho) tras ser arrollada por un vehículo que conducía un joven de 25 años.

El hijo de la difunta reconoció que su madre tenía un grave problema de


alcoholismo, por lo que no echaba del todo la culpa al conductor.

El asunto principal era que, a pesar de estar borracha en mitad de la carretera,


el conductor dio positivo en la prueba de alcohol a la que le sometió la Guardia
Civil. En concreto, 0,60 mg/l en aire espirado, lo cual suponía una tasa bastante
elevada.

La acusación (mi tutor-abogado) solicitó una falta de homicidio por


imprudencia leve, que se encuentra regulado en el artículo 621.2 del Código
Penal: "Los que por imprudencia leve causaren la muerte de otra persona, serán
castigados con la pena de multa de uno a dos meses". Además, consideró al
conductor autor de un delito contra la seguridad vial del nuevo artículo 379.2
del código penal (reformado mediante LO 15/2007) donde se contempla que
será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o a la de multa de seis
a doce meses y trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a noventa
días, y, en cualquier caso, a la de privación del derecho a conducir vehículos a
motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta cuatro años, el que
condujere un vehículo de motor o ciclomotor bajo la influencia de drogas tóxicas,
estupefacientes, sustancias psicotrópicas o de bebidas alcohólicas. En todo caso
será condenado con dichas penas el que condujere con una tasa de alcohol en
aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en
sangre superior a 1,2 gramos por litro.”

En la nueva redacción del artículo 379 se determina un “umbral etílico”, a partir


del cual, siempre y en todo caso, se comete el delito de conducción bajo la
influencia de bebidas alcohólicas. Con esta objetivación de las tasas de
alcoholemia se quieren erradicar los pronunciamientos judiciales en que se
decretaba la absolución de algunos conductores que, habiendo ingerido elevadas

25
cantidades de alcohol, no se había acreditado en el juicio oral que lo hicieran con
sus facultades psicofísicas mermadas (influenciados) y, por tanto, que lesionaran
el bien jurídico seguridad en el tráfico.

La conducta típica sigue siendo conducir bajo la influencia del alcohol. Pero se
introduce una presunción iuris et de iure: conducir con una tasa de alcohol
superior a 0,60 mg/l en aire espirado o a 1,20 g/l de alcohol en sangre, supone en
todo caso conducir bajo la influencia del alcohol y la comisión del delito. Esta es la
principal novedad de la reforma de este delito. Existen dos formas de aplicar ahora
este delito: una cuando se superan las tasas de alcohol reseñadas, en cuyo caso
existirá delito en todo caso y otra, en el resto de los casos, en que se seguirá
exigiendo la prueba de la ingesta de alcohol y de la efectiva y real influencia en la
conducción.

Y, en el caso que nos ocupa, mi tutor-abogado quiso probar que el conductor


que atropelló a la madre de su defendido vió mermadas sus capacidades de
conducción al conducir bajo la influencia del alcohol al conducir con una tasa de
0,60 mg/l en aire espirado.

Por ello solicitó un informe pericial para determinar el alcance de los faros de
su vehículo y la velocidad a la que conducía. Determinar la inexistencia de huellas
de frenada para confirmar que el tiempo de reacción se vió influenciado por
conducir bajo los efectos del alcohol. Ya que la carretera era una recta de unos 10
metros de ancho, la acusación considera, apoyándose en el informe, que si el
conductor hubiera estado en perfectas condiciones habría esquivado a la señora
por tener tanto margen de maniobra debido a la anchura de la carretera.

También se solicitó la declaración del conductor que dijo no ver a la víctima en


la carretera hasta que ya la tuvo encima y que solamente bebió dos copas,
encontrándose, a su modo de ver, en perfectas condiciones.

26
La parte contraria aportó un testigo que afirmó que la fallecida ya se
encontraba en la carretera cuando instantes antes él pasó con su vehículo.

Por último, la acusación se reservó las acciones para solicitar la


responsabilidad civil una vez hubiera sentencia firme en el juicio penal.

En dicho juicio, se llegó a un acuerdo para retirar los cargos del homicidio por
imprudencia leve del artículo 621.2 del código penal (el Ministerio Fiscal no
ejercitaba la acusación de homicidio por imprudencia leve porque veía culpable de
la muerte a la propia víctima). Finalmente, el conductor fue condenado por
conducir bajo los efectos del alcohol (artículo 379.2 del código penal).

Tras la sentencia penal firme, se hizo una conciliación previa para evitar los
gastos de las costas procesales y llegar a un acuerdo sin necesidad de ir a la vía
civil.

Pero la aseguradora del vehículo no quiso dicho acuerdo porque consideró


culpable al peatón.

La sentencia penal firme se dictó el 23 de octubre del año 2009, se notificó el


26 de noviembre del mismo año, y la solicitud de responsabilidad civil se realizó el
26 de octubre de 2009 contra la compañía aseguradora y contra el demandado.

Tanto el abogado del demandado como el de la compañía aseguradora ha


planteado excepciones de prescripción. Ya que alegan que la reserva de las
acciones se harán el día de la vista del juicio penal (que fue el 16 de octubre de
2009), con lo cual cabe plantear prescripción ya que la parte demandante realizó
la solicitud de responsabilidad civil el 26 de octubre de 2009 (excediéndose del
año).

La parte demandante (mi tutor-abogado) alegó en dicha Audiencia Previa que


no había prescripción en su solicitud en virtud del artículo 114 de la Ley
Enjuiciamiento Criminal y de los artículos 40 y 265 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil.

27
El artículo 114 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dice así: “Promovido juicio
criminal en averiguación de un delito o falta, no podrá seguirse pleito sobre el
mismo hecho; suspendiéndole, si le hubiese, en el estado en que se hallare, hasta
que recaiga sentencia firme en la causa criminal.

No será necesario para el ejercicio de la acción penal que haya precedido el de


la civil originada del mismo delito o falta.

Lo dispuesto en este artículo se entiende sin perjuicio de lo establecido en el


capítulo II, título I, de este libro, respecto a las cuestiones prejudiciales.”

El artículo 40 de la Ley de Enjuiciamiento Civil establece la prejudicialidad penal:

1. Cuando en un proceso civil se ponga de manifiesto un hecho que ofrezca


apariencia de delito o falta perseguible de oficio, el tribunal civil, mediante
providencia, lo pondrá en conocimiento del Ministerio Fiscal, por si hubiere lugar al
ejercicio de la acción penal.

2. En el caso a que se refiere el apartado anterior, no se ordenará la suspensión


de las actuaciones del proceso civil sino cuando concurran las siguientes
circunstancias:

Que se acredite la existencia de causa criminal en la que se estén investigando,


como hechos de apariencia delictiva, alguno o algunos de los que fundamenten
las pretensiones de las partes en el proceso civil.

Que la decisión del tribunal penal acerca del hecho por el que se procede en
causa criminal pueda tener influencia decisiva en la resolución sobre el asunto
civil.

La suspensión a que se refiere el apartado anterior se acordará, mediante


auto, una vez que el proceso esté pendiente sólo de sentencia.

Las suspensiones a que se refiere este artículo se alzarán por el Secretario


judicial cuando se acredite que el juicio criminal ha terminado o que se encuentra

28
paralizado por motivo que haya impedido su normal continuación.

Por último, el artículo 265 de la Ley de Enjuiciamiento Civil recoge qué


documentos y otros escritos y objetos son los relativos al fondo del asunto:

A toda demanda o contestación habrán de acompañarse:

 Los documentos en que las partes funden su derecho a la tutela judicial que
pretenden.
 Los medios e instrumentos a que se refiere el apartado 2 del artículo 299, si
en ellos se fundaran las pretensiones de tutela formuladas por las partes.
 Las certificaciones y notas sobre cualesquiera asientos registrales o sobre
el contenido de libros registro, actuaciones o expedientes de cualquier
clase.
 Los dictámenes periciales en que las partes apoyen sus pretensiones, sin
perjuicio de lo dispuesto en los artículos 337 y 339 de esta Ley. En el caso
de que alguna de las partes sea titular del derecho de asistencia jurídica
gratuita no tendrá que aportar con la demanda o con la contestación el
dictamen, sino simplemente anunciarlo de acuerdo con lo que prevé el
apartado 1 del artículo 339.
 Los informes, elaborados por profesionales de la investigación privada
legalmente habilitados, sobre hechos relevantes en que aquéllas apoyen
sus pretensiones. Sobre estos hechos, si no fueren reconocidos como
ciertos, se practicará prueba testifical.

