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Prof. Lic.

Claudio Ghiso

SINTESIS TEORICO Nº 1
PRESENTACION
CONSIDERACIONES GENERALES - PRIMERA PARTE
Orígenes de la Ps. Forense
El papel de las ciencias en el conocimiento del hombre
La Psicología y su aplicación en el campo jurídico.
Delimitación del objeto de estudio de la Psicología Jurídica, diferenciación con la Psicología Forense
Entrecruzamiento discursivo entre la Psicología y el Derecho

Luego de las presentaciones de rigor e introducción sobre aspectos que hacen a la organización de esta
cursada, mencionaba que ustedes están asistiendo al primer teórico de una materia en la que – de alguna
manera- se van a encontrar con una terminología diferente, conceptos y nociones que pueden resultarles
ajenos o causar alguna preocupación al principio. Seguramente llegará ese momento en el que no tengan bien
en claro si están cursando en la Facultad de Psicología o en aquella que encontramos en avenida Pueyrredón
y Figueroa Alcorta como es la Facultad de Derecho.

Es cierto que, para aquellos como ustedes que ya vienen con cinco o más años de carrera, acostumbrados a
otro lenguaje y conceptos ejercitados con mayor frecuencia y habilidad, puede resultar inicialmente complejo
tener que asimilar otros, emparentados con el campo jurídico. Pero también es cierto que esta especialidad no
puede desconocer y/o prescindir de ellos y necesariamente debe incorporarlos para su mejor ejercicio y
desarrollo en los ámbitos de su incumbencia, lo cual iremos viendo progresivamente al transitar por las
diferentes unidades, tanto este espacio como en el de trabajos prácticos

Con ello estoy diciendo que; quienes pertenecemos al área y desarrollamos nuestra actividad en varios de los
ámbitos atravesados por el discurso y los efectos de las intervenciones provenientes del campo legal -que se
tratarán durante esta cursada-, debemos atender e incorporar algunos aspectos que no son precisamente de
nuestra ciencia, pero que en definitiva, son los que nos permiten desenvolvernos de mejor forma, con mayor
soltura y solidez en otro campo como lo es el campo jurídico.

Por otra parte, ya veremos que psicología y ley, psicología y Derecho, en algunos aspectos están mucho más
cerca de lo que hoy ustedes podrían representarse, si bien, en otros, ambas ciencias se distancian. En ese
sentido veremos los puntos de acuerdos y desacuerdos que vinculan a ambas disciplinas.

Inicialmente les propuse un esquema de trabajo que podría resultar de alguna utilidad para ordenar el tema a
desarrollar, conforme lo establece el Programa de Teóricos. Nos situamos en la Unidad Nro.1 con el objeto de
introducirlos en el contexto socio-histórico en el cual podríamos localizar el surgimiento de la Psicología
Forense o al menos, rastrear algunos antecedentes que permitan comprender sus comienzos y cuáles fueron
las bases sobre las que se ha edificado aquello que hoy denominamos Psicología Jurídica.
Tomando en cuenta la posibilidad de que algunos compañeros hayan asistido ya al primer práctico, contando
con una definición de Psicología Jurídica o aproximación a lo que ella comprende, desde este espacio se
propone ir modelando esa definición a medida que vayamos avanzando en las unidades. Ello en virtud de que
una diversidad de temáticas y la manera en que el psicólogo jurídico se relaciona con ellas, nos permitirán
configurar de manera integral dicho concepto. Sin perjuicio de lo antes dicho, podríamos comenzar planteando
que hay una forma de definir a nuestra especialidad, a nuestro campo de ejercicio profesional. Para ser justos,
hay diversas definiciones conforme la postulan distintos autores: una más acotada y sencilla, fácil de recordar y
otras que amplían el concepto y ofrecen otra dimensión respecto del campo de inserción de los profesionales
psicólogos orientados hacia esta especialidad.

Pasemos entonces a definir Psicología Jurídica a partir de dos formas que he seleccionado y que he
consignado en la siguiente plantilla.
“La psicología jurídica es aquella rama de la psicología aplicada al campo legal, al campo jurídico” y
también podríamos decir, al todo legal... Definirla de esa manera no está mal. Sin embargo, el desarrollo y
crecimiento de esta rama de la psicología nos ha llevado a decir un poco más.

Otra manera de definirla - tal la concibe un prestigioso español, Javier Urra Portillo-, refiere a ella como la
ciencia que aplica todas las ramas y saberes de la psicología ante las preguntas que emanan de la
justicia, cooperando en todo momento con su administración y mejorando el ejercicio del Derecho.

Pero tenemos una tercera forma de definir Psicología Jurídica, que en acuerdo con las dos primeras amplía
mucho más respecto a los ámbitos de su aplicación

“La Psicología Jurídica es aquella parte de la psicología que se desarrolla en el ámbito jurídico
específico, en sus órganos dependientes y en aquellos conexamente vinculados”.

¿En qué punto esta última se ajusta más al desarrollo de nuestra práctica? Por un lado Individualiza los
diferentes ámbitos de inserción del psicólogo jurídico pero por otro, diferencia lo meramente forense (actuación
del psicólogo en el Ámbito Tribunalicio) de aquellos otros ámbitos en los que el psicólogo jurídico también
tiene específicas y relevantes incumbencias.

Entonces, hasta aquí y sumado a lo anterior, deberíamos decir que la psicología jurídica surge de la
articulación de dos fuentes de conocimiento: psicología y derecho.

