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Según los expertos, oscila entre 50 y 100 latidos por minuto en reposo en las personas
adultas.
Al nacer, la frecuencia cardiaca es más elevada por las necesidades del bebé. Con el
crecimiento, la frecuencia cardiaca va disminuyendo hasta alcanzar las cifras
normales de un adulto.
Hay varias circunstancias que pueden elevar la frecuencia cardiaca. Sin embargo,
algunas de ellas no suponen un síntoma de alarma. Podemos superar los 100 latidos por
minuto cuando estamos haciendo ejerciendo o cuando estamos nerviosos, al igual que si
se padece anemia o alguna patología tiroidea, situaciones en las que superar las 100
pulsaciones por minutos se considera normal.
Dado que la frecuencia cardiaca cambia de una persona a otra, es conveniente que cada
individuo conozca la suya. El pulso puede sentirse en la muñeca, el lado del cuello, el
interior del codo, la parte posterior de las rodillas, la zona de superior de los pies,
la ingle y otros lugares del cuerpo donde haya una arteria cerca de la piel.
Para medirlo, se ha de poner el dedo índice y el dedo medio o corazón en alguno de
estos puntos; habitualmente, el pulso se suele tomar en la muñeca (ejerciendo una leve
presión con dichos dedos -índice y medio- de
una mano en la muñeca opuesta, justo en el
área por debajo de la base del pulgar), o en el
cuello (a uno de los lados de la nuez,
ejerciendo también una pequeña presión con
esos dos dedos en esa zona) y contar el
número de latidos durante sesenta
segundos.
Bibliografia.-
- https://actualidadsanitaria.com/vida-saludable/tecnicas-sencillas-para-medir-el-pulso/
- https://fundaciondelcorazon.com/blog-impulso-vital/3855-que-es-la-frecuencia-
cardiaca-y-como-se-mide.html