Sólo cuando las partes, al presentar su demanda o contestación, no puedan


disponer de los documentos, medios e instrumentos a que se refieren los tres
primeros números del apartado anterior, podrán designar el archivo, protocolo o
lugar en que se encuentren, o el registro, libro registro, actuaciones o expediente
del que se pretenda obtener una certificación.

Si lo que pretenda aportarse al proceso se encontrara en archivo, protocolo,


expediente o registro del que se puedan pedir y obtener copias fehacientes, se

29
entenderá que el actor dispone de ello y deberá acompañarlo a la demanda, sin
que pueda limitarse a efectuar la designación a que se refiere el párrafo anterior.

No obstante lo dispuesto en los apartados anteriores, el actor podrá presentar


en la audiencia previa al juicio los documentos, medios, instrumentos, dictámenes
e informes, relativos al fondo del asunto, cuyo interés o relevancia sólo se ponga
de manifiesto a consecuencia de alegaciones efectuadas por el demandado en la
contestación a la demanda.

En los juicios verbales, el demandado aportará los documentos, medios,


instrumentos, dictámenes e informes a que se refiere el apartado 1 en el acto de la
vista.

Fijados los hechos controvertidos, se propone la prueba documental:

La parte demandante propone:

- El auto y la notificación de la sentencia penal.


- El requerimiento a la compañía aseguradora.
- La testifical de la Guardia Civil
- La testifical de un perito que determine la frenada para saber si afectó el
alcohol en la conducción.

La juez no considera pertinente la prueba testifical de la Guardia Civil (puesto


que su atestado ya se encuentra en el expediente). La prueba es rechazada.

La prueba testifical del perito judicial (ingeniero técnico industrial) se admite,


pero la juez solicita que se nombre de forma consensuada entre las partes.

Finalmente, se establece que sea el perito judicial habitual de dicho juzgado.

Como prueba documental se admite por parte de su señoría el auto y la


notificación de la sentencia penal.

La parte demandada incluye como prueba testifical la declaración del


demandado.

30
Se mantiene la documental privada.

De la prueba testifical se mantienen los mismos, es decir, el testigo que


aportaron en el juicio penal y la declaración de los Guardias Civiles.

La compañía aseguradora solicita como prueba documental la acompañada al


escrito de contestación a la demanda.

Y, como prueba testifical, las declaraciones de la Guardia Civil.

También, la prueba del perito que redactó el informe pericial. Prueba no


admitida por su señoría ya que considera que no procede (no ve objetividad en un
perito contratado por la parte demandada).

La parte actora solicita el 70% de la indemnización que, en principio,


correspondería a la víctima, asumiendo que la fallecida también tuvo parte de
culpa porque sus actos estaban bajo la influencia de las bebidas alcohólicas.

Se fija el juicio verbal para el 26 de junio de 2012.

 CUARTO ASUNTO:

Diligencias previas en el juzgado de Castro Urdiales sobre distintos


delitos en la localidad de Castro Urdiales (Cantabria), todos ellos en relación con
la actuación de los distintos gobiernos municipales de los últimos años, con
implicación tanto de personas con cargos públicos, (alcalde y concejales), como
funcionarios del ayuntamiento, como de promotores y constructores.

El expediente consta de más de 40.000 folios y ya tenemos una


peculiaridad en el tratamiento de los documentos ya que casi todos ellos están
digitalizados, facilitando a las partes copia digitalizada de las actuaciones, cosa
muy inusual, según mi tutor, todavía en los juzgados de Cantabria.

En este expediente, he acudido en alguna ocasión a distintas declaraciones


tanto de testigos como imputados, y las diligencias afectan a los clientes de mi

31
tutor por su participación, según el instructor de dicho expediente, en un delito de
prevaricación urbanística, estafa y falsificación de documentos públicos.

Otra de las peculiaridades de estas diligencias es que parte de ellas han


sido secretas, con autos autorizando escuchas telefónicas y entradas y registros
en domicilios, por lo que, en la fase de instrucción, se ha debido velar
escrupulosamente por los derechos constitucionales de los imputados.

Hay más de 40 imputados, con sus distintas representaciones y letrados,


tiene una gran antigüedad y la instrucción parece muy complicada, ya que la
obtención de pruebas parece muy dificultosa.

En este procedimiento se han practicado muchísimas pruebas, según el


estudio que he hecho de las actuaciones, registros, declaraciones, informes
periciales de distintos tipos, urbanísticos, de sanidad, ya que al parecer se puede
haber cometido un delito contra la salud pública, mercantiles.

En este procedimiento además se han personado acusaciones particulares,


distintos afectados por los presuntos delitos, y alguna acusación popular.

En el proceso penal hay distintos acusadores, por una parte está el


Ministerio Fiscal, sin él no se puede resolver algunas medidas cautelares, como
por ejemplo la prisión preventiva, y se basa en el artículo 124 de la Constitución
Española:
1. El Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros
órganos, tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la
legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la
ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia
de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social.
2. El Ministerio Fiscal ejerce sus funciones por medio de órganos propios
conforme a los principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica y con
sujeción, en todo caso, a los de legalidad e imparcialidad.
3. La ley regulará el estatuto orgánico del Ministerio Fiscal.
4. El Fiscal General del Estado será nombrado por el Rey, a propuesta del

32
Gobierno, oído el Consejo General del Poder Judicial.
Por otra parte está el acusador popular, que no es la víctima del delito, por
ello la ley le exige mayores exigencias:
Que se presente la acción penal ante abogado y procurador, y fianza para
responder de las resultas del juicio, y se basa igualmente en la Constitución, en el
artículo 125, que dice: Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y
participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado, en la
forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine, así como
en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales.
La acusación popular es la ejercitada por quien no es ofendido, y aunque
está bastante equiparada a la particular en el proceso, existen diferencias (Ej.
Necesidad de fianza, no ha lugar al beneficio de justicia gratuita, y sobreseimiento
en el abreviado si la acusación particular y el MF así lo piden, aunque la popular
pida apertura del juicio oral). Los extranjeros no pueden ser acusación popular,
pero sí acusación particular.
La acción popular es para el ciudadano español no ofendido, porque si
fuera ofendido entonces sería un acusador particular. En efecto, la Ley de
Enjuiciamiento Criminal dice "ofendido o no ofendido" (Art. 270) pero lo hace
porque se está refiriendo a la querella, que es el modo en que te constituyes en
acusador (particular o popular). Además, el artículo 270 te está reenviando al
artículo 101 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que se refiere a que la acción
penal es pública y los españoles la pueden ejercitar (si son ofendidos, como
acusadores particulares, y si no son ofendidos, mediante la acción popular).

Nuestro ordenamiento es restrictivo en la operatividad práctica de la acción


popular, pues ésta sólo está permitida en los procesos penales, salvo en el caso
de los delitos privados, excluyéndola también en el procedimiento penal militar
(STC 64/1999, de 26 de abril). Por tanto, están legitimados para concurrir como
acción popular todos los ciudadanos españoles y el Ministerio Fiscal (artículos 101
y 270 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal).

33
Y, por último el acusador particular, que es la víctima del delito,
ejercitando las acciones penales y civiles, basándose en la Constitución en el
artículo 24. 1 (tutela judicial efectiva). Todas las personas tienen derecho a
obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos
e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.
Tras este inciso de teoría, necesario para mi, puesto que no es tan fácil
distinguir con claridad las diferencias entre ambas acusaciones, retomamos el hilo
del asunto que nos ocupaba. Un asunto que parece eterno, ya que la instrucción
había terminado, dictando el Juez auto de transformación en procedimiento
abreviado.