Es por ello que frecuentemente hablamos también de una suerte de entrecruzamiento discursivo. Y con
relación a ese entrecruzamiento discursivo entre psicología y derecho les refería que si bien estamos frente a
discursos opuestos, coexisten puntos de acuerdos y desacuerdos entre ambas ciencias. Primeramente
podríamos mencionar que ellas comparten un mismo objeto de estudio.
Cuando digo objeto de estudio me estoy refiriendo a la conducta, al comportamiento humano, ya que también
podríamos agregar aquí que en el campo legal, tanto la psicología como el derecho se entrecruzan con
relación a un sujeto en situación de atravesamiento legal. Aquí debo hacer una aclaratoria, habida cuenta de
que ustedes podrían señalar y con razón, el hecho concebir que todos los sujetos se encuentran atravesados
legalmente.

Eso es cierto si lo pensamos a partir de una ley que pre-existe al sujeto, entendiendo que un individuo no sólo
nace en un mundo de lenguaje sino que en ese mundo ya hay Ley, aunque esa ley (positiva) no es
exactamente la ley que más ocupa a la psicología ya que ella pondrá foco en otra (ley subjetiva). Pero al
indicar Sujeto en situación de atravesamiento legal lo que estoy describiendo es el estado circunstancial que
puede ocupar a una persona en algún momento de su vida, o dicho de otra forma, la eventual situación que
lleva a una persona a verse involucrada en un proceso que la sitúa en otro escenario, un escenario legal y más
precisamente: jurídico-judicial.

Con ello me refiero a todas aquellas situaciones que requieren de la intervención de un otro para su resolución
y ese otro es el Poder Judicial. Ciertamente, primero puede venir a nuestra mente una situación que tenga que
ver más con cuestiones inherentes al fuero penal como sería en el caso de los delitos, pero pensemos que hay
una infinidad de problemáticas que pueden involucrar y comprometer a una persona y cuyo tratamiento -
agotadas otras instancias- debe indefectiblemente cursar por ante los estrados judiciales.

Si la psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano abarcando todas las actividades,
sentimientos y razones de la persona (Ser), el derecho es la ciencia que estudia el comportamiento humano en
términos de “deber ser”, es decir, centrándose en el cumplimiento o incumplimiento, en la observancia o
inobservancia de las leyes, normas, preceptos, etc.
Por definición, el derecho es un sistema de normas más o menos coercibles que regulan la convivencia
social.
No quisiera adelantarme con nociones que explicaré cuando tratemos organización del poder judicial y proceso
judicial pero tengamos en cuenta que la ley escrita, la ley positiva, a modo de ejemplo: el Código Penal y el
Código Civil, establecen una serie de normas, pautas, procedimientos, prohibiciones, habilitaciones, sanciones,
etc. El código penal no sólo describe las conductas prohibidas y sancionables sino también; conductas
debidas. Es decir que la frente al hecho de violar una norma haciendo lo prohibido o no haciendo lo debido, allí
cuando la ley refiere que sí debo realizar tal o cual acción, una persona puede ser sancionada penalmente. De
igual modo, por ejemplo: si deseo contraer matrimonio debo sujetarme a la requisitoria que establece el código
civil a tales efectos, independientemente de que en ambos casos yo esté o no de acuerdo con lo que establece
la norma.

Ahora bien, en la apertura de esta primera clase, habíamos referido una suerte de construcción que iremos
realizando con el fin de delinear el concepto de la psicología jurídica a partir de sus orígenes pero también a
partir de un recorrido en el que se abordarán distintas problemáticas, comprendidas en el programa de la
currícula. De hecho, algo adelantamos tomando como punto de partida el motivo por el cual en un momento no
muy lejano, habíamos convenido en modificar la denominación histórica que conservaba la asignatura
(Psicología Forense) por la actual (Psicología Jurídica).

Psicología Forense, ¿a qué remite?

“forense” remite a “forum”, “fuero” o “foro”.

¿Qué son los fueros o foros?


¿Qué se representan con la imagen que aparece a la izquierda de la siguiente plantilla?

Alumna Un es espacio de discusión. Está exponiendo frente a otros.

Si vamos a la traducción latina para describir en la antigua Roma estos términos, encontraremos que el “fórum”
resultaba un espacio público destinado a las discusiones y debates de distinta índole: civiles, militares,
políticas, económicas, comerciales. Así también, la instancia conclusoria y decisoria de lo que hoy podríamos
referir como un juicio y del que resultará algo.

La palabra forense viene del adjetivo latino “forensis”, que significa "perteneciente o relativo al fuero o foro".

También situándonos en esa antigua Roma, otros antecedentes históricos refieren la presencia del Pretor en
los fueros o foros romanos. Pretor proviene de pretorio o pretorial, término que remite a la autoridad máxima
militar de la época y al lugar que ocupaba cercano al poder. La presencia del pretor en los fueros se atribuía al
tratamiento de aspectos inherentes a la fuerza militar, misiones y propósitos a futuro, como así también; a la
exposición de otros hechos que eran tratados en esos espacios y de los que resultaban medidas y/o sanciones
cuyos destinatarios entre otros, eran los infractores, ofensores y conspiradores, etc.

Debemos decir también que una de las deformaciones del término en cuestión remite a faro. Faro que da luz,
que orienta, direcciona, que dirige.
Contemporáneamente suele utilizarse en la oratoria de algunos hombres y mujeres del derecho, al igual que
literarios y frecuentemente periodistas, una expresión seguramente conocida por todos ustedes: “echar luz”.
Echar luz en tanto iluminar, descubrir o esclarecer algo. Esclarecer alguna cuestión que se está tratando. En
ese sentido, la función del fuero mucho tenía que ver con ello mediante un procedimiento cuya finalidad no era
otra que la de llegar a la verdad.

