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Eduquemos Juntos

TEMA
Dos cerebros son mejor que uno
“El cerebro humano es muy particular, pues requiere de los primeros veinte
años de la vida para desarrollarse y alcanzar su pleno potencial
intelectual y de adaptación al medio social y cultural”

¿Cuál es tu respuesta habitual cuando tus hijos se alteran? La reacción de


algunos padres es responder con el cerebro izquierdo y fijarse solo en los
hechos y las soluciones. ¿Te suena de algo estas frases?
No te preocupes. No hay nada que temer.
No pasa nada si se ha roto. No tienes más que arreglarlo.
No hay ninguna razón para llorar. Perder forma parte del juego.
Loa deberes son una obligación tuya. Hazlos. Si te concentras acabarás antes.
Ofrecer una respuesta basada en la lógica no tiene nada de intrínsecamente
malo, solo que rara vez surte efecto cuando un adolescente está alterado. La
lógica del cerebro izquierdo casi nunca es eficaz cuando tu hijo está en plena
rabieta y a merced del cerebro derecho. ¿Crees eso es lo que les pasa a tus
hijos?

Otros padres pueden relacionarse desde el cerebro derecho. Lo bueno de eso


es que ofrece una oportunidad para la conexión emocional. Pero el peligro
está si respondemos por entero desde una modalidad emocional, corremos el
riesgo de sumir al adolescente en un caos mayor y no somos capaces de darle
la clase de respuesta bien sintonizada que necesita para experimentar sus
propias emociones de manera segura.
La clave está en lograr integrar las dos partes del cerebro, permitiéndoles trabajar en equipo.
No nos conviene actuar solo desde la perspectiva del cerebro izquierdo- lo que conduciría a
un desierto emocional-, ni solo desde la perspectiva del cerebro derecho, lo que produciría
un tsunami emocional.

Pero cuando las dos partes trabajan juntas, y cuando abordamos a los niños desde la
perspectiva del cerebro pleno, podemos satisfacer sus necesidades de manera mucho más
completa y reconducirlos hacia el río de bienestar.
Para ayudarte a ver claramente la diferencia entre el procesamiento con el lado derecho y el
procesamiento con el lado izquierdo, prueba con este breve ejercicio. Dedica un momento a
reflexionar acerca de la experiencia del nacimiento de tu hij@, o la primera vez que lo
sostuviste en tus brazos o cualquier otro acontecimiento significativo en tu vida.

Lo más habitual es que la gente evoque las experiencias importantes más bien desde la
modalidad del cerebro derecho, en la que diversas imágenes del recuerdo en cuestión
surgen de modo que pueden parecer no lineal, casi aleatorio, tal vez incluso acompañadas de
sensaciones corporales y emociones que van apareciendo a medida que vamos recordando.

Pero para entender la vida de verdad, no se puede usar únicamente una modalidad u otra.
Necesitamos el cerebro derecho tanto como el izquierdo: el izquierdo ofrece palabras y
orden; el derecho, textura y un contexto emocional a las experiencias.

Lo mismo es aplicable a tus hijos, sobre todo cuando se altera y no controlan sus emociones
ni su cuerpo.

¿Cómo te indican tus hijos que lo están pasando mal?

¿Qué cara pone? ¿Qué hace? ¿Llora? ¿Grita? ¿Tira objetos? Repasa la lista de respuestas más
habituales que aparece a continuación, añade otras. Mientras estás pensando en cómo
expresa tu hij@ sus niveles más elevados de intensidad emocional, recuerda en qué otro
detalle puede ayudar a dibujar una imagen completa de las circunstancias.

¿Cómo reaccionas cuando tus hijos se alteran?

Ahora piensa en ti, y en cómo respondes en situaciones de mucho estrés con tus hijos.
Cuando ves las señales que has descrito antes, ¿cuál es tu respuesta? ¿sueles recurrir a la
lógica y explicar las razones por las que tu hijo no debería sentirse como se siente? ¿sueles
responder a su reacción emocional con tu propia reacción emocional, aumentando así el
caos de la situación? ¿o sueles mostrarte más integrado, combinando las modalidades de los
cerebros izquierdo y derecho? Si eres como la mayoría de los padres, ¡dependerá del día!

Lo más probable es que reacciones de una manera distinta según las circunstancias, pero,
en general, ¿cuál es tu respuesta más habitual?. Evalúa a qué número correspondería tu
reacción más frecuente cuando tu hijo sufre un aluvión emocional.
Para reflexionar

Piensa en las diversas maneras en que utilizas. la comunicación no verbal con tu hijo cuando
se siente desbordado por las emociones. Ten en cuenta que tus propias conductas pueden
reforzar u obstaculizar la conexión con tu hijo, según como abordes la situación.

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