Pero la fiscalía lo recurrió. Y también lo recurrieron las acusaciones


particulares, cada uno por motivos distintos, siendo admitido el recurso de reforma
por parte del juzgador, y decretando la nulidad del auto de transformación para
seguir realizando pruebas, fase en la que se encuentra en este momento.

 QUINTO ASUNTO:

Acudimos un día a requerimiento de un cliente a la declaración en el


Juzgado de Instrucción Nº2 de Santander.

Se trataba de una declaración como imputado por un delito contra la


seguridad del tráfico, ya que había dado positivo en la prueba de detección de
alcohol en aire espirado en un control preventivo.

Antes de entrar a la declaración hablamos con el cliente, que nos confirmo


que había ingerido alcohol y que, ya con anterioridad, había sido condenado por
un delito contra la seguridad del tráfico.

Estudiamos las diligencias y comprobamos que no se había cometido


ninguna irregularidad procesal, ni constitucional y comprobamos la corrección de
los distintos documentos del atestado así como los certificados de verificación de
los aparatos de control usados para la prueba de detección de alcohol.

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Una vez estudiada la documentación, el tutor me dijo que, en un caso como
éste, es mejor llegar a un acuerdo, si existe la posibilidad, y acoger al cliente al
beneficio de reducción de un tercio de la pena solicitada por el Ministerio Fiscal, ya
que no existía posibilidad alguna de conseguir una sentencia absolutoria.

Por todo ello, hablamos con el fiscal, que nos dio traslado del escrito de
acusación y después de hablar con el cliente decidimos conformarnos con la pena
solicitada.

Al haber acuerdo, el juzgado agilizó el procedimiento y se realizó tanto la


declaración como la comparecencia legalmente prevista en este caso para los
juicios rápidos, y se llegó a una conformidad, entregando ese mismo día el carnet
de conducir, y estableciéndose además en la sentencia una pena de multa y
trabajos en beneficio de la comunidad.

Posteriormente el Juzgado de instrucción remitió los autos al juzgado de lo


penal donde se incoó la ejecutoria penal correspondiente y se requirió al justiciado
para que abonase la multa y posteriormente se le requerirá para realizar los
trabajos en beneficio de la comunidad.

 SEXTO ASUNTO:

Uno de los días que acudí al despacho mi tutor me indicó que tenía que
estudiar o averiguar sobre como pedir un indulto.
Se trata de una medida de gracia, de carácter excepcional, consistente en
la remisión total o parcial de las penas de los condenados por sentencia firme, que
otorga el Rey, a propuesta del Ministro de Justicia, previa deliberación del Consejo
de Ministros. Pueden ser indultados los reos de toda clase de delitos.
Los efectos del indulto son la extinción de la responsabilidad penal (pero no
cancela los antecedentes penales).
No podrán ser indultados quienes estén siendo procesados criminalmente
pero aún no hayan sido condenados por sentencia firme, quienes no se
encuentren a disposición del Tribunal sentenciador para el cumplimiento de la
condena y los reincidentes en el mismo o en cualquier otro delito por el que

35
hubiesen sido condenados por sentencia firme. Se exceptúan, sin embargo, los
casos en que, a juicio del Tribunal sentenciador, hubiese razones suficientes de
justicia, equidad o conveniencia pública para otorgarle la gracia.
El indulto puede ser:

• Total: Remisión de todas las penas a que hubiese sido condenado y que aún no
hubiese cumplido el penado.

• Parcial: Remisión de alguna o algunas de las penas impuestas, o de parte de


todas ellas que aún no hubiese cumplido el penado. Se reputará también
indulto parcial la conmutación de la pena o penas impuestas al penado en
otras menos graves.

En ningún caso el indulto comprenderá la responsabilidad civil derivada del


delito. El indulto de penas pecuniarias (multa) exime al indultado de pagar las
cantidades aún no satisfechas, pero no implica la devolución de las ya pagadas,
salvo que se diga expresamente.

Las condiciones para obtener el indulto son:

• Que no cause perjuicio a tercera persona o lastime sus derechos.


• Que haya sido oída la parte ofendida, cuando el delito por el que hubiese
sido condenado el reo fuere de los que solamente se persiguen a instancia
de parte.

La concesión de los indultos, cualquiera que sea su clase, se hará en Real


Decreto que se insertará en el Boletín Oficial del Estado.
La denegación del indulto se comunicará al órgano sentenciador para su
traslado a los interesados.
Los procedimientos a los que dé lugar el ejercicio del derecho de gracia
habrán de ser resueltos en el plazo máximo de un año, pudiendo entenderse
desestimadas las solicitudes cuando no haya recaído resolución expresa en el
indicado plazo.
Para solicitar el indulto será necesario enviar un escrito al Ministro de
Justicia en que deberá constar toda la información relativa a la causa judicial y al

36
penado a favor de quien se solicita el indulto (Juzgado o Tribunal que dictó la
sentencia y número del mismo, número de procedimiento, Juzgado de Instrucción
y número del mismo).
Si la persona para la que se solicita el indulto hubiera sido condenada por
varios Juzgados o Tribunales, se deberá presentar una solicitud por cada una de
las condenas para las que se solicite el indulto.

Para facilitar la tramitación se acompañará, siempre que sea posible, la siguiente


documentación: fotocopia de DNI o del pasaporte del penado y fotocopia de la
sentencia.
Además resulta conveniente aportar la documentación acreditativa de la
reinserción social, laboral y familiar del penado y, en su caso, del proceso de
desintoxicación al que esté o haya estado sometido.
El Tribunal sentenciador ha de emitir un informe relativo al indulto,
solicitando éste a su vez informes sobre la conducta del penado.

Mi tutor me explico que se solicitan miles de indultos todos los años, y que
muy pocos se conceden, pero que, en este caso, lo que solicitaba era un indulto
parcial de una pena de 5 años, solicitando a su vez la suspensión de la pena de
cumplimiento de pena de prisión en tanto en cuanto se tramitaba la petición de
indulto ante el Ministerio de Justicia.

Solicitamos la petición de indulto para lo cuál usamos todas las armas que
estaban en nuestras manos, pero principalmente el arrepentimiento del
condenado, el que ha indemnizado íntegramente al lesionado, ya que la condena
era por un delito de homicidio en grado de tentativa, y la situación familiar del
condenado, ya que era el cuidador de sus abuelos.

Se presentó la petición así mismo de suspensión del cumplimiento de la


condena ante la Audiencia Provincial de Cantabria, que no admitió la suspensión y
acordó el cumplimiento de la condena de ingreso en prisión.

A día de hoy todavía no se ha tramitado la petición de indulto, por lo que el


condenado está en prisión.

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ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL PRACTICUM PENAL

SUMARIO
I. Introducción
II. Evolución de un ilícito penal, el artículo 384 del Código Penal
III. El bien jurídico protegido
IV. La conducta típica
1. La conducción
2. El concepto de vehículo de motor o ciclomotor
3. El concepto de permiso y licencia de conducción
4. El requisito de la conducción “sin haber obtenido nunca permiso o
licencia”
a) Permisos caducados
b) Permisos extranjeros
c) Permiso o licencia inadecuados al vehículo o ciclomotor conducido
V. El elemento intencional
VI. Autoría y participación
VII. Otras cuestiones
1. Circunstancias modificativas
2. Consumación y formas imperfectas de ejecución
3. Unidad y pluralidad de delitos
VIII. Última reforma del artículo 384 del Código Penal mediante LO 5/2010

I. Introducción

El vigente art. 384 del Código penal, castiga al que condujere un vehículo
de motor o ciclomotor en los casos de pérdida de vigencia del permiso o
licencia por pérdida total de los puntos asignados legalmente, castigándose
igualmente al que realizare la conducción tras haber sido privado cautelar o
definitivamente del permiso o licencia por decisión judicial y al que
condujere un vehículo de motor o un ciclomotor sin haber obtenido nunca
permiso o licencia de conducción.