Algo que iremos viendo a medida que avancemos por las distintas unidades, nos permitirá centrarnos en
diversas problemáticas que pueden llegar a la instancia judicial para su resolución. Resolución a la que debe
llegarse con una plena convicción jurídica. Y para ello, el derecho debe contar con el auxilio de otras ciencias
que discutan, debatan y echen alguna luz sobre alguna materia, sobre alguna cuestión. A modo de ejemplo;
podría adelantarles que nuestra intervención se relaciona con diversos casos que tramitan por el Fuero Civil,
otros inherentes al Fuero de Familia, Fuero Laboral, Penal, etc. Pero ello tiene que ver con un rol específico
que podemos ejercer los psicólogos jurídicos en el ámbito Tribunalicio que trataremos en relación a la actividad
pericial que nos convoca y compete.

Al decir problemáticas que pueden llegar a los estrados judiciales, siempre estamos hablando de un conflicto
de partes o un conflicto entre partes que para su resolución se requiere de un otro, un tercero ajeno al conflicto,
quien a partir de escuchar ambas posturas y reunidos todos los elementos que el caso requiera, arribe a un
veredicto, dictamen, fallo o como ustedes habrán escuchado, una sentencia. Cuando digo conflicto, digo
conflicto intersubjetivo de intereses. Ello implica que hay una parte que persigue o pretende algo y hay otra que
por premisa rechaza o refuta tal pretensión.

Si la compañera me demanda a mí por “x” razón, reclamando algo y yo rechazo cualquier pretensión de su
parte sobre dicha cuestión, tenemos ahí un conflicto de partes. Ella dice su verdad y yo digo la mía o bien
afirmo que lo que ella dice no es veraz.

Tomando dicho ejemplo por el que quedamos enfrentados ella y yo, ¿quién podría resolver la cuestión o arribar
a una conclusión justa que resuelva el problema?
Alumno: Un juez

Bien. Podríamos decir: un juez o un tribunal. Pero cuando decimos que tanto un juez como un tribunal deberían
alcanzar cierta convicción jurídica previa a la emisión de un fallo, también decimos que él o los magistrados
intervinientes deben reunir todas las pruebas y todo elemento que aporte a la causa para su mejor conclusión.
Ello convoca, saberes y conocimientos que son ajenos al Derecho. Son otros los actores que proveen de su
sabiduría y experticia a los hombres y mujeres del derecho para un mejor ejercicio legal y administración de
justicia.

Por lo tanto, dicha denominación (psicología forense) circunscribía exclusivamente el actuar del profesional
psicólogo al Ámbito Tribunalicio que es precisamente aquél ámbito - el único – en el que vamos a encontrar
Fueros.

Acá nos detuvimos para explicar que nuestra especialidad se ha ido forjando como tal, a partir de los
desarrollos de colegas y de la inserción de nuestra disciplina en otros ámbitos institucionales que si bien no
son judiciales, guardan una estrecha relación con dicha esfera, a partir de los entrecruzamientos discursivos
como así también, las intervenciones que se realizan conforme a las diferentes situaciones o problemáticas
que se atienden en estos ámbitos institucionales.

Sobre ese punto indicábamos a los órganos conexamente vinculados como aquellas instituciones que no
siendo judiciales, reciben o son atravesadas por el discurso jurídico, pero además –tal como he explicado-
resultan receptoras de sujetos en situación de atravesamiento legal a partir de esas intervenciones y
resoluciones judiciales a las que hacíamos mención.

Ante la pregunta de qué tipo de institución que no siendo judicial, recepta a sujetos que necesariamente han
atravesado algún proceso jurídico-judicial, se demoró la respuesta más habitual: “la cárcel”. El ámbito
penitenciario es uno de aquellos conexamente vinculados tal como lo expresa la definición de Psicología
Jurídica. Cuando digo que es uno, estoy indicando que hay otros que si bien no pertenecen al Poder Judicial
sino al Poder Ejecutivo, asisten, abordan, tratan, alojan o custodian a personas que atraviesan distintos
procesos judiciales o sobre quienes han recaído determinadas resoluciones, una vez finalizado tal proceso.

A modo de ejemplo refería los Centros Cerrados para jóvenes infractores a la ley penal (Institutos de menores
como se los llamaba hace unos años) y los Centros para la asistencia a los consumos problemáticos,
distinguiendo para el caso de los segundos, aquellos sujetos que llegan en forma voluntaria de aquellos que
llegan por un imperativo legal, a partir de un oficio judicial que dictamina la realización de un tratamiento.

Al Mencionar el Ámbito Hospitalario, reseñé sobre aquella casuística que puede requerir de una intervención
proteccional del Estado en manos del Ministerio Público, específicamente en lo que hace a las incumbencias
de la figura de Asesor de Menores e Incapaces o Ministerio Público de la Defensa - lo cual van a ver
seguramente en comisiones de Trabajos Prácticos - pero adelanté que hay una serie de situaciones que
pueden darse en el seno de los Establecimientos Psiquiátricos o en Servicios de Psicopatología de un Hospital
General por el que podemos tener que responder requerimientos que emanan de la Justicia, estableciéndose
ahí y de manera conexa, un vínculo entre aquella y el/la profesional interviniente.

Otro de los motivos que promovieron hace aproximadamente dos décadas cambiar el nombre a la asignatura
resultó del crecimiento y reconocimiento que a nivel mundial ha tenido esta disciplina en las últimas tres
décadas siendo más utilizado Psicología Jurídica como rama y especialidad dentro del campo de la psicología
como sucedió en España, con un importante desarrollo y producción en este campo, luego extendiéndose
gradual y progresivamente a otros países de Europa y países de la región como Chile, Colombia, Costa Rica,
Uruguay entre otros.

