Está en la página 1de 3

DEBATE EN CONTRA DE LA LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS

José Jaime Vargas arenas

Grado 9° Institución Educativa San Rafael

Heliconia 17 de septiembre de 2022

En el mes de octubre de 2009, una encuesta de Gallup halló que el 54% de los
encuestados estaban en oposición a la legalización del cannabis. Los partidarios de la
prohibición afirman que las leyes sobre drogas tienen un historial exitoso en la
supresión del empleo de drogas ilegales desde el momento en que se introdujeron hace
cien años. En segundo lugar, los daños del incremento del uso de drogas adictivas, que,
como se describió anteriormente, sería una consecuencia de la legalización y sus precios
mucho más económicos, superan con creces los daños recientes del delito de la
prohibición.

Las reacciones, como siempre, fueron encontradas. Ciertos afirmarán que “algunas
personas son criminales por naturaleza. Si no pueden cometer un delito, van a buscar
otra forma de delinquir por el hecho de que está en su naturaleza”. Parte de la población
delinque por naturaleza y lo único que podemos llevar a cabo es capturar y encarcelar a
estos individuos. Muchas personas sostienen que, al terminar la guerra contra las
drogas, las bandas delincuentes sencillamente procurarían otra forma de subsistir, como
con la trata de personas, la prostitución, el rapto u otras cosas mucho más depravadas,
como la pornografía infantil. Nadie quiere que haya un colapso en el precio en el
momento en que se legalice por el hecho de que podría aumentar el consumo. (En el
momento en que un producto se vuelve más barato, mucho más gente lo puede comprar.
Por ejemplo, si hoy baja el valor de la cerveza a la mitad, más personas saldrían a
beberla).

La legalización no reduce la rentabilidad de un producto adictivo. Véase el caso del


tabaco. Según la OMS, en sólo cinco países (E.U., China, India, Rusia y Brasil) se
consumen más de dos billones de cigarrillos al año que, al precio equivalente en dólares
de la marca más vendida en cada país, representan ventas por $331.500 millones.

El mismo informe de la OMS señala que en muchos países subdesarrollados, el


consumo de tabaco representa hasta el 10 por ciento del gasto familiar para millones de
familias pobres. Pero como se trata de una adicción, ellos no logran abstenerse de
consumirlo, aunque estén sacrificando otros consumos que les darían mayor bienestar.

El informe de la OMS indica que el consumo de tabaco, de comercio legalizado, mató


en el siglo XX a 100 millones de personas, que actualmente mata a más de cinco
millones cada año, y que al ritmo que crece el consumo -legalizado en todas partes- las
proyecciones son las de que el tabaco matará a 1.000 millones en el siglo XXI.

La corrupción entre las agencias encargadas de la interdicción del narcotráfico es


frecuente y un riesgo enorme, que ha afectado a funcionarios de altos niveles en muchos
países. Si se legalizara el comercio, a cambio de imponer impuestos muy fuertes, y el
control pasara de las agencias tipo DEA - Policía - Fiscalía a otras agencias tipo aduana
- tribunales aduaneros y superintendencias de Industria y Comercio, ocurriría lo mismo
que sucedió con el tabaco y el alcohol.

La OMS estima que, en el caso de una droga adictiva legalizada, el tabaco, que mata a
cinco millones de personas cada año, en los países a los que le ha podido levantar
información estadística sólida, resulta que apenas se destina un dólar por cada cinco mil
dólares recaudados en impuestos sobre el consumo de tabaco.

Las acciones de control policial están sometidas en los países democráticos a control
por parte de jueces independientes. Y seguirían aplicándose en todo caso -aún con la
legalización de las drogas- como parte de la prevención del terrorismo.

Los colombianos están casi todos profundamente agradecidos con el Plan Colombia que
fortaleció la cooperación entre E.U. y Colombia contra el narcotráfico y el terrorismo.
Los colombianos saben que la victoria todavía está lejos, pero reconocen que es
preferible continuar combatiendo esos delitos, que entregar el país en manos de los
bandidos, legalizándoles el negocio.

La solución es mejorar la eficacia de la acción judicial y no suprimirla.

¿Qué es legítimo tolerar y qué no? En el caso del tabaco y el alcohol, la sociedad tolera
que los individuos se causen daño a sí mismos, y congestionen los presupuestos de
salud pública, considerando que esto es un mal menor. La industria tabacalera se ha
encargado de que no haya un amplio reconocimiento social de la cantidad de muertes
innecesarias asociadas al consumo de tabaco. Van para 1.000 millones de personas en el
siglo XXI.

Lo más esencial que aprendí de todo esto y lo que me logró crear estos conceptos es
que, para poner fin a la guerra contra las drogas, no debemos guiarnos por el temor, sino
más bien por los datos sólidos de que disponemos.

Los cultivadores de drogas suelen optar por producir en áreas con ecosistemas con
abundante biomasa vegetal para esconder mejor sus operaciones. En último término,
esta práctica conduce a una mayor deforestación que ayuda a una mayor afluencia de
gases de efecto invernadero a la atmósfera. Además, se demostró que la pulverización
aérea de herbicidas como el glifosato empleado en los esfuerzos de erradicación y
control tiene efectos negativos en la salud humana y ambiental. Esa cantidad se
mantuvo prácticamente sin cambios desde 1975, y nunca ha caído por debajo del 82,7%
en tres décadas de encuestas nacionales. Más allá de que en ocasiones se expresa la
preocupación de que la “guerra contra las drogas” nunca se logre ganar, no se admite
que otras guerras policiales justificadamente costosas, como los “bombardeos” por
exceso de velocidad, tampoco se pueden ganar. Tales bombardeos desmullen y
contienen el exceso de velocidad, como sucede con la vigilancia del empleo de drogas
ilícitas.

También podría gustarte