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El nuevo art. 384 del Código Penal, en su párrafo 2.º, último inciso (cuya
entrada en vigor fue el día 1 de mayo de 2008), de acuerdo con lo establecido en
la Disposición Final Tercera de la Ley Orgánica 15/2007, de 30 de noviembre,
castiga a quien "condujere un vehículo a motor o ciclomotor sin haber obtenido
nunca permiso o licencia de conducción", incriminando así una prohibición
administrativa recogida en el art. 1 del Reglamento de Conductores, aprobado por
RD de 30 de mayo de 1997, que con el objeto de garantizar la aptitud de los
conductores para manejar los vehículos con el menor riesgo posible, establece
que "la conducción de vehículos a motor y ciclomotores exigirá haber obtenido
previamente autorización administrativa que se dirigirá a verificar que los
conductores tengan los requisitos de capacidad, conocimientos y habilidad
necesarios para la conducción del vehículo de que se trate".

Los auténticos fines del moderno Derecho penal de la seguridad vial,


según lo anteriormente dicho, serán dos:
El primero, el de eficacia preventiva, que se especificaría en este caso en
el deseable fin de la reducción del número de muertes y de accidentes de tráfico y
para cuya consecución sin embargo, y conforme se ha puesto de manifiesto en
otros estudios, es necesario pero no suficiente el Derecho penal.
Desde esta perspectiva preventiva puede resultar necesario sancionar una
conducta que, no siendo peligrosa para la seguridad vial, su realización ponga en
riesgo la eficacia del sistema, como ocurre con la punición más gravosa de la
negativa al sometimiento de la prueba de alcoholemia respecto a la eficacia de los
sistemas policiales de control de la conducción influenciada.
El segundo, el principio de eficacia simbólica, conforme al cual la inclusión
de nuevos delitos y la agravación de más penas siempre cumplirá, por lo menos,
el objetivo simbólico de tranquilizar la demanda social de seguridad haciéndole ver
que se afronta el problema social que se pretende solucionar.
Y desde esta perspectiva, los comportamientos más desvalorados por la
sociedad no tienen por qué ser los más peligrosos para la vida o la salud de las
personas, de modo que cuando una conducta vial sea “socialmente insoportable”
se tenderá a su inclusión como ilícito penal.

39
Con los nuevos criterios de la eficacia preventiva y simbólica el aumento del
protagonismo de la vía penal frente a la administrativa seguirá produciéndose y la
sensación de arbitrariedad en la decisión al respecto de la selección de los
mismos, también.
Esta reforma es la respuesta a la necesidad de definir “con mayor rigor
todos los delitos contra la seguridad del tráfico y los relacionados con la seguridad
vial, evitando que determinadas conductas calificadas como de violencia vial
puedan quedar impunes”.
Podemos terminar afirmando que todos los supuestos recogidos en el art.
384 CP sin duda contribuyen a que la seguridad vial en España mejore
notablemente, al apartar de las vías de circulación a aquellos conductores que se
hallan dentro de las modalidades delictivas descritas, avanzando de manera
moderna y más completa en el castigo de aquéllos que están privados del permiso
o licencia de conducir.

II. Evolución de un ilícito penal, el artículo 384 del Código Penal:


De esta manera, se restaura en nuestro ordenamiento jurídico el delito de
conducción sin permiso con una redacción que plantea variados y difíciles
problemas interpretativos, obligando con ello el legislador, una vez más, a los
autores y a los tribunales a una no siempre fácil tarea exegética.
El legislador español ya había sancionado como delito la conducta de
conducir un vehículo a motor sin la correspondiente habilitación administrativa. Así
lo hacía por primera vez el Código penal de 1928 que castigaba con la pena de
prisión de dos meses y un día a un año y multa de 1.000 a 3.000 pesetas a quien
“condujere vehículos o aparatos de locomoción para cuya conducción se necesite
aptitud determinada, sin certificación que acredite ésta”. Tras su desaparición
como delito en los Códigos penales de 1932 y 1944,
el legislador de ahora ha tomado la decisión de reincorporar a nuestro Código
penal tanto la conducción tras la pérdida de licencia o permiso por decisión judicial
o administrativa, como la conducción sin haber obtenido nunca permiso o licencia
de conducción, y sancionando tales conductas con la pena de prisión de tres a
seis meses o con la de multa de doce a veinticuatro meses y trabajos en beneficio

40
de la comunidad de treinta y uno a noventa días. De las tres conductas, pues, sólo
una de ellas ya se castigaba por vía penal en el Código penal anterior por medio
del delito de quebrantamiento de condena y, de las dos restantes, sólo una de
ellas, la de conducción tras la pérdida de los puntos asignados legalmente,
formaba parte de la propuesta inicial de la DGT y del Proyecto de Ley de Reforma
del Código Penal.
La recuperación del delito de conducción sin permiso se presentó por el
legislador como la respuesta necesaria a una conducta de violencia vial cuya
ausencia en el Código penal era socialmente criticada. En el propio preámbulo de
la reforma del Código penal en materia de seguridad vial se señalaba como
principal objetivo de la misma el “definir con mayor rigor todos los delitos contra la
seguridad del tráfico y los relacionados con la seguridad vial, evitando que
determinadas conductas calificadas como de violencia vial puedan quedar
impunes”.
Se ha visto como la tipificación del delito de conducción sin permiso ha sido
llevada a cabo por el legislador como refuerzo fundamental del sistema de
regulación administrativa de la circulación del carné por puntos. Esta decisión
parece corresponderse con las adoptadas por otros ordenamientos penales
vecinos, que no sólo incluyen en vía administrativa tal conducta prohibida sino
que, especialmente aquéllos que tienen implantado el modelo del carné por
puntos, la incorporan como figura penal. Así ocurre en Francia, uno de los países
con una política vial penal en la que mayor protagonismo se otorga al Derecho
penal y uno de los que más parecen haber influenciado la política legislativa en
materia de seguridad vial en nuestro país, donde la conducción de un vehículo sin
ser titular del permiso correspondiente a la categoría del mismo se castiga como
delito.
Por lo demás, está considerada la conducción sin autorización
administrativa como actividad constitutiva de delito en la mayoría de los
ordenamientos jurídicos de los países de nuestro entorno, donde es de registrar,
en general, un progresivo endurecimiento de la respuesta punitiva frente a las
infracciones en materia de seguridad vial.

41
En el análisis de esta conducta delictiva, creada por el legislador español
casi ex novo, abordaremos, con un enfoque esencialmente práctico, entre otras,
las cuestiones relativas al bien jurídico tutelado por la norma penal, la conducta
típica en ella descrita, el elemento intencional del nuevo tipo y los problemas de
autoría y participación, junto con alguna otra breve puntualización temática. Por
último, debe destacarse que se trata de un delito de indudable relevancia
cuantitativa, que previsiblemente será de aplicación habitual en la práctica de
nuestros juzgados si tenemos en cuenta que durante los años en que estuvo
vigente a través de los tipos antes referidos fue de muy frecuente comisión,
especialmente por jóvenes, sólo superado en número por los delitos de robo y los
de imprudencia.