Entonces, hasta aquí ya estamos en condiciones de establecer que esta especialidad cobra importancia por el
ejercicio profesional que se efectiviza esencialmente en dos escenarios en los que distinguimos la actividad
profesional:

1) Tarea Pericial (Ámbito Tribunalicio)


2) Tarea Asistencial (Ámbitos Institucionales NO judiciales pero vinculados)

Siguiendo de alguna manera el orden impreso en el esquema de trabajo que les he presentado, poder precisar
el surgimiento de la ciencia o localizar los inicios de la psicología forense no era tan sencillo, pero sí - en tal
caso - aproximarnos a partir de los antecedentes con los que contamos, considerando a ellos como las bases
sobre las que se ha ido edificando la misma. Sin lugar a dudas, el auge mundial del positivismo europeo resulta
el mejor escenario, toda vez que dicho movimiento fue el que mayor revolución y reformulación generó en
todas las ciencias. Aquí planteábamos un momento histórico-socio-político y económico, de importancia en
virtud de los cambios que comenzaban a sustanciarse en ese resurgir de la civilización de la noche feudal a la
que hacíamos mención en la clase.

Un documento de jerarquía tomábamos en cuenta como marco referencial y basal de estos procesos de
transformación social:

 La Declaración de los Derechos del Hombre en Francia en el marco de la Revolución francesa de


1789.

Pero también habría que destacar que con anterioridad ya se contaba con

 La firma de la Carta Magna en Inglaterra.


Dos documentos que si bien se separan por muchos años, se unen en el espíritu de sus tratados y en la
materialización de reformas que impactaban significativamente en el cuerpo social. A partir de la Revolución
francesa, igualdad de condiciones a los señores feudales respecto del Rey pero por otra parte, comenzó a
considerarse al hombre como centro de la historia, de su historia.
Algunas ciencias preocupadas e interesadas con los aspectos relacionados con su actuar direccionaron sus
esfuerzos con el propósito de dar respuesta a la fenomenología de la época y a ensayar posibles abordajes y
soluciones en torno a ella.

No caben dudas que el Siglo XVIII marcó un antes y un después en el desarrollo de la civilización, en el
ordenamiento social y en la creación de una nueva institucionalidad que devino necesaria frente a la reforma,
procurándose dar respuesta a fenómenos que se imponían en la época, generando alarma social.

¿Pero qué es lo que surge del siglo XVIII?


Alumno: La Revolución Industrial.
Como bien dice el compañero, se combinan dos eventos importantes. Revolución francesa y Revolución
industrial inglesa que marcan un antes y un después respecto de la estructura y entramado social.

A partir de tal efervescencia en el campo científico, -entre ellas las ciencias penales- era necesario dar alguna
respuesta a nuevos fenómenos. Personalidades importantes en el mundo de la medicina, la psiquiatría, la
criminología y la antropología criminológica, comienzan a centrar sus estudios ya no, en el acto en sí mismo o
en las consecuencias del actuar, o su resultado final, sino en aquellos factores que podrían incidir en el
comportamiento criminal.

La mirada ya no recaía específicamente en el resultado, en el acto o sus consecuencias sino que se


comenzaba a investigar acerca de los procesos o motivaciones que llevaban a un individuo a delinquir, a
cometer un determinado crimen.

A mediados del 1800, personalidades del mundo científico del S. XIX resultaron actores fundantes de la
Escuela Positivista del Derecho Penal y reconocidos como precursores de la Criminología positivista que
posteriormente y como resultado de sus producciones, sumadas a las de otras corrientes, abonaron el terreno
en el que aparecería la Psicología Forense.
Podríamos citar con respecto al estudio de la criminalidad los aportes de personalidades tales como Pinel,
Ferrarese, Gaspar Virgilio, Carrara, Lombroso, Ferri, Garófalo, Di Tulio, entre otros.

A Philippe Pinel uno suele recordarlo como aquél médico psiquiatra que rompió las cadenas que sujetaban a
los desviados morales y enfermos de espíritu (delincuentes y locos) requiriendo a colegas y auxiliares aplicar
un trato más humano para con los diferentes estudiados en esa época. Tengamos en cuenta que para esa
época, loco y delincuente formaban parte de una misma categoría “desviación” y además, recibían similar o
idéntico trato o tratamientos, la más de las veces, aberrantes.

Pinel refería la existencia de estigmas psicológicos presentes en el bagaje conductual de aquellos que
infraccionaban. Atribuía un estado de insensibilidad moral, una suerte de ausencia de conciencia moral.
Caracterizaba tales personalidades a partir de ciertos patrones comunes como lo imprevisible y la
impulsividad lo cual ligaba también a procesos deficitarios en la esfera intelectiva de los sujetos examinados.
Propuso a su entorno científico despojarse de todo carácter vindicativo en el trato a dispensar tanto a quienes
padecían enfermedades mentales como aquellos que transgredían la norma. Vindicativo debemos tomarlo
como lo indica el adjetivo en términos de venganza (vengativo) algo que posteriormente también sostuvo Luis
Ferrarese en pos de humanizar todo trato dirigido dispensar a sujetos que eran señalados como locos o
delincuentes.
La producción científica de Luigi Ferrarese, médico italiano que ocupó el cargo de diputado a mediados del
S.XIX y se lo consideró defensor de la frenología, se procuraba establecer relaciones entre crimen y locura
pero avanzó algunos pasos al considerar la posible incidencia de otros factores que escapaban a lo
meramente biológico.
Tengamos presente que para esa época la primera explicación sobre la conducta criminal se emparentaba a
factores predisponentes que se presumían degenerativos, innatos, congénitos y hereditarios. Ferrarese no
pudo excluir del todo el componente biologista pero al menos se permitió presuponer la influencia de aspectos
sociales y ambientales que podrían impulsar a un individuo a la realización de ciertos actos.

