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Los obstáculos que enfrenta el


proyecto piloto para
despenalizar el consumo de
fentanilo, heroína y otras drogas
duras en Canadá

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Unas 225.000 personas consumen drogas ilegales en la Columbia Británica.

Nadine Yousif
BBC News

1 abril 2024, 16:05 GMT

Todos los lunes, el exalcalde de Vancouver Kennedy Stewart recibía un correo electrónico con
una lista de todas las personas que habían muerto en la ciudad por sobredosis la semana
anterior.

Un día, hace tres años, esa lista incluía el nombre de alguien que conocía, la hermana de su
cuñado.

"Murió aquí en la calle a las dos de la mañana", le dice Stewart a la BBC en su oficina, apuntando
por la ventana.

"Cuando esto llega a tu familia, te das cuenta cuán dramática es toda esta situación".

América del Norte se encuentra en medio de una crisis muertes por sobredosis de drogas
duras.

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En Canadá, en ningún lugar este problema se siente más agudamente que en la Columbia
Británica, donde la crisis fue declarada como emergencia de salud pública ya en 2016.

Se estima que alrededor de 225.000 personas consumen drogas ilegales en la región, que en
2023 registró un récord de más de 2.500 muertes por sobredosis.

Los expertos afirman que el suministro de drogas callejeras tóxicas, mezcladas con fentanilo y
otros productos, agrava drásticamente la situación.

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La epidemia de opioides en Estados Unidos empezó en la segunda mitad de la década del 90.

En un intento por abordar la crisis, en enero de 2023 la Columbia Británica se convirtió en la


primera (y única) provincia de Canadá en despenalizar la posesión de una pequeña cantidad de
drogas duras, para "reducir las barreras y el estigma" que impiden a las personas con adicción
grave pedir ayuda o tratamiento que les salve la vida.

El programa -que se ejecutará con carácter piloto hasta 2026- permite a los adultos poseer
hasta 2,5 gramos de heroína, fentanilo, cocaína o metanfetamina sin ser arrestados, acusados
ni confiscados, excepto en las cercanías de escuelas y aeropuertos.

Pero con poco más de un año de vida, el proyecto se ha visto sometido a una presión cada vez
mayor por parte de algunos residentes y opositores políticos, quienes lo han calificado como un
"experimento dañino" implementado sin salvaguardias para el público, que "ha fracasado por
completo" en reducir las muertes por sobredosis de drogas.

La Columbia Británica presentó en respuesta un proyecto de ley que ampliaría los lugares
donde está prohibido el consumo de drogas para incluir no sólo escuelas y aeropuertos, sino
también parques infantiles y las cercanías de hogares y negocios.

Pero la medida fue bloqueada por la Corte Suprema de la provincia alegando que causaría
"daño irreparable" a las personas que consumen drogas.

El exalcalde de Vancouver Kennedy Stewart, que impulsó la despenalización.

Ahora los partidarios de la despenalización temen que la aceptación pública de la medida se


esté desgastando.

"Es realmente desafortunado", indica Fiona Wilson, subjefa del Departamento de Policía de
Vancouver, quien también es presidenta de la Asociación de Jefes de Policía de la Columbia
Británica.

"Al fin y al cabo, todos remamos en la misma dirección con respecto al hecho de que no
queremos criminalizar a las personas por su consumo de drogas, ya que debería tratarse como
una cuestión de salud", señala.
La gota que colmó el vaso
El debate se ha intensificado en todo el país.

En Port Coquitlam, un suburbio de 60.000 habitantes al este de Vancouver, un altercado


durante la fiesta de cumpleaños de un niño fue "la gota que colmó el vaso" para el alcalde Brad
West.

West le contó a la BBC que una familia había visto a una persona consumiendo drogas cerca de
la fiesta, celebrada en un parque local. Al ser confrontada, la persona se negó a irse, dijo.

"Esto es inaceptable", afirmó, recordando que la policía tiene derecho a intervenir en esa
situación.

En otros lugares surgieron historias sobre los artefactos para consumir drogas encontrados en
parques y sobre perros que ingirieron accidentalmente opioides dejados por el suelo.

En junio, Port Coquitlam aprobó por unanimidad sus propios estatutos para restringir parte del
consumo público de drogas. Otras jurisdicciones han seguido el ejemplo.

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El programa permite el consumo en sitio públicos, pero con algunas restricciones.


La despenalización se basa en el argumento de que la guerra contra las drogas ha fracasado.
Sus partidarios piensan que arrestar a personas con adicción grave y confiscar sus drogas podría
aumentar su probabilidad de sufrir una sobredosis al obligarlas a buscar otras drogas que
puedan ser letales.

Tener antecedentes penales también puede impedirles encontrar un trabajo estable, lo que
reduce las posibilidades de recuperación.

"Me encarcelaron durante nueve meses por medio gramo de cocaína", relató Guy Felicella, un
defensor del proyecto, que se recuperó de la adicción a las drogas después de sufrir seis
sobredosis en 2013.

La despenalización, explica, me habría ayudado a reducir su miedo a ser castigado legalmente,


un miedo que lo obligó a consumir en privado, fuera de la vista de alguien a quien podría haber
pedido ayuda si sufría una sobredosis.

Otros países
Portugal, donde las drogas fueron despenalizadas en 2001, tiene tasas de mortalidad por
drogas significativamente más bajas que las de otros países.

Su éxito inspiró los esfuerzos, tanto en la Columbia Británica como en el estado estadounidense
de Oregón, que despenalizó las drogas en 2020.

Pero en los tres lugares, la medida ha despertado rechazo, y en Oregón, los legisladores
votaron en marzo para revertirla por completo después de que se la culpara de un aumento en
el desorden público y el consumo de drogas.

En la Columbia Británica, el impulso del gobierno para revisar su política de despenalización fue
cuestionado ante los tribunales por temor a que condujera a un "mayor riesgo de muerte por
sobredosis".

Hasta ahora, los tribunales se han puesto del lado de ese argumento, un resultado que ha
provocado reacciones mixtas.

Para el alcalde West, los tribunales "no tienen contacto con la situación real".

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