III. El bien jurídico protegido

Especial relieve cobra la doctrina jurisprudencial antes referida cuando se


trata de indagar sobre el bien jurídico protegido por el delito sancionado en el
nuevo art. 384 del Código Penal. La conclusión a que se llegue sobre cuál sea el
interés jurídico tutelado de manera primordial con la criminalización de la
conducción sin permiso será determinante para la solución de muchas de las
dudas que se suscitan sobre el ámbito de aplicación del delito que comentamos.
La ubicación sistemática del precepto que lo recoge dentro de la rúbrica del
Código Penal relativa a los delitos contra la seguridad vial (Capítulo IV del Título
XVII del Libro II) permite concluir que el bien jurídico protegido por este delito es la
seguridad en el tráfico rodado y, por extensión, la vida e integridad física de
los usuarios de la vía, que se verá puesta en peligro por quien maneja un
vehículo o un ciclomotor sin tener la suficiente pericia para ello, acreditada y
justificada con la expedición del permiso o licencia oportunos. La exigencia de una
autorización administrativa para dicha actividad responde así al propósito de evitar

42
el riesgo que resultaría de la conducción por parte de personas que no tienen una
aptitud o idoneidad legalmente declarada. Ciertamente, también se protege con la
criminalización de esa conducta la potestad de la Administración para la
expedición de esas autorizaciones, pero este interés no puede alcanzar la
consideración de bien jurídico tutelado por el referido precepto del Código Penal.
Sin embargo, concluir en la estimación de la seguridad del tráfico como bien
jurídico protegido por el art. 384 del Código Penal plantea ya un primer
interrogante. A la vista de lo que se pretende tutelar, la exigencia de la puesta en
peligro de los usuarios de la vía permitiría rechazar, como razonaba un importante
sector de la doctrina penalista, la consideración como delito de las hipótesis de
conducción por quien, pese a carecer de la preceptiva autorización administrativa,
acreditara la suficiente pericia para conducir un vehículo de motor o un ciclomotor,
pues en tales supuestos el bien jurídico tutelado mediante la sanción de esa
conducta no se vería en riesgo o puesto en peligro.
La jurisprudencia, en sentido contrario, estimó delictiva la conducción sin
permiso, como tipo eminentemente formal que se comete por el hecho de conducir
sin estar legalmente habilitado para ello, "con independencia de la capacidad real
que en el orden meramente técnico pueda tener el conductor, pues lo que el
precepto sanciona es precisamente el hecho de conducir tal clase de vehículos
(aparatos de por sí peligrosos), sin que los organismos oficiales correspondientes
hayan constatado la capacidad técnica del conductor" (STS de 14 de febrero de
1966).
En suma, estamos ante un delito de riesgo o de peligro abstracto y no
de resultado, pero al mismo tiempo formal o de mera actividad, que se
comete por el hecho de conducir un vehículo de motor o un ciclomotor sin haber
obtenido nunca un permiso o licencia, con independencia de que el conductor no
habilitado esté o no dentro de las condiciones de aptitud, porque el fundamento de
la norma punitiva no es exclusivamente la peligrosidad o el riesgo que pueda
derivarse de la conducción sin permiso, sino también, aunque sin ese carácter
primario, la desobediencia a la prohibición de conducir sin cumplir con los
requisitos que se exigen para esa actividad y en la que, en última instancia, va

43
implícito ese riesgo o peligro para la seguridad del tráfico.

IV.La conducta típica

Las conductas delictivas que se recogen en el art. 384 CP son tres, las dos
primeras no ofrecen especiales particularidades de interpretación, sí la última
como seguidamente veremos.

En primer lugar se castiga, art. 384 párrafo 1º CP, a quien conduce un


vehículo de motor o ciclomotor en los casos de pérdida de vigencia del permiso o
licencia por pérdida total de los puntos legalmente asignados. Este tipo tiene su
fundamento en que el conductor que ha sido privado del permiso o licencia de
conducir por pérdida total de los puntos asignados en el art. 60.4 del Real Decreto
legislativo 339/1990, de 2 de marzo, por el que se aprueba el Texto Articulado de
la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, al haber
manifestado una peligrosidad en su conducción que se hace necesario prohibirle,
bajo amenaza de sanción penal, que conduzca en el futuro hasta que obtenga de
nuevo la validez en su permiso o licencia por los medios reglamentariamente
previstos.

El delito sólo requiere para apreciar su comisión la comprobación de la


pérdida de vigencia del permiso o licencia por la causa citada y que ello ha sido
debidamente notificado al conductor afectado, faltaría el tipo subjetivo si se
aplicase el delito que nos ocupa con la sola constatación de la pérdida de los
puntos del conductor, por ello habrá de acreditarse en el proceso penal que el
anterior ha tenido cumplido conocimiento de la resolución administrativa que
conlleva la pérdida de los puntos y que no está autorizado por tanto para pilotar un
vehículo de motor o un ciclomotor.

La segunda conducta prevista en el párrafo 2º del art. 384 CP consiste en


conducir un vehículo de motor o un ciclomotor tras haber sido privado cautelar o
definitivamente del permiso o licencia por decisión judicial, entendiéndose por

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definitivamente el que ha recaído sentencia firme, no que se priva para siempre
del permiso o licencia. La primera precisión que se desprende es que toda
privación acordada por decisión administrativa no motiva la comisión de este
delito, excepto la contemplada en el párrafo primero por pérdida total de puntos,
se entiende así por el legislador que la privación de esa clase debe ser
sancionada por la propia vía que la impone, es decir la administrativa, sin alcance
penal.

Por otra parte esa conducta de conducir a pesar de la privación dictada por
decisión judicial encaja en el art. 468.1 CP, cuando criminaliza el quebrantamiento
de condena y en particular el de una medida cautelar, por tanto entre este artículo
y el 384 párrafo 2º se plantea un concurso de normas o de leyes, ya que la
conducta que tratamos se comprende en ambos preceptos, debiéndose optar por
uno de ellos al vulnerarse el principio non bis in idem en caso de aplicación de los
dos, concurso de normas que habrá de resolverse por el principio de especialidad,
al ser más concreto o especial el que sanciona el quebrantamiento de la pena o
medida cautelar de privación del permiso o la licencia de conducir que el general
que castiga el quebrantamiento de condena y medidas cautelares previstas para
cualquier tipo de delito.

La última conducta delictiva que se halla en el párrafo 2º del art. 384 CP,
consiste en conducir un vehículo de motor o un ciclomotor sin haber obtenido
nunca permiso o licencia de conducción. El fundamento de la tipificación de esta
modalidad delictiva se encuentra en que una persona que pilota un vehículo o
ciclomotor sin haber obtenido en ningún momento el permiso o licencia citadas
carece de la aptitud necesaria para poder hacerlo sin riesgo para los demás
usuarios de la vía, elevándose a la categoría de delito tal acción porque el derecho
administrativo sancionador no tiene la fuerza suasoria suficiente para velar por
bienes tan esenciales como la vida o la integridad física que se encuentran en
peligro ante la conducción sin el permiso o licencia correspondiente.

Vamos a tratar los diferentes problemas de aplicación a supuestos


concretos que plantea la conducta de conducir sin haber obtenido nunca el

45
permiso o licencia de conducción. Así, a nuestro juicio no será punible y estará por
tanto al margen del art. 384 párrafo 2º CP la conducción de un vehículo con
permiso de conducir básico o de la clase B para el que es necesario poseer otro
que podríamos denominar de superior categoría, de camión, autobús escolar o
incluso de mercancías peligrosas, conduciéndose un vehículo con un permiso que
no habilita para el mismo. En estos supuestos el sujeto tiene unos conocimientos
básicos generales que motivan que su conducción no suponga un peligro elevado
o lo sea mínimo para la seguridad vial, conducta que se castiga
administrativamente conforme al art. 65.5.j) del Real Decreto legislativo 339/1990,
de 2 de marzo, por el que se aprueba el Texto Articulado de la Ley de Tráfico,
Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial.

Además refuerza el argumento anterior que el citado artículo del Código


Penal no establece que cometerán el delito los que condujeren vehículos de motor
sin el correspondiente permiso, sino que expresa que lo perpetrará el que nunca
haya obtenido permiso de conducción, por lo que la persona que conduce un
vehículo para el que no está habilitado no encaja en el precepto, el incluirlo
supondría una interpretación extensiva y contraria al principio de legalidad.

La acción castigada en el art. 384 del Código Penal consiste en conducir un


vehículo a motor o un ciclomotor sin haber obtenido nunca un permiso o licencia
de conducción.

1. La conducción

De acuerdo con el Anexo I de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos


a Motor y Seguridad Vial, el hecho de conducir implica el manejo del mecanismo
de dirección o mando de un vehículo. Sujeto activo del delito es, pues, el
conductor.
Se trata, pues, de un delito de propia mano, pues sólo puede ser cometido
por quien conduce un vehículo de motor o un ciclomotor sin haber obtenido nunca
un permiso o licencia de conducción, si bien, como veremos más adelante, son

46
posibles formas de participación, como la inducción o la cooperación necesaria,
aunque, en verdad, el formalismo que indudablemente posee el delito que
analizamos hace difícil concebir en qué casos puede haber un copartícipe
responsable.