De sus trabajos también se desprende que observaba en los delincuentes una ausencia de voluntad para
modificar tales comportamientos que él planteaba en términos de resistencia a la recuperación moral.
Por su parte, Gaspar Virgilio, otro de los precursores de la Criminología positivista, publica un “Ensayo acerca
de la naturaleza morbosa del crimen”. Fíjense que ya el título indica ese carácter mórbido o de morbilidad,
íntimamente ligado a enfermedad mental. Virgilio tenía una concepción del delito como respuesta conductual,
resultante de factores incidentales que sostenían los adherentes a la corriente biologista, pero él trazó una
línea investigativa en otra dirección. Hacia 1874 publica “Sulla natura morbosa del delitto” en el cual se advierte
la utilización del término “criminal nato”, edición que resultó de su trabajo de investigación con condenados por
diferentes delitos. En su muestra poblacional incluyó un estudio antropológico con variables tales como la
examinación del lugar de nacimiento, procedencia y residencia de los condenados, una completa anamnesis
en la que apuntaba los antecedentes clínicos, salud actual, enfermedades del sistema nervioso, historia
criminológica, etc. En ese sentido, sin perjuicio de la pregnancia de factores orgánicos y/o degenerativos, su
estudio involucró otros aspectos como el de las influencias del medio.

Cesare Lombroso fue uno de los investigadores italianos que se plegaron al positivismo francés. Médico
psiquiatra, forense, criminólogo y para algunos, alienista. Su verdadero nombre es Ezecchia Marco Lombroso y
orientó su trabajo con una concepción teórica biologista que fue centro de diversos cuestionamientos por el
mundo de la ciencia. Realizó una enorme cantidad de estudios, especialmente de carácter antropométrico a
partir de la observación de internos cuyos resultados ordenó y clasificó pacientemente.

Su teoría presentaba causales bio-psicológicos como factores predisponentes para la comisión de delitos.
Estamos situados en 1870 - 1871. Lombroso coleccionaba cráneos y se estima que investigó durante toda su
trayectoria, centenares de personalidades. Su interés por las taras genéticas hereditarias o congénitas
observadas en “locos y delincuentes” lo condujo a sostener la idea de que debía existir una relación de
carácter biológico entre la degeneración y los instintos perversos o destructivos.

Se le adjudican unas veinticinco publicaciones entre las que se cuenta una de 1876 en la cual caracterizó lo
que él mismo denominó “delincuente nato, edición que tituló “L’uomo Delinquente” y su desarrollo incluyó
bosquejos elaborados por él mismo. Dibujos que en una suerte de identikit ofrecían la caracterología
fisonómica de sujetos infractores a lo que llegó a considerar seres atávicos.
Para Lombroso, atavismo y degeneración se combinaban de modo tal que en cada delincuente hallaba
características degenerativas como la relación peso-altura, capacidad craneana u otras características como
orejas grandes y en asa, mirada extraviada, asimetrías, labios leporinos, granos, mandíbula prominente, entre
otros. Desde esa perspectiva, el delincuente tenía una tendencia malvada innata, ligada a su estructura física
y psíquica la cual se manifestaba hasta en su fisonomía.

A ese individuo Lombroso le atribuía una suerte de estado primitivo, cual si se tratare de un hombre que no
ingresó a la cultura y con escasos recursos psíquicos que no le permitirían adaptarse al mundo en el que le
tocó vivir. Explicación tal que no convencía del todo a otras corrientes del positivismo pero que sin embargo lo
colocaron en la cima de la popularidad en 1885 cuando presentó su tesis en Roma en el Primer Congreso de
Antropología Criminal.

Con respecto a los famosos dibujos de Lombroso en los que caracterizaba al delincuente nato, aquello que
pudo promover - como sucede acá mismo hoy - una serie de gestos y risas en cualquier auditorio, no excluye
cierto reconocimiento que se le debe hacer a su autor, toda vez que es a partir de su desarrollo que se
comienza a poner una especial atención en “el sujeto”.

Fíjense algo interesante. Tal descripción no sólo resultaba de utilidad para identificar a quién podría haber
cometido un delito sino que también, permitía accionar sobre aquellos que aún no cometieron alguno. Aquí les
explicaba la diferencia entre el delito in fraganti, es decir la aprehensión del individuo al momento de estar
cometiendo la acción delictiva y una suerte de prevención del delito – siguiendo las actuales prácticas
policiales o políticas que se diseñaron en materia de seguridad.

No deberíamos pasar por alto el hecho de que tamaña caracterización posibilitó que se fuera acuñando un
concepto tan peligroso como lo indica su propia denominación y me refiero al concepto de “peligrosidad”.
Concepto el cual sobrevivió a toda reforma y se mantuvo sólido hasta la actualidad y en sus dos modalidades
(pre-delictual y pos-delictual). Ya veremos este concepto con mayor profundidad cuando tratemos otro como lo
es de Inimputabilidad – Art. 34 inciso 1° del Código Penal Argentino. No nos vamos a detener ahora con el
concepto de inimputabilidad pero a los efectos de que vayan asimilando algunos términos nuevos, les adelanté
que dicho artículo el cual pueden encontrar en la norma, establece una serie de causales de inimputabilidad.
La inimputabilidad - opuesto de la imputabilidad - me está diciendo que no puedo cargar algo en la cuenta de
alguien, me está diciendo que no puedo imputar algo y condenar en efecto. Lo cierto es que la ley habilita otras
medidas (por ej. medida de seguridad curativa) para los inimputables, toda vez que se determine situación de
peligrosidad para sí mismo y/o para terceros. Sabemos que el accionar del aparato policíaco-judicial va desde
las detenciones in-fraganti (detención del actor al momento del hecho) como así también a partir de la
presunción o sospecha de que un sujeto sea potencialmente capaz “de” o potencialmente peligroso. Ello
resultó contemporáneamente, una de las prácticas habituales en las páginas más oscuras de la historia en
nuestro país.
A partir de esa caracterización elaborado por Lombroso ¿cómo sería en tal caso el actual dibujo de una
persona a la que le podríamos atribuir una potencial conducta delictiva? Nadie puede negar que hoy en día la
concepción lombrosiana no solo se ha conservado con cierto rigor sino que además, ella se ejercita
cotidianamente en la sociedad. De lo contrario, ¿cómo entender determinados comportamientos que
observamos frecuentemente en el seno de nuestra sociedad? Ustedes son parte de la mima sociedad y en tal
caso revisemos la situación a partir de un ejemplo que tengamos a mano:

¿Qué hacen cuando salen de esta Facultad a la noche luego de cursar sus prácticos y van caminando hacia
Plaza Miserere o hacia Caballito y ven que vienen caminando desde la esquina y en dirección hacia ustedes
tres jóvenes con ropa deportiva y gorra?

Alumna I: Me cruzo de vereda.


Alumna II: Agarro todo
Alumna III: Pego la vuelta. Corro

Bueno, todo ello es lo que sucede habitualmente. Es un comportamiento que uno observa recurrentemente.

¿Y por qué nos comportamos de esa forma?

Podrían ensayarse varias respuestas pero lo que sucede ahí es que estamos cargando al otro o a los otros,
determinados atributos que asociamos a personalidades de acción. Atributos que ligamos al potencial peligro
que reviste un sujeto a partir de tales, donde entra también lo cultural o sub-cultural. Por ello les decía que en
esos episodios estamos utilizando en tal caso otro identikit, otro dibujo que nos dice que: de todo individuo que
viste o camina de una determinada manera, sólo o en compañía de otros; se presume su potencial conducta
delictiva. Dicho de otra forma, tres jóvenes con equipo de gimnasia y gorrita son en definitiva individuos a los
que se les asigna una posible comisión delictual, una posible acción perjudicial para nosotros.

Podríamos ver lo mismo con otro ejemplo. Convengamos que hoy andar en moto es peligroso por varios
motivos y no sólo por el hecho de que la moto en sí, como vehículo es peligrosa. La aparición del delito moto-
transportado ha sellado la sospecha de la posible transgresión de muchos, que por el hecho de viajar más de
uno arriba de la moto, resultan potenciales moto-chorros.
Escuchamos a nuestras espaldas el ruido que produce el motor de una motocicleta y activamos el modo alerta.
Ni hablar si se escucha una frenada a nuestras espaldas.
Hoy sucede y no podemos no advertirlo y mucho menos negarlo. Y acá una aclaración ya que no estoy
diciendo que jóvenes vestidos con esa indumentaria no cometan hechos delictivos y en todas sus formas.
Ciertamente hay muchos casos en los que podríamos decir que ello es así, tanto como que los delitos en
motos ya constituyen una práctica preocupantemente instalada. Pero en rigor de la verdad, también contamos
con un nutrido listado de personalidades delictivas que visten muy bien, que ocupan cargos importantes tanto
en ámbitos privados como en el Estado y otros que bien podrían representar alguna ciencia, arte o deporte.
Los denominados delincuentes de cuello blanco o guantes blancos como se decía ocho décadas atrás. En
síntesis, hay muchos dando vueltas por ahí que sin vestir con gorrita y equipo de gimnasia, deberían estar
adentro y no afuera. Y además, deberíamos aceptar que estos últimos no generan la misma alarma social que
aquella activada por los primeros.

Una alumna de anterior cuatrimestre opinaba: “El tema tiene que ver también con lo que la gente se representa
respecto de unos y otros. Para el caso de los delincuentes de cuello blanco, por ahí no genera alarma porque
no se lo asocia con hechos violentos. En el caso de los pibes chorros o moto-chorros el miedo es porque
siempre son actos con violencia.”

Una lectura, impresión, representación o un dato de la realidad que podría distinguir a unos de otros aunque
ambos - aquél vestido deportivamente y aquél de cuello blanco, serían para la ley, delincuentes. Pero lo cierto
que a la hora de atrapar, juzgar y enviar a la cárcel, quien lleva la de perder, estadísticamente hablando, son
los primeros, lo cual ello nos lleva a otra cuestión que retomaremos más adelante cuando hablemos de justicia.

Dicho concepto o noción de peligrosidad también prevalece en la norma. El artículo que antes he mencionado
(34. Inc. 1º) de nuestro Código Penal, entre otros aspectos que trataremos cuando hablemos de la psicología
jurídica en la esfera penal, establece y delimita cinco causales de inimputabilidad, pero conforme a como
continua el texto, determina que en caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en
un manicomio, - así lo expresa textualmente- del que no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del
ministerio público y previo dictamen de peritos que declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe
a sí mismo o a los demás.

Estamos hablando de inimputabilidad que como concepto abarca varias cuestiones. Si yo no puedo cargar en
la cuenta de un sujeto la responsabilidad penal en un hecho, dado que las pericias psicológicas y psiquiátricas
determinaron que al momento del hecho esa persona no pudo comprender la criminalidad del acto o no pudo
dirigir sus acciones, ¿podemos aplicarle pena? No. Si es inimputable no. Pero si esa persona reviste peligro
(concepto que traemos desde Lombroso) para sí y para terceros ¿qué hago como juez?, aplico una medida de
seguridad curativa. Fíjense que dije medida y no pena. Ya veremos su diferencia pero en principio podemos
decir, pena igual cárcel, medida no. Pero si no va a la cárcel ¿a dónde va? Unos años atrás aún funcionaban
en el Hospital Borda y Hospital Moyano, las Unidades 20 y 27 que alojaban en su interior, precisamente a los
inimputables con determinado grado de peligrosidad dictaminado a partir de las pericias. Y yo les pregunto a
ustedes: ¿Cómo sale de dicha Unidad un inimputable?