Resulta necesario que la acción de conducir se haya prolongado durante un


cierto tiempo o a lo largo de un espacio dotado de cierta significación o entidad,
por pequeñas que éstas sean, y es preciso que el sujeto utilice los medios de
dirección e impulsión que son propios del vehículo, por lo que de no ponerse en
marcha el motor, no cabrá entender realizada la acción típica de conducir, aunque
caben formas imperfectas de ejecución, como luego veremos.
Por tanto, empujar un vehículo con utilización del manejo de la dirección
para cambiarlo de lugar, o un ciclomotor o motocicleta sin poner en marcha el
motor, aunque se carezca de permiso o licencia, quedaría fuera del ámbito de
aplicación de este delito.
En cuanto al lugar en que ha de verificarse la acción típica de conducir un
vehículo a motor o ciclomotor sin permiso o licencia, el antiguo art. 340 bis c) del
Código Penal de 1973 exigía que se llevara a cabo en una "vía pública".
En ese sentido, concluyente es en este punto el art. 2 del Real Decreto
Legislativo 339/1990, que determina el ámbito de aplicación de la Ley sobre
Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, y que ha de
completarse con lo dispuesto en los arts. 1 y 2 del Reglamento General de
Circulación, conforme a los cuales cabe estimar, como requisito del tipo, que la
conducción habrá de realizarse en vías y terrenos públicos aptos para la
circulación, tanto urbanos como interurbanos, en las vías y terrenos que, sin tener
tal aptitud, sean de uso común, o en las vías y terrenos privados que sean
utilizados por una colectividad indeterminada de usuarios.

2. El concepto de vehículo de motor o ciclomotor

Objeto de la conducta descrita en el art. 384 del Código Penal, esto es, de

47
la conducción, lo debe ser un vehículo de motor o un ciclomotor.

3. El concepto de permiso y licencia de conducción

La conducción en nuestro ordenamiento jurídico es una actividad reglada


para cuya autorización es necesario haber superado determinadas pruebas y
cumplir con ciertos requisitos, debiendo materializarse dicha autorización en un
documento expedido por el organismo público competente y que, según preceptúa
el art. 2 del Reglamento General de Conductores aprobado por Real Decreto
772/1997, de 30 de mayo, "con excepción de los que autorizan a conducir
vehículos de las Fuerzas Armadas y de las Direcciones Generales de la Guardia
Civil y de la Policía, los permisos y licencias de conducción, así como las
autorizaciones administrativas de carácter temporal que provisionalmente los
sustituyan, serán expedidos por las Jefaturas Provinciales de Tráfico".
El art. 1 del citado Reglamento dice que la conducción de vehículos a motor
y ciclomotores exigirá haber obtenido previamente autorización administrativa que
se dirigirá a verificar que los conductores tengan los requisitos de capacidad,
conocimientos y habilidad necesarios para la conducción del vehículo de que se
trate, y que se concretará en los correspondientes permisos y licencias de
conducción. Las clases de los permisos de conducción, según la categoría del
vehículo a cuya conducción autoricen, se recogen en el art. 5 del Reglamento, y
las condiciones para su expedición, obtención y validez, en el art. 6, refiriéndose el
art. 7 a los requisitos de edad. En cuanto a las licencias de conducción, el art. 8
del Reglamento las exige para conducir vehículos especiales agrícolas
autopropulsados, ciclomotores y coches de minusválidos, salvo que se posea el
permiso a que se refieren los apartados. 7, párr. 1.º, y 8 del art. 6 del presente
Reglamento. A las distintas clases de licencia y edad necesarias para su

48
obtención se refieren los arts. 11 y 12.

Una vez dictada por la Administración la autorización habilitadora, debía


interpretarse obtenido el permiso aunque faltara la expedición material y formal del
documento en el modelo pertinente, lo que excluía el delito. Idéntica solución se
aplicaba por descontado en aquellos casos en que el conductor no llevara consigo
el permiso o licencia, pues la tenencia material del documento se estimaba
irrelevante al ser lo realmente decisivo la titularidad jurídica del mismo, sin que
fuera precisa su entrega material (SSTS de 17 de octubre de 1963 y 30 de marzo
de 1966).
La literalidad de la descripción típica del art. 384 del Código Penal, junto
con su indudable carácter de infracción de mera actividad y formal que el delito
también posee y la protección que igualmente dispensa a la potestad de la
Administración para expedir las autorizaciones pertinentes para la conducción de
vehículos de motor y ciclomotores, autorizaría a concluir en el mismo sentido que
la jurisprudencia que acaba de ser expuesta. Sin embargo, la consideración de la
seguridad del tráfico rodado como bien jurídico prioritariamente tutelado por el
nuevo precepto permite sostener la opinión contraria y estimar excluido del ámbito
del delito aquellos casos en que se conduzca después de haber cumplido con los
requisitos de aptitud psicofísica y de acreditar los conocimientos, habilidades,
aptitudes y comportamientos exigidos para la obtención del permiso o licencia que
se contemplan en la correspondiente regulación administrativa, aunque
formalmente el documento no esté expedido por la autoridad administrativa ni
materializado en el modelo correspondiente, pues en tales hipótesis difícilmente
podrá sostenerse que ese bien jurídico protegido por el tipo penal se habrá visto
puesto en peligro por quien acreditó su pericia para la conducción.

4. El requisito de la conducción "sin haber obtenido nunca permiso o


licencia"
A diferencia de las regulaciones pretéritas, el nuevo tipo penal exige no
haber obtenido "nunca" un permiso o licencia de conducción, sin requerir que el

49
permiso o la licencia sean el "correspondiente" al vehículo o ciclomotor conducido,
ni que el mismo esté vigente o sea válido para conducir en España, lo que plantea
diversas dudas en cuanto al ámbito de aplicación del precepto, especialmente en
lo relativo a la conducción con permisos caducados o expedidos por autoridades
de otros países y los supuestos de conducción de categorías de vehículos no
amparados por la clase de permiso o licencia de que se es titular.

a) Permisos caducados

La exigencia típica contenida en el nuevo art. 384 del Código Penal de no


haber obtenido "nunca" un permiso o licencia autoriza a excluir del delito la
conducción con un permiso caducado.
Desde este punto de vista, aunque resulta dudoso, es penalmente relevante
la conducción por quien habiendo obtenido en su día un permiso o licencia no lo
renueva dentro del plazo previsto a dicho fin, pues eso sería equivalente, ante la
inexistencia jurídica del título habilitante, a no haberlo obtenido nunca, al requerir
estos casos, si se quiere volver a conducir, la consecución de un documento
autorizante ex novo. A esa misma conclusión puede llegarse en los casos de
pérdida de vigencia de la autorización cuando se acredite la desaparición de los
requisitos sobre conocimientos, habilidades o aptitudes psicofísicas exigidas para
su otorgamiento, ya que en tales hipótesis para obtener nuevamente la
autorización cuya pérdida de vigencia haya sido declarada, resulta necesario
seguir el procedimiento, superar las pruebas y acreditar los requisitos que
reglamentariamente se establezcan (art. 63.4 y 5 del Texto Articulado de la Ley
sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial).

b) Permisos extranjeros

Ausencia de relevancia jurídica penal de todos aquellos supuestos de


conducción de un vehículo a motor o ciclomotor amparada por un permiso o
licencia expedido de acuerdo con las normas de otro país, con independencia o al