Alumna: No salen. Se quedan ahí para siempre. Al menos antes era así.

¿Y quién creen ustedes que va a firmar dicho egreso cuando el juez les pida que firmen con sello y matrícula
un dictamen o informe psicológico que diga que el sujeto en cuestión, dejó de ser peligroso para sí y para
terceros y que en lo futuro no volverá a cometer actos como los que lo llevaron a dicha internación?

Alumna: Nadie

Está claro que no hacemos futurología y que lo que podemos responder no va precisamente ajustado a tal
requerimiento, sino a los límites de nuestra propia ciencia que demarcan un terreno en el que debemos
distinguir lo posible de lo inadmisible.
Enrico Ferri, alumno y discípulo de Lombroso en Turín, abogado, jurista y político atribuyó al comportamiento
delictual factores socio-ambientales. En su tesis doctoral expresaba que el hombre era una verdadera máquina
condicionada por distintos factores y – refutando la teoría del libre albedrío – sostenía que éste no podía elegir
sus comportamientos siendo que el delito – por su naturaleza objetiva- debía dar paso a la responsabilidad de
tipo social. Desde su visión sobre la conducta delictiva afirmaba que el hombre es una máquina que no
suministra en sus actos más que lo que recibe del medio físico y moral en el que vive. Por lo tanto, el hombre
está sujeto a la ley universal de causalidad en virtud de lo cual, dándose en un momento determinado cierta
conjunción de causas fisiológicas y psíquicas, el individuo no puede reaccionar sino de una forma
predeterminada. Ello llevó a Ferri con el correr del tiempo, asociar a la problemática aspectos de la
psicopatología además de sociales y ambientales que - no por todos aceptados - logró alguna mejor recepción
en un pequeño grupo de científicos.

Por su parte, Rafael Garófalo, Criminólogo, hombre del Derecho que llegó a desempeñarse como juez resultó
otro gran representante de la Escuela Positiva coincidiendo con las ideas de Ferri, y con algunas presentadas
por Lombroso. Atribuía a la personalidad delictiva un déficit o ausencia en el sentimiento altruista como la
compasión y la piedad. Contribuyó significativamente al tema de la peligrosidad, la noción criminológica del
delito y los conceptos de prevención especial mediante la individualización del tratamiento. Para Garófalo el
delito era el resultado de anomalías psíquicas o morales hereditarias, diferentes de la enfermedad mental, hoy
más cerca de las llamadas psicopatías.

Pero lo cierto es que otras corrientes han resultado de importancia en el surgimiento y desarrollo de la
psicología forense, lo que hoy presentamos como una especialidad y con el nombre de Psicología Jurídica. Por
ello, vamos examinar que sucedía no sólo en Europa, sino en el sistema judicial de los Estados Unidos y el
ingreso de la Psicología Forense en Argentina. La psicología experimental aportaba lo suyo a partir de los
trabajos de Weber y Feschner en Alemania. Los laboratorios de psicología intentaban reproducir los
fenómenos comportamentales aunque en ese momento sin mucho éxito. Tengamos en cuenta que el
positivismo estaba ligado a la búsqueda metódica sustentada en lo experimental, rechazando nociones
religiosas, apriorísticas o conceptos abstractos, universales o absolutos.
Para comienzos del siglo XX, mencionamos a Hugo Von Münsterberg, psicólogo polaco-alemán (1863-1916)
pionero de la psicología aplicada. Psicología aplicada que habría que destacar se asociaba en esa época más
a las ideas del taylorismo vinculado a la industria. Sin embargo Münsterberg fue uno de los que más insistió en
la utilidad que podría brindar el decir psicológico en el ámbito legal, en los estrados judiciales.

Estamos ubicados aproximadamente entre 1907 y 1908. Münsterberg escribió varios artículos relacionados
con el ejercicio de la psicología en el campo jurídico y la utilidad de sus aportes a los procesos judiciales. Uno
de ellos titulado “On the whitness stand”, alude a la presencia de un otro en los estrados judiciales o un otro en
el lugar de testigo. Ese otro que proponía Münsterberg era lo que en esta materia se les explicará respecto al
rol de perito psicólogo. El autor se esforzó en demostrar a los hombres del Derecho, la importancia de los
aportes de la psicología en los procesos judiciales, sobre todo en psicología del testimonio, evaluación de
memoria, personalidad, simulación, etc. Debió combatir con magistrados y abogados del sistema americano
que no simpatizaban con sus propuestas, entre ellos un Juez, Jeremy Wigmore que lideraba un grupo de
juristas, descalificando de la manera más ácida a Münsterberg por sus concepciones.

Sin embargo, de manera gradual entre 1908 y 1937 se logró vencer tales resistencias, comenzándose a actuar
en dicho campo en lo que hace a la psicología del testimonio. La psicología ofrecía metodología e instrumentos
al servicio auxiliar de la justicia con el fin de ilustrar a los magistrados sobre cuestiones que hacen al
conocimiento de nuestra ciencia y que escapan a la sabiduría del/la juez/a. Hay que aclarar que el mismo
magistrado que públicamente descalificaba los aportes que resultaban pretensión de Münsterberg en clara y
manifiesta resistencia a que profesionales de otras ciencias ocuparan un lugar en los tribunales, finalizó luego
de muchos años en un manifiesto por medio del cual el juez Wigmore indicaba la conveniencia de contar con
tales aportes, debiéndose tomar en cuenta la prueba psicológica toda vez que ésta sea fiable. Tardó unos años
su señoría pero en definitiva fue un avance importante que permitió el ingreso de nuestra ciencia como
auxiliares de la justicia.
Finalmente referíamos también que la década del cincuenta fue dentro del sistema jurídico americano aquella
que selló de alguna manera la inserción profesional en el campo legal, período en el que la corriente del
Conductismo tomo un importante impulso.

Queda claro entonces que el surgimiento de la psicología forense tiene sus raíces en el desarrollo de la
criminología positivista, la antropología criminológica, la psiquiatría forense y la psicología experimental. Pero
¿podríamos decir que el saber y aporte del universo científico con relación al actuar transgresor de los
individuos quedaba circunscripto a los estudios y producciones de los anteriormente mencionados? Claro que
no. No son pocos los que han tratado con sumo interés tales temas. El psicoanálisis nos provee de un
importante caudal de material. Tanto Freud como Lacan tienen muchos trabajos que van en esa dirección
como así también en la interacción entre nuestra ciencia y el Derecho, entre psicología y Ley, Sujeto y Ley, etc.
J. Lacan examinando y particularizando los alcances y efectos de las pericias psiquiátricas dentro de los
procesos judiciales penales y S. Freud a partir de una vasta producción acerca de la temática. Recordemos
que Malestar en la Cultura y Tótem y Tabú son dos trabajos que precisamente nos introducen en torno a la ley.
Ley que interesa a la psicología (Ley Subjetiva) pero también Ley que constituye una de las fuentes del
Derecho (Ley objetiva). Winnicot, Bandura, Fromm se suman a la extensa lista de personalidades que han
aportado en este campo.

Veamos un poco que sucedía en nuestro país, es decir, como fueron los comienzos o cuales resultaron ser las
bases sobre la cual se ha ido edificando la psicología jurídica.
Estamos rastreando los primeros pasos que se dieron en Argentina respecto de la inserción de la psicología
forense y de los psicólogos con su decir en la esfera judicial.

Esta influencia del positivismo a la que hacíamos referencia llegó a nuestro país de la mano de José Ingenieros
con su Tratado de Psicología y Criminología. También fue José Ingenieros quien introduce en Argentina el
método psicoanalítico en 1907, método en auge en Europa a partir de un trabajo de S. Freud que causó mucho
revuelo en la época.

¿A qué trabajo creen ustedes que me estoy refiriendo?


Alumno: La interpretación de los sueños.

Así es. La Interpretación de los sueños. Recuerden que dicho trabajo cuya primera publicación en alemán
aparece en noviembre de 1899, es fechada por su editor en 1900 Y José Ingenieros importa el modelo
psicoanalítico siete años más tarde cuando despierta su curiosidad la resonancia que tenía el mismo a partir de
las producciones freudianas.

A partir de ese momento, decíamos que se establecía una primera relación o entrecruzamiento entre la ciencia
jurídica y la psicológica, toda vez que el fenómeno de la delincuencia se inclinaba a ser observado desde la
perspectiva psicopatológica. También habíamos señalado que esas primeras experiencias no tuvieron mucho
éxito ya que la criminología influenciada por criterios positivistas se distanciaba sustancialmente del método
psicoanalítico. Por otra parte, habría que mencionar la influencia que las escuelas antropológica italiana y
antropométrica inglesa, ejercieron en especialistas de nuestro país a comienzos del siglo pasado. Tal el caso
de personalidades de la medicina como Piñeiro y Ramos Mejía y Loudet.

El desarrollo histórico de la especialidad en nuestro país, tiene como punto inaugural los primeros graduados
psicólogos que provenían de Universidades como las de Rosario y Córdoba (1957-1959), posteriormente
Buenos Aires, La Plata (1967) insertándose lentamente en espacios que hasta ese momento sólo ocupaban
los médicos y en menor grado, trabajadores sociales. Recuerden que para esa época, la psicología era
ejercida por los médicos por lo que estas primeras camadas de profesionales psicólogos no determinaba la
inserción de la psicología en el campo jurídico sino que materializaba el ingreso de colegas psicólogos/as con
su decir en el ámbito judicial. Los inicios no fueron fáciles y durante algún tiempo, la tarea era supervisada por
médicos y nuestras producciones atravesaban un tamiz de la medicina. Tengamos en cuenta que en los
comienzos, nuestros colegas ejercían el rol de testitas, pero el resultado de su práctica debía ser refrendado
por un médico.

Un largo y sinuoso camino se tuvo que recorrer para que nuestro saber cobrara vital relevancia en curso de los
procesos judiciales. Se fueron gestando distintos espacios de formación universitaria con la creación de
distintas cátedras en diversas Universidades al tiempo que se ampliaba la oferta facultativa sobre todo en
carreras humanísticas.

Este crecimiento se detiene a mediados de los 70 en momentos que comenzaba uno de los capítulos más
oscuros de nuestra historia. Recuperar la democracia implicó una afluencia masiva en las carreras
humanísticas, retomándose en el circuito universitario todo ese bagaje de conocimientos que hemos
mencionado.

Así, podríamos decir que en las últimas cuatro décadas la especialidad tomó un significativo impulso,
acompañando el crecimiento que se evidenciaba a nivel mundial en torno a la psicología jurídica y que si bien
se instaló inicialmente en el ámbito Tribunalicio no sin tropiezos, el desempeño del psicólogo en diversos
ámbitos institucionales conexamente vinculados con el poder judicial, promovió lo que habíamos mencionado
respecto de la pertinencia de denominar Psicología. Jurídica a la asignatura que hoy nos reúne.

Prof. Lic. Claudio Ghiso

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