50
margen de que resulte canjeable en España o pueda ser convalidado por las
autoridades españolas.
Ahora bien, más allá de la literalidad empleada por el tipo y de una
interpretación formal del mismo, el examen del bien jurídico protegido en el título
del Código Penal en que dicho precepto se ubica sistemáticamente podría
llevarnos a una conclusión distinta que permitiría atribuir relevancia penal, además
de los casos antes referidos, a la conducción de vehículos en nuestro país por
extranjeros con autorizaciones administrativas expedidas en sus países sin
cumplir con los requisitos que para su validez se exigen por la legislación
española, al menos respecto de aquellos permisos expedidos en países no
comunitarios que no sean válidos para conducir en España y cuyos titulares
requieran para la conducción "obtener un permiso español, previa comprobación
de los requisitos y superación de las pruebas correspondientes" (art. 30 del
Reglamento de Conductores, en los casos previstos en su apdo. 3.º, pues lo que
se trata de proteger con la punición de esa conducta es la seguridad en el tráfico
rodado y, por extensión, la vida e integridad física de los usuarios de la vía, que se
verá puesta en peligro por la conducción de vehículo por parte de quien no ha
acreditado, a través del procedimiento previsto en nuestras leyes, tener las
adecuadas condiciones psíquicas y físicas para conducir vehículos de motor o
ciclomotores por haber superado las pruebas teóricas y prácticas previstas en
nuestra legislación para su habilitación como tal conductor.
Sin embargo, la voluntad del legislador, a la vista de la génesis
parlamentaria del nuevo artículo, y la taxatividad empleada en la descripción del
tipo –que, por un lado, exige no haber obtenido nunca permiso o licencia, y, por
otro lado, no requiere su validez o vigencia en España–, obligan a concluir en la
atipicidad de la conducción de un vehículo a motor o ciclomotor con un permiso o
licencia obtenido en otro país, aunque no sea válido en el nuestro.

c) Permiso o licencia inadecuados al vehículo o ciclomotor conducido

Al no exigir el art. 348 del Código Penal que el permiso o licencia sea el

51
correspondiente al vehículo o ciclomotor que se conduce, ni emplear la expresión
"permiso o licencia exigido por la legislación vigente", debe estimarse que quedan
al margen del delito todos aquellos casos en que se conduzca con un permiso de
una categoría que no sea la adecuada al tipo de vehículo conducido. Con la nueva
regulación debe, en principio, entenderse que queda fuera del tipo penal la
conducción con un permiso inadecuado a la clase de vehículo, al margen, claro
está, de la infracción administrativa que supone la conducción de un vehículo con
un permiso que no habilita para ello.
Sin embargo, el recurso nuevamente al bien jurídico protegido a través de la
sanción punitiva de la conducta descrita en el art. 384 del Código Penal permitiría
excepcionar de la regla de exclusión antes expuesta algunos casos, como la
conducción de un autobús escolar o de un camión de mercancías peligrosas por
quien sólo posee el permiso más elemental, dotados de una inequívoca gravedad
por la evidente peligrosidad de la conducta y la clara afectación en tales supuestos
de la seguridad en el tráfico, que se vería seriamente comprometida y puesta en
peligro con conductas como las expuestas.
Igualmente, a la vista de la redacción del nuevo delito, un supuesto
discutible en orden a su inclusión o no en el tipo penal es el de quien conduce un
vehículo de motor para el que se requiere permiso cuando sólo se está en
posesión de una licencia que autoriza exclusivamente para pilotar un ciclomotor. A
mi juicio, estos casos deben considerarse dentro del ámbito de aplicación del art.
384 del Código Penal al ser distintos los requisitos y condiciones exigidos por las
normas administrativas para la obtención de una u otra autorización, y la redacción
alternativa del precepto que se refiere a "vehículo de motor o ciclomotor" y a
"permiso o licencia".
Por lo demás, resulta evidente que estarán dentro del ámbito de aplicación
del delito de conducción sin permiso o licencia todas aquellas hipótesis en las que
la autorización administrativa se hubiera obtenido fraudulentamente, por cuanto no
existirá en tales casos un permiso válidamente obtenido, resultando el permiso
falso inexistente, por lo que equivaldrá a no haberlo obtenido nunca, debiendo
estimarse el concurso real de delitos entre la falsificación y la conducción ilegal.

52
V. El elemento intencional

Se trata de un delito eminentemente doloso. El sujeto ha de ser


consciente de que realiza la conducta descrita en el tipo, esto es, de que está
conduciendo un vehículo de motor o un ciclomotor sin poseer la habilitación legal
necesaria para ello, por carecer de un permiso o licencia válido de conducción, al
no haberlo obtenido nunca.
Sobre la base del error, ante la creencia de estar obrando lícitamente,
resultará procedente la exclusión del dolo, que requiere el conocimiento previo de
la exigencia del permiso o licencia, y, por tanto, del delito, en aquellos casos en los
que el sujeto lleva a cabo la conducta descrita en el tipo, ignorando que la misma
infringe la ley penal, aunque será de difícil estimación, dada la extensión
generalizada y notoria del conocimiento de la necesidad de dicho requisito, si bien
podrán ser imaginables algunos supuestos respecto de vehículos en los que la
exigencia del requisito de la previa autorización administrativa no resulte de tanta
evidencia.
Partiendo de su naturaleza de delito de carácter formal y de desobediencia
frente a la normativa administrativa, primado por la antigua jurisprudencia, fue por
ésta excluido el elemento intencional, al estimar ausente la intención de delinquir,
en supuestos como la conducción por quien prepara el examen de conductor y en
funciones de aprendizaje (STS de 8 de marzo de 1966) o la realización de
prácticas acompañado de otro con carné en lugares poco transitados (STS de 9
de abril de 1965), que a mi juicio no serían excusables, al margen lógicamente de
los casos de enseñanzas regladas, a la vista del bien jurídico protegido por el
delito del art. 384 del Código Penal que se vería inequívocamente puesto en
peligro con dichas conductas.
El Código Penal actual no admite la posibilidad de la comisión de este delito
por imprudencia, ya que expresamente dispone en su art. 12 que sólo serán

53
castigadas las acciones y omisiones imprudentes en los casos expresamente
dispuestos en la Ley.

VI. Autoría y participación

Sobre la participación a título diferente de autor en el delito de conducción


sin permiso o licencia, nuestra doctrina mayoritaria admitía esa posibilidad, por
cooperación necesaria o inducción, si bien no faltaban quienes sobre la base del
formalismo del delito entendían que sólo podía ser imputado a quien realizaba la
acción típica de la conducción descrita en el precepto penal, sin poseer la
pertinente autorización administrativa.

VII. Otras cuestiones

A) Circunstancias modificativas

Especial referencia debe hacerse en este apartado al estado de necesidad, por


cuanto es una circunstancia de exención de la responsabilidad criminal que puede
presentarse con cierta frecuencia en la práctica y que fue apreciada en ocasiones
por la jurisprudencia anterior en supuestos que también son reproducibles en la
actualidad.
Así, la STS de 14 de diciembre de 1964 exoneró de responsabilidad al que
condujo un vehículo por la urgencia del viaje en atención a la naturaleza de la
carga destinada al consumo público y a la repentina enfermedad del chófer; o la
STS de 30 de septiembre de 1930 que hizo lo propio con quien condujo un
automóvil de servicio público careciendo del correspondiente permiso en atención
a que la conducción se efectuó por la necesidad de no interrumpir el servicio
público que se prestaba. También las SSTS de 13 de diciembre de 1956 y 6 de
diciembre de 1961 sentaron la doctrina de que si el vehículo se conduce en
circunstancias muy excepcionales, cuales son la de proveer al humanitario servicio

54
del traslado de enfermos o al de extinción de incendios, sin hallarse en posesión
de la debida autorización administrativa, no por ello se incurre en el delito de
conducción sin permiso, pese al formalismo de esta figura delictiva.

B) Consumación y formas imperfectas de ejecución

Como delito de mera actividad, en el que se confunden acción y resultado, el


delito de conducción sin permiso es de consumación instantánea, pues se
comete desde el mismo momento en el que, quien no teniendo permiso o licencia,
circula por una vía pública con el motor en marcha, ejerciendo la dirección de los
mandos del vehículo, aunque sea en un corto trayecto. No obstante, la presencia
de circunstancias extraordinarias puede llegar a exculpar conducciones
momentáneas por carencia ya de culpabilidad o ya de antijuridicidad.

B) Unidad y pluralidad de delitos

Ante la realización, por un mismo sujeto y en ocasiones diferentes, de una


pluralidad de actos típicos previstos en el art. 384 del Código Penal, cabe apreciar
en la conducción sin permiso o licencia la figura de la continuidad delictiva y
estimar la existencia de un solo delito continuado si concurren los requisitos
previstos en el art.74 del Código Penal. Así lo entendió la mayoría de la doctrina y
la jurisprudencia (SSTS de 6 de febrero de 1960, 6 de febrero de 1971 y 28 de
mayo de 1975).
Al tratarse de hechos penalmente relevantes, diferentes y dotados de un
distinto desvalor y contenido del injusto, cabe el concurso (real) de delitos entre la
conducción sin permiso o licencia y la conducción bajo la influencia de bebidas
alcohólicas (SSTS de 13 y 27 de febrero de 1965); es igualmente compatible con
el delito de conducción a velocidad excesiva (STS de 13 de marzo de 1959);
también lo es con el supuesto antes contemplado del permiso obtenido de manera
mendaz, en el que deberá apreciarse un concurso de delitos entre el de falsedad y
el delito tipificado en art. 384 del Código Penal (STS de 14 de febrero de 1974).

55
VIII. Última reforma del artículo 384 del Código Penal mediante LO 5/2010

La Ley Orgánica 5/2010 ha modificado las penas previstas en los supuestos


típicos regulados en los artículos 379 y 384. Por último, la reforma añade un nuevo
artículo 385 ter que, para los supuestos regulados en los artículos 379, 383, 384 y
385, otorga a los Jueces o Tribunales la facultad de rebajar en un grado la pena
de prisión en atención a la menor entidad del riesgo causado y a las demás
circunstancias del hecho, razonándolo debidamente en la sentencia que se dicte.

Las modificaciones introducidas en los artículos 379 y 384 plantean


cuestiones de derecho transitorio pues se ha pasado de una única alternativa a la
pena privativa de libertad a una nueva situación, en atención a la cual se ofrece al
juzgador una doble alternativa a la pena de prisión, bien sea pena pecuniaria, bien
sea pena de trabajos en beneficio de la comunidad.

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FACULTAD DE DERECHO DE LA U.N.E.D.

(DPTO. DE DERECHO PENAL-PRACTICUM)

D. Carlos Ignacio Huerta Gandarillas., Letrado del Colegio de Abogados de


Cantabria, con número de Colegiado 3751, por medio del presente escrito viene a acreditar
que, Doña Rebeca Mozo Valderrama , alumna de la Facultad de Derecho de la U.N.E.D, ha
cumplido satisfactoriamente las 120 horas de prácticas en el Despacho de Abogados
“Huerta Abogados”, Calle Joaquín Rodríguez Nº 11 1º, de la localidad de Santander
(Cantabria), según fue suscrito por convenio entre el Despacho citado del cual soy titular y la
Dirección del Centro de la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Cantabria.

A los efectos de informar sobre el cumplimiento y aprovechamiento de la


actividad de la alumna Doña Rebeca Mozo Valderrama en este Despacho, vengo a reflejar
las siguientes consideraciones:

- Como inciso, hacer constar que la alumna citada inició la actividad docente en este
despacho con fecha de 18 de enero del año 2012, en el cual se mantuvo realizando
diversas practicas dirigidas al conocimiento y aprendizaje de las materias propias del
Derecho Penal, finalizando las mismas el día 26 de abril de 2012.

- Sobre el sistema de horarios y días laborables en que fueron impartidas, añadir que
las mismas se desarrollaron en horario de 17,00 a 19,30 horas y de lunes a jueves,
comprendiéndose dentro el horario de apertura y consulta de este Despacho. Al
respecto hay que añadir, que este horario durante el periodo de prácticas fue
predispuesto a la flexibilidad, en virtud de las diversas circunstancias profesionales
del alumno, como del letrado colaborador que suscribe. Así como sustituyendo, en
alguna ocasión, dicho horario vespertino por un horario matinal para asistir a los
juzgados para ver cuál es la práctica habitual en los mismos.

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- En referencia a las materias abarcadas durante las prácticas, tal como se ha indicado
anteriormente, se procuró que durante las mismas se pudiera trabajar diversos temas
relacionados con el Derecho penal, no excesivamente complicados y cuya resolución
a través del estudio individual de la legislación y jurisprudencia al caso, formarán en
esta alumna un concepto jurídico y un especial conocimiento del derecho planteado,
procurando sobre todo con este trabajo constante, que el alumno se familiarizara con
los distintos textos legales intentando conseguir con ello un ágil manejo de los
diferentes textos estudiados tales como el código penal, Ley de Enjuiciamiento
Criminal, Ley reguladora de la responsabilidad penal de los menores 5/2000, Ley del
Tribunal del Jurado, diversas leyes especificas de esta disciplina….etc, y con especial
dedicación en el manejo de las fuentes jurisprudenciales, a través de la consulta de
las diferentes obras y base de datos tan necesarios para el desempeño de la labor
diaria en esta profesión. Hacer constar, que como resultado del estudio realizado por
la alumna y ya concretado cuales son los fundamentos legales que afectan al tema
planteado, se procedió a la correspondiente corrección, con indicación en su caso de
cual era la resolución más favorable. Con estas pautas, por la citada estudiante se
procedía a la confección del escrito de defensa, a fin de habituarse a la formulación
de este tipo de documentos y en especial, con claro objetivo de estimular en el
alumno la utilización de la terminología jurídica.

- También es necesario hacer constar, que con intención de que su estudio no sólo se
concretara en un espacio limitado de la práctica jurídica, sino que obtuviera una
formación más completa y una amplitud de miras sobre la labor desarrollada
habitualmente por un abogado en la disciplina de derecho penal, se procuró que el
alumno se instruyera en otras labores habituales de un despacho de abogados,
significando que en otros casos, se plantearon otros supuestos relacionados más
bien con el ámbito civil, pero no por ello menos formativos en esta practica jurídica
penal.

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En lo referente a la valoración apreciada por este profesional colaborador respecto
al desarrollo de las prácticas en este Despacho por parte de la alumna de la Facultad de
Derecho de la U.N.E.D., Doña Rebeca Mozo Valderrama, se significa lo siguiente:

- Durante el desarrollo de las practicas ejercidas en este Despacho por la alumna


citada, se le pudo apreciar una total entrega y disponibilidad para el aprendizaje,
mostrando en todo momento una absoluta predisposición al la realización de las
tareas encomendadas.

- Se puede resumir de forma positiva el grado de motivación por parte de la alumna


respecto de los temas profesionales realizados con esta disciplina y otros implícitos
en el ejercicio del Derecho, demostrando igualmente una preocupación por su propia
formación jurídica.

- Así mismo, se puede valorar de forma bastante positiva el grado de exigencia


personal manifestado durante las prácticas por la alumna, quien supo abarcar los
casos planteados de forma responsable y tenaz con eficaz empleo de los textos
legislativos y medios aportados por el despacho, haciéndose más evidente aún
durante el desarrollo de las prácticas.

- En fin, es criterio de este profesional colaborador que suscribe que al término de las
practicas, la alumna Doña Rebeca Mozo Valderrama, ha conseguido de forma
sustancialmente positiva los objetivos que se pretendían con las mismas,
demostrando una indudable destreza en el manejo de los diferentes textos legales y
jurisprudenciales, con amplia adquisición y certero empleo de la terminología jurídica.
En base a todo lo expuesto, y como objetivo pretendido por este profesional
colaborador, se puede afirmar que la citada alumna ha llegado a alcanzar en esta
disciplina, una indudable capacidad de adoptar decisiones y reflexiones de evidente
sentido jurídico.

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- Sin más datos que consignar, sirva este escrito como informe y valoración efectuado
por el profesional colaborador que suscribe Don Carlos Ignacio Huerta Gandarillas,
respecto al desarrollo, cumplimiento y aprovechamiento de las prácticas realizadas
en este despacho por Doña Rebeca Mozo Valderrama.

En Santander, a 15 de mayo del año 2012.

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